Asaf (#477)

Asaf

 

Héctor Alves

 

 

Es muy poco lo que se ha escrito sobre Asaf, posiblemente por la sencilla razón que las Escrituras revelan poco en cuanto a él, aparte de sus propios escritos. No obstante, lo consideramos un personaje digno de atención y queremos ver qué vino de su pluma.

Era levita, hijo de Berequías, y prominente como músico y escritor.

Su nombre aparece en el encabezamiento de doce salmos: el 50 en Libro II, y del 73 al 83 en Libro III. David lo nombró para dirigir el coro en los servicios del santuario, y hay mención más adelante de sus hijos como cantores en el templo. Su nombre quiere decir «uno que recoge», y es evidente que Asaf recogió mucho espiritual

mente. Vemos que era bien versado en las Escrituras como historiador, maestro y profeta.

 

Él no podía dirigirse a Dios como Padre, ni conocía la redención como nosotros la conocemos, ni tenía al Espíritu morando en él. Con todo, escaló alturas que bien intentaríamos nosotros. Vamos a considerar su espiri-tualidad, visión y legado. Sus salmos que eran que es espiritual. Encontramos en el Antiguo Testamento poco más elegante que el Salmo 73; p.ej. «¿A quién tenga yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra». Estaba contento dejar que el mundo pasara, sin saber de ganancia ni pérdida. Dios era su todo para Asaf.

Notamos su humildad y el ejercicio genuino de alma: «Por poco resbalaron mis pasos». En seguida confesó su envidia de los arrogantes, al ver la prosperidad de los impíos. La duda se apoderó de él, pero entró en el santuario, y todo cambió.

Asaf recibió una visión renovada de Dios. Vio las cosas como Él las ve, y comprendió el fin de los impíos. Huyeron las dudas y el gozo llenó su alma; exclamó: «el acercarme a Dios es el bien». Si lo hubiera hecho antes, a lo mejor hubiera evitado la aflicción de alma que narra en este salmo. Pero, bien, pudo terminar con asegurarnos: «He puesto en Jehová el Señor mi esperanza».

 

Ahora, en cuanto a este hombre como profeta, leemos en 2 Crónicas 29.30: «El rey Ezequías y los príncipes dijeron a los levitas que alabasen a Jehová con las palabras de David y de Asaf vidente». Esto fue tres-cientos años después de su partida.

Conocemos a Asaf el salmista, pero no tanto a Asaf el vidente. 1 Samuel 9.9 explica: «… al que hoy se llama profeta, entonces le llamaba vidente». Un vidente era un hombre capacitado por Dios para ver acontecimientos futuros; su vista penetraba el velo que esconde las cosas divinas.

Asaf era uno de estos. Como Apolos en otra época, era poderoso en las Escrituras, y lo revelan los salmos que redactó. Comprendía eventos pasados y Dios le dio una revelación del futuro. En el Salmo 79 él declara: «Oh Dios, vinieron las naciones a tu heredad; han profanado tu santo templo; redujeron a Jerusalén a escombros». Esto sucedió más de cuatrocientos años después de su tiempo. En el último salmo atribuido a Asaf, el 83, encontramos varias declaraciones histó-ricas y proféticas. Dicho sucintamente, los salmos de este hombre son doctrinales, históricos y proféticos.

Asaf está recordado por lo que dijo y escribió, así como algunos de nuestros hombres piadosos de generaciones pasadas son recordados por sus palabras de consejo que se citan a menudo. Imitemos su fe.

Comparte este artículo: