El tabernáculo: Un santuario terrenal | El tabernáculo en el Nuevo Testamento (#774)

El tabernáculo

Un santuario terrenal; Héctor Alves

El tabernáculo en el Nuevo Testamento, Ada Habershon

 

La carpeta 786 consta de tres documentos más de exposición sobre el tabernáculo

La carpeta 796 presenta varias imágenes sobre el régimen levítico.

El documento 511 se titula Cómo enseñar el tabernáculo. Es una guía para el evangelista.

 

Un santuario terrenal

Héctor Alves, 1896 – 1978
Vancouver, Canadá

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Contenido

(El documento es incompleto).

Presentación

Capítulo Uno ─ Introducción: Parábola

Lo que de Él decían

Allí estoy yo en medio de ellos

Una figura para el tiempo presente

Capítulo Dos ─ Introducción: Esquema

Verá el pueblo la obra de Jehová

La sabiduría edificó su casa

Dios ama al dador alegre

Mis caminos no son vuestros caminos

Capítulo Tres ─ El atrio

Cerca

Columnas de la cerca

Cuerdas y estacas

Portón

Columnas del portón

Capítulo Cuatro ─ El altar para sacrificio

Nombres

Ubicación

Importancia

Dimensiones y acceso

Materiales

Rejilla

Anillos y varas

Cuernos

Cenizas

Paño

Capítulo Cinco ─ La fuente

Posición y significado

Componentes

Propósito

Material

Medidas

Nuevo Testamento

Capítulo Seis ─ Las paredes

Armazón

Basas

Tablas: material y significado

Tablas: espigas y medidas

Barras y los anillos

Capítulo Siete ─ La puerta

Cortinas

Columnas

Capiteles

Capítulo Ocho ─ El techo

Arquitectura

Pieles de tejones

Pieles de carnero

Pelo de cabra

Lino bordado

Capítulo Nueve ─ La mesa   

Contorno

Mesa

Contenido

Aplicación

Capítulo Diez ─ La lámpara

Capítulo Once ─ El altar para incienso

Dos altares

Materiales

Forma y ubicación

Fuego

Cuernos

Incienso

Hebreos 9

Capítulo Doce ─ El velo

Capítulo Trece ─ El arca y el propiciatorio

Recinto

Cofre

Contenido

Significado del arca

Cubierta

Forma del propiciatorio

Significado del propiciatorio

Capítulo Catorce ─ La marcha y el transporte

Nube y fuego

Levitas

Familias

Ministerio nuevo

Anexo 1 ─ La secuencia de Éxodo capítulos 24 al 40

Anexo 2 ─ Los materiales

Anexo 3 ─ Los artífices

Anexo 4 ─ El arreglo de las columnas y tablas

Anexo 5 ─ Lenguaje en el Nuevo Testamento

Anexo 6 — Historia del arca


Presentación

 

Hebreos capítulo 9 comienza con la afirmación que el primer pacto –el orden espiritual que prevalecía bajo la ley de Moisés— tenía (1) ordenanzas de culto y (2) un santuario terrenal. Las ordenanzas de culto eran el sacerdocio, los sacrificios y las fiestas. El “santuario terrenal” era el tabernáculo que es el tema de este estudio.

“El tabernáculo estaba dispuesto”, dice Hebreos, y “era una parábola para aquel tiempo entonces presente”. (Versión Moderna de 1893) Pero es más. Sus departamentos todavía son una figura del verdadero santuario y sus enseres son figuras de las cosas celestiales. Expone, entonces, un régimen desplazado ya; ilustra la verdad divina para nuestros tiempos; y nos alumbra acerca del cielo que es el destino del hijo de Dios.

Un tema tan rico despierta mucha expectativa, y creo que Héctor Alves cumple con lo que exigimos de él en los capítulos que siguen, basados ellos en las anotaciones privadas que usó en veinticinco años de ministerio ocasional sobre la materia. Acepto la responsabilidad por una mitad de los detalles, ya que los añadí, pero la esencia de la enseñanza es la de mi padre. Que las explicaciones y aplicaciones sean para la gloria de Dios y el fortalecimiento de su pueblo.

 

  1. R. Alves, Valencia, Venezuela

 

Capítulo Uno ─ Introducción: Parábola

La gloria de Jehová llenó el tabernáculo. Éxodo 40.34.

Lo que de Él decían

De todas las ilustraciones que Dios empleó en el Antiguo Testamento para revelarse y desplegar su proceder, el tabernáculo en el desierto es sin lugar a duda la más destacada. Es un semillero de la mayoría de las doctrinas del Nuevo Testamento y un cursillo de introducción para a aquel que quiere conocer su Biblia.

Bien se ha llamado el tabernáculo el Evangelio según Moisés. De este hombre dijo Jesús: “De mí escribió él”. No debemos pensar en el tabernáculo como algo de compararse con las llamativas pirámides egipcias, las catacumbas de Roma o la Abadía de Westminster. Miguel Ángelo, por ejemplo, era un genio, pero no es su clase de habilidad la que se despliega en el tabernáculo.

Este santuario ocupa una parte significativa de la Biblia. Se asigna a la descripción del tabernáculo en Éxodo ocho veces el espacio que ocupa el relato de la creación en Génesis. La lectura obligatoria para este cursillo de estudio, abarcando no sólo la estructura en sí sino también el uso de sus enseres y la función de sus ministros, consiste en por lo menos una docena de capítulos al final del Éxodo, un número parecido al principio de Levítico, quizás dos capítulos en Deuteronomio, cuatro en Hebreos y varios trozos en Apocalipsis.

El estudiante comenzaría por los capítulos en el Antiguo Testamento, llegando luego a los dos libros del Nuevo. Obtendría relativamente poco provecho de su esfuerzo hasta llegar a Hebreos 8 al 10, pero aun el investigador avanzado repasa el material repetidas veces y explora las referencias y aplicaciones menos obvias en la Palabra de Dios, notando las comparaciones y los contrastes con la creación, el templo, la Iglesia y otras instituciones divinas.

Allí estoy yo en medio de ellos

Aquella tienda portátil y su contenido constituían la morada terrenal de Dios. Un tabernáculo es sencillamente una vivienda, normalmente temporal; el verbo tabernacular significa morar. Allí Él comunicaba su voluntad a Moisés: “De allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio”, Éxodo 25.22. El atrio –específicamente el altar para sacrificio— era el lugar donde Dios perdonaba los pecados de su pueblo. Dentro de la tienda Él revelaba su gloria.

El tabernáculo era, entonces, un santuario terrenal con sentido celestial. O, con mayor propiedad, con sentidos espirituales. Así como tantas de las figuras de Dios, el tabernáculo ilustraba más de una lección simultáneamente. En las entregas que siguen lo aplicaremos a Cristo, al creyente y a la iglesia local, pero no daremos a entender que éstas son las únicas lecciones enseñadas por esta ayuda visual. (Ya hemos insinuado que un estudio interesante sería aquel del tabernáculo como figura de las cosas celestiales).

Dos grandes propósitos que Dios tenía en mente antes de la fundación del mundo eran los de redimir al hombre caído y morar entre hombres redimidos. Gloria a su santo nombre por semejantes pensamientos amorosos; al disponer la fundación del mundo, sus delicias estaban con los hijos de los hombres, Proverbios 8.31. No nos extraña, entonces, que la Sabiduría exclame: “Hijos, oídme, y bienaventurados los que guardan mis caminos”.

Por quinientos años, desde Moisés hasta David, Dios habló por medio del tabernáculo. Por novecientos más, desde Salomón hasta Pentecostés, Él usó el templo. (No estamos diciendo que estos edificios estaban en pie a lo largo de aquellos períodos). Por los últimos dos mil años Él ha venido hablando por medio de un edificio espiritual, la Iglesia.

¿Existe, o existía, un modelo tangible del tabernáculo en lugares celestiales? ¿O planos? Éxodo y Hebreos hablan del patrón enseñado a Moisés, y Esteban les hizo recordar a los “varones hermanos y padres” que Dios ordenó a Moisés realizar la obra “conforme al modelo que había visto” (en el monte, por supuesto). El lector del Apocalipsis observa que se habla del cielo como provisto de varios enseres que se encontraban en el tabernáculo y en el templo.

Sin embargo, el tabernáculo fue reemplazado por el templo, un edificio diferente y con tipología diferente en varios aspectos. No se volverá a erigir el tabernáculo. Cuando Juan vio un cielo nuevo y una tierra nueva, una gran voz anunció: “He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará [tabernaculará] con ellos”. No hay templo en la ciudad santa, la nueva Jerusalén celestial.

Antes de esto, se construirá un nuevo templo sobre la tierra, y Ezequiel relata algunas de las rutinas que se observarán en él. En cuanto a la tercera gran figura, la Iglesia, ella perdurará para siempre jamás conforme al poder que actúa en nosotros. “A él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos”, Apocalipsis 3.20,21.

Una figura para el tiempo

Leemos en la Reina-Valera y varias otras versiones que el tabernáculo “es símbolo para el tiempo presente”. Tal vez sea preferida la traducción, con sus palabras añadidas en letras cursivas, en la Versión Moderna, citadas en nuestro Prefacio: “… era una parábola para aquel tiempo entonces presente”.

La morada de Dios en el desierto de Sinaí fue construida a perfección; nunca requirió modificación ni permitió nada por añadidura. Como edificio, era pequeño y extraño, pero este “santuario terrenal” fue diseñado para ilustrar el “verdadero tabernáculo” que levantaría Dios y no el hombre. El plano fue revelado a Moisés en los cuarenta días que pasó a solas en la montaña. Dios nunca tenía en mente que fuese un lugar de adoración por tiempo indefinido, sino una figura para los años en el desierto y unos pocos siglos siguientes. Fue un tipo, una ilustración, de la auténtica morada – la que Dios levantó.

Estamos citando de la Epístola a los Hebreos. Llama la atención que aquella epístola, repleta de referencias a figuras en el Antiguo Testamento, no alude una sola vez al templo. Vez tras vez el escritor alude al tabernáculo y sus ceremonias, pero nunca trae a la mente de sus lectores el templo de Salomón ni la imitación que de él hizo Herodes. La razón es que el tabernáculo es un tipo de la Iglesia en nuestros tiempos (y de otras verdades) mientras que el templo es una figura de la gloria milenaria.

Salmo 29.9 menciona el templo en algunas traducciones, pero es evidente que David miraba atrás al tabernáculo tanto como miraba adelante al exclamar acerca de Jehová: “En su templo todo proclama su gloria”. El Señor Jesús estructuró su exposición en el camino a Emaús “comenzando desde Moisés” antes de proceder a todos los profetas. Si Él consideraba que el santuario terrenal era el punto de partida para exponer las cosas acerca de sí, que su Espíritu nos guíe a encontrar a Cristo en los metales, la madera y las instrucciones minuciosas dadas al siervo de Dios en aquellos cuarenta días.

 

Capítulo Dos ─ Introducción: Esquema

… el diseño del tabernáculo, y el diseño
de todos sus utensilios, así lo haréis. Éxodo 25.9.

Verá el pueblo la obra de Jehová

El tabernáculo se construyó cuando los israelitas viajaban de Egipto a Canaán y la nación recién constituida contaba con aproximadamente tres millones de personas redimidas. Más de veintidós mil de éstas, tres familias descendientes de Leví, acampaban directamente en torno al atrio. Las demás acampaban en posiciones específicas en derredor de este núcleo central.

Flavio Josefo, un historiador judío del primer siglo d.C., afirma que el campamento se extendía diecinueve kilómetros de este a oeste y doce de norte a sur. Hasta donde el ojo humano podía ver había filas tras filas de tiendas levantadas de una manera ordenada, cada tribu aparte y detrás de su estandarte distintivo. Balaam, un enemigo del pueblo de Dios, contemplaba aquella escena desde las elevaciones de Pisga y se encontró obligado a exclamar: “¡Cuán hermosas son tus tiendas, oh Jacob, tus habitaciones, oh Israel! Como arroyos están extendidas, como huertos junto al río, como áloes plantados por Jehová, como cedros junto a las aguas”, Números 24.5.

Las cosas que se ven son más elocuentes que las cosas que se dicen. La vasija ante los ojos de Jeremías le enseñó poderosamente; ver la mano de un hombre escribiendo sobre el calado infundió miedo en Belsazar. E, Israel recibió una gran lección visual en el desierto. Siglos más tarde, Esteban, al impresionar a los líderes del pueblo sobre su responsabilidad ante Dios, les señaló que (1) Moisés recibió la ley, y (2) los padres levantaron el tabernáculo; Hechos capítulo 7.

Veamos con el ojo de la mente casi cuatrocientos kilómetros cuadrados de campamento (presumiendo que la topografía permitía secciones contiguas), dándonos cuenta de que tres millones de personas están asumiendo posiciones para la marcha del día, siempre en una secuencia preestablecida y nadie calzando zapato gastado. Se ha recogido el maná del día, la nube se desliza en el cielo, los estandartes están en alto, los vagones en su debido lugar y los muebles sagrados, debidamente cubiertos, están en la posición intermedia en la procesión, siempre a cargo de varones ordenados para esta labor.

Aquel panorama nos da una noción de lo que es nuestro Dios. Es un Dios de orden. Es Uno que espera mucho de su pueblo y, aun en este “desierto”, provee todo para que los suyos hagan la voluntad suya para la gloria suya y para el bien de ellos. El israelita que veía el tabernáculo veía a Cristo y a su pueblo. Él no se daba cuenta de lo que estaba delante de sus ojos, pero nosotros sí. El Nuevo Testamento nos explica lo que decía el libro de Éxodo.

La sabiduría edificó su casa

Los capítulos 25 al 27 de Éxodo contienen las instrucciones iniciales, y los capítulos 36 al 38 relatan en igual detalle cómo se llevaron a cabo. Notamos que, por coincidencia o no, cada grupo de capítulos consta de noventa y ocho versículos. Once veces se afirma que la obra fue hecha conforme a lo que Jehová había mandado a Moisés.

Medidas figuran mucho aquí en el registro divino, así como en Ezequiel y Apocalipsis por ejemplo. El Arquitecto es preciso en su proceder. La construcción fue encomendada a Bezaleel y a Aholiab, apoyados ellos en “todo hombre sabio de corazón”, pero no contaban con cinta ni calibradores metálicos. Dios, como es su manera de hacer, les habló en términos que entendían y sabían aplicar; por esto el palmo y el codo.

El codo era lo largo del brazo de un hombre desde el codo hasta la punta del dedo extendido. El codo estándar de los hebreos era de 44 centímetros, mientras que el codo real, o largo, era de 51 1/2. (Los codos babilónicos y egipcios medían aun más).

En cuanto a su apariencia, el punto básico es que el tabernáculo era simple por fuera y glorioso por dentro. Lo que vieron Balaam y Balac hace 3400 años, si pudieron discernir la estructura que estaba en medio de aquellas filas de tiendas, era un encerrado formado por una pared de cortinas de lino blanco, aproximadamente 2,2 metros de altura, sostenidas por columnas colocadas en basas sobre la arena. A un extremo de este atrio estaba un portón ancho sostenido por cuatro columnas; estas cortinas también eran de lino blanco pero entretejido de tres colores.

El portón y el tabernáculo en sí siempre miraban al este, recibiendo el sol que se levantaba en anticipación del mañana glorioso y eterno cuando se levantará el Sol de Justicia. La tribu de Judá vivía frente a ese portón. Es un punto digno de atención; la entrada a la casa de Dios y todo lo que estaba portón adentro miraban hacia la familia de la cual vendría nuestro Señor.

El tabernáculo era de un tamaño adecuado para la función que desempeñaba. No era ni salón de fiesta ni auditorio. Lo hicieron manos humanas, pero el Diseñador divino sabía qué espacio sería requerido para cada función. Él ubicó la tienda al extremo oeste, 4,5 metros por 13,5 metros, y 13,5 de alto. Balaam nunca sabría que sus paredes eran formadas por cuarenta y ocho tablas puestas en forma vertical sobre plata, y que estaban forradas de oro.

No había piso salvo la arena; había una sola puerta en la forma de una cortina sostenida por cinco columnas. Ojos profanos percibían sólo una cubierta de pieles. Era un cuero duro de aproximadamente el mismo color que el desierto en derredor. Debajo de aquel cuero, escondidas de la mirada de los heteos, moabitas, heveos y amoritas, había lujosas cortinas, o fondos, y dentro de aquel “cajón” rectangular un tesoro de oro y un museo de verdad espiritual.

Dios ama al dador alegre

Solamente Dios escogió los materiales, habiendo provisto los medios para que su pueblo los obtuviera en Egipto o posteriormente. Éxodo 12.35,36 relata que ellos “despojaron” a los egipcios, pero aclara que esa gente les dio cuanto pedían. Probablemente todos los materiales excepto la madera, y posiblemente algunas pieles, procedieron de Egipto y fueron trans-portados a través del mar.

La disposición de los egipcios de dar nos hace recordar que cada persona renacida tiene el privilegio de ofrendar cómo opta por hacerlo, “según haya prosperado”, libremente y sin recelo. Una parte del oro que ha podido o ha debido estar disponible ya se había malgastado pecaminosamente en el becerro para adoración frente al monte de Sinaí en desafío a lo que Dios estaba revelando en ese mismo momento a su siervo. ¡Cuán significativo es que el relato de aquella iniciativa tan fea está presentado entre los capítulos que dan las instrucciones para el tabernáculo y los capítulos que cuentan su realización! Nuestros tiempos no son nada diferentes; lo que malgastamos en el mundo nunca será contado a nuestro haber ante Dios, pero con todo Él recibe de otros todo lo que se requiere para llevar a cabo su obra y su testimonio.

Él quería oro, plata, cobre, hilo, madera, cuatro colores de lino, ciertas piedras preciosas y poco más. La madera tenía que ser acacia; Él emplearía la palmera y el cedro en otras ocasiones y para otros fines. Todo esto es significativo, ya que el hombre está presto a buscar muchas perversiones, Eclesiastés 7.29.

El oro en el tabernáculo sugiere lo que es divino; la plata, la redención; el cobre, el juicio sobre el pecado; la madera, lo que es humano. Azul es el color celestial, escarlata el terrenal; púrpura sugiere la realeza y blanco la pureza.

Las instrucciones fueron explícitas y la obediencia implícita. “Vio Moisés toda la obra, y he aquí que la habían hecho como Jehová había mandado; y los bendijo”. Nuestra situación hoy día parece ser tan diferente: nada de desierto, ningún Moisés; ningún “santuario terrenal”. Que el Espíritu de Dios nos revele que las diferencias son más aparentes que reales en cuanto a lo que estamos hablando. Es decir, estamos sobre la tierra con un llamamiento mayor y celestial; Dios ha revelado su voluntad para nosotros; tenemos las instrucciones explícitas, y nuestro Señor todavía espera la obediencia implícita.

Mis caminos no son vuestros caminos

Había tres esferas:

  • el atrio, con dos estaciones de trabajo que eran el altar para el sacrificio y la fuente
  • el primer salón, entre la puerta y el velo, llamado el lugar santo o “el primer tabernáculo”. En él se encontraban la mesa, la lámpara y el altar de incienso.
  • el segundo salón, “tras el segundo velo”, llamado el lugar santísimo, donde se encontraba el arca con su propiciatorio.

Al instruir a Moisés, el Espíritu de Dios comenzó con el lugar santísimo y procedió hacia afuera. El arca recibe la primera mención, Éxodo 25.10, y el atrio la última, 27.18. En el relato de cómo se realizó la obra, la estructura de la tienda figura en el capítulo 36, los muebles interiores en el 37 y los muebles exteriores y el atrio en el 38.

El capítulo 40 presenta dos listas. Primeramente, en los versículos 1 al 16, Jehová habló a Moisés y le mandó a proceder a levantarlo, paso por paso. Aquí el arca está en primer lugar y la fuente en el último; o sea, la secuencia es del lugar santísimo al atrio. Segundo, en los versículos 17 al 33, se manda a Moisés a cumplir con las órdenes: la estructura de la tienda, luego los muebles del primer salón, el segundo salón y el atrio, y finalmente la pared y el portón. En Hebreos capítulo 9 se habla primeramente del lugar santo y luego del lugar santísimo, sin hacer mención del atrio ni sus estaciones de trabajo.

Dios, entonces, comienza adentro y procede hacia afuera. Él se acerca a nosotros. El hombre tiene que comenzar del lado afuera. Comenzaremos nuestro estudio con la pared y terminaremos con el propiciatorio.

 

Capítulo Tres ─ El atrio

Finalmente erigió el atrio alrededor del tabernáculo y del altar,
y puso la cortina a la entrada del altar.
Éxodo 40.33

Estamos comenzando nuestros estudios por el lado afuera, aunque casi todos los relatos del tabernáculo en el Éxodo dejan el atrio hasta el final. Por ejemplo, el capítulo 40, que cuenta la erección en sí, hace mención del atrio después de la estructura y sus utensilios, aun cuando la lógica nos indicaría que la cerca y el portón se levantarían antes que ellos. Ya hemos señalado que el hombre comienza desde afuera en su acercamiento a Dios.

Nuestro interés se concentra mayormente en el portón y la cerca, pero las cuerdas y estacas merecen atención también. (Empleamos el vocablo portón conscientes de que las Escrituras hablan de puerta. Lo hacemos para distinguir entre esta puerta y la que daba entrada al santuario en sí, que es el tema de Capítulo Seis en estos estudios).

No había techo sobre el atrio; es una figura de Cristo (y del creyente) visto en el mundo. Había dos estaciones de trabajo a la intemperie: el altar de bronce y la fuente, figuras de la Cruz y de nuestra Biblia, respectivamente. Ellos exigen un capítulo cada uno.

Al dar una aplicación novotestamentaria al tabernáculo y sus utensilios, contamos de antemano con orientación inspirada en cuanto al sentido espiritual del altar de cobre, el velo y el propiciatorio, ya que cada uno de estos tiene su interpretación de parte del Espíritu Santo en la Palabra de Dios. En otros casos, como por ejemplo el sentido del atrio en el contexto nuestro, uno no puede ser dogmático.

De un pasaje podemos estar seguros. Al considerar el atrio, nos viene a la mente Salmo 84.1,2: “¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos! Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová”.

Cerca

El atrio estaba encerrado por una cerca que medía cien codos por cada lado y cincuenta a cada extremo. (O sea, aproximadamente 45 metros por 22,5). Casi todos los cuadros que ilustran el tabernáculo lo presentan expuesto al sol, pero creemos que el atrio estaba protegido por aquella milagrosa nube que daba sombra a la vez al santuario en sí.

La finalidad de una cerca es la de excluir al que no debe estar adentro y de proteger a los que sí deben estar. Eso hacía la cerca del tabernáculo. Era la morada de Dios y Él quería prohibir el acercamiento ilícito; esta cerca mantenía al pecador afuera. Desde el Edén en adelante el pecado ha separado al hombre de su Dios, y así será por toda la eternidad. Abraham expuso una gran verdad al hablar al rico en el hades acerca de una gran cima puesta. La cerca del tabernáculo era una línea divisoria; por un lado estaba el “yermo de horrible soledad” (Deuteronomio 32.10) y por el otro los lujosos muebles y las santas ceremonias.

La cerca era de lino blanco. Ahora, en las Escrituras el blanco habla de la santidad. “Tus sacerdotes se vistan de justicia [Su vestimenta era de lino blanco] y se regocijen tus santos”, Salmo 132.9. La esposa en las bodas del Cordero se vestirá de lino fino, blanco y resplandeciente, ya que “el lino fino es las acciones justas de los santos”, Apocalipsis 19.8.

Esta extensión de blanco (280 codos de largo y cinco de alto) ilustra (i) la santidad que Dios exige de todos los que se presentarían ante Él, y (ii) la santidad que Cristo ha provisto en su persona y obra inmaculadas.

Esta alta pantalla proclamaba que todos están destituidos de la gloria de Dios; Romanos 3.23. Su color, en contraste tan marcado con el desierto en derredor, proclamaba que las normas de Dios no son las del hombre. Con todo, la cortina atraía por su misma dignidad y hermosura; ella tapaba de la vista lo que estaba adentro, pero sin eliminar toda esperanza. Para los que estaban adentro, proporcionaba seguridad, no por ser de material fuerte sino por excluir la contaminación de afuera.

Columnas de la cerca

Cincuenta y seis columnas sostenían la cortina blanca. Vemos en ellas una figura del cristiano que despliega a Cristo al mundo afuera y al creyente adentro. Cada columna descansaba en una basa de cobre, una figura del hijo de Dios separado del mundo, parado donde ya pasó el fuego de juicio. Este cobre había sido fundido y moldeado, una ilustración de la ira de Dios que cayó sobre Aquel que llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero.

A primera vista Éxodo 27.10,11 nos deja con la impresión de que las columnas eran de cobre. La Reina-Valera reza: “Sus veinte columnas y sus veinte basas serán de bronce [cobre]”. El resto del capítulo trata de los metales en forma resumida, pero no afirma de qué material eran las columnas del atrio. Tampoco nos dice el pasaje correspondiente en el capítulo 38, limitándose a: “… sus columnas eran veinte, con sus veinte basas de bronce”.

Se ha calculado que toda la ofrenda de cobre ─véase Éxodo 38.29─ hubiera sido requerida para tan sólo estas columnas, aun si fuesen apenas de cinco centímetros de espesor. Esto no hubiera dejado cobre para el altar, la fuente u otro uso. Parece claro que las columnas de la cerca y el portón eran más bien de madera al igual que las del santuario; Éxodo 26.32,37. Esta sugerencia concuerda, desde luego, con la que hemos hecho en el sentido de que las columnas son una figura del testimonio del creyente en el mundo. Creemos que la conclusión es lógica, y encontramos apoyo en aquellas traducciones de 27.10,11 que hablan de “las veinte columnas, y sus veinte basas de cobre”.

Ellas representan al hombre redimido que está en el cuerpo todavía. No reposaban sobre las arenas del desierto, sino en basas. Nuestro lenguaje es: “En Cristo estoy, mi roca es Él …” El cobre estaba abajo, la plata arriba; el fundamento firme, el mensaje glorioso.

Cuerdas y estacas

Si bien cada columna contaba con un buen fundamento, tenía aun más apoyo. En la basa abajo vemos la seguridad eterna del creyente, y en las cuerdas y estacas a cada lado de la cerca vemos la estabilidad en la vida cristiana.

Nuestro Salvador no sólo padeció la ira (el cobre) y pagó el precio de nuestra salvación (la plata), sino a la vez es quien nos guarda de caída; Judas 24. Pedro (quien en una época había tenido sus propios problemas en cuanto a la estabilidad espiritual) se refiere a los creyentes como “guardados por el poder de Dios mediante la fe para alcanzar la salvación”,
1 Pedro 1.5, refiriéndose desde luego a la salvación en el sentido de nuestro arrebatamiento del mundo en la venida del Señor al aire.

Necesitamos estabilidad en nuestro testimonio ante el mundo (la perspectiva desde afuera) y aun en presentar a Cristo a nuestros concreyentes (el atrio adentro, con sus ordenanzas santas). Santiago es enfático al hablar de esto, como era de esperar. “El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor”, 1.8,7.

Pablo habla mayormente del creyente débil en Romanos 14. Él nos prohíbe despreciar al hermano sacudido por el viento, terminando su exposición con la advertencia que todos compareceremos ante el tribunal de Cristo para que cada uno rinda cuenta ante Dios. En cuanto al hermano débil, cuyas cuerdas no están cumpliendo su función, las observaciones del apóstol son: (i) recíbanle, porque Dios le ha recibido; (ii) “poderoso es el Señor para hacerle firme”.

Una pregunta hecha a menudo es si las columnas estaban colocadas del lado adentro o del lado afuera de la cortina. Es uno de tantos detalles que el Espíritu Santo tuvo a bien no revelarnos. Si es sana nuestra aplicación de las cortinas y columnas, podemos sugerir que las columnas estaban del lado adentro, ya que uno tendría que pasar por el portón (la salvación) antes de ser una columna (el testimonio).

Portón

Había una sola entrada al atrio que contenía el santuario, y era por un portón ancho. El portón siempre miraba al este; el sol naciente lo alumbraba cada día. La tribu de Judá acampaba frente al portón, y de esa tribu vendría el Salvador, levantándose cual Sol de Justicia con salvación en sus alas, al decir de Malaquías.

Para nosotros, el portón es un cuadro de Cristo, la única vía de acceso a Dios. “No hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”, Hechos 4.12. Él es el camino, la verdad, y la vida. Sólo Él puede proclamar: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo”, Juan 10.9. Erigiendo ese portón, Moisés y sus colaboradores terminaron la obra, como explica Éxodo 40.33. Eso da gusto; nos hace recordar el grito de triunfo que sacudió el Calvario: “Consumado es”.

No había cerradura. Nada se dice de pasadores ni barras, ni de abrir o cerrar el portón. No había querubín para cerrar el paso, como en el Edén. Las Escrituras hablan del israelita entrando ─es decir, trayendo su animal para sacrificio─ pero ¡nada dicen de su salida! Todo esto es una figura de la salvación por fe, presentada como el renacimiento por la única manera que Dios reconoce.

No era un portón blanco, sino azul (morado), púrpura y carmesí. Encontraremos estos colores de nuevo en las telas del santuario. El azul se asocia con el Hombre del cielo, el Hijo de Dios. Su mensaje es la deidad. La púrpura se asocia en nuestras mentes con el Rey de los judíos; es un color de realeza, pero para gentiles, no judíos. El carmesí, una tinta extraída de gusanos, se asocia con el padecimiento. Estos colores estaban sobrepuestos al blanco, recordándonos al Hombre perfecto.

“Era de veinte codos de longitud, y su anchura, o sea su altura, era de cinco codos, lo mismo que las cortinas del atrio”, 38.18.

El portón era largo pero bajo en relación con las entradas en la estructura adentro. Su altura era la de la cerca. Encontramos en esto que lo que la Ley exigía, Cristo lo cumplió. “Lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne”, Romanos 8.3.

Cristo Jesús respondió ante Dios por nosotros. La cortina proclamaba la justicia divina, pero el portón ofrecía la solución. Un israelita ha podido entrar por un portón más bajo, pero éste ─una figura del Salvador─ alcanzaba la altura de lo que la cerca prohibía. “La sangre de Cristo … limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo”, Hebreos 9.14.

Los veinte codos de ancho corresponden a la suma de los cuatro costados del altar que vamos a considerar en el capítulo que sigue. El altar de sacrificio es el Calvario; el portón es el acto de fe por el cual el pecador acepta la salvación que Dios ofrece. ¡La tela del portón ha podido envolver el altar! La cruz ha provisto todo lo que el pecador necesitaba para entrar. El israelita que entraba al atrio lo hacía sólo por vía del portón, y (hasta nos revelan las Escrituras) se dirigía directamente al altar de cobre. El pecador, “cargado de pecados mil”, acude al Calvario.

Columnas del portón

“Sus columnas eran cuatro, con sus cuatro basas de bronce y sus capiteles de plata”, 38.19. El uso de sus nos hace reconocer que el portón en sí consistía en cortinas; las columnas cumplían el rol secundario de sostener la tela.

Estas columnas se presentan como un subtema, aparte del de las columnas de la cerca, y no leemos de qué material eran ni cómo estaban ubicados en relación con las cortinas. Más se enfatizan su número y su apoyo inferior y superior, que los postes en sí.

Creemos que eran de madera, pero no olvidando que algunos eruditos creen que eran de madera forrada con cobre. En otras palabras, eran como las columnas de la cerca, aunque especiales. Son figuras de lo humano (madera), pero colocados sobre lo que es figura del Calvario (cobre) y unidos por lo que habla de la redención (plata). Tenían el privilegiado ministerio de desplegar lo que es figura de Cristo (las cortinas del portón) como la puerta de entrada a la presencia de Dios.

Así, estos cuatro postes son hermosas representaciones de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Cada hijo de Dios presenta a Cristo ante el mundo y marca el lindero entre el mundo afuera y la casa de Dios adentro, pero estas columnas ─estos cuatro evangelistas─ tienen un ministerio muy especial. Ellos presentan el mensaje del Evangelio, y tenemos que ser claros en nuestra comprensión del portón como una ilustración de “la fe” una vez dada.

Mateo proclama mensajes tales como, “Venid a mí”. Marcos dice, “Id a todo el mundo y predicad el evangelio”. Lucas proclama que “el Hijo del Hombre ha venido al mundo a salvar”, y Juan hace saber que el Salvador del mundo fue dado por el Padre en gran amor. Pero hay más. Mateo sostiene, figurativamente, la púrpura; es decir, Cristo como rey; Marcos, el carmesí, o Cristo el Siervo; Lucas, el blanco, Cristo cual hombre perfecto; y Juan, por supuesto, el azul como figura del Hijo de Dios que descendió del cielo.

¿Estaban lado adentro o lado afuera? Pues, “donde las Escrituras guardan silencio, los supuestos son peligrosos”. Si fuera asunto de forzar el tipo, algunos dirían que el evangelista es visible antes del mensaje. Tal vez. Pero nos inclinamos a pensar que en cada entrada ─portón, puerta y velo─ la gloria se ve tan sólo cuando uno haya pasado adentro.

En todo el detalle que el Éxodo ofrece, nada dice acerca de un portón cerrado. Mientras la cerca estaba erigida, había entrada. Pero al presentar el santo evangelio, tengamos presente que hubo ocasiones en que sí se desmembraba el portón. ¿Esto introduce la debida urgencia en nuestro mensaje? ¿Nos da compasión por los que están afuera todavía?

Y, más adelante vamos a encontrar querubines, pero aquí no. Aquellos guardianes del trono santo fueron puestos al este del Edén cuando el hombre pecó, pero no al este del tabernáculo. En la obra del Calvario Dios ha provisto medios para no alejar de sí al desterrado, 2 Samuel 14.14.

