La enseñanza del principiante (#149)

 

La  enseñanza  de  principiantes

Mervyn Paul; Toronto, Canadá, 1891-1962

Título original: Teaching principles for beginners’ classes

Gospel Folio Press, Grand Rapids, Michigan, U.S.A.

 

 

Contenido

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Principios básicos

Procedimiento general

1           Dios es

2           Dios es Hacedor

3           Dios hizo la luz

4           Dios hizo nuestro mundo

5           Dios hizo los animales

6           Dios hizo al hombre

7           Dios es tres personas

8           El Padre ama al Hijo

9           El Hijo de Dios

10           El pecado entró en el mundo

11           Dios hablaba directamente

12           Dios hablaba por ángeles y profetas

13           Dios habla por la Biblia

14           Dios odia al pecado

Pasos del niño pequeño

15           Todos somos pecadores

16           El pecado nos echó a perder

17           Obedece a tus padres

18           Dios conoce mis pecados

19           Dios castiga el pecado

20           Satanás, el gran enemigo

21           El viaje de la vida

22           El Dios eterno

23           Vida y aliento

24           La casa-cuerpo

25           La verdadera persona

26           El alma se traslada

27           El hogar celeste

28           Más sobre el hogar feliz

29           Felicidad y santidad

Las pisadas del niño

30           Los malos y su cárcel

31           No hay ninguno bueno

32           Dios ama, pero castiga

33           Dios puede hacernos seguros

34           El Salvador prometido

35           El Salvador prometido ha venido

36           La visita de los sabios

37           El Salvador prometido fue rechazado

38           Jesús es el Hijo de Dios

39           El Hijo de Dios es sabio y puro

40           El Hijo de Dios es poderoso

41           El Hijo de Dios habló de su Padre

42           El Hijo de Dios sanó a los enfermos

43           El Hijo de Dios dio comida a los hambrientos

44           El Hijo de Dios salva de los pecados

45           El Hijo de Dios es el Buen Pastor

46           El Hijo de Dios dio su propia vida

47           El Hijo de Dios murió en la cruz

48           El Hijo de Dios volvió a vivir

49           El Hijo de Dios volvió al cielo

50           El Hijo de Dios busca

Principios básicos

Ver
Al presentar estas lecciones para los niños más pequeños en la escuela dominical, permítanos explicar por qué son diferentes a las que se usan comúnmente, y decirle brevemente de cosas que usted tendrá que saber y arreglos que tendrá que hacer para estar en condiciones de enseñar las lecciones.

Más de veinte años de labor en clases para principiantes proporcionaron la experiencia que ha servido de base para estas lecciones. Además, el mucho estudio de los conceptos y métodos de educación usados en Canadá, Estados Unidos y Europa, junto con un estudio intensivo de los niños, proporcionó los principios básicos que a nuestro juicio están de acuerdo con la Palabra de Dios y que, por lo tanto, pueden ser usados por el Espíritu Santo.

Usted verá que las lecciones son “diferentes”, principalmente por las razones siguientes:

>> Reconocen que la poquísima experiencia del niño pequeño limita el alcance de su comprensión. “Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño”, 1 Corintios 13.11.

>> Siguen el método de “línea sobre línea”, Isaías 28.10, apropiado para niños pequeños y, desde luego, también para los adultos que están dispuestos a tomar el lugar del niño pequeño.

>> Hacen uso de los tres canales de instrucción mencionados en 1 Juan 1.1: “Lo que hemos oído, lo que hemos visto … y palparon nuestras manos”. Es por esto que las lecciones se adaptan a los niños, quienes son orientados a lo que sus ojos ven, sus oídos oyen y sus cuerpos sienten. Estos son los pequeños Pedro, Juan y Tomás de hoy día.

>> Las lecciones expuestas a continuación favorecen el uso del lenguaje propio del niño pequeño. “Si por la lengua no dieres palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís?” 1 Corintios 14.9.

>> Se emplea la pregunta en vez del relato. Con esto cada alumno toma una parte activa en la lección, lo cual es una característica esencial del interés del niño. “Cada uno de vosotros tiene lengua …”, 1 Corintios 14.26.

 

Hablemos ahora de los textos para ser aprendidos de memoria. Estos exponen la verdad de la lección y proporcionan el punto de contacto. Son el medio por el cual usted reúne los pensamientos dispersos de los niños y los enfoca en la lección. La mímica que empleamos con estos textos proporciona un enfoque de actividad. A los niños les encanta la mímica, y esto ayuda a que se graben en la mente las palabras e ideas.

Casi siempre ocurre que los niños repiten la mímica en casa. Si es posible, haga que ellos se paren mientras repiten juntos y en voz baja el texto y la mímica hasta que lo aprendan. Para evitar confusión, no use otro texto sino el que se especifica para cada lección.

En términos generales, deben emplearse tres o cuatro domingos para enseñar cada lección. ¡Pruébelo! Nunca deje una lección hasta que esté aprendida y grabada en la memoria de los niños. “Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos hincados son las de los maestros de las congregaciones, dadas por un Pastor”, Eclesiastés 12.11.

Favor de no saltar o alterar el contenido de las lecciones hasta que usted lo haya probado, para que no destruya el principio de “línea sobre línea”.

Un ayudante puede apoyar al maestro principal en cosas como atender a las inquietudes de los niños, mantener el orden y aun dar parte de la lección.

Un pizarrón es indispensable. Si usted se considera mal dibujante, puede referirse a la página de dibujos que quizás le sea de ayuda.

Para los trabajos manuales necesitará proporcionarles a los niños papel, creyones y a veces plastilina (plasticina). Sus alumnos pueden usar pedazos de cartón o las tapas de cajas de zapato para afincar cuando hacen los trabajos en su asiento. También es buena idea tener a la mano paños para limpiar las manos sucias de los pequeñitos.

Más adelante daremos otros consejos y ayuda para la enseñanza de estas lecciones.

 

“La edificación cesa cuando termina el interés”.

Procedimiento general para Lección 1 y todas las lecciones siguientes

Ver
Ahora, antes de comenzar, usted querrá entender claramente qué es lo que se procura lograr.

>> Primeramente, hay que enseñar el texto acompañado de la mímica. No cometa el error de tratar de enseñar otros textos de memoria también.

>> Luego viene la parte de conversación sobre la lección, pero, como sus alumnos son incapaces de prestar atención por más de diez o quince minutos seguidos, usted tendrá que dejar tiempo para una tercera parte.

>> La tercera parte es el trabajo manual, que en el caso de Lección 1 comienza con Ejercicio (c).

Estas tres partes —la enseñanza del texto, la conversación sobre la lección y el trabajo manual— deben tener el lugar en cada clase que sea necesario para enseñar en su totalidad Lección 1, y en la mayoría de las lecciones que siguen.

¿Cuántas sesiones, o clases, debe tomarse para enseñar esta lección y cada una de las posteriores? No hay una respuesta definitiva. Usted comprenderá que si debe tomar tiempo para hacerle ciertas preguntas a cada niño en la clase, permitirle a cada uno dibujar en el pizarrón, y luego ayudarle personalmente a terminar su trabajo manual, entonces una clase de cuarenta alumnos va a requerir más sesiones para enseñar la lección que un grupo de solamente diez.

Pero, nuevamente, no debe apresurarse para terminar la lección. Use cuantas sesiones de clase sean necesarias para inculcar bien las verdades de la lección. Para nuestros propósitos se supone que se van a necesitar por lo menos tres sesiones para cada lección y una clase de repaso al final de cada cuatro lecciones, para así completar un trimestre calendario.

Los trabajos manuales que se sugieren en las lecciones se han recomendado con este plan en mente. Ellos le permiten presentar de nuevo las verdades de la lección un mayor número de veces de lo que sería posible de otra manera. Esto es necesario si las verdades han de ser grabadas en la memoria de cada niño.

 

Probablemente usted va a dar la clase de la siguiente manera:

> Enseñe el texto con la mímica. Esto puede tomar quince minutos o más la primera vez. Pase luego a la conversación sobre la lección. Después, trate de terminar el trabajo manual en el pizarrón como en Ejercicio (e). Si logra terminarlo y le queda tiempo, deje que los niños dibujen estrellas en el papel mientras permanecen sentados; Ejercicio (f).

> El siguiente domingo repita las primeras dos partes de la lección y use Ejercicio (f) para el trabajo manual. Los Ejercicios (g) y (h) quedarán para una tercera repetición de la lección la semana siguiente.

Sin embargo, si en cualquiera de las sesiones usted no logra terminar el trabajo del pizarrón, corte la clase. Permita a los niños que se quedaron esperando que tengan su turno el domingo siguiente. Siempre deje tiempo para terminar con el texto y la mímica.

> A los niños que ya han tomado su turno en el pizarrón se les deben dar papel y creyones para que dibujen estrellas mientras permanezcan sentados. Si termina el ejercicio en el pizarrón antes de la hora de cerrar, pase al siguiente ejercicio. En general, el mismo procedimiento se aplicará a todas las lecciones posteriores.

No pretenda enseñar varios puntos en cada lección. Procure más bien – presentar un punto en varias formas diferentes.

Lección 1 Dios es

Ver
Texto para aprender de memoria:

Dios está en el cielo, Eclesiastés 5.2

Enseñe a los niños las palabras del texto. Siga con la mímica, que se hace mientras ellos repitan el texto todos juntos.

Mímica:

Dios Con el dedo índice, señale hacia arriba; está en Mira hacia el cielo. el cielo Con la mano extendida, haga un movimiento corto hacia el cielo.

Idea de la lección:

Empezamos a aprender acerca de Dios, el gran Ser quien siempre ha sido y siempre será. Él vive en el cielo, más allá de las estrellas. Dice Hechos 7.48 al 50 que el cielo es su trono. Dice Salmo 113.4 al 6 que es sobre los cielos su gloria, y Él se siente en las alturas.

El maestro no debe suponer que los pequeños van a tener ya ideas claras y correctas en cuanto a Dios, su carácter y sus obras. El primer error con que los maestros comúnmente perjudican sus esfuerzos futuros es el de suponer que “por lo menos ya sabrán eso”. La experiencia les lleva al fin y al cabo a reconocer que deben empezar a enseñar a los principiantes como si no supieran absolutamente nada en cuanto a las cosas de Dios.

Entonces, poco a poco, concienzudamente paso a paso, comencemos al principio y vayamos desarrollando en los niños sus conceptos de Aquel con quien ellos tienen que ver.

Es casi imposible enseñarles a los pequeños en una forma directa cómo es Dios. Pero, Romanos 1.20 nos explica que el poder y la deidad de Dios son entendidos por medio de las cosas hechas. Entonces, contando con esta dirección del Espíritu Santo, empezaremos a enseñar a pensar en Dios como el Hacedor. Por supuesto, es posible que ellos no sepan qué quiere decir Hacedor, así que hablaremos de Él que hizo. “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud”, Eclesiastés 12.1.

 

La lección — Ejercicio (a):

Dibuje en el pizarrón una estrella, siguiendo los tres pasos sencillos que se indican en nuestra página de dibujos. Pregúnteles a los niños qué es lo que usted ha dibujado. Si algún niño contesta, “una estrella”, permítale decir a la clase lo que es. Si ninguno sabe, usted debe decirles. Después de esta introducción pregúntele a cada niño qué es lo que el dibujo representa. No pase por alto a ninguno, aun cuando tenga un número elevado de alumnos. Si alguno le sorprende con decir que no sabe, pídale a otro que le diga a éste la respuesta. Luego repita su pregunta.

No vaya a pensar que este método es una pérdida de tiempo. El mismo proporciona:

>> Una parte activa en la lección para cada alumno

>> Una reacción, o respuesta, que puede ser imitada fácilmente por los niños tímidos.

>> Una buena repetición, la cual es tan esencial para los pequeños.

 

Ejercicio (b):

Para poder enseñar que Dios es el gran Ser que vive arriba en el cielo, más allá de las estrellas, comience a hablar de las estrellas. Continúe hasta que cada niño esté pensando en las estrellas. Esta forma de enseñanza tiene un propósito triple:

>> Atención. Atrae a un tema céntrico a todas las mentes distraídas.

>> Percepción. Parte de un concepto ya conocido y desarrolla pensamientos nuevos en la lección.

>> Asociación. A lo largo hay una asociación de ideas que hace que los niños piensen en Dios cada vez que ven una estrella.

Entonces, simplemente converse con los alumnos sobre las estrellas —quiénes las han visto, cuándo, dónde, cómo son— hasta que todas las mentes pequeñas estén pensando activamente en las estrellas. Sin embargo, todavía no hay que decirles nada en cuanto a que Dios las hizo.

 

 

 

Ejercicio (c):

Ahora, dígale a su clase que hay un lugar muy maravilloso más allá de las estrellas. Ese lugar se llama el cielo. Haga énfasis en este nombre, preguntándoles a varios niños, “¿Hay un lugar más allá de las estrellas? ¿Cómo se llama? ¿Dónde está el cielo?

 

Ejercicio (d):

“Ahora, hay alguien que vive en el cielo, más allá de las estrellas. ¿Alguno de ustedes sabe quién es?” Pueda que usted reciba respuestas extrañas, pero no rechace ninguna. Con lo que sus alumnos digan, usted podrá, si es observador, formarse una idea de cómo piensa el niño.

“Él es alguien que puede oír todo lo que decimos, puede ver todo lo que hacemos, y conoce todos nuestros pensamientos. Él es Dios. Dios es diferente de nosotros porque Él siempre ha sido y siempre será, por siempre jamás. Ustedes y yo no hemos sido siempre. Un día nacimos, y desde ese día empezamos a ser. Pero Dios nunca nació. Él siempre fue y siempre será, para siempre”.

Pregunte de nuevo: ¿Hay un lugar más allá de las estrellas? ¿Cómo se llama? ¿Hay alguien viviendo arriba en el cielo? ¿Cómo se llama? ¿Él puede verme a mí? ¿Puede verles a ustedes? ¿Puede vernos cuando estamos en la oscuridad? ¿Y Él puede oir todo lo que decimos? ¿Y saber todo lo que pensamos? ¿Él siempre ha sido? ¿Él morirá algún día?

 

Ejercicio (e):

Ahora usted debe permitirle a cada niño acudir al pizarrón, uno por uno o en parejas, para dibujar una estrella. Coloque una tiza o marcador en la mano del niño, y la mano en la suya. Ayúdele a dibujar una estrella simplificada, como se indica en nuestra página de dibujos.

El asistente del maestro debe ayudar cuando se presentan oportunidades como ésta. Si dos niños están dibujando en el pizarrón al mismo tiempo, el asistente puede supervisar el trabajo de uno de ellos. O, si un solo niño está en el pizarrón, el asistente puede mantener orden en la clase mientras el maestro atiende al pizarrón. De todos modos, esta forma de enseñanza generalmente mantiene el interés del grupo, sobre todo si usted le habla al niño que está al pizarrón, pero para que todos puedan oir.

No borre las estrellas al final de la clase. Si las deja en el pizarrón, los niños podrán verlas cuando vuelvan el domingo siguiente. Cada uno de ellos tratará de identificar la estrella que hizo, y esto ayudará a refrescar su mente.

Cuando no es práctico usar el pizarrón de esta manera, el asistente puede repartirles a los niños hojas de papel y creyones o lápices. Ayúdeles a dibujar las estrellas sentados en sus asientos, y deje que las lleven a casa.

Este trabajo manual impresiona mucho al niñito; usted puede usarlo para grabar en sus mentes la idea de la lección, y verá que es mucho más efectivo que hablar por horas. Además, los niños se sienten orgullosos de demostrar su nuevo logro, y a veces hacen cantidades de estrellas en casa, y así se hacen más conscientes de la lección.

 

Trabajos manuales adicionales

En su casa, recorte de cartulina una estrella de cinco puntas. Usando ésta como modelo, trace en la cartulina suficientes estrellas como para darle dos o más a cada alumno; luego recórtelas. Aparte una estrella por alumno, para usarse en un ejercicio de colorear. Luego corte las demás estrellas en pedazos, como para hacer rompecabezas. Si dispone de tiempo de hacer más de éstos, puede colocar más de uno en cada sobre.

En la clase, reparta creyones a cada alumno. Dibuje una estrella en el pizarrón y coloree de rojo una punta de la misma. Dígales a los niños que hagan lo mismo con sus estrellas en sus asientos. Hecho esto, coloree de amarillo otra punta, y los niños lo harán también. No preste atención a la calidad del trabajo de los niños. El único propósito suyo es el de hacerles a los pequeños más conscientes de las estrellas al ir repitiéndoles de vez en cuando la idea de la lección mientras ellos hacen la tarea.

 

Ejercicio (g):

Reparta los sobres con los rompecabezas. Usando las sillas o el banco como mesas —si es que no dispone de mesas— deje que los alumnos armen sus estrellas, ayudándoles cuando sea necesario. Si le fue posible dar más de una estrella a cada niño, este ejercicio puede ser muy interesante. Si usted desea, los niños también pueden colorear los rompecabezas. El uso de los sobres evita que se pierdan las piezas.

 

Ejercicio (h):

Dele a cada niñito una hoja de papel donde usted ha trazado la forma de una estrella, usando el modelo que usted preparó. Reparta pedazos de plastilina (plasticina). Ayude a sus niños a formar tiras largas de plastilina en forma de trenzas. Luego ayúdeles a colocar estas trenzas sobre sus hojas, siguiendo el trazado de la estrella.

Es importante que usted recalque que sus alumnos no han hecho estrellas de verdad en estos ejercicios, sino figuras de estrellas. Esto les ayudará a reconocer que las verdaderas estrellas están en los cielos.

Al cierre de cada clase, hágales a los niños una serie de preguntas como las que hizo en Ejercicio (d). La clase entera debe responder a una misma voz las preguntas suyas, pero en voz baja, claro está. Puede que usted se canse de repetir una y otra vez las mismas cosas sencillas, pero de pronto los niños se emocionarán al poder dar las respuestas correctas, una vez que las hayan dominado. Verá también que la repetición de las preguntas no les fastidiará con tal que varíe la forma de la actividad que acompaña estas preguntas. Todos los trabajos que sus alumnos hayan hecho en sus asientos pueden ser llevados a casa. Finalice cada sesión repitiendo junto con la clase el texto con la mímica.

***

 

No debemos pararnos sobre el alto pináculo de nuestras formas de pensar y actuar de adulto, mientras llamamos a los niños a “venir acá”. Más bien, regresemos por los olvidados caminos de los años hasta encontrar las formas de pensar y actuar de estos pequeños por quienes murió el Salvador.

Lección 2 Dios es Hacedor

Ver
Texto para aprender de memoria:

Jehová Dios hizo la tierra, Génesis 2.4

Enseñe las palabras primeramente; luego agregue la mímica.

 

Mímica:

   Jehová Dios Señale hacia arriba; hizo Mueva las manos como para formar algo; la tierra Señale hacia el suelo.

 

Idea de la lección:

Dios es el gran Ser que hizo la tierra, aun el suelo que está debajo de nuestros pies. Él también hizo la grama, las flores y los árboles. Génesis 1.9 al 12

 

La lección — Ejercicio (a):

Comience con un repaso. Use una estrella grande, dibujada en el pizarrón como en Lección 1. Señalando a la estrella, pregunte a los niños, como hizo anteriormente, “¿Qué representa esta figura? ¿Dónde están las estrellas? ¿Hay un lugar más allá de las estrellas? ¿Cómo se llama? ¿Alguien vive en el cielo? ¿Cómo se llama? ¿Dios puede vernos todo el tiempo? ¿Puede oir lo que decimos? ¿Él sabe lo que estamos haciendo? ¿Dios nació igual que nosotros? ¿Morirá Dios algún día? (Obsérvese que las preguntas no requieren sino una respuesta de una sola palabra, como “sí” o “no”).

Repita varias veces el texto y la mímica de la lección anterior; luego termine el repaso con la siguiente afirmación: “Sí, Dios es el gran Ser que vive más allá de las estrellas, en el cielo. Él nos ve todo el tiempo. Él oye todo lo que decimos, y sabe todo acerca de nosotros. Dios siempre fue y siempre será, por siempre jamás”.

 

Ejercicio (b):

Prepare material antes de llegar a la clase:

>> una pequeña caja de cartón llena de arena o tierra

>> un puñado de grama o gamelote

>> unas flores, verdaderas o artificiales, o una mata de las que hay en su casa

>> una pequeña rama, para representar un árbol

Si la clase es muy grande, posiblemente usted va a necesitar dos juegos de los materiales mencionados, y así el asistente podrá ayudarle en este ejercicio.

Al terminar Ejercicio (a) haga un recorrido entre la clase, permitiéndole a cada niño ver la arena en su cajita y tocar la arena o tierra con sus dedos. Al proceder de niño a niño, hágale a cada uno la misma pregunta: “Esto en la cajita, ¿sabes qué es?” El propósito de este detalle del ejercicio es el de establecer de una vez un contacto con, y un reconocimiento de, la arena de la cual usted va a hablar.

Ninguna parte de su lección jamás debe parecer en los ojos de los niños como algo remoto. Lleve a la clase todo aquello de lo cual desea hablar, hasta donde sea posible, para que los niños puedan verlo y tocarlo.

Una vez terminado el recorrido, pregunte: “¿Alguna vez pensaron de dónde vino la tierra? No ha estado aquí siempre. Una vez no había tierra, ni arena, ni suelo. ¿Alguien sabe cómo llegó a ser?”

Si alguno contesta que Dios lo hizo, entonces no será necesario que usted haga las preguntas que siguen aquí. Si no, pregunte: ¿Alguno de ustedes hizo esta arena en la caja? ¿Su papá? ¿Su mamá? ¿Conocen a alguien que pudo haber hecho esto —alguien en el mundo entero?”

Si ninguno sugiere que Dios lo hizo, usted debe procurar sugerirlo indirectamente de esta manera: “No, no hay ninguno en todo el mundo quien puede hacer ni siquiera un granito de arena. Imagínense todos los miles de granitos de arena que hay en nuestros solares, bajo nuestra casa, bajo las aceras, en las calles y por todos los terrenos de mundo. Si nadie en el mundo lo pudo hacer, entonces deber haber sido hecho por Uno que vive más arriba del mundo, aun más allá de las estrellas. ¿Quién podría ser?”

No se apresure para terminar estos pasos. Si usted puede lograr que los niños se imaginen multitudes de granos de arena, o tierra, todos hechos por Dios, entonces Él les parecerá mucho más grande a sus pequeñas mentes que si usted apenas hiciera que los niños pensaran en un solo artículo llamado “la tierra” o “el mundo” como hecho por él.

Decir que Dios hizo el mundo no es tan impresionante a los pequeños como la afirmación de que Él hizo todos los granitos de arena. Los niños carecen totalmente de los conceptos, o imágenes mentales, de lo que usted ligeramente llama “el mundo”. Debe reconocerse que este principio de limitación se aplica a lo largo de todo este curso.

Para ayudar a los niños a formar la impresión de la grandeza de Dios, pase la caja de arena a algunos de los pequeños estudiantes. Deje que los mayores traten de contar los granos. Para esto puede colocar un poquito de arena en su mano.

Finalmente, llegue a su conclusión: “¿Dios hizo esta arena? ¿Hizo cada granito? ¿Hizo toda la tierra en el patio de tu casa, María? Pedrito?” Haga esta pregunta a varios niños, sobre todo los menos atentos. Luego diga: Si Dios hizo tantos granitos de arena, entonces cuán grande debe ser Él, porque ninguno de nosotros podría hacer ni siquiera un solo granito.

 

Trabajo manual:

Después de haber hablado de los granitos de arena, usted se dará cuenta de que los niños están cansados. Si ha mantenido su atención por diez o quince minutos, habrá hecho muy bien; ellos son incapaces de prestar atención por períodos prolongados. Se cansan, salvo que uno exija su atención por períodos muy cortos. El trabajo manual les proporcionará el cambio necesario.

El asistente debe repartir a los alumnos papel y creyones. Cuando todo está listo, diga: “Vamos a tratar de dibujar la figura de una caja, y ponerle arena adentro”. Siga los pasos 1 al 5 para dibujar la caja con arena; vea la página de dibujos. Vaya poco a poco, ayudando a los niños en cada paso.

Para cerrar la sesión: Si no le queda más tiempo por hoy, o en cualquier parte de la lección que sea necesaria terminar, siempre puede concluir la sesión haciendo una última repetición de las conclusiones a las cuales ha llegado, como al final de Ejercicios (a) y (b), y del texto de la mímica. Los niños pueden llevar sus dibujos a la casa.

 

Ejercicio (c):

La grama es el tema de su lección que sigue ahora. Si usted cerró la lección antes de llegar a este ejercicio, no deje de empezar ésta sin repasar los ejercicios anteriores. Esto es lo que usted debe hacer cada vez que comience una nueva sesión de clase.

Pase su puño de grama, hierba o gamelote de niño en niño para permitir que cada uno lo toque y lo sienta. Hecho esto, diga como hizo con la arena: “¿Alguna vez se les ocurrió de dónde vino la hierba? Tampoco ha estado aquí siempre. Una vez no había ni siquiera un poquito de grama en todo el mundo. ¿No nos parecería raro estar donde no hubiera nada verde como ella? ¿Alguien sabe cómo llegó a haber grama en el mundo?”

Seguramente ahora los niños estarán listos para sugerir que Dios la hizo. Si no, haga preguntas de la misma manera como hizo para el mismo problema del ejercicio anterior.

Cuando haya recibido la respuesta correcta, dígales a los niños que traten de contar las hojitas de hierba. (¡Asegúrese de tener demasiadas hojitas para que no les sea posible contarlas!) Ahora pregunte como antes: “¿Dios hizo la grama? ¿La hizo toda? ¿Hizo la grama en el patio de tu casa, o del parque donde tú juegas a veces? ¿Y en la calle donde tú vives, Juan?” Asegúrese de hacer esta última pregunta a cada niño en la clase.

Por último, señale que Dios debe ser alguien muy grande para poder hacer tantas y tantas hojitas de grama. Y aun cuando los señores de la municipalidad (o el padre de familia) corten la grama, o las vacas y los chivos coman la hierba y el gamelote en los pastos y los terrenos desocupados, Dios es tan grande que Él hace que crezca más y más la hierba.

 

Trabajo manual:

Ahora vaya al pizarrón y dibuje una línea marrón que represente el suelo. Vea la página de dibujos. Si usted lo puede lograr, trate de dejar espacio en el pizarrón para permitirle a cada niño venir por turno y dibujar también una corta línea de suelo.

Luego, ponga un poco de grama sobre su línea de tierra, y entonces permita que sus alumnos agreguen grama a las líneas que ellos hicieron, como en la página de dibujos. Para este efecto, procure tener a la mano tiza o marcador verde. La blanca no se ve muy convincente. Si los dedos se manchan con el color, envuelva la tiza en un pedazo de papel.

Cuando haya concluido el ejercicio en el pizarrón, el asistente debería repartirles papel y creyones a los niños, quienes harán dibujos de grama para llevar a casa. Cierre esta y cada sección de la lección con el texto y la mímica.

 

Ejercicio (d):

Trate las flores de la misma manera. En el trabajo manual, usted debe dibujar una línea de suelo lo más larga posible, y luego agregar la grama. O, puede dibujar varias líneas de suelo con grama. Al terminar esto, ayude a cada niño a dibujar una flor, en color. Vea la página de dibujos. El mismo procedimiento debe ser usado para el trabajo en el asiento, con papel y creyones.

 

Ejercicio (e):

Trate los árboles de la misma manera, siempre con sus muchas hojas. En el trabajo manual en el pizarrón, y en el trabajo en el asiento, se les ayuda a los niños a dibujar un árbol; vea la página de dibujos.

Lección 3 Dios hizo la luz

Ver
Texto para aprender de memoria:

Hizo Dios dos grandes lumbreras; hizo también las estrellas; Génesis 1.16. Recuérdeles a los niños que a veces Papá y Mamá dicen que la lámpara, o el bombillo, “alumbra”.

 

Mímica:

Hizo Use la señal para hacerDios Señale hacia arriba; dos Muestre dos dedos; grandes Ambas manos delante del pecho, con las puntas de los dedos de cada mano tocándose. Alargue la palabra grandes y al mismo tiempo gire los brazos hacia arriba y hacia afuera; lumbreras Simplemente mire hacia arriba; hizo Use la señal para hacertambién las estrellas Cruce los dedos índice.

 

Idea de la lección:

Dios, el gran Ser que hizo el suelo y que hace la grama, las flores y los árboles, no quiso que fuera oscuro todo el tiempo. Él hizo dos grandes luces o lumbreras, y las puso arriba en los cielos. Él hizo también las estrellas, para ayudar a alumbrar de noche, Génesis 1.16 al 19, Salmo 19.1.

 

La lección — Ejercicio (a):

Comience con al acostumbrado repaso de la lección anterior. “Un día dibujamos una caja, así …” Vuelva a dibujar una. “Pusimos algo en la caja”. Haga los puntos para representar la arena. “¿Qué era?” Entonces, “¿Quién hizo el suelo?”

Borre la caja de arena, y dibuje una línea de suelo y la grama. Pregunte: “¿Qué es esto? ¿Quién lo hizo? ¿Dios hizo todas las hojitas de grama? ¿Cada una? ¡Cuán grande debe ser Dios!” Trate las flores y los árboles de la misma manera.

 

Ejercicio (b):

Converse con la clase acerca de la oscuridad. El propósito suyo será el de hacer que los niños piensen por unos minutos acerca de la oscuridad, para que puedan apreciar la gran importancia de la luz. Para lograr esto, relate unos pequeños cuentos, o sea, invente historias tipo “supongamos …” si es necesario. Estos deben ilustrar las siguientes experiencias que son comunes a la niñez:

>> La oscuridad hace que uno no pueda ver bien.

>> Cuando es oscuro, uno no sabe por dónde ir.

>> La oscuridad hace que uno se tropiece con las cosas.

A veces la oscuridad hace a uno caer y aporrearse. A veces hace que uno tenga miedo, como cuando uno se despierta de noche y no sabe dónde está. Hable de esto. Use un relato diferente para hacer pensar en cada punto, pero no trate de enseñar los puntos como parte de la lección. El propósito de estos puntos es sólo el de llevar la mente de los niños a una cierta comprensión de lo desventajoso que sería para nosotros estar en una oscuridad continua. Si los niños quieren contribuir sus pequeños aportes (“Sí, maestro, yo …”), no los impida. Mientras más puedan enfocar sus pensamientos en el problema de la oscuridad, más grande va a parecerles la bondad, poder y sabiduría de Dios en proveernos el medio de tener luz.

 

Ejercicio (c):

Hecho esto, repita el texto con la mímica. Luego, hable de la bondad de Dios en hacer un sol. Él hace que el sol salga en la mañana. El sol brilla todo el día para que podamos ver para hacer las cosas. Así la gente puede trabajar, puede cultivar la tierra para que comamos, puede hacer los oficios, ganar dinero para que tengamos ropa, etc.

Pero la gente no puede trabajar todo el tiempo, ni los niños pueden jugar todo el tiempo. Se necesita descanso. Así que Dios hace que el sol se ponga detrás de los cerros cuando el día se acaba. Luego viene la noche y dormimos un sueño refrescante; Salmo 127.2. Para la noche, Dios hizo brillar la luna y las estrellas.

Hable también del gran poder de Dios. “¿Alguno de nosotros podría hacer un sol, una luna, o aun una sola estrella? ¡Imagínense también lo fuerte que debe ser Dios, porque Él los sostiene en los cielos para que no se caigan!” Hebreos 1.3.

Además, haga énfasis en la gran sabiduría de Dios. ¡Cuán sabio debe ser Él! Él ha hecho tantos diferentes tipos de cosas y no se ha equivocado ni una sola vez. Todos los árboles, las flores, la grama y tantas cosas que crecen y que necesitamos para tener comida; todas necesitan la luz del sol para poder crecer. Sin la luz ellos morirían. Y sin los árboles y las plantas, no habría comida para nosotros, y nosotros moriríamos. Sin los árboles, no tendríamos madera para hacer las casas; o los muebles, si los niños entienden esto mejor. Los animales morirían también.

 

Trabajo manual:

Dibuje en el pizarrón un sol redondo y amarillo, una luna y unas estrellas, como en la página de los dibujos. Ayude a los niños a copiarlos en sus cuadernos.

Haga juegos individuales de rompecabezas que constan de un sol y una luna; ponga cada juego en un sobre, como hizo con las estrellas en Lección 1. Use estos rompe-cabezas de sol y luna como trabajo para hacer en el asiento, de la misma manera en que lo hizo en esa oportunidad.

Cierre con el texto y la mímica.

***

 

Como Eliseo, procuremos bajarnos al nivel del niño pequeño; 2 Reyes 4.34.

Lección 4 Dios hizo nuestro mundo

Ver
Texto para aprender de memoria:

Jehová Dios, tú hiciste todas estas cosas, Jeremías 14.22

 

Mímica:

Jehová Dios Con las palmas de las manos juntas, como en un gesto de oración, mire hacia arriba;  Señale hacia arriba; hiciste Use la señal para hacertodas estas cosas Pronuncie las palabras lenta e impresionantemente. Al mismo tiempo mueva el brazo de izquierda a derecha para indicar todas.

 

Idea de la lección:

Dios es el gran Ser quien siempre ha sido y siempre será, quien vive más allá de las estrellas. Él nos ve, nos oye y sabe todo lo que hacemos y decimos. Él hizo el suelo, la grama, las flores, los árboles, el sol, la luna y las estrellas.

Él hace la lluvia, la nieve y el hielo, el agua, las nubes, el viento, los truenos y los relámpagos, Salmo 135.6,7, Job 38.22 al 38, Jeremías 10.12,13.

 

La lección — Ejercicio (a):

Comience con un breve repaso de todas las características de nuestro Dios que usted ha venido inculcándoles a los niños en las primeras tres lecciones. Durante todo el repaso use la misma forma de preguntar que ha venido empleando desde el principio, sin cambiar ni una sola palabra.

Si trata de variar las formas de las preguntas que normalmente usa, le va a causar confusión al grupo. Los niños reaccionarán desfavorablemente, aun cuando comprendan las preguntas modificadas. “Él/ella no dijo la pregunta bien”, será la actitud poco fría de más de uno.

 

Ejercicio (b):

“El gran Dios, quien vive en el cielo, más allá de las estrellas, hizo muchas otras cosas también. Y, hay muchas cosas que Él está haciendo todavía. Voy a dibujar una figura en el pizarrón. Vean si pueden decirme de qué se trata. La primera parte será una casa”. Vea la página de dibujos. Una vez que haya dibujado la casa, haga las líneas que representan la lluvia.

“Ahora, ¿quién me puede decir qué es lo que está cayendo sobre la casa?” Aun cuando usted reciba la respuesta correcta, haga esta pregunta varias veces a los niños, sin decirles la respuesta. Esto enfocará la atención de los niños en su dibujo y su nuevo tema. Cuando todos estén atentos, afirme que sí es la lluvia.

Luego, pida a la clase que se ponga de pie para hacer la mímica de lluvia que cae. Usted pregunta: “¿Cómo cae la lluvia? Cae así”. Usted entonces alza ambos brazos y los baja lentamente mientras mueve los dedos ligeramente (para sugerir las gotas de lluvia que caen), hasta que los dedos toquen el suelo. A los niños les encanta hacer esto, y usted puede pedirles que hagan la mímica cuando hable de lluvia. (¡Es un buen alivio para el aburrimiento!)

Una vez terminada esta parte del ejercicio, hágale preguntas a la clase referentes a la lluvia, de la misma forma como hizo con el tema de la arena. Pregunte sobre la lluvia, toda la lluvia, cada gota de lluvia. Agregue a esto la idea del agua en general.

Al hablar del agua, toda el agua, cada gotica de agua, recuérdeles a los niños todas las fuentes o procedencias del agua que ellos pueden conocer. Puede hablarles de agua del grifo, del tanque, del pozo, de la quebrada, los ríos, lagos y mares, según sea el conocimiento del grupo. Por ejemplo, no hable del agua que viene del grifo si los niños viven donde no hay tal cosa. No se moleste hablar del inmenso mar si sus oyentes jamás han visto el mar o un gran lago; el resultado sería una pérdida de tiempo. Cada ilustración que usted use debe estar dentro de los límites de las experiencias de los niños a su cargo.

 

Trabajo manual:

Déles a los niños hojas de papel donde usted ha trazado (en casa, por supuesto) una casa como la que está en el pizarrón, pero sin las gotas de lluvia. Borre el dibujo del pizarrón, dibuje de nuevo la casa, y luego agregue algunas de las gotas inclinadas de lluvia. Ayude a los alumnos a hacer lo mismo en sus hojas. Continúe esto hasta terminar el dibujo suyo y los del grupo.

Repase el texto con la mímica.

 

Ejercicio (c):

El próximo tema deberá ser las nubes y el viento. El dibujo en el pizarrón es parecido al anterior; vea la página de dibujos. Diga: “Aquí tenemos un dibujo que nos habla de otra cosa que Dios hace muchas veces. ¿Qué es lo que está soplando las hojas y haciendo que los árboles se muevan? ¿Y qué son esas cosas arriba en el aire, más arriba de los árboles, que van rodando?” Quizás usted tendrá que explicar que son nubes.

Este tema no se presta al método gota-por-gota de la lección sobre la lluvia. Por lo tanto, estaría bien agregarle a la lección los truenos y relámpagos antes de proseguir. Puede dibujar en rojo varias líneas (meda-llas) que parecen salir de las nubes y que representan relámpago.

“Ciertamente Dios debe ser alguien muy grande, ya que Él ha hecho tantas cosas maravillosas, y sigue haciendo cosas maravillosas todavía. Ningún hombre, ninguna mujer, ningún niño, ninguna niña en todo el mundo puede hacer tales cosas. Sólo Dios las puede hacer. ¿Y dónde vive Él?”

Cuando usted habla de las nubes, descríbales como que ruedan. Al mismo tiempo gire su brazo alrededor para sugerir el movimiento de rodar. Si los niños parecen estar aburridos, permítales que se pongan de pie y hagan esta mímica junto con usted. Para el viento, puede hacer una especie de silbido.

Describa los truenos como un gran ¡bu…um! y los relámpagos como destellando desde los cielos. Acompañe esta última descripción con un movimiento rápido, “tirando” su brazo hacia abajo.

No tenga pena de hacer estos sonidos y gestos descriptivos. A su modo de pensar como adulto, tal vez le parezcan chistosos o ridículos. Pero a la manera de pensar del niño sólo las ideas dramatizadas se hacen reales. Recuerde las verdades expuestas por el Espíritu Santo en 1 Corintios 13.11 y el ejemplo que Él da en 1 Corintios 9.22.

 

Trabajo manual:

Es del mismo tipo que usted usó en los ejercicios anteriores.

Lección 5 Dios hizo los animales

Ver
Texto para aprender de memoria:

Hizo Dios animales de la tierra, Génesis 1.25.

 

Mímica:

Hizo Haga la señal de hacerDios Señale hacia arriba; animales de la tierra Baje ambos brazos hacia el suelo, y luego muévalos lentamente de izquierda a derecha, moviendo las manos a la vez hacia arriba y abajo para representar la marcha de los animales.

 

Idea de la lección:

Dios es el gran Ser quien hizo los peces, las aves y los animales terrestres; Génesis 1.20 al 25, Nehemías 9.6, 1 Reyes 4.33.

 

La lección — Ejercicio (a):

Comience con un repaso de todas las verdades que su clase ha aprendido hasta ahora acerca de Dios, haciendo preguntas como en las lecciones anteriores. “¿Hay un lugar más arriba de las estrellas? ¿Qué es su nombre? ¿Alguien vive ahí? ¿Quién es Él? …”

Luego, diga a la clase que repita varias veces con usted: “Dios es el gran Ser quien vive arriba en los cielos, más allá de las estrellas. ¡Oh, Señor Dios [con la mímica], Tú has hecho todas estas cosas!”

 

Ejercicio (b):

El gran Dios que vive en los cielos, más allá de las estrellas, hizo muchas otras cosas también.

Para esta lección usted tendrá que dibujar varios peces, o traer cuadros, y tantos pájaros y animales cuantos fuera posible. Una posibilidad sería la de recortar etiquetas de los potes o cajas que traen atún, sardinas u otro pescado. Algunas de éstas pegadas a cartulina pueden resultar muy adecuadas. A veces uno consigue material apropiado en periódicos, revistas, libros para colorear y en revistas baratas sobre animales. Recorte y monte sobre cartulina todos los cuadros que usted piensa usar.

Asegúrese de tener sólo criaturas de la misma familia en una sola cartulina, aun cuando pueda colocar varios peces, diversos pájaros o diferentes elefantes, por ejemplo, sobre una misma cartulina. Estos tarjetones serán circulados entre todos los alumnos para darles una impresión de manejo propio o de toque. Una vez pasados de mano en mano, los tarjetones serán colocados a la vista de todos.

Si usted quiere emplear su pizarrón, puede trazar o dibujar su pez, ave o animal. Un dibujo recortado puede servir de patrón si uno desea. No es preciso que los dibujos sean de alta calidad. El escritor ha hecho muchos que los niños encontraron satisfactorios, aun cuando la cabeza era un simple aro, el cuerpo otro círculo más grande, unas pocas líneas para las patas, y así sucesivamente. Véase la página de dibujos.

Para comenzar el ejercicio, vaya al pizarrón y coloque o dibuje su ilustración de los peces. Pregunte qué es. Entonces, haga circular este tarjetón de manera que los chicos lo palpen y lo manejen, además de verlo. Cuando reciba de nuevo este tarjetón, converse un poco sobre los peces. Anime a los alumnos a decirle cualquier cosa que sepan ellos al respecto.

Siga con preguntas sobre las lecciones enseñadas en domingos anteriores. “¿Quién hizo los peces? ¿Él hizo los peces grandes? ¿Y los pequeñitos? ¿Hizo todos los peces? ¿Todos, todos? ¡Díganme, Él debe ser un gran Dios!”

“Algunos peces son muy grandes; ¡son tan largos como de esta pared hasta aquella pared! ¡Piense cuán grandes son esos peces! Ellos viven en el enorme mar. Allí viven también los peces pequeñitos. Hay peces muy chicos en los ríos y lagos también. Hay muchos tipos de peces, de diferentes tamaños y formas; algunos son anchos, otros largos como culebras”.

“Pero ninguna persona en todo el mundo puede hacer un solo pez. El gran Dios quien vive arriba, más allá de las estrellas, es el único que puede hacerlos. Él los hizo todos. ¡Oh cuán grande es Él!” Repita la mímica: “¡Oh, Señor Dios, Tú has hecho estas cosas!”

 

Ejercicio (c):

Los pájaros siguen ahora. Trate este tema exactamente como hizo con los peces. Mejor será la clase mientras más ilustraciones tenga usted de las aves que son conocidas a los niños de su grupo. Evite el uso de cuadros sobre pájaros de otras partes que no se relacionan con los conocimientos de los chicos a su cargo. Converse con el grupo acerca de esta obra de Dios, y termine siempre con la grandeza de aquel que la hizo.

Repita la mímica: “¡Oh, Señor Dios, Tú has hecho todas estas cosas!”

 

Trabajo manual

Reparta ahora las hojas que usted ha preparado en casa, cada una con la silueta de por lo menos un pez y un pájaro. Deje que los niños los coloreen a su gusto. Para nuestros fines, ¡los peces morados y verdes son tan buenos como los rojos y los blancos!

Si usted desea, reparta más bien plastilina (plasticina) y unos palillos (limpiadientes), y deje que sus alumnos formen peces y pájaros. Mejor aun, puede tomar el tiempo necesario para dos proyectos el domingo próximo, empleando tanto la plastilina como los creyones o marcadores. Véase la página de dibujos.

 

Ejercicio (d):

Hemos llegado al tema de los animales. Trátelos animal por animal al estilo de los peces y los pájaros.

No agrupe los animales como hizo con los pájaros. Vaca es vaca, perrito es perrito y mono es mono. Para los pequeñitos, todas las aves son más o menos una misma cosa, pero hay una distinción clara entre un gato y un chivo, por ejemplo, ya que los animales son más grandes.

Puede que usted no consiga todas las ilustraciones que necesita. En este caso, puede sustituir con relatos comunes y corrientes. Estas anécdotas no serán tan eficaces como los tarjetones, ya que un relato hablado no se puede tocar ni ver. Pero vamos a suponer que usted consiga cuadros para seis animales. Si es así, proceda de esta manera:

Circule el cuadro del perro, por ejemplo. Formule preguntas a la clase acerca de quién hizo los perros, tal como hizo respecto a los pájaros y peces, y concluya su investigación de la misma manera. Hecho esto, concentre la atención en otro animal, como sería el cochino. Si no tiene un tarjetón para el cochino, cuente un relato de una familia de cochinitos: cómo vivían con su mamá, bebían la leche que el muchacho traía, y por fin fueron vendidos en el mercado, vamos a decir. Explique como fueron llevados en un coche o camión, y así por el estilo.

Es poca cosa este relato, ¿pero qué importa? Lo único que quisimos hacer fue concentrar los pensamientos de los pequeños sobre el tema de los cochinos. Si logramos esto, podemos preguntar como antes: “¿Quién hace los cochinos … ?” y así llegar a la conclusión suprema.

Siga así con otro animal para el cual usted cuenta con un tarjetón, y formule las preguntas de rigor cada vez que cada alumno haya tomado uno en sus manos. Variado así el enfoque, debe ser posible mantener el interés de todos. Sin embargo, si observa señales de fatiga, mejor será que deje algunos animales para la próxima reunión, y que su grupo se ocupe de un trabajo manual.

 

Trabajo manual:

Surta a cada alumno una copia del dibujo de los animales sobre los cuales usted va a hablar, o por lo menos de aquellos que pueda distribuir. Reparta las copias con creyones para que los niños coloreen.

Otra actividad sería la de moldear con plastilina. Ayude a los niños en esto, y despreocúpese de lo correcto de la obra. Si un niño dice que ha hecho un caballo, entonces es un caballo que tiene en la mano, aun cuando parezca un pastel de barro. Sólo un punto requiere cautela: Señale que si bien los alumnos han formado animales, no son animales verdaderos. Los animales de verdad viven; caminan y hacen ruidos, etc. Nuestros animales no son así, y sólo el gran Dios que vive en los cielos, más allá de las estrellas, puede hacer cosas vivas.

No se olvide de cerrar cada sesión con el texto para aprender de memoria y con la mímica.

Lección 6 Dios hizo al hombre

Ver
Texto para aprender de memoria:

Dios formó al hombre del polvo de la tierra, Génesis 2.7

 

Mímica:

Dios Señale hacia arriba; formó Haga la señal para haceral hombre Con la mano izquierda señale hacia abajo; abra dos dedos (para representar las piernas) y cierre los demás en el puño. Agarre la muñeca con la mano derecha (que representa la cabeza, mientras que la parte trasera de la mano izquierda representa el cuerpo); del polvo de la tierra Deslice los dedos de las dos manos sobre la tierra mientras habla estas palabras.

 

Idea de la lección:

Dios es el gran Ser quien vive en los cielos, más allá de las estrellas, e hizo al hombre, Génesis 1.26 al 29, Job 10.8 al 12.

 

La lección:

Comience con preguntas breves al estilo siguiente: “¿Quién hizo todos los peces que viven en el mar? ¿Hizo Dios los peces grandes? ¿Y los pequeños también? ¿Dónde vive Él? ¿Quien hizo los pájaros? ¿Él puede verme a mí? Y cuando está oscuro— muy, muy oscuro, negro y oscuro— ¿me puede ver aun así? ¿Quién formó los tigres? los elefantes? los peces? Si Dios formó, o hizo, los peces, los pájaros y los animales, ¿quién hizo la gente?” Observe la importancia de aclarar que formar y hacer tienen el mismo sentido en esta lección.

Sí, el gran Dios que vive en los cielos, más allá de las estrellas, y quien hizo los peces, las aves y los animales, Él formó la gente también. Esto sucedió hace mucho, mucho tiempo. Dios había hecho el suelo, el agua, las flores, los árboles, los peces, los pájaros y los animales. Hacían falta todavía las personas que podían vivir en este gran mundo. Hasta ese momento no había ni un solo hombre, ni mujer, ni muchacho, ni muchachita quien viviera aquí. Dios deseaba ver algunas criaturas vivas en el mundo, a quienes Él amara y quienes le amaran a él a la vez.

Ante todo, Dios hizo un jardín hermoso. Este jardín se llamaba el Edén. (Descríbalo tan extensamente como usted quiera).

Cuando el jardín estaba listo de un todo, Él deseaba que un hombre lo ocupara y lo cuidara. No mencione todavía el nombre del señor quien iba a vivir allí. Un día Él tomó un poco de polvo de la tierra y de él formó una cosa espléndida que parecía a un hombre. Tenía una cabeza con ojos, oídos, nariz, boca y cabello, como tiene un hombre.

Pero la cosa que Dios había hecho no podía ver, oir, hablar, caminar, ni mover sus brazos ni hacer nada. Pero si usted lo hubiera visto, hubiera dicho que era un hombre. En realidad era solamente una especie de casa. Era una casa-cuerpo, como el cuerpo suyo y el mío, pero por dentro no vivía un verdadero hombre. Estaba vació ese cuerpo, y por esto no podía ver, oír, hablar o hacer nada. En las lecciones futuras vamos a hablar más sobre la casa-cuerpo y sus habitantes.

E hizo Dios una cosa maravillosa. Él sopló en la nariz del hombre. El soplo entró adentro, y de repente la casa-cuerpo empezó a moverse, a ver y oir. Ya no era una casa vacía, porque por su soplo Dios hizo a un hombre verdadero, un alma. Vivió. Dios había hecho a una persona, un ser humano.

Este hombre nuevo, formado por Dios, veía, escuchaba, conversaba, caminaba. Él podía hacer todas las cosas que nosotros hacemos. El nombre que Dios le dio al hombre fue Adán. Dios le amaba y él amaba a Dios. Dios puso a Papá Adán en el jardín para cuidarlo. Su hermoso jardín se llamaba el Edén.

Bien. Siga con el relato, contando nombres de animales y llegando luego a Mamá Eva. Pero no prosiga más allá del capítulo 2 del Génesis. Estamos intentando tan sólo formar las ideas de los chiquitos en cuanto a Dios. Cuadros dibujados no hacen falta.

 

Trabajo manual:

Por cuanto esta lección es más que todo una de relato, es posible que usted no encuentre tiempo para un trabajo manual. Si es así, se puede esperar hasta el domingo siguiente, pero si hay tiempo para una actividad, verá que es de valor.

Reparta la plastilina y unos palillos, y ayude a los alumnos a formar un hombre y una mujer. Véase la página de dibujos. Una vez terminado este trabajo, mande a los alumnos a soplar sobre sus modelos, a ver si pueden hacer que vivan. Cuando estos esfuerzos han fracasado, intente usted también. Sople tan duro que pueda, de manera que su fracaso quede evidente.

Pregunte al grupo por qué nadie pudo impartir vida a las figuras de plastilina. Explique que tan sólo Dios puede hacer que las cosas vivan, y enfatice de nuevo la grandeza suya. Él puede formar los peces, las aves, los animales y las personas; pero, más que todo, Él puede hacer que viva.

En su segunda lección, relate lo menos posible de la historia para comenzar. Hágales preguntas a los niños para que ellos expresen lo que oyeron. Luego, cuente el relato. Repita los experimentos con el soplo de cada cual, y proceda a las observaciones importantes respecto a la obra y la grandeza de Dios.

Para esta segunda clase, puede trazar un hombre y una mujer. Añada, si quiere, flores y árboles, y pida que los alumnos coloreen las figuras.

Lección 7 Dios es tres personas

Ver
Texto para aprender de memoria:

El Señor nuestro Dios, el Señor uno es, Marcos 12.29.

 

Mímica:

El Señor Señale hacia arriba; nuestro Dios Señálese a sí mismo; el Señor Señale hacia arriba; uno es Levante un solo dedo.

 

Idea de la lección:

Dios es tres personas pero un solo Dios; Marcos 12.29, 1 Timoteo 2.5, Mateo 28.19.

 

La lección — Ejercicio (a):

¿Quién me puede decir quién vive en los cielos, más arriba de las estrellas? Bien, y Dios no es sólo una persona como todos nosotros somos. ¿Cuántas personas en Juana? y Elio? Ella es una sola niñita, ¿no es verdad? Tampoco hay dos Elio; él es uno solo, y cada uno de nosotros es una sola persona. Yo no soy tres, ni eres tú”. Repita estos comentarios de acuerdo sean los alumnos pocos o muchos, y no se olvide de formular sus preguntas a los que menos atención estén prestando.

Continúe. Pero con el gran Dios quien hizo todas las cosas, quien nos ve y nos conoce, es muy diferente. Él no es uno solo como somos nosotros. Dios es tres personas, pero Él es un solo Dios. Explicado esto, prosiga al ejercicio siguiente.

 

Ejercicio (b):

Dibuje en el pizarrón una hoja de tres pétalos; véase la página de dibujos. Coloréelo verde y el tallo marrón. Luego relate esta historia:

Un hombre que la gente llama San Patricio salió un día a caminar con otro señor. Patricio contaba al otro acerca de Dios, y le dijo que hay tres personas pero un solo Dios. El otro se rió de Patricio, y le dijo que eso no sería posible. Agachándose, San Patricio quitó de una mata una hoja como la que vemos en el pizarrón. “¿Y de cuántas partes es la hoja?” “Tres”, respondió el compañero. “¿Pero cuántas hojas tengo yo en la mano?” “Una”, respondió el señor. Y así es; las tres partes hacen un conjunto. San Patricio explicó que así es con Dios.

 

Ejercicio (c):

Su asistente distribuye plastilina, y cada participante hace tres rollitos con una puntita fina en cada uno, como se ve en la página de dibujos. Usted hace tres más grandes. Una vez ayudados los pequeños, usted y su asistente ubican los tres rollitos de cada niño en la misma posición que los tres pétalos de la hoja, uniendo las puntas finas. Hecho esto, oprima la plastilina para que quede plana, formando así el modelo de la hoja. Pueden añadir un pequeño tallo.

Comente a sus alumnos que ellos han formado algo que consta de tres partes pero es un solo objeto. Sin abundar sobre la comparación, explique a la clase que Dios el Padre, el Hijo de Dios (Tenga cuidado en no emplear otro título sino Hijo de Dios, para evitar confusión) y el Espíritu Santo moran, o viven, arriba en los cielos y que éstos son el único y solo Dios — un Dios grande que vive arriba, más allá de las estrellas.

No intente más explicación. Limítese a enseñar el hecho. Sus niños no podrán esperar que lo van a comprender, ya que es un misterio divino y está mucho más allá del entendimiento de una inteligencia manchada por el pecado. Sin embargo, podemos mostrar que Dios es tres y tres son Dios.

Termine la clase con el texto de memoria y la mímica.

 

Ejercicio (d):

Si usted terminó la lección el domingo pasado con Ejercicio (c), comience hoy con un repaso del (a) y el (b).

Pida a tres de sus alumnos que se paren frente a la clase, y que el que esté en medio una sus manos con el de cada lado. Demuestre al grupo que hay tres niños, pero que los tres están unidos mano en mano. Toque al primero y diga: “Esta es una persona”. Toque al segundo y al tercero, repitiendo estas palabras. Luego, “Vamos a contar, a ver cuántos son”. La clase cuenta en voz alta, sin estorbar las otras clases: “Uno, dos, tres;” tres personas, un solo grupito. Haga esto varias veces, y pregunte luego: “¿Por qué son un solo grupito?” Señale que están unidos, mano en mano, y que son tres personas diferentes pero la unión de manos les hace un conjunto.

Ahora, pida que todos señalen como antes —a veces con una mano y a veces con la otra— y repitan varias veces juntos: “Una persona, dos personas, tres personas, pero un solo grupo porque están unidos”.

Realizado este paso, señale hacia arriba y pronuncie de una manera impresionante: “Dios el Padre es una persona. El Hijo de Dios es una persona también. El Espíritu Santo es una persona. Así, Dios es tres personas, pero Él es un solo Dios porque los tres están unidos”. Procure en cada instancia emplear las expresiones tal cual como figuran arriba.

Permita que los tres alumnos tomen sus asientos, y repita con sus alumnos el texto para aprender de memoria con la mímica respectiva.

Ahora otros tres, para repetir el ejercicio. Mantenga un buen flujo de actividades; no incluya el primer párrafo de este ejercicio. Los conteos pueden ser reducidos a uno cada uno con la mano derecha y la izquierda.

Si la clase no se inquieta demasiado, bien puede continuar con el ejercicio hasta haber abarcado a todos los participantes, aun si esto requiere dos sesiones. Si resulta ser demasiado, proceda con el (e) abajo.

 

Ejercicio (e):

Presente ante el grupo tres muñecas pequeñas, bien amarradas por una tira en derredor del cinturón. Deje que los niños las admiren y las pasen de mano en mano. Mientras lo hagan, enfatice al grupo que las muñecas son tres, pero son como una por cuanto están amarradas por una misma tira. No diga que están conectadas.

Una vez devueltas las muñecas, invite a una niña a recoger una por el cuerpo.       “Vean ustedes, ella levantó una sola pero subieron las tres. ¿Por qué?”

“¡Sí! Digámoslo todos juntos: Las muñecas están amarradas la una a la otra”.

Otro alumno hará lo mismo, tomando una sola muñeca por el brazo, y otro tomará una sola pierna, y otra una cabeza. Cada vez que se mueven las tres, pregunte por qué tres en vez de una sola, y espere la respuesta.

Ahora, otra pregunta: “¿Cómo es posible que Dios el Padre, el Hijo de Dios y el Espíritu Santo sean un solo Dios?”

“Porque están unidos”.

Como en el caso del Ejercicio (d), pero según el criterio suyo, esta lección puede ser continuada hasta que cada niño haya tenido la oportunidad de tomar una muñeca en su mano.

 

Ejercicio (f):

Dibuje en el pizarrón una hoja grande en forma de trébol. Queremos que por el resto de sus vidas los alumnos asocien esta forma con la Trinidad divina. La asociación de ideas es un factor importante en eso que llamamos “acordarse”. Escriba los tres nombres divinos en los tres pétalos del trébol, como en la página de dibujos, y léalos a la clase.

A medida que va señalando los nombres divinos, pida que los participantes señalen con el dedo, repitiendo con usted: “Este trébol nos recuerda de Dios el Padre, el Hijo de Dios y el Espíritu Santo. Son tres personas pero un solo Dios, unidos entre sí”. Repítalo juntos varias veces; luego, señale una y otra hoja, preguntando a quién representa. Siga en este plan hasta que crea que la mayoría de los niños haya captado el mensaje.

¡Hágalo bien! ¡Tenga presente que es de por vida, y su mensaje será recordado en la eternidad!

“¿Ahora, quién vendrá aquí adelante para señalarme cuál parte del trébol nos recuerda de Dios el Padre?”

Supongamos que responda un varón. Mientras él señale una parte determinada del trébol, pregunte a la clase si él está en lo cierto. Si lo es, exprese su aprobación, y si no, pida que otro alumno indique el pétalo correcto. Al preguntar al grupo su opinión cada vez, usted crea actividad y por ende interés. La instrucción mutua entre los alumnos es más eficaz que una explicación suya.

Continúe con el proceso, preguntando por una persona de la deidad y luego por otra, hasta que todos los niños hayan acudido al pizarrón para indicar su respuesta. Repita el texto de memoria, realizando siempre la mímica correspondiente.

 

Trabajo manual:

Diseñe en cartón un trébol pequeño y úselo como guía para trazar uno para cada participante, también en cartón. Escriba los nombres de la Trinidad al igual que hizo sobre el pizarrón en Ejercicio (f). Recorte los pétalos y permita que los alumnos los coloreen. A medida que los pequeñitos estén coloreando, vea si uno y otro pueden señalar correctamente los nombres divinos. Mande este trabajo a casa con cada niño para que cuente con su lección ilustrada.

Lección 8 El Padre ama al Hijo

Ver
Texto para aprender de memoria:

El Padre ama al Hijo, Juan 5.20.

 

Mímica:

El Padre Señale hacia arriba; ama al Hijo Doble sus brazos como si estuviera abrazando a un niño; mire hacia abajo como si le contemplara.

 

Idea de la lección:

El propósito de esta lección es de formar una impresión del Hijo de Dios en los cielos. Más adelante construiremos sobre esta base cuando comenzamos a enseñar acerca de él como el prometido, quien al venir pondrá de manifiesto que es el Hijo de Dios sobre la tierra, el Señor Jesucristo.

Sea cuidadoso en la manera como se refiere a Jesucristo como el Hijo. No deje que algún alumno piense de él como un niñito hoy por hoy. Es el Hijo pero no es niño.

 

La lección — Ejercicio (a):

Dibuje en el pizarrón la hoja que usó en Lección 7, Ejercicio (f), y haga referencia a lo que se aprendió de ella.

Hable ahora de que el Hijo de Dios vive en los cielos con Dios el Padre y con el Espíritu Santo. Él no es niño, y tampoco es el hijo de un papá y una mamá aquí. Es el Hijo de Dios.

Hable de los tres pétalos de una misma hoja y recalque la idea de Hijo, Padre, Espíritu como tres en uno y uno en tres. Sea breve; no es de suponer que las mentes pequeñas van a comprender esta verdad tan profunda y sublime, ¡ya que ni los creyentes más maduros lo pueden explicar!

 

Ejercicio (b):

El Hijo de Dios es diferente a otros hijos porque Él siempre era. Él nunca comenzó a ser. Además, Él va a ser para siempre y siempre, Juan 1.1,2 y Apocalipsis 1.8.

“Fulano no es un hijo así. No podemos decir que él era siempre. Fulanito comenzó al nacer como un nene chiquitico. ¡Por esto él tiene cada año un día que llamamos su cumpleaños! El cumpleaños es el día cada año que marca un año más desde cuando uno nace. Por ejemplo, si un bebé nace hoy, el día X del mes tal, este día de este mes será cada año su cumpleaños”.

“¿Cuántos de ustedes tienen un cumpleaños? ¡Claro! Es que todos tenemos, aun los que están aquí pero no se acuerdan de la fecha”. Hable a cada uno acerca de su cumpleaños. Explique que “cumpleaños” tiene que ver con cuando uno haya nacido. Diga a cada cual que él o ella no existía antes de nacer. “No había Fulanito. Él comenzó a existir cuando nació”.

Y, termine con: “Pero el Hijo de Dios nunca celebró su cumpleaños en los cielos porque Él siempre era”.

 

Trabajo manual:

Dibuje en un rincón del pizarrón una casa como aquella que figura en la página de dibujos, y ayude que cada niño dibuje una en papel. Hecho esto, vaya al pizarrón y señale la casa. Diga: “Vamos a suponer que ésta fue la casa donde vivían mi mamá y papá”. Luego, coloree con tiza o marcador más arriba de la casa (para representar los cielos) y haga una línea estilo resorte, diciendo a la vez: “Un día Dios envió un bebé a mi mamá”. Al hablar de un bebé, haga que su línea llegue a la punta de la casa.

Siga. “Yo no tenía nombre porque yo era nuevecita, nuevecita. Eso fue el día que yo empecé a ser. Pero el Hijo de Dios nunca empezó a ser. Él siempre era”.    Pregunte a toda la clase por qué Él nunca empezó a ser. (Probablemente se encontrará cambiando entre “comenzar” y “empezar a ser”. Mejor sería usar una sola expresión, pero si no, tenga cuidado de explicar que es lo mismo. Es nacer). Enseñe la respuesta: “Él era siempre”.

Invite a uno de sus alumnos a venir al pizarrón con su dibujo en la mano. Coloque su dibujo al lado de aquel que usted hizo. Señale la casa dibujada por la niña, y repita con referencia a ella lo que acaba de decir de sí mismo. “Esta casa representa la casa donde vivió la mamá de María …”, y así por el estilo, llegando a la afirmación final acerca del Hijo de Dios.

Si el grupo es grande, usted podrá atender a dos niños a la vez, con sus dibujos, pero uno por uno. Borre el dibujo que usted hizo. Pida que su ayudante coloque dos dibujos sobre el pizarrón, lado a lado, y siga el procedimiento indicado arriba, pero usando dos nombres en vez de uno.

 

Para concluir:

1. Afirme lo que ha enseñado acerca del Hijo, Padre y Espíritu, y la idea de no haber tenido un principio (no haber nacido en los cielos).

2. Comunique los hechos presentados en Proverbios 8.23 al 31.

3. Enfatice el texto para aprender de memoria.

Lección 9 El Hijo de Dios

Ver
Texto para aprender de memoria:

Todas las cosas por él fueron hechas, Juan 1.3

 

Mímica:

Todas las cosas Moviendo los dedos ligeramente, haga un movimiento ancho con el brazo; por él Señale hacia arriba, y después de una pausa, agregue: “El Hijo de Dios;” fueron hechas Haga la señal hacer utilizada en Lección 2.

 

Idea de la lección:

Acerca del Hijo de Dios. El Hijo de Dios en los cielos hizo todas las cosas. Dios el Padre le mandó a hacer esta obra, Efesios 3.9, Colosenses 1.15 al 17, Hebreos 1.8 al 12. Esta lección terminará por ahora nuestro estudio respecto al Hijo de Dios. Hemos venido tratando de formar una impresión de él como moraba en el cielo; la próxima vez que le presentemos se encontrará en la tierra como el niño en Belén.

 

La lección — Ejercicio (a):

El Hijo de Dios fue el obrero que trabajó de buena gana para Dios el Padre. Haga recordar la conclusión de Lección 8, y recuérdeles a los niños de la ilustración que usted dio de la casa.

El Hijo de Dios es diferente a los demás hijos por otras razones también. Él es diferente porque “todas las cosas por él fueron hechas”. Repita el texto para aprender de memoria y la mímica.

Ahora platique con los pequeñitos acerca de las cosas que uno hace para su mamá. Averigüe si ellos tienen pequeños deberes en la casa para ayudar a sus padres. Sea atento a todo lo que ellos dicen y esté preparado para sugerir unas pocas tareas acaso sea necesario.

Converse sobre estos deberes y lleve los niños a la conclusión que hay veces cuando ellos no quieren recoger sus juguetes y otros enseres, o que se les lave la cara, cuidar al nene en la casa, acostarse de noche, etc. Establezca claramente que muchas veces ellos colaboran con sus padres sólo porque están obligados a esto. Ellos no están realmente dispuestos.

Además hay muchas veces cuando Mamá habla pero sus hijos no hacen lo que ella manda. Emplee preguntas o relate un incidente de la vida real para que sus afirmaciones sean concretas en vez de abstractas.

Relate como contraste el caso del Hijo de Dios en los cielos. Tan pronto como habló Dios el Padre, el Hijo hizo lo que su Padre había dicho; Génesis 1.3, Salmo 148.5, 33.9. Y, El trabajó de buena gana, Salmo 40.8, Juan 8.29.

 

Ejercicio (b):

Algunas de las cosas que el Hijo de Dios hizo para Dios Padre.

Cuando Dios Padre quiso hacer este gran mundo, el sol, la luna y las estrellas, Él solamente tuvo que hablar las palabras necesarias. El simplemente dijo: “Hágase el mundo. Hágase el sol. Háganse la luna y las estrellas”. Entonces el Hijo de Dios los hizo, y El hizo todas las cosas como Dios Padre quería.

Vamos a pensar en algunas de las cosas que Él hizo. Dibuje en el pizarrón, a medida que las vaya necesitando, algunas de las figuras que usted usó en Lecciones 2 a 6. Luego, proceda de la siguiente manera con cada una de ellas:

>> ¿Qué representa esta figura? Sí, es grama.

>> ¿Tú puedes hacer grama? Pregunte a cada uno.

>> ¿Y tu papá puede hacer grama? Pregúnteles a varios niños.

>> ¿Hay alguno en el mundo que puede hacer grama?

Entonces, ¿quién puede hacer la grama? Sí, tan pronto como Dios Padre dijo: “Hágase la grama”, el Hijo de Dios la hizo. Por eso decimos que Dios hizo la grama. El Hijo de Dios la hizo para Dios Padre. Repita el texto y la mímica.

Trate de esta manera varias de las cosas creadas.

 

Ejercicio (c):

Repetición del texto en asociación con cosas creadas:

Explique que usted va a hacer unas preguntas a las cuales ellos tienen que dar la respuesta cada vez. La respuesta será: “Todas las cosas fueron hechas por el Hijo de Dios”.

Luego señale a una de sus figuras en el pizarrón —digamos un árbol— y pregunte: “Cuando Dios Padre habló y dijo, «Hagamos los árboles,» ¿quién fue el que se los hizo?” Continúe de este modo con todas sus figuras en el pizarrón. La mímica puede ser omitida.

Un ejemplo del ejercicio Yo veo algo :

Aparte la mirada de la clase y diga lentamente y de modo impresionante: “Yo veo muchas cosas vivientes. Estaban en el mundo de Dios cuando era nuevo.

Primeramente, veo dos animales grandes. Cada uno tiene una cabeza grande y cuatro patas grandes. Tienen colmillos grandes y largos, y sus narices muy largas llegan hasta el suelo. Ellos pueden recoger cosas del suelo con la punta de su nariz. El Hijo de Dios los hizo para Dios Padre. ¿Quién puede decir qué son?”

Si nadie puede adivinar, ayude a los niñitos, diciendo que su nombre empieza con “E” … “Ele …” “Elefantes”.

Nuevamente: “Veo unas cositas negras. El Hijo de Dios hizo las primeras cuando el mundo era nuevo. Tiene muchas paticas y tejen telas finas para atrapar las moscas. ¿Qué son?” Arañas.

Este es un ejercicio divertido. Usted puede describir una variedad de criaturas de este modo.

Un animal que tiene cuatro patas, que puede correr y ladrar y le gusta jugar con los niños. El Hijo de Dios lo hizo para Dios, su Padre. Es el perro. Se podría describir un gato, un cochino, un caballo, una vaca, una oveja, un gusano, un ratón, un pato, así como muchos animales conocidos. Cada ejemplo le permite repetir una vez más el hecho de que el Hijo de Dios los hizo para Dios, su Padre.

 

Ejercicio (d) — Trabajo para hacer en el asiento:

Dele a cada alumno una hoja de papel en la cual usted ha trazado cuatro líneas de guía. Estas líneas deberían usarse para escribir el texto. Trace cuatro líneas similares en el pizarrón, y luego escriba el texto entre las mismas. Escriba las letras una por una y ayude a los niños a copiar el escrito en sus hojas:

—————————————-

TODAS LAS COSAS POR EL

—————————————-

—————————————

FUERON HECHAS

—————————————

Para finalizar, en vez de usar la mímica con el texto, haga que los niños señalen cada palabra en sus hojas mientras repitan el texto, y así los “leen”.

Lección 10 El pecado entró en el mundo

Ver
Texto para aprender de memoria:

Todos sus días son dolores, Eclesiastés 2.23.

 

Mímica:

Todos Un movimiento de la mano; sus Muestre el letrero hombre que se utilizó en Lección 6; días Señale hacia el este; luego mueva el brazo para señalar al oeste, sugiriendo así el movimiento diario del sol; son dolores Incline la cabeza y esconda su rostro en las manos, como si estuviera llorando.

 

Idea de la lección:

Después que el Hijo de Dios hizo el gran mundo para Dios el Padre, el mundo se cambió en un lugar de dolor y tristeza. (Usaremos los hechos de la actualidad, y no de la historia del Edén).

En esta lección vamos a llamar la atención de los niños sobre la clase de mundo en que ellos viven. El propósito de la lección es el de presentar una introducción al tema general de la Palabra de Dios y lo que Él nos dice en ella, haciendo un pequeño estudio del triste estado en que se encuentra el mundo como el niño lo conoce.

Como queremos limitarnos a hablar de estos asuntos tal como los conocen nuestros alumnos, debemos desarrollar poco a poco su comprensión de los hechos referentes al pecado y sus consecuencias, haciendo uso de conceptos que los alumnos ya tienen.

La tragedia del pecado y las tristezas que él ha traído se pueden ilustrar por medio de experiencias en la vida de un niño. Los niños lloran y las madres lloran. Los niños se aporrean y las madres tienen dolores. También se enferman, y algunos mueren. Estas son experiencias conocidas que podemos aprovechar con facilidad.

Sin embargo, haríamos bien en recordar que a veces las tristezas no les pesan mucho a los niños. Para la mayoría de ellos el mundo es un lugar muy maravilloso. Ellos no piensan en tristezas y problemas, y mucho menos los esperan. Las perturbaciones emocionales a menudo son olvidadas tan pronto que pasa la tormenta.

Pasarán muchos años antes que la experiencia les haya enseñado que las tristezas, desilusiones y dolor son inevitables y pueden venir en cualquier momento. Pero no debemos suponer que los niños ya deben saber estas cosas. La actitud del niño ante todos los acontecimientos desagradables es asombro que semejantes cosas sucedan.

 

La lección:

Para hacer que los alumnos se den cuenta de que los problemas se presentan tanto a los pequeños como a los grandes, primero haremos unas preguntas y luego contaremos algunas historias.

¿Alguna vez han oído llorar a un nene? ¿Lloran muchas veces los nenes? ¿Por qué lloran? ¿Por qué no se ríen todo el tiempo? Las respuestas que sus alumnos dan no tienen mayor importancia. Las preguntas se hacen sólo para que ellos se pongan a pensar en las tristezas de la vida.

¿Los niñitos lloran alguna vez? ¿Y tú lloras a veces? ¿Por qué lloras? Trate de obtener todas las razones que puede. Haga preguntas similares en cuanto a las madres.

Si los niños han hablado de lágrimas debido a una enfermedad, un accidente o la muerte, pregunte por qué la gente se enferma, se lastima o se muere. ¿Por qué todo el mundo no puede estar contento todo el tiempo? No dé explicación alguna, ya que esperamos permitir que Dios nos hable en Lección 12 desde su Gran Carta, la Biblia, para decirnos las razones de estas cosas. Limítese a comentarios en cuanto a lo extraño de esta situación.

 

Las historias:

Si no sabe alguna historia, usted puede inventar algunas historias tipo “supongamos …” a medida que la clase va progresando. Es casi imposible imaginarse un simple problema que no le haya sucedido a algún niño, alguna persona, en algún lugar en alguna ocasión.

Describa la tristeza de:

>> Un niñito perdido en las calles de la ciudad.

>> Una niñita que tiene hambre porque su papá no tiene empleo.

>> Un niñito con un brazo fracturado que le duele.

>> Un niño angustiado por la muerte de su perrito.

>> Una niña que está inconsolable porque se le rompió su muñeca.

Si hace una lista de hechos concretos de semejantes momentos de tristeza, encontrará que le será de mucho provecho en esta lección. Casi todo el tiempo de la clase se ocupará en conversar sobre estos acontecimientos. De esta manera usted dejará a sus alumnos entender que el mundo debe ser un lugar de muchas tristezas.

Cuando la sesión esté llegando a su fin, pregúnteles una vez más a varios niños si ellos saben por qué debe ser así. Entonces diga: “Ninguno de nosotros parece saber por qué tiene que haber tanta tristeza en el mundo. ¿Hay alguno que sí sabe por qué? Sí, Dios sabe por qué. ¿Verdad que sería bueno si Dios nos hablara y nos dijera la razón? ¡Pero sí nos ha dicho por qué! y pronto esperamos aprender cómo Dios nos ha hablado a nosotros aquí en la tierra.

 

Trabajo manual:

En casa usted puede hacer calcos de papel carbón, copiados del periódico, de las caras de diferentes personas. Prepare tantos como pueda.

Los varones deben tener un dibujo de la cara de un niño y de un hombre, y las hembras, de una niña y una mujer. Haga dibujos similares en el pizarrón; entonces, mientras va explicando por qué cada uno está llorando, dibuje unos puntos debajo de sus ojos, para representar lágrimas que caen. Luego la clase copiará lágrimas en sus dibujos.

 

Nota: No hará falta que esta lección se repita. Una sola presentación completa será suficiente.

Lección 11 Dios hablaba directamente

Ver
Texto para aprender de memoria:

Oyeron la voz de Jehová Dios, Génesis 3.8.

 

Mímica:

Oyeron Forme con la mano una bocina detrás de la oreja; la voz Coloque los dedos sobre la garganta; de Jehová Dios Señale hacia arriba.

 

Idea de la lección:

Hace mucho tiempo, Dios hablaba a la gente del mundo con su propia voz.

 

La lección — Ejercicio (a):

Pregunte: “¿Dónde vive Dios?” Todos señalan hacia arriba y dicen: “Arriba en el cielo, más allá de las estrellas”. “¿Quién es Dios?” “Él es Dios Padre, el Hijo de Dios y el Espíritu Santo”. Dios es tres Personas, pero un solo Dios, porque están unidas.

Hoy vamos a hablar de cómo Dios habla a nosotros que estamos en el mundo. Repase las conversaciones de Lección 10 sobre la tristeza, y repita la necesidad que tenemos de que Dios nos diga las razones de estas tristezas.

 

Ejercicio (b):

Pregunte, “¿Cómo hablan las personas? ¿Cómo lo hacen?” Podrá recibir respuestas tales como “con sus bocas / gargantas / lenguas”. Permita que los niñitos, uno por uno, coloquen sus dedos sobre su laringe mientras usted repite el texto para aprender de memoria. Ellos sentirán las vibraciones en su garganta al mismo tiempo que usted pronuncia las palabras. Explíqueles que usted estaba hablando con su voz, y que eso era lo que producía esa “tembladera” en su garganta.

Hecho esto, haga que los niños coloquen sus dedos sobre sus propias laringes. Tendrá que asegurarse de que en efecto tienen sus deditos sobre la garganta y no sobre la ropa, ni apenas tocando la piel de su garganta. Ellos deberán sentir las vibraciones si el ejercicio de la voz les va a quedar grabado.

Entonces, todos juntos, digan: “¿Cómo hablan las personas? Hablan con sus voces”. Repita el experimento hasta que usted quede satisfecho que todos han captado la idea de los sonidos del habla se producen con la voz.

Termine el ejercicio con una prueba que deberán efectuarse varios alumnos: “¿Cómo hablan las personas? Hablan con su voz”.

 

Ejercicio (c):

Ahora explique que Dios también tiene una voz, y que antes Él hablaba a las personas del mundo con su voz. Esto hace mucho tiempo. Relate las cuatro historias siguientes para ilustrar esta verdad:

>> La voz de Dios puede ser una voz muy fuerte, que suena como una gran trompeta; Éxodo 19.16, 20.1,18,19, Deuteronomio 18.16.

>> También puede ser una voz suave y baja; 1 Reyes 19.1 al 18.

>> El antes hablaba con Papá Adán y Mamá Eva; Génesis 3.1 al 19.

>> El llamaba también al pequeño Samuel; 1 Samuel 3.14.

Relate las historias con los detalles que sean necesarios. Ellos son para ilustrar una verdad, así que no habrá necesidad de esperar hasta que les queden grabados estos relatos, aunque las historias le permitirán usar la lección por lo menos dos veces.

Lección 12 Dios hablaba por ángeles y profetas

Ver
Texto para aprender de memoria:

Habló Dios todas estas palabras, Éxodo 20.1.

 

Mímica:

Habló Toque los labios; Dios Señale hacia arriba; todas estas palabras Los niños señalan a su Biblia, abierta y sostenida en alto.

 

Idea de la lección:

Dios habló hace mucho tiempo a la gente del mundo, no sólo con su voz, sino también por medio de ángeles mensajeros y por medio de hombres profetas. Por último, habló por su Hijo, Hebreos 1.1,2. Pero, para evitar confusión en esta etapa, omitiremos esta referencia, y hablaremos de sus grandes mensajes por medio de la Biblia.

La lección — Ejercicio (a):

Brevemente repase Lección 11 y reafirme la verdad que Dios ha hablado a las personas en el pasado con su propia voz.

Hable de: “¿Alguno de ustedes ha oído a Dios hablar con su voz? ¿Creen que Dios se baja y pone su boca en las nubes y habla así a los niños? No. Pocas personas han oído a Dios hablar con su voz. Pero Él tiene otras maneras de hablar a la gente. Hace mucho tiempo hablaba por medio de ángeles mensajeros”.

Relate las siguientes historias como ilustración, usando cuadros bíblicos si los tiene:

>> A Agar; Génesis 16.7 al 13.

>> A Lot y su familia; Génesis 19.

>> A Abraham; Génesis 22.1 al 14.

>> A la esposa de Manoa; Jueces 13.1,2.

Repita frecuentemente el texto para aprender de memoria con la mímica, enfatizando que Dios puede hablar a las personas por medio de sus mensajeros.

 

Ejercicio (b):

Dios tenía otras maneras también de hablar a las personas. Él les habló por medio de sus hombres profetas. Pocas personas vieron un ángel o escucharon el mensaje de un ángel, pero muchas vieron y escucharon a los profetas. Dios los envió con muchos recados y muchos tipos de mensajes.

Ahora usted deberá relatar varias historias del tipo mencionado a continuación. Aunque las debería contar con el propósito primordial de mostrar cómo Dios habló por medio de sus siervos, sería aconsejable usar varias sesiones para decir a su clase historias del Antiguo Testamento referentes al empleo que dio Dios a este método de hablar. Habrá más adelante repetidas referencias a los profetas y sus mensajes.

>> Para hacerle rey a un joven; 1 Samuel 16.1 al 13

>> Para informarle de comida a una mujer hambrienta; 1 Reyes 17.1 al 16

>> Para decirle a una pobre viuda cómo conseguir aceite; 2 Reyes 4.1 al 7

>> Para informarle a una mujer que ella iba a tener un niño; 2 Reyes 4.8 al 17

>> Para darle vida nuevamente a un niño muerto; 2 Reyes 4.18 al 37

>> Para avisarles a una gente mala de un castigo que iba a venir; Jonás 1, 2 y 3

Pero: Reserve para lecciones posteriores cualquier mención de los mensajes acerca del Cristo prometido.

 

Ejercicio (c):

Los hombres profetas no podían estar en todas partes, ni tampoco podían llevar sus mensajes a todas las personas. Dios quería hablar sus mensajes de tal modo que cada persona en el mundo los pueda escuchar.

Ya que Él puede hacer todo, Él encontró una forma maravillosa de hacerlo. “Ahora, yo quiero que ustedes piensen en algo: ¿Hay alguno de ustedes que tiene una abuela que vive muy lejos de su casa?” Permita que los niñitos le digan todo en cuanto al tema; luego continúe: “Ahora, supongan ustedes que su abuela que vive lejos quiere decirles que se vengan en el autobús a su casa para visitarla. ¿Cómo podría ella decirles que vengan? Si ella saliera al patio y les llamara, ¿ustedes la podrían oir? ¿Si llamaría muy duro, la podrían oír diciendo que vinieran? No; ella no podría hacer que ustedes la oyeran. Entonces, ¿cómo podría ella decirles?”

No vaya de prisa con estas preguntas; deles a los niños oportunidad para considerarlas. Si alguno sugiere que la abuela podría llamar por teléfono, explíqueles que muchos niños no tienen teléfono en su casa. Si usted no recibe la sugerencia deseada, pregúnteles qué es que trae el cartero, o por qué va uno al correo, o por qué se envían telegramas urgentes a cargo del bodeguero [el señor del abasto o tienda] u otra persona en el barrio [la colonia] que conoce a su familia.

Cuando todos han decidido que la respuesta debe ser “cartas”, usted puede describir la forma en que la abuela escribiría la carta, qué pondría en ella, y cómo la entregaría en la oficina del correo.

Luego, explique que eso fue lo que hizo Dios con nosotros aquí en el mundo. El no podría hablarnos a todos desde el cielo, así que habló las palabras de su mensaje y las envió en su Gran Carta, la Biblia.

Ahora permita que cada niño sostenga en sus manos una Biblia relativamente grande, para que sienta lo pesado que es. Enséñele a cada niño, al levantar la Biblia, que debe haber mucho en la Carta de Dios, o no pesaría tanto. Compárelo con lo liviano de una carta del señor cartero. Ellos deben comprobar el peso de los dos al mismo tiempo, usando una vieja carta suya.

Finalice con el texto para aprender de memoria.

Preparación para Lección 13

Ver
Como la mayoría de los niñitos en la clase de principiantes jamás han recibido una carta suya propia, ellos no aprecian el significado que puede tener una carta. Por lo tanto, no comprenderán cuando usted dice que la Biblia es la Carta de Dios para ellos.

Por esto, escríbales antes del próximo domingo. Envíe una carta a cada miembro de la clase; una carta que será recordada por mucho tiempo. Simplemente escriba a cada cual una nota sencilla, diciendo que usted pensaba que a su alumno o alumna le gustaría recibir una carta de usted.

Si hay un buen servicio de correo donde sus alumnos viven, mándela por correo, asegurándose que llegue por sorpresa. Si esto no es factible, envíe la carta —en su sobre correspondiente— por la vía más indicada. No la entregue usted en la escuela dominical, ni nada de esto. A falta de otra vía, puede entregar el sobre a una vecina evangélica, para que ella la entregue personalmente. Pero, haga lo posible para que la correspondencia llegue a cada niñito por mano de otra persona, preferiblemente el cartero.

Ya que ellos no la podrán leer, usted tendrá que hacerla de interés personal, intercalando entre las palabras y líneas algunos dibujitos que ellos pueden buscar e identificar. Ponga estrellas, corazones, cruces, flores, etc., preferiblemente coloreados.

A algunos maestros les gusta incluir calcomanías de pájaros o flores. Tome la cosa en serio: ¡Varias de las cartas que escribió el autor de estas lecciones fueron guardadas por más de veinte años, y bien pueden existir algunas todavía!

Lección 13 Dios habla por la Biblia

Ver
Texto para aprender de memoria:

La escritura era la escritura de Dios, Éxodo 32.16.

 

Mímica:

La escritura Los niños señalan la Biblia del maestro, sostenida en alto; era la escritura Mueve la mano derecha como si estuvieran escribiendo en la palma de la mano izquierda; de Dios Señalen hacia arriba.

 

Idea de la lección:

La Biblia es la Gran Carta de Dios a nosotros en el mundo. También se llama la Palabra de Dios.

 

La lección — Ejercicio (a):

Pueda que los niños estén impacientes por contarle de las estupendas cartas que recibieron durante la semana, pero sería mejor disuadirles de hacerlo hasta que llegue al Ejercicio (c). Examine dos o tres Biblias. Hágales ver que todas tienen las mismas palabras escritas en ellas.

“Miren esta página. Es la primera en la Gran Carta de Dios, la Biblia. ¿Quién me puede decir cómo pudieron todas estas palabras llegar a esta página?” Tal vez no habrá respuestas. Repita el texto para aprender de memoria y la mímica de Lección 12. Dígales que Dios habló todas las palabras en la Biblia, pero que nadie puede hablarle palabras a un libro y hacer que se queden allí.

Demuestre este hecho enseñándole a la clase una página en blanco de su registro de asistencia o algún otro libro. Sosténgala cerca de su boca y repita despacio el texto para aprender de memoria. Luego muestre la página en blanco y pregunte a los alumnos si pueden ver algunas palabras en ella. Si desea, puede permitirle a la clase que pruebe este experimento también. Luego observe que las palabras tienen que ser escritas para que se queden en un libro.

Ahora permita a cada niño que raye un poco con lápiz en la página en blanco. Al terminar cada uno, enséñele a la clase que las “palabras” que el niño escribió sí se quedaron en el libro. Explique que Dios mandó a escribir las palabras de su mensaje a nosotros en su Libro, la Biblia.

 

Ejercicio (b):

Llame aparte al niño mayorcito y haga que le diga algo (tal como, “Yo quiero a mi papá”, o “Muñeca”, etc.), lo cual usted escribirá en el pizarrón. Después de escribirlo, léalo en voz alta a la clase. Anime a cada niño a que le dé algún mensaje para escribir. Haga comentarios libremente durante el ejercicio: “Ven cómo se hace, niños. María me dice las palabras y yo las escribo en el pizarrón. Ahora, yo escribí las palabras, pero en realidad ¿de quién son las palabras? ¿Son mías o de María?

Cuando todos han tomado su turno, escriba unas oraciones en su libro que sean dictadas por varios alumnos. Enséñales que las palabras de los alumnos están ahora ahí en el libro. Léanlos para comprobárselo; haga ver la idea de la lección, que así fue con la Gran Carta de Dios, la Biblia. Él habló las palabras a sus siervos, y entonces ellos las escribieron en un libro; 2 Pedro 1.21. Cuando se terminó, lo mandó a nosotros en el mundo.

 

Ejercicio (c):

El Gran Libro de Dios, lleno de sus palabras que sus siervos escribieron, vino a ser su Gran Carta, la Biblia. “¿A alguno de ustedes le han mandado alguna vez una carta?” Deje que los niños le cuenten en cuanto a las cartas que recibieron durante la semana. Quizás algunos de ellos las habrán traído; si es así, léalas en la clase.

Comente sobre el hecho de que ellos las recibieron sólo porque usted se las mandó. Pregunte de quién son las palabras en las cartas, y cómo llegaron. Luego señale las semejanzas entre ellas y la Gran Carta de Dios, la Biblia. Repita varias veces el texto para aprender de memoria con la mímica.

Para ilustrar y grabar el concepto de un mensaje enviado, dele a cada niño, al final de la clase, una noticia para llevar a su mamá. Podría ser algo así:

Apreciada señora:

Esta nota es para decirle que María se porta bien en la escuela dominical.

Firmado

El propósito de esta noticia es para inculcar en el niño la idea de un mensaje enviado, que es una de las expresiones que usamos para describir la Biblia.

Lección 14 Dios odia al pecado

Ver
Texto para aprender de memoria:

El pecado entró en el mundo por un hombre, Romanos 5.12

 

Mímica:

El pecado Haga un movimiento ondulado con la mano en el aire, para representar los movimientos de una serpiente; entró en Extienda sus brazos adelante, y luego acérquelos a su corazón; el mundo Haga un movimiento ancho del brazo; por un Levante el dedo; hombre Use la señal de hombre de Lección 6.

 

Idea de la lección:

Ahora empezamos a ver algunas de las cosas que Dios nos ha dicho en su Gran Carta, la Biblia. Nuestro primer tema será el pecado. Dios lo aborrece y tiene que castigarlo siempre. Se dedicará esta lección a llamar la atención de los niños, y grabar en sus mentes, la palabra pecado. Por ahora no la vamos a explicar.

 

La lección — Ejercicio (a):

Repase Lección 6, donde Dios hizo a Papá Adán y Mamá Eva. Agregue la idea que desde ese entonces han nacido muchos niñitos, y que Dios los hizo a todos. No se quedaron chiquitos, sino que crecieron y llegaron a ser personas grandes. Ahora hay muchísimas personas en el mundo. Haga preguntas referentes a las lecciones que trataron sobre las diferentes maneras en que Dios les ha hablado: por medio de su voz, ángeles, profetas, y ahora por su Gran Carta, la Biblia.

 

Ejercicio (b):

Pase la Biblia grande de uno a otro para que los niños se den cuenta del peso que tiene. Esto le permite a usted hablar del hecho de que debe haber mucho en la Gran Carta de Dios. Dígales que hoy la clase va a empezar a ver algunas de las cosas que Dios tiene que decirnos.

Dibuje en el pizarrón una culebra grande. Pregunte qué es lo que ha dibujado. Enséñeles que la serpiente representa algo que a Dios no le agrada, y Él tiene que castigar siempre. Es algo que entró aquí en el mundo.

Repita varias veces el texto para aprender de memoria con la mímica, y luego pregunte qué fue lo que entró en el mundo. Siga insistiendo hasta que los niños relacionen firmemente la idea que el pecado entró en el mundo y la idea que la culebra hace recordar el pecado.

Por último, haga que la clase repita con usted el dicho: “A Dios no le gusta el pecado, y Él siempre tiene que castigarlo”. Esta debe llegar a ser una afirmación muy común en la clase, para ser repetida una cantidad de veces en las semanas y meses por venir, según Dios permita.

 

Ejercicio (c):

Escriba con tiza o marcador tres sílabas en letras grandes: PE-CA-DO. Enséñele a la clase cómo pronunciar las sílabas. Repita la palabra varias veces, asegurándose de que los niñitos la pronuncien correctamente.

Luego saque tres tarjetas preparadas previamente que tengan las esquinas cortadas para que los alumnos puedan diferenciar el lado de arriba del lado de abajo. Estas tarjetas muestran por separado las sílabas PE CA DO, moldeadas con creyón rojo. Las tarjetas deberán tener una altura de unos diez centímetros cada una.

Señalando la sílaba PE en el pizarrón, coloque la tarjeta PE directamente debajo de la sílaba. De igual forma hágalo con las tarjetas CA y DO. Luego diríjase a la clase y pregunte qué es lo que usted ha formado con las tarjetas. Cuando hayan contestado “pecado”, pregunte: “¿Alguno puede formar «pecado» con estas tarjetas como lo he hecho yo?” Permita que los voluntarios hagan un intento; luego llame a cada niño para que haga lo mismo.

Si algún niño se equivoca, no lo corrija. Pregunte a la clase si “pecado” está hecho bien. Así la atención de todos estará puesta en la forma de la palabra. Pídale a algún niño que ha contestado “no” que venga y corrija el error.

Parece que a los niños les gusta mucho esta lección. Deberá repetirse varias veces antes de pasar a la próxima. La repetición junto con la actividad proporciona una fuerte relación a ser recordada. La habilidad a reconocer la palabra escrita crea una fuerte asociación en la memoria, la cual puede usarse en el futuro.

Al final de la última lección sobre este tema, entréguele a cada alumno un juego de las tarjetas PE-CA-DO en miniatura. Este juego servirá de “tarea” y posiblemente algunos de sus niñitos lo atesoren por muchos días.

Pasos del niño pequeño

Ver
La imaginación —o la ficción— unida con la imitación es ya un proceso natural en el desarrollo del niño, y desde esta edad hasta que empiece en la escuela, seguramente su pequeño mundo va a estar repleto de cosas y personas imaginarias.

No tendremos que hacer mucho uso de esta tendencia de conducta en nuestras clases de la escuela dominical, pero debemos tenerla muy en cuenta, ya que es de sumo valor en el desarrollo mental de los niños.

El empleo constante de músculos y sentidos les permite a los niños progresar desde los movimientos bruscos, casi tirones, que les caracteriza en la infancia, de manera que ahora ellos pueden correr y jugar adrede. De esta misma manera, los intentos suyos de crear actividades imaginarias de todo tipo constituyen una especie de ejercicio cerebral que les asegurará un comienzo en el camino del pensamiento razonado.

Muchos creyentes concienzudos no han comprendido este proceso, y han desaprobado las tales “imaginaciones vanas”, considerándolas como producto de una naturaleza corrompida. Pero pareciera que las actuaciones en el juego, los simulacros y las fantasías de los niños tienen algún reconocimiento en las Escrituras. El libre juego suyo será una de las bendiciones divinas en la época del reino, el milenio; véanse Isaías 11.8 y Zacarías 8.5.

Los detalles que aparecen en la imaginación nunca van más allá de las experiencias y observaciones del niño. Ya que este principio es un factor activo en el desarrollo de la inteligencia del niño, nos ayudaría en la enseñanza si nos diéramos cuenta de la fuerza que tiene. Los padres a veces rechazan este principio, insistiendo que su hijo se imagina situaciones mucho más raras de las que ha vivido.

Sin embargo, esta conclusión es, en el mejor de los casos, sólo una verdad a medias, porque si esos padres analizarían los detalles de las fantasías de su hijo, ellos descubrirían que todos podrían tener explicación como algo visto, oído o sentido de alguna manera en alguna oportunidad de la vida real del niño.

Lección 15 Todos somos pecadores

Ver
Texto para aprender de memoria:

Todos pecaron, Romanos 3.23.

 

Mímica:

Todos Un ancho movimiento del brazo, para incluir a todos en la clase; pecaron Use la señal de la línea ondulada que significa pecado.

 

Idea de la lección:

Otra lección sobre el pecado, donde trataremos de progresar de la idea objetiva de las tarjetas que dicen PE-CA-DO a una idea abstracta de la naturaleza del pecado.

Favor de no permitir que estas dos voces de la enseñanza le asusten al punto de no prestar la debida atención. En esta lección surge un problema didáctico que se le presentará a menudo cuando usted está dando clase. Se debe al hecho de que los niños pequeños piensan mayormente en función de lo objetivo, mientras que las expresiones espirituales son necesariamente de índole abstracta.

Por lo tanto, la tarea suya será la de: (a) Siempre comenzar por lo objetivo y luego progresar a una explicación abstracta, o (b) Transformar todas las posibles ideas abstractas en una aplicación concreta u objetiva. “Selah”.

Las personas adultas son dadas a la forma de pensar abstracta y por eso los niños a veces no nos comprenden. Un visitante apurado dice de repente: “¡Bueno, ahora tengo que volar!” Para los adultos el significado está claro, pero el niño de cuatro años le mira perplejo, y pregunta cómo puede aquel señor volar si no tiene alas.

Consideremos algunos ejemplos para permitirnos reconocer los dos tipos de expresión:

>> Una casa. Objetivo — una estructura de paredes, ventanas, puertas, techo, etc. Abstracto — un lugar donde vivir.

>> Una caja. Objetivo — una cosa de cuatro lados, una tapa y un fondo, normalmente hecha de madera o cartón. Abstracto — un artículo diseñado para contener cosas.

>> Un árbol. Objetivo — algo que tiene tronco, ramas y hojas. Abstracto — algo bello que nos da sombra.

Dos niños vieron un gato en la calle. Uno vio un animalito peludo de cuatro patas. El otro vio una criatura tierna que él podía abrazar y acariciar. El primer niño pensó objetivamente, ya que sólo vio el objeto en sí. El segundo pensó de una manera abstracta y sacó una idea de un todo diferente a lo que sus ojos le presentaron a su mente.

Ahora veamos el problema de esta lección. Empezamos presentando el pecado objetivamente — unas sílabas en el pizarrón, las cuales el alumno puede hacer con tres tarjetas. Sin duda sus niñitos están seguros que el pecado es unas sílabas hechas en un pizarrón y que ellos lo pueden reproducir con sus tarjetas. Asimismo una culebra puede ser para algunos un dibujo que se hace en el pizarrón. Un corazón puede ser simplemente otro objeto que se dibuja; de aquí que el pecado en el corazón será simplemente tres sílabas trazadas dentro de una figura de un corazón.

Por lo tanto, nuestro propósito en esta lección debe ser el de ayudar a los niños a extraer para sí la naturaleza del pecado de la introducción objetiva al tema que ellos recibieron en la Lección 14.

 

La lección — Ejercicio (a):

Haga un repaso de Lección 14 y, hecho esto, dibuje en el pizarrón la forma de una culebra. Pregunta: “¿Qué es esta cosa todo torcida?” Respuesta: “¡Es una culebra!” “¿Pero una culebra de veras? Si lo toco con un palo, ¿se moverá? Nos va a decir sss … sss?” “No — esa culebra no se mueve. No dice sss … sss. No es una culebra de verdad, verdad. ¡Es el dibujo de una culebra!”

Dibuje otras figuras: una fruta, una casita, un árbol, etc., y pregunte al grupo de la manera como hizo con la culebra. Tome tiempo; queremos que quede bien grabada esta idea de que “es sólo el dibujo de un …” Sería bueno que los alumnos le preguntaran a usted; a ellos les gustaría pasar al pizarrón y hacer el interrogatorio.

Esto le dará a usted la oportunidad de afincar la respuesta:   “¡No!  Es solamente el dibujo de …”

 

Ejercicio (b):

Borre sus dibujos y escriba: PECADO. Pida a algunos de los alumnos que coloquen sus tarjetas PECADO debajo de las letras suyas, como se hizo antes. Ahora, pregunte: “¿Qué es esa palabra?” La respuesta será: “Es PECADO”, y usted continuará preguntando acerca de los dibujos que había sobre el pizarrón. “¿Esa culebra, era de veras una culebra? ¿Aquella casita era en verdad una casita?”

“Pero esta palabra PECADO que he escrito, ¿es pecado?” “¡No —es solamente una palabra!” “Sí, es sólo un cuadro en forma de una palabra. Todos podemos decir esa palabra (que lo digan); todos podemos escribir esa palabra (escríbalo, o pida al asistente hacerlo). Cada uno puede deletrear PECADO en su tarjeta (que lo hagan). Pero nada de eso es pecado”.

“Dios odia al pecado, y siempre lo castiga. Estas tarjetas y este pizarrón no nos dicen qué es el pecado, ni dónde está. Pero la Gran Carta de Dios, la Biblia, sí nos dice mucho acerca del pecado”.

“El pecado es malo, muy malo, y el pecado vive en nosotros. Del corazón salen los malos pensamientos”. (Marcos 7.21 al 23) El grupo debe repetir esta verdad varias veces: “Del corazón salen los malos pensamientos”.

 

Ejercicio (c):

“¿Sabías que tú (escoja al alumno que menos atención presta) tienes un corazoncito metido allí muy adentro en tu casa-cuerpo?” Enfoque la atención sobre esta verdad, preguntando a varios de los chicos.

Ahora, pasee entre el grupo, por el tiempo que su interés permita, colocando la mano sobre un pecho y otro, y comentando: “Hay un pequeño corazón allí adentro, y va pum, pum, pum, día y noche, mes tras mes. Sólo Dios lo puede ver”. Y finalmente: “Mire, esta noche, cuando nos acostemos, podremos sentirlo. Vamos a pedir a Mamá que explique dónde poner la mano sobre el corazón”.

 

Trabajo manual:

Para el Ejercicio (a), el grupo puede moldear culebras (o casitas, etc.) de plastilina. Para el Ejercicio (b), surta papel con la forma de un sobre de correo trazado ya. Invite a los alumnos a “escribir cartas” con dirección, “estampillas”, etc., pero sin mucho estilo, por supuesto. Y para el (c), ayude a los niños a formar corazones de cartón. Explíqueles cómo doblar y cortar, conforme al estilo suyo.

 

Nota: No conviene en este caso realizar los tres ejercicios y luego repasar los tres. Mejor sería dar la clase sobre el (a) o el (b), y entonces repasar éstos antes de proceder con lo que falta.

Lección 16 El pecado nos echó a perder

Ver
Texto para aprender de memoria:

Dios, ten misericordia de mí, pecador, Lucas 18.13 (Versión 1893)

 

Mímica:

Dios Señale hacia arriba; ten misericordia Las manos levantadas como si estuviera orando; de mí Cada uno se señala a sí mismo; pecador Haga sobre su corazón la señal de la línea ondulada que significa pecado.

 

Idea de la lección:

¡El pecado me ha echado a perder!

Usted notará que aun la mente natural de un niño pequeño se siente ofendida por tal verdad. Por tanto, será necesario desarrollar esta idea cuidadosa y firmemente, por cuanto las mentes pequeñas pueden cerrarse a verdades desagradables con la misma resolución que las de los adultos. Estas lecciones se dedican a este tema.

¡Desarrolle bien la idea! Sólo el Señor sabe cuán importantes pueden ser estas tres lecciones más tarde en la vida del niño.

 

La lección — Ejercicio (a):

Relate la historia de Adán y Eva hasta el nacimiento de Caín y Abel. Continúe de esta forma: “Seguramente Papá Adán y Mamá Eva estaban muy contentos con sus dos varoncitos; pero poco a poco se dieron cuenta de algo muy triste. Tanto Caín como Abel resultaron ser pecadores, así como su papá y mamá. “¡Y así es que sucede siempre!”

“Si una mamá gallina pone huevos, y los huevos se abren, siempre van a salir pollitos. Si una mamá perra tiene hijitos, de seguro que van a ser perritos cada vez”. Continúe de este modo, haciendo referencia a los animales y pájaros conocidos.

“Y así fue que pasó con los hijitos de Papá Adán y Mamá Eva. Cuando Adán y Eva comieron lo que Dios dijo que no comieran, entonces enseguida el pecado entró en sus corazones y se quedó ahí. Ellos pecaron todos los días después de eso —no podían evitarlo. Tan pronto que el pecado entró en sus corazones ellos ya eran pecadores, y por esta razón Caín y Abel salieron pecadores también. Desde ese entonces han nacido muchísimos niñitos, y cada uno de ellos, menos el Hijo de Dios, o sea Jesús, resultó ser un pecador también”. Repita con la mímica el texto de la lección anterior.

 

Ejercicio (b):

Repase el Ejercicio (c) de Lección 15. Luego pregunte: “¿Alguno de ustedes ha visto alguna vez su corazón?” Pregúnteles a varios niños. “¿Puede alguno ver el corazón mío?” Sugiera que usted podría quitarse alguna prenda exterior. “¿Entonces podrían verlo? Y si yo me quito toda la ropa, entonces podría ver mi corazón? ¿Por qué no? Porque está muy adentro”.

Ahora vaya a cada niño y haga la siguiente observación: “Y (nombre) tiene allí adentro un corazoncito que hace pum, pum, pum todos los días y todas las noches. Yo no lo puedo ver porque está muy adentro”.

“Ninguno de nosotros puede ver nuestro corazón. Nuestro papá y nuestra mamá tampoco lo pueden ver. ¿Hay alguien que ve por dentro y ve nuestro corazón? … Sí, Dios lo puede ver”.

Ahora, enseñe lo siguiente como ha hecho con los otros textos. Es Génesis 16.13 en la Versión Moderna:  Señalar hacia arriba; Dios Señalar hacia arriba otra vez; me Tocarse a sí mismo; ves Tocarse los ojos.

Haga énfasis en que Dios nos ve a cada uno. El nos ve por dentro y por fuera; ve nuestro corazón. El nos habla en su Gran Carta, la Biblia, del pecado malo que está ahí adentro.

 

Ejercicio (c):

El asistente al maestro reparte la plastilina. Cada niño hace una “manzana” con un “centro negro” por dentro. Para esto cada niño necesitará un poco de plastilina de un color claro y un pedacito de plastilina oscura o, si no, unos pedacitos de carbón podrían servir.

Cada niño debe tomar un pedazo más o menos grande de plastilina, aplastarlo, y luego formar una pelota con él. Pedacitos de palillo podrían servir de “tallos” para las “manzanas”. Cuando todos estén terminados, el asistente recoge cuidadosamente las “manzanas” y las presenta al maestro. Si el maestro no tiene asistente, uno de los alumnos puede hacer esto.

Ahora el maestro, como si estuviera jugando con los niñitos, acepta las manzanas con toda seriedad y habla de lo bonito que son. Luego saca un cuchillo de pelar y dice que va a comer unas cuantas. Mientras hace la mímica de pelar una (para llamar la atención de cada niño), el maestro habla de lo sabroso que será esa manzana tan hermosa, haciendo notar que no tiene ni gusano ni manchas feas. Cuando todos los ojos están fijos sobre el maestro, él pica la fruta, ¡y se consigue con la parte mala por dentro!

Comente: “Yo no le vi nada de malo a mi manzana. ¿Y ustedes, niños? ¿Por qué no vi esa cosa mala y negra antes? … Porque estaba por dentro yo estaba pelando la manzana?” Al recibir la respuesta que “no”, pregunte: “¿Hay alguien que la podría ver todo el tiempo?” Luego: “Sí, Dios lo podría ver. El puede ver por dentro de todo, y a nosotros también nos puede ver por dentro”.

Tome una manzana y repita el experimento. Para evitar que desprecie a algún niño, usted debe picar cada manzana. Comente: “Todos son iguales. No hay ninguna diferencia. Todas tienen una cosa mala y negra por dentro. Y así es con nosotros, cada uno, tanto ustedes como yo. Cada uno tiene un corazón muy malo por dentro porque está manchado por el pecado”.

“Y así como esa cosa mala y negra que estaba dentro de esas manzanas de plastilina las echó a perder para mí, así el pecado malo en nuestro corazón nos ha echado a perder para Dios. Cada uno se ha echado a perder a causa del pecado”.

Repita el texto de memoria con la mímica. Luego, relate la parábola del Señor acerca del fariseo y el publicano, Lucas 18.9 al 14. Explique que el publicano reconoció que él estaba echado a perder por el pecado; en cambio, el fariseo no quiso reconocer esto.

 

Ejercicio (d):

Dibuje en el pizarrón una figura aproximada de un niño. Hágalo suficientemente grande para que quepa un corazón de cierto tamaño. Cuando haya terminado la figura, pegue una hoja de papel, por el lado arriba solamente, sobre el sitio donde iría el corazón, usando para esto unos chinches (tachuelas) o tiro. Luego, manteniéndose muy cerca del pizarrón, de manera que nadie pueda ver lo que está haciendo, levante la hoja de papel, dibuje un corazón debajo del papel y coloque una mancha en el centro. Baje de nuevo la hoja, escondiendo así el corazón manchado.

Pregunte: “¿Quién puede ver (no adivinar) lo que está debajo de este papel?”       Muéstreles cómo nuestra vista es tan débil que no podemos ver a través de un fino pedazo de papel, pero que Dios puede ver a través de todo, y por eso Él puede ver su dibujo por dentro. Ahora levante el papel y permita que la clase vea.

Pregunte: “¿Qué es esa cosa que está dentro del niño que yo he dibujado? ¿De verdad es un corazón o una figura de un corazón?” Llame la atención a la mancha en el corazón, y explique que es figura de una mancha del pecado.

Ahora haga que los niños vean que nunca hubieran sabido lo que estaba dentro de esa figura de niño en el pizarrón si usted no hubiera levantado la hoja de papel. Luego enfatice lo siguiente: “Yo nunca hubiera sabido que yo era un pecador echado a perder por el pecado si Dios no me lo hubiera dicho en su Gran Carta, la Biblia. Y yo nunca hubiera sabido tampoco que (el nombre de cada alumno, por turno) era un pecador echado a perder”.

“Ella / él a mi me parece muy bien. Yo no veo nada de malo en ella/él. Pero el problema es que ninguno de nosotros puede ver su corazón”. Mire cerca del niño como si estuviera tratando de ver el corazón.

Diga: “No, no puedo ver nada del corazón. El niño en el pizarrón era diferente. Sólo teníamos que levantar el papel y enseguida veíamos la mancha de pecado. Pero Dios puede ver dentro de cada uno de nosotros. Él ve la mancha del pecado en nuestro corazón. Y por eso Él nos habla de ella en su Gran Carta, la Biblia.

“Vamos a repetir juntos algunas de las cosas que Él nos ha dicho”. Repita con mímica, cada una varias veces:

>> Tú, Dios, me ves.

>> Todos pecaron.

>> Dios, ten misericordia de mí, pecador.

 

Trabajo manual:

Dele a cada niño un pequeño corazón recortado de cartulina en el que usted ha escrito PECADO. Dibuje uno grande en el pizarrón. Diríjase a cada niño de la manera siguiente: “(Nombre), tú tienes un corazón en la mano. Ahora es tu corazón, porque yo te lo di. Pero, ¿es tu verdadero corazón? ¿Dónde está el corazón tuyo? ¿Alguien lo puede ver? ¿Qué dice esa palabra escrita en tu corazón? ¿Y de verdad es pecado? ¿Dónde está el pecado de verdad?

Llegado a este punto, haga que toda la clase responda: “Dios me dice que el pecado está en mi corazón”. Cuando hayan terminado, los niños pueden colorear de rojo sus corazones, y luego llevárselos a casa.

 

Conclusión:

De ahora en adelante sería una buena práctica concluir cada lección con el texto y la mímica, como hasta ahora se ha hecho, seguido de la siguiente pregunta y su respuesta. Enséñeles a los niños como si estuviera enseñando a loros: la comprensión vendrá después. Haga que toda la clase responda a la vez. Nada de lo que usted diga tendrá un valor tan duradero, si usted persiste.

Maestro: “¿Qué me puede dar perdón?”

Clase:  “Sólo de Jesús la sangre”.

Lección 17 Obedece a tus padres

Ver
Texto para aprender de memoria:

Hijos, obedeced … a vuestros padres, Efesios 6.1.

 

Mímica:

Hijos Cada uno señala a los demás niños en la clase y termina señalándose a sí mismo; obedeced La cabeza inclinada, y las manos sobre el corazón, en señal de sumisión; a vuestros padres Levante la mano lo más alto posible, dando a entender gente grande y alta.

 

Idea de la lección:

En su Gran Carta, la Biblia, Dios nos ha dicho muchas cosas que debemos hacer y también cosas que no debemos hacer. Cuando no hacemos lo que Dios manda, entonces pecamos.

 

La lección — Ejercicio (a):

Comience con un repaso general que reafirme las verdades a guardar en mente para mantener una perspectiva clara del progreso que usted ha logrado paso por paso.

Así, :¿Dios baja a las nubes y habla así a la gente de la tierra? ¿Cómo nos habla Dios hoy día? ¿Nos dice muchas cosas en su Gran Carta, la Biblia? ¿De qué nos hace pensar la culebra?”

Saque nuevamente las tarjetas que deletrean pecado y haga que varios niños formen la palabra, pronunciando las sílabas. “¿A Dios le gusta el pecado?” Repita juntos varias veces: “Dios aborrece el pecado y siempre tiene que castigarlo”.

“¿Dónde está el pecado? ¿Nosotros podemos ver nuestro corazón? ¿Cómo sabemos que hay pecado en nuestro corazón?” Esta es una pregunta nueva, y posiblemente usted tendrá que preguntar otra vez acerca de cómo Dios nos habla, para así poder sacar la respuesta. La respuesta es: “Por su Gran Carta, la Biblia”.

Repita con la mímica los tres textos de Lección 16, Ejercicio (d).

 

Ejercicio (b):

“La Gran Carta de Dios, la Biblia, es un libro maravilloso. Hace un tiempo nos aprendimos un versículo que decía, La escritura era escritura de Dios. Vamos a repetirla varias veces … y entonces trataremos de escribir algunos de los mensajes para ustedes en el pizarrón. Vamos a tratar de hacerlo otra vez”. Repita Ejercicio (b) de Lección 13.

En su Gran Carta, la Biblia, Dios nos dice cosas que debemos hacer y cosas que no debemos hacer. Cuando no hacemos lo que Dios nos manda, entonces pecamos. Una de las cosas que Él nos manda a hacer es, “Hijos, obedeced a vuestro padres”. Así que cuando no hacemos lo que Papá y Mamá nos manda, estamos pecando.

Haga una lista de varias historias como el siguiente. “Mamá le dijo a María que no saliera de la casa porque el patio estaba embarrado a causa de la lluvia. La niña se quedó adentro un rato pero después salió al patio a jugar con una amiguita. ¿María le hizo caso a su mamá? … ¿Qué dijo Dios que debía hacer ella?” Repita el texto con la mímica. Explique que cuando la niña no hizo lo que le mandó su mamá, tampoco hizo lo que le mandó Dios.

Pregunte: “Así que, ¿qué fue eso?” Respuesta de la clase: “Eso fue el pecado”.

Al terminar cada una de sus historias, haga las mismas preguntas, usando las mismas palabras según el caso. A lo mejor varios de sus alumnos van a decir con toda seguridad que ellos siempre hacen lo que sus padres les mandan. Simplemente responda: “Díganme, ¡qué bueno!” o algo parecido, y continúe.

La responsabilidad suya es presentar la verdad, y dejar que el Espíritu Santo la aplique como a él le plazca. Él no se equivocará al hacerlo.

 

Ejercicio (c):

Dibuje en el pizarrón una hilera de casitas como la que dibujó en Lección 8, con dos ventanas y una puerta en cada una. Dibuje también aparte una casa similar.

Señalando esta última casa, comience: “En esta casa vive un hombre malo. No se puede ver porque él está muy adentro. ¿Por qué no lo podemos ver? … Este hombre que está viviendo allí siempre hace cosas malas. Por eso yo sé que es un hombre malo”.

“Un día él tomó una piedra y rompió esta ventana”. Señale la primera ventana de las casas en fila. Ahora dígale a un niño que venga y con la tiza marque una X sobre la supuesta ventana rota. Pregúntele al niño, “¿Cómo sé yo que el hombre que vive allí es un hombre malo? Porque él hace cosas malas”.

Continúe de este modo, haciendo que el hombre rompa ventanas, puertas, etc. hasta que cada alumno haya pasado al pizarrón y respondido su pregunta. Si algún niñito se equivoca al contestar, no le diga la respuesta; más bien, pida a la clase que le diga.

 

Ejercicio (d):

Pase nuevamente su Biblia grande de mano en mano por toda la clase para que cada uno sienta su peso al mismo tiempo que usted comente sobre el hecho de que debe haber mucho en esa Biblia que pesa tanto.

“Ahora les voy a leer otras de las cosas que Dios nos ha dicho que no debemos hacer. Y cuando no hacemos lo que Dios nos manda, ¿qué es eso?” Respuesta: “Eso es pecado”. Lea en voz alta a la clase, y haga comentarios sencillos sobre Levítico 19.11.

Luego relate una o más historias tales como: “Un niño se roba un caramelo y después dice una mentira para tapar la verdad de lo que hizo”. Entonces pregunte con referencia al robo y la mentira: “¿Y qué fue eso?” Luego, “¿Y cómo sabemos que había pecado en su corazón?” Respuesta: “Porque robó, y después dijo una mentira”.

Trate Éxodo 20.12 de un modo parecido. Ejemplo: Un niño se tira al suelo y grita y patalea de la rabia que le tiene a su mamá. Ahora Levítico 19.18. Un niño le da una patada o un mordisco a un hermano o una hermana, o le hace una maldad al niño de al lado. Y Efesios 6.1: Un niño no quiere vestirse, o bañarse, o comerse la sopa, etc.

Si fuere necesario, use relatos del tipo “supongamos” para proveer suficiente material para  que estos ejemplos de pecado queden grabados, dándoles nombres a los niños.

Concluya el ejercicio con las historias de Samuel, el profeta de Dios, y el rey Saúl, 1 Samuel 15.1 al 26. Es un ejemplo de terquedad u obstinación y de desobediencia, según los versículos 22 y 23. Llame la atención de la clase y luego pregunte: “¿Qué me puede dar perdón? …”

Lección 18 Dios conoce mis pecados

Ver
Texto para aprender de memoria:

Tú eres Dios que ve, Génesis 16.13.

 

Mímica:

 Señale hacia arriba; eres Abra dos brazos, palmas abiertas; Dios Señale hacia arriba; que ve Coloque la mano sobre la frente, abierta horizontalmente, como gesto de mirar lejos.

 

Idea de la lección:

Dios sabe qué hago, y lo anota en su libro en los cielos. En los cielos está mi testigo, Job 16.19. Mis pecados están escritos en el gran libro, Apocalipsis 20.12.

 

La lección — Ejercicio (a):

Cuente de nuevo, en exactamente las mismas palabras, si es posible, varios de los mismos relatos anteriores sobre pecados cometidos. Termine en cada caso con: “¿Qué fue eso? Fue pecado”.

Una vez realizada esta introducción, relate las historias de nuevo, y en las mismas palabras (Favor de ser paciente), pero terminando cada una con una pregunta: “Cuando ella salió a jugar en el patio, en desobediencia a Mamá, eso fue pecado. Y alguien estaba viendo. ¿Quién fue? No sólo una amiga. Ni su mamá. Fue alguien que María no veía. ¿Quién?” Guíe sus alumnos hacia la respuesta. Ayúdeles hasta que le contesten: “¡Dios!” Y entonces, con la mímica: “Tú eres Dios que ve”.

Vaya historia por historia, ejemplo por ejemplo, de la misma manera.

 

Ejercicio (b):

Dibuje un gran ojo sobre el pizarrón, arriba en el medio. Dibuje líneas que procedan del ojo como rayos del sol, todas hacia abajo. Con esto queremos sugerir la idea del ojo de Dios que mira sobre todo lugar. Corra su dedo por estas líneas, siempre hacia abajo, explicando a los niñitos que así puede ver el ojo de Dios: por este lado, en ese rincón, a aquella persona.

Fije un chinche (una tachuela) al pizarrón o en el borde cerca del ojo, y fije al mismo una cuerda (un cordel fino), suficiente como para alcanzar al alumno más lejos del pizarrón. Pase ésta al alumno más cercano y vuelva usted al pizarrón. Señale al ojo y diga: “Dios puede ver a …” Deslice su mano por la cuerda estirada hasta llegar al sujeto: “… puede ver a Pablo”. Pablo pasa la línea al alumno a su lado y usted repite el proceso: “Dios puede ver a Juancho”. Siga, alumno por alumno; si deja alguno fuera del ejercicio, ¡él o ella puede pensar que Dios no le ve!

Finalmente, repitan todos juntos, con la mímica (primeramente con una mano y después con la otra): “Tú eres Dios que ve”.

 

Ejercicio (c):

Prepare de antemano un cuaderno grande —mientras más grande mejor— con una leyenda en la cubierta en letra grande: PECADO. Preséntelo ahora a la clase, instruyendo que los niños lo pasen de mano en mano. Pregunte a menudo: “¿Qué dice aquí?”

Hecho esto, comente: “Esa palabra dice: «pecado.» Este gran libro es para ayudarnos a entender que Dios tiene un libro muy grande en los cielos”. Explique que El ve, oye y sabe todo lo que hacemos. Todos nuestros pecados —todos ellos— están escritos en ese libro. Que el grupo repita varias veces: “Dios me ve desde los cielos”.

Ahora muestre que hay una página doble en su gran libro de pecados para cada niño descrito en los relatos contados en la clase anterior. Busque usted una página para María, y escriba: “Vi a María salir a jugar en el barro cuando su mamá le había mandado no hacerlo”. Explique que esto es lo que Dios tiene que hacer para cada uno de nosotros, pero que su libro es muy grande porque Él sabe de todos los pecados.

(La razón porqué algunos maestros hablan del pecado semana tras semana sin realmente impartir el mensaje es que no se expresan de una manera objetiva. “Pecado”, sin ilustración, es una idea muy subjetiva que muchos no captamos).

Para concluir, enfatice cuán feo es el pecado. Cante, sin explicación por el momento:

¿Qué me puede dar perdón? Sólo de Jesús la sangre.
¿Y un nuevo corazón? Sólo de Jesús la sangre.

Lección 19 Dios castiga el pecado

Ver
Texto para aprender de memoria:

Dice Dios: Castigaré al mundo por su maldad, Isaías 13.11.

 

Mímica:

Dice Dios Mire hacia arriba; Castigaré Golpee una mano contra la otra; al mundo Mueve la mano de lado a lado, lentamente, para señalar a todos; por su maldad Forme con la mano la línea ondulada que significa pecado

 

Idea de la lección:

Dios odia al pecado y debe castigar por el mismo. Nuestro propósito hoy es el de sacar a lucir la idea de castigo, haciéndolo objetivamente al hablar de casos de personas castigadas en esta vida. (El castigo eterno no puede ser enseñado con provecho hasta más adelante).

 

La lección — Ejercicio (a):

Explique el texto de memoria de esta manera, asegurándose de que los niños entiendan la palabra castigar: Una vez había un muchacho llamado Pedro, a quien sus padres le habían dicho que debía jugar siempre cerca de la casa. Un día recibió permiso para jugar con sus amigos en la calle, frente a la casa, y lo hizo por buen rato. Pero ellos se interesaron por cierto camión que pasó, y lo siguieron hasta lejos. La mamá de Pedro no le encontró, y envió a una persona mayor a buscarle y traerle a su casa. Cuando lo supo el papá, castigó a Pedro por desobedecer.

Pregunte qué era el pecado de Pedro, y qué formas podría tomar el castigo. Haga esto con cada caso sencillo que usted relate.

Usted podría contar, por ejemplo, de un niño que no pudo salir a pasear con sus hermanos porque ensució sus pantalones nuevos de barro. Una niña riñó con sus amigas y dijo palabras groseras; tuvo que sentarse en una silla sola por largo rato como castigo.

Habiendo hablado de “castigar”, proceda al “mundo”. Explique que eso es toda la gente, todas las personas. Grandes, pequeños, “el mundo” que Dios castiga — todos los que no han recibido perdón (“¿Qué me puede dar perdón? Sólo de Jesús la sangre”). “Ahora, niños, ¿qué nos puede dar perdón?”

“Por su maldad”. ¿Qué es maldad? Es pecado. La desobediencia es una maldad. Las groserías son maldades. Maldad es una cosa mala. A repetirse varias veces: “Dios odia al pecado y lo castiga”.

 

Ejercicio (b):

Relate de nuevo la historia de Papá Adán y Mamá Eva, enfatizando esta vez no sólo su pecado sino su juicio. Ellos fueron sacados del hermoso parque, o jardín.

 

Ejercicio (c):

Construya (valiéndose en lo posible de la ayuda de los pequeños) un modelo ilustrado de la lección. Piense en tres escenas: el hermoso jardín, Eva tentada, y Adán y Eva sacados del jardín. Emplee un banco, una mesa baja u otra superficie plana. Palitos metidos en plastilina pueden representar los árboles, y quizás usted querrá añadir hojas o grama para completar el escenario. Con la plastilina u otro medio, forme una serpiente, un varón y una mujer.

A medida que va construyendo, converse con el grupo sobre los detalles. Usted logrará que sus alumnos repitan la mayor parte de lo que les había relatado. Esta conversación aportará grandemente a lo que perseguimos: repetición, recuerdo y retención.

Y, por supuesto: (1) “¿Qué me puede dar perdón? …” y (2) el texto con su mímica.

Lección 20 Satanás, el gran enemigo

Ver
Texto para aprender de memoria:

Satanás os ha pedido, Lucas 22.31

 

Mímica:

Satanás Señale hacia abajo; os Levante un dedo, como para advertir; ha pedido Junte las manos, apretadas, como para tomar algo

 

Idea de la lección:

El temible enemigo de Dios, el ángel muy malo, que es Satanás

 

La lección — Ejercicio (a):

Cuando Papá Adán y Mamá Eva vivían en el hermoso jardín del Edén, hace muchos años cuando el mundo era nuevo, todo estaba en paz y ellos estaban felices. Pero dondequiera que fuesen Papá Adán y Mamá Eva, dos ojos crueles estaban fijados en ellos. Ellos no podían ver esos ojos porque eran de un enemigo invisible, el gran enemigo de Dios, Satanás. (Explique lo de amigos y enemigos). Él ha sido enemigo de Dios desde mucho tiempo atrás, y siempre lo será. Aprendimos en la lección anterior que él echó a perder el mundo nuevo y feliz, haciendo pecar a Papá Adán y Mamá Eva. Él está muy ocupado todavía, procurando hacer que la gente peque; por esto, tenemos que aprender qué dice Dios acerca de él en su gran carta, que es la Biblia.

Primeramente, Dios nos dice que Satanás es un ángel que antes vivía en el cielo y servía al Señor. (Véanse Isaías 14.12 al 17; Ezequiel 28.12 al 15, donde el Espíritu ve más allá que puede el humano para dirigirse indirectamente al poder invisible que controlaba; Efesios 2.2). ¿Dios vive solo en el cielo? ¿Quiénes más que el Hijo de Dios y el Espíritu Santo viven allá arriba? Hebreos 12.22

Repase Lección 12 Ejercicio (a). Esos mensajeros ángeles son los ángeles buenos, todos brillantes, puros y santos. Ellos sirven a Dios en el cielo, Salmo 103.20. No tienen casas/cuerpos como nosotros, y así se llaman espíritus, Salmo 104.4.

Los dibujos de ángeles no siempre son acertados, porque Dios les da casas-cuerpos sólo cuando Él quiere que la gente les vea, a veces por sólo horas o minutos. Desde que se terminó de escribir su gran carta, la Biblia, Él no ha tenido por qué enviar ángeles mensajeros a nosotros la gente en el mundo. Por esto, nadie ve a los ángeles ahora. Dios hizo a los ángeles. Nadie hizo a Dios, porque Dios siempre era y siempre será, para siempre y siempre. Pero Dios hizo a mí y a ti. Hizo también a los muchos, muchos ángeles. Uno de los ángeles más resplandecientes (brillantes) se llamaba Lucero. Por largos siglos él sirvió a Dios, bien cerca de su gran trono (“el querubín grande, protector”). Pero un día él empezó a reflexionar sobre lo grande que era, porque su labor fue mayor que la de los ángeles mensajeros. Le vino a la mente un pensamiento malo, de orgullo.

Él dijo: “¡Seré como Dios!” ¡Cuán grande fue ese pecado, el querer ser igual a Dios! Fue muy, muy malo. Dios no puede permitir ningún pecado en su hogar feliz y santo, que es el cielo. Él siempre tiene que castigar el pecado. (Haga mención de la lección anterior). Así, el gran Lucero fue puesto fuera de su lugar alto en el cielo. De una vez se hizo enemigo de Dios, y su nombre fue cambiado a Satanás (adversario).

Pregunte: ¿Cuál fue el pecado de Papá Adán y de Mamá Eva? … ¿Y su castigo? … ¿Y cuál fue el gran pecado de Lucero? … ¿Y su castigo? El nombre de Lucero fue cambiado a Satanás. Otro de sus nombres es el Diablo (acusador).

 

Ejercicio (b):

Cuando Satanás fue castigado, al ser quitado de su alto lugar en el cielo (como Papá Adán y Mamá Eva serían castigados también, sacados fuera del hermoso Edén), él no salió solo. Un gran número de ángeles le acompañaron, Mateo 25.41, Apocalipsis 12.9, Efesios 6.11,12. Satanás es su jefe, y ellos le sirven. Algunos de sus servidores se llaman demonios, y él les usaba mucho en los tiempos de antes.

Ninguno de sus siervos tiene casas-cuerpos. Ellos son espíritus, y nuestros ojos nos les pueden ver. Sólo Dios les ve. Qué bueno que Él nos haya dicho en su Palabra, la Biblia, acerca de esos ángeles malos, porque ellos pueden viajar por el mundo sin ser vistos. Son enemigos de todos nosotros, y de Dios.

Nota: No puede ser permitida la idea falsa, que tantas personas creen, que el diablo y sus huestes viven en “el lugar malo” (el infierno). Se contradice al enseñar positivamente acerca de la esfera de sus actividades actuales. Siendo el príncipe del poder del aire, Efesios 2.2, él puede venir e irse de la tierra, Job 1.7, 1 Pedro 5.8, manteniendo su derecho de acceso a la presencia de Dios, donde él aparece como acusador de los creyentes, Job 1.6 al 12, 2.1 al 7, Apocalipsis 12.9,10.

Hace mucho, mucho tiempo había un siervo de Dios llamado Job. El vivía en la tierra lejana de Uz. Cuente de su fidelidad al Señor, 1.1 al 5, su bondad a los pobres, 29.11 al 17, sus bendiciones, 1.2,3. Hable del enemigo de Dios que le acechaba, viéndole, acusándole ante Dios, 1.6 al 12, 2.1 al 7. El diablo quería poner a Job en contra de Dios. Narre detalles de los desastres que le causó a Job en su afán de hacerle mal, 1.13 al 22, 2.7 al 10. Job quedó fiel a Dios, y cuando las pruebas pasaron él recibió mayores bendiciones que antes, 42.10 al 17.

Aquello hace mucho, mucho tiempo. Pero Satanás todavía anda por toda la tierra. Él nos ve y nos hace muchas cosas malas. En particular, él procura que la gente —los grandes y los niños— no sepan de la Palabra de Dios y de sus grandes pecados. Él no quiere que los pecados sean lavados, o perdonados. (Por ahora, no abunde sobre este tema).

Y, “¿Qué me puede dar perdón? …”

 

Ejercicio (c):

En la medida en que el niño se adelante en su conocimiento de la Biblia, le serán mejor definidas las malas obras de Satanás. Por ahora no tendremos que implantarle verdades más allá de las de Lucas 8.5,11,12.

Para este ejercicio, lleve a la clase un puño de semillas o granos y un pajarito de cartón o quizás arcilla. Recorte un pájaro de un calendario, si hace falta.      Primeramente, cuente el relato: El Señor dice en su Palabra que cuando una persona cuenta a otros las cosas que Él ha escrito en su Carta, es como un agricultor (un señor que tiene una siembra, o un conuco) cuando siembra en la tierra. Él quiere que las semillas crezcan y se conviertan en comida, pero a veces los pájaros vienen de los cielos y comen las semillas (los granos). Así, las semillas nunca se cambian en comida para nosotros.

Dios dice que es así muchas veces con nosotros. Nuestros corazones son como ese campo arado, o preparado. Sus servidores nos traen la Buena Semilla, la Palabra de Dios (el mensaje de la Biblia), pero Satanás hace todo lo que puede para que no prestemos atención. No podemos verles, pero los mensajeros del diablo vienen a nuestros oídos, ojos y corazón. Ellos quitan la semilla al hacernos olvidar lo que hemos aprendido.

Ahora usted llama a sí a dos o tres alumnos. Deles una pequeña cantidad de las semillas y hágales “sembrar” las semillas sobre un cartón o papel periódico que usted ha puesto en el suelo o sobre la mesa, donde todos pueden ver. Hecho esto, ponga en alto su pájaro, y bájelo rápidamente. Bajándolo, diga: “Ven, como que se fueron algunas de sus semillas”. Repita el ataque varias veces, hasta que puede decir: “No nos queda ninguna semilla. Nunca van a darnos de comer. Esto es lo que hace Satanás o sus mensajeros cunado vienen y nos roban de la Palabra de Dios, haciéndonos olvidarla”.

Recoja las semillas, y repita la actividad con otros alumnos hasta que todos hayan participado. Y, de nuevo: ¿Qué me puede dar perdón?

Lección 21 El viaje de la vida

Ver
Texto para aprender de memoria:

El hombre va a su morada eterna, Eclesiastés 2.5

 

Mímica:

El hombre Un movimiento de la mano y el brazo, para indicar “todos;” va Una pausa silenciosa, para enfatizar un viaje; a su morada Ojos cerrados, cabeza abajo, dedo señalando arriba; eterna El brazo se mueve lentamente de izquierda a derecha

 

Idea de la lección:

Todos estamos de viaje; la vida es el viaje. Si lo considera necesario, puede añadir que el viaje termina en el cielo o la condenación, pero no intente enseñar todavía el destino eterno. Si logra que los pequeños capten la idea de un fin, habrá hecho mucho. El texto de memoria encontrará su explicación en el desarrollo de la lección.

Tenga presente en todo momento que si el viaje termina ya para uno de sus pequeñitos, esa criatura irá a estar con Cristo; Mateo 18.11 al 14. Será necesario que ellos aprendan de la morada de los perdidos, pero sería de un todo imprudente decirles que van allí.

 

La lección — Ejercicio (a):

El detalle principal es que los alumnos tracen con el dedo el viaje de la vida en los cuadros. La idea de cada cuadro es:

1 La casa donde vivía … cuando nene.

2 El terreno o parque donde jugaba … cuando pequeño.

3 La escuela donde asistió … cuando estudió.

4 El negocio donde trabajó … cuando grande.

5 La casa donde vivió … cuando casado.

6 La cama donde reposaba … cuando enfermo.

7 El hueco en la tierra (el sepulcro) … donde … fue enterrado cuando murió.

Usted puede dibujar estos cuadros en el pizarrón o cortarlos de revistas y pegarlos sobre un cartón grande. O, si quiere, combine recortes y dibujos; pero fíjelos seguros a la pared o el cartón.

Algunos maestros, todavía no conocedores de cómo reacciona un niño, tienen dudas sobre esta lección. Un ensayo les convencerá que el ejercicio en si tiene casi tanto valor que las actividades con las tarjetas acerca del pecado.

 

La lección — Ejercicio (a):

Con los siete cuadros ya colocados o dibujados, comience con una corta plática sobre qué es viajar. Todos los niños han viajado, por lo menos para hacer compras, o a la escuela bíblica. Quizás han ido caminando, o en autobús. Al regresar a casa hoy, van a viajar.

Una vez enfocadas las mentes sobre la idea de los viajes, explique que cada uno de nosotros está de viaje: el viaje que es la vida. Comenzamos como bebés, el día de nuestro nacimiento. Pregunte cuántos en el grupo han tenido un cumpleaños, y hable suficientemente de esto como para establecer la idea que los cumpleaños son para marcar el paso en nuestro viaje que es la vida.

“Gerardo: ¿Tú has cumplido años? Pues, fue en ese día, unos años atrás, que tú empezaste a viajar. Desde ese día cuando naciste, tú has estado viajando. Todos los días, todas las noches, despierto, dormido, tú estás caminandito por el viaje que es tu vida”.

Ahora el otro alumno, y el otro. Hable a cada uno de la misma manera, Haga caso de cada niño en el grupo. Repetido esto, prosiga: “Pero el viaje de la vida no sólo comienza, sino termina también”. Haga mención de algunos de los viajes que usted mencionó al principio de la lección, y formule preguntas que ayuden a entender que cada uno de esos viajes tuvo su fin. Esa gente de quienes usted habló no siguió viajando, porque ellos llegaron adonde iban. Cada uno de nosotros va a llegar adonde vamos; el viaje de la vida no es para siempre. El fin de este viaje es la muerte.

 

Ejercicio (b):

Ahora usted va a seguir el curso del viaje en los siete cuadros. Si el grupo se compone de varones, emplee un nombre de varón pero no de un muchacho en la clase. Si es de hembras, invente un nombre de niña.

Primeramente, comente sobre los cuadros: una casita, un terreno o un parque de la vecindad, una escuela, etc. Repase bien todo esto, para que cada uno realmente pueda decir de qué se trata. El próximo paso: “Estos cuadros son fotografías de la vida de Fulano”. Explique que aquí (la ventana de la casa) es donde nació Fulano. “Aquí mismito, detrás de esta ventana, es donde comenzó él su viaje”. No levante su tiza, o marcador, en todo el trazado. Vaya estación por estación, dibujando un círculo en derredor de cada una. Vaya lentamente: “… y ahora llegamos adonde Fulano jugaba cuando niño, feliz y …”

Siga, siempre con la tiza contra el pizarrón para que el viaje de la vida no sea interrumpido, trazando círculos en derredor de cada cuadro: Esta es la escuela donde asistió Fulano desde la edad de … En este negocio donde Fulano cuando grande. En esta casa vivía Fulano con su esposa …. En esta cama que murió Fulano, después de haber estado enfermo por unos meses. Y en esta tumba, un hueco en la tierra, sepultaron a Fulano al fin del viaje de su vida. Enfatice que murió; fue el fin. Con este paso, debe haber una línea ininterrumpida desde la cuna hasta el sepulcro.

Repita esta actividad varias veces, pidiendo que los pequeños digan las palabras en voz baja con usted. Cuando cree que ellos conocen bien la actividad, llame a cada uno al pizarrón. Guíe el alumno por la ruta, usando una vara o quizás el dedo. Al ser necesario, repita las palabras junto con su alumno.

Para variar en la rutina, usted podría relatar la historia de la sunamita en 2 Reyes 4.18 al 37, contando el comienzo y el fin de la vida de su hijo. Destaque las maravillas que Dios hizo, dándole vida de nuevo para comenzar otra vez el viaje de la vida. Diga que ninguno de nosotros puede esperar eso, y que él habrá terminado su viaje más adelante, cuando grande. No hace falta invertir mucho tiempo en este relato; es para introducir un paréntesis en la actividad.

 

Ejercicio (c):

Cambiando los nombres a los del sexo opuesto, repita el proceso de la ruta del viaje de la vida. Haga hincapié en que las niñas, una por una, hacen el viaje. Trace los pasos 1, 2 y 3, y luego pregunte: “¿Adónde van esta niña y Fulano y …?” Instruya el grupo a decir: “A su morada eterna”. (Nota: ¿Qué es una morada?)

Si algún alumno pregunta dónde queda esa casa, confórmese por ahora con decir que está en una de dos partes. Explique que estas personas terminaron sus viajes cuando grandes. Si sus pecados ya fueron lavados en la sangre de Jesús, su morada eterna sería la feliz casa de Dios en el cielo. Si esos pecados feos, como todos los tenemos, no fueron quitados por Jesús, entonces ellos tendrían que ir a la única otra casa, que es una cárcel que tiene Dios. Déjelo así por ahora.

 

Ejercicio (d):

A estilo de una aplicación general, para no asustar a los pequeños con algo excesivamente personal, el maestro y los alumnos deben juntar las manos, marcar el tiempo y decir en unión: “Todos vamos a nuestra morada eterna”, señalando hacia arriba.

Y de último, antes de terminar: “¿Qué me puede dar perdón …?”

Lección 22 El Dios eterno

Ver
Texto para aprender de memoria:

Todo lo que Dios hace será perpetuo, Eclesiastés 3.14 [Ojo: ¿Qué quiere decir perpetuo?]

 

Mímica:

Todo Un movimiento horizontal del brazo para abarcar todo; lo que Dios Señale hacia arriba; hace El gesto para “hacer;” será perpetuo Cada sílaba pronunciada lentamente, el dedo trazando un círculo grande

 

Idea de la lección:

Para siempre y siempre.

Con el fin de comenzar a construir el concepto de cosas eternas, tendremos que hacer contraste con cosas rotas. Así, hablaremos de todas cuantas cosas rotas que podamos: cosas bien conocidas a los niños; cosas que parecían duraderas, pero no lo eran. Hecho esto, hablaremos del carácter eterno de Dios y sus obras.

 

La lección:

Como preparativo, recoja todos los artículos dañados que sean factibles llevar a la clase. No tienen que ser grandes, sino cosas que los pequeños van a reconocer. Por ejemplo: un trapo que era parte de una prenda de vestir, una media gastada, un zapato roto, un botón inservible, pedazos de una taza o un plato, un viejo pote de lata, lo que resta de un lápiz, flores muertas, un insecto muerto, un fósforo usado, una revista sucia o rota. Colóquelos todos fuera de la vista: en una caja, por ejemplo. No incluya juguetes en este ejercicio; los emplearemos más adelante.

Comience con explicar el texto de memoria. Dios siempre era y siempre será. En un tiempo no había sol, luna o estrellas, pero Dios era. No existían ángeles, pero Dios sí. Antes no había gente, como nosotros; tú y yo no éramos; Dios sí era. Todo lo que Dios hace (no lo elabore; sólo comente sus actividades) será perpetuo. “Perpetuo” = para siempre. Dios es para siempre. Dios ha obrado siempre; El va a obrar siempre.

 

Ejercicio (a):

Saque la caja de cosas rotas, sin ponerlas a la vista. Explique que sólo Dios puede hacer las cosas que van a durar para siempre; nada de lo que hace la gente va a durar para siempre. Explique que usted tiene en la caja algunas cosas que eran buenas en su tiempo, pero que ya no lo son. Deje que un alumno meta la mano y saque un artículo para que el grupo lo vea. Pregunte qué es. Descríbalo y explique qué hacía y cómo llegó a su fin. Su hacedor hizo una buena cosa, pero ese artículo no pudo ser para siempre. Repita esta actividad varias veces; repita el texto y la mímica; diga que Dios obra “para siempre”.

Usted debe contar con por lo menos un artículo para cada alumno. Tal vez querrá llevar a la clase varios pedazos de un mismo vestido; así podrá describir dónde se usaba ese vestido y qué paso cuando lo tenía puesto, etc. Si cuenta con una foto donde usted lo lleva puesto, mejor todavía. Haga lo que pueda para que los chicos se den cuenta de que en una época esa prenda era útil y estaba en buenas condiciones, pero ahora no. Se gastó; se rompió; no era para siempre. Si emplea este enfoque, bien podrá contar con material para dos sesiones, y así no será necesario efectuar un repaso como tal.

 

Ejercicio (b):

Recorte del periódico, o de revistas, fotos de choques de trenes, aviones, edificios incendiados, casas dañadas por inundación, puentes caídos, etc. Si puede ser varias fotos, mejor. O, quizás hay rotura o desgaste en la misma casita o el salón donde usted realiza la clase.

Coloque las fotos, u otra evidencia, delante del grupo; deje que cada uno inspeccione los ejemplos. Describa lo que ha podido suceder: era un edificio bonito, fuerte, útil, etc.; era un avión que volaba rápidamente por los cielos y mucha gente viajaba en él. Ese y el otro objeto parecía como que si era para siempre, pero no lo era. Algo sucedió. (Explique qué ha podido ser ese algo). Repita de tiempo en tiempo el texto de memoria para hacer contraste.

Al final de la sesión, pida que cada uno traiga a la próxima clase un juguete roto, un cuaderno viejo, o algo de la casa que no sirve ya. Procure usted llevar una que otra cosita también.

 

Ejercicio (c):

Trate cada muñeca, cada librito, cada objeto como en los ejercicios anteriores, pero procure esta vez que los pequeños dueños cuenten a su manera lo que sucedió. ¿Cómo recibieron estos artículos en el principio; cómo eran cuando nuevos; qué se hacía con ellos; cómo llegaron a ser inservibles?

 

Ejercicio (d):

Presente de nuevo los siete cuadros del Ejercicio (b) de Lección 21, empleando los dos nombres que usó en aquella ocasión, uno de varón y otro de hembra. Haga hincapié en que ambos eran en su tiempo bebés sanos, niños robustos, adultos bien formados. Pero el pecado moraba en sus corazones y tuvo su efecto en ellos. Corrompidos por el pecado, murieron; Romanos 5.12. El viaje de cada vida terminó.

Haga mención, sin enfatizar mucho el punto, de que sus casas-cuerpos parecían fuertes, pero no podían durar para siempre. Traiga a la memoria las palabras de Dios a Papa Adán y Mamá Eva en Génesis 3.19.

 

Ejercicio (e):

Presente ahora una Biblia vieja y gastada. Explique que una vez era nueva y limpia, pero ahora es otra de esas cosas rotas, y pronto el libro como tal no será de ninguna utilidad. Pero la Palabra de Dios en sí es una cosa que va a durar para siempre; Lucas 21.33. Nuestras Biblias son de papel que no puede perdurar, pero Dios tiene su propia Biblia en el cielo. No sabemos qué apariencia tiene, pero toda la Palabra de Dios está en ella, y ella no pasará; Salmo 119.89, Juan 12.48, Apocalipsis 20.12.

En nuestra próxima lección aprenderemos de otra cosa que existirá para siempre. Es la vida.

Saque ahora su vara o regla; sosténgala en posición horizontal; corra su dedo a lo largo de ella; muestre que tiene un principio y un fin. Pida que varios alumnos hagan lo mismo, palpando ellos el principio, la continuación y el fin del objeto. Explique que esa vara, o esa regla, es como casi todo lo demás en el mundo, y es como nuestros viajes-vidas. Comienza; continúa un tiempo; termina. Mientras usted dice estas cosas, deje que su dedo corra de nuevo. Y ahora otro objeto: un anillo. (Mientras más ordinario el anillo, o un aro, mejor). Póngalo en alto, y con el dedo haga ver que no tiene ni principio ni fin. Permita que cada niño corra su dedo en torno del anillo, para ver que no comienza ni termina. Explique que es como “para siempre” en el sentido que no llega a su fin.

Repita las afirmaciones que hizo al principio: Dios siempre era y siempre será. Su viaje-vida no tuvo principio, ni tendrá fin. El es para siempre y siempre. A la vez, su Palabra es eterna.

 

Trabajo manual:

Quizás habrá aburrimiento; esté preparado con material que los niños puedan colorear. Pueden hacer una fruta, estrella, corazón, serpiente, etc. Cuente con una tabla, o un palo corto. Levántelo como pared de una casa; describa que el viento soplará contra esa pared; deje que caiga, como tumbado por una tempestad. No pudo durar. Permita que los alumnos repitan el ensayo, a ver si sus modelos duran para siempre.

Para terminar: el texto, la mímica y, “¿Qué me puede dar perdón?”

Lección 23 Vida y aliento

Ver
Texto para aprender de memoria:

El es quien da a todos vida y aliento, Hechos 17.25. [Ojo: ¿Qué es aliento?]

 

Mímica:

El Señale hacia arriba; es quien da Suba la mano, y bájela, para sugerir la idea que los regalos vienen de arriba; a todos Un largo movimiento horizontal del brazo; vida Un movimiento brusco de los dedos; y aliento Respire profundamente varias veces

 

Idea de la lección:

Vida y aliento.

Cuando Dios sopló en el hombre nuevo, Él le había hecho vivir y respirar; Génesis 2.7. Dios nos da vida, y por esto tenemos aliento (respiramos); Job 33.4, Hechos 17.25. Tenemos esta vida adentro, en nuestra sangre, Levítico 17.11. No va estar ahí siempre, sino hasta que termine nuestro viaje-vida.

 

La lección — Ejercicio (a):

Al refrescar las mentes con los detalles principales de la lección anterior, llame la atención al Dios eterno y dos cosas que son para siempre: su Palabra, y algo que llamamos la vida.

Repase también la hechura de Adán, cómo Dios le hizo vivir y por esto respirar; Lección 6. Luego explique: “Desde ese entonces todos los nenés han tenido vida. Nosotros también tenemos vida. La vida se queda dentro de nosotros hasta que termine nuestro viaje de la vida, y nos hace poder hacer las cosas. Fíjense en los dedos míos”. Levante las manos, mueva los dedos, diciendo que es la vida dentro de usted que le permite hacer estas cosas.

Continúe: “Ahora déjeme ver cuántos de ustedes tienen vida adentro”. Pida que cada alumno, por turno, mueva los dedos suyos. Hágase ver su aprobación: “Sí, él tiene vida. Vean ustedes como se mueven los dedos. Un niño muerto no puede hacer eso; sus dedos se quedan quietos todo el tiempo. Pero este muchacho tiene vida por dentro”.

Como próximo paso, párese sobre un solo pie para mecer la pierna. Instruya al grupo hacer lo mismo, y hágase usted los mismos comentarios que en el caso anterior. Y, todos juntos, giren la cabeza de lado a lado, arriba abajo, repitiendo usted los comentarios.

Ensaye también con conversación, visión y oído. Pregunte: “¿Qué nos permite hacer estas cosas?”

 

Ejercicio (b):

Lleve a la clase alguna criatura muerta; una mosca, por ejemplo. Permita que los muchachos la inspeccionen de cerca. Señale que tiene alas, patas, cabeza y ojos. Pregunte por qué no puede volar, caminar, mover la cabeza, o ver, como hacen otras moscas. (Respuesta: “No tiene vida”).

Relate la muerte del perro de un niño, el canario de una niña, de un conejo, un gato, etc. Describa las actividades de cada animal en vida, y ahora el silencio y los miembros inmóviles (detállelos). Pregunte cuál sería la razón, guiando los alumnos a responder, “No tiene vida”. Agregue la explicación que cuando el carro arrolló al perro, la pobre criatura quedó tan herida que no podía seguir viviendo. Se le fue la vida.

 

Ejercicio (c):

Explique que respiramos porque tenemos vida. Diga: “Yo tengo vida, y por esto puedo respirar”. Inhale fuertemente varias veces para probar que es así. Pida que los alumnos hagan lo mismo, y luego repita el texto de memoria y la mímica, enfatizando la verdad de que contamos con vida y aliento porque es Dios que nos da.

Ahora muestre al grupo la muñeca suya, señalando las venas azules. Pregunte qué saldría si usted cortara sus venas. (Sangre). Llame a cada niño por turno para que se le acerque; muéstrele a cada uno las venas que él o ella tiene, y háblele de la sangre que fluye dentro del brazo.

Explique que dentro de todo el cuerpo de cada uno de nosotros hay sangre, y que la vida se queda dentro de la sangre. Todos juntos, repitan el ejercicio de mover dedos, pierna y cabeza. Añada este pensamiento: Es la vida que se queda dentro de la sangre que hace posible que hagamos estas cosas.

Finalmente, dígales brevemente a los pequeños que la vida no se queda dentro de nuestra sangre para siempre. Cuando termina el viaje de la vida, sale la vida. La gente no puede respirar, ver, oir, hablar, o moverse de ninguna manera, ya que al marcharse la vida, estamos muertos.

Para terminar la clase: “¿Qué me puede dar perdón?”

Lección 24 La casa-cuerpo

Ver
Texto para aprender de memoria:

El cuerpo no es un solo miembro, sino muchos, 1 Corintios 12.14. [Ojo: ¿Qué son miembros de un cuerpo?]

 

Mímica:

El cuerpo Ponga sus manos sobre el pecho, y páselos abajo sobre su cuerpo; no es Mueva la cabeza para señalar “no;” un solo miembro Levante un dedo; sino muchos Toque cabeza, ojos, nariz, oreja, etc., y luego levante diez dedos.

Explique que estos diez dedos hacen en realidad una sola cosa; son partes unidas entre sí. Esta cosa la llamamos un cuerpo.

 

Idea de la lección:

El verdadero niño (el alma; la próxima lección) vive en nuestras casas-cuerpos. Juan 4.19, 2 Pedro 1.13,14, 2 Corintios 5.1

 

La lección — Ejercicio (a):

Haga recordar la historia de Génesis 1.26,27, 2.7 como fue relatada de una manera muy limitada en Lección 6, cuando el hermoso mundo de Dios era muy nuevo y Él hizo del polvo de la tierra la primera casa-cuerpo, y entonces El sopló en esa casa-cuerpo y lo hizo vivir y respirar. Fue así que fue hecho el hombre; el aliento de Dios lo hizo verdadero hombre para comenzar a vivir en esa casa-cuerpo de tierra. (Deje para la próxima lección toda mención del alma).

Cuente también de cómo Dios hizo la casa-cuerpo de Mamá Eva. Una vez hecha ésta, había dos verdaderas personas viviendo en dos casas-cuerpos. ¿Quiénes eran? Desde ese entonces todo el mundo ha vivido en “casas de barro”, Job 4.19. (Nota: No tan sólo nuestros cuerpos procedieron de la primera “casa de barro”, sino también los alimentos que los sostienen se componen mayormente de materiales recogidos de la tierra por raíces de plantas, ayudadas por hojas, sol, lluvia y aire. Muy literalmente, entonces, somos de la tierra).

 

Ejercicio (b):

Repita el texto para ser aprendido de memoria, con la mímica, para llamar la atención de nuevo a la idea de un cuerpo. Luego continúe: “Nuestros cuerpos, estas cabezas y estómagos, estos brazos y piernas, todos tienen partes distintas que están unidas entre sí. Son las únicas casas en que el verdadero Tú y el verdadero Yo vivimos. Es por esto que muchas veces los llamamos casas-cuerpos”.

Señale a cada alumno en turno, diciendo: “Esta es la casa-cuerpo de … (nombre). Está cubierta en parte de ropa (describa algunas prendas de vestir), así que no lo vemos todo, pero es la casa-cuerpo de … (nombre) y el verdadero … (nombre) vive allí adentro. Termine con comentarios de esta naturaleza acerca de su propia casa-cuerpo.

 

Ejercicio (c):

Dibuje en el pizarrón (uno a la vez, mientras prosiga) esbozos de varios tipos diferentes de casas; por ejemplo, del esquimal, de algún otro país, y de su propio vecindario. O, en vez de usar el pizarrón, usted podría llevar a la clase recortes de revistas, montados sobre cartulina para que los niños los pasen de mano en mano. Hable un poco sobre cada casa, describiendo los niños que viven en ellas, sus costumbres, etc.

Luego dibuje en el pizarrón los rostros de varios niños. O, haga pasar de mano en mano los recortes de revistas o periódicos. Posiblemente las fotos de dos o tres muchachos bastarían de igual modo. Tenga algo que decir sobre cada rostro, y haga ver que se tratan de diferentes casas-cuerpos.

Proceda con llevar a su lado algún chico temeroso o nervioso. Parado él allí, explique a la clase que ellos están observando a una verdadera casa-cuerpo; no es un cuadro, sino una verdadera casa-cuerpo. Describa su cabello como tejas, sus ojos como ventanas, su nariz como el lugar donde entra el sonido. Esto va a entretener a los pequeños, pero la novedad de la táctica va a reforzar el concepto. Repita esta secuencia con otros alumnos.

 

Ejercicio (d):

Una vez que parece que sus alumnos están conscientes de poseer cada uno una casa-cuerpo, párese usted ante la clase, cuerpo recto, y pregunte: “¿Y cuántos de ustedes me han visto a mí?” A lo mejor se levantarán todas las manos. Explíqueles, entonces, que usted les va a decir algo que les sorprenderá. Dígales que nadie en la clase jamás le ha visto a usted, y que nadie en el mundo le ha visto, ¡ni siquiera su mamá! Haga entender a los niños que ellos han visto tan sólo su casa-cuerpo.

Vuelva ahora a sus cuadros y pregunte: “¿Quién puede ver el niño que vive en esta casa?” Ya que ningún muchacho va a estar visible, explique que la razón porque no lo vemos es que el niño vive dentro de la casa. Repita la pregunta para cada uno de sus cuadros de viviendas, enseñando al grupo a responder: “Porque está dentro de la casa”.

Finalmente, haga lo mismo con sus cuadros de rostros; luego, aplique su pregunta a cada alumno en particular. Haga entender que nadie sino Dios puede ver al verdadero niño que vive dentro de su casa-cuerpo.

Lección 25 La verdadera persona

Ver
Texto para aprender de memoria:

Fue hecho el primer Adán alma viviente, 1 Corintios 15.45 [Ojo: ¿Qué es alma? Es la verdadera persona, quien vive en una casa-cuerpo.]

 

Mímica:

Fue hecho La señal para “hacer;” el primer Adán El movimiento para “hombre”, como en Lección 6; alma viviente Un movimiento rápido de los dedos

 

Idea de la lección:

La verdadera persona que vive dentro de una casa-cuerpo se llama un alma. Esta lección es simplemente una extensión de la anterior, pero se deben mantener separadas para reforzar la distinción entre la casa-cuerpo y el alma.

 

La lección — Ejercicio (a):

Haga mención de nuevo de la historia de la creación de Adán, distinguiendo claramente entre la casa-cuerpo, hecha del polvo de la tierra, que fue formada primeramente, y el verdadero hombre que fue a vivir allí adentro cuando Dios sopló vida y aliento en la casa-cuerpo; Génesis 1.26,27, 2.7.

Agregue más detalles según Génesis 5.3; Dios les envió unos nenés a Papá Adán y Mamá Eva. Primeramente llegó el nené Caín; otro, también varoncito, fue Abel; muchos años después, llegó Set. El pequeño Caín tenía una casa-cuerpo, como tenían sus padres antes de él, y allí adentro vivía el verdadero muchachito Caín. ¿Y cómo llamamos nosotros a la verdadera persona que vive en su casa-cuerpo?

Usando las mismas palabras, cuente del Niño Abel y el Niño Set. De último cuente de las niñitas cuyos nombres nosotros no sabemos, Génesis 5.4, terminando cada relato con la pregunta que está al final del párrafo anterior.

“Y así ha sido siempre desde ese entonces. Cada varoncito que nace tiene una casa-cuerpo con un verdadero niño viviendo adentro, y cada hembrita también tiene su casa-cuerpo con una verdadera niña adentro. ¿Y cómo llamamos nosotros a la verdadera persona que vive en su casa-cuerpo?

“Los nenés varones no quedan nenés para siempre, ni las nenes hembras son siempre nenes. Ellos crecen y crecen, hasta que pueden venir a la escuela bíblica como hacen ustedes”. Ahora diríjase a cada alumno en particular, uno tras otro: “Una vez tú fuiste un bebé recién nacido. Dios te dio una casa-cuerpo, y puso dentro de esa casa-cuerpo a un verdadero niño. El verdadero niño que vive en esa casa-cuerpo es … (nombre). Yo no le veo; ninguno de nosotros puede ver a ese niño/niña. Sólo Dios puede ver a ese verdadero niño / niña allí adentro. ¿Y cómo llamamos nosotros a la verdadera persona que vive en su casa-cuerpo?”

Habiendo recibido la respuesta deseada —un alma— amplíe la idea; tocando el cuerpo del alumno, diga: “Sí, esta es la casa-cuerpo de … (nombre), y allí muy adentro vive el alma de … (nombre)”.

 

Ejercicio (b):

Párese frente a la clase, extienda su brazo izquierdo, y pregunte qué es. Una vez recibida la respuesta que ése es el brazo suyo, pregunte: “Ahora, supongamos que hay aquí presente un soldado fuerte con una espada aguda. ¡Y supongamos que él me quita el brazo! ¿Yo sería todavía yo mismo?” Póngase de acuerdo con los pequeños que usted sería todavía la misma persona, y (todavía haciendo caso omiso de lo raro de esta forma de hablar), explique: “Sí, yo sería todavía yo mismo. Este brazo es tan sólo una parte de mi casa-cuerpo. El verdadero yo vive muy adentro”.

Luego, quítese el otro brazo, y sus piernas, y finalmente, imitando dramáticamente cómo el soldado tal vez lo haría, pero sin matarle aún, quítese su cabeza. Después de cada amputación, ofrezca comentarios al estilo de lo que hemos trazado arriba. (No vaya a pensar que estos detalles son frívolos. Sus pequeños alumnos siempre han pensado que sus cuerpos son su verdadera persona. Si usted va a impresionarles que no es así, tendrá que repetir y enfatizar).

Proceda ahora a contar relatos de niños que sufrieron accidentes que les costaron un brazo, pie u ojo. Haga entender que ellos perdieron una parte de su casa-cuerpo, pero siguen siendo quienes eran. Repita el texto de memoria de la lección anterior, con la mímica, y señale que la pérdida de un miembro no afecta a la verdadera persona. El cuerpo es la casa hecha del polvo de la tierra, y adentro mora el alma, la verdadera persona.

Como ilustración adicional, describa una casa con un niño viviendo en ella. Un muchacho malo rompe todas las ventanas; una tormenta quita las tejas del techo; un camión tumba la puerta. Pero con todo hay un niño viviendo allí adentro.

 

Ejercicio (c):

Este ejercicio final va a requerir tiempo y paciencia, pero no será difícil si usted ha hecho el trabajo preliminar. Vaya a cada alumno por turno, coloque la mano suya sobre el hombro del muchacho, o sobre su cabeza, y pregúntele de la manera siguiente:

“¿Eres tú?” Es probable que conteste que sí.

“¿Realmente eres tú?” Si el niño insiste en decir que sí, proceda a otro, para volver a éste más tarde.

“¿Esto eres tú?” “No; es mi casa-cuerpo”.

“Y el verdadero tú, ¿dónde vive?” “Adentro”.

“¿Cómo es que llamamos al verdadero tú?” “Mi alma”.

Una vez que usted haya recibido respuestas como estas últimas, su aplicación se ha realizado.

 

Trabajo manual:

Ayude al grupo hacer hombres y mujeres de barro, plastilina u otro material. Repita el ejercicio de Lección 6, mostrando que no podemos inyectar aliento, o vida, en una verdadera persona dentro de pedazos de barro. Por esto, estas casas-cuerpos no son casas-cuerpos de verdad; estas “personas” que ellos han fabricado no son personas. No podemos hacer que vivan, ni podemos poner verdaderas personas adentro. Sólo Dios puede.

Para terminar: “¿Que me puede dar perdón?”

Lección 26 El alma se traslada

Ver
Texto para aprender de memoria:

Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, Hebreos 9.27

 

Mímica:

Está establecido Empleando la mano derecha, finja escribir sobre la palma de la izquierda; para los hombres Un lento movimiento horizontal del brazo, como para abarcar a todos que mueran Cabeza abajo, ojos cerrados; una sola vez Levante un solo dedo

 

Idea de la lección:

El día de mudanza para el alma; 2 Pedro 1.13,14

 

La lección — Ejercicio (a):

Gane la atención colectiva de la clase por medio de una repetición (de parte de unos pocos alumnos) del Ejercicio (c) de la lección anterior.

Para comunicar el pensamiento que la casa estaba vacía porque la gente se había mudado (trasladado), cuente unos pocos relatos al estilo de los siguientes. Válgase de recortes u otro material ilustrativo.

Un zorro perseguía un conejo y vio que había un huequito en un tronco caído. Una vez vuelto a su cueva, él se acuerda de ese hueco, y después de la siesta va a verlo. Huele a ratoncito, pero su mucho cavar le deja descubrir tan sólo un nido vacío. La casa del ratoncito estaba vacía porque los ratones se habían marchado a otra parte.

Y, un gato visita el poste donde unos pajaritos tenían su nido. El nido está vacío; la mamá les había enseñado a los pajaritos a volar, y ellos se fueron a vivir en otra parte. … Un águila percibe entre los bejucos, cerca del río, el nido de un pato silvestre, pero no encuentra ningún pato. … Una gente visita la casa de sus amigos. Tocan y tocan, pero nadie responde. Describa todo el movimiento que ellos hubieran presenciado al haber visitado el día anterior: hombres cargando muebles, la señora recogiendo cositas, el camión cargado de enseres. Al haber visto eso, los amigos hubieran sabido que la gente ya no estaba en la casa; se habían mudado.

Terminados sus relatos, pregunte: “¿Por qué estaba vacío el hueco que el zorro descubrió? … ¿Y por qué no había pájaros en ese nido? Y …?”

Ahora es el momento para afirmar la lección: Así es con nuestras casas-cuerpos. A veces uno se enferma. Le llevan a la clínica, o al puesto de socorro, pero no hay remedio. O, una casa-cuerpo sufre un grave accidente. Las heridas son tan graves que la verdadera persona —¿Cómo es que se llama?— no puede seguir viviendo allí adentro. La verdadera persona —el alma— se traslada. La gente ve a la pobre casa-cuerpo y dicen que está vacía, o muerta, porque ya se fue el alma que antes estaba allí adentro.

¿Por qué dicen que la casa-cuerpo está vacía, o muerta? No explique más por el momento.

(Esta verdad será completamente nueva para la mayoría de sus alumnos. Aun cuando se entienda rápidamente, hace falta repetición para que se les registre bien en la mente. Una vez que ellos capten esta verdad, les será un faro para alumbrar muchos de los problemas de la vida. El escritor de estas lecciones ha probado esto en muchas oportunidades. Recuerdo con gran satisfacción la lucidez con que cierta niña explicó a sus asombrados parientes qué fue lo que realmente sucedió cuando murió su hermanita).

 

Ejercicio (b):

Presente una vez más las ilustraciones y el repaso del viaje de la vida, Lección 21.               Una vez que los niños se acuerden de esto por trazar el curso de la vida (“Y así terminó su viaje de la vida”), señale cada cuadro con el dedo o una varilla y pregunte al grupo acerca de Fulano y de la hembra. Así:

Recién nacido, él vino a vivir con su papá y su mamá en esta casa. Pero el verdadero nene Fulano tenía su propia casa-cuerpo, ¿no es verdad? A su mamá le agradaba mucho llevar su bebé de allá para acá, y jugar con él también. ¿Ahora, ese niño estaba viviendo en su propia casa-cuerpo cuando ella hacía esto?

Describa los incidentes en cada uno de los pasos 2 al 7 en Lección 21, y termine esta fase con la misma pregunta. En el punto 6, mencionada ya la enfermedad de Fulano, y formulada nuestra pregunta (“¿Ahora, ese niño estaba viviendo en su propia casa-cuerpo …?”), describa cuán enfermo estaba él. Ni medicinas ni el hospital podían mejorar su casa-cuerpo. Explique con cuidado que la casa-cuerpo ya no servía como hogar para el verdadero Fulano. La casa-cuerpo había perdido su razón de ser; el verdadero muchacho —su alma— tenía que mudarse. Su pobre casa-cuerpo, vacía y muerta, fue puesta en el cementerio (cuadro 7, Lección 21). Se había terminado su viaje de la vida; era el día de mudanza para su alma.

 

Ejercicio (c):

Explique más sobre lo que sucedió al niño / niña, y que esto puede suceder a nosotros también. Repita el texto para ser aprendido de memoria, junto con la mímica. Sea tierno al hablar de esto y aplicar las verdades que vamos a mencionar. No deje que ningún niño se asuste más de lo que puede soportar. Es el deber suyo enseñar estas verdades que Dios nos ha comunicado, pero de una manera que sirva de base para una comprensión mayor cuando estos pequeños sean más grandes.

No es el deber suyo advertirles ahora de huir de la ira por venir. Usted no está tratando con personas que han alcanzado una edad de responsabilidad ante Dios. La salvación procurada por el Hijo del Hombre está entre estos pequeños y los que perecen; véase Mateo 18.11 al 14.

Proceda a dibujar en el pizarrón, o desplegar recortes, la figura de una casa. Cuente de la gente que vivía varios años en ella; de las ventanas que fueron rotas; de la puerta caída; del piso con grietas. Cuente de la gran tempestad que cayó sobre la casa. Borre la ilustración y ponga en su lugar una gran “X” para representar la masa de desechos.

Pregunte: “¿Podría seguir la gente viviendo en esa casa?” Ayude al grupo a llegar a la conclusión que esa gente tendría que buscar otra casa mejor.

El próximo paso es el relato del rico y Lázaro, dejando afuera por ahora cualquier referencia a la perdición del rico; Lucas 16.19 al 22. Describa el desgaste de la pobre casa-cuerpo del mendigo y la tempestad final de enfermedad que cayó. Lázaro no podía continuar viviendo en esa casa-cuerpo; él tenía que mudarse un día, y los ángeles le llevaron al feliz lugar de comodidad que Dios tiene. Al ser posible, emplee para este relato una ilustración en colores.

 

Trabajo manual:

Cada alumno hace algún objeto para representar algún mueble u otro detalle de una vivienda. Coloque usted estos objetos en una caja, y luego rompa dos lados de la “casa” para que sea inservible como vivienda. Luego, permita que cada alumno transporte algún objeto a un lugar mejor, empleando un camión de juguete que usted ha traído con este fin. Este lugar mejor puede ser otra caja o un rincón alejado de la “casa” arruinada.

Lección 27 La morada celeste

Ver
Texto para aprender de memoria:

Elías subió al cielo, 2 Reyes 2.11

 

Mímica:

Elías Diga: “El era un hombre / profeta de Dios”. Subió al cielo Señale hacia arriba al decir “subió”, y más arriba al decir “al cielo”

 

Idea de la lección:

Un mejor lugar donde vivir; el hogar feliz y santo que Dios tiene en el cielo.

 

La lección — Ejercicio (a):

Despliegue de nuevo los cuadros que usted usó para la lección sobre el viaje de la vida, trazando la ruta para refrescar la memoria de cada cual.

Repase los detalles principales (más que todo preguntando a los niños) de la lección sobre la casa-cuerpo, luego la verdadera persona, el alma y el día de la mudanza. De esta manera usted descubrirá en qué medida los pequeños han captado estas verdades tan relacionadas entre sí, y usted podrá reforzar los puntos débiles.

Finalmente, explique que el alma es otra de esas cosas que van a existir para siempre (Lección 22; el anillo).

 

Ejercicio (b):

Relate de nuevo la historia del mendigo Lázaro, haciendo mención de cada uno de los puntos señalados arriba: su viaje de la vida, su casa-cuerpo, el verdadero Lázaro adentro, el día de mudanza para su alma y el lugar mejor donde vivir (el lugar feliz de comodidad). Y, remate esto con decir que él está ahora en el cielo y nunca más tendrá que buscar un lugar donde vivir mejor. (Desde luego, en sentido estricto este comentario debería referirse a su nueva casa-cuerpo, 2 Corintios 5.2. Pero no será sino después de muchas clases que los niños tendrán estos conceptos suficientemente desarrollados como para captar esta preciosa verdad).

 

Ejercicio (c):

Traiga a la memoria los detalles principales de Lección 12, Ejercicio (b), sobre los mensajeros de Dios, los profetas. Luego, prosiga.

Uno de aquellos profetas era Elías. No sabemos nada acerca de cuándo comenzó su viaje de la vida, pero sí sabemos de algunas cosas que sucedieron. Recuente, pero sin insistir mucho, cómo Dios le envió a decir a su pueblo pecaminoso que Dios no les iba a bendecir ni enviaría lluvia para hacer crecer su cosecha de granos; como Él dio de comer a su profeta junto al arroyo de Querit y en casa de la viuda, 1 Reyes 17.1 al 16. Para evitar confusión entre este milagro y otro en el ministerio de Eliseo, no haga mención del hijo de la viuda restaurado a vida. Cuente del gran acontecimiento en el monte Carmelo, 1 Reyes 18.17 al 46. Pase de allí al final de su vida, o sea su traslado al cielo, 2 Reyes 2.1 al 18. Procure obtener una ilustración de esta escena.

Enfatice que esta vez Dios hizo algo por su mensajero que Él no hace a favor de la mayoría de las personas: El le dio otro tipo de día de mudanza. En vez de esperar que la casa-cuerpo de Elías estuviera tan enferma y desgastada que ya el profeta no podría seguir viviendo en ella, Dios permitió que su vida terminara cuando su casa-cuerpo todavía estaba en buenas condiciones. Así que Elías no tenía que hacer mudanza de su casa-cuerpo; Dios más bien trasladó el verdadero Elías— el alma de Elías— a otro lugar, junto con su casa-cuerpo. Le llevó a su feliz, cómodo hogar en el cielo. (Desde aquí en adelante, utilice esa fraseología al referirse al cielo).

Relate la historia de su traslado, de la tempestad (torbellino) con espacios brillantes de luz que lo hacían parecer como un carro de fuego tirado de caballos de fuego, y de su llegada al feliz, santo hogar. Aquel fue el día del traslado de Elías, cuando él y su casa-cuerpo fueron a vivir en un lugar mejor.

(Recomiendo que usted lea el pasaje bien en casa y haga anotaciones para poder relatar todo esto con mayor facilidad en la escuela bíblica). Repita el texto de memoria con la mímica.

 

Ejercicio (d):

Presente a la clase dos muñecos que usted va a usar para representar a dos hombres: Lázaro y Elías. El primero, que representa a Lázaro, debe ser marcado con marcador o tiza roja para sugerir erupciones en su cuerpo casi desnudo. Converse de esta manera: “Este pobre muñeco será Lázaro, el hombre que era mendigo. ¡Pobre, pobre Lázaro! ¡Tantas llagas en su casa-cuerpo! Él está tan enfermo y hambriento. Los perros han lamido sus llagas, pero así no se curan. Doctor— como si un médico estuviera detrás de usted— ¿usted puede curar a don Lázaro? No, nadie puede hacerle sano. Entonces él no va a poder vivir mucho más en esta casa-cuerpo. Vamos a acostarle con cuidado. Su alma, ese verdadero Lázaro que vivía adentro, debe marcharse a vivir en otro lugar”. Ahora, con las dos manos, haga como si estuviera llevando su alma hacia el lugar que Dios ha preparado (otra parte del salón o patio). Explique que en realidad fueron los ángeles que hicieron eso.

Mientras usted repite las ideas principales de todo esto, oriente a cada alumno para que lleve el alma al lugar de comodidad. Este ejercicio, en vez de ser de mero entretenimiento, debe ser una actividad solemne que ayudará en alguna medida a fijar en las mentes las ideas que usted está enseñando.

 

Ejercicio (e):

Relate la historia de la vida real que dio origen al buen himno, “En una carpa un gitano moría”. (¿Dónde usted vive, ¿la gente conoce a los gitanos?) La maestra de escuela dominical visitó al muchacho en la vivienda miserable de una tropa de gitanos. Su casa-cuerpo estaba muy enferma, tan así que él no iba a mejorarse. Ella le contó del amor del Salvador, y que él iba a tener pronto un día de mudanza. El aceptó a Cristo como su Salvador, y antes de ir a ese lugar santo y cómodo que Dios ha preparado en el cielo, dijo una y otra vez: “Otra vez más, otra vez más, cuenta la historia del buen Salvador …”

Lección 28 Más sobre el hogar feliz

Ver
Texto para aprender de memoria:

He aquí una puerta abierta en el cielo, Apocalipsis 4.1 [Ojo: ¿Qué quiere decir “he aquí?”]

 

Mímica:

He aquí una puerta Señale y mire hacia arriba; abierta en el cielo Todavía mirando arriba, abra una puerta imaginaria

 

Idea de la lección:

Lo que Juan vio: más acerca del hogar feliz y santo que tiene Dios en el cielo. Apocalipsis 4.1 al 11, 5.1 al 12

 

La lección — Ejercicio (a):

Lleve a la clase uno de los muñecos que usted usó en la lección anterior, para que sirva de modelo de la casa-cuerpo del gitano. Para una carpa, puede usar un cartón grande, doblado en dos como una “V” invertida. A título de introducción, realice una actividad con la clase al estilo de aquéllas para las historias de Lázaro y Elías, para representar el alma del gitano en el día de la mudanza, cuando el verdadero muchacho se trasladó a un lugar mejor, el feliz y santo hogar que Dios ha preparado en el cielo.

 

Ejercicio (b):

Comience: “Ahora, la Palabra de Dios nos cuenta unas cosas maravillosas acerca de su hogar feliz, santo en el cielo. Nos cuenta de un hombre llamado Juan y de las cosas maravillosas que él vio cuando Dios, por su Espíritu, le llevó hasta la puerta del cielo y le mostró paisajes en su feliz, santo hogar allá arriba”.

Prosiga con describir lo que él vio:

Apocalipsis 4.1 al 11: La primerita cosa que él vio fue un gran sillón, o trono, como nadie en la tierra jamás ha visto. Dios, el Padre, estaba sentado sobre el trono. Desde el trono salían rayos y truenos y el sonido de voces. ¡Ha debido ser espantoso de verdad! Pero en derredor de todo ese espléndido trono había un gran arco iris: no la mitad de un círculo como nosotros vemos a veces después de la lluvia, sino un círculo entero, por todos lados del trono. Y el color que más se notaba era un hermoso verde.

Cuando Juan vio al Gran Ser sentado sobre el trono, se dio cuenta de una vez que no era como un hombre, sino como dos piedras muy preciosas. Una brillaba blanca como un diamante, y la otra roja como el fuego. Había un aro de tronos menores en derredor del gran trono de Dios. Eran los veinticuatro ancianos, con ropa del blanco más blanco, y sobre sus cabezas coronas de oro.

Frente al gran trono de Dios, Juan vio siete lámparas encendidas, y frente a ellas un mar de cristal. Este mar era algo como una vasta palangana o ponchera con paredes de cristal tan transparentes como vidrio.

Paradas detrás, en frente y a cada lado del gran trono había cuatro criaturas extrañas, cada una con seis enormes alas y que veían por todas partes. Todos los días y todas las noches (de la tierra), aquellas criaturas decían, “Santo, santo, santo es el Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir”. Entonces ellos daban gracias y atribuían adoración a Dios el Padre, y los veinticuatro ancianos se postraban ante él, y le adoraban, y echaban sus coronas ante él.

Apocalipsis 5.1 al 12: Cuando Juan vio de nuevo al gran Dios Padre sentado sobre su trono, él vio que Él tenía en la mano un libro extraño que estaba cerrado con siete sellos. Un ángel fuerte clamó a gran voz para que alguien viniera a abrir el libro y leer lo que decía. Nadie entre los hombres se hallaba digno y capaz de hacerlo. Entonces vino Uno realmente digno y capaz de hacerlo. Él se paró frente al trono de Dios Padre y tomó el libro en sus manos. Juan sabía de una vez quién era. Era el Hijo de Dios.

Comenzó el nuevo cántico en el cielo tan pronto Él hizo esto. Los cantores de ese maravilloso canto eran las grandes multitudes de pecadores cuyos pecados habían sido lavados por la sangre de Jesús. (Obsérvese que los cantores del versículo 8 son símbolos de los redimidos de todos los tiempos, como se ve por el versículo 9). ¡Oh! cuán hermoso ese cántico. Era un coro acerca del Cordero digno, es decir, el Hijo de Dios.

Los padres y las madres estaban allí, millones y millones de ellos. Y también millones y millones de niños; niños negros, asiáticos, de piel roja, blancos: niños de toda la tierra. Nadie en el mundo jamás ha oído algo tan maravilloso como el canto de los que entonaban el cántico nuevo. Y en derredor de ellos había otro círculo, formado éste por los millones de millones de ángeles. Ellos no cantaban, porque nunca habían sido pecadores que necesitaban tener sus horribles pecados lavados en la sangre de Jesús. Más bien, ellos clamaban en alta voz: “El Cordero es digno …”

Esto no es todo lo que Juan vio del feliz, santo hogar en el cielo, pero será suficiente para esta lección. Tendremos que dejar el resto para otra ocasión. Ahora vamos a hacer un ejercicio para recordar.

 

Ejercicio (c):

El propósito de este ejercicio es fijar en la mente los detalles que hemos tratado.               Pronto tendremos que enseñar algunas verdades muy desagradables, así que favor de tomar en serio este proyecto. Ponga en orden ante el grupo sus materiales y comience a construir un juego de objetos crudos para representar las personas y cosas de la lección.

Primeramente, haga una gran silla con espaldar, para representar el gran trono. Dos de los chicos pueden hacer o buscar dos piedras para representar a Dios el Padre sentado sobre el trono. Para los veinticuatro ancianos, vamos a usar veinticuatro pedazos de plastilina o de barro, y así cuatro pedazos más grandes y de otro color para representar los cuatro seres vivientes.

Una medialuna de cartón, coloreada como para sugerir el arco iris, puede ser colocada sobre el trono, con las puntas en pedazos de plastilina o barro. Una vez que usted y sus alumnos hayan arreglado esto objetos en sus respectivas posiciones, repase con ellos los detalles ya narrados de Apocalipsis 4.

Para Apocalipsis 5 usted necesitará sólo una figura más —una persona parada ante el trono para recibir el libro— y también muchos pedazos que representarán la multitud de cantores en un círculo en derredor del círculo de los veinticuatro ancianos. Y, adicionalmente, otro gran aro, diferente al anterior, que representará la hueste angelical.

Y ahora usted debe repasar toda la historia de lo que Juan vio.

Para terminar: “¿Qué me puede dar perdón?”

Lección 29 Felicidad y santidad

Ver
Texto para aprender de memoria:

Enjugará Dios toda lágrima de ellos, Apocalipsis 21.4 [Ojo: ¿Qué quiere decir enjugar?]

 

Mímica:

Enjugará Dios Abra la palma de una mano, levantándola, y señale hacia arriba con un dedo de la otra; toda lágrima Frote los ojos con la primera mano levantada; de ellos Mueva el brazo horizontalmente

 

Idea de la lección:

Lo que vio Juan; más acerca del hogar feliz y santo en el cielo.

 

La lección — Ejercicio (a):

No habrá tristeza ni lágrimas, Apocalipsis 21.4; ¿Se acuerda de sus historias sobre la tristeza en Lección 10? Cuéntelas de nuevo y al final comente: “Aquello sucedió aquí en la tierra. Ha habido mucha tristeza y muchas lágrimas desde que el pecado entró en el corazón humano, pero no habrá en el cielo”. Repita entonces el texto de aprender de memoria y la mímica.

Repase también las escenas celestiales de la lección anterior, mostrando a la clase uno de los modelos que se hizo para sugerir el trono central, el círculo de los veinticuatro y en derredor de él la hueste de ángeles. Enfatice que nadie lloraba. Más bien, los pecadores lavados en la sangre estaban todos cantando en torno del trono.

 

Ejercicio (b):

No habrá dolor, Apocalipsis 21.4: Vea cuántas cosas pueden nombrar los pequeños como causas del dolor, como un dolor de muela o de oído, un dedo cortado, una rodilla aporreada, etc. No más muerte, 21.4: Repase Ejercicios (a) y (b) de Lección 21, empleando los cuadros al ser posible. Muestre que los viajes-vidas nunca terminan en el cielo, sino que siguen para siempre jamás porque los pecadores lavados en la sangre cuentan con la vida eterna.

No habrá allí más noche, 22.5: Haga mención de Ejercicios (b) y (c) de Lección 3 y repita el texto y la mímica de aquella lección. Luego haga entender que el sol, la luna y las estrellas no pueden brillar en el cielo, pero aun así nunca habrá noche. No habrá velas, lámparas ni luces eléctricas porque no harán falta. El Hijo de Dios, El mismo, será la luz en aquel lugar. Los muchachos y las muchachas en aquel país feliz nunca más tendrán miedo de la oscuridad.

No habrá más maldición, 22.3 con Génesis 3.17,18: Relate la historia de Génesis 3 acerca del día triste cuando el pecado llegó a vivir en el corazón humano, enfatizando el resultado lamentable de espinos, mala hierba y lugares desérticos; todo como consecuencia del pecado. Pero en el cielo no habrá pecado, de manera que habrá gozo y felicidad en vez de maldición. Dios no esconderá su rostro, sino que los niños y las niñas “verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes”, 22.4.

 

Trabajo manual:

Para Ejercicio (a) — Surta a cada niño papel apropiado para que pueda confeccionar un pañuelo. Si usted desea, esto se puede hacer al final del ejercicio y puede ser usado en la repetición del texto para aprender de memoria. Los pañuelos se guardarán para uso posterior. O, se puede hacer una vez terminado Ejercicio (b).

Alternativamente, puede realizar este trabajo manual tanto al final del (a) como al final del (b).

Para Ejercicio (b) —

1. Cada niño hace un pañuelo de papel, o le muestra el que hizo anteriormente. Explique que los pañuelos quitan las lágrimas.

2. Corte vendas y úselas para vendar el dedo suyo supuestamente herido y también el dedo de cada alumno. Explique que las vendas son para las quemaduras y heridas.

3. Corte tiras de papel o tela negra o morada para que cada alumno lleve en el brazo o solapa, según la costumbre en su país, una señal de estar de luto. Explique que cuando nuestros seres queridos nos dejan a causa de la muerte, ellos dejan atrás su casa-cuerpo.

4. Dibuje en el pizarrón algo que represente un cardo; cada alumno lo copiará en papel. Explique los cardos, abrojos y mala hierba son parte de la maldición que Dios mandó sobre la tierra cuando el pecado vino a morar en el corazón humano.

Hecho todo esto, saque a la vista una cesta para desperdicios. Repita, usted solo, el texto de memoria, empleando el pañuelo y la mímica. Entonces anuncie claramente: “En el cielo no habrá ni tristeza ni lágrimas”, y bote el pañuelo en la cesta.

Ahora, llame a sí todos los alumnos, en grupos pequeños. Repita con ellos el texto e instrúyalos a decir con usted: “En el cielo no habrá …”, lanzando a las vez sus pañuelos a la cesta de desperdicios. Haga lo mismo, sin el versículo, con las vendas, tiras y abrojos; nada de esto hará falta en el cielo.

 

Ejercicio (c):

La ciudad cuadrangular, Apocalipsis 21.9 al 27: Otra gran visión de Juan fue cuando el ángel le mostró la ciudad llamada la Nueva Jerusalén. Era muy, muy diferente a cualquier otra ciudad construida por gente del mundo porque Dios fue quien la hizo; Hebreos 11.10. De largo tenía 2400 kilómetros (“Vamos a contar: uno, dos, tres …”), de ancho 2400 kilómetros (Cuente), y maravilla de maravillas, de alto 2400 kilómetros, 21.16. Así que, en ella cabían todas las personas cuyos pecados han sido lavados. Y, ¿qué me puede lavar los pecados?

La ciudad era de oro puro, como tiene Dios en su hogar feliz en el cielo, porque era como vidrio claro que nos deja ver desde un lado a otro, 21.18. La ciudad tenía una sola calle y también era de oro del mismo tipo, 21.21. No tenía luces porque el Hijo de Dios va a vivir en ella con todo su pueblo y Él será su luz, 21.23. El río del agua de vida fluye en la ciudad. Viene del trono de Dios y tiene a su lado el maravilloso árbol de vida. Descríbalo, 22.1,2. Si la atención es buena, también puede describir la pared de jaspe, las doce puertas guardadas por ángeles y los doce cimientos adornados de piedras preciosas, 21.12 al 21.

Por último Juan aprendió qué clase de gente iba a vivir en aquella ciudad maravillosa. Son aquellos cuyos nombres están inscritos en el libro de la vida del Cordero, 21.27. Explique, pero no intente aplicar la verdad, que tan pronto que los pecados de un niño sean lavados, su nombre se escribe en ese libro, y ese niño está seguro de su lugar en la ciudad cuadrangular.

Para terminar: “¿Qué me puede dar perdón? …”

Las pisadas del niño

Ver
Llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, Mateo 18.2

De esta manera el Señor Jesucristo, valiéndose de un muchacho como una lección ilustrada, exigió de los discípulos que considerasen algunas características de la niñez. Él tenía pleno conocimiento de aquellas características, y aquí insta a sus seguidores que observen y reflexionen acerca de los niños pequeños para su propio beneficio. “De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos”, 18.3,4.

Con otro fin el apóstol Pablo exhorta a los corintios —y a nosotros— con las palabras de 1 Corintios 9.22: “Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve algunos”.

Esto lo hizo “por causa del evangelio”. Este ajuste para acomodarse a los demás fue hecho posible por su comprensión esclarecida de aquellos a quienes él buscaba para ganarlos a Cristo; Filipenses 4.9. Nosotros también tenemos a aquéllos a quienes queremos conducir al Salvador. Ellos son pequeños y débiles, pero son parte del “todos” que necesitan la salvación que Dios ofrece.

Es evidente que tendremos que hacernos como pequeños niños para ganar a niños pequeños. No bastará que nos paremos en el pináculo de nuestro estilo de actuación y pensamiento como adultos, pregonando el mensaje a los chicos allí en el valle. Más bien tendremos que seguir en los pasos del Buen Samaritano en su misión de misericordia para con el herido al lado del camino a Jericó. Él llegó a donde estaba el necesitado.

En nuestro desarrollo nos hemos alejado de aquellos tiempos infantiles. Nadie reconoce esto mejor que aquellos que han dedicado mucho tiempo al estudio de esa etapa de la vida. Volvamos, pues, a explorar de nuevo aquellos años olvidados; seamos como Eliseo en 2 Reyes 4, “tendido sobre el niño a su medida precisa”.

 

En los primeros años de la vida de un nene no hay otro proceso más maravilloso que el despertamiento de los cinco sentidos especializados. Comenzando desde cero, pero con unas pocas sensaciones indefinidas tal como la gula, el nene avanza hasta ver y oír, y luego a saborear y olfatear. Más tarde, unos pocos cuadros mentales —conceptos— entran por vía del ojo hasta la galería de su cerebro, y nace el reconocimiento; así el bebé entra en una nueva etapa del desarrollo mental.

Pronto lo pequeños brazos se mueven con cierto sentido y los pies dejan de moverse sólo por impulsos sin razón. Los pequeños gestos de voluntad propia empiezan a hacerse notar; no mucho después las manos se extienden adrede para alcanzar los pies y los objetos en derredor. De esta manera se desarrollan los músculos de las extremidades y se adquiere cierta coordinación entre la mente y los músculos, necesaria para el uso futuro en abrazar, gatear y caminar. A la vez, la puerta del oído ha venido admitiendo unas impresiones que más adelante van a formarse en palabras habladas.

Pasando por el segundo año, la criatura responde con mayor facilidad a lo que dicen o hacen. Tiene mayor dominio propio, aprende a caminar y a andar, alimentarse, jugar con diferentes objetos y —de especial interés a nosotros— él desarrolla el sentido del tacto. Los maestros de las clases de principiantes deben tener ejercicio en aprender a comprender esta necesidad de tocar, que forma la base del hacer. Es otra puerta del niño, y se desarrolla marcadamente en el período que nos interesa.

En el tercer año lo común es una gran actividad física. Se manifiesta el instinto de hacer algo por cuenta propia, aun en actividades típicas como la de ponerse los zapatos, o vestir la muñeca. Es esta aparición de iniciativa que es responsable por muchas de las travesuras que tanto fastidian a las madres jóvenes.

Lección 30 Los malos y su cárcel

Ver
Texto para aprender de memoria:

Los malos serán trasladados al Seol , Salmo 9.17

 

Mímica:

Los malos: Pase el dedo índice a través del corazón ¾la señal del pecado¾ para sugerir el corazón pecaminoso; trasladados: Pretende empujar hacia abajo con las dos manos, como haría con un perrito; al Seol: Menee la cabeza lentamente y señale hacia abajo.

 

Idea de la lección:

La cárcel de Dios, comentando que Seol, llamado también hades, es como el infierno, pero sin abundar sobre esto. Mateo 25.41, Números 16.33, Efesios 4.9, Lucas 16.19 al 31, Apocalipsis 20.1 al 7

 

La lección — Ejercicio (a):

Cuando Juan estaba arriba en el cielo él vio qué clase de gente va a vivir en la maravillosa ciudad cuadrangular. Serán aquellos que tienen sus nombres inscritos en el libro de la vida. ¿Y cómo es que una persona puede tener su nombre escrito allí?

Juan vio otra cosa también. Él vio un gran número de personas llegando para pararse ante el gran trono blanco de Dios en el día del castigo. Vio también de dónde venían. Era la cárcel de Dios, Apocalipsis 20.13. No abunde más sobre esto.

Platique ahora un poco acerca de la policía ¾ quiénes son los policía y qué hacen ellos a favor de nosotros. Entonces dibuje en el pizarrón una ventana. Puede usar líneas gruesas para representar barras, diciendo algo como, “Hay esta barra gruesota de hierro que va de arriba abajo. Y ahora otra, y otra. Fíjense en esta reja tan fuerte. ¿Saben por qué estoy dibujándola? Es porque esta es una ventana en la cárcel de la policía. Las ventanas y las puertas tienen que tener estas barras para que los malos no puedan salir”.

Describa a algunos que de veras merecen estar allí: el que tomó el dinero de la señora, otro que forzó la entrada en una casa en la noche, un joven muy malo que lanzó una gran piedra para romper el vidrio en una tienda. Todos ellos fueron perseguidos, capturados y puestos en la cárcel de la policía.

 

Ejercicio (b):

Dios también tiene una cárcel. La hizo para poner allí a Satanás y los ángeles malos. Repase las ideas principales de Lección 20. Satanás no está en la cárcel de Dios todavía, pero él y sus ángeles pecaminosos van a ser puestos allí más tarde, Apocalipsis 20.1 al 7. Una vez ciertos pecadores bajaron a ese lugar, Números 16.29 al 34.

Pero eso fue “algo nuevo” que Dios hizo una sola vez. Repase su enseñanza basada en Lecciones 24 al 26 y haga ver que el cuerpo va al sepulcro cuando termina el viaje de la vida, pero la verdadera gente que vive en estos cuerpos ¾las almas¾ se traslada a otra parte. Algunos, como Elías y el mendigo Lázaro, se marcharon a un lugar mejor donde vivir. Ellos fueron (después del Calvario) al hogar muy, muy feliz de Dios en el cielo. Pero Juan vio a algunos subir de la cárcel de Dios para pararse ante Él y ser juzgados por sus pecados tan malos. Sus almas fueron a ese lugar al final del viaje de la vida.

 

Ejercicio (c):

Cuente de nuevo la historia de Lázaro e incluya la parte acerca del hombre rico que fue enviado a la cárcel de Dios al final de su viaje, Lucas 16.19 al 31. Sus terribles pecados no fueron limpiados ¾¿y qué me puede lavar los pecados? ¾ y por esto no podía ir al hogar muy feliz en el cielo. La casa de Dios es pura y santa, y no puede haber allí un solo pecado. Por eso el hombre rico (uno que se olvidó de Dios, como en Salmo 9.17) fue rechazado para el cielo y mandado al infierno.

 

Ejercicio (d):

Prepare y lleve a la clase un caja, o una bolsa, que contiene una variedad de cositas (una para cada niño) envueltas de una manera que permita que se abran fácilmente. Deben ser de más o menos el mismo tamaño, algunas que incluyan tela (género) blanca y limpia, y otras que incluyan “trapos de inmundicia”, y otras que sean pedazos de carbón o de tierra dura. Coloque el contenedor a un extremo y luego explique que donde usted está sentado al otro extremo es su casa. Busque el acuerdo de los niños que en la casa suya todas las cosas deben ser limpias, y que las cosas sucias deben ser consignadas al desperdicio.

El propósito del ejercicio es fijar la mente en “trasladados” en el sentido de rechazados. Permita que cada alumno saque un solo artículo, y que se lo presente a usted. Cada cual debe abrir su paquete, examinar el objeto y quedarse cerca de usted en su “casa” si tiene algo que sea blanco, o botar su objeto si es un trapo sucio o un pedazo negro. Repítanse el texto de memoria con la mímica.

Para terminar: “¿Qué me puede dar perdón? …”

Lección 31 No hay ninguno bueno

Ver
Texto para aprender de memoria:

No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno, Romanos 3.12

 

Mímica:

No hay: Levante la mano, los dedos tocando el dedo mayor, para formar una O, dando a entender ninguno, o nada; quien haga: Use la señal para hacer; ni siquiera: Menee la cabeza lenta solemnemente; uno: Levante el dedo índice.

 

Idea de la lección:

Entramos ahora en una nueva sección de nuestros estudios. Trata de la venida del Salvador de los pecadores, y por estos tendremos que llevar en mente algunas lecciones anteriores. Como estímulo para los alumnos que responden mejor, se puede obsequiar cositas como pañuelos, lápices y creyones. No conviene repartir dulces o caramelos si todos no van a recibirlos.

 

La lección — Primera sesión:

Por cuanto estos repasos son sólo para refrescar la memoria, no deben ser extensos, ni repetidos si no se ve la necesidad de hacerlo. El maestro debe contar con papel y bolígrafo para anotar los apuntes, como también la mímica, que él espera cubrir en la sesión.

Para su primera sesión, quizás usted querrá considerar Lecciones 1,7,8 y 9 acerca de Dios; Lecciones 2 a 6 acerca de lo que Dios hizo; y el texto de memoria y el trabajo manual correspondientes a Lección 6.

 

Segunda sesión:

Lecciones 10 a 14 acerca de cómo Dios habla a nosotros; su Gran Carta que es la Biblia; y el pecado, empleando el texto de memoria y las cartulinas PE-CA-DO de Lección 14.

 

Tercera sesión:

Lecciones 15 al 19 y la 21, que versan más sobre el pecado y sobre el viaje de la vida. Utilice el texto y los cuadros de Lección 21.

 

Cuarta sesión:

Lecciones 23 a 26 acerca de la casa-cuerpo, el alma y el día de la mudanza del alma. Luego cuente la historia de Lázaro quien fue a vivir en un lugar mejor (en el lugar feliz y cómodo que tiene Dios) y ahora está en el hogar muy, muy feliz en el cielo. También del rico que tenía que ser enviado a la cárcel de Dios porque sus pecados no habían sido lavados; Lucas 16.19 al 31. Aprovéchese del texto de memoria y Ejercicio (d), Lección 30.

Si bien este material de lecciones anteriores debe ser repasado para refrescar la memoria de los niños, las divisiones sugeridas para las cuatro sesiones no son más que sugerencias. Usted solo, y sobre la marcha, podrá juzgar cuánto conviene repasar en cada sesión.

Para terminar: “¿Qué me puede dar perdón? …”

Lección 32 Dios ama, pero castiga

Ver
Texto para aprender de memoria:

Dios es amor, 1 Juan 4.16

 

Mímica:

Dios: Señale hacia arriba.    es:  Hable lentamente para énfasis, moviendo la cabeza hacia arriba y abajo.  amor: Brazos en un círculo, elevados un poquito, como si estuvieran abrazando el cuello de Mamá.

 

Idea de la lección:

Dios ama a los pecadores, aunque aborrece el pecado y siempre debe castigar a causa de él.

 

La lección — Ejercicio (a):

Comience con hablar acerca de la clase de Ser que Dios es: su carácter. Destáquese por medio de preguntas que Él ve y oye todo; es tan fuerte que puede hacer todo; Él odia el pecado y siempre debe castigar cuando hay pecado.

Entonces: vamos a aprender ahora que Dios es amor; repitamos el texto para aprender de memoria y la mímica. Pregunte a un niño si su mamá le ama; si alguna vez le castiga. Destaque el hecho de que las madres aman a sus hijos pero se oponen a las cosas malas que ellos hacen. A la vez puede ser necesario hacer ver (¡y suele ser necesario!) que las madres no castigan porque están enojadas con sus pequeñuelos, sino porque odian las cosas malas que hacen.

Relate una pequeña anécdota acerca de una madre castigando a su hijo porque le amaba tanto y no quería que jugara en el camino y fuera arrollado.

 

Ejercicio (b):

Como una ilustración del tema de la lección (que por cierto se extiende a la próxima lección), relate la historia del arca hasta el punto donde todos estaban seguros adentro, esperando que viniera el diluvio; Génesis 6 hasta 7.9.

Para que esta historia ilustre el tema puede dividirla en tres partes:

1. La clase de mundo que Dios vio al contemplarlo, 6.5. Describa a Dios mirando abajo desde el cielo en gran tristeza, mirando, mirando, mirando. Él podía ver a todos los padres, todas las madres, todos los muchachos grandes y los pequeños también. Pero todo lo que veía le ponía triste. Fue un día muy malo cuando Papá Adán y Mamá Eva hicieron lo que Dios les había dicho no hacer. El pecado vino a vivir en sus corazones. Y después, cuando nacieron sus bebés, resultaron ser pecadores así como sus padres. A la vez el pueblo seguía pecando más y más hasta que había gran maldad en todas partes.

   Para su propia información:  Por más de dieciséis siglos antes de esto, no había leyes divinas que regularan la gente. Dios trataba con el pueblo con base en su conciencia, pero la conciencia se endurecía a causa del pecado. Las dos grandes familias terrenales en aquellos días ¾la de Set que había sido piadosa, y la de Caín que era impía¾ habían alcanzado un nivel común de maldad. Aparentemente nos sería difícil exagerar el pecado extremo, el homicidio y el derramamiento de sangre que se había hecho tan corriente que Dios declaró que el mundo estaba repleto de violencia, 6.11,13.

Para resaltar la violencia de aquellos días, usted podría emplear el método de “Yo veo a un hombre …” Por ejemplo:

“Veo a un hombre que parece cruel y enojado. Es un hombre pequeño y su hermano es un hombre alto. Él hurtó un cordero de su hermano pequeño porque quería carne para comer aquel día. Su hermano pequeño se molestó grandemente. Puede verlo ahora. Se está moviendo detrás de unos arbustos, agachado. Los hijos del hermano alto están jugando frente a aquellos arbustos. El pequeño porta un palo y de un a vez sale y golpea a un niño sobre la cabeza. El niño cae al suelo y los otros se preguntan qué ha pasado. El hermano pequeño se metió detrás de los arbustos otra vez tan rápidamente que nadie se dio cuenta de quién era. Le veo ahora. Se ha ido corriendo para esconderse. Él cree que así nadie va a saber que él golpeó al niño, pero Dios arriba en el cielo estaba mirando, mirando, mirando. Él vio todo lo que sucedió. Fue un pecado muy feo, y Dios odia al pecado y siempre tiene que castigar cuando ocurre.

Él vio que el hermano mayor también robó el cordero del hermano pequeño. Aquello también fue un pecado muy feo. Por dondequiera que miraba Dios todo era pecado, pecado”.

Usted puede añadir cuantos relatos similares que considere necesarios para que los niños tengan un concepto del grado en que el pecado había sobreabundado, y usted puede estar razonablemente seguro de que sucedió de veras en alguna ocasión en aquellos dieciséis siglos casi cualquier clase de situación que quiera describir.

2.  Dios decidió que Él debería lavar su mundo corrompido por el pecado. Describa sus sentimientos de tristeza al mirar abajo y ver esta clase de escenas día tras día. Dios es santo y aborrece el pecado. Él no podía permitir que el pueblo continuara yendo de mal en peor. Todo y todos en su mundo una vez feliz y puro ya estaban contaminados por el pecado. Él decidió que tendría que lavarlo y después dar a su mundo un nuevo comienzo. Describa el diluvio que iba a venir.

“Veo a una mamá. Ella está subiendo a la segunda planta de su casa para arreglar las camas. Veo a sus hijos, un varón y una hembra. Ellos han estado jugando en un barrial. Veo barro en sus zapatos. Ahora están entrando en la cocina. Al caminar allá y acá ellos dejan barro por dondequiera. Ahora están saliendo de nuevo. Veo a su mamá entrando en la cocina de la casa. Ella ve el sucio que los muchachos han dejado sobre su piso que estaba limpio. Puedo escuchar lo que ella está diciendo. Dice, “tendré que castigar esos muchachos cuando vuelvan”. ¿Pero qué del piso de la cocina? ¿Castigar a los hijos va a dejar el piso limpio otra vez? No, ella tendrá que lavar el piso para quitar las marcas que el barro dejó. Esto es lo que Dios tuvo que hacer con su mundo ensuciado por el pecado. Él debe castigar los pecadores por su pecado, pero también limpiar un mundo corrompido por el pecado”.

3.  Pero Dios es amor. Repita el texto para aprender de memoria y la mímica. Haga ver que Dios ama a los pecadores ¾al hermano pequeño, al grande y a los peores¾ no obstante todo el pecado. Aunque debe hacerlo porque Él es puro y santo, no le gusta tener que castigar a los pecadores por sus pecados. Así que hizo un plan para salvar a cualquiera del diluvio que venía. Aquellos pecadores nunca habían hecho lo que Dios les mandó hacer, pero Él iba a proveer una manera de salvarles y entonces decirles una vez más qué hacer. Si hicieran esta vez como Él decía, ellos estarían a salvo de su diluvio que venía como castigo.

Cuente el mensaje de Dios a Noé acerca del arca y su construcción. No diga, “Así Noé buscó mucha madera e hizo un arca”. Para que su historia sea real, usted tiene que entrar en todos los detalles, así:

“Entonces Noé y sus hijos tomaron sus hachas y se marcharon al bosque. Noé vio un magnífico árbol grande que haría un buen tronco para el arca que iba a hacer. Sus hijos tomaron sus hachas y comenzaron a talarlo en la base. Uno, dos, tres, y daban y daban hasta que el árbol estaba por caer. Se alejaron corriendo, y el gran árbol cayó con mucho ruido. Entonces tuvieron que quitar todas las ramas. Y también cortaron los lados para que su rollo fuera cuadrado en vez de redondo, y quitaron la cáscara. Después de todo esto, buscaron sus bueyes y halaron el rollo una gran distancia al lugar donde Noé iba a hacer el arca. Tuvieron que hacer todo esto muchas veces para tener suficiente madera. Cuando contaron con las tablas necesarias, ellos empezaron a juntarlas una a otra. Esto les costó mucho tiempo, casi cien años, y …”

Siga con el relato, enfatizando cada vez que Dios les dio al pueblo mucho tiempo en que resolverse, porque Él es amor. Cuente cómo entraron en el arca los animales y los pájaros, y toda la gente que quería ¾pero resulta que sólo Noé y su familia querían. Dios cerró la puerta, y entonces ellos esperaron siete días hasta que comenzó el diluvio. Enfatice a lo largo de todo esto el carácter negro, culpable del pueblo y el maravilloso amor de Dios para con ellos.

Para terminar: “¿Qué me puede dar perdón? …”

Lección 33 Dios puede hacernos seguros

Ver
Texto para aprender de memoria:

La salvación es de Jehová, Jonás 2.9

 

Mímica:

Sal-va-ción: Pronuncie esta palabra lentamente, partiéndola en tres sílabas como se indica aquí. Antes de comenzar la mímica, explique su sentido; la sal-va-ción quiere decir hacer-me-seguro. Por esto, se requieren tres movimientos para expresarla idea: la señal para hacer; después, tóquese a sí mismo; entonces, agachándose, recoja del piso con las dos manos un cordero ficticio, levante las manos en un sacrificio imaginario y colóquelo sobre sus hombros. Explique que así es que los pastores hacen seguros a los corderos perdidos.  es de Jehová: Señale hacia arriba.

 

Idea de la lección:

Solamente Dios puede hacer seguros a los pecadores. Completaremos ahora la lección sobre la maravillosa bondad de Dios para con los pecadores arruinados en los tiempos de Noé. Las próximas lecciones versarán sobre la venida del Salvador. El tema dehacer-me-seguro está en el trasfondo de todas las lecciones por delante.

Nótese:  Por ahora, no intentaremos enseñar la idea que el arca era un tipo del Salvador, de quien no hemos dicho nada todavía. Más adelante estaremos en condiciones de mostrar que “Cristo es como el arca” ¾ una afirmación al revés para acomodarnos a la mente de los pequeños.

 

La lección — Ejercicio (a):

Relate de nuevo la historia de la semana pasada, y luego cuente el resto como se encuentra en Génesis 7 y 8. Hecho esto, celebre un sesión de preguntas y respuestas, enseñando a los niños a contestar cada vez, “Dios quería hacerles seguros”, habiendo preguntado usted, “¿Por qué Dios …

… dijo a Noé que vendría un diluvio?

… dijo cómo hacer un arca?

… dijo a Noé que debería predicar al pueblo?

… mandó a dos grandes elefantes a entrar en el arca? (Y dos grandes leones, etc., terminando con pájaros y ratones. Extienda su lista suficientemente como para peguntar a cada alumno en la clase).

Comente acerca de la gran bondad y amor de Dios; repita “Dios es amor” con la mímica y el texto de memoria para esta lección. (Obsérvese que no estamos sugiriendo preguntas acerca de por qué Dios tuvo que lavar su mundo pecaminoso del pecado. Sus explicaciones serán suficientes, ya que no estamos listos para las lecciones de advertencia).

 

Ejercicio (b):

Para este ejercicio, mayormente trabajo manual, tenemos en mente algo más que hacer un proyecto. Su propósito es capacitar la clase para reconstruir los detalles esenciales de la historia.

Consiga una larga caja de cartón (ejemplo: tres cajas para zapatos, pegadas la una a la otra) para representar el arca. Téngase presente que probablemente era en forma de una caja (“arca” quiere decir una caja) y su longitud era de 135 metros cuando menos (según haya sido el codo). Por esto una caja corta, cuadrada daría una impresión errada. (Si uno quiere ser preciso, el largo debería ser seis veces el ancho).

Dibuje con creyón o marcador una ventana muy larga en el techo y abra un hueco en el costado para ser la puerta única.

Con palillos y plastilina, u otro material apropiado como anime, haga, con los alumnos, un gran número de animales y pájaros, y también a Sr. Noé, Sra. Noé, sus hijos y nueras. El último paso será su procesión para entrar en el arca. Cuídese de los detalles, corrigiendo de hecho las ideas erróneas que se ven ilustradas en muchos cuadros del arca.

Si hacen solamente algunos animales en una sesión, se puede terminar la tarea en la siguiente, quizás interrumpiendo el “trabajo” con reposo y preguntas acerca de cómo Dios quería hacer segura aquella gente.

Además repítase a menudo el texto de memoria durante el ejercicio.

Cuando todo está tan completo como usted estime necesario, coloque todo en el suelo, el arca tan lejos de las figuras como sea posible. Permita que sus alumnos, tomando turnos, marchen parejas de animales (o vuelen parejas de pájaros) a entrar en el arca mientras los otros chicos observan. Al entrar cada pareja, pregunte al niño: “¿Por qué quería Dios que los perros / tigres / pájaros entraran en el gran arca?”

Supóngase que hay una multitud de gente observando. Dígales, “Queridos vecinos, entren ustedes. En el arca hay mucho espacio para ustedes. Pronto viene el gran diluvio. ¿No quieren entrar y estar a salvo del gran diluvio?” Haga saber que nadie quiere entrar, así que usted tendrá que cerrar la puerta. Cierre la puerta de su modelo y vuelva a la historia de la verdadera arca, narrando el trágico fin de aquellos que no hicieron caso del amoroso mensaje de Dios.

Para terminar: “¿Qué me puede dar perdón? …”

Lección 34 El Salvador prometido

Ver
Texto para aprender de memoria:

Dios mismo vendrá, y él os salvará, Isaías 35.4

 

Mímica:

Dios mismo: Señale hacia arriba;  vendrá: Levante ambos brazos hasta encima de la cabeza y bájelos al piso para sugerir que Cristo descendió del cielo;  salvará: Use la mímica de la lección anterior acerca del cordero perdido que se encontró.

Los cuatro textos: Una vez aprendido el texto señalado arriba, pida a los pequeños que repitan en secuencia los textos de Lecciones 31 a 34. Estos cuatro textos servirán de tiempo en tiempo para constituir para su clase su primer pequeñito “cuerpo de doctrina” acerca de la ruina del hombre y el remedio de Dios. Por supuesto, lo ampliaremos más adelante. Hablaremos en lecciones posteriores de estos “cuatro textos de Lección 34”.

 

Idea de la lección:

Un Salvador prometido; a saber, prometido para hacer a los pecadores seguros ante el castigo a causa de su pecado. (Nota: De aquí en adelante, hasta que lleguemos a la lección que trata de su nacimiento, tenga cuidado a guardar secreto el nombre de este Salvador. En el momento oportuno, decírselo a usted será motivo de mucho placer para los niños que saben su nombre. Mientras tanto, usted hablará del Salvador por venir, el Prometido, etc.)

 

La lección — Ejercicio (a):

Para comenzar, el objetivo de esta lección es presentar a los niños su necesidad propia de un Salvador. Nuestro tratamiento de este tema vital será sencillo:

(a) Somos pecadores, arruinados por el pecado.

(b) Dios es puro y santo. Él odia al pecado y siempre debe castigar cuando hay pecado.

(c) También, Dios es amor. Él ha hecho provisión para que podamos estar seguros ante el castigo por el pecado.

(d) El castigo viene a todos los que no han sido hechos seguros.

Repetimos que los puntos (b) y (d) no aplicarán directamente a los niñitos, es decir, no aplicarán hasta que ellos alcancen los años de responsabilidad ante Dios. Hasta ese punto, la satisfacción dada a Dios por la muerte de Cristo es suficiente para su salvación. Por esto se presentará este punto como un principio que ellos deberían conocer, dejando al todo-sabio Espíritu Santo la aplicación del mismo. A veces le place aplicarlo, y llevar a Cristo, a niños de cuatro años. Por otro lado, el que escribe ha conocido jóvenes de catorce años que aparentemente nunca han experimentado el llamado del Espíritu.

Traiga a la memoria la historia del diluvio desde el punto de vista de (a) hasta (d).

De la misma manera, traiga a la memoria la historia de Lázaro y el rico.

Hecho esto:  Estas cosas aplican todavía a los pecadores. Los ejemplos del pecado en Lecciones 17 al 19 serán útiles aquí. Termine enfatizando que Dios ama a los pecadores y no quiere estar obligado a castigarles por sus pecados. Por esto Él prometió mandar desde el cielo a Alguien que les haría seguros a no ser castigados.

 

Ejercicio (b):

Platique con sus pequeños acerca de las promesas. Pregunte si alguien ha hecho una promesa, o si Mamá alguna vez prometió traer a la casa algo para un niño que se comporta bien. Pregúntele a uno de los alumnos si él, o ella, quiere prestarle algo ¾un creyón, un lápiz o cualquier cosita¾ en un momento. Si el niño acepta, haga ver que él, o ella, ha prometido que lo hará en un minuto. Cumplido este tiempo, y la promesa también cumplida, comente que el alumno cumplió su promesa. Converse acerca de las promesas que se cumplen y las que no se cumplen. Haga ver que solamente Dios puede cumplir todas sus promesas. Él nunca, nunca dice una mentira. Y, para terminar, prometa que usted va a traer algo para cada alumno el domingo próximo.

 

Ejercicio (c):

Cuente ahora varias de las promesas que hizo Dios. La primera fue a Mamá Eva, Génesis 3.15. En realidad fue una promesa a Satanás, el terrible enemigo de Dios, pero con todo fue para Mamá Eva a la vez. Cuando ella y Papá Adán estaban ante el Señor, muy avergonzados y tristes (relate la historia en detalle), Él les habló de las tristezas que les vendrían porque el pecado había venido a vivir en sus corazones. Pero les dijo también que algún día Él iba a enviar a Alguien que pondría bajo sus pies al impío enemigo, Satanás. Esta fue la primera promesa que Dios hizo a los pecadores.

Después Él hizo muchas otras promesas acerca del Salvador que vendría. Quién sería aquel Prometido, Isaías 9.6,7. Dónde iba a nacer, Miqueas 5.2. Cómo sería su madre, Isaías 7.14. Que iba a sufrir y morir en una cruz, Salmo 22, Isaías 53. Y, cumplido el tiempo que Dios fijó, todas sus promesas fueron cumplidas, porque Dios nunca, nunca puede decir una mentira.

Después de largos años, llegó el tiempo para la venida de la Persona prometida. Dios tenía en mente dos promesas más. Cuente de la mujer llamada María y de cómo el ángel resplandeciente, Gabriel, vino a ella con su maravilloso mensaje. Él le dijo que Dios estaba por enviar al Prometido para que ella le cuidara. Hable de la felicidad y del canto hermoso que ella entonó a Dios, Lucas 1.26 al 38, 46 al 55.

Dios sabía que María necesitaría de alguien para ayudarle a cuidar la Persona prometida al llegar Él. Hable del carpintero de Nazaret, José, de su sueño raro cierta noche, y del mensaje del ángel para él. Dios le dijo a José cuál sería el nombre del Prometido, ¡pero usted lo va a guardar como secreto por ahora!

Repita su propia promesa hecha en Ejercicio (b).

Para terminar: “¿Qué me puede dar perdón? …”

Lección 35 El Salvador prometido ha venido

Ver
Texto para aprender de memoria:

He aquí os doy nuevas de gran gozo, Lucas 2.10  [¿Qué son nuevas?]

 

Mímica:

He aquí: Ojos mirando arriba, ponga la mano sobre el pecho para sugerir que está viendo algo brillante.   os doy nuevas:  Siga mirando arriba y use la otra mano primeramente para señalar (como si fuera al ángel), y después para tocarse a sí mismo, y finalmente para ponerlo a su oreja para sugerir que está escuchando intensamente.  de gran gozo:  Trace un amplio arco con un brazo y a la vez bata las manos, sonriendo.

 

Idea de la lección:

Cuando vino la Persona prometida, Lucas 2.1 al 20.

Para su propia instrucción, sería deseable leer en un diccionario bíblico la descripción de un khan, la amplia área encerrada que era la posada de tiempos bíblicos. Los khan eran construidos como abrigo contra los saqueadores y daban alojamiento a una nutrida cantidad de personas, como por ejemplo los comerciantes viajeros y las caravanas. En los días de Jeremías el kahn en Belén era la posada de Quiman. Obsérvese la cantidad de personas que encontraron refugio entre sus muros; Jeremías 41.16 al 18. Es probable que la posada de nuestra lección fue construida en el mismo sitio.

A veces se construía el alojamiento en el centro del área, y otras veces como una segunda planta contra los muros en derredor del gran patio, los espacios abajo, con sus amplios arcos, asignados a las bestias de carga. Algunos opinan que José y María, no encontrando un lugar en la planta superior, buscaron donde ubicarse entre las bestias de los viajeros en la planta baja. No nos ocupamos de que haya sido así o no. Usted hará visualizar una posada ocupada por huéspedes en exceso de su capacidad (consecuencia de la afluencia de gente que había llegado al pueblito para el censo ordenado por Herodes) y dirá sencillamente que José y María pasaron la noche en un establo ¾ un lugar no solamente humilde sino también incómodo.

 

La lección — Ejercicio (a):

El tiempo ya había llegado para el cumplimiento de todas las promesas de Dios acerca de la Persona que iba a venir. ¡Pregunte! ¿Dios dice mentiras? ¿Puede Él decir mentiras? Enfatice que todo lo que Él dice vendrá a ser.

Relate de nuevo las promesas dadas a María y José, Lucas 1.26 al 38, 46 al 55, Mateo 1.18 al 25.

José y María vivían en un pueblo llamado Nazaret, pero Dios había dicho que enviaría al Prometido a un pueblito muy pequeño llamado Belén, muchos kilómetros distante. Él no dice mentiras, así para que su promesa llegara a cumplirse Él mandó al rey del país a hacer una regla nueva. El rey ordenó que cada cual volviera a la ciudad o pueblito donde había nacido, para que su nombre fuera anotado allí en un registro. Muestre a los niños el registro que usted tiene. Como ilustración, deje que cada uno vea que su nombre está escrito en él. Así fue que José y María tenían que viajar hasta Belén, el pueblito de sus padres.

Ellos subían los cerros y bajaban los cerros en su largo viaje; entonces caminaron por el valle del río Jordán hasta encontrar más cerros. Arriba y abajo otra vez. Les costó aproximadamente tres días hacer el viaje, y llegaron a Belén muy cansados. Al llegar, encontraron que había mucha gente allí. Por esto, cuando José llevó a María a la posada y preguntó dónde alojarse, el señor tuvo que decirles, “No hay lugar”.

Como si fuera para clavar esto en la mente, el maestro pretende que una pared del salón es la posada. Tomando un niño por la mano, él va a un rincón y toca, diciendo: “Somos José y María. Hemos venido de lejos y estamos muy cansados. Necesitamos un lugar donde alojarnos. ¿Podemos entrar?” Responde a su pregunta en otra voz: “No, no hay espacio aquí”. Tomando otros alumnos por turno, repita el diálogo. No permita que ninguno se ría, sino intente comunicar la seriedad de la situación.

Entonces, vuelva a su historia, contando que María se acostó en el establo, con José a su lado.

 

Trabajo manual:

Prepare para la clase una caja, tipo caja de zapatos, para representar la posada. Fondo hacia arriba, quite un costado de la caja, con varios arcos para representar los arcos de la posada. Dibuje por encima de ellos pequeños cuadros para representar las ventanas de la segunda planta. Si no dibuja barras, incluya unas pocas líneas verticales para sugerir cortinas cerradas, dando a entender que los cuartos están ocupados.

Mande a los niños a hacer asnos, caballos o camellos, usando plastilina o anime. A medida que terminen de hacerlos, permita que los coloquen debajo de los arcos cortados en la caja. Finalmente, háganse figuras de José y María.

 

Ejercicio (b):

Resumiendo la historia de la lección, cuente acerca de la necesidad que les obligaba a pasar la noche en un establo, y todo oscuro y quieto, Dios envío la Persona prometida a María. Deje el relato así, sin más explicación, y comience con el episodio de los pastores, Lucas 2.8 al 20.

En una ladera aquella misma noche algunos pastores estaban vigilando sus ovejas, guardándolas de ladrones, o de fieras. Todo era oscuro y en silencio, así como en el establo. De repente un poderoso ángel voló desde el cielo. La gran luz de la gloria de Dios brilló en derredor de los pastores, dejándoles casi ciegos y muy asustados. ¡Ellos preguntaban dentro de sí qué iba a suceder! Entonces el ángel-mensajero del cielo les habló. “No tengan miedo”, dijo, “porque yo les traigo noticias de gran gozo …”, etc. Continúe la descripción hasta que los pastores lleguen al establo.

Prosiga: dentro del establo había una gran piedra plana. Alguien había hecho en ella un hoyo para guardar en él la paja para la comida de los animales que usaban el establo. Se llamaba un pesebre. Los pastores contemplaron a José y María, y vieron el establo. Alguien estaba acostado en el establo, envuelto en tela desde la cabeza hasta los dedos de los pies.

¿Y qué piensan ustedes que vieron?

Este es el gran momento que hemos esperado durante varias lecciones. Un coro de voces debería exclamar, “¡Un bebé!”

Siga de esta misma manera. Sí, era un bebé, el pequeño Bebé Jesús. Dios tenía un enorme número de ángeles allí arriba en el cielo, pero cuando Él quería que nosotros, la gente del mundo, comprendiéramos acerca de Él, Dios nos mandó este Bebé. Él sabía que nosotros no podríamos entender mucho si sólo nos relatara algo acerca de sí mismo. Así que nos envió un bebé, porque todo el mundo, aun los niños, entienden acerca de un bebé.

Y ahora para grabar bien el mensaje, usted podría producir en este punto un muñeco sin ropa, envuelto en una larga faja de algodón blanco. Pase la tela vez tras vez en torno del muñeco, comenzando con los pies, al estilo de venda. Esta “momia” ilustrará la idea del niño envuelto en pañales. Si quiere, acuéstelo en un pesebre improvisado. Algunas niñas de la clase querrán envolverlo de nuevo, si usted dispone de tiempo para esto.

A título de clímax explique que, aun cuando aquellos pastores sólo vieron un pequeño bebé, aquel Bebé era en realidad el Hijo de Dios que había venido a vivir por un tiempo entre nosotros, la gente del mundo. (En una lección posterior haremos más énfasis sobre esto).

Dios sabía que todos éramos pecadores arruinados por el pecado. Repita el texto de memoria y la mímica de Lección 31. Con todo, Dios nos amaba. Repita el texto de Lección 32. Él sabía que no podíamos hacernos salvos de ser castigados por esos terribles pecados, y así planificó hacer seguros a los pecadores por su propia cuenta. Repita los textos de memoria de Lecciones 33 y 34. Fue por esto que el Bebé se llamaba Jesús. Hable del sueño de José, Mateo 1.18 al 25, y saque a relucir el propósito y sentido de su nombre, versículo 21.

Para terminar: “¿Qué me puede dar perdón? …”

Lección 36 La visita de los sabios

Ver
Texto para aprender de memoria:

Su estrella hemos visto en el oriente, Mateo 2.2

 

Mímica:

Su estrella:  Señale hacia arriba, y luego cruce dos dedos para sugerir una estrella;  hemos visto:  la mano izquierda protegiendo el ojo, usted doblado un poco, como si estuviere mirando intensamente;  en el oriente: señale un rincón superior de la sala.

 

La lección:

La visita de los magos, Mateo 2.1 al 12. Recoja los pensamientos dispersos de los chicos con preguntar: Ahora, ¿qué fue que los señores pastores encontraron acostado en el pesebre en el establo?

¿Y cómo se llamaba ese bebé?

¿Y por qué se llamaba Jesús?

¿Y quién era Bebé Jesús?

Explique que probablemente José y María no se quedaron mucho tiempo en el establo. Quizás algunos amigos les llevaron a su casa, o quizás encontraron lugar en la posada cuando otras personas se marcharon. (Aparentemente estuvieron en Belén hasta la circuncisión, Lucas 2.21, y el cumplimiento con la ley de la maternidad, Levítico 12, Lucas 2.22 al 24. Una vez cumplidos los requerimientos de la ley, volvieron a Nazaret). Después de cierto tiempo, José encontró una casa donde residir, versículo 11, donde podían estar cómodos.

Ahora, en una lejana tierra del Oriente vivían ciertos hombres sabios. La Biblia no dice cuántos eran. Ellos, también, sabían de las promesas de Dios a enviar la Persona prometida desde el cielo (posiblemente a través de los judíos de la dispersión). Una noche, contemplando las estrellas, se fijaron en una extraña estrella nueva, y se dieron cuenta que se movía. Sabían de una vez que era la señal que había llegado el Prometido.

Esos señores prepararon sus camellos, los montaron y comenzaron a seguir la estrella. La siguieron por mucho tiempo, fijándose cada noche en su rumbo. Por fin les condujo hasta cerca de la ciudad de Rey Herodes, Jerusalén. Pensando que él sabría todo acerca de la venida del Prometido, ellos preguntaron dónde encontrarían al pequeño, nuevo Rey de los judíos.

El resto de la historia encontrará fácilmente en el pasaje.

 

Trabajo manual:

Cada niño hace un camello, usando plastilina u otro material apropiado, al estilo del caballo en Lección 5, con un señor montado sobre su cabalgadura. Dibuje en el pizarrón una estrella grande con rayos de luz brillando sobre una casa. (Acuérdese, ¡no un establo!) Hecho todo esto, abra un pasillo entre el grupo y permita que cada alumno coloque su modelo en el piso, uno tras otro como si estuvieran viajando en fila.

Entonces todos se ponen de pie, citan el texto de memoria, recogen sus modelos y los llevan al pizarrón, donde deben ser colocados de tal manera que parecen estar frente de la casita. (Lleve en mente que la cantidad de camellos y jinetes no importa; no sabemos cuántos eran en realidad).

Finalmente, todos parados, el maestro lee en alta voz y lentamente los versículos 11 y 12, de suerte que los pequeños puedan repetir las palabras. Repetida la cláusula, “regresaron a su tierra por otro camino”, los alumnos recogen sus modelos y los llevan a un rincón mientras el maestro borra la estrella, dejando la casita sola..

Para terminar: “¿Qué me puede dar perdón? …”

Lección 37 El Salvador prometido fue rechazado

Ver
Texto para aprender de memoria:

A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Juan 1.11

 

Mímica:

A lo suyo:  Brazo en alto, páselo de un lado a otro con la mano abierta, para comunicar la idea de todo en la tierra;   vino:  señale hacia arriba y luego baje la mano para señalar al piso;  y los suyos no le recibieron:  menee la cabeza tristemente al pronunciar las palabras con lentitud.

Repita los cuatro textos de Lección 34, y entonces siga con el de esta lección.

 

Idea de la lección:

Aquí no queremos a la Persona prometida.

Después de la historia del malvado rey Herodes repasaremos el mensaje del ángel en Belén y la bienvenida dada por los pastores y los hombres sabios. Luego, en agudo contraste, procuraremos comunicar la actitud de la gente hacia el Hijo de Dios desde su exclusión en Belén hasta ser llevado a Nazaret, después de la muerte del cruel Herodes. Mateo 2.13 al 23, Lucas 2.1 al 20, Mateo 2.1 al 12.

 

La lección — Ejercicio (a):

Probablemente los magos estaban muy felices al acostarse después de haber visto al Prometido, el Hijo de Dios que recién había venido del cielo, el pequeño bebé Jesús. Pero mientras dormían, Dios habló a uno de ellos en sueño. Le advirtió que ellos no deberían contar al rey Herodes dónde habían encontrado al rey recién nacido. Es que Dios estaba mirando desde el cielo. Repita, con la mímica, “Tú eres el Dios que ve”.

Él veía dentro del corazón del rey malvado, y sabía que éste estaba tramando la muerte del bebé. Herodes era el rey de turno y a lo mejor quería serlo por muchos años. Él temía que Bebé Jesús, al llegar a ser hombre maduro, podría ocupar el trono. Por esto pensaba hacer algo muy, muy malo. Herodes pensaba que su plan era un gran secreto, pero Dios lo conocía, y por esto advirtió a los hombres sabios a tomar otro camino, y después le dijo lo mismo a José. Siga con su relato hasta el final del pasaje.

El maestro no debe temer al contar la historia vívidamente. Los pequeños rara vez son sensibles acerca de cosas de esta naturaleza, y por esto no se asustan como muchos maestros temen puede suceder. Al contrario, el interés de los niños, y su indignación con lo que hizo el rey cruel, servirán para fijar la historia en sus mentes. Describa cómo los soldados golpeaban la puerta de una casa, demandando la entrega del bebé que vivía en ella; los intentos del padre a despacharlos; los ruegos y las lágrimas de la madre; y, por fin la matanza de la criatura con espada. Y así la próxima casa, y la otra.

Dios estaba observando al rey malvado. (Repita: “Tú eres el Dios que ve”). Cuando estas cosas estaban sucediendo, Bebé Jesús estaba seguro allí lejos en Egipto. Y en vez de ser el rey por largo tiempo, Herodes se enfermó un tiempo después y murió. Y ahora él está en la cárcel de Dios, en el infierno (hades), donde está el hombre rico. Ha estado allí por mucho, mucho tiempo, en vez de ser rey por mucho tiempo, como quería. Algún día él saldrá de la cárcel de Dios para ser castigado por el Rey de Reyes ¾el mismo a quien él quiso matar aquel día temible. (No abunde sobre este comentario).

 

Ejercicio (b):

Este será un ejercicio de “¿Qué hicieron ellos?” Comience con recordar a los alumnos cómo el ángel se presentó a los pastores. Era un mensajero-ángel. ¿Quién puede decirme el mensaje que él trajo?

Pronto apareció en el cielo una gran hueste de ángeles. ¿Qué hicieron?

Los pastores escucharon el mensaje. ¿Qué hicieron?

Los hombres sabios vieron la estrella. ¿Qué hicieron?

¿Los ángeles, pastores y sabios estaban felices porque Él había venido? ¿o tristes?

Pregunte ahora por el señor de la posada; él había dicho, “No hay lugar aquí”. Y, los hombres sabios que vivían en Jerusalén: ¿qué hicieron ellos? Respuesta: le dijeron al rey qué había dicho Dios acerca de dónde iba a nacer la Persona prometida, pero no tomaron un solo paso para ir a verle. Por su actitud, ellos dieron a entender que Aquel no era deseado allí.

El rey Herodes: ¿qué hizo él? Las respuestas deberían incluir su intento a aprender a través de los sabios del Oriente dónde estaba Jesús, además de que él mando a matar a los niñitos. Él sí hizo ver claramente: “No le queremos a Él aquí”.

Repita el texto de memoria y la mímica.

Este ejercicio puede representar un proyecto de mayores proporciones si los alumnos hacen modelos del señor de la posada, los sabios de Jerusalén y Herodes sentado en un gran trono, con el maestro preguntando sobre la marcha qué hizo uno y otro de ellos y enfatizando que “Aquí no queremos a la Persona prometida”.

 

Conclusión:

Hemos visito que desde el comienzo de su visita entre la gente del mundo el Hijo de Dios encontró que la mayoría no le querían. Diga a su clase qué dijo el profeta en Isaías 53.3.

Para terminar: “¿Qué me puede dar perdón? …”

Lección 38 Jesús es el Hijo de Dios

Ver
Texto para aprender de memoria:

Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia, Mateo 3.17  [¿Qué quiere decir ‘complacencia’?]

Nota: Emplearemos este versículo como el texto de memoria en varias lecciones. Escríbalo en letras claras y colóquelo a la cabecera del pizarrón, enseñándolo a medida que señale cada palabra. Hágalo antes de realizar la mímica. A los chicos les agradará “leer” el texto).

 

Mímica:

Ahora, añada en el pizarrón, en colores, el nombre Señor Jesús. A partir de este punto vamos a referirnos a él por este nombre. Explique que  las palabras que usted ha escrito son el nombre de la Persona prometida, el Hijo de Dios. Proceda¾

Este: señale al nombre en el pizarrón;   es mi:  señale hacia arriba;   Hijo amado:  finja abrazar a una persona;   en quien:  señale al nombre en el pizarrón;   tengo    complacencia:  bata las manos y mueve la cabeza al pronunciar las palabras

 

Idea de la lección:

Acerca del Hijo de Dios. Las acciones de la gente en el mundo hicieron saber que Él no era deseado aquí, pero Dios el Padre hizo saber que Él sí le quería cuando fue bautizado, Mateo 3.1 al 17.

 

La lección — Ejercicio (a):

Cuando el Señor Jesús vivía con José y María en Nazaret Él crecía más y  más hasta ser hombre grande. En aquellos días vivía en lugares alejados un hombre extraño llamado Juan el Bautista, quien comía saltamontes y miel silvestre, que era la comida que encontraba en ese desierto, Levítico 11.22. Su ropa era la que más se adaptaba a esa vida, hecha de tela muy cruda llamada cabello de camello. Él era uno de los hombres llamados profetas de Dios, y había sido enviado para preparar las cosas para el tiempo cuando la Persona prometida ¾el que estamos llamando el Hijo de Dios¾ comenzaría la obra que Dios tenía para Él en esta tierra.

Juan el Bautista predicaba a la gente. Les dijo que el pecado les había arruinado, que Dios odia el pecado y que algún día Él tendría que castigarles por su pecado. Entonces les habló de la venida de la Persona prometida, que él llamaba el Cordero de Dios. Dijo que deberían creer en el Cordero de Dios, al venir Él, para que sus terribles pecados podrían ser lavados.

Todas las personas que creyeron el mensaje que este hombre profeta trajo de Dios mostraron que ellos estaban realmente confiando en el venidero Cordero de Dios, al dejar que Juan les metiera en agua en el río Jordán. Así es que fueron bautizados. (Explique que no se ahogaron, sino salieron del agua de una vez). No hace falta insistir en los detalles acerca del ministerio del Bautista. Nuestro solo objetivo es echar un buen trasfondo para el momento clave de los versículos 16 y 17.

El maestro relatará el resto de la historia según mejor le parezca. Conviene hacerlo sin mayor énfasis hasta llegar a los dos últimos versículos. Pero cuando llega el momento de relatar esta parte final, pida que el Espíritu Santo le levante por encima de todo lo que es común y corriente, permitiéndole comunicar con plena fidelidad y poder los momentos estupendos cuando el Dios Todopoderoso usó el lenguaje de hombres para declarar que Jesús era su Hijo, y que Él se complacía (estaba muy, muy contento) en Él. Se trata de uno de los eventos sobresalientes en la historia de nuestro universo; ¡el Espíritu Santo reposó sobre el Hijo de Dios y la Voz habló desde los cielos!

Cualquier enseñanza o actividad adicional en esta coyuntura probablemente será un anticlímax. Por esto, confórmese con que la clase repita los cuatro textos de Lecciones 34, y el texto de la 17, y finalmente el de esta lección. Si queda tiempo, reparta papel y lápices para que los niños escriban “Señor Jesús” como está en el pizarrón.

Para terminar: “¿Qué me puede dar perdón? …”

Lección 39 El Hijo de Dios es sabio y puro

Ver
Texto para aprender de memoria y la mímica:

Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia, Mateo 3.17

 

Idea de la lección:

Más acerca del Hijo de Dios. Quien es. Es más sabio que todos los hombres, más sabio que el mayor de los ángeles. El ángel impío, Satanás, encontró que no podía engañarle ni hacerle pecar, Mateo 4.1 al 11.

 

La lección — Ejercicio (a):

Dibuje en el pizarrón el trébol que usted usó en Lección 7. Haga referencia a la enseñanza de aquella lección en sus Ejercicios (a) y (b), y repita la actividad (d), pero limitándose a unos pocos grupos de niños para no invertir mucho tiempo en este repaso.

Recuérdeles a los niños que el Hijo de Dios siempre era. Él nunca comenzó a ser (Lección 8). Siempre era el bien dispuesto obrador del Padre (Lección 9) mientras vivía en el cielo. Repita el texto de memoria y la mímica de Lección 9.

Finalmente, haga un repaso de la escena del bautismo en Lección 38, enfatizando el hecho de que la Voz del cielo probó que Jesús era el Hijo de Dios, y que el Padre Dios estaba muy contento con Él. De nuevo, el texto de memoria y la mímica.

 

Ejercicio (b):

Ahora, desde que nació el Hijo de Dios, dos ojos crueles estaban mirándole, así como habían vigilado a Papá Adán y Mamá Eva en el huerto de Edén, mucho, mucho tiempo atrás cuando el mundo era nuevo. Eran los ojos del temible enemigo de Dios, el ángel impío, Satanás. Él había echado a perder el hermoso mundo nuevo al persuadir a Mamá Eva a pecar. Ahora pensaba que podía destruir toda obra de Dios al persuadir al Señor Jesús a pecar también, y así no sería posible hacer a los pecadores seguros de no ser castigados por sus pecados.

Después de bautizado el Hijo de Dios, su Padre le mandó a un lugar abandonado donde vivían fieras, o animales feroces. Por cuarenta largos días Él estuvo allí sin comer nada. (Cuente hasta 40 en sus dedos). Terminado ese tiempo, Él tenía mucha, mucha hambre. Satanás pensaba, “Esta es mi oportunidad. Si sólo puedo lograr que Él haga algo que yo le mando hacer, entonces me habrá obedecido. Eso sería un pecado grande, por cierto. Echaría a perder todo lo que Dios tiene en mente para salvar a los pecadores. Yo debo intentar que Él haga algo”. Y entonces el malvado Satanás se puso a obrar. Se acercó al Señor Jesús. “Si eres el Hijo de Dios”, le dijo, “habla a estas piedras y diles que se conviertan en pan”.

El Hijo de Dios ha podido hacer eso fácilmente, y ha podido comer el pan hecho de las piedras. Pero Él sabía quién hablaba con Él. Simplemente le contó a Satanás un versículo de la Palabra de Dios que quería decir, “La gente necesita comer más que pan si van a vivir en verdad. Para realmente vivir ellos necesitan las palabras que Dios habla”.

¿Dios había hablado a su Hijo mandándole hacer para sí pan de las piedras? No, Dios nunca había dicho tal cosa. Fue Satanás quien le dijo que debía hacerlo. El ángel malo pensaba, “Él no va a prestar atención a nada sino las palabras que Dios habla. La próxima vez yo debo decirle algo que viene de la Palabra de Dios”.

Cuente la segunda tentación, versículos 5 y 6. Esta vez Satanás usó un versículo que era una promesa que Dios guardaría a su Hijo seguro de todo mal. Al usar este versículo, Satanás en realidad estaba reconociendo que el Señor Jesús era el Hijo de Dios; de manera que el Hijo de Dios simplemente respondió al ángel malo con uno de los dichos de Dios acerca de cosas que las personas no deben hacer.

Satanás estaba perdiendo en grande. ¡La cosa no había resultado así en el huerto de Edén! Pero él haría un intento más para provocar al Hijo de Dios a pecar. Llevándole a una montaña alta, el ángel malo le enseñó todos los países del mundo. Entonces dijo, “Todo esto es mío, pero yo se lo daré a usted si se dobla y me adora como si yo fuera Dios”. Una vez más el Hijo de Dios le dijo a Satanás un versículo de la Biblia que hace ver cuán gran pecado sería si una persona hiciera eso.

El ángel malo vio que él no tenía posibilidad de hacer pecar al Hijo de Dios, así que se marchó. Cuando se había ido, Dios mandó a unos de sus ángeles buenos a dar a su Hijo la comida que Él necesitaba.

Repita el texto de memoria y la mímica.

