La Iglesia en las Epístolas Pastorales; T E Wilson (#535)

La Iglesia en las Epístolas Pastorales

T.E. Wilson, 1902-1996;
Counsel, tomos 26 al 28

 

Timoteo y Tito

Casa de Dios; Iglesia de Dios

Gobierno

Oración

Las mujeres

Disciplina

Finanzas

Dones

 

Timoteo y Tito

Entre los misterios encomendados al apóstol Pablo había el de la Iglesia: “… de la cual fui hecho ministro, según la administración de Dios que me fue dada para con vosotros, para que anuncie cumplidamente la palabra de Dios, el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos …” Colosenses 1.25,26. En la Epístola a los Efesios él expone ampliamente la gran verdad de la Iglesia como el cuerpo de Cristo, pero en las Epístolas Pastorales —las que fueron escritas a Timoteo y Tito— enfatiza la iglesia local, que es la asamblea. En vista de que son los últimos escritos suyos, las instrucciones en ellas son vitales.

Muchas de las verdades encontradas allí se encuentran en cartas anteriores, y en especial en 1 Corintios. Pero en 1 y 2 Timoteo y Tito hay una buena porción de material suplementario, en particular en relación con el gobierno de la iglesia local y varios asuntos relacionados con la disciplina, el ministerio de las mujeres y la responsabilidad para el cuidado de los mayores, en particular las viudas. En Tito él enfatiza la necesidad de mantener equilibrio entre las buenas obras y la sana doctrina.

Timoteo y Tito figuraban entre los consiervos más queridos y confiables de Pablo, tanto en el evangelio como en el servicio a los santos. Parece que ambos eran sus hijos espirituales, 1 Timoteo 1.2, Tito 1.4. Entendemos que eran hombres muy diferentes en disposición y carácter. Timoteo era sensible, tímido, débil de cuerpo y hombre necesitado de estímulo. Tito era varón de convicción, uno que podía enfrentar una situación difícil y atenderla con fidelidad y éxito. Timoteo había sido usado de manera especial en Filipos, Tesalónica y Corinto. Tito fue el tema de la discusión definitiva en Jerusalén cuando se resolvió la cuestión de la circuncisión, y Dios le había empleado de manera sobresaliente en Corinto, 2 Corintios 7.13 al 15, 8.6, 16,17,23. Obviamente, no eran neófitos.

Es interesante observar la obra que estaba ocupando a estos dos siervos de Dios en Éfeso y Creta, respectivamente. Pablo les había enviado como delegados suyos para realizar funciones específicas.

Timoteo tenía que quedarse en Éfeso mientras Pablo estaba en Macedonia. Su responsabilidad era exigir a algunos que no enseñaran doctrinas extrañas ni hicieran caso a fábulas y genealogías interminables, 1 Timoteo 1.3,4. La primera carta dirigida a él contiene instrucciones en cuanto a cómo debería ser la conducta en la casa de Dios, la iglesia del Dios viviente, 3.14,15.

La obra de Tito era marcadamente diferente. Pablo le dejó en Creta para poner en orden las cosas irregulares y constituir ancianos en cada ciudad, Tito 1.5. En Éfeso ya estaba funcionando un grupo de ancianos reconocidos, pero no así en Creta. La expresión “corregir lo deficiente” quiere decir enderezar. Habiendo logrado mejorar la situación, él debería resguardar el futuro con señalar a quiénes deberían ser estimados como ancianos en aquellas congregaciones.

No hay la más mínima base en estas epístolas para la idea que estos ministerios de Timoteo y Tito en Éfeso y Creta eran permanentes o aun de larga duración. No se convirtieron en pastores residentes de las iglesias.

Ya había una pluralidad de ancianos en Éfeso funcionando de una manera normal, Hechos 20.17,28, y las instrucciones en 1 Timoteo
3.1 al 7 forman una especie de lista de calificaciones para la referencia sobre quienes estaban haciendo una obra pastoral en la asamblea. Tampoco Timoteo iba a funcionar como superin-tendente.

Su presencia y ministerio refrenaría a aquellos que estaban introduciendo enseñanzas erróneas y a la vez propor-cionaría un contrapeso mediante enseñanza y conducta sanas. Pablo le exhorta a hacer la obra de evangelista, la cual le mantendría móvil y con el rostro hacia un mundo necesitado,
2 Timoteo 4.5. Le ruega venir a Roma antes del invierno, cosa que requeriría un viaje largo desde Éfeso, 2 Timoteo 4.2.

Probablemente escribió a Tito en el año 65 y la segunda carta a Timoteo —su última epístola— el año siguiente. En ésta encontramos que Tito ya se había marchado a Dalmacia, país que conocemos como Albania, que queda a buena distancia de Creta. Aparentemente su estadía en la isla de Creta fue corta, 4.10. Es obvio que el actual sistema clérigo carece de base escrituraria en la obra que estos dos señores estaban realizando.

Si fuera cuestión de distinguir entre la enseñanza en las tres cartas, parecería que el énfasis en 1 Timoteo está en orden en la casa de Dios; en Tito, en la insistencia sobre las buenas obras; y en 2 Timoteo, que la conducta debe corresponder con la doctrina. 2 Timoteo se enfoca sobre el individuo y no la asamblea, siendo tan generalizado el alejamiento que la carta describe. O, para decirlo de otra manera, en 1 Timoteo tenemos la casa de Dios, en Tito la gracia de Dios y en 2 Timoteo el varón de Dios.

Casa de Dios; Iglesia de Dios

El 3.14,15 es el trozo clave en 1 Timoteo, y por cierto una de las afirmaciones básicas del Nuevo Testamento en lo que se refiere a la iglesia local. Pablo dice que escribe para que otros sepan conducirse en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad.

Casa de Dios es un término que ocurre a menudo en las Sagradas Escrituras. La primera referencia es Génesis 28.17. Una vez que Jacob había soñado la escalera que alcanzaba de tierra a cielo, y había recibido la confirmación divina del pacto con Abraham e Isaac, él dice: “¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo”. Llamó el lugar sagrado Betel, cuyo sentido es “casa de Dios”. Levantó su columna, y hasta ese punto volvió al cabo de veinte años de disciplina en Padanaram. Creemos que es este pasaje que Pablo tiene en mente al hacer mención de la casa, la columna y los ángeles en 1 Timoteo 3.15,16.

La casa de Dios es donde mora Dios. En el Antiguo Testamento El moraba entre su pueblo en el tabernáculo. El manto de nube de gloria era la evidencia visible de la presencia de Dios entre su pueblo. Moisés era siervo en esta casa, Hebreos 3.1 al 5. Fue construida conforme a instrucciones divinas y utilizada conforme a un patrón divino. Así fue también con el templo que Salomón erigió siglos más tarde.

