Una fiesta para Marcia

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Marcia se encontró con sus dos amiguitos, Iván y Patricia, y la invitaron a una fiesta. La idea fue de Iván, y él dijo: "Vamos a comer helados, torta y leche chocolatada."

Con entusiasmo Marcia aceptó de buena gana la invitación. "Pero," dijo Iván, "tienes que traer un escudo."

Marcia pensó inmediatamente en su alcancía y cuánto dinero tenía en ella. Ayer había comprado unos dulces y le quedaba apenas quinientos pesos. Viendo su rostro pensativo, Iván y Patricia le preguntaron qué le pasaba. "¡Es que no tengo mil pesos!"

Patricia se acercó y dijo en el oído de Marcia, "Yo sé donde a lo mejor puedes hallar."!

"¿Dónde?" preguntó Marcia.

Bajando la voz, Patricia le dijo, "En la cartera de tu mamá." Tal pensamiento jamás había cruzado la mente de Marcia, pues nunca sacaba dinero sin permiso previo de su madre.

Cuando iba a la casa pensó pedirlo a su mamá en vez de tomarlo sin permiso. Pero, ¿qué si la mamá dijera que no? Y Marcia quería de todo corazón ir a la fiesta.

Llegando a casa, Marcia vio que su mamá estaba muy ocupada en la cocina haciendo picarones. "¡Marcia, ven!" llamó su mamá.

Marcia no contestó sino subió al segundo piso y se introdujo en el dormitorio de sus padres. Allí estaba la cartera, y al lado un retrato de su mamá y su papá. Marcia abrió la cartera y al mirar al retrato le parecía que sus padres le miraban. Pensó, "¿Qué dirían ellos si supieran?"

Instintivamente, bajó las manos y esperó unos segundos. Se quedó pensando y vino nuevamente a su corazón un fuerte deseo de ir a la fiesta para la cual necesitaba los mil pesos.

Las manos abrieron otra vez la cartera y otra vez una mirada a la foto le hizo detenerse. Cerrando la cartera, se dio vuelta para abandonar la pieza y cual no sería su sorpresa al ver que su mamá estaba en la puerta.

"¡Oh, mamita, yo ... yo ... es que ...!" Marcia no supo qué decir.

"Yo te vi cuando devolviste la cartera a su lugar y me siento contenta porque no sacaste nada. ¿Qué buscabas?" preguntó la mamá.

Con sollozos Marcia explicó, "Bueno, Iván y Patricia van a tener una fiesta y me invitaron. Dijeron que tenía que traer un escudo y ya que no lo tenía, Patricia insinuó que en su cartera podía encontrarlo. Pero me parecía que usted y mi papi me miraban desde la foto."

La mamá tomó a Marcia en sus brazos y apretó a su pequeña, viendo como los malos consejos de una compañera casi llevaron a su hija a cometer un pecado. La Biblia dice: "Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres."

Con ternura la mamá de Marcia le dijo que aunque pensaba que sus padres le miraban, alguien más importante contemplaba todo acto. Dios mismo tiene conocimiento de todo. "Jehová tiene en el cielo su trono; sus ojos ven, sus párpados examinan a los hijos de los hombres," Salmo 11:4.

Marcia se sintió mejor después de conversar con su mamá. "Sabes, mi linda," dijo la mamá, "yo tengo una idea mejor. Invita tú a Iván y Patricia a nuestra casa. Yo hecho picarones y otras cosas ricas y tendremos una fiesta aquí. Ellos no tendrán que traer nada." Marcia fue corriendo para invitar a sus amiguitos.

Como la mamá de Marcia decía, Dios ve todo. Y todo acto cometido contra su voluntad es un pecado. La santidad de Dios exige castigo para el pecado. Este castigo es la muerte eterna, es decir, la eterna separación de Dios. Dios no quiere que estemos separados de él, y por eso vino Jesús para morir por nuestros pecados en la cruz. Él pagó con su vida por todos los actos malos nuestros. Él recibió la condenación y ahora ofrece gratuita salvación y perdón de los pecados.

Jesús dijo: "De cierto, de cierto, os digo, el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida," Juan 5:24.


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Creado el 18/01/03

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