Gow Hong

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Formosa [Taiwan] es una isla que yace entre el Océano Pacífico y el Mar de la China. Hay tribus que habitan los montes de Formosa que todavía en el año 1932 se dedicaban a la práctica salvaje de matar para tener cabezas humanas que ofrecer a sus ídolos.

El gobierno repudiaba tales prácticas y aunque trató de impedirlas no pudo nunca convencer a los montañeses dejar de matar. Los guerrilleros hacían incursiones en pueblos vecinos y en el acto de matar a sus enemigos, les cortaban la cabeza, llevándola enseguida a su propia aldea. Allí, en medio de grandes festejos, celebraban la matanza y ofrecían la cabeza en sacrificio a sus ídolos.

Un día un comerciante chino llamado Gow Hong fue a vender sal y otros productos que no se producían en la isla. Fue así que estableció su residencia en medio de estos cazadores de cabezas humanas.

Gow Hong era hombre tranquilo, siempre cariñoso con los niños y honrado en sus negocios. No se entrometía en los asuntos de la tribu pero cuando le era posible él trataba de persuadir a sus amigos a poner fin a sus prácticas salvajes.

Se enteró Gow Hong que la tribu estaba por atacar a un pueblo cercano, y por eso él hizo un esfuerzo especial para disuadir a los líderes. Después de conversar el asunto entre sí, le dijeron: "Este año vamos a tomar una sola cabeza y no tantas como en años pasados. Lo sentimos que a usted le desagrade, Gow Hong, pero tenemos que ofrecer algo a los ídolos. Sólo con cabezas se quedan satisfechos."

"Y si toman esta otra cabeza," preguntó él, "¿me prometen que dejarán para siempre su práctica?"

Todos afirmaron que sí, y cuando les preguntó cuál sería la noche para el ataque, por la confianza que le tenían, se lo dijeron.

Llegó el día fijado para el ataque y los aldeanos cooperaron en los preparativos. Sacaron filo a sus cuchillos, trajeron leña para el fuego y beneficiaron sus animales. Faltaba sólo la cabeza de su última víctima.

A la luz de luna llena, se alejaron los hombres fuertes de la aldea y se instalaron en el bosque en espero del paso de algún extraño. Luego sintieron los pasos de alguien y precisamente cuando pasó frente a los guerrilleros, éstos saltaron al ataque. En cuestión de segundos mataron a su víctima, le cortaron la cabeza y la metieron en un saco. Fueron corriendo a su campamento donde todos aguardaban su retorno.

La gente se acercó en el momento en que el líder metió su mano en el saco, pero cuando la sacó todos retrocedieron. La víctima resultó ser Gow Hong.

Nadie habló por largo rato, hasta que el líder en tono solemne recordó a todos la promesa que le habían hecho días antes. Nunca más cazarían cabezas.

Aunque niños y jóvenes hoy día no practican estas cosas, ellos hacen otras que producen igual daño. Cuando mienten o hacen trampas, cuando se ponen soberbios o cuentan cosas feas en cuanto a sus compañeros, ellos causan sufrimiento en la vida de otros. ¿Cómo pueden cambiar?

Jesucristo dijo que "del corazón salen los malos pensamientos, los homicidas ... los falsos testimonios, las blasfemias." El corazón necesita ser cambiado. Dios puede efectuar este cambio por medio del Espíritu Santo cuando uno cree en Jesús como Salvador. Nacer de nuevo es recibir vida divina, con la cual se vive como Dios quiere.

Gow Hong sacó una promesa de sus amigos que no seguirían con sus prácticas salvajes y él dio su vida para asegurarla. El hizo lo que el gobierno de la China no podía.

Jesucristo murió y resucitó para acabar con la práctica del pecado en nuestras vidas. El ofrece vida nueva por medio del evangelio, y si usted acepta por fe, creyendo en la obra de Cristo en la cruz, entonces empezará a vivir en forma diferente. Dejará de practicar estos pecados como la mentira, las groserías, el orgullo y el desprecio de otros. Empezará a vivir como Dios quiere.

Cristo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero de la cruz, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; 1 Pedro 2.24.


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Creado el 18/01/03

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