Pero hoy día la casa de Dios es la iglesia local, que llamamos también la asamblea. “… sois templo de Dios, y el Espíritu de Dios mora en vosotros. Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es”, 1 Corintios 3.16,17. Cristo es Cabeza y Señor sobre ella.

Las dos características sobresalientes de la casa son la disciplina y el amor. Especialmente en 1 Corintios, Pablo gira instrucciones en cuanto al orden y disciplina en la casa de Dios. Expone dos razones: Primeramente, es templo de Dios, como hemos observado. La casa tiene que estar limpia. En segundo lugar, el pecado es como la levadura; obra a escondidas y tiende a expandirse, 5.6 al 8. Se puede frenar su actividad sólo por el efecto contrario de la sal y el fuego. Y, prosiguiendo: Al nivel humano, un hombre construye una casa como refugio para descanso donde puede dar expresión a sus afectos y amor. La disciplina puede ser difícil y dolorosa, pero el amor debe penetrar todo, hasta el extremo de caracterizar el ambiente de toda la casa. Es el aire acondicionado que guarda todo agradable y feliz; 1 Corintios 13.

La expresión la iglesia del Dios viviente en 1 Timoteo se vincula con Mateo 16.16 al 18. Pedro reconoció, “Tú eres el Cristo, el Hijo el Dios viviente”, y recibió la gran revelación de la ekklesía. Es cierto que la revelación en Mateo 16 va mucho más allá de la iglesia local, pero donde figura dos veces en Mateo 18 es obvio que se refiere a la congregación en una localidad, 18.17. Algunos dirían que las iglesias locales no existían cuando nuestro Señor habló. Así como la institución de la cena del Señor en Mateo 26.26 al 30, las instrucciones fueron dadas en anticipación de la época de la Iglesia que comenzaría el Día de Pentecostés.

Si uno desea preguntar qué es una iglesia local, la respuesta más sencilla sería la que el Señor mismo dio en el contexto de su primera mención; a saber, “Donde están dos o tres congregadas en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”, 18.20. Hechos de los Apóstoles y las Epístolas describen la constitución y características de estas asambleas locales. A menudo se realizaba las reuniones en casas privadas, llevando a cabo las ordenanzas del bautismo y la cena del Señor. Se reconocía ancianos en cada una. En la adoración y los servicios prevalecían el sacerdocio de todos los creyentes y los dones dados por Dios. Cual colonias del cielo, aprovechaban toda oportunidad para difundir el evangelio en la comunidad; Filipenses 1.27.

Pablo emplea tres veces el vocablo iglesia en 1 Timoteo. · En el 3.5 enseña que una de las funciones de un anciano es la de cuidar de la iglesia de Dios. ·  En el 3.15 aprendemos que las instrucciones que Pablo escribió a Timoteo se relacionan con la conducta en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente. · En el 5.16 habla de la responsabilidad de creyentes de cuidar las viudas en su propia familia —una manifestación de santidad práctica— para permitir a la iglesia canalizar sus recursos a aquellas que no tienen quienes proveyeran por ellas. Es evidente que en cada caso él se refiere a la congregación de creyentes en una determinada localidad.

Se ha dicho que “la casa de Dios” sugiere aquello en lo cual hemos sido incorporado, mientras que “la iglesia de Dios” indica también aquello en el mundo del cual hemos sido llamados para congregarnos en el nombre del Señor.

Columna y baluarte es una referencia obvia a la piedra que Jacob alzó por señal, habiéndola empleado antes como cabecera en su cansancio. En cuatro ocasiones en su vida (ésta es la primera) él hizo esto, y en algunas de ellas ungió su monumento con aceite. Lo hacía como testimonio a la gracia y fidelidad de Dios. Se trata de tanto un candelero de oro, Apocalipsis 1.20, como de una columna de testimonio.

El tabernáculo contaba con sesenta y nueve columnas de soporte para la cortina que enmarcaba el atrio, para la puerta y para el velo. Todas ellas hablan de Cristo en su gloria cual Mediador. El templo de Salomón contaba con dos columnas, Jaquín y Boaz, ubicadas en el porche. Éfeso, donde Timoteo vivía, contaba con el templo de Artemis que se decía ser una de las siete maravillas del mundo. Supuestamente había en ese edificio ciento veinte y siete columnas, cada una el obsequio de un rey, algunas de ellas con piedras preciosas incrustadas y revestidas de oro.

Una columna tiene por lo menos cuatro funciones en la vida moderna: apoyar una construcción; o difundir luz al estilo de un faro para guiar al necesitado; o glorificar a un hombre, como la columna de Nelson en Trafalgar Square en Londres; u honrar a una persona o concepto, como el obelisco de Washington en la capital norteamericana. La Iglesia tiene todas estas funciones en relación con la verdad.

Hablamos ahora de la base de la columna. El vocablo edráioma quiere decir “una defensa, apoyo o refuerzo”. [“columna y apoyo de la verdad”, Versión Moderna; “columna y asiento de la verdad”, Traducción de Besson]

Una columna suele consistir en la base, la caña o pileta, y el capitel. A veces la base lleva una inscripción y adentro un cofre que guarda documentos para la posteridad. La Iglesia no es únicamente el testimonio a la verdad, sino también el refuerzo y depositario de la verdad.

 

Gobierno

Se percibe que al final de su vida Pablo estaba especialmente ocupado con la cuestión del liderazgo en las iglesias. Casi no se menciona la función de los ancianos en las epístolas escritas en los primeros años, pero la enfatiza en las Pastorales. Cuatro pasajes principales tratan el tema: 1 Timoteo 3.1 al 7, 5.1,17 al 20, Tito 1.5 al 9. A estos se puede agregar su discurso a los ancianos de la asamblea de Éfeso que dio en Mileto, Hechos 20.17 al 38.

Había un grupo de ancianos reconocidos en Éfeso antes de la llegada de Timoteo, pero una de las razones para que Tito se quedara en Creta fue la de constituir ancianos en cada ciudad, Tito 1.5. Parece que se había descuidado el asunto.

Uno podría preguntar cómo se designa ancianos en nuestros días. Pablo responde en Hechos 20 al dirigirse a los ancianos efesios: “Mirad … por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos”, Hechos 20.28. Solamente el Espíritu Santo puede hacer a un anciano. El sobreveedor es llamado por Dios, quien ha formado el deseo en el corazón. El hombre ya estará ocupado en la obra, y es responsabilidad de la iglesia local reconocer lo que Dios ya ha hecho, y poner aparte al tal hombre para esta obra.

