La valentía de Grizel

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Entre los muchos que mostraron valor durante la persecución contra los cristianos en Escocia, ninguno era más valiente que una niña de doce años que se llamaba Grizel Hume.

Ella entendió lo que pasaba y su corazón ardía de ira contra los soldados crueles, pero se henchía de amor para los creyentes en el Señor Jesús quienes sufrían tanto. Un día ella pudo demostrar su amor. Grizel llegó a saber que su padre tenía que mandar un mensaje a un amigo llamado Roberto, quien se encontraba encarcelado solamente porque decía que el Señor Jesús le había salvado. El señor Hume no se atrevía ir porque, de haberlo hecho, habría sido encarcelado también.

De repente oyó la voz de su hija quien le decía: "Papá, entrégueme el mensaje. Yo iré; no tengo miedo, y no pueden hacerme nada. No pensarán nunca que una muchacha como yo pueda llevar un mensaje tal. ĦDéjeme ir, Papá!"

Luego corría la chica por la angosta y oscura calle que conducía al retén, y viendo que nadie le miraba, ella se escondió al lado del portón para esperar la llegada del carcelero. Se decía: "Cuando él abra el portón, voy a entrar tan rápido que no me alcanzará a ver entre las sombras."

En esto sintió los pasos lentos y pesados del hombre que se acercaba, y enseguida el ruido de unas llaves. Ya abría el portón, y Grizel, a espaldas del hombre, se metió adentro. Ocultándose en las espesas sombras, siguió al carcelero hasta encontrarse dentro del mismo local donde estaba recluido don Roberto, en donde, sin respirar, ella esperó que se fuera el carcelero. Entonces se adelantó al asombrado don Roberto para entregarle el mensaje. Sorprendida, Grizel vio que no estaba solo el caballero, sino que al lado de él se encontraba su pequeño hijo. Este había optado sufrir juntamente con su padre, pues también amaba a Jesús.

Grizel sintió luego que el carcelero volvía a la celda, y cuando éste abrió la puerta, ella se escondió nuevamente en las sombras y salió detrás del hombre.

ĦQué contenta y aliviada se sentía al encontrarse una vez más fuera de esos altos y temibles muros! Pero al correr hacia su casa ella no podía olvidarse del niño que tenía la valentía de quedarse con su papá en el retén. El padre de Grizel se sintió orgulloso de su hijita que había arriesgado su vida, y le abrazó cariñosamente cuando volvió a casa. Pero quiero que mis lectores piensen en Uno que hizo mucho más por nosotros. Jesús, siendo el único hijo de su Padre, dejó su casa celestial para venir a contarnos del amor de Dios para con cada uno de nosotros. Él dio su vida, pues fue enclavado en la cruz por nuestros pecados. Después Dios le levantó de entre los muertos y ahora Él está a la diestra de su Padre.

Leemos en Hebreos 1.3 que Él, "habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas."

Don Roberto de nuestra historia nunca fue puesto en libertad porque después de un tiempo unos malvados soldados le ahorcaron a causa de su fe en el Señor Jesús. También trataron de matar al padre de Grizel, pero con la ayuda de su hija él pudo escapar.


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Creado el 09/11/02

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