Jacob hijo de Alfeo (#433)

Jacobo, hijo de Alfeo / Cleofas

 

 Héctor Alves

 

 

Jacobo figura en el noveno puesto en cada lista de los apóstoles, y en cada caso se aclara que era hijo de Alfeo. Varias personas figuran en el Nuevo Testamento con el nombre de Jacobo y no es fácil identificarles en algunos casos. Algunos opinan que había cinco: el hijo de Zebedeo, el de Alfeo, el hermano de Jesús, el hijo de María (llamado Jacobo el menor) y el hermano de Judas el apóstol. Otros opinan que el Jacobo hijo de María era a la vez hermano de Jesús, pero esto no está claro.

Había tres Jacobo como mínimo: el hijo de Zebedeo, el hijo de Alfeo y el hermano de Jesús. Si eran tres no más, nada aprendemos en los cuatro evangelios acerca del hermano de Jesús mientras el Señor vivía; durante el ministerio terrenal de Jesús, “ni aun sus hermanos creían en él”, Juan 7.5.

Creemos que era hermano de Jesús el Jacobo que se nombra en Hechos 12.17 (cuando Pedro dijo, “Haced saber esto a Jacobo”); en 15.13 (el concilio en Jerusalén); en 21.18 (“Pablo entró a ver a Jacobo”); y en Gálatas 1.19 (“no vi a ninguno de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor”). Es evidente que era un líder en los primeros tiempos de la Iglesia.

 

“El menor”

De Jacobo el hijo de Alfeo sabemos muy poco. Nada se dice de él durante el ministerio del Señor sobre la tierra. La última mención de su nombre está en Hechos 1.13: “Subieron al aposento alto, donde moraban … Jacobo hijo de Alfeo …” Este versículo constituye, por cierto, la última mención de ocho de los doce.

Al comparar Juan 19.25, Lucas 24.10 y Mateo 10.3, nos parece que Alfeo y Cleofas eran una y la misma persona. Alfeo es la forma griega y Cleofas la hebrea. El primero de estos versículos hace saber que él era esposo de María. (“Estaban junto a la cruz de Jesús … María mujer de Cleofas”). Ahora, en Lucas 24.10 leemos de “María madre de Jacobo” en exactamente el mismo contexto, y en Marcos 15.40 de “María la madre de Jacobo el menor”. Es claro que la referencia es a Jacobo el hijo de Alfeo, uno de los doce.

La razón por llamarle el menor puede ser por su estatura pero más probablemente es para distinguirle de Jacobo el hijo de Zebedeo, el hermano de Juan, quien era más prominente. Sin duda el hijo de Alfeo aceptó esta designación con toda humildad.

 

¿El silencioso?

No podemos ir más allá de lo que la Palabra de Dios registra acerca de estos “apóstoles silenciosos”. Jacobo el menor no es el único; la Biblia tampoco relata las actividades de Bartolomé, Simón el cananita y Judas Tadeo. El Señor les escogió y les comisionó a predicar. Fueron los primeros evangelistas en el glorioso ejército que ha servido a lo largo de veinte siglos, y su servicio es conocido a aquel a quien sirvieron.

Como era con los doce, lo es con todo verdadero siervo del Señor: mucha diferencia en carácter, actividad y responsabilidad. Algunos figuraban más promi-nentemente que otros en lo que sus semejantes veían y oían, pero, al decir de Marcos 13.34, Él dio a cada uno su obra. Lo que tenemos que recordar es que “la obra de cada uno se hará manifiesta, porque el día —el tribunal de Cristo— la declarará”, 1 Corintios 3.13.

Pedro, por ejemplo, protestó, “He aquí, nosotros lo hemos dejado todo; y te hemos seguido”, y preguntó, “¿Qué, pues, tendremos?” La última parte de la respuesta del Señor fue: “Muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros”. La primera lista de los apóstoles comienza con un Simón y termina (el Iscariote aparte) con otro Simón, pero ¿quién se atreve a decir que Simón Pedro será el primero y Simón el cananita el postrero en un día futuro?

“Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios”,
1 Corintios 4.5.

 

 

 

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