 

Capítulo Cuatro ─ El altar para sacrificio

Colocó el altar del holocausto a la entrada del tabernáculo. Éxodo 40.29

El altar para sacrificio estaba ubicado en el atrio, frente al portón. Era la primera estación que uno encontraba al entrar, y la única que la vasta mayoría de los israelitas podrían conocer. Era aquí, al lado norte de este altar, que se preparaban los sacrificios. Miles y miles de carneros, chivos, ovejas, corderos y otros animales fueron atados a los cuernos de este mueble santo.

Los principales textos que describen este primer altar son Éxodo 27.1 al 8, 38.1 al 7 y 40.9,10. No debemos confundirlo con el altar de oro, o sea, el altar de incienso en el lugar santo.

El altar para sacrificio habla de Cristo crucificado. Es una figura de su persona bendita y su gran obra en el Calvario.

Nombres

Es el altar de cobre [bronce], 39.39, por cuanto este metal era uno de sus componentes principales. Es el altar del holocausto, 38.1, en reconocimiento de una de sus funciones; la ofrenda del holocausto ascendía a Dios desde este altar. Es el altar de Dios, Salmo 43.4: “Entraré al altar de Dios, al Dios de mi alegría”. Sin embargo, para un pueblo desobediente era el altar de Jehová, Malaquías 2.13; ellos tuvieron que cubrirlo de lágrimas por cuanto Él ya no reconocía su ofrenda.

Era “un altar santísimo”, Éxodo 40.10, una expresión llamativa al darnos cuenta de que en el mismo párrafo Dios ya se había referido a él por otro nombre, y en el anterior Él había dicho que todos los muebles habían sido santificados.

Finalmente, es el altar, mencionado así más de una vez, y a veces con la singular distinción de “el tabernáculo y el altar”. Obsérvese la secuencia en el 40.32: entraban en el tabernáculo, se acercaban al altar, se lavaban ─ o sea, portón, altar, fuente.

Debemos comentar de paso que sobre este altar se ofrecían cinco sacrificios, todos según las reglas divinas en cuanto al animal, procedimiento y ocasión.

Había el holocausto, todo para Dios excepto la piel. Los recla­mos de Dios tenían que ser satisfechos antes de y aparte de cualquier cuestión de bendición para el hombre. Cristo se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios. Había la oblación, “el presente”, que era de alimento y significa de la vida intachable de Cristo y nos hace recordar que el hombre es por naturaleza una criatura caída. Había la ofrenda de paz, la cual prefiguraba la relación entre Dios y su pueblo reconciliado, la paz hecha en el Calvario y disfrutada por el creyente.

Había también dos ofrendas o sacrificios básicos: el sacrificio por el yerro, que tenía que ver con la naturaleza pecaminosa, y el sacrificio por haber delinquido, que tenía que ver con trans­gresiones específicas.

En las instrucciones dadas en cuanto a las ceremonias en los primeros siete capítulos de Levítico, leemos vez tras vez acerca de los sacrificios realizados sobre este altar, la sangre esparcida en derredor de él, los animales quemados sobre él, y otras muchas actividades allí. Estimado hijo de Dios, esta es la sobra del Calvario mismo. Que bajemos el rostro al recordar que “cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí”.

Ubicación

Este altar estaba “a la entrada del tabernáculo”, 40.29, es decir, delante del portón, 40.6. La misma expresión se emplea en cuanto a la fuente, “a la puerta del tabernáculo”, 40.12, pero cualquier duda sobre la ubicación de este segundo mueble se despeja al leer que estaba “entre el tabernáculo de reunión y el altar”. El hecho de que el altar haya sido puesto entre el portón y la tienda quería decir que uno tenía acceso al lugar santo tan sólo al acudir primero al altar de sacrificio. Los demás utensilios santos hubieran sido inútiles sin el altar santísimo.

En aquellos tiempos el acercamiento a Dios era sólo con sacrificio, y hoy día es así también. Sin el derramamiento de sangre, no hay remisión.

El altar era accesible: cerca de la entrada, y a nivel de la tierra. No estaba en los lugares altos, entre arboledas como los impíos altares de Baal y un Israel desobediente en generaciones posteriores. No era permitido acercarse por gradas, haciéndonos recordar que las obras de justicia y otros logros humanos no son ni necesarios ni permisibles en el acercamiento a Dios.

Si este altar hubiese estado fuera del portón, esa ubicación hubiera sugerido una salvación universal, una salvación para todos sin arrepentimiento para con Dios ni fe en el Señor Jesu­cristo. Uno entraba más bien por el portón en reconocimiento de que había estado afuera; adentro, encontraba el altar que le había dado acceso.

Creemos que este mueble, o estación, estaba en línea con el arca, aunque al otro extremo. La sangre sería esparcida ante y sobre el propiciatorio, un símbolo de la gran verdad que Cristo, cual sacerdote de los bienes venideros, por un tabernáculo más amplio y más perfecto, entró una vez para siempre en el lugar santo en virtud de ─o en el poder de─ su propia sangre; Hebreos 9.12. Y en las ceremonias del tabernáculo, ¿dónde se derramaba la sangre? Al altar para sacrificio. En realidad, ¿dónde se derramó la sangre salvadora? En el Calvario.

Importancia

Habiendo notado que este vaso se designa a menudo como el altar, hay poca necesidad de intentar enfatizar su importan­cia. Él constituía la sola y única vía de acceso a Dios; la vida de cada israelita dependía de este mueble. “La vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas”, Levítico 17.11.

El altar para sacrificio era el fundamento de toda la doctrina del tabernáculo y la adoración de la nación. Allí se manifestaba la santidad de Dios. Se requerían siete muebles, o siete esta­ciones de actividad sacerdotal, para presentar en figura la persona y obra del Señor. Dios instruyó a Moisés a colocarlos de tal manera que formarían una cruz; si esa cruz imaginaria fuera levantada, el altar de cobre constituiría su base.

Era el más grande de los muebles, y se ha comentado acertada­mente que todos los demás hubieran cabido dentro de él. Era, por decirlo así, la sombra más larga de la Ley. La sangre estaba dondequiera sobre y en derredor de ese altar. Cada mañana, cada tarde, y en otras ocasiones, se presentaban corderos ante el altar para ser atados, degollados y consumidos. “Esto será el holocausto continuo … a la puerta del tabernáculo de reunión, delante de Jehová”, 29.42.

Dimensiones y acceso

El altar de cobre tenía una altura de tres codos y cada costado medía cinco codos. Tres es el número de la Deidad, el Dios trino, y cinco el número de la debilidad humana atendida por la miseri­cordia de Dios. (Por ejemplo, las cinco piedras del arroyo; los cinco pórticos de Betesda). Sobre este altar la omnipotencia y misericordia de Dios abrazaron la incapacidad humana. Su mensaje era que, cuando aún éramos débiles, Cristo a su tiempo murió por los impíos.

Por cuanto el filo superior del altar estaba a nivel, o cerca del nivel, del hombro del sacerdote, es evidente que no le era posible colocar los carneros y corderos sobre la rejilla superior con facilidad, ni atar las cuerdas sin inconveniencia. Este pensamiento se actúa por la prohibición establecida en Éxodo 20.26: “No subirás por gradas a mi altar, para que tu desnudez no se descubra junto a él”.

Una manera fácil de solucionar el problema hubiera sido el hundir el altar en un foso. No es sólo que la tradición rabina contradice esto, sino que la tipología espiritual no lo admite. Además, Levítico 9.17,22 hablan de Aarón descendiendo al haber ofrecido sacrificios matutinos “sobre el altar”. El factor determinante no era la conveniencia humana; el altar no fue hecho para acomodar a los sacerdotes. Si aprendemos este principio, ello surtirá impacto en nuestra adoración y nuestro servicio.

Probablemente había una rampa de tierra a uno o más lados del altar. Este es un caso entre muchos donde el Espíritu no explica lo que no nos hace falta saber. Una consideración práctica sería la remoción de la enorme cantidad de cenizas producidas por las bestias beneficiadas.

El altar era cuadrado; el trato de Dios es el mismo para toda la humanidad. Él empleó a cuatro evangelistas para relatarnos la historia de la cruz; ellos diferían en estilo y enfoque pero no en mensaje. Cuatro varones fueron usados para llevar el paralíti­co al techo de donde sería bajado a los pies de Jesús para la sanidad de su cuerpo y la salvación de su alma.

Dios no hace acepción de personas. Saulo de Tarso, el car­celero de Filipos, Nicodemo en un capítulo y la samaritana en el siguiente: tan diferente entre sí, pero todos tan parecidos. Cada cual vino al Salvador y recibió la misma salvación por esa única, gran provisión hecha sobre el altar del Calvario.

Materiales

Este altar se hizo de acacia, una madera muy diferente a la acacia americana. Era una de las pocas especies disponibles en el Sinaí y adecuada para producir las tablas que el tabernáculo requería. El desierto del Sinaí tiene colinas, pastos y grandes extensiones rocosas. La madera de acacia es blanca, algo dura y de buena veta. Su característica sobresaliente es la durabi-lidad; la ha provisto de la naturaleza con una pronunciada resistencia al deterioro.

Hemos comentado ya que es una figura de lo que es humano. En el altar de sacrificio la madera habla de la humanidad impecable e incorruptible del Señor Jesucristo. El Verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros. La madera del tabernáculo vino del desier­to, y nuestro Señor era raíz de tierra seca. Israel no veía en Él parecer ni hermosura. La incredulidad se burla de un cajón de madera que contenía un fuego continuo, pero Dios mandó a hacer semejante cosa y en todos los años de uso el altar no se desinte­gró.

El Salvador no tomó la naturaleza de ángeles, sino la simiente de Abraham; Él fue hecho en semejanza de carne. Su lenguaje fue: “Me has preparado cuerpo”. Esta es la realidad detrás de la madera de acacia; grande es el misterio de la piedad, Dios fue manifestado en carne.

El segundo material era el cobre. Es un tipo del juicio de Dios sobre el pecado, y a menudo el predicador del Evangelio cuenta de la serpiente de bronce en el asta. El cobre tiene gran resisten­cia al calor, fundiéndose a los 1083 grados. El forro de cobre que cubrió todo el altar nos recuerda de los padecimientos de Cristo bajo el juicio divino.

En el lenguaje de otro tipo del Antiguo Testamento, Él ardía pero no fue consumido. No podemos estimar la intensidad del sufrimiento de Cristo. Por horribles que habrán sido la vara, el látigo, los espinos, etc., fueron sólo los instrumentos usados por los hombres; no son de compararse con el bautismo de fuego que fue la ira de Dios sobre el que era sin pecado cuando llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero.

En el lenguaje de Lamentaciones 1, fuego fue enviado desde lo alto que consumió sus huesos. El cuerpo que Dios le preparó fue desfigurado, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres. Su alma fue hecha ofrenda por el pecado. Tal vez una de las descrip­ciones más claras del Calvario no está en los Evangelios sino en Levítico 6.9: “El holocausto estará sobre el fuego encendido sobre el altar toda la noche, hasta la mañana; el fuego del altar arderá en él”.

Rejilla

El fuego no estaba sobre el altar sino en el altar. Dios pren­dió aquella llama: “Salió fuego de delante de Jehová, y consumió el holocausto”, Levítico 9.24. Hemos llegado a un punto impor­tante; la sustitución, el perdón y la expiación encuentran un lugar aquí.

El enrejado de cobre llamado la rejilla tenía que llegar [estar] “hasta la mitad del altar” ─ o sea, entendemos que estaba puesta horizontalmente a codo y medio de altura. No estaba en el fondo ni a la superficie. Cualquiera la forma de la rejil­la, Dios quiere que tomemos nota de su altura. Y fue sobre la rejilla que ardía la llama.

[No todo el mundo está de acuerdo con que era horizontal. Por ejemplo, un escritor dice: “A la mitad de la altura, lado afuera, había un filo en derredor. En posición vertical, desde la tierra hasta este filo, había una rejilla de cobre … “]

La mesa en el lugar santo tenía una altura de codo y medio, como también la base del propiciatorio en el santísimo. Ahora, la mesa es símbolo de comunión, y el propiciatorio del amor y la misericordia de Dios; la rejilla, afuera en el atrio, es símbolo del juicio sobre el pecado. Todos tres estaban al mismo nivel. La misericordia y la verdad se encontraron en el Calvario; la justi­cia y la paz se besaron. Dios es reconocido justo en su palabra, y tenido por puro en su juicio. Salmo 85.10, 51.4

“De mi virtud no quiero hablar”, escribió el himnista “pues en Jesús mi todo está. Mi paz y justicia son el fruto de la redención”. La altura de la rejilla nos enseña que (i) nuestra necesidad, (ii) el amor de Dios y (iii) la santidad de Dios, quedaron todos satisfechos por el solo sacrificio por el pecado en el Calvario. Una de las verdades mayores de la Palabra de Dios debe ser aquella de Santiago 2.13: “La misericordia triunfa sobre el juicio”.

Anillos y varas

Cuatro anillos estaban fijados a la rejilla. Un anillo no tiene fin; es un símbolo de la eternidad. Hemos observado ya que el fuego no se apagaba; había una ofrenda continua. Pero, seamos claros en que el simbolismo no es el de una continua, presente ofrenda del cuerpo de Cristo, como Roma nos diría, sino un bene­ficio continuo y presente para el pobre pecador que acude al altar.

Somos santificados por la ofrenda del cuerpo del Señor Jesu­cristo hecha una vez para siempre. Bajo el régimen del Antiguo Testamento, cada sacerdote estaba día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca podían quitar los pecados. Pero Cristo, habiendo ofrecido un solo sacri­ficio, se ha sentado perpetuamente a la diestra de Dios. (Hebreos 10.10 al 12 como figura en algunas traducciones).

Las varas atravesaban los anillos. Estaban asociadas con la travesía por el desierto; una vez llegado el pueblo a Canaán, las varas se quedaban en su lugar pero no hacían falta para trasladar el mueble. Por fe abrazamos aquí abajo la obra hecha una sola vez para siempre. En la eternidad su efecto será el mismo, pero habremos entrado en el reposo. La enseñanza de Hebreos 4 puede ser expresada (en lo que a nosotros se refiere) como: (a) hemos entrado ya en el reposo en lo que se refiere a la salvación; (b) debemos entrar en el reposo aun aquí en nuestra consagración; y, (c) entraremos en el reposo eterno en la consu­mación definitiva de la obra del Calvario.

Por el momento, las varas están puestas. Las manos de hombres se aferran a ellas, pero los anillos están fijados a la rejilla, la santidad de Dios.

Cuernos

El altar de cobre incluía cuatro cuernos, y los percibimos como figuras de cuatro grandes doctrinas relacionadas entre sí: el perdón, la redención la justificación y la paz. Cuatro es el número de la creación terrenal: cuatro estaciones del año, cuatro vientos, cuatro direcciones, etc. Los cuernos proclaman que la obra de Cristo sobre el altar de juicio divino es para el bien de la humanidad.

Estos cuernos hablan de poder y fuerza; eran esenciales para guardar el sacrificio en su lugar, como nos hace recordar el clamor de Salmo 118.27: “Atad víctimas con cuerdas a los cuernos del altar”. No hay por qué pensar que la víctima viva quedaba expuesta directamente al fuego, cosa que dejaría en mente la idea de un sacrificio involuntario. El animal era atado y luego sacrificado.

El evangelio se extiende a los cuatro rincones de la tierra, como decimos. En lenguaje de Pentecostés, es para los partos, medos, elamitas, etc., aun cuando cada cual tiene su propio idioma.

Señor Jesús, tomaste mi lugar, cual víctima ligada al altar.
Su fuego conseguiste Tú apagar, Señor, por mí, por mí.

Adonías temía a Salomón y se asió de los cuernos del altar. Fue preservado. Joab perseguía a este mismo; él también “huyó al tabernáculo de Jehová y se asió de los cuernos del altar”. Pereció por órdenes del rey, 1 Reyes 1.50, 2.28. Las historias de estos dos varones nos permiten concluir que el primero es una ilustración de la salvación en el presente día de la gracia, pero el postrero una ilustración de clamar en vano en el tiempo del gran engaño; “… todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia.

Cenizas

El sacerdote “quitará el buche y las plumas [del ave para holocausto], la cual echará junto al altar, hacia el oriente, en el lugar de las cenizas”. Y “después se quitará sus vestiduras y se pondrá otras ropas, y sacará las cenizas fuera del campamento a un lugar limpio”, Levítico 1.16, 6.11.

Las cenizas son evidencia de que se ha consumido el sacrificio. La justicia y la santidad han sido satisfechas en la víctima. El sol naciente que brilla sobre la evidencia al lado del altar, visible desde el portón, permitiría la rogativa de David: “Haga memoria de todos tus presentes, y reduzca a cenizas tu holocausto”, Salmo 20.3 en la Reina-Valera de 1909.

Las cenizas no son una parte insignificante de las ofrendas, sino más bien una parte integral de los procedimientos levíticos. Hebreos 9 habla de “la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos”, todo lo cual santificaba para la purificación de la carne en el régimen antiguo. Esta referencia a la ceremonia de la novilla ─ la vaca alazana, de pelo rojo rojizo ─ en Números 19 es un elocuente tipo de Aquel que se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, purgando nuestra conciencia de obras muertas y capacitándonos para servir al Dios vivo. Un hombre limpio debía recoger las cenizas de la novilla y ponerlas fuera del campamento en un lugar limpio. Al determinar que una persona estaba inmunda, se aplicaban estas cenizas con agua derramada de una vasija.

Las cenizas manifestaban que la obra había sido realizada. Siglos más tarde, la tumba nueva de José contaría su historia: la obra había sido realizada y el cuerpo inánime puesto aparte hasta la mañana de la resurrección. “Consumado es”.

Nuestro gran sumo sacerdote ha cambiado sus ropas. Las “cenizas” ya no están en la tumba, sino que han sido puestas al lado del altar, lejos en un lugar más limpio. Nuestra cabeza está en los cielos y nosotros pronto vamos a estar.

Paño

No les era permitido a los hijos de Coat mover el altar hasta que Aarón y sus hijos hubiesen realizado su ministerio santo. Ellos “quitarán la ceniza del altar, y extenderán sobre él un paño de púrpura”, Números 4.13. “Entonces ellos envolverán todos los utensilios: los platos, garifos, brazeros y tazones. Y extenderán sobre él la cubierta de pieles de tajones, y le pondrán además las varas”.

Hay en el altar una dignidad y gloria que el alma renacida no puede dejar de percibir. El hombre le dio al Señor una cruz, pero el Padre le dio un trono. Isaías 52 termina destacando grados de su exaltación: prosperado, engrandecido, exaltado y puesto muy en alto.

El fuego no se apagaba. La santidad de Dios estaba simbolizada en aquella llama, aunque Nadad y Abiú negaron reconocer tal cosa. Salió fuego de delante de Jehová y los quemó, Levítico 10.2.

Al terminar esta entrega, observemos reverentemente que el fuego consumía el sacrificio bajo el primer pacto, pero nunca consumió a Cristo bajo el pacto nuevo. Él pasó por la muerte y confundió gloriosamente a todo opositor.

 

Capítulo Cinco ─ La fuente

[Moisés] puso la fuente entre el tabernáculo de reunión y el altar,
y puso en ella agua para lavar.
Éxodo 40.30

La fuente de cobre es el segundo mueble, o estación, que encontramos al haber entrado por el portón, pero el último que encontramos al leer nuestra Biblia.

Es el único que no se describe; nada se dice en la Escritura acerca de su tamaño, forma o peso. Nada se dice de anillos ni varas. La lámpara, por ejemplo, se llevaba en un saco de pieles suspendido de un listón. Los otros muebles contaban con dos o cuatro anillos como partes íntegras de ellos, pero nada leemos de cubrir la fuente para la marcha. Una norma es que el silencio de la Escritura sigue en importancia al texto de la Escritura.

Se describen cinco vasos sagrados en Éxodo capítulos 25 al 27; se discurre sobre el sacerdocio en el 28 y el 29; y luego se presentan el atar de incienso y la fuente en el 30. Esta secuencia nos extraña. La fuente y el altar de incienso están asociados con la obra sacerdotal de Cristo, y posiblemente esta sea la razón para introducir el sacerdocio en Éxodo antes de hablar de los muebles correspondientes.

El silencio relativo en cuanto a la fuente enfatiza la doctrina detrás de ella y resta atención al mueble en sí. La sustancia, y no la forma, es el mensaje. Pero Dios nos ha dicho dónde se ubicaba este vaso, de qué material era y qué se hacía en, o ante él. Con esto deberíamos aprender mucho.

Otro punto de interés, tocando de paso un tema amplio, es que el tabernáculo contaba con una sola fuente mientras que el templo de Salomón iba a contar con diez. El templo milenario de Ezequiel no tendrá ninguna. En Apocalipsis no leemos de una fuente, sino de un mar de cristal. Es evidente, pues, que estamos a la puerta de un tema clave en la Palabra de Dios.

Posición y significado

La fuente se encontraba entre el altar de sacrificio y la puerta que daba al lugar santo. Los tres estaban en línea, y probablemente la fuente estaba equidistante de los otros dos. Doctrinalmente están estrechamente vinculados, siendo tres figuras del acercamiento del hombre a Dios. Veremos, por supuesto, que las siete estaciones del tabernáculo enseñan un progreso de doctrina.

El altar era para todos pero la fuente para sólo los sacerdotes. Un detalle que tenían en común era que no contaban con techo; todo lo que se hacía ante ellos estaba a la vista de Dios y de los hombres.

El altar habla de poseer la salvación y la fuente de experimentar la santificación; la mesa adentro habla de servicio; el arca y el propiciatorio, de la satisfacción. El atrio está asociado con los levitas, el lugar santo con los sacerdotes y el santísimo con el sumo sacerdote.

El altar contenía fuego y la fuente agua. La experiencia ante el altar era la de obtener la salvación, pero la de la fuente de mantener la comunión. El altar dice, “sin el derramamiento de sangre no se hace la remisión”; la fuente dice, “sin la santidad nadie verá al Señor”. Efesios 5.25,26 encierra estas verdades: (i) “Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella”: el altar. (ii) “para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra”; la fuente. Dicho de otra manera en Hebreos 10, (i) el altar de sacrificio es el título del creyente: “Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecado”, 10.12. (ii) A la vez la fuente es la aceptación que goza el creyente: “Acerquémonos con corazón sincero … lavados los cuerpos con agua pura”, 10.22.

La fuente en sí se puede percibir como una figura de Cristo la Palabra Viva, y el agua de Cristo como la Palabra Escrita.

En síntesis, la ubicación de este vaso, entre el altar para sacrificio y el lugar santo, nos prepara para la lección que enseña. Sigue a la salvación y precede el servicio.

Componentes

“Harás también (i) una fuente de bronce, (ii) con su base de bronce”. Ocho veces leemos, “y/con su base”. O sea, había un plato hondo y otro un tanto llano. Nunca se menciona el uno sin el otro.

Parece que esta pila, o plato poco profundo, era esencial para la función de la fuente; Levítico 8.16 relata que Moisés ungió “la fuente y su base, para santificarlos” ─ los, no lo. Algunos sugieren que las dos partes estaban independientes la una de la otra, y ciertamente muchos grabados las muestran separadas, pero esto es por demás dudoso. Lo más probable es que eran como una tasa con su plato, pero unidos en una sola pieza, con el agua fluyendo de la fuente arriba a la base abajo y luego a la tierra. La idea sería que el sacerdote se lavara las manos en el recipiente superior y los pies en el inferior.

Propósito

“De ella se lavarán Aarón y sus hijos las manos y los pies. Cuando entren en el tabernáculo de reunión, se lavarán con agua, para que no mueran; y cuando se acerquen al altar para ministrar … lavarán las manos y los pies”, 30.19 al 21.

La limpieza era fundamental, y dos veces aquí se dice que la alternativa era la muerte. Cada sacerdote, cada vez que se presentaba para realizar sus funciones ante el altar de sacrificio o las estaciones en el lugar santo, tenía que lavarse. De otra manera, Aarón y sus hijos se quedaban descalificados para el servicio.

Dos vocablos en hebreo, kabas y rachets, se traducen como lavar. La primera es la más fuerte. La emplea David dos veces en el Salmo 51: “lávame más y más de mi maldad”, y “purifícame con hisopo, y seré limpio”. Jeremías la emplea al hablar de limpiar el corazón. De las dos palabras es la que más se encuentra en Levítico 13 al 17, y se refiere en primera instancia a lavarse la ropa. Rachets es bañarse o limpiar el cuerpo, y es ésta la que encontramos en Éxodo capítulos 29, 30 y 40, y en los primeros capítulos de Levítico. Es el término que David utiliza en el Salmo 26: “Lavaré en inocencia mis manos, y así andaré alrededor de tu altar, oh Jehová”.

Sin embargo, lo que es de mayor importancia es que había dos lavamientos ceremoniales del cuerpo. Veamos el primero en Éxodo 29.4: “Llevarás a Aarón y a sus hijos a la puerta del tabernáculo de reunión, y los lavarás con agua”. Esto se hacía al formalizar su sacerdocio, como parte de la ceremonia de consagración. Moisés efectuó el rito, lavando todo el cuerpo de cada varón.

Es una figura de la salvación. Fuimos lavados por Cristo al aceptarle, y podemos unirnos al cántico a “aquel que nos amó y nos lavó en su sangre”. William Cowper tenía esto en mente al escribir, “Hay una fuente sin igual de sangre de Emanuel”. Pablo enseñó a los santos corintios, “Habéis sido lavados, ya habéis sido santificados … justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios”.

Repetimos: Moisés realizó el lavamiento, lo hizo a la puerta y nadie lo repitió. Es una figura de nuestra salvación. Una vez en Cristo, en Cristo para siempre.

Ante la fuente, en cambio, los sacerdotes se lavaban a sí mismos y lo hacían a menudo. ¿Por qué? Porque sus manos y sus pies quedaban contaminados en las tareas del día. Aparte de lo que las manos tocaban los pies se ensuciaban (sin sandalias, no obstante la tradición que se oye). Ellos no podían servir a Dios sin limpiar estos miembros, pero nunca bañaban el cuerpo entero ante la fuente.

La fuente contenía agua ─ probablemente procedente de la roca golpeada ─ y la dispensaba conforme a la necesidad. Esta es la figura a la cual David se refirió en el Salmo 34: “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón”.

El quehacer de los sacerdotes les contaminaba corporalmente y el nuestro lo hace espiritualmente. Juan capítulo 12 enseña sobre el altar de sacrificio: “Ahora es el juicio de este mundo … dando a entender [Jesús] de qué muerte iba a morir”, 12.31 al 33. El capítulo que sigue de inmediato enseña sobre la fuente: “El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies”, 13.5 al 10.

Material

La fuente con su base era de cobre, fundido de los espejos de las mujeres. No había madera en ella. En este mueble no hay nada que simbolice algo humano, ni siquiera la humanidad de nuestro Señor. La fuente no habla de Emanuel, con nosotros Dios, ni del Hijo de Hombre en juicio sobre los impíos. Este no es Jesús de Nazaret en su andar humilde entre hombres. La fuente es una figura de Cristo la Palabra.

¿Cómo cuadra esto con el cobre como figura del juicio? La fuente sí habla de juicio: no el juicio de Dios sobre el pecado en la cruz, sino el juicio sobre el pecado en el creyente por la Palabra. El metal puro y bruñido había hecho ver a las mujeres su apariencia; la Palabra de Dios hace ver al creyente su condición espiritual.

No basta sólo ver en el espejo; debemos aplicar el agua de la Palabra. “Si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace”, Santiago 1.23 al 25.

El fariseo en Lucas 18 no quería ver lo que el espejo ha podido mostrarle. Fue al templo y fingió, pero no llegó a ver su suciedad. Pablo, en Filipenses 3, es un gran contraste. Si la norma hubiera sido los antecedentes religiosos y culturales, él habría podido confiar en la carne. Pero no era, ni es. Pablo quería ser encontrado en Cristo, sin justicia propia, por medio de la fe que es de Cristo. Obsérvese: no la fe en Cristo, sino la justicia que es de Dios por fe.

Medidas

Ya nos hemos dado cuenta de que no se informa el tamaño ni la forma de este mueble, y que no contenía material que sugiera la humanidad del Señor. El silencio en cuanto a las medidas concuerda con lo que la fuente representa.

Hay en la Palabra de Dios provisión sin límite para atender a la condición espiritual del pueblo suyo. Es llamativa la afirmación de Salmo 138: “Has engrandecido tu nombre, y tu palabra sobre todas las cosas”. Versión Moderna de 1893: “Has engrandecido tu promesa sobre todo tu nombre”. Biblia de las Américas: “Has engrandecido tu palabra conforme a todo tu nombre”.

Dios no nos da su Espíritu por medida. Él emplea la Palabra para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón. Todas las iglesias sabrán que Él es quien escudriña la mente y el corazón, y dará a cada uno según su obra. Apocalipsis 2.23, Jeremías 17.10

Asociada con este silencio acerca del tamaño es la ausencia de cualquier mención de una envoltura. La aplicación a nuestras almas es evidente:

Dos cosas ha juntado Dios y ninguno hará división:
el polvo sobre la Biblia y la sequía en el corazón.

Nuevo Testamento

Leemos en el Nuevo Testamento de lavar los pies, pero no así las manos. El lavamiento de los pies no es doctrina, sino una figura. Bajo el rito mosaico, los sacrificios ensuciaban las manos de los sacerdotes. Sucedía continuamente, porque la sangre de los toros y machos cabríos nunca podía quitar el pecado. En la economía nuestra no hay los tales sacrificios porque la ofrenda única de nuestro Salvador quitó el pecado una vez por todas. Sin embargo, el hijo de Dios anda todavía en este mundo, y por consiguiente es patente la figura de los pies lavados.

Juan capítulo 13 es, por supuesto, el pasaje que viene a la mente. “Si no te lavare”, explicó nuestro Señor y Maestro a Pedro, “no tendrás parte conmigo”. Y: “Debéis lavar los pies los unos de los otros”. Dijo, “no tendréis parte conmigo”, refiriéndose a la comunión; no en mí”, que hubiera sido una referencia a la salvación. Como cosa práctica, no podemos entrar más allá de la puerta y la cortina en servicio y adoración si no hemos conocido el lavamiento diario.

Resuena primeramente para el pueblo de Dios la gran declaración de Juan: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados”. La orden en 1 Corintios 11 es: “Pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa”.

Algunas traducciones de 1 Corintios 6.11 [p.ej., Biblia Textual y Versión Hispana Americana] rezan “os lavasteis” en vez de “habéis sido lavados”. Si la traducción es procedente, aquellas almas una vez sucias se lavaron en la Palabra de Dios. Mientras estemos aquí, precisamos de aquello de lo cual la fuente es figura. En la eternidad no habrá fuente, sino contemplaremos un río puro de agua de vida.

 

Capítulo Seis ─ Las paredes

Moisés … asentó sus barras, y colocó sus tablas
e hizo alzar sus columnas
, Éxodo 40.18.

Hemos llegado al tabernáculo en sí. Llevemos en mente que era la morada de Dios entre su pueblo, su Israel terrenal. Tabernacular es morar, como en ciertas traducciones de Juan 1.14, “La Palabra se hizo carne y tabernaculaba entre nosotros”.

Cuando Dios comenzó su obra creativa, tuvo en mente morar entre sus criaturas. Proverbios 8.31 declara que sus delicias son con los hijos de los hombres. Pero el pecado entró y abundó, y no fue hasta haber redimido a un pueblo que Él les mandó hacer un tabernáculo para que morase entre ellos. Al efecto, lo hizo por quinientos años, seguidos por seiscientos en el templo (aunque hubo templos por más tiempo).

Durante los últimos dos mil años su lugar de morada ha sido la Iglesia, un templo no hecho de manos. Aun el creyente que no sea judío no es ahora un extranjero ni advenedizo. Es un conciudadano de los santos y miembro de la familia de Dios. Pertenece a una Iglesia que está edificada sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo. Efesios 2.19 al 22

En el lenguaje figurativo de la Biblia, el tabernáculo era la sombra y nosotros los salvos somos la sustancia. Somos edificio de Dios, explica Pablo en 1 Corintios 3.9.

Ahora, una pregunta. ¿Lo somos? ¿Qué tal nuestra construcción? La exhortación aguda del apóstol es que cada cual mire cómo sobreedifica. Si permanece la obra de uno, él recibirá galardón, y si se quema, él sufrirá pérdida. Nosotros ─ todos los pecadores que somos salvos por gracia ─ somos templo de Dios, y el Espíritu de Dios mora en nosotros. Que ninguno se auto engañe, agrega el apóstol, si alguno entre nosotros se cree sabio en las cosas de este mundo, que se conceptúe como necio para llegar a ser sabio.

Esto no es tradición religiosa ni hipérbole eclesiástica, o el dogma de algún grupo de entusiastas. Es la Palabra de Dios.

Armazón

El versículo citado como epígrafe especifica tres pasos en la erección del tabernáculo propiamente dicho: asentar las basas, colocar las tablas y poner las barras. Dejaremos para otra entrega el último paso en nuestro versículo, que es alzar las columnas. Las columnas tienen que ver con la puerta, que es otro tema.

En este resumen se omite el paso que Dios tuvo a bien mencionar en primer lugar, ya que el versículo comienza con: “Moisés hizo levantar el tabernáculo”. Debemos entender, sin embargo, que en su sentido técnico el término tabernáculo se refiere a las diez cortinas de lino que estaban colocadas sobre el esqueleto de madera. Estas a su vez estaban cubiertas de “la tienda”, once cortinas de pieles de carneros, y sobre ellas había dos juegos de “cubiertas” de pieles. A todo esto llamaremos el techo y lo trataremos en una entrega aparte.

