Errores en la Biblia: ¿supuestos o reales? (#830)

Errores en la Biblia: ¿Supuestos o reales?

 

Síntesis de un capítulo del libro The Birth of the Bible,
por William J. McRae, Toronto,
publicado por Everyday Publications Inc. en 1984

 

La Biblia, más que cualquier libro, está expuesta a ser criticada por contener errores, sea en lo que dice acerca de la naturaleza o la historia. Decimos esto porque la Biblia contiene los escritos más antiguos que existen, y porque trata una gran variedad de temas acerca del universo y del hombre, como también de la Deidad que no hemos visto. (Expone también muchas profecías. Puede que no sean creídas por algunas personas, pero las acusaciones de que son erróneas no son tan abundantes, ¡porque muchas de ellas ya se han sido cumplido al pie de la letra!)

Ahora, ¿estos así llamados errores son tal cosa, o es que nuestras dudas y conclusiones son erróneas? Tengamos presente que—

 

1              Las fuentes extrabíblicas son incompletas y por lo tanto inconclusas.

2              Hay material extrabíblicas que ha sido interpretado erróneamente.

3              La Biblia no pretende dar un recuento completo de los hechos históricos.

4              A veces los autores actualizaron las historias al escribirlas.

5              A veces el texto de la Biblia ha sido interpretado erróneamente, aun por sus amigos.

6              La transmisión a través de siglos e idiomas ha dado lugar a errores de escritura.

7              Un lenguaje figurado suele dar la impresión de contradecir la ciencia.

8              La Biblia revela verdades progresivamente, no todo de una vez

1  Fuentes incompletas

Cuando comparamos alguna información disponible fuera de la Biblia con relatos que ella narra, no debemos suponer de buenas a primeras que aquellas fuentes extrabíblicas son exhaustivas. ¿Acaso sabemos todo lo que hay por saber de la geología, astronomía, arqueología, antropología e historia?

Un ejemplo típico es Daniel 1.1 en comparación con Jeremías 25.1. Se nos dice que la Biblia está errada porque el primer pasaje afirma que “en el tercer año del reinado de Joacím … vino Nabucodonosor … a Jerusalén, y la sitió”, pero en el segundo pasaje dice que “en el cuarto año de Joacim …”

Hay una explicación. Los descubrimientos arqueológicos han revelado que existía un calendario babilónico a la misma vez que uno hebraico. Los babilonios contaban a partir del primer año entero de un reinado y los hebreos del primer año parcial, si lo había. Daniel escribió desde Babilonia y usó el calendario de su lugar de cautiverio, mientras que Jeremías se quedó en Jerusalén y usó el calendario de su propio pueblo.

Pocos libros de la Biblia han sido atacados tanto como la profecía de Daniel. En fuentes extrabíblicas no se hablaba de un tal Belsazar y por esto algunos alegan que es un invento de religiosos. Pero ahora sabemos que es a él que se refieren las tablas que hablan de un cierto “hijo de rey”.

¿Y era él de veras el último monarca babilónico, como se desprende de Daniel capítulo 5? Las fuentes extrabíblicas dicen que el último fue Nabónido. El hecho es que este último estuvo en semiretiro por años y su hijo Belsazar fue el rey de facto, aunque en realidad sólo el segundo en la línea de mando. De paso, esto explica Daniel 5.16: “serás el tercer señor en el reino”. Belsazar no podía ofrecerle ser el segundo, porque él mismo era el segundo.

2  Errores científicos

Muchos de los supuestos conflictos entre la Biblia y la ciencia se deben a una interpretación equivocada de lo que la ciencia revela, o aparentemente revela. Uno de los problemas más citados es el de la edad del ser humano. Hombres y mujeres de gran conocimiento y habilidad han hecho interpretaciones de fenómenos naturales y científicos que han resultado ser incorrectas a la luz de evidencia posterior o investigación más a fondo.

Peor, el hombre de Piltdown fue un engaño, el hombre de Nebraska resultó ser un marrano y el Neanderthal se ha determinado haber tenido la postura e inteligencia que nosotros conocemos. Se debate cómo clasificar al hombre de Java y el de Pekín. [El autor escribió temprano en la década de los 1980. ¿Cuántas teorías y conjeturas se habrán levantado, y cuántos se habrán caído, de allá para acá?]

Por dos razones primarias uno está justificado en ver con cierto escepticismo la antigüedad de la raza humana como la interpreta la ciencia.

Primeramente, los métodos son cuestionables, basándose en el supuesto de uniformidad en las condiciones climáticas y la tasa de deterioro desde el principio. Esta presuposición hace caso omiso de la enseñanza bíblica de un diluvio universal que obviamente destruiría semejante uniformidad. También, estos métodos para fijar fechas de origen o de acontecimientos no admiten la apariencia de edad que indudablemente estaba presente en la creación narrada en Génesis capítulos 1 y 2. ¡Adán no fue creado bebé sino hombre maduro!

