Si es que pierdo mi salvación | ¿Los verdaderos creyentes pueden perder la salvación? | Para siempre (#510)

              Si es que  pierdo mi salvación

              ¿… creyentes  …. perder  su  salvación?

              Para siempre

Si es que  pierdo mi salvación

 

¿Por qué la vida eterna no es eterna en el caso mío? Juan 3.36

¿Dónde señala el Nuevo Testamento que alguna acción de parte del creyente hoy en día tiene un efecto negativo sobre los beneficios del plan de salvación para el pecador?

¿Dónde hace la Biblia declaraciones claras e inequívocas acerca del peligro de perder la salvación personal?

Por cuanto fui escogido en Cristo desde antes de la fundación del mundo, Efesios 1.4, ¿dónde definen las Escrituras las acciones que anularán aquella decisión divina?

Por cuanto fui salvo en primera instancia sin mérito alguno de parte mía, Efesios 2.8,9, ¿dónde se establece que me condenan mis desméritos?

¿Dónde dice la Palabra de Dios que algunos de los pecados míos socavan la gracia de Dios?

Por cuanto la salvación tuvo lugar en un punto de tiempo, ¿la Biblia enseña que la pérdida ocurre también en un momento específico?

¿Dónde me avisan las Escrituras que se anulará mi salvación?

He pasado de muerte a vida. ¿Cómo describe la Palabra de Dios mi nueva condenación? Juan 5.24

¿Dónde se me participa que he perdido mi relación de un hijo de Dios?

¿De qué manera señalan que se ha perdido el nuevo nacimiento? Juan 3.7

¿Dónde declaran las Escrituras que pierdo mi membresía en el Cuerpo de Cristo? Mateo 16.18

¿Qué porción de la Biblia hace saber que he sido devuelto al reino de Satanás para compartir su suerte? Colosenses 1.18

¿Cuál pasaje dice que el Espíritu Santo ha sido motivado a dejarme? Juan 14.16,17, Efesios 1.13,14

¿Puedo ser salvo de nuevo? ¿”Todo aquel” as aplicable todavía en el caso mío, o perdí esa opción una vez por todas?

Si mis pecados fueron perdonados cuando inicialmente confié en Cristo, 1 Juan 2.12, y mis pecados son perdonados sobre la marcha por el proceso de la confesión, 1 Juan 1.7, ¿se los restituyen en mi contra cuando caigo, o es que se me condena por solamente aquellos que cometo a partir de mi caída? ¿Qué dicen las Escrituras al respecto?

¿Cómo saben los ancianos de mi congregación cuándo debo ser apartado de la comunión por haber dejado de ser salvo? ¿Qué porciones de las Escrituras les guían en este sentido?


¿Los  verdaderos  creyentes  en  Cristo
pueden  perder  su  salvación?

Michael Penfold, Bicester, Inglaterra
Precious Seed número 56-4

 

El primer paso para responder a esta pregunta es estar seguro de saber lo que la salvación es realmente.

 

¿Sabe qué sucedió cuando fue salvo? Es decir, cuando de verdad, verdad confió en Jesucristo como su único, suficiente Salvador. Veamos algunos pasajes de la Biblia—

  • Usted fue convertido; Dios le dio media vuelta — Hechos 3.19: ‘Arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados’.
  • Usted fue redimido; fue recomprado — 1 Pedro 1.18: ‘Fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo’.
  • Usted fue regenerado; se le dio una vida nueva — Santiago 1.18: ‘Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas’.
  • Usted fue reconciliado; se le dio paz — 2 Corintios 5.19: ‘Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación’.
  • Usted fue santificado; fue puesto aparte para Dios— 1 Corintios 1.2: ‘… a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro’.
  • Usted fue justificado; Dios le imputó el pecado suyo a Cristo y le imputó santidad a usted. El juez del universo le ha declarado justo — Romanos 3.28: ‘Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley’.
  • Usted fue adoptado; no sólo ha nacido en la familia de Dios como hijo suyo, sino ha sido incorporado en la familia de Dios como hijo— Romanos 8.15: ‘No habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!’

 

Además, fue sellado por el Espíritu Santo. Él vino a morar en usted. Fue bautizado en Él y ungido por Él—

  • Efesios 1.13 ‘… habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra   salvación, y habiendo creído en él [Cristo], fuisteis sellados con el Espíritu  Santo de la promesa’.
  • Juan 14.17 ‘… el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros’.
  • 1 Corintios 12.13 ‘Por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos [gentiles], sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu’.
  • 1 Juan 2.27 ‘La unción que vosotros recibisteis de él [Cristo] permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él [Cristo]’.

 

Usted recibió la vida eterna, como expresa aquel famoso versículo Juan 3.36. Por estar ahora ‘en Cristo’ está predestinado a ser conformado a la imagen suya — Romanos 8.29 ‘A los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos’.

Ha venido de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida y del poder de Satanás a Dios. Una vez era ciego, ¡pero ahora puede ver! — Efesios 1.3 ‘Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo’.

Todas estas cosas se aplicaron a usted el momento en que fue salvo. Son verdades «posicionales» que aplican a cada verdadero creyente, cada persona que de veras ha nacido de nuevo. Vamos a decirlo una vez más — son verdades que tienen que ver con qué somos en Cristo, y no con cómo estamos día a día.

Así que, si fuera cuestión de perder su salvación, ¡Dios tendría que anular estas verdades cada vez que usted la pierda!

 

¡Pero yo peco todavía!

Algunos creyentes piensan erróneamente que al ser salvos Dios perdonó solamente los pecados que habían cometido hasta ese momento. Les parece que tienen que confesar sus pecados día tras día solamente para «quedarse salvos», y que si cometen un pecado suficientemente grande ellos tendrán que ser salvos otra vez.

Y otra vez, y …

Sin embargo, cuando Dios justifica a un pecador, Él quita su culpabilidad pasada, presente y futura. El pecador es declarado justo sobre la base de la muerte de Cristo. Reflexione sobre esto; cuando Cristo murió en la cruz usted ni había nacido, ¡de manera que todos sus pecados estaban aún en el futuro!

Ahora que ha creído en el Señor Jesucristo, todos sus pecados son vistos por Dios como habiendo sido limpiados por la sangre de Cristo. — Romanos 4.7,8. ‘Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado’. En el caso que peque, debe confesar este pecado a Dios — 1 Juan 1.8,9 ‘Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros’.

Esto es para mantener su comunión con el Padre, no su salvación. Cuando Dios nos adopta a su familia somos hechos verdaderos hijos suyos — 1 Juan 3.1 ‘Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él’.

Aun cuando el niño en una familia humana pueda desobedecer a sus padres y ser castigado, nada puede cambiar el hecho que es todavía hijo de ellos. Así es con nosotros. Dios no se deshará de ninguno de sus verdaderos hijos,

 

¿Esto quiere decir que puedo vivir como quiero?

Esta fue la objeción «lógica» en los días de Pablo, pero él preveía el reto —

Romanos 6.1,2 ‘¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?’

Al ser salvo, usted murió al pecado y cambió de señores. En vez de servir al pecado usted sirve ahora a Cristo. No está libre para hacer lo que quiera, sino «libre» ahora para hacer la voluntad de Dios. Cualquier auténtico cristiano que ‘vive como quiere’ será castigado por su Padre.

Hebreos 12.6 al 11 habla de esto. Cualquier cristiano profesante cuyo estilo de vida nunca cambió, sólo hace ver que nunca fue salvo — Hebreos 12.8 ‘Si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos’. Considere el caso de Judas. Él no perdió su salvación. El Señor dejó eso en claro al decir a los doce discípulos, ‘Vosotros limpios estáis, aunque no todos,’ Juan 13.10. Judas era un apóstata, no un incumplido, y fue a su propio lugar.

 

¿Pero qué de esos versículos peliagudos?

Vamos a ojear seis versículos clásicos que se usan al intentar enseñar que los creyentes pueden perder su salvación—

  • Juan 15.6 ‘El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden’.