Sin embargo, no podemos dejar de notar que la secuencia en Éxodo 40 es (i) las cortinas interiores, (ii) las tablas y su soporte, (iii) las columnas, (iv) las cortinas intermedias, y (v) las pieles encima de todo. Dios puede hablar de colocar un techo antes del armazón que lo sostiene, pero el hombre no. Cuarenta y ochos tablas formaban las paredes, cada una de codo y medio de ancho y diez de longitud (casi 5,5 metros), y cada una con dos patas, o espigas, que entraban en las cavidades de las basas, de plata. Cada pared lateral contaba con veinte tablas; la del fondo con seis; y las dos esquinas en el fondo con una cada una. Sin duda estas últimas daban rigidez a la estructura, pero la Palabra no nos informa cómo estaban colocadas.

Basas

Se enfatiza la procedencia de la plata para las basas que sostenían las tablas. En Éxodo 12, en la historia de la salida del pueblo de Dios de Egipto, se narra que obtuvieron joyas de plata de sus amos. En el capítulo 30, los versículos 11 al 16 versan sobre la tasa para el censo, que era medio siclo de plata, nunca menos y nunca más. Este “dinero del rescate”, dice, se empleaba en el servicio del tabernáculo. Se habla de esto de nuevo en 38.25 al 28, donde leemos cómo se aprovechó la plata.

Se imponía esta tasa sobre el pueblo “para que no haya en ellos mortandad”. Al no haber un precio de rescate, el juicio hubiera caído sobre ellos. Es evidente que esto nos da una ilustración de la salvación de la pena del pecado. El apóstol Pedro alude a esto al escribir, “Fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir … no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo”. (En una ocasión los israelitas ofrendaron oro, Números 31.50).

El peso y contenido metálico de las monedas antiguas eran imprecisos por las normas nuestras. La plata era por regla general la medida de valor y el siclo el peso básico, pero su valor variaba entre épocas y lugares. El siclo del templo, o del santuario, se decía ser de diez gramos, y las muestras conocidas se acercan a este estándar. Esto es interesante en relación con la tipología espiritual, ya que la voluntad de Dios se expresó en diez mandamientos, pero el hombre no podía alcanzar esta medida.

Si la balanza humana era defectuosa, no así la divina. Aprendemos del 38.25 que 603.550 varones cancelaron el precio de su rescate. El punto importante es que, “Ni el rico aumentará, ni el pobre disminuirá … para hacer expiación por vuestras personas”, 30.15. Aun hoy en día no hay diferencia; todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. La otra cara del evangelio es que “no hay diferencia … pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan”, Romanos 3.22, 10.12.

Más de seiscientos mil varones, de veinte años para arriba, hicieron fila para presentarse y cancelar la imposición. Pobres, ricos, jóvenes y ancianos; de una tribu y de otra; no hubo discriminación. Cada cual tenía que pagar, y habiendo pagado era reconocido como ciudadano. ¿Puede haber una ilustración más clara de cómo Dios salva las almas? Los demás materiales del tabernáculo eran dados en ofenda voluntaria, pero la plata para las basas vino por mandamiento, y cada hombre en el campamento conocía su vínculo personal con las basas que reposaban en la arena para sostener el santuario de Dios.

¿Acaso ha habido un fundamento más costoso? Si aceptamos que el peso de un talento era de treinta kilos, se fundieron más de cinco toneladas de plata para hacer noventa y seis basas para las tablas y cinco para las columnas de la puerta. Cada una pesaba aproximadamente cuarenta y cinco kilos y medía aproximadamente cuarenta y cinco centímetros cuadrados. El historiador Josefo escribió que la apariencia era la una viga continua, tan cerca estaba una basa a la otra.

Nunca fue necesario renovar ese fundamento. Nunca cedió. Es una figura maravillosa del fundamento único para la redención de todos. El tipo fue costoso, pero el antitipo ─la redención por la sangre de Cristo ─ mucho más costoso.

¡Cuán firme cimiento se ha dado a la fe de Dios en su tierna Palabra de amor!
¿Qué más Él pudiera en su libro añadir si todo a sus hijos lo ha dicho el Señor?

Tablas: material y significado

Hasta este punto hemos aplicado los vasos y materiales del tabernáculo al Señor Jesucristo y su obra ante el Padre en bien de la humanidad. Creemos, sin embargo, que la aplicación evidente de las tablas es a los santos en vez de al Salvador y Señor. Las tablas vistas individualmente son una figura de los creyentes en particular que forman colectivamente la morada, o las moradas, de Dios en la tierra. Hacemos esta sugerencia teniendo en mente que algunos perciben las tablas como Dios manifestado en Cristo, o sea, como figura del Hijo encarnado.

Hemos comentado ya que el árbol de acacia es nativo del desierto donde se construyó el tabernáculo. También hemos observado que los árboles en general se emplean comúnmente en las Escrituras como un tipo de los hombres y las mujeres. El cedro, el olivo, la palmera, la vid, y más: muchos son los árboles mencionados, y una lectura cuidadosa dejará clara la idea asociada con cada uno. Tal vez Salmo 92.12 venga a la mente del lector: “El justo florecerá como la palmera; crecerá como el cedro en el Líbano. Plantados en la casa de Jehová, en los atrios de nuestro Dios florecerá”.

Las tablas eran de madera; eran árboles convertidos, si quiere. Hemos empleado las tablas del altar para sacrificio como una figura del justo juicio de Dios. Las tablas de las paredes fueron formadas, perforadas, puestas en basas unidas y empleadas para sostener el techo que tanto difería de ellas en carácter.

Sin duda podemos discernirnos a nosotros mismos en esto. Cada hijo de Dios ha sido cortado del mundo en derredor; aserrado y cepillado para quitar todo aquello que era superfluo del propósito de Dios para él; formado por voluntad divina, podemos decir; colocado sobre la basa de la redención; separada del mundo y puesto seguro sobre un fundamento nuevo; y unido con otros que han sido llamados afuera de la misma manera. Somos (i) edificados sobre el fundamento, y (ii) coordinados para ser un templo santo; Efesios 2.20 al 22. Hemos sido formados para estar en pie, constituyendo colectivamente el lugar donde mora la honra de Dios, y sobre todos nosotros está el palio, o pabellón, de la presencia del Señor.

En cuanto a la lámina de oro que cubría cada tabla, el versículo que primero viene a la mente como una aplicación al hijo de Dios es Filipenses 3.9: “… ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia … sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe”. Respecto al oro, conviene citar aquí a A.J. Pollock: “En Éxodo, cuando el oro es típico de la Deidad, siempre es oro puro; cuando es una ilustración de la justicia divina, se emplea el término oro a secas”.

Tablas: espigas y medidas

Cada tabla tenía dos espigas en el extremo inferior, las cuales se insertaban en su basa. La idea de testimonio se asocia con el número dos en la Biblia; el lector se acordará de ejemplos como los dos testigos en la tribulación y los setenta evangelistas que salieron de dos en dos.

Cada espiga servía de enlace entre su basa y su tabla, proveyéndonos de una ilustración de la fe que echa mano de la obra de Cristo. La basa de plata servía de fundamento firme y a la vez separaba la tabla “consagrada” de la tierra abajo. Otra aplicación, y mejor, es que estas dos “manos” ilustran la muerte y resurrección del Señor Jesús, quien fue (i) entregado por nuestras transgresiones, y (ii) resucitado para nuestra justificación, Romanos 4.25.

La muerte ya venció Cristo el Señor;
la salvación nos dio el Redentor.

Cada tabla media codo y medio de ancho, y mucho se ha especulado sobre por qué Dios empleó el medio codo. Claro está que no fue porque Él hace las cosas a medias.

Si la medida sencilla simboliza lo completo, la mitad agregada sugiere que algo queda por hacerse. Nuestras almas son salvadas; aquella obra ha sido realizada de un todo en lo que se refiere a la posición eterna. Sin embargo, esperamos la redención de nuestros cuerpos. “El que comenzó en vosotros la buena obra, la terminará hasta el día de Cristo”, Filipenses 1.6. Es decir, de aquí al tribunal de Cristo. “Jehová cumplirá su propósito en mí”, Salmo 138.8. “Él transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya”, Filipenses 3.21.

¿Había árboles de una altura que permitiría hacer de ellos tablas de más de dos metros de alto y sesenta y seis centímetros de espesor? Posiblemente no, pero podemos estar seguros de que cualquier encaje fue hecha a perfección, si este fue el caso. El hecho de unir dos o tres tablas para hacer una sola sería un ejemplo de Colosenses 2.2: “Unidos en amor, hasta alcanzar las riquezas del pleno entendimiento”. Comoquiera que hayan sido estos detalles, el tabernáculo, como también el pueblo de Dios hoy en día, fue “juntamente edificado para morada de Dios en el Espíritu”.

[Una opinión es que las tablas eran huecas, es decir, paneles sobre un marco. Por ejemplo: “Estos marcos tendrían tres ventajas sobre una tabla sólida. Serían mucho más livianos, menos propensos a torcerse, y permitirían que se vieran las hermosas cortinas desde dentro del lugar santo, en vez de toparlas”. Esta es buena lógica, pero no buena Biblia.]

Barras y anillos

Cinco barras de madera de acacia, todas ellas recubiertas de oro, se extendían a lo largo de la estructura, cuatro de ellas fijando cada tabla por medio de cuatro anillos en cada una. La quinta barra estaba dentro de las tablas y alcanzaba la longitud entera de la pared; es probable que las otras hayan sido de esta medida también.

Muchos escritores han sugerido que ellas ilustran los dones dados a la Iglesia, como se narra en Efesio 4.7 al 11. Ellos aplican las barras inferiores a los apóstoles y profetas que fueron usados al principio para echar el fundamento de la Iglesia. La de en medio sería, entonces, el evangelista que va por el mundo entero para predicar. Estaba fuera de la vista, como conviene al evangelista. Las barras superiores, prosiguiendo con este mismo hilo de pensamiento, son el pastor y maestro, quienes hacen seguimiento a la obra del evangelista. Puede haber problema aquí, por cuanto algunos estudiosos del idioma original explican que pastor-y-maestro se refiere a una misma persona.

Otra aplicación es la de los cinco títulos dados a nuestro Señor en Isaías 9.6: Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno y Príncipe de paz.

Sin embargo, deberíamos ver estas barras en primera instancia como una ilustración de lo que congrega a “las tablas” ─ el pueblo de Dios ─ para constituir una morada divina. El tabernáculo es más una ilustración de la iglesia local que de la Iglesia universal. Es bajo esta luz que consideramos estas barras, cuatro de ellas expuestas y una fuera de la vista.

Las cuatro se ven mejor como símbolos de las cuatro actividades de la asamblea en Jerusalén como se enumeran en Hechos 2.42. Aquella congregación modelo perseveraba a la doctrina, la comunión, la cena del Señor y las oraciones.

La barra escondida, colocada dentro de las tablas, es Cristo mismo. Donde están dos o tres congregados en su nombre, Él está en medio de ellos. Aun más de lo que hacemos conjuntamente en la asamblea, lo que nos guarda en ella, y nos une, es la presencia del Señor. “La barra de en medio pasará por en medio de las tablas, de un extremo a otro”. ¡Gracias a Dios que es así!

Otros enseñan que esta barra es una figura del Espíritu Santo, la Persona invisible que mora en todo creyente y nos ha bautizado en un solo cuerpo espiritual. Es cierto que Él mora en cada creyente, y nos ha incorporado en la Iglesia, pero no parece que estos pensamientos están ilustrados aquí. Si vamos a continuar con la analogía de la madera de acacia como una figura de lo que es humano, estamos dirigidos a Aquel que tomó cuerpo, y no al Espíritu incorpóreo.

Cada una de las barras exteriores pasaba por los anillos fijados a las tablas. Los anillos eran la conexión esencial entre las tablas y las barras. Un anillo es símbolo del amor. Es sólo en la medida en que amemos las cuatro instituciones en Hechos 2 ─ la doctrina, la comunión, la cena y las oraciones ─ que nuestra asamblea será construida y guardada en armonía.

 

Capítulo Siete ─ La puerta

Puso asimismo la cortina a la entrada del tabernáculo. Éxodo 40.28

Había tres puertas en el conjunto, pero comúnmente sólo una se designa así. Había el portón que daba acceso al atrio; la entra­da o la puerta, que daba acceso al lugar santo: y el velo que daba acceso, en muy contadas ocasiones, al Santísimo.

La puerta, que constituía todo el extremo este de la estructu­ra, medía diez codos por diez. La Biblia no dice esto en un versículo específico, como da las medidas del portón, pero lo sabemos al comparar un pasaje con otro. El espacio entre las columnas del portón era suficiente como para permitir una carreta tirada por bueyes pasar adentro (si fuera el caso), pero el espa­cio entre las columnas de esta puerta era poco más que la anchura de una puerta amplia en una casa moderna.

Esta comparación sugiere que no todo podía ser introducido en la casa de Dios. El número diez es simbólico de la responsabili­dad humana. (Diez mandamientos; diez doncellas que han debido estar listas para las bodas, etc.). Es evidente la secuencia portón-altar-fuente-puerta; el portón del atrio era el paso previo al altar; la fuente en el atrio, con su lavamiento obliga­torio, era el paso previo a la entrada al Lugar santísimo por medio de esta puerta; lado adentro había símbolos de la comunión: la mesa, la lámpara y otro altar. Que el Espíritu nos imparta un temor santo de intentar rebajar la santidad de su casa santa.

El área total de la puerta era la del portón (y del velo tambi­én) pero su forma era otra; para el portón, veinte codos por cinco, enfatizando la anchura; para la puerta diez por diez, enfatizando la altura. El portón proclama el evangelio para todo aquel que quiere, pero la puerta anuncia la comunión entre Dios y su pueblo para el que esté espiritualmente acondicionado.

La tela es la misma, hablando de Cristo en cada caso. En el portón Él recibe al pecador; en la puerta Él recibe al creyente. El portón estaba apoyado por cuatro columnas puestas en basas de cobre y unidas por capiteles de plata; la puerta contaba con cinco columnas, también en basas de cobre pero ahora forradas de oro y con capiteles de oro. Estas últimas son una figura del señorío del Señor Jesucristo.

Veamos brevemente las cortinas para luego concentrarnos en las columnas. Se habrá percibido ya la aplicación que vamos a dar a esta entrada; la estamos empleando como una figura de la incorpo­ración de un creyente en la iglesia local y su permanencia en la comunión de la asamblea.

Cortinas

El material de las cortinas era de azul, púrpura, carmesí y lino torcido. Era obra de recamador, o bordada artísticamente. Hemos considerado estos colores en relación con el portón, surgiendo que el azul habla del Hijo de Dios, la púrpura del Rey de Israel, el carmesí, el siervo de Jehová y el blanco el Hombre perfecto.

Todo esto es necesario para que nosotros, pecadores salvos por gracia, gocemos de la comunión. Y ciertamente nuestra comunión es en primera instancia con el Padre y con su Hijo Jesucristo. El cobre que apoyaba todos los componentes de la puerta ─ y los separaba de la tierra abajo ─ es un recordatorio elocuente del juicio ejecutado en el Calvario. Si nos olvidamos de aquello, y cada vez que dejamos de vivir acorde con esa verdad, nuestra comunión se torna más bien en amistad.

Al decir en 1 Corintios 1.9 que nuestra comunión es con el Padre y el Hijo, el apóstol afirma primeramente que “Dios es fiel”. Los capítulos que siguen en aquella epístola dejan muy en claro que muchos de los corintios no eran tan fieles, pero con todo Pablo termina su carta a ellos con la hermosa oración: “La gracia del Señor Jesucristo esté con vosotros. Mi amor en Cristo Jesús esté con todos vosotros”.

Esta puerta no ostentaba querubines, aunque los encontraremos en el velo. Es decir, no había nada que rechazaría. Dios desea que su pueblo disfrute de comunión entre sí como consecuencia de su comunión con Él.

Este es, entonces, el mensaje que hemos oído de Él, que Dios es luz y en Él no hay ningunas tinieblas. Si decimos que tenemos comunión con Él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practica­mos la verdad. 1 Juan 1.5,6. Esto sería como intentar participar de dos mesas a la vez, cosa que Corintios afirma imposible. “No quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios. No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios”, 1 Corintios 10.20,22.

En cambio, si andamos en luz, como Él está en luz, no solamente andamos en comunión con Él, sino que también tenemos comunión el uno con el otro. Lo que es más, el escritor afirma en este con­texto (1 Juan 1.5 al 8) que la sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado.

Columnas

Las cinco columnas estaban colocadas en basas de plata, y no se encontraba cobre en el lugar santo. Todo es oro allí, salvo las basas de esa puerta. Una vez que hayamos entrado en comunión con el Padre y con el Hijo, todo juicio queda atrás.

Algunos hermanos en Cristo emplean las columnas como símbolos de los cinco grandes títulos de Cristo en Isaías 9.6, así como otras aplican las basas que estudiamos en la entrega anterior, a estos mismos títulos. La aplicación es buena, pero quizás la que más se da es la de los cinco dones para la Iglesia en Efesios 4.11: apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros.

Sin embargo, sugerimos que estas columnas pueden representar a cinco hombres que tienen un ministerio en relación con la entrada a la comunión en la comunión visible, la iglesia local. Ya hemos empleado las cuatro columnas del portón como figuras de Mateo, Marcos, Lucas y Juan en relación con el evangelio. Sugerimos que las de la puerta son símbolos de Pablo, Pedro, Santiago, Juan y Judas, los autores de las Epístolas del Nuevo Testamento. Son los hombres que Dios empleó para comunicar su voluntad en cuanto a la Iglesia universal y la iglesia local.

Las columnas de la puerta guardaban la entrada a la casa terrenal de Dios, y nos sentimos autorizados y dirigidos a usarlas como figura de estos autores inspirados. Ellos nos enseñan cómo conducirnos en la casa que es la iglesia del Dios vivo, columna y baluarte de la verdad. No es sólo que la asamblea es llamada una columna, ¡sino que en Gálatas 2.9 se designan a tres de estos varones como columnas de la iglesia!

Su instrucción específica que nos interesa aquí se puede sumarizar de la manera siguiente:

Pablo                     la recepción conforme a la verdad, Romanos 16.1,2
Pedro                    la firmeza en la verdad, 2 Pedro 1.11,12
Santiago               el error en cuanto a la verdad, Santiago 5.19
Juan                       la conducta conforme a la verdad, 3 Juan 4
Judas                     la defensa de la verdad, Judas 1 al 3

Primero, aprendemos de Pablo acerca de la recepción en la iglesia local conforme a la verdad. En toda auténtica asamblea el Espíritu Santo levanta hombres que son columnas. Ellos tienen una responsabilidad especial en cuanto a quiénes deberían incorporarse en la congregación. El último versículo de Efesios 2 presenta el lado divino de esto, refiriéndose a creyentes edificados juntamente para ser una habitación para Dios por medio del Espíritu.
1 Corintios 3 presenta el lado humano: “Sois templo de Dios … Si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca … El templo de Dios santo es”. Esta responsabilidad recae sobre toda persona que forma parte de la iglesia local, pero “las columnas” deberían interesarse de manera especial por la limpieza moral y doctrinal de aquellos que se presentan para la comunión entre el pueblo del Señor.

Por consiguiente, cuando Febe estaba por viajar a través del Mar Egeo, de Cencrea (muy cerca de Corinto) a Roma (en Italia), Pablo le dio una carta de recomendación. Él podía hacerlo porque le conocía bien. Las circunstancias del caso eran tales que podía hablar muy bien de ella: una hermana, una sierva de la asamblea, una que ayudaba a muchos y una gran ayuda a Pablo mismo. Por su parte, los romanos deberían recibirla “en el Señor”, como conviene a cristianos, y deberían ayudarla. No había duda acerca de la incorporación de esta “tabla” en Roma, ¡ya que estaba tallada muy bien!

Él incluye otros mensajes de recomendación en sus epístolas, como en Filipenses 2: “Tuve por necesario enviaros a Epafrodito … Recibidle, pues, en el Señor, con todo gozo …” Pero el apóstol reconocía que este procedimiento no sería necesario en todos los casos, por cuanto la asamblea anfitriona conocería algunos de sus visitantes. En consecuencia, él comentó en una de sus epístolas, “¿Tenemos [Pablo mismo] necesidad, como algunos, de cartas de recomendación para vosotros, o de vosotros?” 2 Corintios 3.1. Él deseaba evitar un procedimiento legalista, una mera forma, en esta como en todas las prácticas de las asambleas, y nosotros deberíamos compartir este deseo.

Segundo, Pedro, otra columna, trata la necesidad de que el cristiano esté bien fundado en la verdad. “… haciendo estas cosas, no caeréis jamás … Por esto, yo no dejaré de recordaros siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis, y estéis confirmados en la verdad presente”, 2 Pedro 1.11,12. Él nunca olvidó las palabras que el Señor le habló, “Una vez vuelto, confirma a tus hermanos”, Lucas 22.32. Obsérvese que se emplea el verbo confirmar en ambas citas.

Él se refiere a la verdad en general, a saber, la doctrina de los apóstoles. Algunos cristianos asignan poca importancia a la doctrina, y una de las consecuencias es que poco les interesa pasar del atrio al lugar santo (salvos, pero descuidados en cuanto a la comunión), o alternativamente, pasan como si fuera por la puerta (a la asamblea) sin convicción.

Ahora, no es de esperar que un recién convertido, sea joven o maduro, domine todas las doctrinas en cuanto a la asamblea, o aun que sepa mucho de la diferencia entre la Iglesia universal y la iglesia local. Pero sí es de esperar que sepa dar razón de la esperanza que está en él al acercarse a la puerta. Una comunión honesta con el Padre y el Hijo producirá un deseo por la comunión con todo el pueblo de Dios. Esta comunión uno-con-uno en el atrio del tabernáculo (estamos hablando por figuras) madurará en un ejercicio de alma para participar en los privilegios y las responsabilidades de la comunión en una iglesia local.

Esta verdad se puede aprender ─o se debería aprender─ primeramente en la lectura de las Escrituras. Puede aclararse (pero no ensancharse) al oir buen ministerio, y muchas veces el ejercicio se profundiza por el compañerismo con auténticos creyentes espirituales.

Tercero, tenemos a Santiago como nuestra columna central, ya que él estaba en Jerusalén; véase Hechos capítulo 15. Él escribe en 5.19,20: “Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados”.

¡Esta es la salvación de una persona que ya es salva! Santiago no se refiere a la salvación de las consecuencias eternas del pecado, sino a que el hijo de Dios descarte el error y abrace algunas facetas de la doctrina apostólica. Santiago está animando al cristiano a interesarse en su hermano que ha abrazado una falsa doctrina, y a convertirle de su mal proceder.

Nuestro versículo corre en paralelo con Tito 3.9 al 11: “Evita las cuestiones necias, y genealogías, y contenciones … Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca”. Este tratamiento severo ─e l alejamiento de parte de los otros cristianos ─ no es para el creyente que inocente o descuidadamente se ha entregado a conceptos erróneos. Es para aquel a quien se le ha explicado dos veces dónde está su error; es el que, como dice Pablo, está condenado por su propio juicio.

Algunos se sorprenden ante el lenguaje tan fuerte de Santiago: “cubrirá multitud de pecados”. El caso es que él no aclara de qué alma se trata. La palabra cubrir es un término técnico del Antiguo Testamento, empleado en relación con el perdón. El versículo es parecido a 1 Pedro 4.8: “El amor cubrirá multitud de pecados”. Es una lástima ser débil en algunos aspectos, ¡pero que Dios nos ayude a compensar estas faltas con virtudes en otras fases de nuestras vidas!

Así que, nuestra columna central a la puerta de la asamblea es la doctrina. Huelga mencionar que la iglesia en Jerusalén perseveraba en la doctrina de los apóstoles. Una asamblea del pueblo de Dios debe caracterizarse por otras virtudes también, pero una congregación difícilmente será una asamblea en el sentido novotestamentario si no es una columna, un baluarte, de la verdad; 1 Timoteo 3.15.

Pasamos a la cuarta columna, que es Juan. Si este apóstol estuviera a la puerta, representando a la iglesia local en la cuestión de la recepción, su interés sería la conducta del solicitante. “No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad”, 3 Juan 4. El versículo anterior nos dice qué le agradaba en cuanto a Gayo: que no sólo tenía la verdad en sí, sino que andaba en la verdad.

Juan desearía saber si hemos estado ante la fuente antes de acercarnos a esta puerta. O sea, nos animaría a dejar que la Palabra de Dios nos limpiara cada día. Tal vez nos estimularía al señalar que había cinco columnas, y que en la Biblia el número cinco se asocia con la debilidad humana y el poder divino. Si acaso no entendiéramos ese comentario, él emplearía 1 Corintios 1.27,28 como ilustración. O sea, Dios emplea cinco herramientas: lo necio, lo débil, lo vil, lo despreciado y lo que no es. Estas cinco columnas son ejemplos que nos ayudarían a darnos cuenta de que aun nuestras “columnas” entre el pueblo del Señor son pecadores salvos por gracia, y que nuestro Señor espera que nosotros, así como ellos, manifestemos este sentir en la manera de conducirnos.

Quinto, Judas. Él se ha sentido obligado a escribirnos acerca de nuestra común salvación ─ la salvación que todos compartimos ─ y exhortarnos a contender ardientemente por la fe; Judas 1 al 3. Él espera que sepamos la diferencia entre fe y la fe. Nuestra confianza en el Señor día a día generalmente se llama fe, pero el cuerpo de verdad (la doctrina en conjunto) que fue entregado a los santos se designa la fe. Judas menciona la común salvación, y en Tito 1.4 la expresión es “la común fe”. Es en 1 Timoteo donde más encontramos la expresión la fe: 1.19, 4.1, 5.8, 5.12, 6.10 y 6.21.

¿Por qué esta preocupación de parte de Judas? El versículo 4 explica por qué: ciertos individuos impíos se habían metido solapadamente entre los santos, señalados ellos tiempos atrás para condenación por eso mismo. Estaban ocupados en tornar en fuente de inmoralidad la libertad que Dios ha dado, y niegan a nuestro Maestro y Señor, Jesucristo (así reza cierta buena traducción del pasaje).

Capiteles

“… y cubrió de oro los capiteles”. Un capitel es una vara de unión; las cinco columnas no eran independientes entre sí, sino juntadas en el extremo superior.

Más técnicamente, un capitel en las Escrituras es un amarre. Génesis 34.8 explica el uso de la palabra: “El alma de mi hijo Siquem se ha apegado a vuestra hija”. El cristiano que ha visto la verdad del lugar donde Dios congrega a los suyos, se apega a esa casa. No hay duda de que la gente que se congrega allí son peregrinos en un desierto, expuestos a la contaminación, pero son “hermanos míos amados y deseados, gozo y corona mía”, al decir de Filipenses 4.1. Que nosotros, junto con ellos, estemos “firmes en el Señor” en nuestras basas de cobre y juntados por capiteles de oro.

 

Capítulo Ocho ─ El techo

Levantó la tienda sobre el tabernáculo,
y puso la sobrecubierta encima del mismo.
Éxodo 40.19

El cielo raso y el techo, si se nos permite utilizar estos términos, no se designan así en las Sagradas Escrituras. Cortinas de lino cubrían la armazón, y ellas a su vez estaban cubiertas por pelo de cabra tejido, pieles de carneros y pieles de tejones.

Ha sido la voluntad del Espíritu no decirnos si estos contaban con algún apoyo aparte de las cuerdas que unían las tablas, las cuales estaban a una distancia de diez codos (unos 4,5 metros) entre pared y pared. La lógica nos indicaría que el techo sería de dos aguas, pero las medidas no permiten esta conclusión y no tenemos otra autorización alguna en el texto inspirado para afirmar tal cosa.

Sin embargo, sí podemos decir que es probable que las cuerdas unían las estacas a un lado a las del otro lado, pasando por encima de las columnas y apoyando las cortinas y pieles. Sea así o no, otro cosa que no sabemos es cómo las cubiertas estaban fijadas a las paredes y columnas. ¿Caían sueltas a un ángulo sobre las cuerdas, lado afuera, o verticalmente contra las tab­las?

El tabernáculo no era un mito pero sí un símbolo. Los tipos del Antiguo Testamento, como las parábolas y los milagros en el Nuevo, no deben ser forzados en un intento vano por sacar lo que el Espíritu no ha metido en ellos. Ninguna de aquellas figuras constituye un paralelo completo a la verdad o las verdades que ilustran, y ninguna tiene que ser interpretada o explicada en el mínimo detalle. La regla es, “Un poquito allí, otro poquito allá”.

La palabra tabernáculo se emplea para referirse a un juego de diez tapices que estaban colocados sobre la armazón de madera. Estas cortinas de lino contenían figuras de querubines tejidas en un fondo azul/violeta, rojo/púrpura y carmesí. “… diez cortinas de lino torcido, azul, púrpura y carmesí … con querubines de obra primorosa”, 36.8. Cada cortina medía 28 codos por cuatro. Los unía una costura para formar dos juegos de cinco, y éstos a su vez estaban unidos por cincuenta ganchos o corchetes de oro que pasaban por sendas lazadas en cada conjunto de cinco.

Por encima de estas cortinas estaba “la tienda”, a saber, once cortinas de pelo de cabra, cada una midiendo treinta codos por cuatro. Seis formaban un juego y cinco otro juego, que a su vez los unían corchetes de bronce.

Y ahora la sobrecubierta; a saber, (i) un juego de pieles de carneros teñidos de rojo, y (ii) “otra cubierta de pieles de tejones encima”.

Todo esto representa casi 47 metros cuadrados de cortinas y una extensión mayor de pieles. Somos de la opinión de que todo este material fue sacado de Egipto. “Jehová dio gracia al pueblo delante de los egipcios, y les dieron cuanto pedían; así despoja­ron a los egipcios”, 12.36. Es interesante observar que las pieles de carneros fueron donadas ya teñidas, y no bajo la super­visión de los dos artesanos. Si fueron teñidas en Egipto o en Sinaí, no lo sabemos.

¿Algunos israelitas preguntaban entre sí, o dentro de sí, por qué estaban cargando tanto bagaje a través del Mar Rojo? ¿Las mujeres se sorprendieron ante tanto tesoro de joyas? (Éxodo 3.22 y 35.25 son específicos en cuanto al aporte de las mujeres). El modo de actuar de Dios es perfecto, y Él todavía obra por sendas misteriosas.

Repetidas veces se afirma que las pieles de carnero habían sido teñidas de rojo, pero en el tabernáculo ellas no estaban a la vista. Repetidas veces se afirma que la segunda cubierta era de pelo de cabra, y no pieles de cabra, pero esa labor de tejerlo tampoco dejaba un producto visible al ojo humano. ¡Cuán preciso y cuán exigente es nuestro Dios! Él ve lo que nosotros ignoramos.

Arquitectura

El techo ─ las cortinas y la sobrecubierta ─ son una figura de Cristo como Cabeza, es decir, “sobre todas las cosas a la Iglesia”. Estamos considerando la tienda y su sobrecubierta después de las paredes, pero las Escrituras las presentan antes. Un constructor por lo regular no termina el techo antes de levantar las paredes, especialmente cuando éstas son el único apoyo que tiene el techo, pero Cristo se presenta antes del creyente; en todo Él tiene la preeminencia. Es solamente cuando entramos en lo que son los atributos suyos que empezamos a comprender nuestra posición en Él y ante Él.

Llama la atención que el tabernáculo haya tenido un techo costoso pero ningún piso. Dentro de la estructura, donde todo era de oro, el techo era la tierra del desierto o de Canaán. Ninguna ama de casa colocaría muebles ultra lujosos, especialmente si fueran de oro, sobre un piso de tierra sin siquiera una alfombra persa de por medio.

¿Por qué lo hizo Dios?

La respuesta está en lo dicho en Salmo 29.9: “En su templo todo proclama su gloria”. Nada de Cristo debe estar debajo del pie humano. Puede ser que el pecador “pisoteare al Hijo de Dios”, pero el santo no. Él se humilló, pero Dios le ha exaltado y le ha dado un nombre que está sobre todo nombre. Los sacerdotes contemplaban su gloria al ver arriba los querubines tejidos en las cortinas, no al mirar abajo al “polvo que hubiere en el suelo del tabernáculo”. (Esta cita es la única mención del piso y figura en el contexto de la esposa acusada de pecado, Números 5.17).

El Señor Jesús vino a este mundo pero ha ascendido a su Padre y a nuestro Padre, de manera que miramos arriba para verle, y no abajo como el hombre con el rastrillo en la obra tan rica de Juan Bunyan. Si nosotros, el pueblo de Dios, estamos representados en las tablas verticales, es sólo para complementar a nuestro Señor en el lugar de su morada. Cuatro evangelistas presentan cuatro vistas de Él en el Nuevo Testamento; y, cuatro capas del techo relatan su historia en el tabernáculo.

Interpretación

Entendemos las cortinas y cubiertas de la manera siguiente:

pieles de tejones             Nuestro Señor en humillación, como el mundo le veía
pieles de carnero             Nuestro Señor en obediencia, como Dios le veía acá
cortinas de pelo                Nuestro Señor en el Calvario, en su obra de expiación
cortinas de lino                                 Nuestro Señor en su exaltación actual en el cielo

Pieles de tejones

En una de las entregas introductorias acerca del tabernáculo en general, destacamos el hecho de que Dios comenzó sus instrucciones con el arca y terminó con el atrio. “Dios”, dijimos, “comienza adentro y procede hacia afuera. Él se acerca a nosotros. El hombre tiene que comenzar del lado afuera”. Ahora con el techo Dios empieza en el lado inferior y va hacia fuera, pero nosotros empezaremos con las pieles afuera y terminamos con la tapicería adentro.

Las pieles son una figura de nuestro Señor como un hombre entre hombres. Nuestra incertidumbre acerca de qué animal dio estas pieles no debe perturbarnos, ya que cuadra bien con la enseñanza asociada con ellas. En Mateo 16.13 leemos que Jesús preguntó, “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” La respuesta fue, “Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas”. La gente no sabía.

La Reina-Valera, entonces, habla de tejones; Biblia de las Américas, de marsopa; la Versión Moderna, de foca. Sea como fuere, estas pieles eran de color castaño, o gris como ceniza, y poco atractivas. Un moabita estudiando el tabernáculo desde una elevación vecina vería poco más que un techo plano y tres paredes, todos de piel muy ordinaria. Le llamaría la atención solamente la cortina del portón (si estaba cerrada) y la cerca. Él no sabría nada de pieles rojas, pelo de cabra (aunque era y es un material de mucho uso entre los beduinos) y el bellísimo lino. Tampoco sabría de la enorme riqueza que la estructura representaba.

Así era con el Hijo de Dios cuando estaba sobre la tierra. Isaías nos dice que era despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto. Él no desplegaba hermosura, ni atractivo para ser deseado. Algunos hablaban de Él como amigo de publicanos y pecadores, y otros le conocían tan sólo como el hijo del carpintero. Todo lo que el hombre veía, por regla general, era la piel de tejones, la apariencia exterior del Señor Jesús. Lo externo estaba en gran contraste con lo interno.

Pero no así para los suyos. Natanael dijo, “Tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel”. Pedro dijo, “Eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Tomás exclamó, “Señor mío, y Dios mío”. Marta le reconoció como el Hijo de Dios que había venido al mundo. Otros vieron su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno Él de gracia y de verdad. La piel de tejones, entonces, era Jesús de Nazaret en contraste con Aquel en gloria prosperado, figura de quien se percibía solamente tabernáculo adentro.

La piel de este animal se menciona de nuevo en Ezequiel 16.10: “Te vestí de bordado, te calcé de tejón …” Era dura, como de suela. El tabernáculo se erigió en primera instancia en un desierto caluroso y en parte arenoso, pero ni una tabla dorada se torció ni una cortina bordado se partió.

Nuestro Señor salió airoso de todos los ataques de hombre y diablo; su vigor era asombroso mientras andaba de norte a sur, de sur a norte dentro de un radio de unos doscientos kilómetros, sanando a los oprimidos por Satanás. De un todo Dios, de un todo hombre.

Pieles de carnero

Levantamos esta resistente cubierta exterior, y encontramos otra piel. “Harás también a la tienda una cubierta de pieles de carnero teñidas de rojo”, 26.14. De nuevo, no se especifican las dimensiones; sólo sabemos que este manto cubría todo lo que estaba debajo de él.

Uno de los grandes capítulos del Calvario es Génesis 22, donde encontramos a un carnero trabado en un zarzal para ser ofrecido en lugar de Isaac. Es la clave a las pieles teñidas del Éxodo. La pregunta de Isaac fue dónde estaba el cordero para el holocausto, y Dios se proveyó de un carnero para aquella ocasión. Juan el Bautista le dio a Isaac la respuesta definitiva: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.

En un momento vamos a considerar una cortina de pelo. Ahora, se puede aprovechar el pelo de un animal sin sacrificarlo, pero no así su piel. Las pieles para esta cubierta exigían muerte. No sólo esto, sino que también el pueblo redimido tenía que teñir sus pieles de rojo antes de ofrecerlas para el tabernáculo, 25.5, 35.7.

Más que sustitución, en la Biblia el carnero, o macho cabrío, es el animal de consagración. Por supuesto, la consagración de parte de uno bien puede depender de cuánto aprecia la sustitución que fue necesaria para su salvación. Un carnero sugiere amplitud de fuerza. Fue la sangre de un carnero que se usó al consagrar a Aarón y a sus hijos para el sacerdocio. Nuestro Señor se consagró de un todo a la voluntad del Padre. “No me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada”. Él nunca se olvidó de su deber, nunca lamentó algo que hubo hecho y nunca tuvo que disculparse.

Pocos veían por debajo de las pieles de tejones, por decirlo así, pero algunos sí veían esta cubierta roja que era preciosa a los ojos del Padre. Aquella relación Padre/Hijo en la humanidad del Hijo fue anunciada cuando Él estaba entrando en el mundo: “He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad”, Hebreos 10.7.

Vemos brillando en la oscuridad del Getsemaní el carácter de las pieles de carnero, donde su sudor era como grandes gotas de sangre. Clamó, “No se haga mi voluntad, sino la tuya”. De veras le había consumido el celo de la casa del Padre. No fue rebelde, ni volvió atrás, Isaías 50.5. Fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

Pelo de cabra

“Todas las mujeres cuyo corazón las impuso en sabiduría hilaron pelo de cabra”, 35.26. Estas mujeres nos enseñan verdades más profundas que las de la encarnación y santificación que vemos en las pieles de tejones, y más profundas que las de la sustitución y consagración vistas en las pieles de carnero. Las cortinas que estamos viendo ahora enseñan de la expiación.

Tal vez parezca extraña una cortina fabricada de pelo en vez de piel. Es cierto que a veces el chivo era el animal para el sacrificio que se ofrecía cada día por el pecado, pero tengamos presente también que la mención principal de este animal en el esquema levítico es la de su papel clave en el día anual de expiación, y que en aquella ceremonia se usaban dos machos cabríos, pero moría uno solo. El otro se despachaba vivo.

Esta capa de las coberturas, entonces, se colocaba entre las pieles teñidas del Calvario y la cortina con sus querubines de la gloria celestial. Este juego de cortinas se extendía más allá del lino y de las dos cubiertas de pieles. “Doblarás la sexta cortina en el frente del tabernáculo”, 26.9. El pelo, a diferencia de alguna piel, es muy apropiado, porque hay aquí tanto muerte como vida. El mensaje no es sólo de la entrega de Cristo por nuestras transgresiones, sino también su resurrección para nuestra justificación.

No estamos rebajando al macho cabrío que fue beneficiado cual ofrenda por el pecado según Levítico 4.23,28 y Números 28.15. Estamos diciendo que Cristo no solamente llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, sino que también hizo posible que viviésemos a la justicia, 1 Pedro 2.24. Al ver aquella cortina blanca y negra que caía sobre buena parte de la puerta del tabernáculo, los sacerdotes estaban viendo, sin saberlo, la verdad de 2 Corintios 5.21: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”.

Lino bordado

El portón y la puerta eran de “azul, púrpura y carmesí, y lino torcido, obra de recamador”, 27.16, 26.36. La cortina inferior del techo era de los mismos colores, pero mencionados en una secuencia diferente; en el 26.1 se nombra el lino en primer lugar. Artesanos hábiles incorporaron querubines de realce en el diseño.

Este techo interior sobre las dos recámaras parece aportar un significado singular al blanco que tipifica la humanidad de Aquel que ahora está ascendido a lo alto. En otra entrega haremos mención de que el velo representa lo que Cristo era en la tierra, pero diremos aquí que las cortinas proclaman su gloria celestial. Él es el mismo ayer, y hoy, y por la eternidad.

Estos pensamientos traen a la mente la experiencia de Esteban: “Veo los cielos abiertos, y al Hijo del hombre que está a la diestra de Dios”, Hechos 7.56. Como se ha señalado a menudo, esta es l única vez que Él es llamado Hijo del Hombre después de los Evangelios y antes del Apocalipsis. La humanidad del Señor Jesús en el cielo es un tema de gran importancia. Él, la Cabeza, está allí, y nosotros, el cuerpo, pronto vamos a estar. Mientras tanto, donde “las tablas” están juntadas en su nombre, Él está en medio.

 

Capítulo Nueve – La mesa

Puso la mesa en el tabernáculo de reunión …

y sobre ella puso por orden los panes delante de Jehová. Éxodo 40.22,23

 

Contorno

Al pasar por la puerta, el sacerdote entraba en un recinto del tamaño de una sala amplia con un techo muy alto. Era lujoso en extremo. El lugar santo medía veinte codos por diez (casi nueve metros por cuatro y medio) y tenía una altura de diez codos.

Él veía las tablas forradas de oro que formaban las paredes laterales. La pared detrás de él ─ que constituía la puerta por la cual había entrado ─ era una hermosa cortina del techo hasta el piso, hecha de lino y finamente bordada. La pared delante de él, al lado oeste, era una cortina (“el velo”) de las mismas medidas, de cuatro colores, lujosamente bordada con, o en, querubines. Cinco columnas sostenían el techo y la primera de estas cortinas; cuatro columnas más, también forradas de oro, sostenían el techo y el pesado velo.

El techo, hasta donde él podía ver, era de lino blanco, bordado también de querubines. Sobresalía, cayendo sobre una parte menor de la puerta, una cortina roja. El piso era de tierra, pero tierra santa.

Veía tres muebles: a su derecha, una mesa forrada de oro; a su izquierda, una lámpara o candelero de oro puro; y delante de él, junto a la cortina, otro altar. El significado espiritual de estas tres estaciones de trabajo no permitía que fuesen ubicadas en el atrio; estaban en este salón conocido como el lugar santo, visibles sólo a los sacerdotes.

 

Mesa

Leemos de esta mesa en el santuario, llamada por cierto la mesa limpia, en Éxodo 25.23 al 30, 37.10 al 16 y Levítico 24.5 al 9. Es la primera de varias en el Antiguo Testamento:

  • Saúl asignaba no poco significado a la ausencia de David a la mesa del rey, y con mucha razón. 1 Samuel 20.29
  • David manifestó su bondad a la casa de Saúl al invitar a su descendiente discapacitado, Mefi-boset, a comer a su mesa continuamente. 2 Samuel 9.7
  • Durante la reconstrucción del muro, Nehemías apoyó la restauración del remanente al ser anfitrión para unos ciento cincuenta hombres que comieron a su mesa. Nehemías 5.17
  • Eliú le dijo a Job que Dios iba a bendecir su obediencia con una abundancia para su mesa. Job 36.16
  • Los salmos emplean la mesa cuatro veces en este mismo sentido; a saber, una figura de la bendición o la presencia de Dios. Salmo 23.5, 69.22, 78.19 y 128.3
  • La sabiduría edificó su casa … y puso su mesa. Proverbios 9.1,2
  • Mientras el rey estaba en su reclinatorio [reclinado a su mesa], dice la esposa, su nardo dio su olor. Cantares 1.12

Nuestra lista se está volviendo larga, así que pasaremos al Nuevo Testamento:

  • La mujer cananea sabía que estaba fuera del círculo de bendición divina porque no había comido siquiera de las migajas que caían de la mesa. Mateo 15.27
  • El rico no quería tener nada que ver con el mendigo Lázaro, y éste anhelaba buscar sobrantes debajo de la mesa. Lucas 16.21
  • Resucitado ya ─ figura de nuestro futuro estado eterno ─ Lázaro de Betania comía a la mesa con Jesús. Juan 12.2
  • De entre toda la infidelidad de Judas, el Señor señaló al traidor como tal cuando comía con Él a la mesa. Lucas 22.1
  • La gran enseñanza en 1 Corintios 10 acerca de la separación al Señor y del mundo se basa en la figura de dos mesas.

¿No es evidente, entonces, que la mesa en las Escrituras es una figura de la comunión y bendición que el Dador derrama sobre los suyos, y por ende de la relación de los suyos con otros? El Evangelio de Lucas narra relatos de mesas cargadas de delicias en la gran cena de la salvación, en la casa del padre del ex pródigo, etc. Son ilustraciones de la mesa del Padre para su pueblo individualmente. La mesa del tabernáculo hubiera podido corresponder a éstas al haber sido ubicada afuera en el atrio, pero no es el caso.

Contenido

Sobre la mesa había panes. Dentro del candelero había aceite. Sobre el altar de oro había incienso. Estos tres elementos eran componentes esenciales, de igual importancia que el respectivo mueble.

“Cocerás … doce tortas … y las pondrás en dos hileras, seis en cada hilera, sobre la mesa limpia delante de Jehová. Pondrás también sobre cada hilera incienso puro … Cada día de reposo lo pondrá continuamente en orden delante de Jehová”, Levítico 24.5 al 9.

Son abundantes los cuadros pintados en siglos recientes que muestran los panes, o tortas, en dos pilas de seis, pero es un error. Estaban colocados en dos hileras de seis, todos reposando sobre la mesa en sí, por estrecho que haya sido el mueble. Fijémonos en que estaban “delante de Jehová”.

Aplicación

La mesa en el santuario habla de Cristo como el sustento para su pueblo en comunión con Dios. Su enfoque es en buena parte a la iglesia local.

La comunión al alcance del creyente en nuestros tiempos es tanto vertical como horizontal; es decir, con Dios y con los hombres.

Hay la comunión con las Personas de la Trinidad: “Nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo”, declaró Juan en 1 Juan 1.3. La comunión del Espíritu Santo se menciona en 2 Corintios 13.14, Filipenses 2.1. “Fiel es Dios”, escribió el apóstol a los incumplidos corintios al comienzo de la primera epístola a ellos, “por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor”. Pablo tenía el hondo deseo de tener comunión con Cristo en sus sufrimientos, llegando a ser semejante a Él en su muerte; Filipenses 3.10.

Fluyendo de esta comunión entre el creyente y las divinas Personas, los hijos de Dios tienen comunión entre sí sobre una base de uno a uno. Juan quería tener comunión con sus lectores, 1 Juan 1.3, pero sabía que era condicional: “Dios es luz. Si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros”, 1.7. El Testamento habla de manifestaciones específicas de esta comunión lateral, usando términos como “vuestra comunión en el evangelio”, “la diestra de comunión” en la obra del Señor, y también por medio de donativos a creyentes necesitados y evangelistas.

Los creyentes primitivos en Jerusalén perseveraban en la comunión unos con otros, y precisamente en el contexto de la doctrina de los apóstoles y la cena del Señor en particular, Hechos 2.42. El hecho de pasar el pan y la copa de mano en mano en la cena del Señor es una elocuentísima expresión de este enlace, y es una verdad que Pablo expone en la sección de
1 Corintios que se encabeza “cuando os reunís” ─ en otras palabras, en la capacidad de una iglesia local; p.ej. 11.33. Es en la asamblea que más se unen la comunión vertical y la horizontal: “Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”, Mateo 18.20.

Mencionamos arriba la comunión “en el contexto de la doctrina”. Esto lleva nuestros pensamientos a 1 Corintios 10, el gran capítulo sobre la comunión, donde se emplea la figura de la mesa. Mejor dicho, dos mesas: una donde el creyente debe estar sentado los siete días de la semana, “la mesa del Señor”, y otra que no le interesa, “la mesa de los demonios”. Estas “mesas” se mencionan al final de la larga sección de la epístola que trata de la conducta del creyente como un individuo. Pero nos apresuramos a añadir que la cena del Señor, un acto congregacional, es la máxima expresión de la comunión que el creyente en particular haya tenido con el Señor día a día a su mesa.

Al escribir su segunda epístola, Pablo volvió al tema del conflicto entre la comunión con Cristo y la comunión con el mundo. “¿Qué comunión la luz con las tinieblas?” pregunta retóricamente en su orden a no unirnos en yugo desigual con los incrédulos, 6.14 et seq.

Retomando, entonces, nuestros comentarios sobre el sentido para nosotros de la mesa en el tabernáculo, diremos a título de repaso que si el atrio proyecta la experiencia personal del creyente, el lugar santo (entrado sólo por pasar entre las columnas de instrucción divina) es más una figura de la asamblea local. El primer vaso sagrado que se encuentra en aquel recinto tipifica al creyente individual y colectivamente en el disfrute de lo que Dios da a su “mesa”.

Ante la mesa, Él da y nosotros participamos.

 

Pero esto es sólo una parte, y quizás la menor parte. La mesa nos lleva mucho más allá de la provisión para los sacerdotes.

 

Capítulo Diez – La lámpara

 

Capítulo Once ─ El altar para incienso

 

Puso también el altar de oro en el tabernáculo de reunión, delante del velo,
y quemó sobre él incienso aromático.
Éxodo 40.26,27

Este altar es llamado también “el altar que está delante de Jehová”, Levítico 16.18.

No encontramos mención de él hasta el capítulo 30 de Éxodo, cuando los otros vasos, con la excepción de la fuente, se mencionan en los capítulos 25 al 27. La razón parece estar en la asociación entre el altar de incienso y la obra de Cristo como sumo sacerdote. Este mueble representa su ministerio en el cielo. Por esto se presenta el sacerdocio en los capítulos 28 y 29, primeramente su vestidura y luego su consagración, y en seguida leemos del altar que nos interesa ahora.

Ante la mesa en el lugar santo tenemos comunión; por la lámpara, luz; delante de este altar, fragancia.

Dos altares

Las estaciones de trabajo incluyen dos altares, ambos hechos de madera de acacia, ambos con cuernos, anillos y varas, y ambos guardando fuego. Ante el altar de oro, sin embargo, no había animales ni mortandad. Sobre este altar se quemaba incienso.

Había fuego aquí, y el sacerdote lo traía en su incensario del altar de cobre afuera en el atrio. El fuego ardía continuamente sobre el altar, y constantemente se derramaba sangre sobre él. El fuego ardía, pero el incienso se consumía. (Había una excepción y de ella hablaremos más adelante).

Ambos altares tipifican la persona y la obra de Cristo, pero de maneras diferentes. Ante el altar de cobre hay un cuadro de Cristo muriendo por nosotros, pero ante el altar de oro Él vive por nosotros. Un altar estaba afuera, ilustrando a Cristo en la cruz, pero el otro adentro, ilustrando a Cristo en el cielo. El tema del primero es el fuego; del segundo, la fragancia.

No obstante, los dos altares están estrechamente relacionados. Ante el uno cantamos:

Gloria rindamos a Jesús, pues nuestras culpas Él llevó.
Su vida dando en una cruz, a nuestras almas rescató.

Ante el otro cantamos:

Te vemos exaltado allí, y, viéndote, de corazón
queremos dirigirte a ti, Señor Jesús, la adoración.

La sangre fue derramada sobre el altar afuera, el Calvario, pero el antitipo ha entrado en las alturas en virtud de la que Él dejó allí. El hecho es que el altar de oro hubiera sido inútil sin el altar de cobre.

Todo israelita tenía acceso al altar afuera, pero sólo los sacerdotes al altar adentro. El sacerdote daba la espalda al altar de cobre al oficiar ante el de oro, recordándonos que el problema del pecado fue resuelto una vez por todas en el Calvario.

Materiales

El altar de cobre era uno de los vasos hechos de madera de acacia. De las características de esta madera hemos escrito ya, empleándola como una figura de la humanidad impecable e incorruptible del Señor Jesucristo. Setenta y siete veces en el Nuevo Testamento le encon-tramos refiriéndose a sí como el Hijo del Hombre. Sin duda, la Palabra se hizo carne y moró entre nosotros. “Me has preparado cuerpo”, dijo al Padre. Aquel auténtico varón, aquel Jesús de Nazaret que murió en la cruz del Calvario, es el Hombre que ahora está en la presencia de Dios.

Su función allí es la de sumo sacerdote, y todos tres pasajes en Hebreos que tratan de su obra aluden a su humanidad. Cada uno de ellos menciona una característica diferente de su ministerio hoy por hoy.

  • Hebreos 2.16 al 18: Ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham. Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. Pues en cuanto Él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.
  • Hebreos 4.14 al 16: Teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
  • Hebreos 7.24 al 27: Éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.

La madera en el altar estaba forrada de oro. Humano, sí, pero Dios le ha exaltado hasta lo sumo, y le ha dado un nombre que es sobre todo nombre. Y aquel nombre es en verdad nuestra única vía de acceso a Dios, tanto en oración (rogativas y peticiones) como en adoración.

En cuanto a la oración (que está ilustrada en el incienso que trataremos más adelante): Todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará, Juan 16.23.

En cuanto a la adoración (el otro ejercicio santo representado por el incienso): Ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre. Hebreos 13.15

Forma y ubicación

Así como su contraparte, este altar era cuadrado. Decimos que el proceder de Dios es uno mismo con todo pecador, y los cuatro lados iguales de este mueble proclaman que lo es también con los salvos. Él no respeta rango según la estima humana. Todos los suyos pueden acudir confiadamente al trono de la gracia. Los cuernos, manchados ellos de sangre, dan la sola y suficiente base de acceso.

En proporción con sus demás medidas, este era el más alto de todos los muebles cuya dimensiones conocemos, pero en términos absolutos el más pequeño. Su superficie ─ un codo cuadrado ─ era amplia para el incienso que se colocaba allí, y aquel pequeño cuadro dorado estaba encerrado en una corona.

No había corona en derredor del altar de cobre, y la única corona del Calvario fue una que los hombres tejieron de espinas. Pero ahora Cristo está sentado en las alturas en la dignidad de su señorío. Dios ha hecho a este mismo Jesús Señor y Cristo. Juan no le vio sentado sobre la nube blanca coronado de espinas, sino con corona de oro.

Este altar estaba frente al velo, “delante de Jehová”, al decir de Levítico. Si es que el velo lo permitía, la fragancia de su incienso penetraría el lugar santísimo, la misma presencia de Dios. ¡No había chimenea en el tabernáculo!

Nosotros, adoradores redimidos, cuya adoración en Espíritu y verdad anhela el Padre, podemos entrar en el sentido de las palabras de Pablo mucho más que podían aquellos atenienses que le oyeron decir que “Él no está lejos de cada uno de nosotros”, Hechos 17.27. Acerquémonos, tanto en oración como en adoración.

Había tan sólo dos anillos fijados a este altar de incienso, y sugerimos que estaban en esquinas opuestas; o sea, diagonal el uno al otro. Sugerimos también, contrario a lo que se ve en algunos cuadros del lugar santo, que el altar estaba colocado a un ángulo, con las varas paralelas a las paredes del salón. Al ser así, un cuerno manchado de sangre apuntaría atrás a donde se ofrecía el sacrificio y el otro al lugar de la morada de Dios. Así debe ser la adoración nuestra.

Fuego

Todo lo que el altar de oro significa depende de los sacrificios que se ofrecían sobre el altar frente al portón. La oración y adoración que ascienden ahora a Dios, ilustradas por el incienso del altar de oro, dependen enteramente de la muerte de Cristo, ilustrada por el otro altar.

No se permitía otro fuego sobre el altar de incienso. Nadab y Abiú ofrecieron fuego extraño sobre este mueble, Números 10.1,2, y Dios les castigó allí mismo con la muerte. Isaías, en cambio, recibió un toque de un carbón encendido del altar de oro del templo, como relata en el capítulo 6 de su profecía.

Cuernos

Éxodo no especifica cuántos cuernos tenía este altar, pero Levítico 16.18 hace entender que eran cuatro: “… tomará la sangre … y la pondrá sobre los cuernos del altar alrededor”. En la visión de Juan, la voz que él oyó vino de los cuatro cuernos del altar que está delante de Dios, Apocalipsis 9.13.

Cuatro es el número de la tierra, o la universalidad. Todo el campamento de Israel, con sus tiendas levantadas por los cuatro costados del “santuario terrenal”, dependía de la fuerza de aquellos cuatro cuernos. Desde “los cuatro rincones de la tierra”, como dicen algunos, hay acceso ahora al trono de Dios.

Incienso

El incienso es una figura de la oración. “Suba mi oración delante de ti como el incienso, el don de mis manos como la ofrenda de la tarde”, Salmo 141.2. La responsabilidad que le tocó a Zacarías era la de “ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor. Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso”, Lucas 1.9,10. Juan vio a los seres y ancianos postrarse ante el Cordero, “con copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos”. Al abrirse el séptimo sello en el cielo, un ángel se paró ante el altar “con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono”, Apocalipsis 5.8, 8.3.

Los ingredientes del incienso del tabernáculo se especifican el Éxodo 30.34 al 38, e incluyen elementos desconocidos a nosotros. A ningún israelita se le permitió copiar la fórmula. La oración por receta humana no es aceptable para Dios, y la vana repetición le es ofensiva.

Cuatro de los ingredientes era de igual peso, mezclados para recordarnos de que nuestra oración sea sazonada con sal. Algunos elementos en la receta divina se usaban en cantidades muy reducidas, pero eran esenciales para producir la aroma que Dios deseaba.

Era la acción del fuego sobre el incienso que sacaba el olor grato. Aquel fuego había consumido el sacrificio en bien del pecador, y ahora aporta valor a la ofrenda puerta adentro. ¿Tendremos esto en mente la próxima vez que nos doblamos en oración ante Dios?

Hebreos 9

Los primeros seis versículos de Hebreos capítulo 9 presentan un resumen de los componentes del tabernáculo, pero no mencionan el altar de oro. ¿Por qué esta omisión? Antes de buscar una respuesta, notemos que el versículo 4 incluye el incensario de oro entre los enseres en el lugar santísimo. (“Tras el segundo velo … un incensario de oro y el arca del pacto …”) No así el libro de Éxodo.

En los capítulos 9 y 10 el escritor tiene en mente el día de expiación anual de Levítico capítulo 16, y en aquella ocasión el sumo sacerdote no quemaba incienso sobre el altar. Lo que hacía era tomar carbones del altar de cobre, ponerlos en su incensario y llevarlos a través del lugar santo hasta el santísimo. Algunos cuadros del sacerdote realizando este acto incluyen una cadena fijada al incensario. Quizás algún pintor se dio cuenta de que las manos del sumo sacerdote estarían llenas de incienso y concluía que tendría que llevar el incensario por el hombre. Sea así o no, el incienso ardía en el lugar santísimo.

En realidad, en aquella ceremonia anual el incensario tomaba el lugar del altar de oro. Sin duda, el olor grato llenaba el lugar santísimo. Todas las virtudes de la muerte de Cristo en la cruz son gratas a Dios. Que esta sugerencia nos haga recordar, entre lecciones mayores, que no vamos a captar mucho del sentido de la Epístola a los Hebreos hasta comprender los libros de Éxodo y Levítico.

 

Capítulo Doce ─ El velo

Puso el velo extendido, y ocultó el arca del testimonio. Éxodo 40.21

Éxodo 36.35 describe el velo como hecho “de azul, púrpura, carmesí y lino torcido … lo hizo con querubines de obra primorosa” (O sea, de delicada obra; una traducción es “de hábil artífice”). El 26.31 lo describe como “de obra primorosa, con querubines”.

Hay quienes cuestionan el uso del vocablo con, afirmando que el velo era de querubines. El señor Henry Soltau, en su gran libro sobre el tabernáculo, expone que el velo no presentaba otro aspecto salvo el de querubines. Es evidente que querubines celosos guardaban la entrada al lugar santísimo. Esta cortina pesada era de los mismos colores que el portón y la puerta, pero no “de obra de recamador”, a saber, no bordado.

Querubines velaban por la gloria de Dios cuando el hombre fue desterrado del Edén, Génesis 3.24. Veremos que dos querubines formaban parte del propiciatorio que cubría el arca cuyo contenido nunca estaba a la vista. Asaf conocía su función, clamando, “Escucha, tú … que estás entre querubines, resplandece”, Salmo 80.1. Otro salmo, el 99, comienza con, “Jehová … está sentado sobre los querubines, se conmoverá la tierra”. Cuando Jehová “inclinó el cielo” para librar a David de todos sus enemigos, Él “cabalgó sobre un querubín”, 2 Samuel 22.11. En el templo de Salomón dos querubines eran de 4,5 metros de altura cada uno y con alas de la mitad de esta medida. Los portones de aquel santuario estaban tallados con figuras de estos agentes de Dios; 1 Reyes 6. Sin embargo, es en el templo milenario de Ezequiel (capítulos 1 y 10) que más aprendemos de estos seres, encontrándoles de nuevo en Apocalipsis 4.6 al 9.

“Se distinguen de ángeles y son, por lo tanto, de un orden diferente. Sugerimos que son seres celestiales que están asociados de una manera especial con el poder de Dios en creación y redención. La soberana autoridad divina se expresa por medio de ellos en relación con la tierra. Quizás es por esto la mención frecuente de querubines en el contexto del hombre y la creación”. [Frederick Cundick]

 

Capítulo Trece ─ El arca y el propiciatorio

Tomó el testimonio y lo puso dentro del arca, y colocó las varas en el arca,
y encima el propiciatorio sobre el arca. Luego metió el arca en el tabernáculo,
y puso el velo extendido, y ocultó el arca del testimonio.
Éxodo 40.20,21

Recinto

Habiendo dedicado tres entregas a los tres muebles en el lugar santo, corremos el velo ahora y entramos en la más santa de las dependencias del santuario. La escena es asombrosa y gloriosa. Es la morada de Dios entre su pueblo.

La sala mide diez codos en cada dirección, o unos 4,4 metros de longitud, anchura y altura. Las paredes de los lados norte, sur y oeste son tablas cubiertas de oro. Al lado este está suspendido el velo de múltiples colores, repleto de querubines. Arriba está el techo de lino fino bordado, de los mismos colores que el velo.

Es la puerta del cielo. Hay sólo oro aquí, y posiblemente nunca se oyó en este recinto voz alguna excepto la de Moisés. Nunca ha penetrado luz creada ni luz natural. En el atrio hay la luz del sol y en lugar santo la de la lámpara, pero aquí en el santísimo hay sólo lo que los judíos llaman la Shekiná; a saber, el resplandor de la gloria de Dios.

No había dónde sentarse, y por cierto se permitía que solamente dos varones en todo el campamento de Israel entraran en una misma época.

Moisés, el solo mediador de Israel, entraba siempre que Dios le llamara. La promesa que recibió en Éxodo 25.22 fue: “De allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel”.

El libro de Levítico comienza con las palabras: “Llamó Jehová a Moisés, y habló con él desde el tabernáculo de reunión”. Quizás podía entrar en otras oportunidades; no podemos decir con certeza, pero Números 7.89 es significativo: “Cuando entraba Moisés en el tabernáculo de reunión, para hablar con Dios, oía la voz que le hablaba de encima del propiciatorio que estaba sobre el arca del testimonio, de entre los dos querubines”.

El sumo sacerdote Aarón, y los que le siguieron en esta alta investidura, entraban en este recinto una vez al año en el día décimo de mes séptimo. Les era permitido hacerlo sólo con sangre, la cual el sumo sacerdote ofrecía por sí y por los pecados del pueblo. No encontraban nada sino el arca. Era este cofre que veía el ojo de Dios. En cuanto a nosotros, preguntamos: “¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti?” Y respondemos:

Cristo, en la magnífica altura sentado,
esperas el día glorioso, anhelado,
en el que serate este mundo sujeto,
y el plan de tu Padre hallarase completo.

Cofre

El arca se menciona en primer lugar entre los vasos del tabernáculo, y la lección que aprendemos es que Dios comienza con Cristo. Era un poco más grande que el típico baúl de viajero, hecha de madera de acacia forrada por dentro y por fuera de oro puro. Su tapa, llamada el propiciatorio, era una barra de oro puro que incluía dos querubines con alas extendidas, labradas del mismo lingote de oro. Del contenido hablaremos más adelante.

Todos sabemos que se trata de otro hermoso tipo de nuestro Señor Jesucristo. Nadie le puede comprender. “Nadie conoce al Hijo, sino el Padre”, Mateo 11.27. Este vaso es una figura de la manifestación de Dios en Cristo. Habla de lo que Él era en sí, mientras que otros vasos hablan de lo que Él realizó.

El arca con el propiciatorio es, entonces, el mueble principal del tabernáculo en lo que se refiere a doctrina, y es el mejor tipo de Él entre todos los muebles. Figura en primer lugar en tanto las instrucciones y el relato sobre la realización de la obra. Y el arca propiamente dicho sostenía lo que habla de la gloria de Dios: los querubines.

El arca no solamente encabeza la historia inspirada, sino tomaba el primer lugar en la marcha de Israel. Sus envolturas eran diferentes. Incluían el velo y en paño azul lado afuera, en contraste con los otros elementos, los cuales se transportaban con pieles de tejones a la vista. La lección es que lo que se estaba llevando requería una distinción en su cobertura y su despliegue.

Este cofre guardaba una ley nunca infringida, alimento y una vara reverdecida. Sangre estaba esparcida sobre su tapa y a su pie. Dios moraba en reposo y satisfacción sobre y entre los querubines. Todo esto habla de Cristo. El gran significado de este arca parece ser la presencia de Dios entre su pueblo sobre la base de la obediencia.

Contenido

Este arca no siempre guardaba un mismo contenido. Hebreos 9 afirma que contenía “una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto”. Esta lista corresponde al arca en el lugar santísimo en el tabernáculo. Sin embargo, el Antiguo Testamento presenta este cuadro:

  • Toma una vasija y pon en ella un gomer de maná, y ponlo delante de Jehová. Y Aarón lo puso delante del Testimonio para guardarlo, Éxodo 16.33,34 (antes de construir el tabernáculo)
  • Vuelve la vara de Aarón delante del testimonio, para que se guarde por señal a los hijos rebeldes, Números 17.10 (después de la rebelión de Coré, Datan y Abiram)
  • En el arca ninguna cosa había sino las dos tablas de piedra que allí había puesto Moisés en Horeb, 1 Reyes 8.9 (cuando el arca fue colocada en el templo recién construido)

“El Testimonio” se refiere a las dos tablas en las cuales los diez mandamientos estaban grabados. Por guardar éstas, el cofre se llamaba “el arca de testimonio”. Se ve que estamos ante una figura clara de Jesucristo como el fiel exponente y cumplimiento de la ley del Antiguo Testamento. “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha aguardado”, dijo proféticamente en Salmo 40, “y tu ley está en medio de mi corazón”.

No es sencillamente que Él conocía el texto de la ley (que por cierto era el caso), sino que la vivía o cumplía en su totalidad. Él amaba a Dios con todo su corazón, y su prójimo como a sí mismo. Por mano de hombre se quebrantaron las primeras tablas de la ley, pero dentro del arca n había el peligro de que esto sucediera al segundo par. El hombre peca; él quiebra la ley de Dios y las leyes; no hay justo, ni aun uno. Pero en Cristo, el segundo hombre, la ley encontró su lugar seguro. Las tablas dentro del arca estaban debajo de sangre rociada; aquella ley encontraría su expresión en Uno que daría su sangre para que fuésemos llevados a Dios.