Están en evidencia en nuestros tiempos dos maneras de desviarse del orden divino. La primera es una forma de dictadura antibíblica y la segunda una especie de democracia. Las enseñanzas de Pablo no toleran ni la una ni la otra.

Primero, hay la jerarquía episcopal; tanto Roma como mucho del cristianismo aplican sus lineamientos generales. La mayoría de los comentaristas concuerdan en que en los días apostólicos obispo y presbítero o anciano eran términos sinónimos, y que ninguno de los dos se relaciona con los ministros o funcionarios del clero moderno. Se justifica la jerarquía conocida ahora con base en la “doctrina progresiva” y no por la sencilla enseñanza o ejemplo de las Escrituras.

En segundo lugar hay el otro extremo de no reconocer el concepto de ancianos. Aquí el argumento es que no hay ahora apóstoles que los constituyan, y por lo tanto no puede haber obispos. Se emplea una reunión de discusión para tomar el lugar de las deliberaciones de ancianos reconocidos por Dios, invitando que asista cualquiera que tenga interés en el cuidado de la asamblea.

El Nuevo Testamento contempla una pluralidad de ancianos reconocidos por la asamblea como líderes, pastores y guías. Pablo emplea tres términos para describir estos hombres y su obra:

  • Anciano, o presbúteros: Es una palabra que describe el hombre mismo. Se caracteriza por madurez espiritual.
  • Sobreveedor, o epískopos: La palabra enfatiza el lugar que el hombre tiene entre el pueblo del Señor y de una manera general señala su responsabilidad. El ejercita autoridad espiritual entre la grey.
  • Pastor, o poimén: Esta anticipa figurativamente su principal ejercicio. El despliega una capacidad espiritual para alimentar, guiar y cuidar la grey de Dios.

Todas tres palabras describen al mismo individuo desde diferentes puntos de vista, e indican las varias funciones suyas al buscar el bien del pueblo de Dios. Su obra es más de todo espiritual. En estas cartas pastorales Pablo define cualidades, responsabilidades y recompensas para un anciano, señalando también cuál debería ser la actitud de Timoteo hacia ellos.

Al comparar las listas de cualidades en 1 Timoteo y Tito, uno encuentra veinticinco puntos que pueden ser agrupados en cuatro categorías; a saber, su persona, la esfera doméstica, la eclesiástica y su conducta en el mundo. Estas constituyen una norma por la cual el hombre puede medirse a sí mismo.

Se puede alegar que nadie puede poseer a entera satisfacción todas las cualidades, pero aquí está la norma divina; es la medida a la cual uno debe aspirar. En 1 Timoteo nueve de las cualidades mencionadas tienen que ver con la vida personal, cuatro con su vida en el hogar, una con la asamblea y otra con su relación con el mundo afuera.

1 Timoteo enfatiza las características morales. La vida privada de este hombre, como también su vida en el hogar, deben ser de alta calidad. El fracaso aquí descalifica a uno para liderazgo en la iglesia. Su reputación en el mundo afuera debe ser tomada en cuenta también. “Apto para enseñar” no quiere decir necesariamente un hombre que se destaca en la plataforma, pero sí da a entender que el hombre debe conocer bien su Biblia y ser capaz de usarla para alimentar la grey. Debe de estar en condiciones de dar sano consejo con base en las Escrituras. En Tito 1 se destaca más esta capacidad en cosas espirituales.

Es pesada la responsabilidad de los ancianos. Como Jacob, tendrán que pasar noches sin sueño en su interés por el bienestar de su pueblo. Al ser necesario ejercer la disciplina, deben hacerlo con corazón quebrantado y mejilla mojada, así como el sacerdote cuando comía el sacrificio en el lugar santo. Los ancianos no son sólo líderes; son también ejemplos y modelos de juicio equilibrado. Si se desvían, bien sea en doctrina o conducta, es posible que la grey sea propensa a seguir su mal ejemplo; Hechos 20.30, Isaías 9.16.

A Timoteo se le instruye en el 5.17: “Los ancianos que gobiernen bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar”. Es muy probable que Pablo tenga en mente aquí ayuda en la forma de dinero o bienes. Aquellos pastores que gastan y se desgastan en el servicio de otros no deben ser dejados en necesidad personal. Mucha de esta obra tan necesaria y valiosa se hace como al Señor sin ningún pensamiento en cuanto a remuneración. “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto …”, 1 Pedro 5.2. Los santos que están al tanto de las circunstancias de los ancianos y dan al Señor de lo suyo, sabrán ministrar de sus bienes al siervo que lo amerita. “El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye”, Gálatas 6.6.

Finalmente, hay la recompensa del anciano. A menudo la recibe en el tiempo presente en la forma de gozo al ver que el pueblo de Dios está andando en la verdad; 2 Juan 4, 3 Juan 4. El regocijo supremo del anciano se cumplirá cuando aparezca el Príncipe de los Pastores. Todo subpastor recibirá la corona incorruptible de gloria, 1 Pedro 5.4 .

Oración

En nuestros versículos clave, 1 Timoteo 3.14,15, Pablo dice: “Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte”. Esto se refiere a las cuatro columnas del testimonio de la asamblea enseñadas en los capítulos 1 al 3: el evangelio en el capítulo 1, la oración y las distintas funciones de la iglesia en el capítulo 2, y el gobierno de la asamblea en el capítulo 4.

La oración colectiva es una de las actividades de mayor importancia de la asamblea; 1 Timoteo 2.1 al 8. El capítulo 4 menciona la oración en casa al recibir alimentación, 4.4,5. En el capítulo 5 la viuda en verdadera necesidad, y en dependencia de Dios, prosigue en la oración y súplicas día y noche, 5.5. En 2 Timoteo Pablo ora por Timoteo noche y día, 1.3. Estos cuatro aspectos de la oración corresponden a los cuatro vocablos que Pablo emplea en
1 Timoteo 2.1. Hay (i) la oración por los gobernantes, (ii) las rogativas de la viuda, (iii) acciones de gracia por la comida y (iv) las peticiones de Pablo por Timoteo.

Las cuatro palabras empleadas en el 2.1 —rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias— encuentran una ilustración en los cuatro componentes del incienso santo en Éxodo 30.34 al 38; a saber estacte, uña aromática, gálbano aromático e incienso puro. La estacte era un aceite esencial oloroso sacado de la mirra fresca en el desierto. La uña aromática se obtenía de la concha de un tipo de cangrejo, mientras que el gálbano era una mata que crecía en el Líbano más arriba del límite de los árboles. Y, el incienso puro era de un todo blanco, empleado en la ofrenda de harina y los panes de la propiciación. Todos estos ingredientes eran de igual peso. Esta esencia aromática se ofrecía con los sacrificios matutinos y vespertinos, con fuego tomado del altar.

