Dios bendiga este árbol

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Hace muchos años, en una de las ciudades de Venezuela,** vivía un joven que trabajaba como lustrabotas. No sé cómo se llamaba, pero para contarles la historia, voy a ponerle el nombre de Pablo.

Pablo no iba a la escuela, pues su familia era pobre y él tenía que ganar unos centavos para ayudar a los demás. Todos los días le habríamos visto en la plaza con su lustrín, muy ocupado sacando brillo a los zapatos de algún caballero mientras éste leía su diario, o llamando a los que iban pasando: "¿Le lustro los zapatos, señor?" Cierto día cuando él llegó a esa plaza, la encontró llena de gente. Pensó: "¡Ya, ahora me va a ir bien!"

Pero luego se dio cuenta que nadie se interesaba por lustrarse los zapatos. Todos estaban pensando solamente en la política, pues había estallado una revolución. Mirando hacia el edificio de los tribunales de justicia que se hallaba al otro lado de la plaza, Pablo vio a militares por todas partes, y más se asombró al fijarse en las ametralladoras que asomaban por las ventanas.

"Bueno," pensó, "si no hay trabajo, por lo menos voy a entretenerme viendo lo que pasa." Jamás se le ocurrió que pudiera correr algún peligro.

Luego se formaron grupos en distintas partes, y estudiantes de la universidad empezaron a dar discursos, cada vez con más fervor, en contra del gobierno. Los simpatizantes gritaban: "¡Viva Venezuela libre! ... ¡Afuera con la esclavitud!"

A cada momento llegaba más gente, mujeres y niños entre ellos, curiosos de saber qué pasaba. A todo esto algunos habían fabricado carteles que decían: "¡Abajo con el gobierno!" y rápidamente la escena se convertía en una turba descontrolada.

De repente, y sin ningún aviso previo, el oficial a cargo de los militares dio la orden: "¡Fuego!" Nutridas balas zumbaban a través de la plaza.

Cayeron hombres, jóvenes y aun mujeres, algunos muertos y otros heridos. Entonces todos los que quedaban ilesos se dispersaron, procurando ponerse a salvo, algunos detrás del kiosko o las bancas, y aun entre los arbustos, mientras que otros se tiraron al suelo. Pablo, al sentir los disparos, había quedado paralizado del susto. Enseguida reaccionó; dejó caer su lustrín y saltó detrás de un árbol grueso que estaba cerca.

Otra vez sonaron las ametralladoras, y una de las balas dio en el árbol justamente a la altura de la cabeza del joven. Temblando de miedo, él no se movía de su escondedero por largo tiempo. Sólo cuando estaba seguro de que no habría más descargas, se asomó tímidamente y empezó a revisar el otro lado del tronco que le había servido tan bien. ¡De veras! Precisamente a la altura de su cabeza encontró el agujero hecho por la bala.

Pablo se dio cuenta en ese momento de que si no hubiera sido por ese árbol que le defendió, él estaría muerto. Se detuvo un momento contemplando el grueso tronco, metiendo el dedo en el hoyo. Enseguida, con una leve sonrisa de satisfacción, sacó un pequeño cuchillo de su bolsillo, y debajo del agujero cortó estas palabras:

Dios bendiga este árbol

Pablo se salvó escondiéndose detrás de aquel árbol, el cual recibió la herida en lugar de él. De la misma manera Jesús recibió el castigo que nosotros merecíamos por nuestros pecados, cuando Él fue colgado en el madero. Jesús se llama nuestro escondedero -Isaías 32.2- lo que el árbol fue para Pablo, y si tú te entregas a Él, será tu escondedero de la ira de Dios.

La Biblia nos dice: "El herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados," Isaías 53.5

** El lugar fue la Plaza Bolívar, la plaza mayor en el centro de la ciudad de Caracas, y se trata de un alzamiento en 1936, recién comenzado el gobierno de López Contreras. Varios años más tarde, todavía se distinguían con dificultad las letras cortadas en el tronco de un árbol que ya se descomponía. Las tropas del gobierno dispararían desde los balcones y ventanas de la Casa Amarilla, un edificio que data de los tiempos coloniales y es muy nombrado en la historia patria. Hoy día es la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores.


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Creado el 08/02/03

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