Estos versículos en Juan 15 tratan de permanecer en Cristo y se refieren a nuestra comunión con Él, no a nuestra unión con Él. El Señor Jesús mismo habla en el 15.10 de su permanencia en el Padre, porque Él guarda los mandamientos del Padre. Cristo no estaba intentando conservar su unión con el Padre, sino estaba conservando su comunión con Él. El lenguaje figurativo del 10.6 habla de un creyente que pierde su testimonio ante hombres, pero no ante Dios, por falta de comunión con Cristo. Son los hombres que recogen y queman;   Dios no lo hace.

  • Gálatas 5.4 ‘De Cristo os desligasteis …’

Para muchos cristianos es repulsiva la idea de ganar la salvación por obras pero a la vez ellos están intentando conservarla por obras. Son un mismo error. Usted no puede guardar por obras lo que recibió por fe. Uno no gana un regalo, ni trabaja para que sea suyo. Romanos 6.23 reza: ‘La paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro’.

De manera que desligarse de Cristo, en el contexto de la Epístola a los Gálatas, quiere decir que los creyentes que intentan guardar la ley de Moisés para «quedarse salvos» se han desligado del sentido legítimo de la salvación por gracia. No han perdido su salvación, pero han perdido su apreciación y comprensión de lo que la gracia es en realidad.

  • Colosenses 1.21 al 23 ‘A vosotros también … os ha reconciliado … si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio’.

¿Este versículo enseña que la salvación es condicional? No. Muy a menudo la palabra «si» en la Biblia quiere decir, «en vista de», o, «por cuanto». Si me pide apagar la luz, quizás yo respondería, «Si usted lo dice». El uso de la palabra «si» no necesariamente expresa duda. Estos versículos quieren decir sencillamente, «si, como es el caso, ustedes permanecen firmes …» La perseverancia en la fe es, por tanto, una prueba de la salvación, y no una condición para ella.

  • Hebreos 6. 4-6 ‘Es imposible que los que una vez fueron iluminados … y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento’.

¡Esta gente nunca fue salva! Ellos fueron iluminados pero no salvadas Gustaron pero no bebieron. Experimentaron poder espiritual pero no nacieron de nuevo personalmente. Eran gente judía que había salido del judaísmo que rechaza a Cristo; llegaron a conocer la verdad, pero no llegaron a poner fe personal en Cristo. Ellos entonces volvieron al judaísmo y apostataron en el sentido que rechazaron lo que sabían de Cristo, rechazando la luz que habían recibido.

El contexto muestra claramente que el escritor de la Epístola a los Hebreos no hablaba aquí de creyentes. Lea cuidadosamente el 6.9: ‘En cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación.» Si este versículo quería decir que un verdadero creyente podría perder su salvación, obsérvese que el 6.6 dice que es imposible arrepentirse de nuevo. ¡Perderla según Hebreos 6.4 al 6 sería una pérdida permanente!

  • Hebreos 10.26 ‘Si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados’.

Si este versículo quiere decir que está perdido el creyente que peca a propósito, ¡entonces todos los creyentes están perdidos, porque todos los creyentes pecan deliberadamente! ¡No se engañe pensando que todo pecado es un accidente!

Tenemos que entender este ‘pecar voluntariamente’ en el contexto de todo el libro de Hebreos. Acuérdese, el trasfondo es judaico. El pasaje se refiere a aquellos judíos que adquirieron una comprensión académica del Mesías y luego volvieron a un judaísmo ritualista que le rechaza.

En el 10.39 se contrasta la posición del verdadero creyente con la de estos apóstatas: ‘Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma’. El auténtico creyente puede caer en pecado pero nunca puede ser un apóstata.

  • 2 Pedro 2.20 ‘Si habiéndose ellos escapado … enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero’.

De nuevo, se trata de la apostasía. Los creyentes son ovejas — ‘la grey de Dios que está entre vosotros’, 1 Pedro 5.2— pero aquí Pedro está hablando de perros y puercos, 2.22. Esta gente nuca era salva. Son también aquellos que tenían un conocimiento académico de la verdad pero volvieron a filosofías mundanas en busca de salvación.

 

Cuatro preguntas que no admiten respuesta—

Aquellos que le enseñan que usted puede perder su salvación se esquivan de lo específico. ¿Cómo contestaría usted las preguntas sencillas que siguen?

  • ¿Qué pecado tiene que usted para perder su salvación? ¿Un robo? ¿Una grosería? ¿Una mentira? ¿Diez mentiras? ¿Cincuenta? No hay una respuesta específica a esta pregunta, sino pura especulación.
  • ¿Cómo sabría que había perdido su salvación? Otra vez, no hay una manera objetiva de saber esto, sólo emociones y supuestos.
  • Habiendo perdido su salvación, ¿qué haría para tenerla de nuevo? Si fue salvo por creer, ¿cómo va a creer otra vez? No puede. Ningún auténtico creyente, a quien Cristo fue revelado a su alma, podría «creer otra vez».
  • ¿Qué es un solo ejemplo en la Biblia de una persona que fue salva, perdió su salvación y la ganó otra vez? No hay un solo caso en la Biblia entera.

 

Finalmente, vamos a ver algunos trozos en las Escrituras que prueban la gloriosa verdad de que «una vez en Cristo, en Cristo para siempre»

  • Juan 5.24 ‘De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida’. Esta es una calle de una sola vía; no hay vuelta atrás.
  • Juan 10.27,28 ‘Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y [i] yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, [ii] ni nadie las arrebatará de mi mano’. ¿Qué puede ser más claro?
  • Efesios 4.30 ‘No contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención’. El sello de propiedad está garantizado a quedar vigente hasta el momento del regreso del Señor.
  • Filipenses 1.6 ‘… estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo’. Una vez más encontramos que Dios promete llevarnos hasta el final.
  • 2 Timoteo 1.12 ‘Yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día’. Si nuestra salvación dependiera de nosotros, la hubiéramos perdido tiempo atrás. ¡Gracias a Dios que Él puede guardar!

 

Que el Señor nos ayude a apreciar la verdad de la seguridad eterna del creyente y, en la confianza de plena certeza, comenzar a servirle por amor, y no por algún temor de que Él nos echará fuera si no cumplimos con alguna desconocida norma de santificación.

 


Para siempre

La seguridad eterna del creyente verdadero

David L. Adams
Pinar del Río, Cuba, 1955

Las obras de Dios son eternas

 

Todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá. Así escribió en Eclesiastés 3.14 el más sabio de los sabios antiguos, Salomón el rey, poeta, filósofo, compositor de más de mil canciones y autor de tres mil proverbios. Su sabiduría le condujo a la aseveración conclusiva de que las obras de Dios son eternas.

La creación misma lo corrobora a lo largo de muchos milenios, demostrando que si bien la materia cambia de forma en muchas maneras, no es destruida. La tierra antigua pereció, anegada en agua, y la que ahora es, con los cielos, está reservada por la misma palabra de Dios, guardada para el fuego en el día del juicio. Mas no por esto cesará de haber tierra y cielos: Esperamos cielos nuevos y tierra nueva, los cuales, dice Dios, permanecerán delante de Él. Véanse 2 Pedro 3.7, 13 e Isaías 66.22. La creación, pues, será para siempre.  Es obra de Dios.

De la misma fragua divina, de la misma mano creadora, el hombre recibió ser. Por lo tanto el hombre también ha de permanecer eternamente. Aunque su cuerpo muere y se deshace en el sepulcro, su alma y espíritu son trasladados por un tiempo al lugar de los muertos, sea de pena o de gloria, todos serán resucitados en una u otra ocasión, reunidos alma y cuerpo por la potencia ilimitadísima de su Creador. Pasarán a su morada eterna, bien sea el cielo, bien el lago de fuego eterno. Cada ser humano, por ser obra de la mano divina,  permanecerá para siempre.

 

La salvación es una de sus obras eternas

 

De todas las obras divinas, ninguna debe más su origen y consumación a la voluntad y poder de Dios que la salvación del alma. El apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu de Dios, escribió en Filipenses 2.13, refiriéndose a la salvación, que Dios es el que produce así el querer como el hacer por su buena voluntad. A otros dijo que por gracia eran salvos, por la fe, y esto no de ellos, pues es don de Dios, no por obras. Somos hechura suya en Cristo Jesús. Efesios 2.8 al 10

Con esto concuerdan las palabras del apóstol Santiago: «De su voluntad nos hizo nacer», 1.18. Y otra vez las palabras de 2 Timoteo 1.9, que dicen que Dios nos salvó no conforme a nuestras obras sino según el propósito suyo. De modo que es claro que nuestra salvación es obra divina de la cual se puede decir que son intocables los dones y el llamamiento de Dios, Romanos 11.29. O sea, será perpetua.

