La aplicación de principios bíblicos (#864)

LA APLICACIÓN DE LOS PRINCIPIOS BÍBLICOS

DOCTRINA – TRADICIÓN – CIRCUNSTANCIA

 

George Hawkes, Estados Unidos
Precious Seed número 54-4

 

¿Cómo es que la Biblia, un libro escrito miles de años atrás, tenga validez hoy día? Es porque contiene principios universales que son aplicables a todo el mundo no obstante las circunstancias. Dios capacitó a los escritores a dirigirse a todos los temas esenciales para nuestra vida sobre el planeta.

De manera que, ¿cómo aplicamos a nuestras circunstancias actuales los principios que figuran en la Biblia, expresados en primera instancia en una sociedad  ajena a la nuestra? Afortunadamente, Dios no nos ha dejado a la deriva. El Espíritu Santo nos ha acompañado a partir de la ascensión del Señor, Juan 14.16, Hechos 1.8, y nos proporciona por medio de la Palabra toda la orientación que necesitamos, Juan 16.13. Como consecuencia, contamos con la sabiduría de Dios, “la mente de Cristo,” revelada a nosotros por su Espíritu, 1 Corintios 2.6 al 16. Es tan así para las situaciones de estos tiempos como lo era para los eventos que tuvieron lugar miles de años atrás.

Fe y acción

Santiago 2.14 al 26 muestra la relación entre lo que creemos (nuestra fe) y lo que hacemos (nuestras acciones). Nuestra fe se evidencia en lo que hacemos, de manera que la fe que no da lugar a acciones apropiadas es muerta, 2.17,18. Por cuanto los principios bíblicos son el fundamento de nuestra fe, ellos deben ser expresados en nuestra actuación. De otra manera nuestra fe no se basa en las Escrituras y no estamos conduciéndonos como si la Biblia tuviera vigencia. Dios se interesa por lo que hacemos y cómo lo hacemos. Por ejemplo, se nos exhorta a hablar la verdad en amor, Efesios 4.15.

Odres y vestidos

Un incidente registrado en los Evangelios nos ayuda a demostrar la relación entre (i) lo que creemos (los principios bíblicos), (ii) lo que hacemos (las prácticas) y (iii) las circunstancias del momento. En Lucas 5.33 al 35 los líderes religiosos criticaron a Jesús porque sus discípulos no ayunaban como hacían ellos. Jesús dio una razón de esto y la explicó con la parábola de los odres, 5.36 al 38.

Él afirmó que “nadie echa vino nuevo en odres viejos.” Los odres guardaban el vino y lo protegían del ambiente. Sin un contenedor adecuado, el vino se derramaría y el odre sería inútil. La aplicación de esta ilustración fue que “el vino” del evangelio de Jesucristo no podía ser guardado y expresado por las prácticas (“los odres”) del judaísmo. Hacían falta prácticas nuevas para preservar la fe cristiana: “… echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente,” Mateo 9.17. Nuestras prácticas se ubican entre los principios que seguimos y las circunstancias que encontramos. Las prácticas son una consecuencia de la aplicación de principios divinos a circunstancias humanas.

En la parábola en referencia Jesús enseñó que al cambiarse los principios (el vino), las prácticas (los odres) deberían cambiar. ¿Y si hay cambios en las circunstancias que nos rodean? Los organismos biológicos responden a los cambios en su ambiente; al no hacerlo no hay evidencia de vida. Nosotros también deberíamos considerar los cambios que se presentan en nuestro ambiente (o circunstancias).

Es interesante que Cristo haya empleado los odres (cueros) y vestidos en esta historia. Se gastan y con el tiempo tienen que ser reemplazados. Así también nues-tras prácticas tendrán que ser reempla-zadas de vez en cuando por cuanto ninguna sociedad o cultura es estática. Por supuesto, para nosotros es asunto de cambios en las circunstancias y no en los principios, o podría ser a causa de una nueva comprensión o aplicación de los principios. Esto quiere decir que nuestras prácticas deberían basarse en principios bíblicos y relacionarse con las circun-stancias que nos rodean.

