Rut: Placer y provecho (#120)

Placer y Provecho

Lectura en el libro de Rut

 

Tomada de la serie La Vida Cristiana Hoy,
en Christian Living Today, Daily Reading,
publicada en  internet  por
John Ritchie Ltd., Escocia, en 2014

 

1     Escasez y alejamiento

hubo hambre en la tierra

Aconteció en los días que gobernaban los jueces, que hubo hambre en la tierra. Y un varón de Belén de Judá fue a morar en los campos de Moab, él y su mujer, y dos hijos suyos. El nombre de aquel varón era Elimelec, y el de su mujer, Noemí; y los nombres de sus hijos eran Mahlón y Quelión, efrateos de Belén de Judá. Llegaron, pues, a los campos de Moab, y se quedaron allí.  1.1,2

El escenario en la apertura de este libro es tétrico. El pueblo de Dios no esperaría una hambruna. Al contrario, Dios les había prometido que en la tierra ellos recibirían lluvia temprana y tardía según la estación, Deu-teronomio 11.14. La falta de lluvia era sin duda una señal del desagrado de Dios con su pueblo.

El último versículo del libro de Jueces hace ver la causa de esta hambruna en particular “en los días que gobernaban los jueces”. Fue que “cada uno hacía lo que bien le parecía”. La sociedad era su propio árbitro de qué era permisible. Pablo, en Antioquía de Pisidia, dijo que fue Dios quien les dio los jueces, Hechos 13.20. Manifestar semejante voluntad propia fue un gesto de desacato al gobierno divino. Nuestros propios días no son muy diferentes.

Elimelec tipificaba estas actitudes. Para uno cuyo nombre quería decir “Dios es mi rey”, sus acciones estaban fuera de carácter. Él ha debido reconocer el derecho soberano de Dios a corregir su pueblo por su extravío. Dios no juzga a los suyos en un espíritu vengativo sino con miras a su restauración a una relación sana con Él. Elimelec intentó evadir esta exigencia al arrepentimiento.

Había buenas razones según el pensar humano para residenciarse en Moab. Espiritualmente, no había ninguna. Quizás él decía buscar el bien de la familia, o que ellos iban a simplemente “morar” allí por un tiempo, sin inmiscuirse en los asuntos de Moab, pero esto sería razonar en vano. Elimelec hubiera hecho bien al prestar atención al consejo de Elifaz, quien advirtió en Job 5.17,20: “No menosprecies la corrección del Todopoderoso. En el hambre te salvará de la muerte”.

 

2     Luto

murió Elimelec … murieron también los dos

Y murió Elimelec, marido de Noemí, y quedó ella con sus dos hijos, los cuales tomaron para sí mujeres moabitas; el nombre de una era Orfa, y el nombre de la otra, Rut; y habitaron allí unos diez años. Y murieron también los dos, Mahlón y Quelión, quedando así la mujer desamparada de sus dos hijos y de su marido.   1.3 a 5

Aun cuando Elimelec no ha podido preverlo, su muerte temprana dejó expuestos a Noemí y los hijos. Su mudanza a Moab había sumergido la familia en una sociedad que no se sentía obligada a cuidarles por ser inmigrantes. Ahora con esta pérdida ellos no contaban con el sostén del régimen de bienestar social establecido por Dios en Israel para atender a las viudas y los huérfanos, Salmo 146.9. Cuán cuidadosos debemos ser al tomar decisiones que cambiarán nuestro modo de vivir. Posiblemente afectarán no sólo nuestra propia vida, sino también a otros vinculados con nosotros. Es preciso sopesar las consecuencias.

No debe sorprendernos que los hijos se hayan casado con señoritas de la localidad. La influencia del patriarca, comoquiera que haya sido, había cesado y Noemí parece incapaz de impedir a los hijos contraer matrimonio con moabitas. No es la primera vez en la Escritura que vemos a personas susceptibles sucumbir a las atracciones del mundo, habiendo sido introducidas a ellas por otros más capaces de resistirlas. Ejemplo tenemos en Génesis 13.10: “Lot alzó sus ojos y vio toda la llanura del Jordán”.

Mahlón y Quelión quieren decir “enfermizo” y “sufrido”, nombres apropiados para ellos. Quién sabe si les fueron dados estos títulos infelices por jóvenes padres apercibidos, como comentario sobre el estado espiritual de la nación. O, posiblemente son tan sólo descriptivos de niños mal nutridos que nacieron en tiempo de hambre. Sin embargo, en el cumplimiento del tiempo, habiendo ellos dejado de refrenarse moral y espiritualmente, estas descripciones resultaron ser muy aptas.

Una situación análoga sería vista en la asamblea corintia. Pablo recalcó que allì había muchos enfermos y debilitados, y muchos dormían, 1 Corintios 11.30 a 32.

Dudo de que los funerales de estos hombres hayan sido bien asistidos. Murieron alejados de sus conciudadanos y su heredad, extranjeros en país extranjero. La triste ironía de la situación es que al intentar salvar su vida, cada cual la perdió. “Todo aquel que quiera salvar su vida, la perderá; y todo aquel que pierda su vida por causa de mí, la hallará”, Mateo 16.25.

Pero, Dios pudo efectuar una recuperación en medio de aquel cuadro patético. ¿Quién hubiera pensado que esta mujer joven, Rut, sería una madre en Israel? Para Dios todo es posible, Mateo 19.26.

 

3     Regreso

se levantó … y regresó

Entonces se levantó con sus nueras, y regresó de los campos de Moab; porque oyó en el campo de Moab que Jehová había visitado a su pueblo para darles pan. Salió, pues, del lugar donde había estado, y con ella sus dos nueras, y comenzaron a caminar para volverse a la tierra de Judá.Y Noemí dijo a sus dos nueras: Andad, volveos cada una a la casa de su madre; Jehová haga con vosotras misericordia, como la habéis hecho con los muertos y conmigo. Os conceda Jehová que halléis descanso, cada una en casa de su marido. Luego las besó, y ellas alzaron su voz y lloraron,
1.6 a 9

Pareciera que el motivo principal de Noemí para regresar desde Moab fue el hecho de que oyó que Dios había visitado su pueblo en darles pan. Nótense en vv 6,7 las palabras porque y pues. Aunque la decisión de volver fue acertada, realizarla requeriría no poca resolución. Sería en sí un reconocimiento de haberse equivocado en primera instancia.

En un caso como este, frecuentemente el orgullo prevalece sobre el sentido común que sugiere doblar nuestros pasos. La experiencia de Abraham hace ver que es la ruta a la recuperación. Él volvió sobre sus jornadas hasta el lugar donde había estado, Génesis 13.3.

Aparte de la pena a ser causada por su retorno, Noemí podía esperar también preguntas acerca de las jóvenes que le acompañarían. Para nosotros es difícil imaginar la mancha sobre el nombre de la familia si explicara que eran sus nueras. Tal vez por esta razón ella intentó persuadir a las jóvenes que volvieran a Moab. Su deseo profeso de, “Jehová haga con vosotras misericordia” y “que halléis descanso”, mejor hubiera encontrado cumplimiento al dejar ellas el entorno pagano de Moab para morar entre el pueblo de Dios. ¡Qué Él nos guarde de alguna vez salvar las apariencias a costa de la gracia salvadora que otros disfrutan!

Hay algo deleitoso acerca de lo que Noemí pensaba sería su mensaje final para Orfa y Rut. Las dos estaban sin tacha en sus relaciones con sus respectivos maridos y con Noemí. Pablo elogiaría su actitud: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos” y “Honra a tu padre y a tu madre”, Efesios 5.22, 6.2. En un tiempo cuando semejante devoción y fidelidad escasea en nuestra sociedad, su comportamiento merece reconocimiento.

¿Estamos a gusto con nuestra sociedad? ¿Cuán firmes son nuestras convicciones?