Cristo es el fin de la ley, para justicia a todo aquel que cree, Romanos 10.4. A saber, Él ha realizado el propósito de la ley al poner en una debida relación con Dios a todos los que tienen fe. La ley era nuestro guardián para llevarnos a Cristo. (La palabra traducida ayo en Gálatas 3.24,25 se refiere al siervo que conducía al hijo de su hogar a la escuela, y era responsable por su conducta en general). Nosotros que somos salvos podemos cantar:

De la Ley libre: ¡dicha indecible!
Cristo sufrió la pena terrible.
Rota su liga, al preso soltó;
Cristo por siempre nos salvó.

No era permitido abrir el arca para dejar a la vista las tablas de la ley, y aquellas tablas nunca fueron partidas. Estos detalles ilustran la seguridad del creyente otorgada por Aquel que cumplió las demandas de la ley y nos reviste en la justicia suya.

La vasija de oro que contenía maná era un recordatorio de de que Dios había suplido alimento a su pueblo en el desierto. Él se ocupó de los suyos en su peregrinación, aun cuando fue prolongada de dos años a cuarenta porque ellos no confiaban en su provisión que les esperaba en Canaán.

La vasija de maná se debía guardar “por vuestras generaciones” como recuerdo de lo que Dios hizo por ellos en el desierto. Su preservación fue milagrosa, ya que el maná común duraba sólo un día o dos. Dios provee para nuestras necesidades un día a la vez, pero no por esto debemos ser olvidadizos. El mensaje impartido por aquel pequeño cofre fue:

El pasado nos causa loor
y el futuro nos llama a confiar.

Sin embargo, hay más. El maná es primero y ante todo una figura de Jesucristo, quien dijo: “Yo soy en pan vivo que descendió del cielo”. Era pequeño, redondo y blanco; Él es humano, perfecto en carácter e impecable en conducta. El maná era el pan de cada día para Israel, y Cristo es el nuestro.

Al haber podido hablar, la vara de Aarón hubiera relatado una historia triste. Lo que sabemos de los acontecimientos está narrado en Números capítulo 17. Coré, Abram y Abiram deseaban ser grandes, y se rebelaron contra Moisés y Aarón. Jehová mandó que la cabeza de cada tribu trajera su vara e inscribiera su nombre en ella. Aarón representaba la tribu de Leví.

Moisés puso estos palos secos ante Jehová, delante del arca de testimonio. La mañana siguiente, la de Aarón había reverdecido; daba evidencia de vida. Esto ratificó su sacerdocio; la vida de entre la muerte es típica del sacerdocio divino. Nuestro gran sumo sacerdote, habiendo muerto, vive. Las tablas de la ley, como hemos visto, son una figura de la vida del Señor cual hombre entre hombres, mientras que esta vara es una figura de la resurrección de Cristo y su vida eterna en las alturas.

Esta vara reverdeció, floreó y dio fruto. Las Escrituras especifican tres pasos de la primera resurrección. Cristo resucitó de entre los muertos como primicia. Entonces, hay los que duermen en Cristo en este momento; su resurrección marcará el segundo paso. Finalmente, Apocalipsis 20.4 cuenta de otros que se levantarán, y el versículo siguiente afirma que “esta es la primera resurrección”.

1 Reyes 8.9 define el contenido quinientos años más tarde, cuando el arca fue colocada en el templo de Salomón. Se habían sacado las varas; estaban visibles en el lugar santo del templo, pero no fuera de él. La vasija de oro y la vara milagrosa ya no están, pero su mensaje perdura cual símbolos de las virtudes eternas.

Han terminado las peregrinaciones de Israel; el pueblo de Dios está establecido en la tierra. El templo es un tipo del reinado milenario de nuestro Señor. Las varas eran necesarias en los viajes, pero ahora reposan. No habrá necesidad de maná en aquel reino venidero; habrá Pan eterno. Ninguna vara de Aarón contará de nuestro sumo sacerdote celestial; estaremos con Él y cómo Él es.

Pero siempre contaremos con el pacto. “Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos”, Salmo 119.89. Los cielos (la bóveda visible) y la tierra pasarán, pero la Palabra de Dios no pasará, Mateo 24.35.

Cómo fueron removidas la vasija y la vara, no sabemos. Moisés dice que estaban allí al principio, y Pablo lo confirma. Posteriormente, no estaban, y la fe acepta esto como la voluntad divina.

Significado del arca

El arca tipifica la persona del Señor Jesucristo. Habla de lo que Él es, a diferencia de otros vasos del tabernáculo que hablan de lo que hizo o está haciendo. Por esto el arca se menciona en primer lugar en las instrucciones que Dios dio a Moisés.

Pablo estaba resuelto a no saber nada entre los corintios, salvo “a Jesucristo, y a éste crucificado”, 1 Corintios 2.2. Cuando Juan vio el templo celestial, “estaba en pie un Cordero como inmolado”, Apocalipsis 5.6. Este es el mensaje del arca.

Se mencionan tres arcas en el Antiguo Testamento: una que protegía a Noé y su familia, otra que protegía al niño Moisés y ésta que guardaba tres símbolos e incorporaba el propiciatorio. El vocablo empleado en hebreo para esta tercera no es el mismo que para las otras, pero en el Nuevo Testamento se usa el mismo término, “una caja”, para la de Noé y la que nos interesa aquí.

Las primeras dos estaban calafateadas con brea y la tercera forrada con oro. Las primeras dos pasaron por las aguas del juicio. La tercera haría lo mismo cuando Israel cruzó el Jordán y entró en la tierra prometida, pero aun en el tabernáculo es una figura de Aquel que pasó por la muerte y confundió a todo enemigo. El arca de Noé y el arquilla de Moisés desaparecieron rápidamente de la historia bíblica, habiendo realizado su obra salvadora, pero la que estamos estudiando ahora se quedaría por siglos entre el pueblo de Dios y tendría una contraparte en la esfera celestial. “El templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo”, Apocalipsis 11.19. No se trata de Cristo en las aguas de la muerte (el Jordán no obstante), sino Cristo como el misterio de la piedad, manifestado en carne y recibido arriba en gloria.

Cubierta

Era tajantemente necesario para la salvación de un pecador que la ley, las tablas del pacto, estuviesen cubiertas. El pecador no podía estar en pie en la presencia de un arca destapada, y haremos referencia más delante de la muerte de cincuenta mil personas cuando un hombre tuvo la temeridad de mirar dentro del vaso sagrado. Por esto el cuidado exigido para fijar el propiciatorio al cofre, de suerte que no se separaran al ser trasladados. Esta seguridad la proporcionó la corona en derredor. La tapa ─ el propiciatorio ─ se encajaba exactamente dentro de aquel marco.

No había madera en esta tapa; sólo la Deidad representada en el oro puede cubrir y perdonar los pecados. Y, aun siendo todo de oro puro, aquel propiciatorio no cumplía su función sin ser rociado de sangre. Un arca sin un propiciatorio no hubiera dado refugio a una raza pecaminosa. “Cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos”, Santiago 2.10.

Cristo es el fin de la ley para justicia; Él guardaba toda ella. Por decirlo así, Él cubría el arca de extremo a extremo.

Forma del propiciatorio

Propiciatorio ─ kapporeth en hebreo ─ quiere decir una tapa y se origina en el verbo cubrir en el sentido de calafatear. (Ya hemos mencionado que el arca de Génesis 7 y la arquilla de Éxodo 2 fueron calafateadas a prueba de agua). Figurativamente, entonces, esta palabra en su raíz expresa la idea de apaciguar, o de mostrar gracia.

Los querubines estaban frente el uno al otro, contemplando la tapa rociada con sangre. No eran apéndices, sino partes íntegras de la plancha que cubría el arca. Eran símbolos de la presencia y la gloria de Dios, proclamando que la misericordia y la verdad se encontraron, y la justicia y la paz se besaron, Salmo 85.10.

Hemos comentado ya que nuestro primer conocimiento de querubines en las Escrituras proviene de lo que leemos de la caída: “Echó fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida”, Génesis 3.24. El hombre había pecado, y Dios tuvo que expulsarle en juicio. Hablando humanamente, no había retorno al disfrute de la comunión con el Hacedor.

Los querubines en el velo y sobre el arca enseñan la misma lección. Guardaban el acceso a Dios mientras el velo estaba íntegro. La ley demandaba que el ofensor fuese apartado, pero la sangre rociada prefiguraba la espada de juicio que cayó sobre el Hijo de Dios. La espada prohibía acceso al Edén, pero en el Calvario hizo posible el acceso.

Estos querubines no portaban espada, sino conocían sólo un trono de la gracia. Se ocupaban sólo de sangre. El hecho de haber dos en el lugar santísimo sugiere la idea de testimonio. Sus alas extendidas, sugerimos, trazarían una especie de círculo sobre el arca y su tapa, aunque bien entendemos que estaban fijas. Desconocemos su forma, pero es evidente de los versículos que los mencionan que tenían cara de hombre. Los dos Testamentos son como los dos querubines, uno frente el otro pero mirando en sentidos opuestos, pero con todo ellos dominaban un solo propiciatorio.

Significado del propiciatorio

La contraparte novotestamentaria del propiciatorio en Éxodo es el trono de la gracia en Hebreos 4.16. Cristo está sentado sobre este trono; Él reposa en una obra consumada, y reposa también el que alcanza misericordia y obtiene gracia allí. Es en el contexto de reposo que Hebreos hace mención de este propiciatorio, o trono de la gracia: “Queda un reposo para el pueblo de Dios. Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas”, 4.9,10. El sacerdote antiguotestamentario se quedaba en pie en el desempeño de sus funciones en el lugar santo, y así el sumo sacerdote en el santísimo. El nuestro, en cambio, “habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios”, 10.11,12.

La verdad expuesta por el propiciatorio es la de Romanos 3.25: “Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre”. La palabra se encuentra tres veces en la Reina-Valera y el mismo término en griego es traducido “trono de la gracia” que hemos visto arriba. Probablemente entenderíamos mejo Hebreos 9.5 si fuese traducido, “los querubines de gloria que cubrían el trono de la gracia”. Dios envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados, 1 Juan 4.10. El amor de Dios en Cristo le condujo a ser la propiciación en su cuerpo sobre la cruz.

Las alas vigilaban el lugar de la reconciliación. Tengamos presente que proceden de vocablos muy ligados entre sí varios trozos conocidos:

Señor, ten compasión de mí, Mateo 16.22

Dios, sé propicio a mí, pecador, Lucas 18.13

a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe, Romanos 3.25

para expiar los pecados del pueblo, Hebreos 2.17

Seré propicio a sus injusticias, Hebreos 8.12

los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio, Hebreos 9.5

Él es la propiciación por nuestros pecados, 1 Juan 2.2

envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados, 1 Juan 4.10

La reconciliación es la vista humana de la muerte de Cristo, mientras que la propiciación es la consecuencia que Dios ve en esa muerte.

La sangre tenía que ser esparcida anualmente; no en la tierra, sino una vez sobre el propiciatorio y siete veces delante de él. Se ha sugerido que una sola vez era suficiente en el ojo de Dios, pero las siete veces hacen ver al pecador que la obra era perfecta. Los querubines reposaban al nivel ─ un codo y medio ─ de la rejilla en el altar en el atrio y de la mesa en el lugar santo. De nuevo destacamos que la misericordia y la verdad de Dios se encontraron en el Calvario; la salvación, la comunión y la justificación emanan de aquel solo sacrificio. El oro de aquella tapa brillaba siempre ante Dios a la luz del Shekiná; la sangre se aplicaba una vez al año porque el pecador la requería.

 

Capítulo Catorce ─ La marcha y el transporte

Cuando la nube se alzaba del tabernáculo, los hijos de Israel
se movían en todas sus jornadas,
Éxodo 40.36

Nube y fuego

A veces los hijos de Israel se quedaban en un mismo lugar dos días, a veces un mes o aun un año. Así leemos en Números 9.15 al 23. Una nube en el día y una apariencia de fuego en la noche les indicaban que deberían quedarse acampados o emprender la marcha a otro lugar. “Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche”, Éxodo 13.21. Por cierto, la nube descendía también cuando Jehová hablaba con Moisés, 33.9. “En columna de nube hablaba con ellos”, expresa el Salmo 99.

Ellos estarían atentos a esta dirección, ya que no era menos que la manifestación de la voluntad divina. Y a cualquier hora de día o de noche ciertos varones entre los israelitas sabrían que era aviso de comenzar sus tareas arduas para el traslado.

Levitas

Desarmar el tabernáculo y levantarlo en otro lugar involucraba una labor impresionante. En un principio la labor física de la peregrinación fue repartida entre 8580 hombres, pero no sabemos cuántos trabajaban a una misma vez. ¡Tan sólo los metales pesaban ocho mil kilogramos!

La responsabilidad para el transporte correspondía a tres ramas de la tribu de Leví (las de Coat, Gerson y Merari), excepto aquellos varones que descendían de Aarón. Él era levita pero su familia constituía el sacerdocio, que tenía otras responsabilidades. Esto está dicho sucintamente en Números 3.6 al 8: “Haz que se acerque la tribu de Leví, y hazla estar delante del sacerdote Aarón, para que le sirvan, y desempeñen el encargo de él, y el encargo de toda la congregación delante del tabernáculo de reunión para servir en el ministerio del tabernáculo; y guarden todos los utensilios del tabernáculo de reunión, y todo lo encargado a ellos por los hijos de Israel, y ministren en el servicio del tabernáculo”.

Se nota aquí una excepción a lo que hemos dicho: los utensilios no eran encomendados a los levitas. Las especias tampoco; Números 4.16. Hubo jerarquía entre los dos grupos: “Darás los levitas a Aarón y a sus hijos; le son enteramente dados de entre los hijos de Israel”, Números 3.10.

¿Por qué se escogió la tribu de Leví? Su principio no era bueno, al extremo que Jacob acusó que “armas de iniquidad son sus armas”, Génesis 49. 5 al 7. Se refería a la ocasión cuando Leví y Simeón se vengaron feamente de la consecuencia de la necedad de Dina, su hermana, Génesis 34.26. Sin embargo, Dios escoge en gracia a los más viles entre los hombres y los utiliza en su servicio, una vez que hayan sido ganados para Él.

Leemos en Éxodo 32 que esta tribu se vindicó después del triste episodio del becerro de oro que se fundió cuando Moisés estaba en el monte santo. “¿Quién está por Jehová?” clamó el varón de Dios, y se juntaron con él (Moisés) todos los hijos de Leví para ejecutar juicio sobre sus hermanos pecaminosos. La voluntad propia de Leví el hombre había traído desgracia sobre su cabeza, pero la disposición de sus descendientes de llevar a cabo una disciplina ordenada por Dios trajo honor y una mayor responsabilidad. Los principios divinos no han cambiado hasta el día de hoy.

Los levitas, entonces, son típicos de todo creyente como siervo de Dios. Sus responsabilidades estaban divididas entre los sacerdotes por un lado, cuyas funciones se desempeñaban en el tabernáculo, y las tres familias por otro lado, cuyas funciones se desempeñaban en la marcha y otras actividades. En nuestros tiempos el hijo de Dios es tanto un sacerdote espiritual como un sacerdote laboral, como aprendemos en 1 Pedro 2.4 y 9, respectivamente. Ellos ofrecen “sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo”, y a la vez anuncian “las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”.

Los levitas fueron censados tres veces. Uno de los censos abarcó a todos de un mes para arriba; otro, a partir de los veinticinco años; y el tercero, de treinta años para arriba. La diferencia era importante en el servicio para Jehová.

“Los levitas de veinticinco años para arriba entrarán a ejercer su ministerio en el tabernáculo de reunión”. Pero a partir de los treinta años podrían “tener cargo de la obra”, y fueron contados cada uno según su oficio, Números 8.24 al 26, 4.46 a 49. Los semi jubilados, a partir de los cincuenta años, servían con sus hermanos “para hacer la guardia”, pero no en el ministerio.

Familias

Números capítulo 4 describe el servicio asignado a las respectivas familias. Los coaitas tenían a su cargo los siete muebles, o estaciones de trabajo, hechos de madera, cobre y oro. Los gersonitas eran responsables por las cortinas, cubiertas y cuerdas. Los meraritas llevaban la carga más pesada: las tablas, varas, estacas y basas.

Números 7 es el capítulo más extenso en nuestra Biblia y es uno que incluye mucha repetición. Relata básicamente dos historias, ambas relativas a la iniciativa de los príncipes en dar a Dios más allá del mínimo que aportaron en primera instancia para hacer el tabernáculo. Los primeros nueve versículos cuentan su aporte de vagones y bueyes, y el resto del capítulo el aporte de los utensilios requeridos para las ofrendas. Dios tenía esta bondad en tanta estima que la detalla tribu por tribu.

Una aplicación común de esta división de labores es la de los hijos de Merari como ilustrativos del evangelista; los de Gerson, del pastor; y los de Coat, del maestro.

Ciertamente, la carga pesada de Merari nos hace pensar en el evangelista en la labor ruda de echar la base para la obra del Señor. Él tiene el beneficio de dos vagones, cosa que sus colegas no tienen, pero le toca bregar con un volumen y peso de responsabilidades que retan al mejor entre los siervos de Dios.

Llevar las cortinas y cubiertas posiblemente exigía habilidades distintas, y quizás mayor cuidado, pero se le permitía a Gerson un solo vagón. Jeremías 10 alude a este ministerio, aplicándolo a la obra del pastor: “Mi tienda está destruida, y todas mis cuerdas están rotas … no hay ya más quien levante mi tiendas, ni quien cuelgue mis cortinas. Porque los pastores se infatuaron, y no buscan a Jehová”.

La familia de Coat llevaba su sagrada carga en varas para aquellos muebles que las tenían, y en sus hombros también. Esto nos hace pensar en el discernimiento requerido del maestro en su administración de los tesoros de la casa de Dios. Lo delicado de su función, y la distinción entre sacerdote y levita, se destacan más en el 4.10: “Cuando acaben Aarón y sus hijos de cubrir el santuario y todos los utensilios … cuando haya de mudarse el campamento, vendrán después de ellos los hijos de Coat para llevarlos; pero no tocarán sosa santa”. Y enfatiza: “No entrarán para ver cuando cubran las cosas santas, porque morirán”.

En todo esto no se asignaban deberes a los varones de veinticinco a veintinueve años, cosa que nos extraña, porque nos parece la etapa más indicada de la vida para labores manuales. Obviamente era un período de aprendizaje.

Cambio

Anexo 1 – La secuencia de Éxodo capítulos 24 al 40

I ─ Instrucciones para Moisés en el monte

Moisés y otros son llamados a una montaña                                   24.1

Moisés repasa con el pueblo las leyes existentes.                          3

La gloria de Jehová reposa sobre el Sinaí.                                            6

Moisés pasa cuarenta días en la montaña.                                       18

Instrucciones dadas a Moisés sobre:

la ofrenda para el tabernáculo                                               25.1

el arca.                                                                                             10

la mesa.                                                                                           23

el candelero.                                                                                 31

las cortinas                                                                                     26.1

las cubiertas.                                                                                 14

las tablas, basas y barras.                                                         15

el velo.                                                                                             31

la ubicación del propiciatorio,

la mesa y el candelero.                                                          34

la puerta.                                                                                        36

el altar para sacrificio                                                                 27.1

las columnas del atrio.                                                                 9

el portón.                                                                                       16

Orden de traer aceite para la lámpara.                                               20

Aarón y sus hijos son puestos aparte                                                 28.1

Instrucciones dadas a Moisés sobre:

las vestiduras de honra y de hermosura                                .2

las vestiduras para los sacerdotes.                                       40

la consagración de los sacerdotes                                        29.1

la purificación del altar de sacrificio.                                    35

las ofrendas diarias.                                                                   38

el altar de incienso                                                                      30.1

el uso del altar.                                                                               7

el dinero del rescate.                                                                 11

la fuente.                                                                                        17

el aceite.                                                                                         22

el perfume.                                                                                   34

Bezaleel y Aholiab son llamados a la obra                                         31.1

El sábado como una señal.                                                                      12

Las tablas de piedra son dadas a Moisés.                                          18

II ─ Idolatría en el campamento

El pueblo insta a Aarón a hacer un ídolo                                            32.1

Moisés es instruido a descender de la montaña.                             7

Moisés intercede por el pueblo.                                                           11

Moisés rompe las tablas de la ley.                                                        19

Los idólatras son muertos.                                                                      26

Moisés ora por el pueblo.                                                                        30

Arrepentimiento entre el pueblo                                                         33.1

Moisés coloca un pequeño tabernáculo afuera.                              7

Moisés pide y una visión de la gloria.                                                  18

III ─ Un pacto en el monte e instrucciones para el pueblo

Las tablas de la ley son renovadas                                                        34.1

Jehová exige obediencia.                                                                        11

Las fiestas son ordenadas.                                                                      18

El rostro de Moisés brilla y él habla al pueblo.                                 27

Las instrucciones sobre el sábado son renovadas                          35.1

La ofrenda de los materiales es definida.                                            4

Se manda al pueblo a hacer:

la estructura del tabernáculo.                                                10

los vasos del lugar santísimo.                                                 12

los vasos del lugar santo.                                                         13

el altar de cobre .                                                                        16

el techo .                                                                                         17

la cerca y el portón.                                                                    17

las vestiduras.                                                                               19

La ofrenda es realizada.                                                                            20

Bezaleel y Aholiab son comisionados por Moisés.                         30

IV ─ La hechura de los componentes

Las ofrendas son excesivas                                                                     36.2

Se hacen los componentes:

el techo.                                                                                            8

las tablas, etc..                                                                              20

el velo .                                                                                            35

la puerta.                                                                                        37

el arca                                                                                              37.1

el propiciatorio.                                                                              6

la mesa.                                                                                           10

la lámpara.                                                                                     17

el altar de incienso.                                                                    25

el aceite y el perfume.                                                              29

el altar para sacrificio                                                                 38.1

la fuente.                                                                                          8

el atrio.                                                                                              9

el portón.                                                                                       18

Mención de los artesanos.                                                                      21

Un resumen del contenido y los componentes:

los metales.                                                                                   24

las vestiduras del sumo sacerdote                                       39.1

Los componentes son llevados a Moisés:

la estructura                                                                                       .32

el techo.                                                                                          34

los vasos del lugar santísimo.                                                 35

los vasos del lugar santo.                                                         36

las paredes y el portón.                                                            40

los utensilios de servicio.                                                         40

las vestiduras de servicio.                                                        41

las vestiduras santas

V ─ El tabernáculo levantado

La fecha                                                                                                           40.2

Instrucciones dadas a Moisés sobre:

el lugar santísimo.                                                                         3

el lugar santo.                                                                                 4

los vasos afuera.                                                                            6

el atrio                                                                                                8

El tabernáculo y sus vasos son santificados.                                       9

Aarón y sus hijos son habilitados.                                                         12

Se realiza la erección y se ubican los muebles:

la estructura.                                                                                 17

el lugar santísimo.                                                                       20

el lugar santo.                                                                               22

la puerta.                                                                                        28

los vasos afuera.                                                                          29

el atrio                                                                                             33

La gloria de Jehová llena el tabernáculo.                                           34

La nube y el fuego.                                                                                     36

 

Anexo 2 – Los materiales

Bronce, o cobre

El tabernáculo utilizó 3800 kilos de lo que nuestra Biblia llama bronce. La fundición de bronce propiamente dicho data de por lo menos dos mil años antes de Cristo. Los historiadores explican que este bronce ha podido ser cobre o ha podido ser bronce, pero aparentemente la evidencia favorece el primero.

Difícilmente se puede insistir. La palabra hebrea utilizada en los relatos del tabernáculo es la misma que se encuentra en Génesis 4, donde leemos que Tubal-cain era artífice de toda obra de “bronce y de hierro”, pero el hierro como lo entendemos era conocido solamente muchos siglos más tarde. Job, en cambio, emplea otro término, claramente aplicable a un metal nativo, cuando dice que “de la piedra se funde el cobre”. Levítico 26.19 lo usa también: “haré … vuestra tierra como bronce”.

El cobre es un metal base y estaba disponible en Sinaí. En su estado nativo es muy maleable. Sin embargo, hornos de fundición y crisoles han sido encontrados en el desierto, pero el cobre se fundo sólo al alcanzar 700 grados de temperatura. El bronce, en nuestro modo de hablar, es una aleación de cobre y zinc, posiblemente con otros metales base también, más fuerte que el cobre pero de diversos grados de dureza.

En la tipología que nos interesa, se trata de una figura de nuestro Señor, quien es titulado el Santo Ser (o mejor, el Santo) antes de su encarnación. (No es llamado un ser una vez encarnado). No había mezcla en Él, en vida el “santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores”. Él padeció solo la intensidad del juicio divino y aprendió la obediencia por lo que sufrió en vida.

 

Anexo 3 – Los artífices

 

 Anexo 4 ─ El arreglo de las columnas y tablas

Columnas

Hay tres teorías principales acerca del espacio entre las columnas en la cerca del atrio.

Un supuesto es que había una columna para cada cinco codos de cortina y que ninguna columna fue contada dos veces. Este arreglo daría como resultado sesenta columnas con veinte espacios en cada lado del atrio y diez en cada extremo, el portón incluido. El esquema es deficiente porque requiere cinco columnas para el portón.

Otro supuesto es que cada columna tenía dos y medio codos de cortina a cada lado. Esto significaría que no había columnas en los rincones del atrio, una cosa poco probable. Pero hay quienes encuentran que esta explicación es la mejor.

Las Escrituras no afirman que había un espacio de cinco codos de columna a columna, ni niegan la posibilidad de dos en cada rincón. Tampoco dicen tajantemente que había sesenta columnas, aunque dan a entender que sí.

Otra sugerencia es, entonces, que el portón representaba un retiro en la cerca. Esto permitiría tráfico entre las columnas a cada extremo del portón, eliminando la necesidad de enrollar la cortina. La sugerencia es débil por cuanto sugiere en efecto dos entradas: una a cada extremo del portón.

Tablas

Para un resumen sucinto de algunas de las conjeturas acerca de las tablas en los rincones, citamos de un libro escrito por el señor William Brown en el siglo 19.

“La longitud del tabernáculo era de treinta codos, siendo el ancho de veinte tablas en cada extremo. No es tan fácil determinar la anchura del atrio. La anchura interna del templo era la tercera parte de su longitud, y su lugar santo era cuadrangular. Es casi seguro que el taber-náculo correspondía al templo en estos aspectos, y al ser así su anchura era de diez codos. Pero las tablas de la cerca oeste dan una anchura de solamente nueve codos. Si se añaden dos tablas en cada rincón, la suma es de dos codos. O sea, una cálculo está por debajo de diez y otro por encima.

Conjetura de Josefo: En cuanto a la pared trasera donde seis columnas representan sólo nueve codos, se añadieron dos columnas y se quitaron de ellas un codo, colocándolas en los extremos …

Conjetura de Kalisch: Los lados mayores consistían, entonces, de veinte de estas tablas, mientras que las menores (la del oeste) deberían consistir de ocho. Pero estas no tenían que abarcar una anchura de diez codos, sino de doce. Por lo tanto se entiende que seis tablas eran usadas al oeste y dos más en las esquinas del tabernáculo, siendo dobles debajo y por encima de las dos esquinas.

De este pasaje oscuro parece en nuestra opinión que cada tabla tenía un grosor de medio codo, de suerte que seis tablas en el extremo oeste encerrarían la tienda completamente desde adentro (nueve codos sumados al medio codo a cada lado, siendo este el grosor de las tablas para las paredes al norte y al sur, dando diez codos). Una anchura de medio codo es doble en cada rincón, y medio codo queda doble a cada lado.

Conjetura de Pressland: Sólo seis tablas componían la anchura de la casa, queriendo decir que era de nueve codos. Había una suerte de triángulo en cada rincón lado adentro del atrio, formado por una tabla de esquinero, la última tabla de cada lado y la última de cada extremo.

Conjetura de Gerlach: Las tablas medían un codo de grueso.

Conjetura de Brown: El grosor de las tablas era de la cuarta parte de un codo. Las de cada esquina eran angulares, cada una constando de dos mitades de una tabla normal. Estas dos mitades eran unidas para formar una sola tabla. Una mitad miraba hacia el fondo y la otro mitad miraba bien sea al este o al oeste. Al igual que todas las tablas, estaban juntadas arriba y abajo, pero adicionalmente las mitades estaban unidas por un anillo o una grapa; o posiblemente el sentido de Éxodo 26.23 es que el anillo o grapa las unían a la tabla adyacente a cada lado”.

Aparentemente la razón está con el señor Brown y otros que tenían criterios similares.

 

Anexo 5 ─ Lenguaje en el Nuevo Testamento
relativo al tabernáculo y el templo

 

No se profesa que esta lista sea completa; el lector querrá ampliarla. Algunas de las citas aluden al tabernáculo levítico, pero otros simplemente emplean esa forma de expresión. Se incluyen algunas referencias al sacerdocio y las ofrendas, aunque no versan estrictamente sobre el tema de esta obra. Además, no se ha intentado diferenciar entre el tabernáculo y el templo. Si fuera cuestión de citar de los salmos de David, la tarea sería todavía más difícil.

 

Hagamos tres enramadas, Lucas 9.33.

Ganad amigos … para que … os reciban en las moradas eternas, Lucas 16.9.

Aquel Verbo … habitó [tabernaculó] entre nosotros, Juan 1.14.

Este [David] pidió proveer tabernáculo para el Dios de Jacob. Mas Salomón le edificó casa; si bien el Altísimo no habita en templos hechos de mano, Hechos 7.46 al 48.

Dios … no habita en templos hechos por manos humanas, Hechos 17.24.

Reedificaré el tabernáculo de David, que está caído, Hechos 15.16.

¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?
1 Corintios 3.16.

ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, 1 Corintios 6.11.

Los que trabajan en las cosas agradas, comen del templo, y … los que sirven al altar,
del altar participan, 1 Corintios 9.13

Mirad a Israel según la carne; os que comen de los sacrificios, ¿no son partícipes del altar?
1 Corintios 10.18

no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios, 1 Corintios 10.21.

el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer, 2 Corintios 3.7.

Moisés, que ponía un velo sobre su rostro, para que los hijos de Israel no fijaran la vista en el fin de aquello que había de ser abolido, 2 Corintios 3.13.

sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, 2 Corintios 5.1

todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor,
Efesios 2.21.

para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua, Efesios 5.26

por el lavamiento de la regeneración, Tito 3.5.

considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús, Hebreos 3.1

es fiel al que le constituyó, como también lo fue Moisés en toda la casa de Dios, Hebreos 3.2

Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo,
para testimonio de lo que se iba a decir, Hebreos 3.5

teniendo un gran sumo sacerdote, Hebreos 4.14

al trono de la gracia, Hebreos 4.16

todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados; para que se muestre paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él también está rodeado de debilidad; y por causa de ella debe ofrecer por los pecados, tanto por sí mismo como también por el pueblo. Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón, Hebreos 5.1 al 4

la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, Hebreos 6.2

que penetra hasta dentro del velo, Hebreos 6.19

los que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio, tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la ley, Hebreos 7.5

Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico
(porque bajo él recibió el pueblo la ley), Hebreos 7.11

nada perfeccionó la ley, Hebreos 7.19

los otros ciertamente sin juramento fueron hechos sacerdotes, Hebreos 7.21

los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar, Hebreos 7.23

no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo, Hebreos 7.27

la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres, Hebreos 7.28

todo sumo sacerdote está constituido para presentar ofrendas y sacrificios; por lo cual es necesario que también éste tenga algo que ofrecer, Hebreos 8.3

habiendo aún sacerdotes que presentan las ofrendas según la ley; los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, Hebreos 8.4,5

el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal. Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el lugar santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición. Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar santísimo, el cual tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto; y sobre ella los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio, Hebreos 9.1 al 5

en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto; pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo,        Hebreos 9.6,7

es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto, ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas, Hebreos 9.10

el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, Hebreos 9.11

sangre de machos cabríos ni de becerros … entró una vez para siempre en el Lugar santísimo, … la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, Hebreos 9.12,13

ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre. Porque habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo el pueblo, diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios os ha mandado. Y además de esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio. Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión. Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; Hebreos 9.21 al 23

ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar santísimo cada año con sangre ajena. Hebreos 9.25

la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan Hebreos 10.1

Holocaustos y expiaciones por el pecado, Hebreos 10.6

Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley), Hebreos 10.8

todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados,       Hebreos 10.11

a través del velo, esto es, de su carne, … un gran sacerdote sobre la casa de Dios, Hebreos 10.21

purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura, Hebreos 10.22

un altar, del cual no tienen derecho de comer los que sirven al tabernáculo. Porque los cuerpos de aquellos animales cuya sangre a causa del pecado es introducida en el santuario por el sumo sacerdote, son quemados fuera del campamento, Hebreos 13.10,11

sed edificados como casa espiritual, sacerdocio santo, 1 Pedro 2.5

sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, 1 Pedro 2.9

vi siete candeleros de oro … quitaré tu candelero de su lugar, Apocalipsis 1.12,2 .5

el maná escondido, Apocalipsis 2.17

columna en el templo de mi Dios, Apocalipsis 3.12

delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal, Apocalipsis 4.6

vi bajo el altar las almas, Apocalipsis 6.9

están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos, Apocalipsis 715

se paró ante el altar, con un incensario de oro … mucho incienso … sobre el altar de oro que estaba delante del trono, Apocalipsis 8.3

el incensario, y lo llenó del fuego del altar, Apocalipsis 8.5

los cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de Dios, Apocalipsis 9.13

el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él, Apocalipsis 11.1

el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo, Apocalipsis 11.19

blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, Apocalipsis 13.6

fue abierto en el cielo el templo del tabernáculo del testimonio, Apocalipsis 15.5

una gran voz que decía desde el templo … desde el altar decía, Apocalipsis 16.1,7

el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos, Apocalipsis 21.3

no vi en ella templo, Apocalipsis 21.22

 

Anexo 6 ─ Historia del arca

 

Entre todos los muebles que hemos venido estudiando, el arca con su propiciatorio es el único que tiene una historia aparte del tabernáculo. Otros vasos se mencionan en relación con el santuario, pero encontramos varias referencias a éste aparte del tabernáculo.