La rogativa es como un hombre postrado con rostro en tierra, como nuestro Señor en el Getsemaní. La oración es como un hombre arrodillado, como Daniel en Daniel 6.10. La intercesión es como un hombre con las manos levantadas a favor de otros, como Abraham fuera de las ciudades, o Aarón y Hur apoyándole a Moisés, Génesis 18.23 al 33, Éxodo 17.12. Las acciones de gracias son como un hombre sentado ante el Señor con copa rebosante al estilo de la de David en 2 Samuel 7.18 al 29, Salmo 23.5.

En cuanto a la oración colectiva, observemos las cuatro solicitudes en el 2.1,2.

  • “por todos los hombres” se vincula con su salvación y la obra del evangelio en 2.4 al 7.
  • “por reyes” tiene que ver más específicamente con los jefes de estado y su pesada carga de responsabilidad. Hay que llevar en mente que en ese entonces Nerón estaba al frente del Imperio; ¡nosotros no oramos por esos hombres porque merecen favor!
  • “por todos los que están en eminencia” abarca todos aquellos que administran la ley y la justicia; Romanos 13.1 al 7.
  • “que vivamos quieta y reposadamente” es una petición cuadruplicada que contempla las circunstancias externas que permitan un testimonio ordenado y persistente en pro del santo evangelio. A la luz de la anarquía y colapso de orden público, y el aumento en la criminalidad en estos días, cuán necesario es pedir gracia para obedecer estas exhortaciones.

En el 2.8 encontramos cuatro condiciones.

  • “que los hombres oren en todo lugar”. El término hombres no es la palabra genérica para ambos sexos, sino se relaciona exclusivamente con el varón. Las mujeres guardan silencio en las reuniones de una iglesia local, 2.12, pero los varones deberían orar en todo lugar.
  • “levantando manos santas” indica la necesidad de la santidad de vida de parte de los que oran en público. Alzar las manos no era un rito; es lenguaje simbólico de la dirección de la oración y de confianza en la respuesta a ser recibida como el obsequio en la mano extendida.
  • “sin ira:” No debemos imitar la oración de Jonás en su disgusto. Tampoco debemos expresar una oración horizontal; o sea, una que supuestamente va dirigida a Dios pero en realidad es un mensaje para alguien en el auditorio.
  • “ni contienda:” Podemos traer a colación a Eliseo, Santiago 5.17,18. El “oró fervientemente para que no lloviese sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto”.

La libertad de acceso en la oración es nuestra por virtud del gran Mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, 2.5. No nos hace falta ángel, ni virgen, ni sacerdote humano, sino nos acercamos directamente a Dios por medio de Él cual Gran Sumo Sacerdote. Oramos en el nombre suyo.

El tema de 4.4,5 es las acciones de gracias por la comida. El Antiguo Testamento define un código de conducta estricta en cuanto a los alimentos a ser consumidos y aquellos a ser rechazados. Había un significado ceremonial y también uno higiénico. Pero hoy día el creyente está bajo la gracia y no la Ley, 4.3. Lo que come o no come es cuestión de su propia preferencia y lo que considera de beneficio para su cuerpo. A lo mejor el pasaje se refiere a los espíritus engañadores y doctrinas de demonios en el 4.1, y la idea errónea que uno tiene que abstenerse de comer carne si quiere entrar en contacto con los espíritus. La mayoría de los espiritistas son vegetarianos. Pero Pablo afirma: “Todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias; porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado”. Cuán agradecidos debemos ser al reconocer los beneficios que nos da a diario.

La lectura de la Palabra de Dios en torno de la mesa y el hecho de dar gracias por la comida —no sólo en casa sino también en voz baja en el restaurante— es un sencillo testimonio a Dios; Él lo ha empleado no pocas veces como la apertura a una conversación sobre cosas espirituales. Además, ha sido el medio para identificar a un creyente y establecer contactos con aquellos que aman al Señor.

“La que en verdad es viuda y ha quedado sola, espera en Dios, y es diligente en súplicas y oraciones noche y día”, 5.5. Aquí leemos de la rogativa de la viuda. ¡Cuán expresivas estas palabras que han sido puestas por obra a lo largo de los siglos! Dios dice de sí que es padre de huérfanos y defensor de viudas, Salmo 68.5. Lucas, el compañero de viaje  de Pablo, menciona viudas nueve veces en su Evangelio, y en este pasaje Pablo emplea el término siete veces. Él tenía un profundo interés en el bienestar de los menesterosos antes de los días de asistencia social de parte del Estado. Nosotros no tenemos por qué ser menos sensibles.

Pablo oraba por Timoteo: “Sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día”, 2 Timoteo 1.3,4. Lo dice al solicitarle la tarea difícil que había por delante en Éfeso. Y, agrega que se acordaba de las lágrimas de este hombre de menos edad, hijo suyo en la fe, estrecho y afectuoso consiervo. La mayoría de los predicadores y misioneros estarían de acuerdo en que la gran necesidad del siervo de Dios es apoyo en la forma de oración intercesora de parte del pueblo del Señor. ¡Debemos orar el uno por el otro!

Estas referencias a la oración en sus diversas formas enfatizan que era uno de los ejercicios básicos de la Iglesia apostólica. Que nosotros nos presentemos ante Dios en dependencia sencilla de él, ocupándonos en oración inteligente y agradecida.

Las mujeres

El ministerio de la mujer es el tema de 1 Timoteo 2.9 al 15, 5.2 al 16 y Tito 2.3 al 5.

Antes del advenimiento del cristianismo, la posición de la mujer en el paganismo de Grecia y Roma era una de marcada inferioridad. Como en el islamismo aun en estos tiempos, se obligaba a la mujer a vivir muy apartada de la sociedad. Con excepciones, la esposa era percibida como un bien físico enteramente bajo el control de su marido. La historia hace ver que la enseñanza cristiana estaba en vivo contraste con cualquier práctica en este sentido en el mundo pagano.

El Evangelio según Lucas se destaca por su énfasis sobre la actitud de nuestro Señor hacia las mujeres. Era una de simpatía cortés. Lucas cuenta de la mujer de la ciudad en el capítulo 7 y del valioso servicio de Marta y María en el 10. Lucas 8.2,3 especifica tres mujeres que sirvieron al Señor, y es el único pasaje en los Evangelios que relata cómo vivían Jesús y sus discípulos cuando no estaban de visita en casa de gente amiga. Y, por supuesto, siempre llevamos en mente que fueron mujeres fueron las últimas en abandonar el Calvario y las primeras en llegar al huerto.