 

4     Perspectiva

¿por qué habéis de ir conmigo?

y le dijeron: Ciertamente nosotras iremos contigo a tu pueblo. Y Noemí respondió: Volveos, hijas mías; ¿para qué habéis de ir conmigo? ¿Tengo yo más hijos en el vientre, que puedan ser vuestros maridos? Volveos, hijas mías, e idos; porque yo ya soy vieja para tener marido. Y aunque dijese: Esperanza tengo, y esta noche estuviese con marido, y aun diese a luz hijos, ¿habíais vosotras de esperarlos hasta que fuesen grandes? ¿Habíais de quedaros sin casar por amor a ellos? No, hijas mías; que mayor amargura tengo yo que vosotras, pues la mano de Jehová ha salido contra mí.  1.10 a 13

Noemí había encomendado la fidelidad de las jóvenes al sugerir que habían cumplido su deber para con ella, no debiéndola nada. Entonces habló de la perspectiva de quedar insatisfechas en el caso de acompañarla a Belén. Aun cuando ninguna de las dos mujeres fue conmovida por la sugerencia que estaban libres de obligación, la perspectiva desoladora afectó más a Orfa.

El análisis de la situación de parte de la suegra fue más pragmático que pesimista. Probablemente estaba en lo cierto al decir que ella misma no tenía posibilidad de casarse de nuevo, y posiblemente no era ya de una edad para tener hijos. Lo triste es ver que se había olvidado del recurso de un pariente cercano. Por sombrías que parezcan ser nuestras circunstancias, no queremos olvidarnos nunca de que no hay un caso que Dios no puede redimir.

El deseo de contar con un cónyuge, como lo planteó Noemí, no es de por sí pecaminoso. Hay, sin embargo, el peligro mayor de tener cualquier pareja simplemente para ser casado. Una evaluación seria de la realidad sugirá que a veces la vida de un individuo no ha resultado en la debida gloria para Dios, consecuencia de haberse unido en un matrimonio que impedía su desarrollo. No es por nada que el apóstol Pablo acoseja que el matrimonio debe ser “en el Señor”, 1 Corintios 7.39.

Hay genuino patetismo en las palabras de Noemí cuando dice que está afligida por el bien de ellas, “pues la mano de Jehová ha salido contra mí”. El hijo de Dios puede ejercer una influencia profunda sobre personas que no conoce. Jonás en la nave es un ejemplo, Jonás 1.12, y Pablo en la nave es otro, Hechos 27.24. Nos incumbe ser conscientes de que esta influencia puede ser para bien o para mal.

 

5     Devoción

no me rueges que te deje

Y ellas alzaron otra vez su voz y lloraron; y Orfa besó a su suegra, mas Rut se quedó con ella. Y Noemí dijo: He aquí tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses; vuélvete tú tras ella. Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque

a dondequiera que tú fueres, iré yo,
y dondequiera que vivieres, viviré.
Tu pueblo será mi pueblo,
y tu Dios mi Dios.
Donde tú murieres, moriré yo,
y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos.

Y viendo Noemí que estaba tan resuelta a ir con ella, no dijo más.   1.14 a 18

Romper su vínculo con Moab y com-prometerse a un futuro incierto se hizo insostenible para Orfa; ella volvió a sus dioses, v. 15. El consejo de Noemí para Rut fue por demás lamentable: “Vuélvate tú tras ella”. Que Dios nos guarde de estimular alguna vez a alguien a tomar un rumbo que sea calamitoso espiritualmente.

Rut era de otra pasta y no iba a dejarse ser desuadida por la insistencia de Noemí. P H Caldreon ha captado esto esquístamente en su cuadro Ruth and Naomi. Orfa está a un lado, indiferente, con un atajo de artículos debajo del brazo, a punto de marcharse a casa sola. Rut abraza a Noemí, cuyo rostro esconde contentamiento. Es como si la moabita siente más de lo que uno puede estimar por estar a punto de pronunciar su ruego y su promesa. ¿Alguna vez ha habido una declaración de devoción más irrestible?

Sus palabras expresan elocuentemente la clase de compromiso que cada creyente debería mostrar para con su Señor. Ella estaba dispuesta a caminar por una senda que no conocía, vivir en un lugar que no conocía, morar entre un pueblo que no conocía y entregarse a un Dios que no conocía, todo por amor a Noemí.

Pedro podía decir, “¿A quién iremos?”, Juan 6.68, cuando el Señor preguntó, “¿Queréis acaso iros también vosotros?” Los dos discípulos anónimos de Juan capítulo 1 preguntaron, “¿Dónde moras?”, y “se quedaron con él” ˗ con Jesús. Y fue Tomás que asumió el liderazgo entre el grupito al decir: “Vamos también nosotros, para que muramos con él”, Juan 11.16

 

6     Recepción

toda la ciudad se conmovió

Anduvieron, pues, ellas dos hasta que llegaron a Belén; y aconteció que habiendo entrado en Belén, toda la ciudad se conmovió por causa de ellas, y decían: ¿No es ésta Noemí? Y ella les respondía: No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso. Yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías. ¿Por qué me llamaréis Noemí, ya que Jehová ha dado testimonio contra mí, y el Todopoderoso me ha afligido? Así volvió Noemí, y Rut la moabita su nuera con ella; volvió de los campos de Moab, y llegaron a Belén al comienzo de la siega de la cebada.  1.19 a 22

Noemí habrá entrado en Belén con paso vacilante. ¿Qué cambios ha habido en mi ausencia? ¿Cómo me van a recibir? ¡Y cuántas preguntas me lanzarán! Ella no ha debido preocuparse, porque “toda la ciudad se conmovió por causa de ellas”. Una restauración plena requiere aceptación de parte de todos en la compañía.

Pero, el tiempo en Moab había pasado factura. Costaba reconocer la mujer que se había marchado, años atrás, con su esposo y dos hijos jóvenes. Su disposición placentera, porque así es el sentido de su nombre, había sido desplazada por amargura. Se discernía resentiminto por el trato que había recibido de Dios. Cuando Él nos castiga tenemos que tragar no poco orgullo propio para reconocer que “el juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?” Génesis 18.25.

Hay un gran significado típico en el hecho de que haya sido al principio de la siega de cebada cuando ellas llegaron a Belén. La siega de cebada era la primera. Sin embargo, no era permitido consumir “la espiga fresca” hasta que las primicias de ella hubiesen sido mecidas como gavilla delante del Señor, Levítico 23.5 a 14. La imagenería es rica. No fue hasta que “Cristo nuestra pascua” había sido sacrificado por nosotros, 1 Corintios 15.20 a 23, y presentado a Dios como el primer fruto, que nosotros podíamos comenzar a disfrutar de su siega.

Rut siempre habrá sido agradecida por haber entrado en el pueblo “al comienzo de la siega de la cebada”

.

 

7     Booz

hombre rico de la familia de Elimelec

Tenía Noemí un pariente de su marido, hombre rico de la familia de Elimelec, el cual se llamaba Booz.  2.1

Justamente cuando la narración parece hundirse en la profundidad del desespero un rayo de luz brilla con la mención de este personaje digno. Poco nos sorprende que él sea visto como un tipo de nuestro Señor Jesucristo, quien de manera parecida apareció “cuando aún éramos débiles”, Romanos 5.6.

Se le presenta en primera instancia como amigo del marido de Noemí. Este es el sentido de la palabra pariente aquí. Cual amigo fiel, Booz ha debido sentirse decepcionado cuando Elimelec se marchó de Belén. Sin duda le habrá aconsejado no hacerlo. Sin embargo, por mucho que Elimelec no habrá queriodo oírlo, “fieles son las heridas del que ama”, Proverbios 27.6.

En segundo lugar se nos relata que Booz era hombre rico. Como figura en la Reina-Valera, se entiende que poseía una fortuna, pero en la Versión Moderna, por ejemplo, leemos “poderoso en riquezas”. El término figura en Jueces 6.13 respecto a Gedéon, “varón esforzado y valiente”, y en 11.1, “Jefté era esforzado y valeroso”. Los tiempos de los jueces eran peligrosos y terratenientes como Booz se verían obligados a menudo a defender sus intereses por fuerza. Un día futuro revelará este aspecto del Señor: “Jehová fuerte y valiente, Jehová poderoso en batalla”, Salmo 24.7 a 10.

Finalmente, conocemos su nombre: Booz. Un sentido asignado a este nombre (Keil y Delitzsch) afirma que se deriva de una raíz que significa ligereza. Esto sí aplica al Señor Jesús. Nótese la promesa triple de acción decisiva en las cartas en Apocalipsis 2.5,16 y 3;1, “vendré pronto a ti”, como también las menciones de su regreso en 22.7,12,20, “vengo en breve”, “vengo pronto”.

 

8     Deber y destino

aquella parte del campo era de Booz

Y Rut la moabita dijo a Noemí: Te ruego que me dejes ir al campo, y recogeré espigas en pos de aquel a cuyos ojos hallare gracia. Y ella le respondió: Vé, hija mía. Fue, pues, y llegando, espigó en el campo en pos de los segadores; y aconteció que aquella parte del campo era de Booz, el cual era de la familia de Elimelec.  2.2,3

Rut estaba valiéndose de una provisión en la ley de Dios que reconocía la necesidad de los desfavorecidos. Había mandado que durante la siega se debía dejar algo para los que no tenían manera de proveer para sí mismos: “para el pobre y para el extranjero lo dejarás”, Levítico 19.9,10, “para el huérfano y la viuda”, Deuteronomio 24.19. Es un buen principio para ser respetado: “no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de otros”, Filipenses 2.4.

Al pensar en Rut en los campos de Belén no debemos visualizar una escena idílica. Más bien fue una experiencia peligrosa para ella. Esto lo insnúa una referencia a ella como moabita. Ha podido encontrar resentimineto racial. También, siendo una mujer joven, atractiva, al trabajar sola podría ser vulnerable a indeseadas atenciones físicas. Cuando Booz mandó a sus trabajadores a no tocarla, v. 9, estaba demostrando que “él sabía lo que había en el hombre”. Dispuesta a ir al campo, Rut evidenció gran capacidad de recuperación, por no decir humildad también.

Aun cuando la ley especifcó que ella tenía el derecho de esperar encontrar un proveedor, Rut no era tan ingénua como para esperar una bienvenida entusiasta. Reconocía que aun con el amparo de la ley, tenía que “hallar gracia para el oportuno socorro”, Hebreos 4.6. A lo mejor algunos terratenientes no hubieran sido tan benévolos como Booz resultó ser.

“Dio por casualidad con la parte del campo que pertenecía a Booz”, Versión Moderna. ¡Feliz la evolución de los acontecimientos! En el cumplimiento del tiempo Rut llegaría a entender que esto no fue accidental, pero por el momento, pasar “el lindero antiguo” que señalaba haber entrado en el campo de Booz no era de importancia para ella.

Con el correr de los años, probablemente Rut sería impulsada a cantar:

Que lo sabe todo el Padre
es mi certitud;
y que en gracia Él por mí vela
con solicitud.

 

9     ¿De quién?

Jehová sea con vosotros

Y he aquí que Booz vino de Belén, y dijo a los segadores: Jehová sea con vosotros. Y ellos respondieron: Jehová te bendiga. Y Booz dijo a su criado el mayordomo de los segadores: ¿De quién es esta joven? Y el criado, mayordomo de los segadores, respondió y dijo: Es la joven moabita que volvió con Noemí de los campos de Moab; y ha dicho: Te ruego que me dejes recoger y juntar tras los segadores entre las gavillas. Entró, pues, y está desde por la mañana hasta ahora, sin descansar ni aun por un momento.  2.4 a 7

Es provechoso fijarnos en el intercambio de saludos cordiales entre Booz y sus segadores. Él no estaba tan absorto en sus propios intereses como para no tener tiempo a reconocer a otros. Su primer interés no fue por el estado de la siega sino por el bienestar de sus obreros. Su bendición, “Jehová sea con vosotros”, reveló la percepción espiritual del hombre. La presencia del Señor es esencial si la siega va a ser exitosa: “Yo estoy con vosotros todos los días”, Mateo 28.20.

La respuesta de los segadores fue igualmente apropiada: “Jehová te bendiga”. Él les habrá dado aquella bendición en el sitio de trabajo y ellos se habrán contentado al recibirla en reconocimiento de su servicio.

La pregunta de Booz al capataz fue: “¿De quién es esta joven?” No preguntó quién era sino de quién era. La respuesta es importante en relación con nosotros mismos. Pablo dice en Romanos 8.9 que si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él, pero el hecho es que los que sí son suyos requieren cuidado especial.

A Rut se le identificó como “la joven moabita”, y luego se hizo saber su deseo de espigar y recoger. No obstante que la ley concedía este derecho, ella evidenció cultura al pedir permiso al capataz. También, fue respetuosa de la posición que ocuparía “tras los segadores”. La libertad nunca debe ser interpretada como una licencia para hacer lo que queramos. Debemos ser sensibles de los demás, y Romanos 14 abunda en pautas.

El capataz se había dado cuenta de su diligencia, avisando al patrón que ella había trabajado desde la mañana sin descanso. Esto representó no poco esfuerzo, en el calor del sol y sin alguien que compartiera la carga. Rut lo hizo, sola, con propósito fijo y determinación a realizarlo.

¿Qué impulsa a gente como Rut, o como Geber en 1 Reyes 4.19, “el único gobernador que había [ya] en aquella tierra? Él proseguió en Galaad cuando los demás se habían renunciado. Es la importancia que asignamos a la responsabilidad que nos inspira a esforzarnos.

 

10     Refrigerio

no vayas a espigar a otro campo

Entonces Booz dijo a Rut: Oye, hija mía, no vayas a espigar a otro campo, ni pases de aquí; y aquí estarás junto a mis criadas. Mira bien el campo que sieguen, y síguelas; porque yo he mandado a los criados que no te molesten. Y cuando tengas sed, ve a las vasijas, y bebe del agua que sacan los criados.   2.8,9

Posiblemente Rut no sabía del “lindero antiguo” que designaba el límite del terreno de Booz. Con esta posibilidad en mente él le aconsejó que, para no traspasar algún lindero, se quedara “junto a mis criadas”. Es buen consejo para cualquier creyente nuevo en la fe. Hasta que uno pueda discernir por sí solo, es sabio seguir tras aquellos que son establecidos en la vida cristiana.

“Mira bien el campo que sieguen” también es buen consejo para cualquier creyente. La vista es el sentido primario para llevarnos a la tentación, y gobernarla es limitar la oportunidad de pecar. Fue cuando Eva vio que “el árbol es bueno para comer” que ella tomó del fruto prohibido, Génesis 3.6. El Señor Jesús declara: “cuando tu ojo es bueno, también todo tu cuerpo está lleno de luz”, Lucas 11.34.

Además, se le aseguró a Rut que ella no tenía que temer mientras espigaba en el campo de Booz. De manera similar, una congregación del pueblo de Dios debe ser tal que nos estemos a gusto allí, libres de amenazas a nuestras sensibilidades que encontramos en el mundo.

Tan importante como sentirse bien recibida y segura, Rut necesitaba ser refrescada. En el calor del día era muy necesario beber el agua disponible. Rut estaba en libertad de tomar del agua que otros habían sacado. Es positivo cuando nosotros podemos ofrecer refregerio espiritual, como Filemón que tenía el testimonio de que había confortado los corazones de los santos.

 

11     Gracia asombrosa

¿por qué he hallado gracia en tus ojos?

Ella entonces bajando su rostro se inclinó a tierra, y le dijo: ¿Por qué he hallado gracia en tus ojos para que me reconozcas, siendo yo extranjera? Y respondiendo Booz, le dijo: He sabido todo lo que has hecho con tu suegra después de la muerte de tu marido, y que dejando a tu padre y a tu madre y la tierra donde naciste, has venido a un pueblo que no conociste antes. Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte.  2.10 a 12

Nuestra protagonista se inclinó a tierra y preguntó: “¿Por qué?” Rut tenía el derecho de espigar lo que los segadores dejaban, y también ha podido anticipar hacerlo por los bordes del campo. Así fue la disposición de la ley. Lo que no esperaba fue la bondad super-abundante que Booz manifestó. Fue de pura gracia.

Respondiendo a su pregunta, Booz explica que se debía a la bondad de ella a Noemí. Con esto, invocó la bendición de Dios sobre Rut. Fue como si dijera que la benevolencia que él había extendido era un reconocimiento inadecuado de la devoción que Rut había mostrado a Noemí. El Señor sí recompensa plenamente. Lo hace al galadonar: “cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor”, 1 Corintios 3.8. Lo hace al juzgar: “toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución”, Hebreos 2.2.

La metáfora que Booz usó en su bendición fue una bien conocida en la nación de Israel. La figura de un águila cubriendo su cría con las alas para protegerla fue cómo Dios describió su cuidado de su pueblo: “como el águila que excita su nido … Jehová solo te guió”, Deuteronomio 32.11,12. El Señor iba a emplear una analogía similar en Lucas 13.34 respecto a la nación que le rechazó. Y, el bisnieto de Rut, David el dulce cantor de Israel, la empleó varias veces.

Rut no daba por entendido que ella merecía la buena voluntad que le fue mostrada. Ella simplemente reconoció que fue benevolencia insondable. ¿Y esta no es la posición adonde somos llevados frecuentemente al reflexionar sobre la gracia que ha sido derramada sobre nosotros?

 

11     Provisión

comió hasta que se sació

Y ella dijo: Señor mío, halle yo gracia delante de tus ojos; porque me has consolado, y porque has hablado al corazón de tu sierva, aunque no soy ni como una de tus criadas. Y Booz le dijo a la hora de comer: Ven aquí, y come del pan, y moja tu bocado en el vinagre. Y ella se sentó junto a los segadores, y él le dio del potaje, y comió hasta que se sació, y le sobró.  2.13,14

Rut estaba claramente embargada por la bondad de Booz. Con razón, estaba jubilosa. Booz la había “consolado”. El pensamiento a la raíz de esta palabra es que él tuvo lástima de ella. Esta manifestación de empatía conmovió a la joven y ella dijo que él había hablado a su corazón.

El Señor hace esto mismo para suscitar una respuesta de parte de los que le aman. Los dos discípulos deprimidos que volvían a Emaús testificaron después: “¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino?” Quizas recordamos ocasiones cuando nosotros tuvimos experiencias similares.

La respuesta de Booz a la gratitud de Rut fue de mostrarle todavía más bondad. Le invitó “a la hora de comer”, no queriendo distraerla en ese momento de su labor de espigar. Quzás las condiciones eran aptas todavía para continuar en el campo: quizás el sol no brillaba aún con tal fuerza como para perjudicar al trabajador. Nos corresponde a nosotros aprovechar los momentos indicados para espigar y no malgastarlos en festejar.

Fue irresistible la invitación: “Ven aquí y come del pan”. Comer la vianda y gustar el vinagre con aceite fue un privilegio que ella no había anticipado. Aparentemente tuvo el privilegio de sentarse al lado de Booz cuando “él le dio el potaje”. Participar de la provisión ofrecida por el Señor y estar a su lado en la gloria es una perspectiva que disfrutamos nosotros el pueblo de Dios. “Al que venciere, le daré de comer del árbol de la vida. Al que venciere, le daré que se siente conmigo en el trono”, Apocalipsis 2.7, 3.21.

 

12     Providencia

dejaréis también caer para ella algo de los manojos

Luego se levantó para espigar. Y Booz mandó a sus criados, diciendo: Que recoja también espigas entre las gavillas, y no la avergoncéis; y dejaréis también caer para ella algo de los manojos, y lo dejaréis para que lo recoja, y no la reprendáis.  2.15,16

Es evidente que Rut estaba ansiosa de volver al campo, ya que se levantó de la mesa antes de los jóvenes. Tenía cuestiones a ser resueltas y su labor estaba inconclusa. Quedaba más para espigar. Su diligencia es lobable y haríamos bien al imitarla. Era preciso recoger comida para Noemí y para sí. Los granos resecos que había reservado para la suegra bastarían para la cena pero ella tenía que pensar en otro día por delante.

Sin que ella supiera, cuando había regresado al campo Booz instruyó a sus criados acerca de Rut. Primeramente, permitió que ella circulara entre los manojos. La ley requería solamente que la viuda fuera permitida a espigar por los bordes o después de marcharse los segadores. Booz no le dejó a Rut marginada. Ningún creyente debe decirse a sí que él o ella está en la periferia de la obra del Señor.

Ante el hecho de que ella podría enconcontrarse entre los segedores, Booz estaba consciente de la posibilidad de que los jóvenes se burlaran de ella o la insultaran. La mofa puede tomar diversas formas. Además de la burla evidente, puede haber una campaña de susurros, las risas para los adentros, la mirada despectiva o la espalda deliberada. Aun lo que se dice en broma puede herir a los más sensibles.

No era solamente que no debían despreciar a Rut, sino que no les fue permitido reprenderla. Esto no hace pensar que ella estaba en libertad de hacer cualquier cosa sin que otro interviniera, sino que ellos no debían cuestionar la libertad que Booz le concedió. Juzgar a otro en esta situación daría lugar a que uno mismo fuera reprendido. “No juzgáis, para que no seáis juzgados”, Mateo 7.1.

 

13     Espigando

¿dónde has espigado hoy?

Espigó, pues, en el campo hasta la noche, y desgranó lo que había recogido, y fue como un efa de cebada. Y lo tomó, y se fue a la ciudad; y su suegra vio lo que había recogido. Sacó también luego lo que le había sobrado después de haber quedado saciada, y se lo dio. Y le dijo su suegra: ¿Dónde has espigado hoy? ¿y dónde has trabajado? Bendito sea el que te ha reconocido. Y contó ella a su suegra con quién había trabajado, y dijo: El nombre del varón con quien hoy he trabajado es Booz.   2.17 a 19

El primer día en el campo fue largo para Rut. Ella había comenzado al amanecer, v. 7, y con poco respiro había continuado hasta casi el atardecer. ¿Nuestro aguante en el servicio se compara remotamente con el de Rut?

No obstante lo largo de aquel día y lo avanzado de la hora, ella tomó tiempo para desgranar lo que había espigado. No haría sentido llevar a casa el peso adicional de la granza inútil. Nos hace recordar la exhortación de Hebreos 12.1: “despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia”. Hay el peligro de que la vida sea tan entorpecida con lo que es en realidad paja que disminuya la energía para lo que es provechoso.

Rut no sólo llevó a casa la cebada desgranada. Tenía también una “comida prepreparada” para Noemí, los granos resecos que había reservado al haber sido atendida en el campo. Compartió con ella lo que era para su propio disfrute — una buena práctica espiritual.

“¿Dónde has espigado hoy?” fue la pregunta comprensible de parte de la mayor . Quizás ella pensaba que Rut había encontrado oposición por ser moabita entre segedores, y que su prolongada ausencia se debía a un intento desesperado a encontrar alimento suficiente. ¡No ha debido preocuparse!