De que algunos ya tengan la seguridad de esta salvación y posean la vida eterna, es cierto por lo siguiente: En oración a su padre, Cristo dijo de sí mismo, «Le has dado la potestad sobre toda carne para que dé vida eterna a todos los que le diste», como antes dijo: «Yo soy el pan de vida … si alguno comiere de este pan vivirá para siempre». De los que no la tienen Él dijo: «Vosotros no creéis porque no sois mis ovejas … Mis ovejas oyen mi voz yo las conozco, y me siguen y yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano». Juan 17.2; 6.48,51; 10.26 al 28

El apóstol Juan, hablando con igual claridad, escribió en su primera epístola: «Muy amados, ahora somos hijos de Dios», como también dijo Pablo a los gálatas en el 3.36: «Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús», y a los efesios en el 2.8: «Por gracia sois salvos». La salvación, pues, es disfrutada ya por los que son de Cristo.

Nuestra salvación es obra divina. Comenzó cuando Dios según  beneplácito nos escogió en Cristo antes de la fundación del mundo, Efesios 1.4, y es efectuada por su propia voluntad y hechura en los que creemos.

 

Es falso pensar que se la pierde

 

Siendo así, ¿cómo enseñan algunos que, habiendo sido salvos por la fe en nuestro Señor Jesucristo, es posible –o aun cierto, afirman ellos– que perdamos esta salvación debido a la falta de fe o el pecado e infidelidad en nosotros? ¿Acaso la recibimos al principio por nuestros propios méritos o piedad?

Proponemos, pues, enseñar que tal doctrina ni es bíblica ni es digna de la gracia munífica de Dios nuestro Salvador por la cual fuimos redimidos. Preciso es aclarar cuál sea el fundamento de la salvación tan grande y de esta vida eterna.

¿Será porque el que la busca cumple la ley de Dios, o sea, los diez manda-mientos? Tal esperanza y tal procedimiento reciben su respuesta categórica en Romanos 3.20: «Por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Él, porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado». O sea, no cumplimos con la ley del Antiguo Testamento. Otra vez: «Nada perfeccionó la ley», y: «Queda … abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad», Hebreos 7.18,19.

Pero este mismo versículo habla de la introducción de una esperanza mejor por la cual nos acercamos a Dios. Esta esperanza es, como dice Tito 1.1, la de la vida eterna. Dios, que no miente, la prometió desde antes de los siglos en Cristo nuestro Señor.

Tal es su sacrificio a favor de los que en Él confían que de ellos se dice: «Ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados», 1 Corintios 6.11. En Hebreos capítulo 10 leemos que somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre, porque con una ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. Se ve que todo se basa en la perfección del sacrificio de nuestro Salvador, quien habiendo ofrecido para siempre un solo sacrificio, se ha sentado a la diestra de Dios.

Ahora, pues, el justo y santo Dios puede decir de los que son de la fe de Jesús: «Nunca más me acordaré de sus pecados e iniquidades, pues donde hay remisión de éstos no hay más ofrenda por el pecado». El creyente, por su parte, puede usar el lenguaje de Efesios 1.7: «Nos hizo aceptos en el Amado, en el cual tenemos redención por su sangre, la remisión de pecados por las riquezas de su gracia».

Es inconcebible que el pecador arrepentido, una vez perdonado, quien sólo en Cristo confía y cuyo perdón es ratificado por la Palabra divina, sea acusado otra vez de la culpabilidad de estos mismos pecados. La Biblia nunca limita los pecados perdonados a los de antes de salvarse uno, sino que lo son todos. ¿Cómo será posible que esa persona, habiendo sido santificada por el sacrificio de su Sustituto, vuelva a ser condenada por no haber cumplido con su Señor como es debido? Desde un principio la tal persona fue aceptada y salvada solamente por gracia, pese a sus deméritos propios.