Es decir, si uno acepta el creacionismo y la historia del diluvio, la presuposición de la uniformidad no es válida. Y, hay una marcada carencia de evidencia fosilífera para la edad del hombre, cosa sorprendente en vista de la abundancia de fósiles que hay. Alguien ha dicho: “La fe es la certeza de fósiles que se esperan, y la convicción de eslabones que no se ven”.

3  Redacción selectiva

Mateo 1.8 es un ejemplo: “Asa engendró a Josafat, Josafat a Joram, y Joram a Uzías”. Pero según nuestro modo de pensar Uzías era bisnieto de Joram, conforme desprendemos de 2 Reyes 8.25, 11.2, 14.1, 21. Debemos reconocer que nuestro modo de pensar no viene al caso. En el Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento y la literatura del Cercano Oriente de la antigüedad, “hijo de” significa “descendiente de”, y puede dejar afuera una o varias generaciones.

Jehú, “hijo de Nimri” en 2 Reyes 9.20, era en realidad su nieto, 9.2. Cristo fue llamado “hijo de David” en Mateo 9.27, aunque David vivió más de mil años antes. En Juan 8.39 los judíos afirmaron que “nuestro padre es Abraham”, una declaración elíptica que abraza dos mil años.

La Biblia no es en primera instancia un compendio exhaustivo de historia ni una guía telefónica. Hay, por ejemplo, la apariencia de error entre (i) 1 Reyes 6.1, donde dice que hubo 480 años desde la salida de Egipto hasta el comienzo de la construcción del templo de Salomón, y (ii) la suma de los años de los reinados de los jueces y los reyes entre estos dos eventos, que es de 612 años, según narran las mismas Escrituras inspiradas. La razón es sencilla: hubo múltiples casos de reinados simultáneos, o corregentes.

Los escritores de las Escrituras fueron muy selectivos en su elección de contenido. Bajo la dirección divina incluyeron y excluyeron material teniendo en mente su propósito específico por escribir. Con esto en mente seremos cuidadosos a no asignar demasiado valor a los argumentos o lecciones basados en el silencio. Este procedimiento ha dado lugar a perversiones doctrinales y excesos de práctica.

4  Aparentes anacronismos

Un anacronismo es sencillamente un hecho colocado fuera de su debido lugar en la historia. Sería absurdo decir que se usaron helicópteros en las guerras de independencia suramericana. Helicópteros los hay y se usan hoy día, pero no había tal cosa en el siglo 19. La modernización de los relatos bíblicos —quizás debemos decir su actualización hasta cuando fueron escritos— puede dar la impresión de anacronismos.

Posiblemente la ilustración más obvia de este principio en operación sea Deuteronomio 34, el relato de la muerte y sepultura de Moisés. ¿Cómo podía Moisés relatar su propia muerte, ya que la cristiandad ortodoxa afirma que él es el autor del libro de Deuteronomio?

Para muchos, la explicación es que el Espíritu Santo inspiró a Moisés a relatar algo que no había sucedido todavía. La Biblia está llena de profecías, y muchas de ellas ya son historia. Para otros, nada tendría de raro que Josué haya recogido los diversos escritos de Moisés y los haya dado la forma que tiene nuestro Pentateuco, añadiendo una conclusión apropiada. Esto en nada resta de una inspiración de parte del mismo Espíritu divino.

Por cierto, leemos de “Ur de los caldeos” en Génesis 11, un capítulo aparentemente escrito en el siglo 15 a.C. ¡Pero esa área de Mesopotamia no se conocía como Caldea hasta cuatro siglos más tarde! Posterior al siglo 15 se construyó otra Ur, esta vez en Harán. Por lo tanto, da la impresión que “de los caldeos” fue añadido al texto en alguna ocasión para distinguir entre las dos Ur.

5  Errores de interpretación

Reconocemos sin reserva que muy a menudo la Biblia ha sido mal interpretada. Por ejemplo, se considera corrientemente que así fue el caso de James Ussher. En el siglo 17 ese erudito arzobispo de la Iglesia Anglicana en Irlanda elaboró una cronología de los acontecimientos bíblicos y puso el año 4004 a.C. para la creación del universo. Desde mediados del siglo 19 esta fecha ha sido rechazada por hombres de ciencia y de la Biblia. Los estudiosos han reconocido que las genealogías de Génesis capítulos 5 y 11, como también las de 1 Crónicas,  no especifican todas las generaciones. Es imposible afirmar cuántas quedan afuera o fijar confiadamente una fecha precisa para cualquier evento antes de Abraham.