Hacemos bien al lanzar la pregunta a nosotros mismos. ¿Dónde he espigado hoy? ¿Dónde he concentrado mis energías? ¿Qué provecho puedo señalar por mis esfuerzos? ¿Hay evidencia de que mi día no haya sido consumido por ocupaciones inútiles? Preguntas de esta clase son las que podemos esperar de nuestro Señor.

Y, por supuesto, ¿dónde he espigado hoy en mi lectura de la Palabra de Dios?

 

14     Pariente redentor

nuestro pariente es aquel varón

Y dijo Noemí a su nuera: Sea él bendito de Jehová, pues que no ha rehusado a los vivos la benevolencia que tuvo para con los que han muerto. Después le dijo Noemí: Nuestro pariente es aquel varón, y uno de los que pueden redimirnos.  2.20

Para Noemí, Booz representaba un enlace con los días de añtano. Ella había vivido muchos cambios en la década pasada pero este hombre se había quedado constante. Siempre agradecemos que sea así con nuestro Señor. Aun cuando fluctuamos, nos aseguran las palabras de Malaquías 3.6 que “Yo Jehová no cambio”.

Hoy, ayer y por los siglos
Cristo es siempre fiel;
cambios hay, mas Cristo
siempre permanece fiel.

Cuando leemos de la bendición de Noemí sobre Booz nos acordamos de su elogio de las nueras al salir de Moab: “Jehová haga con vosotras misericordia, como la habéis hecho con los muertos y conmigo”, 1.8. Eran parecidos en que habían manifestado benevolencia a los vivos y a los difuntos.

Aparentemente Rut y Booz eran de un mismo espíritu, cosa de buen augurio para la prosperidad de su matrimonio. Es esencial que aquellos que entran en esa unión de por vida sean uno “en el Señor”, 1 Corintios 7.39.

Gran sorpresa fue para Rut saber que Booz era pariente cercano. Tal vez ya estaba pensando que fue la providencia de Dios que la hizo entrar en aquel campo en particular y encontrar allí un terrateniente tan hospitalario. ¡Ahora no podía dejar de reconocer que sí fue! Es humillante reconocer la intervención divina en nuestras circunstancias día a día.

Una de las verdades más asombrosas para comprender es que el Señor Jesús se hizo “pariente cercano” nuestro. Resulta poco sorprendente que el Espíritu de Dios diga “grande es el misterio de la piedad”, 1 Timoteo 3.16. Dios es Espíritu, Juan 4.24, pero hubo un momento en el tiempo cuando fue manifestado en carne. ¡Gracia asombrosa!

El parentesco le concedió a Booz ciertos derechos y responsabilidades en la redención de la herencia de una persona indigente. Los tratan Levítico 25, Números 36 y Deuteronomio 25. En el caso de nuestro Señor, la encarnación le permitió asumir este papel. “Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo … a fin de que recibiésemos la adopción de hijos”, Gálatas 4.4,5.

 

15     Buen consejo

mejor es … que no te encuentren en otro campo

Y Rut la moabita dijo: Además de esto me ha dicho: Júntate con mis criadas, hasta que hayan acabado toda mi siega. Y Noemí respondió a Rut su nuera: Mejor es, hija mía, que salgas con sus criadas, y que no te encuentren en otro campo. Estuvo, pues, junto con las criadas de Booz espigando, hasta que se acabó la siega de la cebada y la del trigo; y vivía con su suegra.  2.21 a 23

Por las palabras de Rut a Noemí entendemos que Booz le había alentado acerca del futuro. Fue invitada a espigar en su terreno por la duración de la cosecha. Cuán agradecidos somos de que nuestro Booz haya prometido proveer para nosotros hasta que estemos todos recogidos a estar con Él.

Rut le dijo a Noemí que Booz mandó, “júntate con mis criadas”, y Noemí ratificó el consejo. En esto hay una lección valiosa. La sociedad de nuestros tiempos es muy permisiva en este asunto de amistades, sea con personas del sexo opuesto o con jóvenes (¡y mayores!) del mismo sexo pero con antecedentes cuestionables.

El mundo está muy cerca
y abunda la tentación;
muy suave el engaño
y necia la pasión.

Conviene señalar el papel que jugó Noemí en el drama que estamos presenciando. Con el beneficio de la experiencia vivida y los conocimientos adquiridos, ella pudo ofrecer consejo cuando Rut ha podido actuar apresuradamente. Aquí hay una esfera de servicio para las hermanas mayores. Pablo lo sabía: “Las ancianas … enseñen las mujeres jóvenes … para que la palabra de Dios no sea blasfemada”, Tito 2.3 a 5.

De nuevo, Rut manifestó un espíritu loable al tomar el consejo que Noemí le dio. Estaba conforme con espigar en el campo de Booz y vivir con Noemí. Posiblemente estaba preguntándose: ¿Qué pasará conmigo una vez terminada la cosecha? Felizmente, aunque ella no lo sabía, la senda por delante era segura, como veremos.

 

16     Rejuvencimiento

¿no he de buscar hogar para ti?

Después le dijo su suegra Noemí: Hija mía, ¿no he de buscar hogar para ti, para que te vaya bien?   3.1

Es alentador ver que Noemí había sido rejuvenecida por el desenvolvimiento de las circunstancias. Nos presenta un gran contraste aquí en comparación con el personaje lamentable que dejó Moab en el capítulo 1. Allí parecía haber perdido las ganas de disfrutar de la vida, consecuencia de las experiencias adversas. Ahora ella está energizada por la perspectiva de la redención.

En el 1.9 ella aconsejó erradamente a Rut a volver y “hallar descanso” con un esposo en Moab. Ahora está enfocada sobre reposo para Rut en la casa de Booz. Sus prioridades habían sido realineadas. Ahora no piensa en sí misma sino en el bienestar de la joven. Así es Cristo. Su ejemplo nos orienta: “no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de otros”, Filipenses 2.4.

Es un estímulo para aquellos relativamente jóvenes en años y en la fe cuando un creyente con años en la senda cristiana retrocede en el tiempo y descubre de nuevo algo del vigor de su juvenud. Imagínese el ímpetu para la obra en los días de Esdras cuando “los ancianos de los judíos edificaban”. Y agrega el narrador: “y prosperaban”, Esdras 6.14. En nuestro día, cuando el subgrupo de los jubilados constituye la mayoría en algunas congregaciones, cuán necesario es para la continuación de la asamblea que ellos muestren el compromiso de Noemí.

Otro aspecto impresionante de esta mujer es que estaba dispuesta a buscar el bien de la siguiente generación más que velar por lo suyo propio. No buscaba reposo para sí. Noemí deseaba que Rut encontrara su lugar, y ella se sentiría realizada al aportar a ese fin.

David tenía este espíritu. Aun cuando Dios le había dicho que no iba a construir el templo, sino que lo haría Salomón, él aportó al proyecto “con todas sus fuerzas”, 1 Crónicas 29.1 a 3. Pablo tenía pensamientos similares cuando instruyó a Timoteo, en 2.2 de la segunda epístola, “lo que has oído de mí … esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros”. Que nosotros cultivemos un interés en la evolución del testimonio aun más allá de nuestros días si el Señor no viene.

 

17     Esperando

él te dirá lo que hayas de hacer

¿No es Booz nuestro pariente, con cuyas criadas tú has estado? He aquí que él avienta esta noche la parva de las cebadas. Te lavarás, pues, y te ungirás, y vistiéndote tus vestidos, irás a la era; mas no te darás a conocer al varón hasta que él haya acabado de comer y de beber. Y cuando él se acueste, notarás el lugar donde se acuesta, e irás y descubrirás sus pies, y te acostarás allí; y él te dirá lo que hayas de hacer.  3.2 a 4

Con la ventaja de su conocimiento de la costumbre y práctica Noemí pudo indicarle a Rut qué hacer. Se acumula esta percipacia a lo largo de años y su beneficio está en orientar a otros. Pablo entendió este principio. El veía que las hermanas mayores de expe-riencia podían desempeñar el papel de aconsejar a las jóvenes, Tito 2.4.

Booz estaba ocupado en el proceso final de la siega, el de aventar. Se hacía esto lanzando el grano a la brisa para separarlo de la cascarrilla. Lo interno, que tenía valor, quedaba desprendido de lo externo, que no tenía valor. Después de aventar se celebraba una cena colectiva para festejar la siega realizada.

Para nuestras mentes occidentales puede ser extraño que Booz se acostara en la era. Aparentemente quería vigilar el fruto de la ardua labor que había hecho, durmiendo con los ojos medio abiertos.

Rut tenía que prepararse para su presentación a él: aseada, fragante y debidamente arropada. El Señor desea que nosotros seamos santificados y purificados “en el lavamiento del agua por la palabra”, Efesios 5.26, que seamos “grato olor”, 2 Corintios 2.15, y “revestidos de humildad”, 1 Pedro 5.5.

No hay ninguna insinuación de falta de decoro en la era. Es absurdo pensar que Booz o Rut se hubieran comportado indecentemente. No, la joven se portó con entero decoro.

 

18     Buena disposición

haré todo lo que tú me mandes

Y ella respondió: Haré todo lo que tú me mandes. Descendió, pues, a la era, e hizo todo lo que su suegra le había mandado.  3.5,6

Hay una hermosa sencillez en la buena disposición que Rut manifiesta en esta lectura. Ella no cuestiona lo aconsejable del procedimiento propuesto ni ofrece su propia opinión sobre cómo actuar. Simplemente se compromete a seguir a la letra el curso de acción que Noemí planteó.

Ella confía toda su reputación y carácter a la fidelidad y el amor de Booz. Y no lo hizo en vano. Nadie que confía de un todo en Cristo será defraudado. El reposo se encuentra en creer plenamente en Él y entregarse de un todo a Él. Cristo es enteramente digno de nuestra confianza y esta fe le agrada, así como Booz reconoció la de Rut.

Oh que yo cediera de esta manera a la soberanía irresistible de la Palabra de Dios. Es que frecuentemente cuestiono la voluntad divina para mí porque tengo muy adentro mis propias ideas sobre cómo hacer las cosas. Esta resistencia puede expresarse en no hacer lo que Él manda o en cuestionar de entrada que Él puede mandarme. La terquedad es una característica de la vieja naturaleza en mí. No es típica de un espíritu conformado al de Cristo: “el hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado”, Salmo 40.8.

El Espíritu de Dios registra cuidadosamente para nosotros que Rut cumplió su promesa. Le había dicho a Noemí, “haré todo lo que tú me mandes” y el v. 6 narra, “hizo todo lo que su suegra le había mandado”. Salomón aconseja que uno no jure ligeramente, y menos en nuestras promesas a Dios. Dice él: “Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes”, Eclesiastés 5.4.

 

19     Pureza

yo soy Rut … eres pariente cercano

Y cuando Booz hubo comido y bebido, y su corazón estuvo contento, se retiró a dormir a un lado del montón. Entonces ella vino calladamente, y le descubrió los pies y se acostó. Y aconteció que a la medianoche se estremeció aquel hombre, y se volvió; y he aquí, una mujer estaba acostada a sus pies. Entonces él dijo: ¿Quién eres? Y ella respondió: Yo soy Rut tu sierva; extiende el borde de tu capa sobre tu sierva, por cuanto eres pariente cercano.  3.7 a 9

Está dicho de Booz que, habiendo comido y bebido, “su corazón estuvo contento”. No estaba ebrio. La escritura del Antiguo Testamento emplea dos términos para la embiaguez; los encontramos en 2 Samuel 11.13, beber “hasta embriagarlo”, y en 1 Reyes 16.9, “bebiendo y embriagando”. No los encontramos aquí en Rut; Booz estaba feliz. El dominio propio que ejerció al descubrir que una joven estaba a sus pies en la noche confirma esta conclusión.

Aquellos que quieren justificar un deseo personal pueden insistir: ¿Hay problema en tomar una copa? Posiblemente mencionan 1 Timoteo 5.23 donde Pablo recomendó que Timoteo usara un poco de vino a causa de su estómago. Esto no fue la manera en que la gente toma hoy. La prueba ácida para el creyente es sencillamente: ¿Promoverá mi semejanza a Cristo? La pregunta admite una sola respuesta.

Hay quienes sugieren que esta pareja incurrió en conducta impropia. No; el 4.13 establece la pureza premarital de Booz y Rut: “Booz, pues, tomó a Rut, y ella fue su mujer”. El deber cristiano es: “consérvate puro”, 1 Timoteo 5.22. El mundo no conoce estas normas.

Al pedirle, “extiende el borde de tu capa sobre tu sierva”, Rut estaba haciendo eco de las palabras de Booz en 2.12: “bajo cuyas alas has venido a refugiarte”. Estaba confiando en Booz así como confiaba en Jehová. Nosotros tenemos confianza tambien al encomendarnos a nuestro Redentor quien nos invita: “creéis en Dios, creed también en mí”, Juan 14.1. En efecto, ella estaba pidiendo: “Guárdame como a la niña de tus ojos; escóndeme bajo la sombra de tus alas”, Salmo 17.8.

 

20     Pariente muy dispuesto

haré contigo lo que tú digas

Y él dijo: Bendita seas tú de Jehová, hija mía; has hecho mejor tu postrera bondad que la primera, no yendo en busca de los jóvenes, sean pobres o ricos. Ahora pues, no temas, hija mía; yo haré contigo lo que tú digas, pues toda la gente de mi pueblo sabe que eres mujer virtuosa. Y ahora, aunque es cierto que yo soy pariente cercano, con todo eso hay pariente más cercano que yo. Pasa aquí la noche, y cuando sea de día, si él te redimiere, bien, redímate; mas si él no te quisiere redimir, yo te redimiré, vive Jehová. Descansa, pues, hasta la mañana.  3.10 a 13

Aparentemente Booz fue conmovido por la devoción de Rut a él. No hubiera sido cosa inapropiada que ella deseara un esposo de entre los jóvenes de la ciudad para aliviar su viudez. La referencia que Booz hace a los jóvenes insinúa que él era mayor en edad que ellos.

Es importante notar el testimonio que ella tenía. No había estado más de cincuenta días en la ciudad pero ya era conocida como “mujer virtuosa”. Las primeras impresiones perduran, y evidentemente se observaron en esta mujer devoción, diligencia y buen comportamiento. Virtuosa tiene para la mujer el sentido que rico, o poderoso, tiene para un varón como Booz. Referente a él, el enfoque es sobre su valor cualitativo y no su valor cuantitivo. Esta pareja hacía buen partido para cada cual, cosa esencial si el matrimonio iba a ser exitoso.

¡Cuánto se habrá turbado Rut ante la mención de un pariente más cercano! Habrá pasado una noche horrible pensando en el derecho prioritario que otro tenía sobre ella. Pero todo este tiempo Booz tenía en mente un plan que iba a prosperar a la postre. Una y otra vez nos ponemos nerviosos porque dejamos de apreciar cómo la voluntad de Dios puede ser realizada. Es más fácil decir las palabras que es descansar confiadamente en que “a los que aman a Dios todas las cosas ayudan a bien”, Romanos 8.28.

 

21     Booz obseqia

le contó ella todo lo que con aquel varón le había acontecido

Y después que durmió a sus pies hasta la mañana, se levantó antes que los hombres pudieran reconocerse unos a otros; porque él dijo: No se sepa que vino mujer a la era. Después le dijo: Quítate el manto que traes sobre ti, y tenlo. Y teniéndolo ella, él midió seis medidas de cebada, y se las puso encima; y ella se fue a la ciudad.  3.14 a 15

Podemos suponer que Rut no había tenido dificultad para levantarse temprano. Le habrá sido difícil caer en sueño. La perspectiva de su esperanza truncada era real. ¿Quién era este pariente más cercano? ¿Por qué no habló Noemí de él? Quizás nosotros también hemos pasado noches de angustia. Cuando se presentan, es confortante saber que tampoco duerme Aquel en quien hemos confiado y que Él está atendiendo nuestro caso.

Aun cuando Booz y Rut no habían faltado en decoro, era importante no dejar que otros pensaran que sí. Por esta razón Rut se levantó y se marchó temprano. Este principio está detrás del mandato de 1 Tesalonicenses 5.22 de abstenerse de toda especie de mal. [Especie está traducida como apariencia en el relato del Señor en el Monte de Transfiguración]. Uno puede perder su buena reputación aun cuando realmente no ha cometido ninguna falta. La industria de la publicidad tiene un refrán: “percepción es realidad”. El mundo se valdrá gustosamente de cualquier oportunidad de poner en duda el testimonio de un creyente, aun sin contar con evidencia fidedigna.

Booz le dio a Rut una abundancia de granos, tan así que él levantó el saco a su hombro. Pensamos que era cebada desgranada, porque ya había pasado la temporada de avantar. Estos dos puntos demuestran bien la generosidad de nuestro Señor, quien “nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos”, ya que “toda buena dádiva deciende de lo alto”, Santiago 1.17.

 

22     Espérate

aquel hombre no descansará hasta que concluya el asunto hoy

Y cuando llegó a donde estaba su suegra, ésta le dijo: ¿Qué hay, hija mía? Y le contó ella todo lo que con aquel varón le había acontecido. Y dijo: Estas seis medidas de cebada me dio, diciéndome: A fin de que no vayas a tu suegra con las manos vacías. Entonces Noemí dijo: Espérate, hija mía, hasta que sepas cómo se resuelve el asunto; porque aquel hombre no descansará hasta que concluya el asunto hoy.  3.16 a 18

En su emoción y ansiedad, Rut fue instruida de Noemí a esperar. Su preocupación y nerviosismo no harían nada para influenciar el resultado. ¿Cuánta energía malgastamos nosotros de una manera similar cuando un proceder prudente sería dejarlo con Aquel que sí puede determinar el resultado? No sin razón el Señor nos aconseja: “Estad quietos; y conoced que yo soy Dios”, Salmo 46.10.

Habiendo presentado su caso a Booz, ella solamente podía esperar a ver cómo se resolvería el drama. Cuando llevamos nuestros asuntos al Señor en oración nosotros también debemos dejarlos confiadamente con Él, sin intervenir sino esperar el resultado. Habacuc nos da un buen ejemplo en este sentido. Habiendo expuesto ante Dios su preocupación por el pueblo, él dice: “Velaré para ver lo qué me dará, y qué he de responder tocante a mi queja”, 2.1.

Produce un enorme alivio darnos cuenta de que hay Uno actuando por nosotros que “hace todas las cosas según el designio de su voluntad”, Efesios 1.11. Él “no se adormecerá ni dormirá”, Salmo 121.4. Booz, ocupado en la cuestión, no iba a descansar hasta que se lograra la resolución deseada. Noemí confiaba plenamente que la llevaría a feliz término ese mismo día.

Pablo anima a los creyentes filipenses en un sentido similar, diciendo: “el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo”, Filipenses 1.6. No hay la más mínima posibilidad de que su obra se quede inconclusa.

 

23     Reacio a redimir

si no quieres redimir, decláramelo

Booz subió a la puerta y se sentó allí; y he aquí pasaba aquel pariente de quien Booz había hablado, y le dijo: Eh, fulano, ven acá y siéntate. Y él vino y se sentó. Entonces él tomó a diez varones de los ancianos de la ciudad, y dijo: Sentaos aquí. Y ellos se sentaron. Luego dijo al pariente: Noemí, que ha vuelto del campo de Moab, vende una parte de las tierras que tuvo nuestro hermano Elimelec. Y yo decidí hacértelo saber, y decirte que la compres en presencia de los que están aquí sentados, y de los ancianos de mi pueblo. Si tú quieres redimir, redime; y si no quieres redimir, decláramelo para que yo lo sepa; porque no hay otro que redima sino tú, y yo después de ti. Y él respondió: Yo redimiré.  4.1 a 4

Ya hemos visto a Booz en el campo con sus trabajadores y era de esperar que tendría cierto prestigio entre ellos. También le hemos visto con Rut, quien le admiraba sobremanera y aun con asombro. Aquí le encontramos en la puerta de la ciudad donde se realizaban los negocios y cuestiones comunitarias, y nos llama la atención su dominio propio y el respeto que gozaba. Nadie cuestionó su derecho de sentarse allí, ni hacía caso omiso de sus palabras.

Obsérvese cuán cuidadoso fue él que su planeamiento fuera tratado con arreglo a la ley. Casi le oímos decir: “Hágase todo decentemente y con orden”, 1 Corintios 14.40. Estaba resuelto que no podía ser contradicho en un punto legal y por esto su plan frustrado. Escogió el foro público a la puerta de la ciudad y convocó diez testigos para presenciar el procedimiento. La gracia nunca prevalece a expensas de la justicia.

Notamos que el pariente cercano “pasaba” y fue necesario que Booz le llamara. Es significativo que no se le concede la honra de ser identificado por nombre en la Escritura. Una parte de su responsabilidad de redentor era la de asegurar que el nombre del difunto “no sea borrado de Israel”, Deuteronomio 25.6. No queriendo cumplir su deber, él mismo está consignado al anominato.

Inicialmente él se interesó ante la mención de una parcela de terreno. Los bienes le interesaban más que las personas. Muchos en nuestra sociedad son motividos por lo mismo. Parece que este hombre tenía recursos porque no cuestionó el precio antes de afirmar que ejercería su derecho de redimir el terreno. El costo no fue una consideración. Su negativa a proceder no se debió a incapacidad sino a falta de interés por lo que estaba involucrado. Frecuentemente este es el caso con los que no cumplen su deber.

 

24     Incapaz

yo no podré redimir

Entonces replicó Booz: El mismo día que compres las tierras de mano de Noemí, debes tomar también a Rut la moabita, mujer del difunto, para que restaures el nombre del muerto sobre su posesión. Y respondió el pariente: No puedo redimir para mí, no sea que dañe mi heredad. Redime tú, usando de mi derecho, porque yo no podré redimir. Había ya desde hacía tiempo esta costumbre en Israel tocante a la redención y al contrato, que para la confirmación de cualquier negocio, el uno se quitaba el zapato y lo daba a su compañero; y esto servía de testimonio en Israel. Entonces el pariente dijo a Booz: Tómalo tú. Y se quitó el zapato.  4.5 a 8

Este sujeto dijo que no podía redimir, pero ya se había descubierto: no quiso hacerlo, “no sea que dañe mi heredad”. Pensaba en sí y no en las mujeres desamparadas. Su actitud de indiferencia, egoísta, trae a la mente el sacerdote y el levita quienes, viendo al desafortunado, pasaron de largo, Lucas 10. En primera instancia le vemos como una figura de la ley de Moisés; él no podía hacer lo que el divino Booz iba a hacer: “lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne … condenó al pecado”, Romanos 8.3.

Pero, trayendo la cosa más de cerca, ¿no podemos ver a este señor como una figura del hombre natural, el que piensa en las cosas de la carne pero no del espíritu. Está allí muy cerca de nosotros, y se interesa por lo nuestro en las cosas naturales, pero no puede darnos vida y mucho menos una herencia para el porvenir.

Es intresante notar que este hombre no figura en el capítulo 2. “Tenía Noemí un pariente”, 2.1, pero en realidad tenía dos – éste el más cercano, que resultó inútil, y otro en quien Noemí pensaba y quien es el héroe de la historia. Esto es una ilustración de un principio que encontramos vez tras vez en la Escritura (y en nuestra propia experiencia de salvación cuando aún éramos pecadores): “lo espiritual no es primero, sino lo animal (natural); luego lo espiritual” y, “el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante”, 1 Corintios 15.46,45.

 

25     Redención realizada

he adquirido de mano de Noemí todo lo que fue de Elimelec

Y Booz dijo a los ancianos y a todo el pueblo: Vosotros sois testigos hoy, de que he adquirido de mano de Noemí todo lo que fue de Elimelec, y todo lo que fue de Quelión y de Mahlón. Y que también tomo por mi mujer a Rut la moabita, mujer de Mahlón, para restaurar el nombre del difunto sobre su heredad, para que el nombre del muerto no se borre de entre sus hermanos y de la puerta de su lugar. Vosotros sois testigos hoy.  4.9,10

Para Booz adquirir “todo” ha debido requerir no poco desembolso de dinero. Obviamente era un hombre acomodado con la capacidad de hacer esto, y la disposición también. Pero en esto el tipo — la ilustración, o figura — falla. Cuando nuestro Redentor “compró todo”, le costó su todo. La parábola de la perla es una ilustración superior. El comerciante de Mateo 13, habiendo encontrado una perla de gran precio, vendió todo lo que tenía y compró aquella perla. Adicionalmente, el precio no fue pagado en dinero sino con la sangre preciosa de Cristo, 1 Pedro 1.19.

El asunto en el libro de Rut no fue resuelto apenas como una transacción legal sino como un acto de gran gracia. Booz declaró: “tomo por mi mujer a Rut la moabita”. Esto plantea el interrogante de si él estaba en contravención de la ley de Deuteronomio 23: “No entrará amonita ni moabita en la congregación de Jehová”. Rut había manifestado un espíritu contrario al espíritu de la nación que había rechazado. Había provisto a Noemí de sustancia que ella misma cosechó en el campo, y había sido el medio para que el servico de Booz arrojara bendición a la familia de Noemí. Dios no pasa por alto semejante bondad.

Isaías 56 nos revela algo del corazón de Dios. El Señor establece: “a los hijos de los extranjeros que sigan a Jehová para servirle, y que amen el nombre de Jehová para ser sus siervos … yo los llevaré a mi santo monte y los recrearé en mi casa de oración”, vv 6,7. Rut, por ejemplo. Booz tuvo buen discernimiento en lo que hizo. Nosotros mismos que somos ajenos de los pactos de promesas para el pueblo terrenal de Dios debemos estar muy agradecidos por la gracia que traspasó el lindero y nos abrazó.

 

26     Bendiciones

Jehová haga a la mujer que entra en tu casa como a Raquel y a Lea

Y dijeron todos los del pueblo que estaban a la puerta con los ancianos: Testigos somos. Jehová haga a la mujer que entra en tu casa como a Raquel y a Lea, las cuales edificaron la casa de Israel; y tú seas ilustre en Efrata, y seas de renombre en Belén. Y sea tu casa como la casa de Fares, el que Tamar dio a luz a Judá, por la descendencia que de esa joven te dé Jehová.  4.11,12

La respuesta de la multitud congregada en la puerta hace ver que el resultado del drama había agradado no sólo a Booz y Rut. La euforia con que el pueblo reaccionó a la unión es contagiosa. Al felicitar a la pareja la gente invoca la memoria de las matriarcas de la nación, Raquel, Lea y Tamar.

Las hermanas, Raquel y Lea, eran hijas de Laban dadas en matrimonio a Jacob. Lea era la mayor y la primera a casarse con Jacob. Sin embargo, la Escritura relata francamente que Jacob amó más a Raquel que a Lea, Génesis 29.30. Dios lo reconoció y compensó a Lea en darle hijos. El deseo de los aldeanos de Belén es que Rut fuera fructífera así como fue Lea.

Raquel era la joven que atrajo la atención de Jacob cuando él fue recibido en la tienda de Labán. Era hermosa, Génesis 29.17. Favorecida con atributos naturales que su hermana no tenía, ella no fue favorecida inicialmente con el don de la maternidad. Su esterilidad terminó con el nacimiento de José, quien, como su madre, contaba con el favor de Jacob. Posteriormente Raquel falleció al dar a luz su segundo hijo, Benjamín, y fue sepultada cerca de Belén, Génesis 35.19. Se dice de ella, como de Lea, que edificó la casa de Israel.

La mención aquí de Tamar es interesante porque su historia dista mucho de ser un capítulo glorioso en los anales de la nación. Génesis 38 narra un relato sórdido de depravación y engaño. ¿Por qué hacer mención de ella aquí? Quizás es por lo mucho que hizo para mantener el nombre para la heredad, y esto es precisamanete el propósito del libro de Rut. El libro que nos ocupa es un registro de los extremos adonde llegaron Noemí, Rut y Booz para preservar el nombre. Debe ser nuestro motivo también tener en alto “el buen nombre que fue invocado sobre nosotros”, Santiago 2.7.

 

27   Recompensa

loado sea Jehová

Booz, pues, tomó a Rut, y ella fue su mujer; y se llegó a ella, y Jehová le dio que concibiese y diese a luz un hijo. Y las mujeres decían a Noemí: Loado sea Jehová, que hizo que no te faltase hoy pariente, cuyo nombre será celebrado en Israel; el cual será restaurador de tu alma, y sustentará tu vejez; pues tu nuera, que te ama, lo ha dado a luz; y ella es de más valor para ti que siete hijos.

Y tomando Noemí el hijo, lo puso en su regazo, y fue su aya. Y le dieron nombre las vecinas, diciendo: Le ha nacido un hijo a Noemí; y lo llamaron Obed. Este es padre de Isaí, padre de David.

Estas son las generaciones de Fares: Fares engendró a Hezrón, Hezrón engendró a Ram, y Ram engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naasón, y Naasón engendró a Salmón, Salmón engendró a Booz, y Booz engendró a Obed, Obed engendró a Isaí, e Isaí engendró a David.
4.13 a 22

¿Quién ha podido imaginarse que la mujer amargada que le señaló el dedo a Dios en el capítulo 1 por el infortunio que vivía iba a encontrarse en una posición tan favorecida? Y esto en un lapso tan corto, menos de dos meses — tenía que ser obra de Dios.

Figuradamente, Él había dado vuelta atrás al reloj para Noemí. Este es el pensamiento detrás de la frase, “restaurador de tu alma”. Predice lo que el niño haría para Noemí. Es la palabra traducida regresó en 1.6. Noemí fue galardonada por haber regresado a Dios, en que Dios dio vuelta atrás a la vida suya. Ella había experimentado lo que Dios ofrecería a la nación por medio de Malaquías muchos años más tarde: “Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros”, 3.7.

El alcance de la genealogía con que el libro cierra es retrospectivo y prospectivo a la vez. Referido a Fares, va atrás a los días de los patriarcas, ya que él era un hijo de Judá y Tamar. Culmina con David, proyectándose a los tiempos de los reyes. Con los muchos giros y vueltas en la historia de este pueblo, prueba, si había necesidad de prueba, de que Dios “hace conocer todo esto desde tiempos antiguos”, Hechos 15.18.

Es maravilloso que un libro que comienza con la defunción de un hombre por lo que había hecho, con todo y ser “Dios es mi rey”, termine con la presentación de uno que diría “mi Dios es Rey”, Salmo 68.24. Que las vidas y los labios nuestros demuestren nuestro reconocimiento del señorío de nuestra Señor.

“Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros; estaremos alegres”, Salmo 126.3.

 

 

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