Solamente hay dos opciones (#9912)

9912

 

Solamente hay dos opciones

 

Jorge Perera

 

El 26 de diciembre de 2004 las olas gigantescas de un tsunami sorprendieron a los habitantes y los turistas que escaparon del frío invierno para dirigirse a las soleadas playas de Sri Lanka, India, Tailandia e Indonesia. Este maremoto de más de 9 puntos en la escala de Ritcher azotó once países de África y Asia, siendo lo más lamentable la muerte de más de 130.000 personas.

Un acontecimiento que sobresalió en los principales diarios del mundo fue titulado: ―Madre tuvo que elegir entre sus dos hijos en medio del maremoto.

Jillian Searle, madre australiana, tuvo que escoger entre sus dos hijos –Lachie de 5 años y Blake de 20 meses– a la hora de luchar por su vida. Entre olas turbulentas la señora no podía sostener a ambos y sobrevivir al mismo tiempo. Así que, luchando por mantenerse a flote, soltó a Lachie y se quedó con Blake. Afortunadamente Lachie fue encontrado con vida más tarde.

La experiencia amarga vivida por la señora Searle me hace recordar la cita bíblica hallada en Deuteronomio 30.19: ―A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición‖.

Dios en su sabiduría ha dotado al ser humano de una capacidad extraordinaria para hacer una excelente elección, pero desde el principio su decisión ha sido fatal. Cuando Adán y Eva estaban en el huerto de Edén, la Biblia resalta dos árboles: el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. No se les prohibió comer de ningún árbol incluyendo el árbol de la vida, solo el árbol de la ciencia del bien y del mal estaba prohibido.

Había dos opciones, y por supuesto todos conocemos la mala decisión que ellos tomaron y su respectiva consecuencia. Ahora, usted estimado lector, así como Adán ¿va a tomar una mala decisión?

La opción bíblica fue posteriormente una cruda realidad cuando la nación de Israel tuvo delante de sí la vida y el bien en la persona de Jesucristo. La muerte y el mal estaban representados en Barrabás. No se podía escoger los dos a la vez; había que hacer como la señora Searle, quedarse con uno solo. Israel eligió a Barrabás y con él la muerte y el mal. Rechazó a Jesucristo y con Él la vida y el bien. Esta mala decisión ha traído sufrimiento a esa nación por casi dos mil años y falta más en la gran tribulación. Son consecuencias de haber rechazado al verdadero y único Salvador.

Está escrito: ―Estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros‖, 1 Corintios 10.11. Son ejemplos de malas decisiones, como un espejo en el cual debe usted fijarse muy bien para no hacer igual. Las consecuencias serán eternales. Vida y muerte están delante de ti, salvación y perdición.  Tienes tú que decidirte, ¿cuál será tu decisión?

Comparte este artículo: