Mentira y verdad (#9921)

9921

Mentira y verdad

 

Robert E. Surgenor

 

El adagio dice que “una mentira dará la vuelta al globo antes de que la verdad llegue a la puerta al lado”. Y es cierto.

A veces los detectives se fijan en el rostro de uno a ver si hay indicios de que miente. Se afirma que el área de la memoria en nuestro cerebro está al lado izquierdo, y que si queremos responder a una pregunta según recordamos los hechos, inconscientemente levantamos los ojos hacia el izquierdo. Pero la parte creativa del cerebro está al lado derecho, y si queremos inventar una respuesta falsa, los ojos giran al lado derecho. En otras palabras, estamos diciendo una mentira.

Parece que mentir es innato en nosotros. “Se apartaron los impíos desde la matriz; se descarriaron hablando mentiras», Salmo 116.11. El rasgo innato de la mentira se debe a nuestra caída a través del pecado de Adán. Por esto todos nacimos pecadores y todos necesitamos un Salvador.

Dios odia la mentira tanto que nos dice, “Todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda», Apocalipsis 21.8.

Hay quienes mienten con la Santa Biblia en la mano; es “la hipocresía de mentirosos … teniendo cauterizada la conciencia”, 1 Timoteo 4.2. “Habrá … falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras», 2 Pedro 2.1. Si uno confía su alma a ellos, será condenado eternamente.

Aun cuando la situación es seria, hay algo puro en el cual usted puede confiar su alma por la eternidad. Se llama ¡la Verdad!

Jesús dice acerca del Padre, “Tu palabra es verdad», Juan 17.17. Si tengo algo de sentido común voy a recurrir solamente a la Palabra de Dios para saber de Dios mismo cómo ser perdonado de mis pecados y tener asegurado un bendito hogar en el cielo.

¿Ha oído alguna vez la mentira de que un Dios amante nunca condenaría a una persona a la perdición? ¡Ojo! “Los malos serán trasladados al Seol, todas las gentes que se olvidan de Dios”, Salmo 9.17. No es difícil entender eso, ¿verdad?

La mayoría exclama, “Si hago lo mejor que puedo, llegaré al cielo”. ¿Y dónde habrán recogido aquella mentira? Al contrario, “por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no por obras, para que nadie se gloríe”, Efesios 2.8.9. Es la fe en Él que murió en la cruz, que me salva del infierno.

Es un regalo, dado libremente a expensas del Dador. “La paga del pecado es la muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro», Romanos 6.23.

Gente sincera oye que no deberían interpretar la Biblia por sí mismos. Es comprensible. Aquellos religiosos saben que si sus feligreses piden a Dios mostrarles la pura verdad,  descubrirán que sus guías son mentirosos. Sea honesto y reflexione. ¿Estas verdades están contradiciendo lo que usted ha pensado? Si es así, es hora de simplemente creer a Dios, ¿cierto?

Otra mentira es que todos vamos al cielo. Escuchemos al Señor en Mateo 7.13,14: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan». ¡Asombroso de veras!

Ninguna iglesia, ningún sacerdote, ningún profeta, ningún predicador puede salvarle a usted. ¡Sólo Cristo salva! Él murió por nuestros pecados. Él resucitó de entre los muertos. Él vive ahora en el cielo. Confíe en Él para su salvación, ¡esto sí es la verdad!

 

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