Al hablar con la clase acerca de esta gran historia, haga notar que los animales feroces no hicieron nada malo con la Persona que los hizo, y también que solamente el Hijo de Dios podía vivir tantos días sin comer. Enfatice que Él tenía poder para hacer pan de las piedras, y que ha podido saltar del muro alto del templo sin hacerse daño a sí mismo. Hable de su gran sabiduría en contestar a Satanás y su lealtad a Dios, el Padre. Comente que no había pecado en Él, y que Él no podía pecar. En fin, pida ayuda especial de lo alto para formar una fuerte impresión del Hijo de Dios que todo lo sabe y nunca peca.

Para terminar: “¿Qué me puede dar perdón? …”

Lección 40 El Hijo de Dios es poderoso

Ver
Texto y mímica:

Mateo 3.17, como en Lección 38

 

Idea de la lección:

El Hijo de Dios tiene poder sobre todas las cosas y Él las hizo. Haga referencia al agua, Lección 4, Ejercicio (b). Esto se vio cuando Él cambió el agua en vino, Juan 2.1 al 12.

 

Detalles de la lección:

1. Se hizo una gran fiesta para las bodas de cierto hombre. Asistieron a la fiesta el Hijo de Dios, su madre María y unos pocos varones que andaban a todas partes con Jesús para aprender de Él (llamados discípulos). Asistió mucha otra gente también.

2.  Pronto se acabó el vino, que la gente usaba en aquellos tiempos en vez de té o café. La gente podía pensar que aquel hombre era muy pobre, o que no era cortés. María habló con Jesús acerca de esta falta de vino.

   3.  Había en esa casa seis tinajas grandes que guardaban el agua para usar en lavar las manos, los pies y los platos. Los judíos creían que se debería lavar las manos muchas veces, y por esto había tanta agua en las tinajas. Quizás ellas ya habían sido vaciadas por la gente antes de comenzar la fiesta.

4.  El Hijo de Dios mandó a llenar las tinajas de agua, y entonces sacar de ellas y llevar lo que sacaron al hombre que había pedido la fiesta.

5.  Él se sorprendió al ver que el agua ya era vino, y del mejor.

6.  Esta fue la primera “señal” que hizo Jesús.

 

Trabajo manual:

Presente un cartón doblado en cada extremo para formar las patas de una mesa de unos seis centímetros de altura. Instruya a los alumnos a hacer figuras de plastilina representando los invitados y el hombre responsable por la fiesta ¾ pero sin incluir al Señor Jesús. Proporcione también seis pequeños vasos, o tasas tomadas de un juego de vajilla de niño; estos representarán las tinajas.

Contando con la ayuda de la clase, comience a reconstruir la historia. Coloque las figuras en torno de la mesa de cartón. Descubra que no hay vino. Repita el informe de María y la orden de Jesús a los siervos. Baje sus seis pequeñas tinajas (que pueden ser llenadas de agua si usted desea) en un pozo imaginario, una a la vez, y luego sáquelas y presente su vino al encargado de la fiesta. Algunos de sus alumnos pueden saborear el agua en las tinajas y anunciar que es vino muy sabroso. Haciendo esto, su lección debía resultar muy objetiva, aun si relata los detalles una sola vez.

 

Aplicación:

Fue así que el Señor Jesús hizo ver cuán grande era su poder. Al ver lo que Él hizo los discípulos estaban seguros de que era en verdad el Hijo de Dios. No es de sorprenderse que haya podido cambiar el agua en vino, porque Él hizo el mundo y todo lo que hay en él. Y ahora Él había venido del cielo abajo a la tierra para pasar un poco de tiempo entre la gente del mundo, y, mejor de todo, salvar a los pecadores de sus pecados.

Para terminar: “¿Qué me puede dar perdón? …”

Lección 41 El Hijo de Dios habló de su Padre

Ver
Texto para aprender de memoria:

Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia, Mateo 3.17

 

Detalles de la lección:

1.  El Hijo de Dios, de nuevo en casa en Nazaret, fue como de costumbre a la sala de reunión el día sábado. Él tenía un mensaje para ellos, de manera que se puso de pie donde se efectuaba la lectura. El hombre que custodiaba la Palabra de Dios le trajo una parte del escrito; Él la abrió y comenzó a leer palabras que significaban:

“El Espíritu de Dios está sobre mí, porque me ha escogido para predicar las Buenas Nuevas a la gente pobre. Él me ha enviado para consolar la gente con corazón partido, a decir a los presos cómo ellos pueden estar en libertad y a los ciegos cómo ellos pueden ver, a despedir en felicidad la gente que está agobiada con problemas, y a decir a los pecadores que ahora es cuando Dios salva”.

2.  Todo el mundo se fijaba en Él mientras leía. Probablemente sus hermanos y hermanas ─Mateo 13.55,56─ estaban allí, y también la gente con quienes jugaba cuando niño. Se preguntaban cómo podía Él decir estas cosas, porque no sabían que era en realidad el Hijo de Dios. Él dijo: “Este día esta palabra se ha cumplido, aun ahora mismo cuando ustedes están escuchando”.

Pero ellos no estaban interesados en sus palabras, pensando que era solamente el hijo de José, el carpintero. Ellos se creían buena gente que no necesitaban oir las Buenas Nuevas de Dios para los pecadores. No tenían el corazón partido ni sabían que en realidad estaban presos a causa de sus pecados, y que sus cosas buenas nunca podrían darles libertad. Pero el Hijo de Dios sabía todo lo que estaba sucediendo en sus corazones.

3.  Él les dijo que sabía que no pensaban que tenía un mensaje de Dios para ellos, versículo 24. Entonces dijo que en tiempos pasados Dios había pasado por alto a su pueblo cuando ellos no querían escuchar sus mensajes y había enviado bendición a otros que sí estaban dispuestos a oir. Ellos no querían que Él les salvara (1 Reyes 16.33) así que salvó a otros: la viuda que vivía en Sarepta, 1 Reyes 17.8 al 24, y el sirio Naamán, 2 Reyes 5.1 al 14. Se puede relatar brevemente ambas historias para enfatizar el punto.

4.  Airados a causa de sus palabras, ellos lo empujaron fuera de la sala de reunión y por una senda que conducía a la cresta de una colina, con la idea de echarle abajo y de esta manera matarle. ¡Pero Él no era simplemente un hombre! Era el Hijo de Dios. Cuando llegaron a la cresta Él dio media vuelta y se fue caminando en medio de la multitud, y nadie podía pararle.

 

Aplicación:

Haga una comparación entre los pecadores de hoy día y los de Nazaret, quienes, negando creer que el pecado les ha hecho tan necesitados como la viuda y tan inmundos como el leproso, no tienen ningún interés en los mensajes de Dios acerca de la salvación y cómo hacerse seguros del castigo por venir.

El Hijo de Dios manifestó su amor en traerles las Buenas Nuevas; su misericordia al no castigarles de una vez por haber intentado matarle; y su poder cuando Él se marchó sin haber sufrido nada.

Para terminar:  ¿Qué me puede dar perdón …?

Lección 42 El Hijo de Dios sanó a los enfermos

Ver
Texto para aprender de memoria:

Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia, Mateo 3.17

 

Detalles de la lección:

Con el fin de que los alumnos perciban algo del gran poder del Hijo de Dios en sanar a los enfermos, asegúrese de enfatizar que el leproso estaba sin esperanza; y parecía imposible que el siervo del centurión podría ser sanado desde lejos; y la suegra de Pedro se recuperó de inmediato, levantándose de la cama para servir a los convidados, escasos minutos después de haber estado consumida por una fiebre. Ningún médico humano podría hacer estas cosas. La aplicación de esta lección consistirá en hacer resaltar la condición triste y desesperada de estas tres personas, dando lugar así a que el Hijo de Dios demostrara su poder.

1.  El leproso contaminado. La lepra produce horribles bollos en el cuerpo. El cuerpo se pudre adentro. A veces se desprenden los dedos, y aun las manos y los pies se destruyen. La lepra hace que la gente sea inmunda; ellos se alejan de otros y viven solos. Véanse Levítico 13.1 al 8, 4 al 46 y Números 5.1 al 3.

Cuente de este hombre enfermo y sin remedio. Él tuvo que abandonar su hogar y la gente que amaba, para vivir solo en lugares sucios, rebuscando entre la basura y mendigando sin poder acercarse a la gente de quien pedía comida y ropa. Describa cómo sería su vida solitaria, expuesto a las tempestades, refugiado en una cueva, enfermo y hambriento, anhelando que alguien le curara. Describa su temible clamor, “¡Inmundo, inmundo!” cuando alguien se acercara. Finalmente, describa su encuentro con el Hijo de Dios.

2.  El siervo paralítico.  Describa una persona en esta condición, su sufrimiento y dolor y su incapacidad de moverse. Un médico tendría que venir a verle y darle medicina en la esperanza que algún día la persona se mejorara. Contraste el poder del Hijo de Dos quien no tenía que acercarse a este enfermo, y haga ver que el hombre tampoco requirió un largo tiempo para mejorarse. El Señor Jesús simplemente dijo la palabra y el siervo quedó sano.

3.  La suegra de Pedro. Relate cómo esta señora estaba en cama, muy enferma con lo que el médico Lucas llama “una gran fiebre”. Aquella mañana el Hijo de Dios había predicado en el salón en Capernaum; Lucas 4.31,38,39. Una vez terminado el culto, fue a casa con el señor Pedro y encontró a la mujer muy enferma. El Hijo de Dios habló a la fiebre y de una vez la enfermedad la dejó. Él la tomó por la mano y la ayudó a levantarse, y de pronto ella estaba atendiendo a los visitantes. ¿Quién aparte del Hijo de Dios podría tener semejante poder?

Para terminar:  ¿Qué me puede dar perdón …?

Lección 43 El Hijo de Dios dio comida a los hambrientos

Ver
Texto para aprender de memoria:

Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia, Mateo 3.17

 

Detalles de la lección:
1.  Mucha gente se reunía dondequiera fuera el Señor Jesús. A menudo no había suficiente tiempo como para comer. En cierto día como estos Él oyó que Rey Herodes había mandado a matar al profeta de Dios, Juan el Bautista. Deseando estar solo por un tiempo, Él y sus discípulos (alumnos) entraron en una barca de pesca y navegaron a una playa tranquila. Pero la gente vio que hacían esto y muchos de ellos corrieron por la orilla y encontraron al Señor poco después que Él desembarcó.

2.  Había también numerosa gente de viaje a Jerusalén para la fiesta de la pascua. Ellos también habían oído acerca del Hijo de Dios, porque los discípulos recién habían regresado de predicar en todos los pueblos de Galilea. Aparentemente muchos de estos transeúntes se unieron al gentío procedente de Capernaum, de manera que la multitud alcanzó a los cinco mil hombres sin contar las mujeres y los niños.

3.  Esta gente se quedó todo el día mientras el Señor Jesús les enseñaba y curaba a sus enfermos. Se acercaba la noche y no había dónde conseguir alimentos. Los discípulos le pidieron despachar a la gente, pero Él dijo: “No tienen necesidad de irse; denles ustedes de comer”.  Él hizo una pregunta para probarles, Juan 6.3 al 6, y Felipe respondió que unos treinta dólares de pan no sería suficiente para ser repartido entre tanta gente.

Andrés les informó que había cinco hogazos de cebada de quizás quince centímetros de diámetro y dos de grosor, y también dos pequeños peces.

4.  El Señor Jesús mandó que la gente se sentara sobre la hierba en grupos de cien o cincuenta, así como en las clases grandes de muchachos. Procure que su clase capte una noción del gentío que hubo aquel día, quizás haciendo una comparación con el número de alumnos en la escuela bíblica o la escuela pública. Si es de cien alumnos, usted tendrá que trazar cincuenta círculos en el pizarrón para representar el tamaño de la concurrencia.

5.  Cuando todos estaban sentados, el Señor Jesús dio gracias por la comida y entonces empezó a romper en pedazos los panes y peces. Los dio a los discípulos, y ellos a la gente. Caminaron entre los grupos de comensales y volvieron al Señor pidiendo más para repartir. La cantidad disponible nunca menguó porque Él hacía más y más. (El maestro debe pasear entre sus alumnos, fingiendo dar a cada uno un pedazo de pan y pescado).

6.  Terminada la cena sobre la hierba, Él mandó a los discípulos a recoger los pedazos de pan y pescado que la gente no había comido. Ellos llenaron doce cestas ─ mucho más de lo que había cuando comenzaron.

(Dibuje en el pizarrón seis círculos para representar los panes y abajo dos pequeños peces. Debajo de éstos, dibuje las doce cestas. Pida a la clase contar los panes y peces, que fue toda la comida que había. Entonces cuente las cestas ─ lo que sobró una vez que todos habían  comido).

 

Aplicación:

Aun cuando triste Él por la muerte de Juan el Bautista, cansado en su cuerpo humano y necesitado de descanso, la compasión amorosa del Hijo de Dios se hizo evidente, como también su gran poder. Él aceptó la gente sin queja, contó el mensaje de su Padre, sanó a los enfermos y dio de comer a todos.

Este gran milagro debía ser una lección ilustrada al pueblo, enseñándoles que de la manera que ellos necesitaban pan para mantener sus casas-cuerpos, también le necesitaban a Él, el Pan de Vida, para dar la vida eterna a sus pobres almas muertas en pecado.

Para terminar:  ¿Qué me puede dar perdón …?

Lección 44 El Hijo de Dios salva de los pecados

Ver
Texto para aprender de memoria:

El salvará a su pueblo de sus pecados, Mateo 1.21

 

Mímica:

Él  Diga, “Esto quiere decir el Hijo de Dios”   salvará    Agáchese y con ambas manos recoja del suelo a un cordero imaginario a un lugar seguro  a su pueblo   Un arco con su brazo   de sus pecados  Haga sobre el corazón la señal ondulada que significa el pecado

 

Idea de la lección:

El Hijo de Dios perdonó los pecados del hombre antes de curarle de su enfermedad, haciendo ver que tener los pecados perdonados es más importante que cualquier otra cosa.

Y, la curación de otro paralítico, Marcos 2.1 al 12.

 

Detalles de la lección:

1.  Recoja y enfoque las ideas sueltas de los niños, platicando acerca de niños que padecen del polio. Hable de las consecuencias trágicas de esa enfermedad: brazos que no se pueden mover, piernas que no pueden caminar, etc. Una vez ganado un interés activo, e impartida la idea de qué es tener polio, usted estará en condiciones de comenzar la lección.

2.  Prosiga con una descripción de la condición de inútil de ese hombre; no podía pararse, acudir a la mesa a comer, trabajar o ir a cualquier parte. Quizás había estado postrado en cama por semanas o años, pero los médicos no podían curarle. 

3.  El Señor Jesús había estado ausente por cierto tiempo, enseñando en las ciudades y los pueblos de Galilea. Una vez terminada esa obra, Él volvió a vivir (según entendemos) en casa de Pedro en Capernaum. El pueblo se dio cuenta de una vez de su regreso “a su ciudad” y se difundió la noticia de que “estaba en casa”. Cuatro amigos del paralítico reconocieron que esta era su oportunidad para que el enfermo fuese sanado. Abunde usted en lo posible en la iniciativa de los versículos 3 y 4.

4.  Interrumpa su relato por un tiempito para conversar sobre qué necesitaba ese hombre más que todo.

A lo mejor todos van a opinar que su gran necesidad era la de ser curado. Repase la condición del hombre y haga ver cuán razonable parece ser esa conclusión. Comente que estaban sentados allí muchos maestros de la ley y otra gente que opinarían sin duda que la curación era la necesidad sobresaliente.

Pero había Uno en aquella casa que vino del cielo. Él podía ver cuánto ese hombre necesitaba la curación de su cuerpo, pero también podía ver dentro de su corazón. ¿Qué veía allí? El Hijo de Dios, quien sabe todas las cosas, Juan 1.24,25, veía el terrible pecado que moraba allí adentro. Así, en vez de curar su enfermedad, le dijo, “Hijo, tus pecados te son perdonados”.

Para probar a todos los concurrentes que era de veras el Hijo de Dios, y que realmente contaba con poder para perdonar los pecados, Él curó su enfermedad además, versículos 10 y 11.

Describe el regocijo del hombre, la sorpresa de la gente cuando él se fue caminando y lo que sus amigos han debido sentir cuando llegó a casa.

 

Trabajo manual:

Abra un espacio entre dos asientos y coloque sobre ellos, y sobre la apertura, una cubierta de papel o cartón. El espacio entre los asientos será la casa, y la cubierta, el techo. Haga varias figuras de plastilina y colóquelas en la casa para representar la gente presente allí. Haga también la figura del hombre enfermo. Un pañuelo servirá de cama.

Pida a cuatro alumnos que cada cual sostenga una esquina del pañuelo, llevando el hombre a la casa y subiendo al techo. Ayúdeles a abrir un hueco en el techo; amarre las esquinas con hilo o cuerda y pida a los alumnos bajar el hombre al piso. Hecho esto, repase las palabras y los hechos del Señor Jesús.

Enfatice: (a) que la obra tan maravillosa probó que Él era de veras del Hijo de Dios; (b) que Él fue enviado para salvar a su pueblo de sus pecados; (c) que la gente necesita más que cualquier otra cosa en el mundo que sus pecados sean perdonados, y que, perdonados, ellos están seguros.

Luego saque al hombre de la casa, enderécelo y póngalo de pie y haga que se vaya caminando.

Para terminar:  ¿Qué me puede dar perdón …?

Lección 45 El Hijo de Dios es el Buen Pastor

Ver
Texto para aprender de memoria:

El buen pastor su vida da por las ovejas, Juan 10.11

 

Mímica:

El buen pastor   Señale hacia arriba, y luego baje las manos hacia el piso, para indicar Aquel que vino desde el cielo   su vida da     Incline la cabeza, ojos cerrados, y doble las manos sobre el pecho   por las ovejas   Emplee la mímica que corresponde al cuidado de la oveja perdida, para sugerir que Él da su vida para hacerla segura.

Repita también el texto de memoria y la mímica de Lección 44

 

Idea de la lección:

El Hijo de Dios era el Buen Pastor. Él vino para dar su vida, a morir para que su rebaño pudiera estar seguro. La parábola del bueno pastor y el lobo, Juan 10.11 al 16.

 

La lección ─ Ejercicio (a):

Empleando el método yo veo, mire lejos de la clase y pronuncie de manera enfática:

“Veo gente; un padre, una madre y unos hijos. Están caminando por un camino. Hay mucha gente allí al otro lado de la colina. Alguien está hablando con ellos. El padre, la madre y los hijos se acercan a ver qué está sucediendo. Oyen palabras maravillosas, así que se quedan por buen rato, escuchando. Pero llega el atardecer y los niños están cansados y hambrientos. Pero no tienen qué comer; habían pensado ir a un pueblo cercano a comprar comida, pero ahora se ha hecho tarde. Pero veo otra cosa. Es un muchacho. Él carga una cesta, y en ella hay cinco pequeños panes planos y dos pequeños peces …”

Prosiga de la misma manera, describiendo la alimentación de los cinco mil y enfocando la atención en el Señor Jesús, sin nombrarle. Finalmente, pregunte, “¿Quién es Él?”

De la misma manera describa la curación del hombre enfermo de parálisis, de nuevo enfocando la atención en la Persona del Salvador. Termine su relato acerca del Benefactor no nombrado, preguntando, “¿Quién era Él?”

Si usted logra agilidad al relatar estas historias, los niños no se cansarán con una tercera ─ una que será nueva entre sus lecciones ─ la historia de la hija de Jairo en Lucas 8.41,42, 49 al 56. Termínela de la misma manera que las otras.

Finalizados estos relatos, señale que uno pensaría que todo el mundo amaría al Señor Jesús quien había hecho tanto bien por la gente necesitada. Con estas grandes bondades como trasfondo, cuente el odio de los gobernantes impíos, quienes no sentían ninguna necesidad de ser limpiados de sus muchos pecados.

 

Ejercicio (b):

Repita los dos textos a ser memorizados, junto con la mímica. Luego un cuento supongamos que de la parábola implícita en el pastor falso (el asalariado, una palabra que los niños no van a captar). Cuente de un rebaño de ovejas, allí afuera en la ladera de una montaña, dejado a la merced de un pastor falso. No eran suyas las ovejas y él realmente no tenía mucho interés por ellas. Cuente de una noche oscura y un lobo feroz que merodeaba por allí, y cómo ese pastor huyó, dejando aquellas ovejas a la merced de la fiera y muertas al final.

Una vez más, repita los dos textos de memoria. Y, revirtiéndose al método yo veo algo, cuente de otra noche oscura; pero esta vez el Buen Pastor está cuidando el rebaño. Él no lo abandona. Más bien, se enfrenta con el terrible lobo. Cuente de una lucha cerrada, un lobo muerto, y cómo el Buen Pastor pagó el gran costo de dar su propia vida para que las ovejas no pierdan la suya.

Explique que esa historia es un cuadro de algo que realmente sucedió. Pero en realidad las ovejas eran los pecadores: hombres y mujeres, niños y niñas. Y el lobo era en realidad el temible enemigo de Dios, Satanás, quien odia a Dios y no quiere que los pecadores estén seguros. Él quiere más bien que ellos vayan a la cárcel de Dios. Pero vino el Buen Pastor. Él vino a quitar el poder a Satanás, para que los pecadores puedan tener sus pecados lavados ─ ¿y  qué me puede lavar los pecados? ─ y tener un lugar un día en el hogar muy feliz de Dios en los cielos. Pero el Buen Pastor tenía que dar su vida para quitarle a Satanás su poder; Hebreos 2.14,15, Él tuvo que morir para que los pecadores puedan tener la vida eterna. ¿Y quién piensa usted era el Buen Pastor?

El la próxima clase esperamos comenzar a decirle la historia de cómo el Buen Pastor dio su vida por las ovejas. (Nota: Salvo que no haya sido terminada, esta historia no tiene que ser repetida).

 

Trabajo manual:
Si hay tiempo para ello, háganse en plastilina figuras ajustadas a las últimas dos historias.

Para terminar:  ¿Qué me puede dar perdón …?

Lección 46 El Hijo de Dios dio su propia vida

Ver
Texto para aprender de memoria:

El buen pastor su vida da por las ovejas, Juan 10.11

 

Idea de la lección:

Vino el tiempo para que el Buen Pastor pusiera su vida por las ovejas, para salvarlas de sus pecados. La última pascua y el Getsemaní; Mateo 26.14 al 56

 

La lección:

Por cuanto esta lección consistirá de un todo en relatar una historia cuyos detalles pueden ser recogidos fácilmente del pasaje de las Escrituras, anotaremos sólo los puntos más resaltantes. Al ser posible emplee el flanelógrafo.

Para enfocar los pensamientos dispersos de los niños, sería aconsejable enfocar su atención por un recuento de la historia del pastor falso, empleando el método yo veo algo.

(a) Por fin se acercó el tiempo cuando el Buen Pastor debía dar su vida para salvar a su pueblo de sus pecados ─ pecados que les llevarían a la cárcel de Dios. Él sabía que tendría que librar una terrible batalla con el enemigo de Dios, Satanás, y que debía morir y derramar su sangre para que nuestros pecados fuesen lavados. Pero Él nos amaba, y nada podía infundirle miedo ni hacerle huir.

Sabiendo que había llegado su última noche en el mundo, Él fue con los doce hombres que habían sido sus alumnos, o discípulos, a un salón en la segunda planta de la casa de cierto hombre. Ellos fueron para celebrar la fiesta de la pascua. (No intente describir la pascua, sino explique no más que se mataba un pequeño cordero para comer su carne en la fiesta).

(b) Terminada esa ceremonia, el Señor Jesús mostró a sus amigos cómo celebrar la reunión de la cena del Señor. Desde ese entonces su pueblo ha guardado aquella ceremonia para ayudarles   recordar la ocasión cuando Él dio su vida por las ovejas.

(c) Pero uno de los discípulos no estaba presente en la reunión del partimiento del pan. Él salió antes de que comenzara. Su nombre era Judas … Describa cómo el traidor hizo planes con los gobernantes impíos y el negocio que había pactado.

(d) Una vez terminada la reunión de la cena el Buen Pastor habló por varios minutos con sus amigos. Les contó algunas de las cosas que le iban a suceder, así que ellos se pusieron muy tristes … Hable sobre las palabras preciosas de Juan 14.1 al 3.

La noche era oscura cuando ellos se marcharon de aquel salón. No había luces en las calles para guiarles, pero ellos sabían caminar en la oscuridad. El Buen Pastor les condujo fuera de la ciudad, a través de un riochuelo y después arriba a un jardín, o huerto, en una colina, llamado Getsemaní … Describa tan gráficamente como puede qué sucedió allí: la agonía, la copa que Dios le dio llena de nuestros pecados, y el castigo que esos pecados requerían; la traición cruel; y la aprehensión por los guardas enviados por los gobernantes crueles. Y así, como aquel corderito que había sido llevado al lugar de su muerte para proveer carne para la fiesta de la pascua, el Buen Pastor permitió que los guardas le atasen y le llevasen al palacio del sumo sacerdote.

 

Aplicación:

Enfatice el amor mostrado por el Buen Pastor en que:

(i) Él no huyó como hizo el falso pastor.

(ii) Él fue benigno con Judas aunque sabía qué pensaba hacer aquel hombre.

(iii) Él estaba dispuesto a beber aquella terrible copa de castigo para hacer posible que nuestros pecados fuesen lavados.

(iv) Él no mandó al infierno ni a Judas ni a los guardas por lo que le estaban haciendo. Él fue como un cordero al matadero.

¡Maravilloso Salvador!

Para terminar:  ¿Qué me puede dar perdón …?

Lección 47 El Hijo de Dios murió en la cruz

Ver
Texto para aprender de memoria:

La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado, 1 Juan 1.7

 

Mímica:

Las lecciones que quedan no requieren mímica, pero si usted desea se puede seguir con el texto de memoria y la mímica de Lección 45.

 

Idea de la lección:

Fue en la cruz que el Buen Pastor dio su vida por las ovejas, Marcos 15, Juan 19.28 al 37.

 

La lección:

Haga mención de los eventos de la lección anterior. Luego:

(a)  Los guardas condujeron al Buen Pastor por el camino rudo hasta el palacio del sumo sacerdote. Los dirigentes malvados estaban con-gregados allí a ver qué podían hacer en contra de ese Ser Bendito a quien odiaban tanto. Toda la noche requerían que Él se quedara parado mientras le interrogaban e intentaron que dijera algo malo que informar al gobernador para que fuera castigado. Pero Él no respondió a las cosas malas que ellos le decían.

Finalmente le preguntaron si era el Hijo de Dios. Él dijo que sí. Esta respuesta les llenó de enojo. Algunos empezaron a escupirle; los guardas le empujaron de un lado a otro (“le golpearon”); algunos de los subalternos le taparon los ojos y le daban felpas en la cara, diciendo: “Ahora díganos quién le golpeó”. Marcos 14.53 al 65. (No incluya la defección de Pedro, para no dar lugar a confusión).

(b)  Al amanecer, cuando el gobernador Pilato ya se había levantado y estaba listo para sus labores, esos hombres malvados condujeron al cansado Buen Pastor al atrio de Pilato. Le acusaron de muchas cosas muy malas, pero cuando el gobernador le preguntó varias cosas, él se dio cuenta de que ese no había hecho ningún mal. ¿Cómo sería posible que el Hijo de Dios hiciera algo malo? Pilato vio también que los dirigentes le odiaban, así que dijo: “Voy a mandar que lo azoten con cuerdas, y dejarle ir”. Pero los malos líderes habían reunido a un gran grupo de gente fuera del tribunal y les habían dicho qué decir. Ellos gritaron y exclamaron: “¡Crucifícale! ¡Crucifícale!”

Pilato quería complacer la gente, así que permitió a los soldados golpear a la Persona Bendita en la espalda hasta correr la sangre, hacer una corona de espinas para ser puesta sobre su cabeza, ponerle una túnica de púrpura y burlarse de Él, diciendo: “¡Salve, Rey de los judíos!” El gobernador esperaba que al ver el pueblo cuánto había sufrido el Buen Pastor, ellos estarían satisfechos al verlo puesto en libertad. Pero cuando lo sacó fuera para que todos le vieran de nuevo, los malos líderes y el pueblo gritaron otra vez, “¡Fuera con este! ¡Que sea crucificado!” Así, para satisfacer al pueblo el gobernador mandó a sus soldados dar muerte al Buen Pastor clavándole a una cruz.

(Nótese que no se ha incluido la marcha al tribunal de Herodes ni el episodio de Barrrabás. Son detalles que se pueden incorporar más adelante cuando los niños se hayan familiarizado con la esencia del relato. Se omitirá también el relato de los dos ladrones).

(c)  Descríbanse: la procesión al lugar llamado el Calvario; el Salvador siendo clavado mientras oraba: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”; la cruz levantada y la burla del pueblo.

(d)  Una vez que los hombres habían hecho lo peor que podían con el Buen Pastor, Dios causó que todo fuera oscuro. Cuando todo estaba muy oscuro Él tomó los pecados de todo pecador que iba a poner su fe en el Salvador, y los puso sobre el Señor Jesús como si fueran los suyos propios. Entonces la terrible ira de Dios cayó sobre Él. ¡Oh niños! ¡Fue muy, muy terrible! ─ Más de lo que nosotros jamás vamos a saber. El Buen Pastor estaba sufriendo por nuestros pecados, castigado para que nosotros pudiéramos ser librados, para que nosotros no tuviéramos que ser castigados por el pecado.

Al cabo de tres largas, temibles horas Él ya había sufrido todo. El Señor Jesús exclamó a gran voz: “Consumado es”. Él inclinó la cabeza y envió lejos su espíritu. El Buen Pastor había dado su vida por las ovejas.

Entonces un soldado metió un espada en su costado. La sangre salió, y agua. ¿Qué me puede dar perdón?

Desde este punto en adelante es apropiado que usted apele prudentemente a sus oyentes. En la experiencia de quien escribe no se encontró una manera más objetiva de lograr los beneficios de esta poderosa obra de la salvación que decir (con base en 1 Juan 5.12): “¿Quién permitirá que el Señor Jesús le haga seguro de no ser castigado por sus pecados? ¿Hay alguien aquí que realmente quiere estar seguro? Si lo hay, Dios dice que tendrá vida todo aquel que reciba al Señor Jesús. ¿Quién tendrá a Jesús como su Salvador? Si tú quieres tenerle a Él, Él con mucho gusto te tendrá a ti, [Juan 6.37]. Es porque Él fue castigado por el pecado que puede guardar a una persona segura; su sangre lavará sus pecados, y Él le dará la clase de vida necesaria para vivir en su hogar muy, muy feliz en el cielo ─ la vida eterna”.

Lección 48 El Hijo de Dios volvió a vivir

Ver
Texto para aprender de memoria:

Porque yo vivo, vosotros también viviréis, Juan 14.19

 

Idea de la lección:

El Buen Pastor volvió a vivir; Mateo 27.57 al 28.15.

 

La lección:

(a)  Fue un día triste cuando el Buen Pastor murió en la cruz, el día más triste que ha habido en todo tiempo. Cuente cómo el hombre rico, José, y el benigno Nicodemo se presentaron ante Pilato y rogaron por el cuerpo del Señor Jesús. Se les dio permiso, y ellos quitaron su cuerpo de la cruz, lo lavaron, pusieron especies agradables sobre el cuerpo y lo envolvieron en una tela limpia de algodón.

Entonces lo llevaron abajo al jardín  cerca de donde había estado la cruz, donde José tenía un sepulcro nuevo en la piedra. Era un pequeño salón cavado en la ladera de un peñón. Acostaron allí el cuerpo muerto del Buen Pastor y rodaron una gran piedra justo frente a la pequeña puerta para cerrar muy bien aquel salón.

(b)  Explique cómo eran los esfuerzos de los judíos para asegurarse de que Él se quedaría muerto para siempre: la tumba sellada y los vigilantes frente de ella.

(c)  Pero el Buen Pastor, el poderoso Hijo de Dios, no podía quedarse muerto para siempre. Temprano el tercer día hubo un gran terremoto. Un ángel descendió del cielo y rodó la gran piedra … Describa su apariencia, el temor y la huida de los vigilantes, la llegada de las mujeres, el mensaje del ángel para ellas, su confianza de que la tumba estaba vacía y su encuentro con el Señor vivo.

 

Aplicación:

Así como el día que Él murió fue el más triste jamás habido, el día que volvió a vivir fue el más feliz jamás habido.

El poderoso Hijo de Dios, el Buen Pastor, era el Señor de Vida. Él no podía quedarse muerto. Por cuanto Él vive, toda persona que pone su fe en Él para hacerle seguro, va a vivir mientras Él viva ─ y será para siempre y siempre. “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo”, Hechos 16.31. ¿Quién aquí va a confiar en Él para hacerse seguro?

Para terminar:  ¿Qué me puede dar perdón …?

Lección 49 El Hijo de Dios volvió al cielo

Ver
Texto para aprender de memoria:

Jesús … ha sido tomado de vosotros al cielo, Hechos 1.11

 

Idea de la lección:

El Señor vivo visitó sus discípulos; acerca de Tomás y de Judas; y su regreso al cielo. Juan 20.19 al 29, Mateo 26.3 al 10, Lucas 24.50 al 53, Hechos 1.6 al 12

 

La lección:

Por cuanto los relatos bíblicos son suficientemente claros, se sugiere que usted tome papel y lápiz y anote los detalles de la historia así como están presentados. Se hace mención del nombre de Judas porque él no estaba en la segunda planta y la clase querrá saber qué pasó con él.

 

Aplicación:

(a) Anote para su propio entendimiento que Cristo recibió el castigo del pecado por todo pecador, y en lugar de los que confían en Él.

(b) Dios estaba muy satisfecho con la obra hecha en la cruz, Él levantó (resucitó) a su Hijo amado de entre los muertos y lo llevó a su hogar en el cielo.

(c)  Él vive para guardar seguro del castigo a todo niño que pone su fe en Él. Su sangre limpia de todo pecado, y ellos nunca van a perderse. Son “salvos”.

Para terminar: “¿Qué me puede dar perdón? …”

Lección 50  El Hijo de Dios busca

Ver
Texto para aprender de memoria:

El Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido, Mateo 18.11

 

Idea de la lección:

Una parábola acerca del Buen Pastor haciendo segura a una oveja perdida, Mateo 18.11 al 14

 

La lección:

Una historia que oyó un muchacho, versículo 2

Desde aquí en adelante se relatarán las historias bíblicas en secuencia, encontrando una medida de comprensión mayor de la que hubiera sido posible sin el fundamento que hemos presentado, construyendo “línea sobre línea”.

Judas 24,25

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