Absalón (#472)

Absalón

 

 Héctor Alves

 

 

No había en todo Israel ninguno tan alabado por su hermosura como Absalón; desde la planta de su pie hasta su coronilla no había en él defecto, 2 Samuel 14.25.

Pero bien preguntó su padre David: «¿El joven Absalón está bien?» 18.32. Segunda Samuel capítulos 13 al 19 mencionan su nombre aproxima-damente cien veces, pero de todas las biografías narradas en la Palabra de Dios, la de Absalón es una de las más tristes. Es la historia del afecto natural y de las tribulaciones de un padre de corazón roto.

 

  1. Un yugo desigual, 3.3. Su madre era Maaca, hija de un rey de Gesur, una parte de Asiria, 15.8. Procedió de aquellos que se describen como «las gentes que están en vuestro derredor».

 

  1. Un defecto invisible, 14.25. «Desde la planta de su pie hasta su coronilla no había en él defecto». Pero la hermosura de Absalón estaba todo lado afuera. Tenía todo lo que apelaba al hombre natural, pero Dios sabía de un defecto que no estaba a la vista. «Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana», Isaías 1.5,6. Su hermosura personal, libre de defecto exterior, no hacía nada para realzar su condición espiritual.

 

  1. Un hogar infeliz, 13.1 al 14. El pecado de David registrado en el capítulo 11 dejó su huella sobre el hogar. Más adelante su hermanastro Amnón violó a su hermana. Por meses el corazón de Absalón abrigó un espíritu de venganza, y él tramó la muerte de Amnón por lo que había hecho a Tamar. El asesinato de Amnón trajo pesar a David, y como resultado Absalón volvió más y más rebelde ante su padre. Huyó a su suegro, Talmai, 13.38.

 

  1. Un espíritu rebelde, 14.28 al 33. Cuando volvió al hogar, después de tres años enteros en Gesur, él no reconoció su culpa ni dio señales de arrepentimiento. El rey no aplicó ninguna disciplina bíblica, sino lo besó a Absalón. En esto David fue negligente. Leemos en el versículo anterior: «¿Para qué vine de Gesur? Mejor me fuera estar aún allá. Vea yo ahora el rostro del rey; y si hay en mí pecado, máteme». En vez de un espíritu quebrantado, Absalón manifestó volun-tad propia. El hombre que no tenía defecto exterior hizo entrever su defecto interior.

 

  1. Un hijo infiel, 15.1 al 14. Absalón estaba empeñado en hacer lo que quería, y organizó una rebelión contra su padre, Rey David. Primeramente, robó los corazones del pueblo. No leemos que los ganó, sino que los robó. Sabía que les era agradable, pero usó un don de Dios para un fin innoble. Su padre había hecho mal al besarlo, y posteriormente Absalón se valió de los besos para ganar el favor de otros. «Cuando alguno se acercaba para inclinarse a él, él extendía la mano y lo tomaba, y lo besaba».

Pronto contaba con partidarios. Ganaba su apoyo con criticar la administración de su padre, y entonces se sublevó en rebelión abierta. Este hombre anhelaba el poder pero carecía de la habilidad de llenar el puesto que ambicionaba. El triste hecho fue que «el corazón de todo Israel se va tras Absalón. Entonces David dijo … huyamos, porque no podemos escapar delante de Absalón».

 

  1. Un final prematuro, 18.9 al 14 «Iba Absalón sobre un mulo, y el mulo entró por debajo de las ramas espesas de un gran encina, y se le enredó la cabeza en la encina, y Absalón quedó suspendido entre el cielo y la tierra; y el mulo en que iba pasó adelante. Viéndolo uno, avisó a Joab». Nada se dice que su cabello haya causado el accidente; aparentemente su cuello se quedó trancado entre las ramas. Es de suponer que su abundante cabello, que cortaba anualmente, era tan pesado que dificultó cualquier intento a salvarse.

Joab respondió a su informante, diciendo que ha debido matar a Absalón y ganar para sí una gran recompensa. A esto el otro respondió que ni por una suma muchísimo mayor él estaría dispuesto a hacer eso, «porque nosotros oímos cuando el rey te mandó a ti y a Abisai y a Itai, diciendo: Mirad que ninguno toque al joven Absalón». Este ejemplo de obediencia es sobresaliente, pero Joab desobedeció. Clavó tres dardos en el corazón de Absalón cuando estaba vivo, indefenso en el árbol.

El juicio de Dios había alcanzado al pródigo Absalón cuando joven todavía. Su cuerpo fue lanzado en un gran hoyo en el bosque y cubierto de un montón de piedras. Fue un monumento muy diferente a aquel que había hecho para sí. En vida Absalón erigió una columna y dijo: «Yo no tengo hijo que conserve la memoria de mi nombre».

Este joven afligió a su padre más por su muerte que lo había afligido por su vida. Posiblemente en su angustia David habrá reflexionado sobre las ocasiones cuando no había actuado sabiamente con su hijo, y como este descuido había aportado al fin inoportuno y vergonzoso de Absalón. Que tantos padres como hijos aprendan de esta historia trágica.

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