En este caso, como en tantos otros, los cristianos ortodoxos reconocen que el texto de la Biblia ha sido, y todavía puede ser, interpretado erróneamente. Este hecho explica muchas de las supuestas discrepancias entre las Escrituras y la historia, geografía y arqueología. La gente afirma que la Biblia dice algo que no dice; es que ellos suponen que lo dice.

Históricamente se han resuelto muchos supuestos errores con sencillamente reconocer que hemos interpretado mal el texto sagrado. El creyente concienzudo debe evitar una inter-pretación dogmática en cuestiones de importancia secundaria, y debe reconocer que cristianos sinceros han ofrecido algunas interpretaciones que no pueden ser probadas por los hechos como ahora los entendemos generalmente.

6  Errores de trascripción

Reconocemos que han entrado errores en nuestros textos de la Biblia debido a una transmisión ligeramente defectuosa a lo largo de los siglos.

Aquí hay un ejemplo típico: “Salomón tenía cuarenta mil caballos en sus caballerizas para sus carros, y doce mil jinetes”, 1 Reyes 4.26; “Tuvo también Salomón cuatro mil caballerizas para sus caballos y carros, y doce mil jinetes …”, 2 Crónicas 9:25. ¡Un versículo dice 40.000 y el otro 4.000! Esta dificultad surgió a raíz de un error de copia siglos atrás. No obstante el extremo cuidado de los escribas para preservar la pureza del texto, hubo fallas. Esta circunstancia está detrás de unas cuantas acusaciones que se oye en nuestros tiempos en el sentido que hay falsedades en la Biblia.

El lector puede considerar otros casos:

  • 1 Corintios 10.8 (“cayeron en un día veintitrés mil”) en comparación con Números 25.9 (“murieron en aquella mortandad veinticuatro mil” — ¡pero no necesariamente en un mismo día!).
  • 2 Samuel 8.4 en contraste con 1 Crónicas 18.4. Leemos de 1700 hombres de a caballo y, en el segundo pasaje, de 1000 carros y 7000 hombres a caballo.

Pero Jueces 18.30 es un poco más complicado. Algunos manuscritos de los más antiguos rezan “Gersón, hijo de Manasés”, y hay una que otra traducción en uso todavía que presenta el versículo así, en vez de “hijo de Moisés”.  Tal vez fue obra de escribas que simplemente no podían creer que un hijo de Moisés cometería el pecado de levantar un ídolo conforme relata el pasaje. Probablemente se atrevieron a añadir una sola letra para cambiar Moisés en Manasés.

Aun cuando se puede identificar errores textuales de esta índole, se debe llevar en mente siempre que tenemos mucha más evidencia en manuscritos antiguos de la Biblia que para cualquier otra literatura antigua, de manera que estamos en muchísimo mejores condiciones para identificar y resolver estos problemas en el texto moderno de la Biblia que en cualquier otro escrito que data de los tiempos remotos. Es más: todos estos errores juntos son tan pocos que ocuparían escasamente una o dos páginas de nuestra Biblia si fueran puestos todos juntos. Ninguno ¾ninguno¾ de ellos lesiona una doctrina bíblica. No hagamos caso de los criticones que quieren gritar con voz en cuello que la Biblia “está llena de errores”.

7  Lenguaje óptico, o figurado

Hay lenguaje figurado en la Biblia que da la apariencia de contradecir con la ciencia. Este modo de hablar es el lenguaje de la observación de fenómenos; se llama óptico porque presenta el caso como el ojo lo ve.

Bernard Ramn explica: “Su lenguaje acerca de la astronomía, botánica, zoología y geología se restringe al vocabulario de la observación popular. No se comenta sobre lo que se puede ver a través de un microscopio o un telescopio. Es lenguaje legítimo porque sólo pretende describir. Uno no está engañado al ver una puesta del sol; uno sabe que el sol no se pone literalmente. Uno es engañado solamente si convierte estas observaciones en teorías”.

Quizás el ejemplo más comentado en la Biblia es el de la campaña de Josué en la conquista del sur de Canaán. Leemos en Josué 10.13 que en respuesta de su oración “el sol se detuvo”. La luz del día se prolongó hasta que él había llevado su ataque a un término exitoso. Se ha dicho que ésta es la contradicción sobresaliente entre las Escrituras y la ciencia. Los opositores alegan que se evidencia aquí una comprensión errónea de la ciencia en aquellos tiempos, y que esa gente creía que la tierra era el centro del universo y el sol giraba en derredor de ella.

Keil y Delitsch hablan de este caso: “Aun la interpretación más estricta y literal de las palabras no nos requiere presumir que milagrosamente el sol se paró, sino que se observó una parada milagrosa de la revolución de la tierra sobre su eje, causando la impresión al observador que fue el sol que se detuvo”. De que semejante lenguaje es enteramente legítimo, ¡lo sabemos por el hecho de que todavía los observatorios y almanaques nos dicen que en tal fecha el sol se levantará a tal y tal hora y se pondrá a tal y tal hora!

