Cuando Jaimito se perdió

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"María Inés, ¿cómo sería si llevara a Jaimito conmigo mañana?" Dijo el papá una noche mientras la familia se servía la comida. "Tengo que ir hasta la laguna, pero vamos a volver en el mismo día esta vez."

"Bueno," contestó Mamá mirando a Jaimito sentado a su lado, un niñito de apenas cuatro años. "¿Te portarías bien, hijo?"

"Sí, Mamá," contestó el chico, sus ojos brillando de alegría y excitación al pensar en lo que le esperaba al próximo día. "Bien, entonces, " decidió Papá, "tenemos que partir a las cinco, así que a acostarse luego."

A Jaimito le costó mucho quedarse dormido esa noche, pues por primera vez él iba a salir con su papá, un viaje largo en camioneta a la cordillera, cerca de la Laguna del Maule. Él había llevado al hijo mayor, y muchas veces Jaimito había pensado, "¿Cuándo voy a estar grande para ir también con mi papá como el Alberto lo hace?" Ahora por fin su papá le iba a llevar.

No obstante los fervientes deseos que Jaimito tenía de empezar el viaje, en la mañana costó bastante despertarle tan temprano. Parecía que había cerrado los ojos no más cuando alguien le sacudía, y la voz de su mamá como de muy lejos le llamaba, "Ya, Jaimito, despiértate, se va tu papá."

Luego estaba en la camioneta con su papá, y mientras éste conversaba con otro caballero, Jaimito se entretenía mirando los tremendos cerros que les rodeaban y el río que caudaloso serpenteaba al lado del camino. Entonces comenzaron a subir, y Jaimito se estiraba para ver cómo el angosto camino estaba cortado del costado de los cerros. Por fin llegaron y el niño vio la enorme laguna: tanta agua no había visto jamás.

Jugó todo el día muy contento mientras su papá se ocupaba en las faenas de su trabajo. En la tardecita, emprendieron el viaje de regreso, y Jaimito, completamente cansado ya, luego quedó dormido. Después de cruzar el río sobre un puente que estaba en muy malas condiciones y sin baranda, pararon en el campamento de Armedillo. El niño todavía dormía profundamente así que el papá le acostó en el asiento de la camioneta y fue con su compañero a dejar unas herramientas.

Jaimito se había acostumbrado al movimiento y al ruido del vehículo, pero apenas partió el papá cuando, con el silencio de la noche, se despertó.

"¿Qué ha pasado? ... .está obscuro ... .¿dónde está mi papá? ¡Estoy solo!"

Era una noche cerrada, y el niño, atemorizado, estalló en llanto. Saltó de la camioneta y echó a correr desesperado, sin saber adónde iba. Al hacer esto, Jaimito se portó como ustedes, niños, han hecho con Dios. Él les ama y quiere tenerles cerca para cuidarles, pero ustedes se han alejado de Él. La Biblia nos dice que "todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino."

El papá demoró poco, pero cuando llegó y no encontró al niño, se preguntó sobresaltado, "¿Adónde se habrá ido? ... .. y ese puente que recién cruzamos ... sin baranda ... . ¡y el río tan correntoso!"

Los dos hombres corrieron por el camino llamando al niño, sus ojos ansiosamente tratando de penetrar la negrura de la noche. Al llegar casi a la entrada del puente le sintieron llorar, y gracias a Dios, le pudieron ubicar antes que pasara más adelante.

Tal como el papá de Jaimito salió presuroso a buscarlo, así el Señor Jesús bajó del cielo y "vino a buscar y a salvar lo que se había perdido ..." ¿Por qué no se entregan en los brazos del Él para ser salvos y seguros?


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Creado el 18/01/03

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