Sulamita, la (#425)

                                     La  sulamita

Perth Gospel Hall

Presentación

Lectura                       Cantar de los Cantares 1.15, 2.2, 4.1, 7, 5.1 al 16

Esquema                     el carácter de la esposa

la autocomplacencia de la esposa

las cualidades del esposo

Observaciones                        El Cantar es el último de cinco libros de poesía

Es el último de tres libros escritos por Salomón:

en Proverbios escribe como un padre

en Eclesiastés escribe como un predicador

en Cantares escribe como un rey


 

Interpretaciones del libro

» alegórica       sin protagonistas literales; un cuadro de Jehová e Israel

» típica             sin protagonistas literales; un cuadro de Cristo y la Iglesia

» antológica     una canción de amores sin relación con personas específicas;

tres personajes un joven pastor y su novia sulamita, quien es cortejada por Rey Salomón literal;       una canción de amor entre Rey Salomón y la sulamita

Para los fines de nuestro estudio, aceptaremos la última.

Perspectiva general  escrita por H. A. Ironside

El rey Salomón tenía una viña en las laderas de Efraín, a unos 110 kilómetros al norte de Jerusalén, 8.11. La arrendó a viñadores, 8.11, quienes eran una madre, sus dos hijos, 1.6, y dos hijas: la sulamita y su hermana menor, 6.13, 8.8. La sulamita era la Cenicienta de la familia, 1.5, bella pero desapercibida. Probablemente los varones eran hermanastros, 1.6. La obligaban a trabajar duramente, cuidando la viña, de manera que ella tenía poca oportunidad para atender a su propia apariencia, 1.6. Podaba las ramas y colocaba las trampas para los zorros, 2.15, y también cuidaba la grey, 1.8. Por estar expuesta al sol, era bronceada, 1.5.

 

 

Un día se presentó en la viña un desconocido de aspecto impresionante. Era Salomón, dis-frazado. Mostró interés por ella y la señorita estaba apenada por su apariencia, 1.6. Pensaba que era pastor y preguntó por sus rebaños. Él respondió evasivamente, 1.8, pero también habló palabras de amor, 1.8 al 10, prometiendo un dote rico para el futuro, 1.11. Ganó su corazón y la dejó con la promesa que un día volvería. Ella soñaba de él de noche y a veces pensaba que estaba cerca, 3.1. Finalmente él sí volvió en todo su resplandor real para tomarla como su esposa, 3.6 al 7.

El carácter de la esposa

Su belleza     “tú eres hermosa”, 1.15. Este versículo y el 4.1 dan a entender que la sulamita tenía una belleza natural, pero Salomón añade en 4.7 la palabra “toda” para señalar que él estaba atraído por cualidades no físicas también.

Cuando el Señor Jesús se desplazaba aquí en la tierra es claro que no había una hermosa exterior para destacarle: “sin atractivo para que le deseemos”, Isaías 53.2. Sin embargo es evidente que aquellos que le escuchaban o le acompañaban sí encontraron hermosuras para atraerles a Cristo.

Pedro escribe a las hermanas, pero con igual aplicación a los hermanos: “Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios”, 3.3.

Su pureza     “como el lirio”, 2.2, “en ti no hay mancha”, 4.7.

El Señor Jesús era un “cordero sin mancha y sin contaminación”. Cuán necesario es para nosotros el Salmo 119.9: “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra”.

Su integridad    “tus ojos son como palomas”, 1.15, 4.1; “tu habla hermosa”, 4.3

Ella replica la hermosura de Salomón y puede decir de él “sus ojos, como palomas”, 5.12. Es de esperar que las hermosuras de Cristo sean reflejadas en nuestras vidas de día a día. En lo que se refiere a nuestro modo de hablar, Pablo exhorta: “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal”, Colosenses 4.6.

Su fertilidad   “manada de cabras … manadas de ovejas … ninguna de ellas es estéril”, 4.1, 2

El Señor Jesús habló de su muerte y el fruto que traería: “si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”, Juan 12.24. Para nosotros Él enseñó el principio de la vid y los pámpanos; el fruto, más fruto y mucho fruto, Juan 15.2,4.

La autocomplacencia de la esposa

“Yo dormía … Me he desnudado de mi ropa … He lavado mis pies”, 5.2, 3.

El esposo se había ausentado y ella dormía; al regresar él, ella oye su voz y los toques a la puerta, pero estas son sus respuestas. Solamente al ver su mano, 5.4, se levanta ella, pero él se ha marchado, 5.6.

En el lapso entre nuestra conversión y la venida del Señor, es posible que nosotros también caigamos en sueño, quizás hasta el extremo de pensar que podemos sin Él. Hablamos mucho de las vírgenes insensatas en la parábola de Mateo 25, pero debemos recordar que las sensatas dormían también, 25.5. Se encontraron los discípulos dormidos en el monte de transfigura-ción, Lucas 9, y de nuevo en el Getsemaní, Mateo 26. Nos acordamos también de los creyentes en Éfeso que habían dejado su primer amor y aquellos en Laodicea que no eran ni fríos ni calientes, Apocalipsis 2.4, 3.15. Cuán fácil es ser autocomplaciente.

Las cualidades del esposo

Ella le percibía a él como:

5.10     “blanco” en su pureza y “rubio” en su humanidad; el “señalado” como quien portaba el estandarte o era el centro de reunión. Mateo 18.20, los dos o tres congregados en su nombre; Génesis 49.10, “a él se congregarán los pueblos”.

5.11                 “su cabeza como oro” en preeminencia. Mateo 21.42, la piedra principal del ángulo. Efesios 5.23, Cristo como cabeza de la Iglesia

5.14     “sus manos como anillos de oro” en poder. Juan 10.29, “nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre”.

5.15     “basas de oro fino” en su senda. Lucas 9.51, “afirmó su rostro para ir a Jerusalén”. Salmo 37.23, “Por Jehová son ordenados los pasos del hombre, y él aprueba su camino”.

 

 

 

DRA EMA

 

 

Según el libro de los Reyes, el gran rey Salomón compuso 1005 canciones, o cantares. La más importante es el Cantar de los Cantares. Es una selección de incidentes escogidos de la historia del amor del Rey Salomón por una joven, la esposa, quien es viñadora, pastora y extranjera en Jerusalén. El rey se presenta en los versos o cantos en su hermosura, cual amado fiel, pero ella es fluctuante y de carácter débil en contraste con él. La relación entre ellos pasa por múltiples vicisitudes pero el relato termina con la joven en ferviente devoción al rey, anhelando la llegada suya: “Apresúrate, amado mío”.

El relato representa para nosotras un cuadro del Señor Jesucristo como el fiel amante ante el amor de una (la Iglesia, o una creyente en particular) cuyos sentimientos fluctúan grandemente. En todo el libro él es fiel a ella, pero ella está a veces deseosa de estar con él y otras veces es incumplida.

Para la mente mundana, es un cuento de relaciones sensuales en extremo y hasta de conducta ilícita de parte de un hombre poderoso hacia una muchacha inocente e indefensa. Pero en este libro de la Biblia, tanto o más que en cualquier otro, se habla de la sabiduría entre los que han alcanzado madurez. No es la sabiduría de este siglo, sino la que no se ve, la de Dios. Definitivamente, el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios. Se ha de discernirlas espiritualmente en el Cantar, porque allí está la mente de Cristo.

Conforme el Cantar comienza con la novia alejada de su amado, pero termina con los dos en feliz comunión, así habla Jehová de su pueblo terrenal: “Tu marido es tu Hacedor, Jehová de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor, el Santo de Israel … Como a mujer abandonada y triste de espíritu te llamó Jehová, y como a la esposa de la juventud que es repudiada, dijo el Dios tuyo. Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes misericordias. Con un poco de ira escondí mi rostro de ti por un momento; pero con misericordia eterna tendré compasión de ti”, Isaías 54.

El Cantar habla de una esposa perdonada, aceptada y amada por su esposo con un amor que las muchas aguas no pueden apagar, y ella está en espera suya. El está ausente y ella se encuentra en la penumbra de esta noche mala, rodeada de muchos adversarios y peligros. Vive en el valle y se ocupa en la viña, el huerto o el campo, lejos de las calles y los palacios de la ciudad de los hombres. Ni la gloria ni el reposo de la ciudad de la grandeza humana son suyas; ella quiere estar “fuera del real” donde puede ocuparse de su amado.

Pero hay ocasiones cuando vaga desobedientemente en la ciudad y busca diversión en el palacio. Lejos de encontrar a su amado, la pierde. Cuando le encuentra —o mejor dicho, cuando él le encuentra a ella— es en el valle entre lirios o entre el rebaño de su pueblo. La esposa no es infiel en el sentido de buscar compañeros ilícitos, pero su fe es débil. Ella busca soledad en los agujeros de la peña y lo escondido de escarpados parajes, donde no recibe para sí ni testifica a otros ni goza de comunión con su amado. El la llama porque quiere que esté con él. Dulce le es la voz de su esposa, y hermoso su aspecto, pero ella le niega a veces este disfrute del amor. Todo esto es figura del creyente en Cristo hoy día. El es el fiel Amado; los suyos están en el mundo y en la carne todavía, pero viene el eterno día cuando, como expresa el himno, “el placer común tendremos en la gloria allí; yo al estar en su presencia, y El al verme a mí”.

 

 

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