Pero en cuanto al ministerio público, es significativo que fueron varones que el Señor escogió como apóstoles. Solamente varones estaban presentes en la institución de la cena del Señor en el aposento alto. La comisión apostólica al final de Mateo fue dada a varones. En 1 Corintios 15 Pablo menciona solamente a varones como testigos de la resurrección.

Se ha protestado que Pablo habla como soltero en sus instrucciones categóricas en cuanto a la posición de las mujeres en la asamblea, careciendo de simpatía para el sexo femenino. Pero nadie que lee Romanos capítulo 16, y observa allí la apreciación y cortesía expresadas en cuanto a varias mujeres, puede guardar duda acerca de su respeto para el servicio valioso de aquellas que él nombra. Pero mucho más importante de lo que otros dicen acerca de los escritos de Pablo, es que el escribía con autoridad apostólica y la evidente aprobación del Espíritu de Dios sobre sus enseñanzas.

La enseñanza de Pablo es que en la unidad del cuerpo —la Iglesia “universal”— no hay varón ni mujer, Gálatas 3.28, pero no así en el ministerio público de la Palabra de Dios en la iglesia local. De esto hablan principalmente 1 Corintios 11.2,3, 14.35,35 y 1 Timoteo 2.12. Los últimos dos pasajes exigen silencio de parte de la mujer en la iglesia.

Algunos procuran suavizar esta ordenanza al traducirla como “quedarse quietas”. Pablo, sin embargo, aclara su sentido en 1 Corintios 14.34 al añadir, “no les es permitido hablar”, y en el versículo siguiente, “… es indecoroso que una mujer hable en la congregación”. El prosigue en el 14.37: “Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor”.

En Corinto, la enseñanza de Pablo sobre la emancipación del principio de la Ley dio lugar a un exagerado énfasis en la libertad. Aparentemente uno de los abusos en Corinto fue la costumbre de mujeres a intervenir públicamente, y esto con la cabeza descubierta. Pablo corrige el problema de la cabeza en el capítulo 11 y el de la parte pública en el 14. Dice categóricamente que la mujer debe guardar silencio en la iglesia.

La instrucciones en 1 Timoteo 2 tocante la posición de la mujer en la asamblea enfatizan lo que él había enseñado seis años antes al escribir a los corintios. Este pasaje —1 Corintios 11— tiene su trasfondo en el orden establecido en la creación. Pero la enseñanza en 1 Timoteo se basa en lo que sucedió en la caída. Al ser tentada, Eva no consultó a su cabeza, Adán, sino actuó en independencia. Todos sabemos las consecuencias desastrosas para ella y toda su posteridad. Es bien sabido que varios de los cultos perniciosos fueron fundados, o grandemente influenciados, por mujeres.

Hay cuatro pensamientos clave en 1 Timoteo 2.9 al 15: la sobriedad, sujeción, silencio y salvación.

En Corinto el problema había sido la negativa de cubrir la cabeza, pero aquí es el otro extremo. Había falta de sobriedad expresada en un exceso de adorno. La gloria natural, el cabello, estaba enlazada con oro y piedras preciosas. Otro, al abordar el mismo tema, escribe: “Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios”, 1 Pedro 3.4.

Dos veces, 2.9,15, Pablo habla de la sobriedad [traducida en la Reina-Valera como modestia] y dos veces del silencio, 2.11,12. Sus palabras parecen más enfáticas en Timoteo que en Corintios.

El último versículo en el capítulo 2 ha dado lugar a no poca controversia. Dice que la mujer se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia. Hay dos interpretaciones principales: (i) Se refiere al Redentor, la simiente de la mujer. O sea, la mujer se salvaría al dar a luz a Jesús. (ii) Y, se refiere a una salvación diaria de la tentación al ocuparse en su esfera que es el hogar y la familia. En el Génesis hubo una doble sentencia sobre la mujer como consecuencia de la caída. Primeramente, sus preñeces serían acompañadas de dolor; segundo, estaría sujeta a su esposo. Es muy probable que el versículo en Timoteo se refiera a una salvación diaria relacionada con los deberes del hogar.

Para resumir: El apóstol enseña que las mujeres no deberían participar audiblemente en la adoración pública. Esta incluye la predicación, la oración cuando hay hombres y mujeres presentes, y el acto de enseñar a varones en público. Esto no quiere decir que no puede enseñar a sus hijos. Timoteo mismo fue instruido en las Escrituras por su madre y su abuela. Es más: Tito 2.3,4 exhorta que las mujeres maduras entrenen a las de menor edad a ser sobrias, amar a sus esposos y amar a sus hijos. Ella nunca debe usurpar la autoridad que Dios le dio al varón a ejercer el ministerio público en la iglesia; así es el patrón establecido en las Escrituras.

Al escribir sobre 1 Timoteo 5.5 y Tito 2.3, W.H. Hoste observa: “Las calificaciones de una verdadera viuda señalan claramente algunas fases de la obra de la mujer. Son siete: (i) Debe ser una mujer de oración, como Ana. (ii) Conocida por sus buenas obras, como Febe o Priscila. (ii) Haber criado hijos, como Loida o Eunice. (iv) Hospitalaria, como Lidia. (v) Atenta al pueblo del Señor, como María. (vi) Cuidadosa a aliviar a los menesterosos, como Dorcas. (vii) Diligente en toda buena obra, como Pérsida. Adicionalmente, se exhorta a las mayores a enseñar a las mujeres menores —obsérvese, no a los varones— a ser sobrias, etc”.

“Parece claro que el hogar es la esfera normal para la mujer, y que su servicio, si bien puede tomar una u otra forma, debe ser acorde con este principio. Es evidente que no es la mente del Señor si un deseo por un servicio de mayor relieve conduce a una mujer a descuidar los deberes menos vistosos y más rutinarios del hogar”.

Disciplina

Habiendo repasado la enseñanza de estas epístolas sobre la iglesia, su constitución y testimonio, llegamos a considerar ciertos peligros que intentan contra su doctrina y pureza. Las tres cartas están llenas de advertencias contra maestros falsos. Uno de los objetivos principales de Pablo al escribir fue el de instruir a Timoteo y Tito en cómo atender a estos falsos. El énfasis en 1 y 2 Timoteo es sobre la enseñanza saludable, mientras que en Tito es sobre la necesidad de las buenas obras. Las dos deben ser guardadas en equilibrio; la una sigue a la otra.

Pablo les advirtió a los ancianos en Éfeso que después de su partida lobos rapaces iban a entrar, y que no perdonarían al rebaño. Además, de entre ellos mismos algunos hablarían cosas perversas, para arrastrar tras sí a los discípulos, Hechos 20.29,30. O sea, el ataque sería desde adentro y desde afuera. Aparentemente aquel tiempo ya había llegado cuando Pablo escribió. Fue expresamente con el fin de combatir estas influencias que el apóstol dejó a Timoteo en Éfeso, 1 Timoteo 1.3.

Un repaso de las tres epístolas hará ver qué eran estas enseñanzas falsas. Es evidente que eran mayormente judaicas en origen; 1 Timoteo 1.7, Tito 1.10 al 14. Desde el comienzo del testimonio de la Iglesia, los judaizantes procuraban convertir a los cristianos en prosélitos judíos. Fue por esta razón que Pablo escribió la Epístola a los Gálatas. En 1 Timoteo 6.20 él habla de oposición al falsamente llamado conocimiento, aparentemente refiriéndose a la enseñanza gnóstica que trata en la carta a los colosenses.

Y, en 1 Timoteo 4.1 al 3 él se refiere a los espíritus engañadores y doctrinas de demonios. Aparentemente eran enseñanzas inspiradas por Satanás. Dice en Tito 1.15: “Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada les es puro”. Como suele ser el caso, la enseñanza maligna coincide con una conducta indecorosa.

En estas cartas Pablo describe con una serie llamativa de términos el alejamiento de Dios que requiere la aplicación de disciplina:—

  • El naufragio, 1 Timoteo 1.19: “… manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos …” Parece que este naufragio de la fe en las rocas de la blasfemia fue consecuencia de enseñanza errónea sobre la resurrección.
  • La cauterización, 1 Timoteo 4.1,2: “El Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia …” La conciencia había sido cauterizada al estilo del esclavo marcado con hierro caliente, producto de haberse apostatado de la fe.
  • La negación, 1 Timoteo 5.8: “…si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo”. En la esfera doméstica, el creyente insensible es peor que un inconverso.
  • El quebrantamiento, 1 Timoteo 5.12: “… incurriendo así en condenación, por haber quebrantado su primera fe”. En la esfera social, el chisme y la lengua ociosa pueden conducir a consecuencias desastrosas.
  • El extravío, 1 Timoteo 6.10: “… raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores”. El contexto es una advertencia sobre el abuso de las riquezas; una aplicación puede ser a la esfera de los negocios.
  • El desvío, 1 Timoteo 6.21, 2 Timoteo 2.18: “… la falsamente llamada ciencia, la cual profesando algunos, se desviaron e la fe”. “… se desviaron de la verdad, diciendo que la resurrección ya se efectuó, y trastornaron la fe de algunos”. La idea es el arquero que apunta mal. Esta gangrena puede consumir lo esencial del testimonio cristiano. Se trata de la esfera del intelecto.

Si existían estos peligros en los tiempos de Pablo, ¡cuánta aplicación no tendrán en los nuestros!

Además de describir las condiciones que podrían presentarse, Pablo les instruye a Timoteo y Tito cómo tratar a los maestros heterodoxos y sus doctrinas. Hay por lo menos cuatro pasajes que tratan de la disciplina en sus diversas formas:—

  • La excomunicación, 1 Timoteo 1.19,20: “… de los cuales son Himeneo y Alejandro, a quienes entregué a Satanás para que aprendan a no blasfemar”. Primeramente él menciona un caso donde él mismo había actuado. ¿Qué quiere decir “entregar a Satanás?” Tenemos que referirnos a 1 Corintios 5.5, donde el escritor emplea la mima expresión. Ambos pasajes se refieren a la exclusión de la comunión de la iglesia local. Si Himeneo es la persona que figura en 2 Timoteo 2.17, la blasfemia en cuestión tuvo que ver con la doctrina esencial de la resurrección.

Himeneo no era el único afectado; la fe de otros fue perjudicada, Pablo se refiere a esto como un naufragio. Si bien toda disciplina tiene la restauración del ofensor como su objetivo final, parece que no resultó así en este caso.

  • La reprensión ante otros, 1 Timoteo 5.20: “A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman”. El 5.1 advierte, “No reprendas al anciano, sino exhórtale como a padre”, y el 5.19, “Contra un anciano no admitas acusación sino con dos o tres testigos”. Parece que estas instrucciones en cuanto a una reprensión tienen la finalidad de darle a Timoteo, un joven siervo de Dios, una oportunidad para reflexionar antes de tomar este paso serio del 5.20. Ni este acto de disciplina, ni ningún otro, debe ser ejecutado apresuradamente. Se hace sólo con base en ejercicio delante de Dios y la debida consideración de las circunstancias.

“Los  que  persisten  en pecar” es literalmente “los que están continuando en un patrón de pecado”. “Repréndelos” es dejar convictos, para su deshonra. El pecado contemplado aquí es solamente uno que incide en el testimonio público. Posiblemente la persona que está bajo consideración sea una que no se someterá a una admonición privada y está intento más bien en un curso de acción que tendrá efecto sobre la asamblea entera. No ha llegado al extremo de ameritar la excomulgación, pero por su gravedad sí amerita mención ante la congregación entera.

  • El silencio impuesto, Tito 1.10,11: “Hay aún muchos contumaces, habladores de vanidades y engañadores … a los cuales es preciso tapar la boca; que trastornan casas enteras, enseñando por ganancia deshonesta lo que no conviene”. El contumaz es uno que niega toda autoridad; se emplea la misma palabra en el 1.6 con referencia a los hijos en rebeldía. Los habladores de vanidades son gente cuyos dichos no llegan a nada; son inútiles. Epistomízo, “tapar la boca”, conlleva la idea del freno en la boca del caballo; el sustantivo es un tapón en la tubería de agua.

Cuán expresivo es todo esto en el contexto del hombre en la asamblea cuyo ministerio no es para provecho pero quiere hablar cada vez que se presenta oportunidad, apagando el legítimo ministerio del Espíritu Santo y fastidiando a los oyentes. El remedio es gráfico: ¡póngale bozal! Es mejor hacer esto que dejar que toda la congregación sufra.

  • El rechazo, Tito 3.10,11: “Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio”. El caso ahora no es de uno cuya enseñanza es errónea, sino sus interpretaciones de las Escrituras son divisorias; a menudo se encuentra en uno que cree practicar una mayor fidelidad a la Palabra de Dios. El ruego de Romanos 16.17,18 es: “que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos”.

Este individuo debe ser advertido dos veces cuando menos. Si no hace caso, debe ser desechado. Algunos entienden que esto quiere decir aislado, pero notamos que Pablo agrega que el tal “se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio”, y esto podría indicar que se debería rechazar de uno todo a aquel que está continuamente dividiendo al pueblo de Dios.

Mucho dependería de la naturaleza de su enseñanza, si amerita o no la excomulgación. Lo cierto es que el hombre requiere un trato severo si persiste aun habiendo sido amonestado dos veces.

Finanzas

En Hechos de los Apóstoles, donde encontramos el registro histórico de la base y desarrollo de la Iglesia desde su comienzo en Jerusalén hasta existir muchas asambleas en los centros principales del Imperio Romano, es llamativa la muy escasa mención de cómo la obra fue sostenida económicamente. Por ejemplo, los gastos de viaje del apóstol Pablo y sus colaboradores tienen que haber sido significativos, pero casi no se toca el punto.

Esto está en marcado y preocupante contraste con la publicidad y solicitudes por fondos, muchas veces de alta presión, que encontramos hoy día de parte de algunos que apelan por aportes para llevar a cabo sus actividades en la obra de Dios. Pablo nos cuenta que la iglesia en Filipos le envió ayuda una y otra vez, Filipenses 4.15,16, pero no leemos nada en este sentido en cuanto a la asamblea en Antioquía que le había encomendado a la obra.

Nuestro Señor, tanto en sus enseñanzas como en sus prácticas en los Evangelios, tiene mucho por decir acerca del dinero y la relación de sus discípulos con el dinero. Han debido considerarse a sí mismos como administradores, o mayordomos, y no como propietarios de las cosas materiales en su haber.

En las Epístolas se desarrolla esta enseñanza básica. Los creyentes primitivos, con algunas excepciones, eran pobres en lo material pero ricos en la fe. En aquel entonces, como ahora, eran aquellos que menos tenían que más daban. De los macedonios se cuenta que, “en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad”, 2 Corintios 8.2.

Las cartas a los corintios son nuestra principal fuente de información sobre cómo las iglesias de aquel entonces financiaron las diversas actividades que les ocupaban. Se relata que era en el primer día de la semana —obviamente el día en que toda la congregación acostumbraba reunirse— que cada uno ha debido poner aparte algo conforme a cómo el Señor  le  había  prosperado, 1 Corintios 16.1,2. No se sometía a nadie a presión; el motivo era el amor y el sentido de responsabilidad a devolverle a Dios lo que Él les había concedido. El principio en cuanto al apoyo de los obreros se expone en 1 Corintios 9. En 2 Corintios 8 y 9 está la enseñanza sobre las necesidades específicas tales como la ayuda a los necesitados en tiempo de hambre.

Y, en estas Epístolas Pastorales encontramos instrucciones comple-mentarias sobre este tema de tanta importancia. Son cuatro por los menos: · el uso y abuso de los recursos,
1 Timoteo 6.6 al 19; · el socorro para los desamparados, 1 Timoteo 5.3 al 16; ·  los aportes a aquellos que laboran en el evangelio y la enseñanza, 1 Timoteo 5.17,18; · el siervo de Dios de viaje, Tito 3.13.

“Gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaro n de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. … A los ricos de este siglo manda que no sean altivos; ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos, atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna”, 1 Timoteo 6.6 al 19.

Muchos años atrás, en una conversación en casa del doctor Cronin, William Kelly observó que al comienzo este capítulo se dirige a los que no tienen bienes; al final, a los que sí tienen; y en el medio, al varón de Dios en relación con ambos.

A los que no son ricos se les advierte que la ganancia no es piedad, sino que la piedad con contentamiento es ganancia. A los acomodados se les exhorta a que sean generosos, sabiendo que de esta manera atesoran para sí buena base para el futuro. En el 5.11 la exhortación a Timoteo es en cuanto a aquellos que aspiran ser ricos. Se le dice que debe huir de estas cosas y buscar más bien la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia y la mansedumbre.

En el Antiguo Testamento Dios se perfila como Defensor de viudas, Salmo 68.5, y la Ley pronunció una maldición sobre aquellos que las afligían, Deuteronomio 27.19. Lucas menciona en su Evangelio a varias de ellas, y siempre con simpatía. Santiago 1.27 establece que “la religión que Dios nuestro Padre acepta como pura y sin mancha consiste en lo siguiente: en socorrer a los huérfanos y a las viudas en su aflicción y en conservarse inmune de la contaminación de este mundo”. [Nueva Versión Internacional.]

Los judíos guardaban un fondo preestablecido en el templo para subsidiar a las viudas y huérfanos. Al convertirse del judaísmo a ser cristianas, una viuda perdía esta ayuda, como era de esperarse, y la Iglesia primitiva se hacía responsable por su sostén. Hechos 6 describe el procedimiento además de la queja que se formó sobre su administración. El relato acerca de Dorcas en Hechos 9 hace ver que las viudas como una clase en la sociedad se destacaban en las comunidades cristianas.

Pablo define el tipo de viuda digno de esta consideración: “Honra a las viudas que en verdad lo son. Pero si alguna viuda tiene hijos, o nietos, aprendan éstos primero a ser piadosos para con su propia familia, y a recompensar a sus padres; porque esto es lo bueno y agradable delante de Dios. Mas la que en verdad es viuda y ha quedado sola..”, 1 Timoteo 5.3 al 16. Tenía que ser mujer no menor de sesenta años; haber sido esposa de un solo hombre (queriendo decir probablemente que se había casado una sola vez); y haber mostrado caridad y utilidad en años anteriores. La idea sobresaliente parece ser que se trata de mujeres realmente necesitadas y merecedoras de ayuda, sin contar con familiares cercanos que pueden asumir la responsabilidad.

Podemos estar agradecidos que en  estos tiempos en muchas partes del mundo hay un legítimo ejercicio en cuanto al cuidado de los mayores entre el pueblo del Señor. Se evidencia en la cantidad de hogares para ancianos donde hombres y mujeres se han dedicado a esta obra tan necesaria. Ellos merecen el apoyo financiero y las oraciones de particulares y de asambleas.

“Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar”, 1 Timoteo 5.17. Es cierto que la palabra “ancianos” significa por lo general los obispos en una asamblea local, en este contexto podría referirse a una esfera más amplia, a saber, a uno que se ocupa del ministerio de la Palabra de Dios en diversas partes. Y si bien la palabra “honor” tiene el sentido de respeto, encierra también la idea de apoyo financiero. Esto se ve por lo que leemos en el versículo siguiente, “No pondrá bozal al buey que trilla; Digno es el obrero de su salario”. Y, tengamos en cuenta que en 5.3,4 el honor debido a las viudas está vinculado con la ayuda monetaria.