Tradiciones y circunstancias

La conducta humana está influenciada por las experiencias del pasado y las circunstancias del presente. Un ejemplo de una conducta impropia se encuentra en Marcos 7.1 al 9, donde Jesús tilda de hipócritas a los líderes religiosos porque asignaban más importancia al lavamiento ceremonial que a los mandamientos de Dios. Les acusa de invalidar el mandamiento de Dios para guardar su propia tradición. Así que sus prácticas estaban dirigidas por tradiciones, las cuales eran contrarias a principios bíblicos. De manera parecida, en Lucas 6.1 al 11, Cristo se opuso a sus reglas sobre lo que era permisible en el día sábado. En ambas situaciones los líderes religiosos trataban una tradición como si fuera una verdad de las Escrituras.

Un  buen ejemplo de cómo la conducta puede ser influenciada por las circunstancias se encuentra en la visita de Pablo a Atenas, Hechos 17.16 al 34. Aguardando la llegada de Silas y Timoteo, él paseaba y vio los santuarios. Este hecho le dio una percepción del pueblo que pudo usar al hablar con ellos. Pablo era como los varones de Isacar que eran entendidos en los tiempos y sabían qué debía hacer Israel, 1 Cró-nicas 12.32. Notemos que era esencial comprender los tiempos (o la situación) para saber qué hacer.

Así también Cristo reconocía las necesidades del pueblo que estaba desamparado y disperso, Mateo 9.36, y respondió y estaba dispuesto a ser su Pastor, Juan 10.1.4.

Un esquema de actuación

Los cristianos son llamados a ser representantes activos de Cristo, 2 Corintios 5.20.  Es de ayuda visualizar por medio del diagrama abajo la relación entre lo que creemos y lo que hacemos. Muestra que al aplicar los principios bíblicos, la manera de expresarlos está influenciada tanto por las prácticas del pasado (que son las tradiciones ahora) y las circunstancias del presente. Las circunstancias cambian en las familias, comunidades y naciones por cuanto la vida es un proceso dinámico. Las prácticas que posiblemente eran apropiadas en una época pueden tornarse obsoletas, pero si persistimos en su uso perdemos una oportunidad para demostrar los principios en acción en las circunstancias del presente.

Los principios son importantes porque proporcionan orientación y propósito divinos. Debemos distinguir entre los principios bíblicos (los cuales son fijos) y nuestra aplicación de ellos, la cual puede cambiar conforme a las circunstancias del lugar o el momento.

Para estar en condiciones de discernir y aplicar los principios bíblicos, es preciso considerar la cultura, estilo de vida y lenguaje de:

  • las épocas de la Biblia, para poder interpretar la Biblia
  • las generaciones anteriores de la familia, asamblea, comunidad y nación,
    para entender nuestras tradiciones
  • el presente, para entender las circunstancias actuales

Esto nos ayudará a distinguir entre los principios relevantes y las prácticas más apropiadas para enfrentar las circunstancias que nos rodean.

 Así como los odres y vestidos, nuestras prácticas cristianas existen tan sólo para cumplir con un fin. Son expresiones humanas de principios divinos dentro de un cierto contexto histórico, social y cultural. Debemos conocer el propósito detrás de nuestras prácticas y considerar de tiempo en tiempo si otros métodos serían más apropiados. Hay una tendencia de perpetuar las prácticas de larga historia, pero nuestra seguridad debe estar en los principios en vez de las prácticas.
Nuestras prácticas son importantes porque son el aspecto visible de nuestra fe. Jesús dijo que la gente reconocerá sus discípulos con tal que se amen el uno al otro, Juan 13.35. Pablo escribió: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros,” añadiendo: “Todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús,” Colosenses 3.16,17. Al seguir el ejemplo de Cristo, nuestras tradiciones deben ser evaluadas siempre por las verdades bíblicas y las circunstancias vigentes, dando lugar a prácticas existentes en sustitución de aquellas tradiciones que hayan dejado de ser apropiadas.

De manera que, al evaluar nuestras prácticas tenemos que considerar bajo la dirección del Espíritu de Dios:

  • los principios bíblicos
  • las circunstancias actuales
  • las prácticas del pasado, o sea las tradiciones

En un sentido, solamente las Escrituras sobreviven cuando nosotros los creyentes los aplicamos a todas las circunstancias de la vida; al no ser así, estamos viviendo como si la Biblia fuera tan sólo un libro de historia que ha perdido su validez.

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