Dirección

La primera mención del arca después de sus peregrinaciones en el desierto se encuentra en Josué 3.3,4. Cuando los hijos de Israel estaban por cruzar a la tierra de promisión, el arca fue llevada sobre los hombros de los sacerdotes, lo que de por sí era inusual, ya que la norma era que la llevara los hijos de Coat. El vaso sagrado abrió el paso a través del Jordán. Tan pronto que se mojaron los pies de sus portadores, se dividieron las aguas. El arca prosiguió y el pueblo siguió a cierta distancia.

Esta historia nos aporta la idea subyacente del arca en sus traslados fuera del tabernáculo. Es una figura de la presencia del Señor entre su pueblo con base en la obediencia. El arca precedería la hueste en su marcha, así como dijo Dios: “… a fin de que seáis el camino por donde debéis ir; por cuanto vosotros no habéis pasado antes de ahora por este camino”, 3.3,4.

Debían marchar “en pos de ella”, y no de los sacerdotes. Probablemente el espacio de casi un kilómetro entre el arca y la gente a la cabeza de la marcha se debió a permitir a los que venían atrás ver el sagrado mueble (envuelto en el paño de azul, desde luego). Aquellos que venían atrás también seguían el arca, y no a sus hermanos delante de ellos. El mensaje para nosotros es, “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”.

Obediencia

La próxima mención es en el contexto de la conquista de Jericó, aquella ciudad fuerte y cerrada, Josué 6.10 al 16. De nuevo los sacerdotes llevan el arca. Siete van delante, cada uno tocando trompeta de cuerno de carnero. En seis días consecutivos el pueblo marcha en derredor de la ciudad, una vez cada día, y en el séptimo dan la vuelta siete veces.

Dios había dado las instrucciones; su pueblo obedeció; el resultado fue inevitable. Gritaron a viva voz, y las paredes se desplomaron. (O, según dicen algunos investigadores, se hundieron en la tierra).

Nosotros no seguimos tras un cajón de madera, por maravilloso que haya sido aquél. Nos fijamos en el Autor y Consumador, y queremos aprender que nada es demasiado difícil para Dios.

Disciplina

Vamos ahora a Jueces capítulo 20, y nos entristecemos al encontrar a Israel envuelto en una guerra civil. “Los de Benjamín se juntaron de las ciudades en Gabaa, para salir a pelear contra los hijos de Israel”. Han transcurrido casi cincuenta años desde los días felices cuando en Canaán, y los capítulos 17 al 20 han relatado algunos de los más tristes lapsos en la historia de la nación. Cada cual estaba haciendo lo que mejor le parecía.

En este estado de decaimiento moral, algunos hombres de mal carácter, “hijos de Belial”, se excedieron. [El Antiguo Testamento emplea “hombres perversos”, mientras que 2 Corintios asigna a Satanás el apodo de Belial ]. Todo Israel percibía la necesidad de castigo, pero se propia tribu les defendieron.

En esta coyuntura, “los hijos de Israel preguntaron a Jehová (pues el arca del pacto de Dios estaba allí en aquellos días)”, 20.27. En particular, Finees se dirigió al arca en oración, y la palabra que Dios le dio fue, “Seguid”. Este descendiente de Aarón fue usado para administrar una disciplina severa entre el propio pueblo de Dios.

Encontramos a este mismo hombre antes, en Números 25, cuando el pueblo de Dios empezó a fornicar con las mujeres moabitas y adorar a Baal. Finees se levantó de entre la congregación, tomó lanza en mano, y mató al hombre que había sido tan descarado como para exhibir a su mujer madianita ante Moisés y la congregación. Este sacerdote lanzó su arma a los dos en respuesta a la dirección de Dios mismo, “y cesó la mortandad”.

El arca había sido usada para conducir al pueblo de Dios a salvación a las orillas del Jordán y conducirles a triunfo ante Jericó, y ahora es usada para conducirles en disciplina interna en Gabaa. Finees era un hombre que se ocupaba en mantener el temor de Dios entre su pueblo. Era tanto sacerdote como soldado, y buscaba la mente de Dios antes de actuar. Lamentablemente, el pueblo no aprendió del ejercicio de Finees solo ante el arca, y los capítulos siguientes revelan que perseguían en desobediencia.

Desobediencia

La próxima mención del arca es en el contexto de otro incidente muy triste, registrado en
1 Samuel 4. Israel estaba lejos de Dios todavía. El sumo sacerdote de turno había incumplido en su deber y sus hijos se habían hecho viles. El arca estaba donde debía estar, en Silo, pero su posición acertada no compensaba por la condición errada del pueblo.

Encontrándose vencidos por los filisteos, el pueblo de Dios reclamaba el arca. El vaso sagrado fue llevado al campo de batalla, pero sin el efecto deseado. Cierto, era símbolo de la presencia de Dios, pero sólo con base en la obediencia. Dijeron, “Traigamos … el arca del pacto de Jehová, para que viniendo entre nosotros nos salve de la mano de nuestros enemigos”. Confiaban en el símbolo, y no en Dios. Han debido recurrir al arca, como Finees había hecho, y no traerla a sí, y menos delante de los impíos.

“Israel fue vencido, y huyeron cada cual a sus tiendas; y fue hecha muy grande mortandad … Y el arca fue tomada, y muertos los hijos de Elí”, 4.10,11. Esto nos hace recordar las palabras de Pablo a Timoteo acerca de aquellos que tienen una forma de piedad, pero niegan la eficacia de ella. Nada valía el vaso sagrado cuando el pueblo de Dios pensaba que podían utilizarla en desafío de su voluntad.

Imitación

Los filisteos llevan el símbolo a Asdod y lo instalan en la casa de Dagón, su ídolo. Pero dos veces su ídolo se cae de cabeza, “habiéndole quedado a Dagón el tronco solamente”, 1 Sa-muel 5.4. Los enemigos del pueblo de Dios se dan cuenta de que el símbolo de la presencia divina no debe estar entre ellos. Los hombres de Asdod dijeron: “No quede con nosotros el arca del Dios de Israel, porque su mano es dura sobre nosotros y sobre nuestro dios Dagón”.

Fabricaron un carrete, pusieron en él joyas de oro además del arca y despacharon el carrete tirado por vacas. ¡Y dijeron que estaban alabando al Dios de Israel! Aparentemente todo estaba bien porque las vacas se encaminaron por el camino de Bet-semes en territorio de Israel, 6.12.

El carrete y las joyas fueron una iniciativa pagana, pero los filisteos no sufrieron por esa temeridad. Perdieron el carrete y las vacas, pero esto fue un precio módico por deshacerse de lo que había sido una maldición para ellos, aun cuando antes era una bendición para sus vecinos. Vienen a la mente las palabras de 2 Corintos 2.16: “… a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida”.

Dios tiene su trato con el judío, con el gentil y con la Iglesia. Lo que tolera en uno, aborrece en otro. Por nuestra parte, tenemos que aprender que si estamos sin castigo, somos bastardos y no hijos, Hebreos 12.8.

Irreverencia

Ahora es el propio pueblo de Dios que hace un gran disparate. Algunos entre ellos levantaron la tapa y miraron dentro del arca, 1 Samuel 6.19. Esto fue todo, pero quizás miles en Israel murieron como consecuencia de aquella falta de reverencia. “Dios hizo morir a los hombres de Bet-semes, porque habían mirado dentro del arca de Jehová”. Habían visto las tablas de la ley, la vasija de maná y la vara que reverdeció. Eran símbolos íntimos de Uno que aún estaba por venir, y los querubines de oro estaban sobre ellos para guardar el camino de vida que aquellos señores irrespetaron.

Hay dos versículos en particular en los Salmos que deben ser la expresión de nuestro respeto por el proceder de Dios, especialmente al congregarnos con el pueblo suyo: “Dios temible en la gran congregación de los santos, y formidable sobre todos cuantos están alrededor de él”, 89.7; y, “La santidad conviene a tu casa, oh Jehová, por los siglos y para siempre”, 93.5.

Dios es santo y justo. Él guarda su consejo soberano. Hoy podemos “mirar dentro del arca” en cierta medida, porque Él se ha revelado en Cristo, pero no así en aquellos tiempos.

Imitación

Por veinte años el arca reposaba en casa de Abinadab en Quiriat-jearim. Nada se dice de que él se haya alegrado al tenerla allí. Sí leemos que “santificaron a Eleazar su hijo para que guardase el arca de Jehová”. Sin embargo, “pasaron muchos días … y toda la casa de Israel lamentaba en pos de Jehová”, 1 Samuel 7.1,2.

Hay un lapso de cien años que no se narra en los libros de Samuel. La fecha anotada en nuestras biblias para 1 Samuel 6 es aproximadamente 1140 a.C., y para 2 Samuel 6, que nos interesa ahora, aproximadamente 1040.

 

David resolvió llevar el sagrado mueble a Jerusalén, pero cometió el error de usar un carrete para el traslado. Hay en este relato el elemento de un carro nuevo, así como en el anterior, pero con una gran diferencia. Se ha podido esperar de los filisteos lo que ellos hicieron, porque no conocían a Dios, pero semejante invención no era de tolerarse en Israel. El mandamiento antiguo era que el arca fuese llevada con sus varas sobre los hombros de los coaitas.

Los hijos de Abinadad guiaban las bestias, pero los bueyes tropezaban, como suelen hacer. Uza, uno de aquellos hijos, extendió la mano para proteger el arca, y Dios le mató al instante. Los filisteos eran bastardos, y no hijos; sus bueyes podían ir “andando y bramando”. Pero cuando los israelitas intentaron hacer algo correcto de una manera incorrecta, Dios no requería la mano de ningún Uza para sostener su arca. Ellos aprendieron que, “el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo”, Hebreos 12.6.

Aprobación

El arca se quedó tres meses en la casa del levita que estaba dispuesto a hacer lugar para ella. ¡Bien podemos entender cómo se sentiría con el símbolo visible de la presencia de Dios en su sala! La presencia del Señor entre su pueblo no es menos real hoy en día, pero no tan visible. El principio que rige es, “Bienaventurados los que no vieron, y creyeron”, Juan 20.29.

Finalmente, “David fue, y llevó con alegría el arca de Dios de casa de Obed-edom a la ciudad de David”, 2 Samuel 6.12. Se ciñó al procedimiento debido. Dijo él: “El arca de Dios no debe ser llevada sino por los levitas; porque a ellos ha elegido Jehová …, pues, por no haberlo hecho así vosotros la primera vez, Jehová nuestro Dios nos quebrantó, por cuanto no le buscamos según su ordenanza”, 1 Crónicas 15.2,13. David era como Pedro: propenso a fallar, pero honesto al reconocer sus errores. Probablemente fue en esta ocasión que Asaf escribió Salmo 50, terminando su composición con las palabras que Dios le dio: “El que sacrifica alabanza me honrará; y al que ordene su camino, le mostraré la salvación de Dios”.

Esta es la primera vez que el símbolo santo reposa en Jerusalén. Sin embargo, el rey lo puso en una tienda que había levantado, y no en el tabernáculo (si es que había para ese entonces el tabernáculo propiamente dicho). No leemos que haya sido puesto en su debido lugar hasta encontrarla en el templo que Salomón construyó.

Reposo

“Salomón reunió ante sí en Jerusalén a los ancianos de Israel … y los sacerdotes tomaron el arca. Y llevaron el arca de Jehová, y el tabernáculo de reunión, y todos los utensilios sagrados que estaban en el tabernáculo … Y los sacerdotes metieron el arca del pacto de Jehová en su lugar, en el santuario de la casa, en el lugar santísimo, debajo de las alas de los querubines”.

“Sacaron las varas, de manera que sus extremos se dejaban ver desde el lugar santo, que está delante del lugar santísimo, pero no se dejaban ver desde más afuera; y así quedaron hasta hoy”, 1 Reyes 8.1 al 8.

Israel estaba en su cenit; el arca encontró reposo en medio del pueblo de Dios en la tierra prometida. Las varas con que se la llevaban en el desierto fueron sacadas, con sólo suficiente a la vista para servir de recuerdo de una peregrinación realizada. Ellas testificaban al poder, la gracia y la fidelidad de Dios.

No está allí la vara de Aarón, ni la vasija de maná. Estarían fuera de lugar en el templo. El reinado de Salomón fue uno de reposo, un tipo del reinado milenario del Señor que está en el futuro aún. Cristo será sacerdote sobre su propio trono en ese entonces, y se nos presenta un hermoso cuadro en el hecho de que fue Salomón ─ y no el sacerdote ─ que dedicó el templo y bendijo al pueblo. Este pensamiento está acorde con la ausencia de una mención del velo en 1 Reyes.

Los diez mandamientos quedan: “En el arca ninguna cosa había sino las dos tablas de piedra que allí había puesto Moisés en Horeb”, 8.9. De veras, la Palabra de Dios permanece para siempre. Es más, la ley estaba escondida en el corazón del Mesías, y será la regla de gobierno en su reino terrenal.

Visión

¿Dónde está el arca ahora? Dios se encargó de ella, y sólo Él sabe. La historia seglar nos relata que fue destruida en el año 70 d.C. cuando Tito y su hueste romana destruyó a Jerusalén. Los judíos alegan que fue enterrada donde estaba situado el templo (donde hoy día se encuentra el mesquite de Omar), y que será revelada en el nuevo templo.

Jeremías 3.16 no admite un pensamiento tan feliz: “Acontecerá que cuando os multipliquéis y crezcáis en la tierra, en esos días, dice Jehová, no se dirá más: Arca del pacto de Jehová; ni vendrá al pensamiento, ni se acordarán de ella, ni la echarán de menos, ni se hará otra”.

No queremos proferir una opinión en cuanto al mueble en sí, pero no dejamos de afirmar que perdura para siempre lo que el arca tipifica. Figurativamente, si no literalmente también, el arca no tiene fin: “El templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo”, Apocalipsis 11.19.

El tabernáculo en el Nuevo Testamento

Ada Ruth Habershon, 1861-1918
Traducción del libro Outline studies of the tabernacle with the New Testament significance, publicado por Pickering & Inglis Ltd

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LAS SECCIONES

 

1        El tabernáculo

2        Razones por el estudio del tabernáculo

3        Las habitaciones de Dios

4        El altar del holocausto

5        La sangre

6        Las ofrendas levíticas

7        Símbolos de los sufrimientos del Señor

8        La fuente

9        Provisión para la contaminación

10        El fuego y el agua

11        Las cortinas y cubiertas

12        El velo

13        El altar de incienso

14        La mesa de los panes

15        Las figuras del pan y trigo

16        El candelero

17        Fruto y luz

18        La obra del Espíritu Santo

19        El arca

20        El contenido del arca

21        Los querubines

22        Las varas

23        Salmos 26 y 27

24        El Evangelio según Juan

25        Cómo se alumbraba el tabernáculo

 

 

1       EL TABERNACULO

 

1   El lugar donde Dios se encuentra con el pecador. {De allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio. Me reuniré con vosotros, para hablaros allí. Allí me reuniré con los hijos de Israel; y el lugar será santificado con mi gloria, Éxodo 25.22, 29.42,43.}

2   El lugar donde Dios se revela al pecador. {Conocerán que yo soy Jehová … para habitar en medio de ellos, Éxodo 29.46.} Hoy día Él se revela en Cristo. {El que me ha visto a mí, ha visto al Padre, Juan 14.9.}

3   El lugar donde Dios mora con los pecadores. {Harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos. Habitaré entre los hijos de Israel, y seré su Dios, Éxodo 25.8, 29.45.} Hoy día Él habita con nosotros en Cristo. {Llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros, Mateo 1.23. Vendremos a él, y haremos morada con él, Juan 14.23.}

4   El lugar donde Dios habla al pecador. {Me reuniré con vosotros, para hablaros allí, Éxodo 29.42. Llamó Jehová a Moisés, y habló con él desde el tabernáculo, Levítico 1.1.} Ahora Él nos ha hablado en Cristo. {Dios … en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, Hebreos 1.2. El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios, Juan 8.47. En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios, Juan 1.1.}

5   El lugar donde Dios acepta al pecador. {Pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto, y será aceptado para expiación suya, Levítico 1.4.} Ahora nos acepta en Cristo. {… nos hizo aceptos en el Amado, Efesios 1.6.}

6   El lugar donde Dios perdona al pecador. {… así hará el sacerdote expiación por ellos, y obtendrán perdón, Levítico 4.20 etc.} Ahora Él nos perdona en Cristo. {… en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, Efesios 1.7.}

7   El lugar donde Dios recibe del pecador. {… ninguno se presentará delante de mí con las manos vacías, Éxodo 23.15.} Ahora Él recibe de nosotros en Cristo. {Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre, Hebreos 13.15.}

 

2       RAZONES POR EL ESTUDIO DEL TABERNACULO

 

1 Muchos capítulos de la Biblia se ocupan de describir o enseñar los ritos del tabernáculo. Son trece en Éxodo, dieciocho en Levítico, trece en Números y cuatro en Hebreos. Estos cincuenta capítulos nos relatan su construcción, ceremonia, sacerdocio, transporte y sentido.

2   Dios mismo asignó mucho significado al tabernáculo, cosa que sabemos por el hecho de que Él mismo haya partido el velo.*

3   Nos habla del Señor Jesucristo. {… el camino nuevo que él nos abrió a través del velo,* esto es, de su carne, Hebreos 10.20.}

4   Fue diseñado por el Espíritu Santo. {… dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo … Hebreos 9.8.}

5   No entenderíamos mucho del Nuevo Testamento, y en particular la Epístola a los Hebreos, sin este trasfondo.

6   El estudio del tabernáculo es un antídoto a varias enseñanzas erradas en cuanto al pecado, la expiación, la persona y el carácter del Señor Jesucristo.

 7 Nos asegura de la inspiración de las Sagradas Escrituras.

8   Sus enseñanzas en forma de tipos (ilustraciones) abarcan casi todo el temario del Nuevo Testamento.

* Nota del traductor: Estrictamente hablando, el velo que se partió según Mateo 27.51, etc. fue el del templo de Herodes. Sin embargo, el tabernáculo y el templo coincidían en lo que al velo se refiere. En cuanto a la mención del Lugar Santísimo en Hebreos 9, es de notar que dicha epístola no hace referencia alguna al templo.

 

3       LAS HABITACIONES DE DIOS

 

Son —

1   el tabernáculo del Antiguo Testamento

2   el templo del Antiguo Testamento

3   el Señor Jesús

4   la Iglesia

5   el tabernáculo del templo futuro.

Para cada uno, veamos: la preparación, el patrón, la nube (la cual tipifica al Espíritu Santo), el oro (el cual tipifica lo divino*), la apariencia exterior, la obra del Espíritu, y los oferentes voluntarios.

* Nota del traductor: La autora alude a Job 22.25, donde algunas versiones han sido traducidas, “El Omnipotente será tu oro”. Así figura en las versiones de Ediciones Paulinas, por ejemplo.

 

1   El tabernáculo

El tabernáculo tipifica a Cristo y su Iglesia como la habitación de Dios en el tiempo presente, o sea, en una peregrinación, o mientras viajemos de lugar en lugar en la tierra. {Harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos. Habitaré entre los hijos de Israel, y seré su Dios … .los saqué de la tierra de Egipto, para habitar en medio de ellos, Éxodo 25.8, 29.45,46.}

Preparación: Véase Éxodo 35.4 al 36.7; la ofrenda para el tabernáculo. {Habla ahora al pueblo, y que cada uno pida a su vecino, y cada una a su vecina, alhajas de plata y de oro. Jehová dio gracia al pueblo delante de los egipcios, y les dieron cuanto pedían; así despojaron a los egipcios. Jehová es mi fortaleza y mi cántico, y ha sido mi salvación, Éxodo 11.2, 12.36, 15.2.}

Patrón: {Conforme a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo haréis. Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte. Alzarás el tabernáculo conforme al modelo que te fue mostrado en el monte. Lo harás hueco, de tablas; de la manera que te fue mostrado en el monte, así lo harás, Éxodo 25.9,40, 26.30, 27.8. Tuvieron nuestros padres el tabernáculo del testimonio en el desierto, como había ordenado Dios cuando dijo a Moisés que lo hiciese conforme al modelo que había visto, Hechos 7.44.}

Nube: {Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche. Nunca se apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego. Entonces una nube cubrió el tabernáculo de reunión … Porque la nube de Jehová estaba de día sobre el tabernáculo, y el fuego estaba de noche sobre él, a vista de toda la casa de Israel, en todas sus jornadas, Éxodo 13.21,22, 40.34 al 38.}

Oro: {Tomad de entre vosotros ofrenda para Jehová … oro, Éxodo 35.5.}

Exterior, comparativamente sin atractivo: {Harás también a la tienda una cubierta … de pieles de tejones encima, Éxodo 26.14.}

El Espíritu: {… lo he llenado del Espíritu de Dios … para trabajar en toda clase de labor, Éxodo 31.3 al 5.}

Oferentes: {Dí a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda. Tomad de entre vosotros ofrenda para Jehová; todo generoso de corazón lo traerá a Jehová … Éxodo 25.2, 35.5, etc.}

 

2   El templo

El templo tipifica a Cristo y su Iglesia en la gloria de resurrección, cuando ya no habrá peregrinación sino un reino establecido para siempre. {Yo, pues, he edificado una casa de morada para ti, y una habitación en que mores para siempre, 2 Crónicas 6.2.}

Preparación: {Preparó David mucho hierro para la clavazón de las puertas. Yo [David] le prepararé lo necesario. Yo con grandes esfuerzos he preparado para la casa de Jehová,
1 Crónicas 22.3,5,14. Toda la obra de Salomón estaba preparada desde el día en que pusieron los cimientos, 2 Crónicas 8.16. Mandó el rey que trajesen piedras grandes,
1 Reyes 5.17,18.}

Patrón: {David dio a Salomón su hijo el plano del pórtico del templo, y sus casas, sus tesorerías, sus aposentos, sus cámaras y la casa del propiciatorio. Asimismo el plano de todas las cosas que tenía en mente para los atrios de la casa de Jehová. Todas estas cosas, dijo David, me fueron trazadas por la mano de Jehová, que me hizo entender todas las obras del diseño, 1 Crónicas 28.11,12,19.}

Nube: {Cuando los sacerdotes salieron del santuario, la nube llenó la casa de Jehová. Y los sacerdotes no pudieron permanecer para ministrar por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa, 1 Reyes 8.10,11. La casa se llenó de una nube,
2 Crónicas 5.13,14.}

Oro: {Yo con grandes esfuerzos he preparado para la casa de Jehová cien mil talentos de oro. Del oro … no hay cuenta. Dio oro en peso para las cosas de oro, 1 Crónicas 22.14,16, 28.14 al 18. Hizo Salomón todos los utensilios para la casa de Dios, y el altar de oro … Y de oro también la entrada, 2 Crónicas 4.19 al 22.}

Exterior: {Cubrió también la casa de piedras preciosas para ornamento. La casa que se ha de edificar a Jehová ha de ser magnífica por excelencia, 2 Crónicas 3.6, 1 Crónicas 22.5.}

El Espíritu: {Todas estas cosas me fueron trazadas por la mano de Dios. Jehová Dios, mi Dios, estará contigo,
1 Crónicas 28.19,20. Bendito sea Jehová el Dios de Israel, … que dio al rey David un hijo sabio, entendido, cuerdo y prudente, que edifique casa para Jehová, 2 Crónicas 2.12.}

Oferentes: {¿Y quién quiere hacer hoy ofrenda voluntaria a Jehová? Entonces los jefes de familia … ofrecieron voluntariamente, 1 Crónicas 29.5,6,9,14,17.}

 

3   El Señor Jesús Él es el antitipo del tabernáculo, o sea, lo que éste ilustraba. {Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó [tabernaculó] entre nosotros (y vimos su gloria ) … Juan 1.14.} Es a su vez el antitipo del templo. {Él hablaba del templo de su cuerpo, Juan 2.20,21.}

Preparación: {Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste cuerpo, Hebreos 10.5. Conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia … tardía y temprana a la tierra, Oseas 6.3. Han visto mis ojos tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos, Lucas 2.31.}

Patrón: {… el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, Hebreos 1.3. Creó Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo, Génesis 5.1.}

Nube: {Una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia, a él oíd, Mateo 17.5. Habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos, Hechos 1.9.}

Oro: {El Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios, Juan 1.1.}

Exterior: (a) {No hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos, Isaías 53.2.} (b) {Se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz, Mateo 17.2. Vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, Juan 1.14. Cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz … 2 Pedro 1.17.}

El Espíritu: {El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios, Lucas 1.35}

Oferente: {El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón, Salmo 40.8.}

 

4   La Iglesia de Dios

Es una morada suya, tanto individual como colectivamente. La Iglesia es ahora como un tabernáculo en humillación; pero en el futuro, será cual templo en gloria. {Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu, Efesios 2.21,22. Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual, 1 Pedro 2.5.}

Preparación: {Irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto, Lucas 1.17.}

Patrón: {… revestido del nuevo [hombre], el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno … Cristo es el todo, y en todos, Colosenses 3.10,11. Nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor, 2 Corintios 3.18. A los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, Romanos 8.29. Así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial, 1 Corintios 15.49.}

Nube: {Nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar. Por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo … y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu, 1 Co-rintios 10.1,2, 12.13.}

Oro: {Nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, 2 Pedro 1.4. Si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, 1 Corintios 3.12. Yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, Apocalipsis 3.18.}

Exterior: (a) {Os ruego como a extranjeros y peregrinos, 1 Pedro 2.11. Tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros … para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos, 2 Corintios 4.7 al 10. Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él, 1 Juan 3.1.}

(b) {Todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor, Efesios 2.21 … cuando venga [el Señor] en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron, 2 Tesalonicenses 1.10. Tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios, Romanos 8.18,19. Aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es, 1 Juan 3.2.}

El Espíritu: {Juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu, Efesios 2.22.}

Oferentes: {Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder, en la hermosura de la santidad, Salmo 110.3.}

 

5   El tabernáculo y templo del futuro

{Después de estas cosas miré, y he aquí fue abierto en el cielo el templo del tabernáculo del testimonio. He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos, Apocalipsis 15.5, 21.3.}

Preparación: {Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones, Isaías 2.2. Yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos, Apocalipsis 21.2,3.}

Nube: {La gloria de Jehová entró en la casa por la vía de la puerta que daba al oriente. Y me alzó el Espíritu y me llevó al atrio interior; y he aquí que la gloria de Jehová llenó la casa, Ezequiel 43.4,5. He aquí fue abierto en el cielo el templo del tabernáculo del testimonio … y el templo se llenó del humo por la gloria de Dios, y por su poder, Apocalipsis 15.5,8.}

Oro: {El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio. Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero, Apocalipsis 21.18,22.}

 

4       EL ALTAR DEL HOLOCAUSTO

 

Instrucciones giradas en Éxodo 27.1 al 8. Instrucciones cumplidas en Éxodo 38.1 al 7. El altar presentado a Moisés en Éxodo 39.39. Nuevas instrucciones dadas relativas a su santificación y colocación en Éxodo 40.6,10. El altar erigido y puesto en servicio en Éxodo 40.29. Nota: En el Éxodo hay cinco pasajes que tratan sobre cada uno de los muebles santos del tabernáculo.

Este altar fue hecho de madera de acacia forrada en bronce. El bronce resistía la quema constante de la santidad de Dios, y lo entendemos como símbolo del juicio. Era cuadrado, de cinco codos de ancho y largo. (Cinco codos serían unos 2,17 metros. Es probable que el codo haya sido de 43,5 centímetros). Los cuatro costados, entonces, miraban a los cuatro vientos del mundo, y eran iguales para cada uno. La altura era tres codos, y a la mitad de esta medida había una rejilla. La altura de la rejilla correspondía a la altura de la base del propiciatorio y del tope de la mesa de los panes.

No era permitido usar gradas, Éxodo 20.26. Es de suponer que había una rampa de acceso, de tierra; leemos en Levítico 9.22 que Aarón “descendió” después de haber realizado ofrendas y sacrificios. Su cubierta era de púrpura; véase Sección 11. El volumen de este altar excedía la suma del volumen de los demás muebles juntos. “El gran sacrificio del Señor Jesús sobre el Calvario abarca todo otro sacrificio”. Fuego cayó sobre este altar en la ocasión de la consagración de los sacerdotes, como evidencia de que Dios había aceptado el sacrificio; Levítico 9.24.

Se menciona historia posterior de este altar en relación con David: {El tabernáculo de Jehová que Moisés había hecho en el desierto, y el altar del holocausto, estaban entonces en el lugar alto de Gabaón, 1 Crónicas 21.29.} y Salomón: {Asimismo el altar de bronce que había hecho Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, estaba allí delante del tabernáculo de Jehová, al cual fue a consultar Salomón con aquella asamblea. Subió, pues, Salomón allá … y ofreció sobre él mil holocaustos, 2 Crónicas 1.5,6.} y Acaz: {Hizo acercar el altar de bronce que estaba delante de Jehová, en la parte delantera de la casa, entre el altar y el templo de Jehová, y lo puso al lado del altar hacia el norte … El altar de bronce será mío para consultar en él, 2 Reyes 16.14,15.} y Ezequías: {Entonces mandó Ezequías sacrificar el holocausto en el altar … Y quedó restablecido el servicio de la casa de Jehová, 2 Crónicas 29.27,35.}

 

 

Se destaca el lado oriental del altar, el que miraba a la puerta del atrio. En cuanto a la ceremonia del holocausto, dice Levítico 1.16: {Le quitará el buche y las plumas, lo cual echará junto al altar, hacia el oriente, en el lugar de las cenizas.} Las cenizas eran evidencia de que el sacrificio había sido aceptado. {Haga memoria de todos tus presentes, y reduzca a ceniza tu holocausto, Salmo 20.3, Versión Reina-Valera de 1909.} El fuego había dicho, “¡Basta!” En comparación, Proverbios 30.16, en cuanto al Seol: “… el fuego que jamás dice: ¡Basta!”

Era el lugar “santo a Jehová”, Jeremías 31.40. En la inauguración del templo: {Los levitas cantores … vestidos de lino fino, estaban con címbalos y salterios y arpas al oriente del altar, 2 Crónicas 5.12.} Es figura del lugar de los redimidos por toda la eternidad como consecuencia del sacrificio acepto. El oriente es la vía de la gloria de Dios. {Me llevó luego a la puerta, a la puerta que mira hacia el oriente; y he aquí la gloria del Dios de Israel, que venía del oriente, Ezequiel 43.1.} “El beneplácito de Dios está siempre sobre la obra terminada del Señor Jesucristo, y sobre aquellos que se acercan a él por la vía única y preciosa”.

Se interpreta una faceta del tabernáculo en Salmo 103.12: {Cuanto está lejos el oriente [la entrada al tabernáculo, donde el pecador entraba con el pecado a cuestas] del occidente [donde estaba el propiciatorio, el lugar de comunión], hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.}

Ni sangre hay, ni altar; cesó la ofrenda ya.
No sube llama ni humo hoy, ni más cordero habrá.
Empero ¡he aquí la sangre de Jesús!
Que quita la maldad, y al hombre da salud.

 

5       LA SANGRE

 

{La vida de la carne en la sangre está, Levítico 17.11. Sin derramamiento de sangre no se hace remisión, Hebreos 9.22.}

 

1   Se roció la sangre sobre el tabernáculo y sus muebles.

{Habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo el pueblo, diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios ha mandado. Y además de esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio. Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión. Hebreos 9.19 al 22.}

 

2   Se rociaba la sangre del holocausto y la ofrenda de paz sobre el altar, o se la exprimía sobre un lado de éste.

{… ofrecerán la sangre, y la rociarán alrededor sobre el altar … .su sangre será exprimida sobre la pared del altar, Levítico 1.5,15.}

 

3   La sangre del sacrificio por el pecado, bien sea para un sacerdote o la congregación, se rociaba ante Jehová, (i) hacia el velo, (ii) al pie del altar de incienso, y (iii) al pie del altar de bronce.

{El sacerdote ungido tomará de la sangre del becerro, y la traerá al tabernáculo de reunión; y mojará el sacerdote su dedo en la sangre, y rociará de aquella sangre siete veces delante de Jehová, hacia el velo del santuario. Y el sacerdote pondrá de esa sangre sobre los cuernos del altar del incienso aromático, que está en el tabernáculo de reunión delante de Jehová; y echará el resto de la sangre del becerro al pie del altar del holocausto, que está a la puerta del tabernáculo de reunión, Levítico 4.5 al 8.} También Levítico 1.17; 8.15; 9.9,18.}

 

4   Parte de la sangre de la ofrenda por el pecado de un príncipe o por uno del pueblo común fue puesta sobre los cuernos del altar del holocausto y el resto fue derramado al pie de éste.

{Con su dedo el sacerdote tomará de la sangre de la expiación, y la pondrá sobre los cuernos del altar del holocausto, y derramará el resto de la sangre al pie del altar del holocausto, Levítico 4.25,30,34}.

 

5   Parte de la sangre del sacrificio por el yerro se rociaba sobre la pared del altar y el remanente se lo exprimía al pie del altar. {Lo que sobrare de la sangre lo exprimirá al pie del altar; es expiación, Levítico 5.9.}

 

6   En el día anual de la expiación, la sangre del becerro fue rociada sobre el propiciatorio al lado oriental (al frente), y fue rociada siete veces ante este sagrado vaso. También, fue rociada siete veces sobre los cuernos del altar de incienso.

{Tomará luego de la sangre del becerro, y la rociará con su dedo hacia [sobre] el propiciatorio al lado oriental; hacia [delante] el propiciatorio esparcirá con su dedo siete veces de aquella sangre. Saldrá al altar que está delante de Jehová, y lo expiará, y tomará de la sangre del becerro y de la sangre del macho cabrío, y la pondrá sobre los cuernos del altar alrededor. Y esparcirá sobre él de la sangre con su dedo siete veces, Levítico 16.14, 18.19. Sobre sus cuernos [del altar de incienso] hará Aarón expiación una vez en el año con la sangre del sacrificio por el pecado para expiación, Éxodo 30.10.}

 

7   La sangre de la vaca alazana fue esparcida siete veces ante el tabernáculo. {Eleazar el sacerdote tomará de la sangre con su dedo, y rociará ante la parte delantera del tabernáculo de reunión con la sangre de ella siete veces, Números 19.4.}

 

8   Al consagrar a Aarón, Moisés aplicó sangre a su oreja, mano y pie. Hizo lo mismo con los sacerdotes, echando a la vez sangre del altar sobre Aarón, sus vestimentas, sus hijos y las vestimentas suyas.

{Lo degolló [el carnero]; y tomó Moisés de la sangre, y la puso sobre el lóbulo de la oreja derecha de Aarón, sobre el dedo pulgar de su mano derecha, y sobre el dedo pulgar de su pie derecho. Hizo acercarse luego los hijos de Aarón, y puso Moisés de la sangre sobre el lóbulo de sus orejas derechas, sobre los pulgares de sus manos derechas, y sobre los pulgares de sus pies derechos; y roció Moisés la sangre sobre el altar alrededor. Luego tomó Moisés del aceite de la unción, y de la sangre que estaba sobre el altar, y roció sobre Aarón, y sobre sus vestiduras, sobre sus hijos, y sobre las vestiduras de sus hijos, Levítico 8.23,24,30.}

 

9   Se realizaba la misma ceremonia en la limpieza del leproso, rociando sangre en tres partes de su cuerpo; Levítico 14.7,14.

La sangre servía para:

  • remitir el pecado y purificar: {Casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión, Hebreos 9.22.}
  • purificar y santificar: {Moisés tomó la sangre … y purificó el altar … y lo santificó para reconciliar sobre él, Levítico 8.15. Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos, Hebreos 9.23.}
  • expiar: {Llevará la sangre detrás del velo adentro, y hará de la sangre como hizo con la sangre del becerro … Así purificará [“hará expiación”] el santuario, a causa de las impurezas de los hijos de Israel, de sus rebeliones y de todos sus pecados, Levítico 16.16. Hará Aarón expiación una vez en el año con la sangre del sacrificio por el pecado para la expiación, Éxodo 30.10.}

La sangre del tabernáculo era sangre en el sentido literal, como fue la sangre derramada en el Calvario. Pero en la mayoría de las referencias en el Nuevo Testamento la palabra significa una vida puesta, o entregada, en vez de una sangre en sentido literal.

 

6       LAS OFRENDAS LEVITICAS

 

Había cinco ofrendas; en la primera categoría el holocausto, la oblación y la ofrenda de paz; en la segunda, la ofrenda por el pecado y la ofrenda por el yerro. Para cada una, veamos: en qué consistía; qué recibió Dios sobre el altar de bronce; qué recibió el sacerdote; cómo tipifica al Señor Jesucristo; algunas referencias bíblicas.

 

1   El holocausto

Consistía en becerros, cabras, ovejas, carneros, corderos, tórtolas y palominos. Dios recibió todo, quemado sobre el altar. El sacerdote recibió apenas la piel. Tipifica al Señor Jesucristo en su vida y muerte, realizando Él a perfección la voluntad de Dios. Referencias: Levítico 1; 6.8 al 13.

{Os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados … aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, Efesios 2.1 al 6. Entonces dije: He aquí vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, Hebreos 10.7.}

 

 

2   La oblación de aceite y sal

Dios recibió un puño lleno de la flor de harina y del aceite, con todo el incienso. El sacerdote recibió todo lo demás. Tipifica al Señor Jesucristo como hombre, presentando a Dios una vida sin tacha. Referencias: Levítico 2; 6.14 al 23. {Tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos, Hebreos 7.26.}

Se dice comúnmente que la oblación no incluye la muerte del Señor. Es cierto que no hay mención de sangre, pero Levítico 2.14 habla de las primicias como una oblación. Esta es una figura de la resurrección, Levítico 23.10,11, 1 Corintios 15.23: {Cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida.} Parece evidente que debe haber alguna referencia a su muerte antes en el capítulo, y es en 2.6, donde se habla de tortas partidas. He aquí una ilustración del pan partido de
1 Corintios 11.23,24. La palabra para tortas en este pasaje da a entender tortas perforadas, y la acción del fuego (hornear, etc). nos sugiere el juicio.

 

3   El sacrificio de paz

Consistía en ganado vacuno, becerros, corderos y cabras. Dios recibió toda la grosura. El sacerdote recibió el pecho mecido y la espaldilla elevada. Tipifica al Señor Jesucristo en su muerte como nuestra paz y la base de nuestra comunión. Referencias: Levítico 3; 7.11 al 13.

{¿Qué, pues, diremos? ¿Persevareremos en el pecado para que la gracia abunde? Romanos 6.1 … .por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz, Colosenses 1.20.}

 

4   La ofrenda por el pecado

{Cuando alguna persona pecare por yerro [“por ignorancia”] en alguno de los mandamientos de Jehová sobre cosas que no se han de hacer, Levítico 4.1.}

Consistía en becerros, machos cabríos, cabras y corderos. Dios recibió toda la grosura, la sangre al pie del altar de bronce y la sangre sobre los cuernos del altar de incienso. El sacerdote recibió la ofrenda en caso de no llevarla al tabernáculo. Tipifica al Señor Jesucristo en la cruz, hecho pecado por nosotros. Referencias: Levítico 4; 6.24 al 30.

{Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él, 2 Corintios 5.21.}

 

5   La ofrenda por la culpa

{Si alguno pecare … y él no lo entendiere; si después lo entiende, será culpable por cualquiera de estas cosas, Levítico 5.1,4.}

Consistía en lo mismo que en la ofrenda por el pecado. Dios recibió lo mismo que en la ofrenda por el pecado. El sacerdote recibió lo mismo que en la ofrenda por el pecado. Tipifica al Señor Jesucristo en hacerse responsable, por su sacrificio, de los pecados y las transgresiones contra Dios y hombre. Referencias: Levítico 5; 6.1 al 7; 7.1 al 7.

{A vosotros, estando muertos en pecados y en la incircunsición de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio, y clavándola en la cruz, Colosenses 2.13,14. Llevó el mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia, y por cuya herida fuisteis sanados, 1 Pedro 2.24.}

 

7       SIMBOLOS DE LOS SUFRIMIENTOS DEL SEÑOR

 

{Convenía … perfeccionarse por aflicciones al autor de la salvación, Hebreos 2.10.}

El velo partido; véase Sección 12. Las ofrendas degolladas; véase Sección 4. La sangre derramada, exprimida y rociada; véase Sección 5. Las pieles de carneros teñidas de rojo; véase Sección 11. La oblación horneada o frita con fuego; véase Sección 6.

Las cosas procesadas entre manos, sobre el fuego, en el horno, en el molino, bajo el mortero, etc.: Flor de harina para el pan de la proposición. {Tomarás flor de harina, y cocerás de ella doce tortas, Levítico 24.5.} Flor de harina para la oblación: {Su ofrenda será flor de harina, sobre la cual echará aceite … y lo hará arder sobre el altar, Levítico 2.1,2.} Espigas para la oblación: {Tostarás al fuego las espigas verdes, y el grano desmenuzado ofrecerás, Levítico 2.14.}

El maná como el pan de cada día. {Lo [el maná] molía en molinos o lo majaba en morteros, y lo cocía en caldera o hacía de él tortas, Números 11.8.} El aceite para la lámpara. {… aceite puro de olivas machacadas, para el alumbrado, Éxodo 27.20.} El aceite para la oblación. {… un hin de aceite de olivas machacadas, Éxodo 29.40.} (Getsemaní quiere decir, “prensa de olivas”). También, las especias machacadas.

El oro para el candelero: {Labrado a martillo se hará el candelero … sus manzanas y sus brazos serán de una pieza … labrada a martillo, Éxodo 25.31,36. Esta era la hechura del candelero, de oro labrado a martillo, Números 8.4. } El oro para el querubín y el propiciatorio. {Hizo también dos querubines de oro, labrados a martillo, Éxodo 37.7. El herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento, Isaiás 53.5,10. El grano se trilla; pero no lo trillará para siempre, Isaías 28.28.}

Algunas de las figuras tipifican también al Espíritu Santo; por ejemplo, el aceite y las especias. Pero Él fue dado sólo una vez que el Señor Jesús había sufrido y fue glorificado; Juan 7.39. Otras figuras probablemente hablan del pueblo del Señor en unión con él, como por ejemplo el candelero, el querubín y el velo partido: “con Cristo … juntamente crucificado”, Gálatas 2.20; “la participación de sus padecimientos”, Filipenses 3.10.

 

8       LA FUENTE

 

Instrucciones giradas en Éxodo 30.18 al 21. Instrucciones cumplidas en Éxodo 35.8. La fuente presentada a Moisés en Éxodo 39.39. Instrucciones para ubicación y ungimiento en Éxodo 40.7,11. Puesta en servicio en Éxodo 40.30 al 32. Hecha de cobre que procedió de los espejos de las mujeres, Éxodo 38.8.

Nada se dice de medidas; es sin límite la provisión que Dios hace para la limpieza. Tipifica el lavamiento por la Palabra, Efesios 5.26. Se entiende que el agua usada al llenar por vez primera la fuente en Sinaí procedió de la peña herida, la cual tipifica al Espíritu Santo. La Palabra fue inspirada por el Espíritu, y debe ser aplicada en el poder suyo. {… correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él, Juan 8.39.}

La fuente era para el uso de aquellos que ya eran de la familia de Aarón o la tribu de Leví. A su vez, el lavamiento a la fuente es para los que ya son hijos de Dios; no les hace hijos, y por ende no es figura de la regeneración. Juan 13.10 repite y describe el tipo, hablando primeramente de la salvación y enseguida de la comunión. {El que está lavado [regenerado, como en Tito 3.5, “el lavamiento de la regeneración”], no necesita sino lavarse los pies [como se hacía en la fuente].}

Los sacerdotes acudían a la fuente al dirigirse al altar y de regreso del altar. Lo hacían antes de entrar a adorar, para quitar de sí la contaminación del contacto con la tierra. Es la provisión para nuestra necesidad entre la cruz (el altar) y la gloria (velo adentro). {… presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha, Efesios 5.27 … donde Jesús entró por nosotros como precursor, Hebreos 6.20.}

He aquí algunas escrituras que tratan de la limpieza por medio de la Palabra: {¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra, Salmo 119.9. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad, Juan 15.3, 17.17,19. Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, Efesios 5.25,26.} Un ejemplo lo tenemos en Pedro cuando se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: {Antes que el gallo cante.., Lucas 22.61,62.}

La fuente fue hecha de espejos. La Palabra de Dios es un espejo. En ella nos vemos a nosotros mismos. Santiago 1.23 al 25 emplea el espejo como ilustración en este sentido. En cambio, 1 Corintios 13.12 habla de ver a Dios: {Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara.}

El altar y la fuente presentan dos aspectos de la limpieza: la sangre y el agua, respectivamente. El altar lo vimos en Efesios 5.25, donde Cristo se entregó a sí mismo; la fuente la vimos en el 5.26, donde Él purificó a la iglesia por el lavamiento del agua. Hay otros pasajes que tratan de sangre y agua. {Mandará el sacerdote matar una avecilla en un vaso de barro sobre aguas corrientes. Después … mojará con la avecilla viva en la sangre de la avecilla muerta sobre las aguas corrientes, Levítico 14.5 al 7. Habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua,Hebreos 9.19. Uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua, Juan 19.34. Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre. Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre, 1 Juan 5.6,8.}

Otro punto fundamental es el de las manos limpias. Para aceptación: {¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón, Salmo 24.3,4.} Para mayor fuerza: {Proseguirá el justo su camino, y el limpio de manos aumentará la fuerza, Job 17.9.} Para acercamiento: {Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos, Santiago 4.8.} Para adoración: {Lavaré en inocencia mis manos, y así andaré alrededor de tu altar, oh Jehová, Salmo 26.6.} Para galardón: {Jehová me ha premiado conforme a mi justicia; conforme a la limpieza de mis manos me ha recompensado, 2 Samuel 22.21,25.}

 

9       PROVISION PARA LA CONTAMINACION

 

Dios hizo siete provisiones para atender a la contaminación de su pueblo. Las primeras cuatro de estas provisiones señalan cuatro aspectos de la obra de Cristo en el Calvario. La quinta, su muerte y resurrección; la sexta, la aplicación de su Palabra; y la séptima, su ministerio actual como sumo sacerdote. Las primeras cinco se relacionan con el altar de bronce y otras partes del tabernáculo; la sexta provisión tiene que ver con la fuente y la séptima con la vestimenta del sumo sacerdote.

1   El sacrificio por el pecado. Hubo la ofrenda por los pecados cometidos en ignorancia contra cualesquier mandamientos de Jehová. {Cuando alguna persona pecare por yerro en alguno de los mandamientos de Jehová sobre cosas que no se han de hacer, Levítico 4.2,13,22,27.}

2   El sacrificio por la transgresión. En ocultar: {Si alguno pecare por haber sido llamado a testificar, y fuere testigo que vio, o supo, y no lo denunciare, él llevará su pecado, Levítico 5.1} En tocar: {Asimismo la persona que hubiere tocado cualquiera cosa inmunda … 5.2,3.} En prometer: {Si alguno jurare a la ligera, 5.4.} En ofender lo santo: {Cuando alguna persona cometiere falta, y pecare por yerro en las cosas santas de Jehová, 5.15.} En relación con el prójimo (los mandamientos 8, 9 y 10). {Cuando alguna persona pecare, 6.2,3.}

3   El día de la expiación: Levítico 16 trata de la expiación por la culpabilidad de Aarón, su casa y la congregación.

4   La vaca alazana: Números 19 trata de la ceremonia consecuente del contacto con la muerte, sea accidental o necesaria.

5   La limpieza del leproso: Levítico 14 trata de quitar toda mancha de lepra una vez sanado el enfermo.

6   La fuente. Este mueble existía para el lavamiento de las manos y los pies que habían estado en contacto con la tierra.

7   La mitra del sumo sacerdote. {Harás además una lámina de oro fino, y grabarás en ella como grabadura de sello, Santidad a Jehová … y estará sobre la frente de Aarón, y llevará Aarón las faltas cometidas en todas las cosas santas, Éxodo 28.36 al 38.}

 

10     EL FUEGO Y EL AGUA

 

Para averiguar el sentido típico de los detalles, el mejor procedimiento es el de buscar la palabra en una concordancia y estudiarla en su contexto. Al buscar, por ejemplo, el significado de cosas como fuego y agua, nótese su propósito y función para llegar así a su sentido espiritual, porque no es siempre lo que las palabras podrían sugerirnos a primera vista.

 

1   El fuego del cielo hablaba de la aceptación

Sobre el altar del holocausto: {Salió fuego de delante de Jehová, y consumió el holocausto con las grosuras sobre el altar; y viéndolo todo el pueblo, alabaron, y se postraron sobre sus rostros, Levítico 9.24. Él [Jehová] oyó mi voz desde su templo, y mi clamor llegó a sus oídos … humo subió de su nariz, y de su boca fuego consumidor, por el resplandor de su presencia se encendieron carbones ardientes, 2 Samuel 22.7 al 13. Haga memoria de todos tus presentes, y reduzca a ceniza tu holocausto, Salmo 20.3 en la traducción Reina-Valera de 1909}.

Sobre el sacrificio de Abel: {Miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda, Génesis 4.4 [probablemente enviando fuego para consumir la ofrenda] … alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas, Hebreos 11.4.}

Sobre el sacrificio de Gedeón: {Subió fuego de la peña, Jueces 6.21.} y de Manoa: {el ángel de Jehová subió en la llama del altar delante de los ojos de Manoa, Jueces 13.19,20.} y de David: {Invocó a Jehová, quien le respondió por fuego desde los cielos en el altar del holocausto, 1 Crónicas 21.26.} y de Salomón: {Cuando Salomón acabó de orar, descendió fuego de los cielos, y consumió el holocausto … Vieron todos los hijos de Israel descender el fuego y la gloria de Jehová, 2 Crónicas 7.1,3.} y de Elías: {El Dios que respondiere por medio de fuego, ése sea Dios … Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, 1 Reyes 18.24,38.}

 

2   El fuego hablaba de juicio

Al caer sobre Sodoma: {Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego, Génesis 19.24.} En Egipto: {Moisés extendió su vara hacia el cielo, … y el fuego se descargó sobre la tierra, Éxodo 9.23,24.} Sobre Nadab y Abiú: {Salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová, Levítico 10.2. } En el campamento de Israel: {El pueblo se quejó a oídos de Jehová; y lo oyó Jehová, y ardió su ira, y se encendió en ellos fuego de Jehová, Números 11.1.} En la rebelión de Coré y otros: {Salió fuego de delante de Jehová, y consumió a los doscientos cincuenta hombres que ofrecieron el incienso, Números 16.35.} Sobre los mensajeros de Ocozías: {Elías respondió … Si soy varón de Dios, descienda fuego del cielo, y consúmate con tus cincuenta, 2 Reyes 1.10 al 14.}

Ym cuando consumió la ofrenda por el pecado fuera del campamento: {Le quitará toda la grosura y la hará arder sobre el altar, Levítico 4.19.}

Se emplea un término diferente para arder en Levítico 1 con referencia al holocausto, el cual significa un ascenso como del incienso.

 

3   El fuego se refiere a juicio futuro

Sobre Israel: {Recogerá el trigo en su granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará, Mateo 3.11,12.}

Sobre los enemigos del Señor cuando venga en gloria: {… cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución, 2 Tesalonicenses 1.8. La luz de Israel será por fuego, y su Santo por llama, que abrase y consuma en un día sus cardos y sus espinos. Jehová juzgará con fuego y con su espada a todo hombre; y los muertos de Jehová serán multiplicados, Isaías 10.16,17, 66.15,16.}

Sobre los rebeldes después del milenio: {Subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió, Apocalipsis 20.9.}

El juicio eterno: {El diablo que les engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre. La muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego, Apocalipsis 20.10,14,15.}

 

4   El fuego habla de prueba y tribulación

Durante esta vida: {… sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, 1 Pedro 1.7. Quita las escorias de la plata, y saldrá alhaja al fundidor, Proverbios 25.4.} Israel en el futuro: {Él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores, Malaquías 3.2. Meteré en el fuego a la tercera parte, y los fundiré como se funde la plata, Zacarías 13.9. Cuando el Señor lavare las inmundicias de las hijas de Sión … con espíritu de juicio y con espíritu de ardimiento, Isaías 4.4 en la Reina-Valera de 1909.}

Ante el tribunal de Cristo, cuando las obras del creyente sean probadas: {La obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada,
1 Corintios 3.13 al 15. El oro y la plata … todo lo que resiste el fuego, por fuego lo haréis pasar, Números 31.23.}

 

5   El fuego se asocia con el Espíritu Santo

En su descenso: {Se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, Hechos 2.3.} Luz para dirección, como en la columna de fuego sobre el tabernáculo; y testimonio, como en el candelero del tabernáculo.

 

6   El fuego se asocia con la Palabra de Dios

{He aquí yo pongo mis palabras en tu boca por fuego, y a este pueblo por leña. Había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude ¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra? Jeremías 5.14, 20.9, 23.29.}

 

7   El agua significa la Palabra

Lo hace cuando es cuestión de limpiarse con ella. {Cristo amó a la iglesia … habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, Efesios 5.26.} Véase Sección 7.

 

8   El agua tipifica al Espíritu

Es así en el sentido de que da vida, frescura o fruto cuando uno bebe de ella. Así son las menciones de “ríos de agua” y “lluvias de bendición”. {Si alguno tiene sed, venga a mí y beba … Esto dijo del Espíritu, Juan 7.37,39.}

 

9   El agua es un medio de juicio

La lluvia destruye, como en el diluvio. {Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa, Mateo 7.25.}

 

10      El agua habla de la muerte

Cuando se la menciona como amenaza, es figura de la muerte, como en el cruce del Mar Rojo y del Jordán.

 

11      El agua nos presenta la debilidad del hombre

Es en este sentido que se habla de ella derramada en tierra. {Se reunieron en Mizpa, y sacaron agua, y la derramaron delante de Jehová, y ayunaron aquel día, y dijeron allí: Contra Jehová hemos pecado, 1 Samuel 7.6. De cierto morimos, y somos como aguas derramadas por tierra, que no pueden volver a recogerse, 2 Samuel 14.14. He sido derramado como aguas, y todos mis huesos se desconyuntaron, Salmo 22.14.}

 

12      El agua es símbolo de las naciones

Habla de las multitudes cuando es agua en tumulto. {Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas, Apocalipsis 17.15. Los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo, Isaías 57.20.}

 

13      Se vinculan el fuego y el agua

No puede ser mera repetición lo dicho a Nicodemo; parece evidente que Jesús usó el agua como figura de la Palabra. {El que no naciere del agua y del Espíritu, Juan 3.5. … siendo renacidos … por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre, 1 Pedro 1.23.}

 

11     LAS CORTINAS Y CUBIERTAS

 

Instrucciones giradas en Éxodo 26.1 al 14. Instrucciones cumplidas en Éxodo 36.8 al 19. Presentadas a Moisés en Éxodo 39.33,34. Nuevas instrucciones sobre su colocación y santificación en Éxodo 40.2,9. El levantamiento inicial en Éxodo 40.17 al 19.

 

1   Las cortinas bordadas

Constituían el tabernáculo propiamente dicho. Eran diez, cada cortina midiendo 28 codos de largo y cuatro de ancho. [Quizás 12,2 por 1,8 metros] Estaban unidas en dos juegos de cinco, por medio de cincuenta corchetes de oro y cien lazadas de azul. Los corchetes de oro estaban inmediatamente por encima del velo que separaba el lugar santo y el lugar santísimo. {Pondrás el velo debajo de los corchetes, Éxodo 26.33.}

Lino torcido, azul, púrpura y carmesí; y querubines bordados en las cortinas. Tipifican el carácter y las glorias del Señor Jesucristo. Lino torcido: su pureza inmaculada; el lino representa la justicia [o sea, la santidad]. {A ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos, Apocalipsis 19.8.} Azul: su carácter celestial. {Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo, Juan 3.13.} Púrpura: la realeza de Cristo. La púrpura se refiere mayormente a los gentiles; se la emplea sólo una o dos veces con referencia a Israel. {Vestidos de púrpura que traían los reyes de Madián, Jueces 8.26. [Las naciones] los vestirán de azul y de púrpura, Jeremías 10.9. De azul y púrpura de las costas de Elisa era tu pabellón [Tiro], Ezequiel 27.7,16. Una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, Hechos 16.14. El pabellón [de Asuero] era de blanco, verde y azul, tendido sobre cuerdas de lino y púrpura. Salió Mardoqueo [con] … un manto de lino y púrpura, Ester 1.6, 8.15. Cualquiera que muestre su interpretación, será vestido de púrpura, Daniel 5.7.} Carmesí: la gloria terrenal de Cristo. Es la misma palabra empleada en Job 25.6: {¿Cuánto menos el hombre, que es un gusano, y el hijo del hombre, también gusano?} Y en Salmo 22.6: {Yo soy gusano, y no hombre; oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo.} Este color tiene una relación especial con Israel o Judá; el color nacional.

En el Evangelio según Mateo se le presenta al Señor como el Hijo de David: el carmesí. En Marcos le encontramos como el Siervo perfecto: el lino fino. En Lucas, es el Hijo del Hombre, el que llevará las muchas coronas: la púrpura. {Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas … y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores, Apocalipsis 19.12,16.} En el Evangelio de Juan le vemos como el Hijo de Dios: el azul, el color celestial.

Los mismos colores se emplearon en el velo, en la puerta a la entrada del tabernáculo y en el portón del atrio, pero los últimos dos no tienen mención de querubines. Los tres tapices tenían la misma área de cien codos [de 19 a 21 metros] cuadrados: los dos en el tabernáculo eran de diez por diez, y el de afuera era de veinte por cinco.

 

2   Las cortinas de pelo de cabra

Eran once, siendo cada cortina de treinta codos de longitud (dos más que el tabernáculo) y cuatro de ancho. Seis de ellas formaban una sola para la parte delantera, la sexta siendo doblada sobre la entrada al tabernáculo, y las otras cinco formaban otra cortina para la parte trasera. Estos dos juegos estaban unidos entre sí por cincuenta corchetes de bronce y cien lazadas. El ganado cabruno se empleaba en muchas ofrendas, pero especialmente en el día de la expiación, cuando se degollaba un macho cabrío y otro se dejaba ir libre.

 

3   La cubierta de pieles de carneros

No se especifican dimensiones. Los carneros también se ofrecían en diversas ocasiones, y es de mención especial el carnero de la consagración; Levítico 9. Estas pieles estaban teñidas de rojo, ilustrando, aparentemente, el sufrimiento hasta la muerte.

 

4   La cubierta de pieles de tejones

No se especifican dimensiones. No se sabe a ciencia cierta de qué animal eran estas pieles.

La figura es probablemente la de la separación del mal, ya que todo estaba protegido por estas pieles. {Tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos, Hebreos 7.26. Te lavé con agua, … y te vestí de bordado, te calcé de tejón, Ezequiel 16.10.}

Las pieles de tejones, cubriendo todas las glorias debajo de ellas, hablan también de la humillación del Señor en su vida y ministerio terrenal. Hacen contraste con las hermosuras exteriores del templo; véase Sección 4. {Yo soy gusano, y no hombre; oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo, Salmo 22.6. No hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto, Isaías 53.2,3. ¿No es éste el carpintero? Marcos 6.3. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció, Juan 1.10. Se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, Filipenses 2.7.}

 

5   Las cortinas del atrio

Lino fino. Todo el tabernáculo estaba encerrado por aquello que hablaba de la santidad de Dios.

 

6   Las cubiertas de los vasos santos

El arca se cubría con

  • el velo,
  • pieles de tejones,
  • un paño todo de azul.

La mesa se cubría con

  • un paño azul,
  • un paño carmesí,
  • pieles de tejones.

El candelero y el altar de oro se cubrían con

  • un paño azul
  • y pieles de tejones.

El altar de bronce se cubría con

  • un paño de púrpura
  • y pieles de tejones.

Entonces, en la marcha todos éstos estaban tapados de la vista humana con pieles de tejones. Tan solo el arca tenía un paño de azul por fuera, y estaba a la vista éste cuando los hijos de Israel estaban de marcha, cuando cruzaron el Jordán y cuando rodearon la ciudad de Jericó. Llevando nosotros el nombre suyo de lugar en lugar, nuestro testimonio debe ser siempre celestial.

Se cubría de carmesí tan sólo la mesa de los panes de la proposición, símbolo éste de la provisión hecha para las doce tribus de Israel; Sección 14. Y el altar de bronce, el cual tipificaba los sufrimientos de Cristo, manifestaba con la púrpura la gloria suya a revelarse en su reino futuro.

 

12     EL VELO

 

Instrucciones giradas en Éxodo 26.31 al 37. Obra ejecutada en Éxodo 36.35,36. El velo presentado a Moisés en Éxodo 39.34. Instrucciones dadas para su colocación en Éxodo 40.3 y el velo puesto en su lugar en 40.21. El velo era de diez codos por diez (aproximadamente 4,5 metros de alto y de ancho); era de azul, púrpura y carmesí con lino torcido bordado de querubines; véase Sección 21.

{Pondrás el velo debajo de los corchetes … y aquel velo os hará separación entre el lugar santo y el santísimo, Éxodo 26.33.} Fue diseñado para enseñar una lección por demás importante. {… dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie, Hebreos 9.8.}

Es ilustrativo de la encarnación del Señor Jesucristo. {el velo, esto es, su carne, Hebreos 10.20. } La encarnación de por si nada puede hacer por el pecador; somos salvos por la muerte de Cristo. El antitipo del velo entero se ve en Belén, en Nazaret y en toda la vida aquí del Cristo de Dios. Los milagros de gracia realizados durante su ministerio fueron como los dobleces del velo ante los ojos del hombre, y así sus palabras de gracia de día a día. {Todos daban buen testimonio de él, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca, Lucas 4.22. ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre! Juan 7.46. }

En cambio, en Mateo 16.21 Él está como si fuera parado frente a ese velo, diciendo que hace falta que sea partido: {Comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho … y ser muerto … El velo del templo se rasgó por la mitad, Lucas 23.45. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo, Mateo 27.51, Marcos 15.38.} No se partió de abajo hacia arriba, como si algún hombre tuviera que ver con el asunto; fue de arriba hacia abajo, por mano de Dios.

Si hubiese quedado íntegro por un momento después de la muerte del Salvador, el tipo hubiera sido inadecuado. El hecho de que el velo se haya partido en ese momento es un recordatorio de la importancia inmensa que Dios asigna a los tipos en la Biblia. Sobre estos pasajes en los Evangelios podríamos escribir: “Dando el Espíritu Santo a entender con esto que ya se ha manifestado el camino al Lugar Santísimo”.

 

1   La encarnación

Se llamaba “el velo de la tienda”, o “el velo de separación” (Versión Moderna de 1883), Números 4.5, porque: (i) cubría el arca cual tienda mientras el tabernáculo estaba en pie; (ii) cubría el arca cual manto mientras los hijos de Israel estaban de marcha. Así, ellos nunca veían el oro del arca.

A su vez, el Señor velaba su gloria en su encarnación: “Load al Verbo encarnado, en humanidad velado”. {Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad, Juan 1.14. Grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, 1 Timoteo 3.16. Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios, 1 Juan 4.2,3. Muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne, 2 Juan 7.}

 

2   Por qué fue necesaria

{Por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, Hebreos 2.14. Lo que era imposible para la ley … Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, condenó al pecado en la carne, Romanos 8.3. Por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos, 2 Corintios 5.15.}

 

3   Por qué fue partido el velo

Para llevarnos a Dios: {Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, 1 Pedro 3.18.} Para consagrar un acceso: {… teniendo libertad para entrar … por el camino nuevo y vivo que él nos abrió, Hebreos 10.20.} Para presentarnos ante él: {Os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él, Colosenses 1.22.} Para hacer lo que la ley no podía: {Lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne, Romanos 8.3.}

 

4   Velo adentro, una vez partido

El sumo sacerdote ha entrado: {Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros … por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención, Hebreos 9.12.} Él obra a nuestro favor: {… puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. Entró Cristo … en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios, Hebreos 7.25, 9.24.} Tenemos seguridad allí: {… la esperanza puesta delante de nosotros. La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, Hebreos 6.19.}

Podemos acercarnos nosotros: {Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, Hebreos 4.16, 10.22.} Le seguiremos a él: {Jesús entró por nosotros como precursor, Hebreos 6.20.} El velo rasgado no sólo hizo posible una vía de acceso, sino dio a la vez una vista despejada. No sólo se nos permite acercarnos con fe, sino por fe podemos contemplar aquello que antes no nos era permitido ver. {Vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, Hebreos 2.9.}

El velo dependía de columnas. {Lo pondrás sobre cuatro columnas de madera de acacia cubiertas de oro; sus capiteles de oro, sobre basas de plata, Éxodo 26.32.} Un significado es el de los cuatro evangelistas, humanos pero inspirados, basado todo en la redención, desplegando al Dios manifestado en carne. Las basas fueron hechas del dinero (la plata) del rescate, Éxodo 30.11 al 16, siendo la plata, entonces, un símbolo de la redención.

 

13     EL ALTAR DE INCIENSO

 

Instrucciones giradas a Moisés en Éxodo 30.1 al 10. Instrucciones llevadas a cabo en Éxodo 37.25 al 29. El altar presentado a Moisés en Éxodo 39.38. Instrucciones adicionales dadas para colocar y santificar el altar en Éxodo 40.5,9. Estas instrucciones cumplidas y el incienso quemado en Éxodo 40.16,26,27.

Era de acacia forrada de oro; un codo por un codo, y dos codos de altura. Estaba ubicado en el lugar santo, frente al velo. {Aarón quemará incienso aromático sobre él; cada mañana cuando aliste las lámparas lo quemará. Y cuando Aarón encienda las lámparas al anochecer, quemará el incienso; rito perpetuo delante de Jehová, Éxodo 30.7,8.}

No se hace mención de este mueble en Hebreos 9, ya que el velo se había rasgado y hoy día ofrecemos incienso espiritual ante el trono de la gracia, Hebreos 4.16.

 

1   La composición del incienso

Los ingredientes: Se usaban cantidades iguales de especias aromáticas e incienso, Éxodo 30.34. Las especias se pueden entender como figura de la obra del Espíritu.

Había nueve ingredientes en el aceite de la unción y el incienso, y nueve especias principales en el huerto del amado de El Cantar. {Tomarás especias finas: de mirra excelente quinientos siclos, y de canela aromática la mitad … de cálamo aromático doscientos cincuenta, de casia quinientos … y de aceite de olivas … estacte y uña aromática y gálbano aromático e incienso puro, Éxodo 30.23,34. Tus renuevos son paraíso de granados, con frutos suaves, de flores de alheña y nardos; nardo y azafrán, caña aromática y canela, con todos los árboles de incienso; mirra y áloes, con todas las principales especias aromáticas, Cantar 4.13,14.}

El fruto del Espíritu Santo consta de nueve evidencias. {El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza, Gálatas 5.22,23.}

Las operaciones del Espíritu son nueve. {palabra de sabiduría; palabra de ciencia; fe; dones de sanidad; hacer milagros; profecía; discernimiento de espíritus; diversos géneros de lenguas; interpretación de lenguas; 1 Corintios 12.8 al 10.}

Pablo exhibió nueve ejemplos de la paciencia: {Nos recomendamos en todo como ministros de Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias; en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en desvelos, en ayunos; en pureza, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en el Espíritu Santo, en amor sincero, en palabra de verdad, en poder de Dios, 2 Corintios 6.4 al 7.}

Pedro expone nueve virtudes: {Añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor, 2 Pedro 1.5 al 7.}

 

 

 

2   El uso del incienso

Hoy día solamente los renacidos pueden ofrecer incienso a Dios. En el antiguo régimen, sólo los sacerdotes, los nacidos en la familia de Aarón, podían emplear el incienso. Esto explica el pecado de Uzías. {No te corresponde a ti, oh Uzías, el quemar incienso a Jehová, sino a los sacerdotes hijos de Aarón, que son consagrados para quemarlo.

Los sacerdotes que ministran delante de Jehová son los hijos de Aarón y los que están en la obra son levitas, los cuales queman para Jehová los holocaustos cada mañana y cada tarde, y el incienso aromático, 2 Crónicas 26.18, 13.10,11. Ellos [Leví] enseñarán tus juicios a Jacob, y tu ley a Israel; pondrán el incienso delante de ti, y el holocausto sobre tu altar, Deuteronomio 33.10. Aarón y sus hijos ofrecían sacrificios sobre el altar del holocausto, y sobre el altar del perfume quemaban incienso. Algunos de los hijos de los sacerdotes hacían los perfumes aromáticos, 1 Crónicas 6.49, 9.30.}

Era prohibido ofrecer incienso extraño, y probablemente éste fue el pecado de Nadab y Abiú. {No ofreceréis sobre él incienso extraño, ni holocausto, ni ofrenda, Éxodo 30.9.} El incienso más santo podía ser empleado tan sólo para Dios. {Como este incienso que harás, no os haréis otro según su composición; te será cosa sagrada para Jehová, Éxodo 30.37,38.} Al igual que el ungüento, podía echarse a perder. {Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista, Eclesiastés 10.1. El incienso me es abominación, Isaías 1.13.}

 

3   El significado del incienso

Cristo mismo: {A Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, 2 Corintios 2.14,15.} Su nombre: {A más del olor de tus suaves ungüentos, tu nombre es como ungüento derramado, Cantar 1.3.} La oración, porque se la ofrece en nombre suyo: {Suba mi oración delante de ti como el incienso, el don de mis manos como la ofrenda de la tarde, Salmo 141.2. Los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos. Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono, Apocalipsis 5.8, 8.3. Todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará, Juan 16.23.}

Otras cosas se comparan al ungüento o las especias, y pueden ser como incienso a Dios al ser “en su nombre”. Comunión: {El ungüento y el perfume alegran el corazón, y el cordial consejo del amigo, al hombre, Proverbios 27.9.} Amor: {Mientras el rey estaba en su reclinatorio, mi nardo dio su olor. ¡Cuán hermosos son tus amores, hermana, esposa mía! ¡Cuánto mejores que el vino tus amores, y el olor de tus ungüentos que todas las especias aromáticas! Cantar 1.12, 4.10. Vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, Mateo 26.7. María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, Juan 12.3.} Obsequios: {Estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios, Filipenses 4.18.}

 

4   Acontecimientos relacionados con este altar

Uzías fue castigado con la lepra ante este altar por la presunción descrita en 2 Crónicas 26.18,19, y en ese año Isaías fue bendecido. {En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor … Voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas, Isaías 6.1,6.}

La hora del sacrificio de la tarde, sobre el altar de bronce, y la hora de la ofrenda del incienso, sobre el altar de oro, eran a menudo ocasiones de crisis y de oración contestada. {Suba mi oración delante de ti como el incienso, el don de mis manos como la ofrenda de la tarde, Salmo 141.2.} Elías: {Pasó el mediodía, y ellos siguieron gritando frenéticamente hasta la hora de ofrecerse el sacrificio, pero no hubo ninguna voz,
1 Reyes 18.29.} Esdras: {A la hora del sacrificio de la tarde me levanté de mi aflicción … y extendí mis manos a Jehová mi Dios, Esdras 9.5.} Daniel: {Aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel … vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde, Daniel 9.21.} Cornelio: {A la hora novena, mientras oraba en mi casa, vi que se puso delante de mí un varón con vestido resplandeciente, Hechos 10.3,30.} Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración, Hechos 3.1.

Fue a la hora novena que el Señor dio su vida en la cruz. El sacerdote en el templo ha debido estar ofreciendo el incienso en ese momento, y por esto es de pensar que estaba delante del velo cuando se rasgó. La hora de la muerte del Señor fue predicha en la ofrenda diaria del incienso y el sacrificio de la tarde. El día fue predicho en la pascua, y el año en la profecía de Daniel 9.25,26. {Después de las setenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías.}

 

5   Otras consideraciones

Cuando el sumo sacerdote entraba en el lugar santísimo una vez cada año, parándose en la presencia de la gloria divina, él estaba protegido por una nube de incienso para que no muriera. {Pondrá el perfume sobre el fuego delante de Jehová, y la nube del perfume cubrirá el propiciatorio que está sobre el testimonio, para que no muera, Levítico 16.13. Sol y escudo es Jehová Dios; gracia y gloria dará Jehová, Salmo 84.11.}

El altar de incienso no se describe en Éxodo 25 ni en el 27, sino en el capítulo 30. El sacerdocio ya se había instituido (capítulos 28 y 29), así que ya era posible realizar la adoración sacerdotal.

La ofrenda del incienso de parte del sumo sacerdote en el lugar santísimo era un tipo hermoso de la intercesión de nuestro Señor; véase Sección 24. {Puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. Entró Cristo … en el cielo mismo para presentarse por nosotros ante Dios, Hebreos 7.25, 9.24.}

14     LA MESA DE LOS PANES

 

Instrucciones giradas a Moisés en Éxodo 25.23 al 30. Instrucciones llevadas a cabo en Éxodo 37.10 al 16. La mesa presentada a Moisés en Éxodo 39.36. Instrucciones para su colocación y arreglo en Éxodo 40.4. Puesta en orden en Éxodo 40. 22,23. Era de dos codos de largo y uno de ancho; codo y medio de altura. Hecha de madera de acacia forrada en oro.

 

1   Los panes

{Tomarás flor de harina, y cocerás de ella doce tortas; cada torta será de dos décimas de efa. Y las pondrás en dos hileras, seis en cada hilera, sobre la mesa limpia delante de Jehová. Pondrás también sobre cada hilera incienso puro, y será el pan como perfume, ofrenda encendida a Jehová, Levítico 24.5 al 7.} Cada sábado se colocaban tortas nuevas; Aarón y sus hijos comían las que se quitaban, pero el incienso era para Dios, como en la oblación.

Hay dos palabras para estos panes, ambas traducidas como proposición. [La Versión Popular, publicada primeramente en 1966, emplea “pan sagrado” y “pan de la presencia”. ] (i) Pan de orden: 1 Crónicas 9.32; 23.29; 28.16; 2 Crónicas 2.4; 13.11; 29.18; Nehemías 10.33. Es la misma palabra empleada para hileras en Levítico 24.6,7, citado arriba. (ii) Pan de caras: Éxodo 25.30; 35.13; 39.36; Números 4.7.

Estos panes tipifican a Cristo en la presencia de Dios por nosotros. Todos eran de un mismo tamaño, aun cuando algunas tribus eran mucho más grandes que otras.

 

2   Los tres vasos

Había tres muebles santos en el lugar santo: el altar de oro, el candelero y la mesa. El aspecto primario de cada uno era el de algo para Dios. Los sacerdotes percibían la luz, el olor grato del incienso y el pan, pero todo fue para Dios en primera instancia.

El candelero se alumbraba delante de Dios. {Encendió las lámparas delante de Jehová, Éxodo 40.25.}

Los panes sobre la mesa estaban delante de Dios. {Puso por orden los panes delante de Jehová, Éxodo 40.23.}

El altar estaba delante de Dios. {Quemará el incienso; rito perpetuo delante de Jehová por vuestras generaciones, Éxodo 30.8.}

 

15     LAS FIGURAS DEL PAN Y TRIGO

 

1   El pan de Dios desde la eternidad

El maná: {Hizo llover sobre ellos maná para que comiesen, y les dio trigo de los cielos. Pidieron, e hizo venir codornices; y lo sació del pan del cielo, Salmo 78.24, 105.40.}

 

2   Su encarnación

El maná: {El pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. Jesús dijo: Yo soy el pan de vida. Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre, Juan 6.33,35,50,51.}

 

3   Su vida perfecta

La flor de harina de la oblación. {Cuando alguna persona ofreciere oblación a Jehová, su ofrenda será flor de harina, sobre la cual echará aceite … Levítico 2.1.}

 

4   Su muerte

(i) Las tortas “perforadas” (Sección 6) y las partidas. {Cuando ofrecieres ofrenda cocida en horno, será de tortas de flor de harina sin levadura amasadas con aceite … flor de harina, la cual partirás en piezas, Levítico 2.4,6.}

(ii) El pan partido: {Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí, 1 Corintios 11.24.}

 

5   Su resurrección

(i) El grano de trigo. {Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto, Juan 12.24.}

(ii) El fruto de Canaán: {Al otro día de la pascua comieron del fruto de la tierra, los panes sin levadura, y en el mismo día espigas nuevas tostadas. Y el maná cesó el día siguiente, Josué 5.11,12. }

(iii) Las primicias: {Traeréis al sacerdote una gavilla por primicia de los primeros frutos de vuestra siega, Levítico 23.10,11.}

 

6   Su regreso

(i) Las primicias: {Cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida, 1 Corintios 15.23.}

(ii) El pan partido: {Todas las veces que comiereis este pan … la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga, 1 Corintios 11.26.}

 

7   El alimento de su pueblo

(i) La oblación: {Lo que resta de la ofrenda será de Aarón y de sus hijos; es cosa santísima, Levítico 2.10.}

(ii) La segunda fiesta anual: {A los quince días de este mes es la fiesta solemne de los panes sin levadura a Jehová; siete días comeréis panes sin levadura, Levítico 23.6.}

(iii) Los panes de la proposición: {Cocerás de ella doce tortas … será de Aarón y de sus hijos, los cuales lo comerán en el lugar santo, Levítico 24.9.}

 

8   En la presencia de Dios a favor nuestro

(i) Los panes de la proposición: {… sobre ella [la mesa] puso por orden los panes delante de Jehová, Éxodo 40.23.}

(ii) El maná escondido: {Al que venciere, daré a comer del maná escondido, Apocalipsis 2.17.}

16     EL CANDELERO

 

Instrucciones giradas a Moisés en Éxodo 25.31 al 39. Instrucciones cumplidas en Éxodo 37.17 al 24. El candelero presentado a Moisés en Éxodo 39.37. Instrucciones dadas para su colocación y puesta en servicio, Éxodo 40.4. El candelero encendido en Éxodo 40.24,25.

Todo de oro; un talento (34 kilogramos) de peso. {De un talento de oro fino lo harás, con todos sus utensilios, Éxodo 25.39.} Incluía despa-biladeras (tenazas) de oro puro, 25.38. Los brazos eran siete, y es probable que el de en medio (la caña) era más largo que los otros. {Te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros, Hebreos 1.9.}

 

1   La luz

Las lamparillas alumbraban “hacia la parte de enfrente”, Versión Moderna de 1893. {Las cuales encenderás para que alumbren hacia adelante, Éxodo 25.37.} Se trata de una figura del ministerio terrenal en el poder del Espíritu Santo, el aceite, con Cristo por objeto y tema. Los brazos laterales de por sí no tenían jerarquía en el tabernáculo; separados de la columna central, no hubieran sido portadores de luz. El aceite era “para alumbrar”. El Espíritu Santo nos es dado para que brillemos por Dios. El sumo sacerdote alistaba las lámparas diariamente.

En el proceso de atender a las lamparillas hay una medida de ofensa; las tenazas no emiten un perfume muy agradable. Por lo tanto, él quemaba incienso antes de limpiar las mechas. {Aarón quemará incienso aromático sobre él [el candelero]; cada mañana cuando aliste las lámparas lo quemará, Éxodo 30.7.}

Se encendían las lámparas cada atardecer, y es probable que quedaban encendidas solamente durante la noche. Si bien Éxodo 27.20 habla de “arder continuamente las lámparas”, el versículo siguiente dice, “para que ardan delante de Jehová desde la tarde hasta la mañana”. Hay el mismo lenguaje en Levítico 24.2,3. {Cuando Aarón encienda las lámparas al anochecer, quemará el incienso, Éxodo 30.8.} Samuel estaba durmiendo en el templo de Jehová, donde estaba el arca de Dios, antes que la lámpara de Dios fuese apagada, 1 Samuel 3.3. {Los sacerdotes … ponen el candelero de oro con sus lámparas para que ardan cada tarde, 2 Crónicas 13.11.}

 

2   Historia posterior

Los caldeos llevaron el candelero a Babilonia cuando Judá cayó en cautividad. {Se llevaron también … los incensarios, tazones, copas, ollas, candeleros, escudillas y tazas; lo de oro por oro, Jeremías 52.18,19.} Fue usado por sus opresores impíos, no para la gloria de Dios sino para placer mundano. Así, el juicio de Dios cayó sobre esos opresores. {Belsasar, con el gusto del vino, mandó que trajesen los vasos de oro y de plata que Nabucodonosor su padre había traído del templo de Jerusalén … En aquella misma hora aparecieron los dedos de una mano de hombre, que escribía delante del candelero, Daniel 5.2,5.}

Cristo anda en medio de los siete candeleros. {Vi siete candeleros de oro, y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre. El misterio de … los siete candeleros de oro … son las siete iglesias, Apocalipsis 1.12,13,20.}

 

17     FRUTO Y LUZ

 

Adornaban los brazos del candelero almendras, manzanas y flores, símbolos ellas de fruto para Dios. A menudo se juntan dos símiles de la obra del Espíritu Santo, el fruto y la luz. Ejemplos:

1   El candelero: Los adornos en los brazos, y el aceite para luz.

2   Los sueños de José: {Los manojos, y el sol, la luna y las estrellas, Génesis 37.7,9.}

3   Una parábola: La afirmación del Señor: {La siega es el fin del siglo. Los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre, Mateo 13.39,43.}

4   Dos dichos del Señor: {En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, Juan 15.8. Alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre, Mateo 5.16.}

5   Las epístolas de Pablo: {El fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad. En otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor. La luz es lo que manifiesta todo, Efesios 5.8,9,13. La palabra verdadera del evangelio … lleva fruto y crece también en vosotros, … llevando fruto en toda buena obra. Nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, Colosenses 1.6,10,12,13 … llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo … irreprensibles y sencillos … como luminares en el mundo, Filipenses 1.11, 2.15.

 

18     LA OBRA DEL ESPIRITU SANTO

 

He aquí símbolos que ilustran la realidad de la obra del Espíritu. En el diseño del tabernáculo: {… dando el Espíritu Santo a entender que aún no se había, Hebreos 9.8.} En la construcción del tabernáculo; véase en Sección 3, “El Espíritu”.

En el aceite de la unción; en el aceite para alumbrar; en el aceite para la oblación; en los frutos representados en los brazos del candelero; y en las granadas en la vestidura del sacerdote. En las especias del incienso.

En la nube en y sobre el lugar santísimo. En el Urim y Tumim, “las luces y perfecciones”. {Pondrás en el pectoral del juicio Urim y Tumim, para que estén sobre el corazón de Aarón, Éxodo 28.30.}

En el agua de la peña golpeada que se empleó en llenar la fuente por vez primera; es figura de la Palabra inspirada y aplicada por el Espíritu.

 

19     EL ARCA

 

Instrucciones dadas a Moisés en Éxodo 25.10 al 22. Instrucciones cumplidas en Éxodo 37.1 al 9. El arca presentada a Moisés en Éxodo 39.35. Dirección adicional dada en cuanto a su ubicación en Éxodo 40.3. Esta dirección llevada a cabo en Éxodo 40.20,21. El arca medía dos codos y medio de largo, y un codo y medio de ancho y en altura.

 

1   Un tipo del Señor Jesucristo

Hecha de madera de acacia; la naturaleza humana de nuestro Señor: {Hizo también Bezaleel el arca de madera de acacia, Éxodo 37.1. Él también participó de carne y sangre, Hebreos 2.14.} Cubierta de oro; su deidad. {Lo cubrió de oro puro, Éxodo 37.2. El Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios, Juan 1.1.} El propiciatorio de oro también puesto Él como propiciación. {Hizo asimismo el propiciatorio de oro puro, Éxodo 37.6 … a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, Romanos 3.25.}

La ley colocada adentro. {Descendí del monte, y puse las tablas en el arca que había hecho; y allí están, como Jehová me mandó, Deuteronomio 10.5. El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón, Salmo 40.8. En ella [en el templo] he puesto el arca, en la cual está el pacto de Jehová con Israel, 2 Crónicas 6.11.} El creyente a su vez guarda un pacto. {[Cristo] es mediador de un nuevo pacto, para que … los llamados reciban la promesa de la herencia eterna, Hebreos 9.15.}

Precedía al pueblo en su búsqueda de reposo. {El arca del pacto de Jehová fue delante de ellos camino de tres días, buscándoles lugar de descanso, Números 10.33. Cuando ha sacado fuera todas las [ovejas] propias, va delante de ellas, Juan 10.4.}

En la marcha, el arca estaba normalmente en medio del pueblo de Israel. {Luego irá el tabernáculo de reunión, con el campamento de los levitas, en medio de los campamentos en el orden en que acampan, Números 2.17. Vi siete candeleros de oro, y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, Apocalipsis 1.13. Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos, Mateo 18.20.}

Descendió al río de la muerte, permitiendo al pueblo cruzar en paz. {El arca del pacto del Señor de toda la tierra pasará delante de vosotros en medio del Jordán, Josué 3.11. Somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva, Romanos 6.4. Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios, Colosenses 3.1 al 4. Cuando veáis el arca … marcharéis en pos de ella, Josué 3.3. Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, Hebreos 12.1,2.}

Los muros de Jericó cayeron ante la procesión encabezada por el arca. {Siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero delante del arca … y el muro se derrumbó, Josué 6.4,20. Las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, 2 Corintios 10.4. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? 1 Juan 5.5 … .el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas, Filipenses 3.21.}

Josué y los ancianos hicieron confesión ante el arca cuando pecó Acán. {Josué rompió sus vestidos, y se postró en tierra sobre su rostro delante del arca de Jehová, Josué 7.6. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro, Hebreos 4.16.}

El enemigo se posesionó del arca cuando Israel cayó en decadencia. {El arca de Dios fue tomada, y muertos los dos hijos de Elí, 1 Samuel 4.11. Entregó a cautiverio su poderío, y su gloria en mano del enemigo, Salmo 78.61. Ellos [la gente enviada por los principales sacerdotes] le echaron mano, y le prendieron, Marcos 14.46. Este, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, Hechos 2.23.}

Israel abandonó al arca. {Israel fue vencido, y huyeron cada cual a sus tiendas … y el arca de Dios fue tomada, 1 Samuel 4.10,11. Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron, Marcos 14.50.} El ídolo de los filisteos fue vencido por la presencia del arca. {He aquí Dagón postrado en tierra delante del arca de Jehová, 1 Samuel 5.3,4.

(i) Cuando les dijo [a los alguaciles]: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra, Juan 18.6.

(ii) Cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas sus armas en que confiaba, y reparte el botín, Lucas 11.22.

(iii) Hijitos, guardaos de los ídolos, 1 Juan 5.21.}

El arca estuvo en tierra de los filisteos, resultando en mortandad para ellos. {Los que no morían, eran heridos de tumores; y el clamor de la ciudad subía al cielo. Estuvo el arca de Jehová en la tierra de los filisteos siete meses, 1 Samuel 5.12, 6.1. Para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, 2 Corintios 2.15,16.} Fue devuelta a la casa de un ciudadano de Gat. {Estuvo el arca de Jehová en casa de Obed-edom geteo tres meses; y bendijo Jehová a Obed-edom y a toda su casa, 2 Samuel 6.11. Grato olor de Cristo en los que se salvan … olor de vida para vida, 2 Corintios 2.15,16. El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él, Juan 14.23.}

Entró triunfantemente en la ciudad de Dios. {Los hijos de los levitas trajeron el arca de Dios puesta sobre sus hombros en las barras, 1 Crónicas 15.15. ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! Mateo 21.9. He aquí tu Rey viene, Juan 12.15.}

Fueron levitas quienes la llevaron a Jerusalén. {… ayudando Dios a los levitas que llevaban el arca del pacto, 1 Crónicas 15.26. Instrumento escogido me es éste [Saulo de Tarso], para llevar mi nombre, Hechos 9.15.} El arca fue devuelta por fin a su lugar debido. {Los sacerdotes metieron el arca del pacto de Jehová en su lugar, en el santuario de la casa, en el lugar santísimo, bajo las alas de los querubines. Poned el arca santa en la casa que edificó Salomón … para que no la carguéis más sobre los hombros, 2 Crónicas 5.7, 35.3. Habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, Hebreos 1.3. He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos, Apocalipsis 21.3.}

David respetó el símbolo de la majestad divina. {Temiendo David a Jehová aquel día, dijo: ¿Cómo ha de venir a mí el arca de Jehová? 2 Samuel 6.9.} Pedro tuvo temor al ver evidencia del poder del Señor. {Cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador, Lucas 5.8.}

¡La encontramos! {He aquí en Efrata lo oímos; lo hallamos en los campos del bosque, Salmo 132.6.} ¡Le encontramos! {Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés, Juan 1.45.}

Pasó el torrente de Cedrón cuando David huyó de Absalón. {También iba Sadoc, y con él todos los levitas que llevaban el arca del pacto de Dios, 2 Samuel 15.24. Habiendo dicho Jesús estas cosas, salió con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, Juan 18.1.}

A ninguno le fue permitido mirar adentro ni tocar el arca.

(i) {Dios hizo morir los hombres de Bet-semes, porque habían mirado dentro del arca de Jehová, 1 Samuel 6.19.}

(ii) {Uza extendió su mano al arca, y la sostuvo; porque los bueyes tropezaban … .y cayó allí muerto junto al arca de Dios, 2 Samuel 6.6,7. Nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar, Mateo 11.27. Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, Colosenses 2.18.}

 Ministerio delante del arca. {Dejó allí, delante del arca del pacto, a Asaf y a sus hermanos, para que ministrasen de continuo delante del arca, cada cosa en su día,
1 Crónicas 16.37 … .sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres, Efesios 6.7. Del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís, Colosenses 3.24.}

Cesó la necesidad de llevarla. {Los levitas no tendrán que llevar más el tabernáculo y todos los utensilios para su ministerio, 1 Crónicas 23.26. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, 2 Timoteo 4.7,8.}

 

2   La historia de sus movimientos

Sinaí: {Lábrate dos tablas de piedra como las primeras, y sube a mí al monte, y hazte un arca de madera, Deuteronomio 10.1. Metió el arca en el tabernáculo, … como Jehová había mandado a Moisés, Éxodo 40.21.}

El desierto: {Partieron del monte de Jehová camino de tres días; y el arca del pacto de Jehová fue delante de ellos camino de tres días, buscándoles lugar de descanso, Números 10.33.}

El Jordán: {Cuando los sacerdotes que llevaban el arca del pacto de Jehová subieron de en medio del Jordán, y las plantas de los pies de los sacerdotes estuvieron en lugar seco, las aguas del Jordán se volvieron a su lugar, Josué 4.18.} Ante Jericó: {Los siete sacerdotes … fueron delante del arca de Jehová … .Josué dijo al pueblo: Gritad, porque Jehová os ha entregado la ciudad, Josué 6.13,16.}

En Gilgal: Josué 4.19, 9.6, 10.43. En el valle de Acor: {Josué rompió sus vestidos, y se postró en tierra sobre su rostro delante del arca de Jehová, hasta caer la tarde, él y los ancianos, Josué 7.6.}

En el valle de Siquem: {Todo Israel, con sus ancianos, oficiales y jueces, estaba de pie a uno y otro lado del arca, en presencia de los sacerdotes levitas que llevaban el arca del pacto de Jehová, así los extranjeros como los naturales. La mitad de ellos estaba hacia el monte Gerizim, y la otra mitad hacia el monte Ebal … leyó las palabras de la ley, Josué 8.33.} El encuentro con la mujer samaritana parece haberse realizado en este mismo punto, si cotejamos dos pasajes: (i) {… una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José, Juan 4.5.} (ii) … el sepulcro que a precio de dinero compró Abraham de los hijos de Hamor en Siquem, Hechos 7.16.}

Silo: {Toda la congregación de los hijos de Israel se reunió en Silo, y erigieron allí el tabernáculo de reunión, después que la tierra les fue sometida, Josué 18.1. Cada año hay fiesta solemne de Jehová en Silo, Jueces 21.19. Todos los años aquel varón subía de su ciudad para adorar y para ofrecer sacrificios a Jehová de los ejércitos en Silo. [Ana] lo trajo [Samuel] a la casa de Dios en Silo, 1 Samuel 1.3, 24.}

En Eben-ezer: {Envió el pueblo a Silo, y trajeron de allá el arca del pacto de Jehová de los ejércitos, que moraba entre los querubines, y los dos hijos de Elí, Ofni y Finees, estaban allí con el arca del pacto de Dios. Y el arca de Dios fue tomada, 1 Samuel 4.4,11.}

En poder de los filisteos: {Cuando los filisteos capturaron el arca de Dios, la llevaron desde Eben-ezer a Asdod. Pásese el arca del Dios de Israel a Gat. El arca de Dios vino a Ecrón. 1 Samuel 5.1,8,10.}

En Bet-semes: {El carro vino al campo de Josué de Bet-semes. Dios hizo morir a los hombres de Bet-semes, porque habían mirado dentro del arca. 1 Samuel 6.14,19.}

En Quiriat-jearim: {Llevaron el arca de Jehová, y la pusieron en casa de Abinadab, situada en el collado; y santificaron a Eleazar su hijo para que guardase el arca de Jehová. Desde el día que llegó el arca a Quiriat-jearim pasaron muchos días, veinte años, 1 Samuel 7.1,2.}

Buscada por David: {Se levantó David y partió de Baala de Judá … para hacer pasar de allí el arca de Dios, sobre la cual era invocado el nombre de Jehová de los ejércitos, que mora entre los querubines, 2 Samuel 6.2. Lo hallamos en los campos del bosque. Entraremos en su tabernáculo, Salmo 132.6,7.}

Guardada por Obed-edom: {David no quiso traer para sí el arca de Jehová a la ciudad de David; y la hizo llevar David a casa de Obed-edom geteo, 2 Samuel 6.10.}

En una tienda en Jerusalén: {El arca de Jehová llegó a la ciudad de David … Metieron, pues, el arca de Jehová, y la pusieron en su lugar en medio de una tienda que David le había levantado, 2 Samuel 6.17. David había traído el arca de Dios de Quiriat-jearim al lugar que él había preparado; porque él había levantado una tienda en Jerusalén,
2 Crónicas 1.4.}

El tabernáculo se encontraba en Gabaón: {Fue Salomón, y con él toda esta asamblea, al lugar alto que había en Gabaón; porque allí estaba el tabernáculo de reunión de Dios, que Moisés siervo de Jehová había hecho en el desierto, 2 Crónicas 1.3. El tabernáculo de Jehová que Moisés había hecho en el desierto, y el altar del holocausto, estaban entonces en el lugar alto de Gabaón, 1 Crónicas 21.29.}

En el templo: {Los sacerdotes metieron el arca del pacto de Jehová en su lugar, en el santuario de la casa, en el lugar santísimo, bajo las alas de los querubines; pues los querubines extendían las alas sobre el lugar del arca, y los querubines cubrían por encima así el arca como las barras. E hicieron salir las barras, de modo que se viesen las cabezas de las barras del arca delante del lugar santísimo, mas no se veían desde fuera; y allí están hasta hoy. 2 Crónicas 5.7 al 9.}

Restaurada a su lugar después de decadencia en Israel: {Dijo [Josías] a los levitas que enseñaban a todo Israel, y que estaban dedicados a Jehová: Poned el arca santa en la casa que edificó Salomón … no la carguéis más sobre los hombros, 2 Crónicas 35.3.}

 

Vista en el cielo: {El templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo, Apocalipsis 11.19.}

 

20     EL CONTENIDO DEL ARCA

 

1   Las tablas de la ley: {Lábrate dos tablas de piedra como las primeras, y sube a mí al monte, y hazte un arca de madera … puse las tablas en el arca que había hecho, Deuteronomio 10.1,5. En [el templo] he puesto el arca, en la que está el pacto de Jehová que celebró con los hijos de Israel, 2 Crónicas 6.11 … el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la cual estaba una urna de oro que contenía … las tablas, Hebreos 9.4.}

2   El libro de la ley: {Dio órdenes Moisés a los levitas que llevaban el arca del pacto de Jehová, diciendo: Tomad este libro de la ley, y ponedlo al lado del arca del pacto de Jehová vuestro Dios, y esté allí por testigo contra ti, Deuteronomio 31.25,26.}

3   La vasija de maná: {Toma una vasija y pon en ella un gomer de maná, y ponlo delante de Jehová, para que sea guardado para vuestros descendientes, Éxodo 16.33 … el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, Hebreos 9.4.}

4   La vara de Aarón: {… el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba … la vara de Aarón que reverdeció, Hebreos 9.4.}

Ni la urna ni la vara estaban en el arca en el templo, probablemente porque ambas eran memoriales de la murmuración y rebelión del pueblo, cosa que no se recordará en la gloria. {En el arca no había más que las dos tablas, 2 Crónicas 5.10. En el arca ninguna cosa había sino las dos tablas de piedra que allí había puesto Moisés en Horeb, 1 Reyes 8.9.}

 

21     LOS QUERUBINES

 

Hay diversas interpretaciones de su sentido típico: (i) los atributos de Dios; (ii) su ejecutivo; (iii) emblemas de los redimidos.

Estaban bordados en las cortinas del tabernáculo propio, y en el velo, y por ende se rasgaron con éste. Formaban una parte integral del propiciatorio: {Harás tambien dos querubines. Los querubines extendían sus alas por encima, cubriendo con sus alas el propiciatorio, Éxodo 25.18 al 20, 37.7 al 9.} Miraban el uno al otro, y hacia el propiciatorio donde estaba la sangre.

Estos detalles parecen indicar que los querubines tipifican a los redimidos:

  • Fueron partidos en el velo: {Con Cristo estoy juntamente crucificado, Gálatas 2.20.}
  • Parte integral del velo y del propiciatorio: {… que también ellos sean uno en nosotros. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, Juan 17.21,23.}
  • Comunión entre sí y con el propiciatorio: {Vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Si andamos en luz … tenemos comunión unos con otros, 1 Juan 1.3,7.}
  • Dependían de la sangre: {Tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado, 1 Juan 1.7.}

 

22     LAS VARAS

 

Las varas del arca elaboradas en Éxodo 37.5. Colocadas para la marcha en Números 4.6. Quitadas en 2 Crónicas 5.9, por haberse finalizado la peregrinación.

Las varas son una figura de la marcha. Considérense — La vida de Jacob: {Con mi cayado pasé este Jordán, y ahora estoy sobre dos campamentos, Génesis 32.10.} La pascua en Egipto: {Lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano, Éxodo 12.11.} Los pozos en el desierto: {Sube, oh pozo, … lo cavaron los príncipes del pueblo, y el legislador, con sus báculos, Números 21.17,18.} El apoyo único en el viaje: {Les mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente bordón, Marcos 6.8.}

23     LOS SALMOS 26 Y 27

 

Estos salmos describen un acercamiento al lugar santísimo. {Jehová, la habitación de tu casa he amado, y el lugar del tabernáculo de tu gloria, 26.8, Versión Reina-Valera de 1909}

La fuente y el altar de bronce: {Lavaré en inocencia mis manos, y así andaré alrededor de tu altar, oh Jehová, 26.6.} La luz del candelero y la vida tipificada por los panes y la mesa: {Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? 27.1} La ofrenda al altar de incienso: {Sacrificaré en su tabernáculo sacrificios de júbilo, 27.6.} Las cortinas de recamador y el velo: {Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, 27.4.} El lugar santísimo, el secreto del tabernáculo: {Él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; me ocultará en lo reservado de su morada, 27.5.}

 

24     EL EVANGELIO SEGUN JUAN

 

{Aquel verbo fue hecho carne, y habitó [tabernáculo] entre nosotros, Juan 1.14.} En los capítulos 1 al 12 de Juan encontramos el ministerio público del Señor en el atrio afuera. La primera cosa que vemos es el Cordero para el altar de bronce, y la última, las palabras postreras a los que están fuera del portón: {He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Jesús clamó y dijo: El que cree en mí … El que me rechaza, 1.29, 12.44 al 50.}

En el capítulo 13, Él está solo con sus discípulos, ante la fuente. La emplea para la limpieza y como preparación para ministerio en el lugar santo. En los capítulos 14 hasta 16 de Juan le encontramos con ellos en el lugar santo. Les enseña acerca del Espíritu Santo (tipificado Él en el aceite para el candelero) y el fruto (tipificado en los adornos del candelero). Les enseña la oración en el nombre suyo, cosa que nos recuerda del altar de incienso, y les habla de su salida para entrar en la presencia de Dios, cual pan de la proposición sobre la mesa del tabernáculo. En el capítulo 17 nuestro Señor es el sumo sacerdote a solas en el lugar santísimo.

 

25     COMO SE ALUMBRABA EL TABERNACULO

 

El atrio se alumbraba por el sol, una luz natural que estaba a la vista de todos. El lugar santo se alumbraba por el candelero, una figura del ministerio de la Iglesia. El lugar santísimo se alumbraba por la gloriosa presencia de Dios mismo. El cielo será como el lugar santísimo en este detalle.

{No tienen necesidad de luz de lámpara [como en el lugar santo], ni de luz del sol [como en el atrio], porque Dios el Señor los iluminará [como en el lugar santísimo], Apocalipsis 22.5.} Aun ahora podemos disfrutar de los días de los cielos sobre la tierra, Deuteronomio 11.21, morando en el lugar secreto del Altísimo, Salmo 91.1.

 

 

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