Posiblemente este sea el sentido del doble honor; a saber, la estimación que se merecen y el hecho de que no deben sufrir escasez monetaria. Una manera literal del entender el texto sería: Que los ancianos que son buenos líderes sean considerados dignos de reconocimiento en dos sentidos, especialmente aquellos que se dedican arduamente a la predicación y enseñanza. La palabra “trabajan” quiere decir cansarse en una labor; es la de Lucas 5.5: “Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado”.

Desde luego, esto se referiría al pastor / maestro quien dedica mucho o todo su tiempo a la obra. El pasaje no ofrece estímulo a un cargo de pastor único, como algunos quisieran pensar. Semejante funcionario es ajeno a las Escrituras; 1 Timoteo 3.1 al 5, 1 Pedro 5.2.

“A Zenas intérprete de la ley, y a Apolos, encamínales con solicitud, de modo que nada les falte”, Tito 3.13. Es posible que Zenas haya sido obrero de Dios a tiempo completo. De todos modos, una de las obligaciones de los creyentes en Creta era la de asegurarse de que a estos dos señores nada les faltaba en la obra que les ocupaba.

Zenas y Apolos son representativos de muchos de los honrados siervos de Dios en nuestro día, quienes se cansan en largos viajes al servir a los santos y atender a sus necesidades espirituales. El legítimo siervo de Dios confía en Él solamente para el suministro de sus necesidades materiales; él nunca menciona ni insinúa el asunto de sus finanzas. Por otro lado, es la responsabilidad de las asambleas y de personas particulares, adminis-tradores de lo que Dios les ha encomendado, actuar inteligentemente en la distribución de los fondos, sin ser influenciados indebidamente por cada ruidosa solicitud que les llegue.

Dones

Hemos comentado que tanto Timoteo como Tito eran hijos espirituales de Pablo. Él se refiere a Timoteo como su verdadero hijo en la fe, 1 Timoteo 1.2, y emplea lenguaje parecido al dirigirse a Tito, Tito 1.4. Fue Pablo que condujo a ambos a dedicarse a la obra del Señor y no es de sorprendieres que él se haya interesado en el desarrollo del don de cada uno de estos colaboradores suyos.

Hay tres afirmaciones interesantes en cuanto a Timoteo y su don: · “No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio”, 1 Timoteo 4.15. · “Te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos”, 2 Timoteo 1.6.

Aparentemente hubo aquí algo apostólico y milagroso. Primero, el don profético era un ejercicio que reconocía a Timoteo como un vaso escogido del Señor. Segundo, Pablo dice que el don le fue conferido a Timoteo mediante [dia] la imposición de manos del apóstol. Tercero, los ancianos se identificaron con aquello por [meta] la imposición de sus propias manos. Luego se le dice que no debería descuidar aquello, sino avivarlo como a fuego.

Existía todavía el don de profecía en aquellos tiempos de la historia de la Iglesia, y fue por este medio que Timoteo fue señalado como uno aparejado de Dios para una tarea específica. De conformidad con esto, los ancianos concurrieron simbólicamente al imponerle las manos. Fue la respuesta de la iglesia a la declaración de la mente de Dios.

El uso de la preposición dia [por medio de, o por] con referencia a la imposición de manos es un detalle que algunas personas señalan como autoridad para una ceremonia de “ordenación”, afirmando que de esta manera se puede impartir un don espiritual. Pero aquellos que afirman tal cosa están obligados a mostrarnos que cuentan con el don de profecía y la autoridad y poder del apóstol Pablo. C.H. Spurgeon describió esta práctica moderna como la imposición de manos vacías sobre manos vacías.

¿Pero acaso Dios no otorga dones espirituales sobre su Iglesia hoy día? ¡Qué sí! Es una de las grandes prerrogativas de la Cabeza de la Iglesia, nuestro Señor Jesucristo. “A cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres. … El mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de Cristo”, Efesios 4.7 al 13.

El dio a la Iglesia primitiva los dones de apóstoles y profetas, y continúa dando los de evangelista, pastor y maestro. Pareciera que el don conferido a Timoteo fue triple. Pablo le exhorta en 2 Timoteo 2.5 a hacer la obra de evangelista, pero vemos que era un pastor / maestro ideal en Éfeso. Su estadía fue corta, como ya hemos mencionado. Resueltamente no era el obispo ni el pastor en Éfeso, sino uno enviado para emplazar a otros a no enseñar doctrina falsa ni prestar atención a fábulas. Una vez realizada esta comisión, él debería juntarse con el apóstol, 2 Timoteo 4.9,11,21.

Podemos decir lo mismo en cuanto a la misión de Tito en Creta. “Cuando envíe a Artemas o a Tíquico, apresúrate a venir a mí en Nicópolis”, Tito 3.12. La exhortación a no descuidar el don, sino avivarlo, muestra la necesidad de desarrollo a lo largo de la vida en cualquier capacidad que nos haya sido conferida. Esto se hace sólo por el estudio de la Palabra de Dios y el ejercicio continuo del don. “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”, 2 Timoteo 2.15.

Por un lado hay el otorgamiento divino del don y por otro lado debe haber en uno el trabajo diligente y arduo para desarrollarlo. Como en la esfera física, donde ciertos órganos o funciones del cuerpo tienden a atrofiarse cuando falta el debido ejercicio, así en la espiritual. El fuego que ardía, dando luz y calor, es propenso a ser apagado; hace falta el oxígeno y energía del Espíritu Santo para avivarlo.

Oh, ¡cuán grande la necesidad de hombres con don en estos tiempos para llevar adelante la obra de Dios! Se escasea marcadamente el verdadero don de pionero para evangelizar en tierra virgen. El cuerno del carnero no está anunciando juicio, ni la trompeta de plata está anunciando redención. A menudo son sustituidos por una simpática homilía sobre las noticias del día, prácticamente sin mención de las grandes verdades del pecado, el arrepentimiento y el glorioso remedio en la cruz de Cristo.

¿A dónde podemos acudir y qué podemos hacer para encontrar y desarrollar estos dones en nuestros días? Más de todo, dependemos de la Cabeza de la Iglesia para conferirlos. Pero es responsabilidad del individuo con don avivarlo, y es responsabilidad de creyentes mayores animarlos en esto como hacía Pablo.

Él nos da una pauta en sus instrucciones a Timoteo sobre el ministerio de la Palabra en las asambleas: “Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros”,
2 Timoteo 2.2. Esta es la legítima sucesión apostólico. Debemos estar constantemente en la búsqueda de hombres de menor edad que sean poseídos de gracia y se caractericen por espiritualidad. Donde hay evidencia de don, debemos animarlos a ejercerlo y desarrollarlo, pero a la vez a entregarse al cuidadoso, acertado y consecutivo estudio de la Palabra de Dios.

 

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