La retribución eterna (#336)

La  retribución  divina

E. L. Moore

Qué es

La retribución es la compensación debida – la recompensa o el castigo – por lo que uno ha hecho. En este estudio consideraremos el aspecto negativo de la retribución, que es el más común.

Está vinculada con la maldición de Génesis 3.16 a 24, donde Dios pronuncia las consecuencias del pecado en el Edén. La salvación del pecador no le exime de estas consecuencias.

Dios estableció el principio de la retribución:

  • Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna., Gálatas 6.7,8
  • Con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas,  Mateo 7.2, 12
  • Como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos, Lucas 6.31

La retribución representa una medida justa de lo que merecen todos. En muchos casos, especialmente en las tragedias, el santo y el pecador deben sufrir por igual. Con todo, el creyente afligido tiene una consolación fuerte:

  • Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación, 2 Corintios 1.3 al 5
  • … para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros. La cual tenemos como segura y firme ancla del alma …, Hebreos 6.18 al 20

La retribución en esta vida no se debe a la gratificación propia ni a un afán de venganza. De otro modo, sería una contradicción del carácter de Dios, quien es amor, 1 Juan 4.8.

La retribución divina puede ser por la intervención directa de Dios o por medio de un agente humano, con el permiso de Dios. Sin embargo, cualquier exceso de parte de un humano, o una nación, requerirá que aquel sea juzgado, como fue el caso con tantos opresores de Israel en edades pasadas.

La retribución en esta vida nada tiene que ver con el castigo eterno en el lago de fuego sobre los pecadores no arrepentidos. No es venganza, la cual es una prerrogativa de Dios que Él ejercerá en la eternidad:

  • No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor, Romanos 12.19
  • Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo, Hebreos 10.30
  • ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra? Lucas 18.7,8
  • … cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo, 2 Tesalonicenses 1.8

Para el creyente en Cristo, la eterna justicia de Dios fue satisfecha por la muerte expiatoria del Salvador.

Ejemplos y manifestaciones

Las experiencias de David ofrecen tres ejemplos de la retribución asignada a otras personas en vida:

  • Joab mató a Abner y Dios sentenció: “Caiga sobre la cabeza de Joab, y sobre toda la casa de su padre; que nunca falte de la casa de Joab quien padezca flujo, ni leproso, ni quien ande con báculo, ni quien muera a espada, ni quien tenga falta de pan”, 2 Samuel 3.29
  • Mical despreciaba a su esposo David, 2 Samuel 6.16, 20 al 23, y leemos: “Mical hija de Saúl nunca tuvo hijos hasta el día de su muerte”.
  • La matanza de los gabaonitas, ordanada por Saúl, trajo hambruna: “ Hubo hambre en los días de David por tres años consecutivos. Y David consultó a Jehová, y Jehová le dijo: Es por causa de Saúl, y por aquella casa de sangre, por cuanto mató a los gabaonitas”,
    2 Samuel 21.1.

Ofrecemos dos ejemplos en el Nuevo Testamento:

  • En el ministerio público el Señor, se le advirtió al hombre del estanque de Betesda: “Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor”,
    Juan 5.14.
  • A los corintios se les advirtió: “el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo”, 1 Corintios 11.29 al 32

Sugerimos cuatro clases de indicios de la retribución de parte de Dios:

  • La enfermedad física, inclusive las consecuencias de accidentes
  • La debilidad corporal, con sus consecuencias desagradables, especialmente en la vejez
  • El sufrimiento físico, emocional, mental o espiritual debido a una falta de, por ejemplo, alimentación y agua, libertad o compañerismo.
  • Los efectos de desastres naturales y tragedias, que a veces resultan en la muerte

Disciplina

Los indicios que hemos mencionado deberían ser vistos por el inconverso como evidencias de la bondad de Dios, calculados a conducirle al arrepentimiento. Es decir, a falta de lo sucedido, quizás sea menos probable que busque a Dios. “¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios?  ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?” Romanos 2.3 al 4.

El creyente auténtico que cometa un pecado “mayor” está sujeto a que su testimonio sean “juzgado” aquí:

  • 1 Corintios 11.29 al 32, citado arriba
  • Gálatas 5.17: “El deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis”.

Es muy posible que nada acontezca a un falso profesante en una situación similar. Lejos de ser evidencia de la aprobación divina, sería evidencia de una falta de vida eterna.

La retribución al verdadero creyente conlleva el principio de la responsabilidad. “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir”, Lucas 6.38. En términos generales, cosechamos lo que hemos sembrado, y a veces con creces. “Mirad lo que oís; porque con la medida con que medís, os será medido, y aun se os añadirá a vosotros los que oís”, Marcos 4.24. Cuando hemos faltado, una humillación propia de actitud puede minimizar los efectos negativos de nuestra acción. “Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido”, Lucas 18.14.

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