Tíquico (#451)

Tíquico

 

Héctor Alves

 

 

Cinco veces el Nuevo Testamento menciona este hombre excepcional; no dice nada en su contra, sino sólo cosas positivas. Él gozaba de la estima de Pablo. Su nombre significa «afortunado» y le favorecía estar mucho en la compañía del apóstol.

Hechos 20.4 es la primera referencia a Tíquico, donde aprendemos que era oriundo de Asia, probablemente Éfeso porque figura junto con el efesio Trófimo en el 21.19. Posiblemente fue después de haber predicado en esa ciudad que Pablo llevó consigo a Tíquico y algunos otros. Colosenses 4.7 describe a este hombre como amado hermano, fiel ministro y consiervo en el Señor.

Amado hermano

Leemos en Hechos 20 que Tíquico, con otros, acompañó a Pablo en el viaje de varias semanas de Troas a Tiro por mar y a Jerusalén por tierra. ¡Se conocerían bien el uno al otro al pasar tanto tiempo juntos en una nave de ese entonces! El adagio dice que lo que se tiene no se aprecia, pero esta amistad produjo más bien el respeto, aun cuando Pablo era judío y Tíquico, sin duda, gentil,

En la Epístola a los Colosenses, escrita unos seis años después de este viaje, encontramos a los dos juntos de nuevo. El caso es que iban a estar juntos buena parte del tiempo por diez años, inclusive cuando Pablo escribió su última carta. En
2 Timoteo 1.15 él declara: «Me abandonaron todos los que están en Asía», pero no así este varón de aquella provincia.

Hay traducciones – Biblia Textual entre ellas – que hablan en Efesios 6 y Colosenses 4 de el hermano Tíquico.

 

Fiel ministro

En ninguna parte Tíquico está presentado como un predicador, aunque no estamos diciendo que no predicaba. Era un diákonos, un asistente con una responsabilidad específica a desempeñar, a diferencia de un siervo común. La Reina-Valera traduce diákonos como «ministro» doce veces y como «servidor/siervo» doce veces. Sin embargo, al referirse al evangelio del cual fue hecho «ministro por el don de la gracia de Dios», Efesios 3.17, es claro que Pablo tiene en mente su predicación.

Su ministerio fiel tomó varias formas. Es evidente que entregó la carta a Filemón además de las Epístolas de Efesios y Colosenses, y que el fugitivo Onésimo le acompañó en su regreso. El viaje sería por mar a Éfeso y por tierra a Colosas, ocupando semanas. (Posiblemente en otra ocasión él portó la comunicación de Pablo a Creta, Tito 3.13).

Otra razón para este viaje fue para informar a los santos acerca del estado y las actividades de Pablo. «Tíquico, el cual envié a vosotros … para que sepáis lo tocante a nosotros», Efesios 6.22, Colosenses 4.8. Pablo escribía poco acerca de sí mismo en estas epístolas, y bien podemos imaginar la diligencia con que este colega relataría la marcha de la obra.

En cada una de estas cartas Pablo escribe: «que consuele vuestros corazones» en el sentido de estimular. Un ministro fiel puede hacer esto, y nuestro protagonista era uno amado y a la vez fiel. Hay diáconos que son amados más por no oponerse a lo que es contrario a la voluntad de Dios, y hay los que son fieles pero no despiertan mucho amor precisamente por la manera en que defienden la verdad. Tíquico era tanto amado como fiel, y esto «en el Señor»; es decir, reconocía el señorío de Cristo.

 

Consiervo

«Fiel ministro» nos sugiere su carácter ante Cristo y «consiervo» su relación con el apóstol. Esto incluiría compartir libertad y encarcelamiento, entregar correspon-dencia, cumplir mandatos y caminar centenares de kilómetros por sendas peligrosas. En esto Tíquico era un participante fiel en la obra del Señor.

La última mención que Pablo hace de él está en 2 Timoteo 4.12: «A Tíquico lo envié a Éfeso». Demas, en cambio, le había desamparado, «amando al mundo». Qué contraste: uno se marchó frío de corazón y otro emprendió viaje para proseguir en la obra.

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