El lenguaje óptico es algo común en las Escrituras. Génesis 1.6 describe la atmósfera en derredor de la tierra como una expansión, procedente del vocablo hebreo de extenderse, o ser estirado. Hay, por ejemplo, Salmo 104.2, “extiende los cielos como una cortina;”  Isaías 40.22, “sentado sobre el círculo de la tierra;” y Job 37.18, “los cielos firmes como un espejo fundido”. Se emplea lenguaje figurado para expresar la idea de que el aire en derredor de la tierra ha sido distribuido para formar lo que llamamos la atmósfera.

8  La revelación progresiva

La revelación progresiva da la apariencia de contradicción entre el Antiguo y el Nuevo Testamentos, o aun entre dos libros en un mismo Testamento. En el Antiguo, por ejemplo, la poligamia era común y nunca fue condenada abiertamente por Dios. Parece que la toleraba. En el Nuevo Testamento se enseña claramente la monogamia. ¿Se trata de una contradicción? Téngase presente que hay un movimiento desde la ley hacia la gracia.

Más marcada es la revelación progresiva en cuanto a la Deidad. En el Antiguo Testamento hay indicios, pero no exposiciones claras, de una Trinidad. Es en el Nuevo Testamento que sabemos claramente de Espíritu, Hijo y Padre. Lo mismo se podría decir del alma / espíritu del ser humano.

Una porción que nos ayuda a captar el concepto de una revelación progresiva es Efesios 3.1 al 12. Pablo habla de uno de los “misterios” que le fueron revelados. En la Biblia un misterio es una verdad que Dios guardó como un secreto hasta la época actual de la Iglesia.

9 Dificultades no resueltas

Una dificultad sigue como tal si no se ha demostrado que es claramente un error. El que critica está en el deber de demostrar que ha encontrado una falla; la obligación es suya. De que algo me parezca a mí una ambigüedad, no me da derecho de decir que la Biblia está errada. Yo puedo objetarlo tan sólo si puedo mostrar que las Escrituras claramente niegan la doctrina que enseñan, y por tanto no puede ser un libro inspirado por Dios.

Al decir que la Biblia contradice la ciencia es decir que entendemos la Biblia a perfección, que sabemos todo lo que hay por saber acerca de la geología y antropología, y que toda la evidencia arqueológica ya ha sido encontrada. ¿Quién se atreve a pensar todo eso?

Otra consideración de importancia es que la historia de los ataques contra la Biblia deja a sus críticos mal parados. En 1800 el Instituto Francés catalogó ochenta y dos errores que ofreció como motivo para destruir la Biblia. Hoy se ha atendido satisfactoriamente a todas y cada una de esas acusaciones. Un renombrado erudito y enemigo de la Biblia llamado Welhausen hizo alarde una vez de que en los tiempos de Abraham no se había domesticado el camello. Él negó que Moisés haya podido escribir el Pentateuco. Pero contamos ahora con monedas antiguas, desde antes de los tiempos de los patriarcas, que muestran camellos como bestias de carga.

Me contaron en cierta ocasión de un proyecto interesante en una clase de historia francesa. A los estudiantes se les preguntó por cuántos votos Luis XVI fue condenado a morir. La mitad de la clase respondió que el voto había sido unánime; algunos dijeron que no, que la mayoría fue de un solo voto; otros protestaron que el margen había sido ciento cuarenta y cinco. En realidad los tres grupos de estudiantes tenían la razón. Hubo acuerdo unánime en cuanto a la culpabilidad del rey; una mayoría de ciento cuarenta y cinco decía que debería morir; por una mayoría de un voto se decidió ejecutar la sentencia de inmediato.

Así que, una vez estudiados los hechos, no hubo contradicción en aquella clase de historia. Y así con la Palabra de Dios. Mientras más datos llegamos a conocer, menos son las dificultades por resolver. De que haya algunas todavía, se sabe. Alguien dijo que las dificultades en las Escrituras son como montañas que nadie ha conquistado todavía.

 

 

 

La ley de Jehová es perfecta,                  que convierte el alma;

El testimonio de Jehová es fiel,                                que hace sabio al sencillo.

Los mandamientos de Jehová son rectos,               que alegran el corazón;

El precepto de Jehová es puro,                               que alumbra los ojos.

El temor de Jehová es limpio,                  que permanece para siempre;

Los juicios de Jehová son verdad,                           todos justos.

Deseables son más que el oro,                               y más que mucho oro afinado;

Y dulces más que miel,                                            y que la que destila del panal.

 

Salmo 19.7 al 10

 

 

 

Comparte este artículo: