"El próximo domingo voy"

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"Tito, acompáñame a la escuela dominical, ¿quieres? Hace tiempo que no has ido.

Nora venía saliendo de la casa cuando se encontró con su hermano mayor, un joven de unos 18 años. Los dos vivían con sus padres en las afueras de Talca, Chile, en un fundo, donde el papá trabajaba de administrador.

Unos años antes, cuando vivían más lejos, los padres de Tito le mandaron a Talca, a la casa de un tío para educarse. Ya que éste era creyente en el Señor Jesús, siempre llevaba a su sobrino a las reuniones.

Tito era infaltable a la escuela dominical, y siendo inteligente, captaba con facilidad las enseñanzas de su maestro. Fue tanto que a veces corregía aún a su tío cuando a éste se le olvidaba algún detalle. Comprendía tan bien el evangelio, que sólo en Cristo hay salvación, que lo único que le faltaba era de aceptar al Salvador como a su Señor.

Pasaron los años y Tito volvió al campo donde empezó a trabajar con su papá. Luego se olvidó de la Biblia y del Salvador que por tanto tiempo esperaba a la puerta de su corazón, deseoso de salvarle. Sin embargo, Dios volvió a llamarle, pues la familia fue a vivir más cerca de la ciudad, de modo que las hermanas menores asistían a la escuela dominical, y así fue que la Nora le invitó cariñosamente ese domingo.

Tito, pensativo, agachó la cabeza, y pareció que iba a aceptar la invitación cuando de repente vio a un amigo que venía acercándose con su escopeta en la mano.

"No puedo ir hoy, Norita," dijo, "voy a cazar, pero te prometo, el próximo domingo voy."

Y con estas palabras le volvió las espaldas, y se dirigió a la casa para buscar su escopeta. Así que Nora fue sola a la escuela mientras que Tito fue por otro camino a cazar, siempre pensando que el próximo domingo iría con su hermana. Pero Dios dice: "El hombre que reprendido endurece la cerviz, de repente será quebrantado," Proverbios 29:1.

Después de terminada la escuela, Nora salió del local y sólo alcanzó a caminar pocas cuadras, cuando se encontró con su hermano menor. Se le notaba una grande angustia, y Nora, asustada, le preguntó: ¿"Qué pasa, Moncho, por qué andas aquí?"

"Nora ... Tito se disparó un balazo ... está en el hospital ... está muy mal ... vamos para allá al tiro," alcanzó a decir, entrecortado.

Rápidamente se dirigieron al hospital, pero apenas entraron por la puerta cuando se encontraron con los otros miembros de la familia. No era necesario preguntar nada; los sollozos desesperados les contaban la triste verdad. ¡Tito había fallecido!

"¿Cómo había pasado esta tragedia?" me preguntarán. Muy contento Tito salió con su amigo, cada uno con su escopeta. Cruzando un potrero detrás de la casa, Tito disparó a un zorzal, y dio blanco, pero el pájaro cayó dentro de una zarzamora.

Descuidadamente, Tito tomó su escopeta por el cañón, y empezó a abrir la zarzamora con la culata. El gatillo rozó contra un ganchito de la mata ... la escopeta disparó. Tito recibió toda la descarga en su estómago.

El amigo buscó ayuda y luego el joven fue llevado al hospital, pero fue inútil. Tito no pudo ir a la escuela bíblica el próximo domingo ni nunca más, pues había dejado pasar su última oportunidad; partió a la eternidad sin estar listo.

Me ha quedado en la mente lo que el amigo dijo después: "Cuando Tito yacía allí en el pasto, tan herido, me dijo algo que yo jamás contaré a nadie." No sé que cosa fue, pero ¿acaso no sería algo relacionado con el Salvador a quien él no había hecho caso?

Jóvenes, acuérdense de su Creador en los días de su juventud. Jesús les dice, "Venid luego." Acepten al Salvador mientras El les llama.


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Creado el 22/03/03

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