¿Será impuesta de nuevo sobre el alma, una vez salvada, la carga de sus pecados, cuando al morir los expió el Redentor? ¿Acaso Jehová no cargó en Él el pecado de todos nosotros, y que quedasen algunos pecados por expiar por obra humana? Tal cosa sería una negación declarada de la suficiencia y la perfección del sacrificio de Cristo. Esta perfección es atribuida en toda su plenitud al creyente, ya que la Palabra insiste: «Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia», Tito 3.5.

 

Depende de Dios y no del creyente

 

Claro está que no cabe duda en cuanto a la responsabilidad del creyente en Cristo de:

andar dignamente de la vocación con que es llamado, Efesios 4.l

renunciar a los deseos mundanos, Tito 2.12

no conformarse al modo de ser del mundo sin Cristo, Romanos 12.2

ser santo en toda conversación y vida, 1 Pedro 1.15

Todo eso, y más, la Biblia afirma. Es más: el creyente incumplido sufrirá pérdida grande y duradera a causa de su infidelidad hacia el Señor y su desobediencia a la Palabra.

Empero no hay tal enseñanza de que se pierda el creyente que una vez se entregó al Salvador y fue regenerado por el Espíritu de nuestro Dios, como lo son todos los salvos por su gracia; 1 Corintios 12.13. Aun si ese creyente se haya enfriado y hasta alejado de su Señor, queda vigente la promesa de 2 Timoteo 2.13: «Si fuéremos infieles, Él permanece fiel».

Nos ha hecho Dios un pacto eterno por la sangre de la cruz; Hebreos 12.24. ¿Invalidará, pues, nuestra infidelidad ese pacto, confirmado por la eficacia de la sangre preciosa de nuestro Redentor? Por el Espíritu de Dios somos constituidos miembros del solo cuerpo de Cristo, del cual Él es la cabeza y su pueblo los miembros; Romanos 12.5, 1 Corintios 12.12,13. ¿Será, pues, desmembrado el cuerpo de Cristo cada vez que un creyente en Él le niega o le desobedece?

Tan estrecha es la unión que enlaza al Señor con los suyos que la Palabra dice que el que santifica y los que son santificados de uno son todos, Hebreos 2.11. Y, en 1 Corintios 6.17 dice que el que se une al Señor, un espíritu es con Él. ¿Será dirimida esta unión y anulada esa relación por la imperfección de los que fueron hechos participantes de ella? La contestación a tales preguntas es obvia.

¿Pero qué le sucederá al creyente desobediente e infiel? Aunque el regreso del Señor para su Iglesia le encuentre durmiendo en cuanto a su responsabilidad y deber cristiano, el tal irá juntamente con el Señor, y así nos asegura 1 Tesa-lonicenses 5.10: » … quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con Él».

La pérdida será de la recompensa y aprobación que el Señor dará a sus siervos fieles según sean sus obras, y no de la vida eterna. Esta vida es exclusivamente la dádiva de Dios según expresa Romanos 6.23; no es recompensa ni ganancia por los méritos de quien la recibe.

El creyente infiel sufrirá el ser quemadas sus obras. Perderá su galardón, «si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego», 1 Corintios 3.12 al 15.

Así que la suma del asunto es que los que reposan confiadamente en Cristo como su único y exclusivo Salvador pueden decir con toda seguridad: «¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros». La resurrección de Cristo es la prueba suprema de su obra intercesora.

«¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecu-ción, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? … Estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro». Romanos 8

De modo que decimos con el gran apóstol: «Yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día», 2 Timoteo 1.12. Y con otro gran apóstol: «Sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada…», 1 Pedro l. 5

A la vez escuchamos las palabras de nuestro mismo Salvador en Juan 6.39: «Esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada ..». Y en el 3.15: «… todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna». En el día postrero Él volverá a decir, contemplando con gozo a todos sus hijos en la gloria sempiterna, comprados, salvados y lavados en su sangre preciosa: «A los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición», Juan 17.12.

Esta obra de salvación, como las demás obras de Dios, es para siempre. «A aquel, pues, que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaras sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén». Judas 24, 25.

 

 

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