Sucedió en el Africa

1039.jpgHan pasado mucho años desde que sucedió esta historia. Un misionero se adentró en las selvas del Africa. Su misión era la de evangelizar a los negros que eran muy supersticiosos e ignorantes.

Mientras se abría paso por la espesa maleza oyó a un niño cantar un coro. Lo buscó y al enfrentarse a él, el pequeño negrito le preguntó: "¿Es usted el hombre de Dios?" El misionero respondió que sí y al instante el niño comenzó a correr por medio de los árboles.

No había caminado mucho cuando un hombre anciano le salió al encuentro y le hizo la misma pregunta: "¿Es usted el hombre de Dios?"

Otra vez el misionero respondió que sí pero ahora el anciano agregó: "Sígame."

Caminaron un rato y llegaron a una aldea. De pronto el anciano llamó a un niño y le dijo que llamara a todas las personas que vivían allí. Se volvió luego al cristiano y le dijo, "Camine despacio porque quiero que todos vean que Dios contesta la oración." El misionero se preguntaba qué querría decir con esto.

Muchos rostros comenzaron a asomarse y después toda la gente se acercaba y miraba al misionero con mucha curiosidad. Llegaron a una choza muy grande y le hicieron entrar. Una vez que estuvieron allí el anciano negro le dio una cosa que parecía un libro cubierto con un trapo negro y sucio. El anciano le dijo: "Hombre blanco, ¿es este el Libro del que usted habla?"

¡Sí! Ante los asombrados ojos del misionero estaba una Biblia, la Palabra bendita del Señor.

"¡Háblenos de este libro!" le suplicaron los negros.

Entonces el misionero comenzó a contarles la maravillosa historia de Jesús que vino al mundo para morir en la cruz del Calvario por cada uno de ellos. Habló mucho tiempo. Cuando hubo terminado, un negro le preguntó: "¿Ya nos ha contado todo?"

"No," fue la respuesta del misionero y siguió por un rato más.

Al caer ya la noche se levantó y preguntó: "¿Cómo se llamaba el misionero que estuvo aquí?"

Los indígenas le contaron que nunca hubo un misionero allí sino que un joven negro se había convertido y llevado una Biblia a la aldea con el resultado de que todos los habitantes habían llegado a conocer al Señor Jesús como Salvador, y le seguían de la mejor manera que sus entendimientos les permitían.

"¿Cuánto tiempo hace que ustedes se reúnen?" les preguntó el misionero.

"Catorce años," respondió el anciano. "Nos levantamos a las cuatro de la mañana a orar. Hasta hoy hemos orado para que Dios nos enviara un hombre que nos leyera del Libro."

¡Hermosa historia! ¿Verdad? Y tú niño que lees esta historia por lo menos conoces la Biblia, y quizás a un misionero. La Biblia dice que " la fe es por el oir, y el oir, por la Palabra de Dios." (Romanos 10:17. Tú oyes la Biblia en la escuela dominical, también por intermedio de esta hoja o por algún predicador.

La Palabra de Dios nos habla acerca de nuestras maldades y también acerca del Señor Jesús. Nos enseña que podemos ser salvos solamente con aceptar al Señor en nuestro corazón para que él borre todos nuestros pecados. Así como en las selvas del Africa un niño cantaba de gozo porque era salvo, tú también, en tu país Latinoamericano, donde hay muchas Biblias, podrás cantar con gozo si aceptas al Señor en tu corazón.


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Creado el 06/04/03

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