Zaqueo (#526)

Zaqueo

Perth Gospel Hall

 

El salmista dijo, 34.6: “Este pobre clamó, y lo oyó Jehová, y lo libró de todas sus angustias”. En nuestros estudios hemos observado el interés del Señor Jesús por los afligidos, y que llegó adonde estaban. Veamos ahora una historia que sólo Lucas narra.

 

Lectura      Lucas 18.31 al 35, 19.1 al 10

El v. 5 reza: “Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa”, y en el 19.10 leemos: “El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”.

Trasfondo

Los antecedentes del encuentro de Zaqueo con Jesús se encuentran en 18.31 al 34: “Se cumplirán todas las cosas escritas por los profetas acerca del Hijo del Hombre”. El Señor Jesús había dejado Galilea por vez última e iba rumbo a Jerusalén. En Lucas 9 leemos que cuando dejó Galilea “se cumplió el tiempo … afirmó su rostro para ir a Jerusalén”.

En nuestra lectura en Lucas 18 el Señor Jesús tiene sus discípulos aparte y les explica su destino y los eventos que tendrán lugar allí. “Se cumplió el tiempo” y Él va hacia Jerusalén enteramente consciente de lo que le espera. En Hechos 20 el apóstol Pablo resolvió ir a Jerusalén “ligado en espíritu … sin saber lo que allá me ha de acontecer”. El Señor Jesús, en cambio, sabía, y con todo “afirmó su rostro”.

Al oir los discípulos las palabras del Señor Jesús en el 18.34, “nada comprendieron de estas cosas”. ¿Qué es la respuesta nuestra al oir la Palabra de Dios? ¿Se puede decir que no comprendemos nada de estas cosas? Al final de Lucas, en el 24.45, la situación fue diferente: “Entonces les abrió el entendimiento de ellos para que comprendiesen las Escrituras”. Este debe ser nuestra oración y nuestro deseo al leer la Biblia.

Este trasfondo resalta el encuentro con Zaqueo y el interés del Señor Jesús en él.

Bartimeo

Aquel día el Señor Jesús no sólo llegó adonde estaba Zaqueo, sino también encontró a un ciego. La historia de Bartimeo se encuentra también en Mateo y Marcos. Mateo 20 narra que había dos ciegos sentados al lado del camino y que ambos recibieron la vista y siguieron a Jesús, mientras que Marcos 10 se concentra en uno de ellos y le identifica como “Bartimeo el ciego, hijo de Timeo”. Se ha sugerido que él, o su padre, era bien conocido en Jericó. Sea quien fuera, él reconocía a Jesús de Nazaret como el verdadero “hijo de David”, el que podía salvar.

Al acercarse a Jericó, con Jerusalén y la cruz delante, el Señor Jesús pasa el punto donde los ciegos están mendigando. Mateo y Marcos informan que el acto de sanidad tuvo lugar en la salida de la ciudad. ¿Se trata de una contradicción? La Palabra de Dios es verídica, históricamente acertada, y confiable. Una explicación es que el Señor Jesús encontró a Bartimeo al entrar en Jericó y le sanó al salir del poblado. Sea como fuere, podemos estar seguros de que las palabras registradas son correctas y contienen un mensaje para nosotros hoy en día. “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y es útil”.

Se le informó a Bartimeo que “pasaba Jesús nazareno” y, a diferencia de la mayoría en derredor, él le reconoció por quien era. Como hemos visto en estudios anteriores, el Señor Jesús nunca hará caso omiso de, ni dejará de reconocer, un llamado para socorro. “¡Ten misericordia de mí!” v. 38. El v. 40 es muy sorprendente: “Jesús, entonces, deteniéndose”. Rumbo a la cruz, tenía tiempo para atender a un mendigo ciego. Había llegado adonde él estaba y ahora “mandó traerle a su presencia” y Bartimeo “luego vio”.

Zaqueo

19.1  “iba pasando por la ciudad”  Nunca más estaría el Señor Jesús en Jericó, la cruz estaba a pocos días por delante, pero dentro de la ciudad estaba otro hombre que “procuraba ver quién era Jesús”. Zaqueo era diferente a Bartimeo, pero igual en lo más importante: perdido y necesitado de un Salvador. Bartimeo era uno de los más pobres en Jericó y Zaqueo de los más acomodados, un hombre de influencia y autoridad. Los dos vivían vidas diferentes y se movían en círculos diferentes, pero compartían un interés en Jesús de Nazaret.

Lucas dice de Zaqueo que “procuraba ver quién era Jesús”, pero tenía un problema: el gentío. La multitud había sido un estorbo para que Bartimeo encontrar al Señor, y Zaqueo “no podía a causa de la multitud”. Las gentes siguen siendo un obstáculo para que el pecador se acercara al Salvador. Tristemente, a veces los cristianos mismos pueden impedir el progreso espiritual. No es fácil ser diferente y destacarse entre un gran grupo.

Así como Bartimeo, Zaqueo estaba resuelto a “ver quién era Jesús” y el v. 4 relata que “corriendo delante, subió a un árbol”. Qué bueno es cuando los individuos se interesan, desean “ver a Jesús”. Así Zaqueo, jefe de la recaudación de impuestos en la ciudad, estaba sentado en un árbol. En el v. 5 Jesús “llegó a aquel lugar”, y lo cierto es que pronto llegaría a otro lugar, Gólgota, Lucas 23. No obstante, al llegar a éste, se interesó por Zaqueo, un pecador perdido.

Nadie sabía que Zaqueo estaba allí, pero “cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo date prisa, desciende”. Sabía no sólo que estaba allí, sino cuál era su nombre y su necesidad. Zaqueo no perdió la oportunidad; “el descendió aprisa, y le recibió gozoso”. Nunca más pasaría Jesús por Jericó; esta fue la última oportunidad y tanto Bartimeo como Zaqueo respondieron. “He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación”, 2 Corintios 6.2.

 

Los dos

Hay una diferencia en la reacción de la gente cuando estos dos hombres se acercaron al Señor Jesús. Al ser bendecido Bartimeo, 18.43, “todo el pueblo dio alabanza a Dios”, pero en la historia de Zaqueo, 19.7, “todos murmuraban, diciendo que [Jesús] había entrado a posar con un hombre pecador”. Las gentes no pensaban que Zaqueo merecía el favor de Dios. Cuando la bendición divina se ve en la vida de un individuo y un alma se salva, el cielo se regocija: “habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente”, Lucas 15.7. Esta debe ser la reacción nuestra, no la de “acepción de personas”, Santiago 2.1.

La salvación cambia las cosas; usted no puede ser el mismo al haberse encontrado con el Señor. “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”, 2 Corintios 5.17. En la experiencia de Bartimeo al comienzo del relato, “un ciego estaba junto al camino mendigando”, pero habiendo conocido al Señor Jesús, “le seguían, glorificando a Dios”. El día que la salvación vino a la casa de este hombre, las cosas cambiaron para nunca volver a ser como eran: “la mitad de mis bienes doy a los pobres”, v. 8. ¿Qué de nosotros? ¿De veras, “las cosas viejas pasaron, y todas son hechas nuevas”? Santiago insinuó que “la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma”.

 

Esta sección termina con el hermoso versículo que explica por qué Cristo vino adonde estaba la gente: “El Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar a lo que se había perdido”.

 

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