Preceptos del exorcismo (#137)

Preceptos del Exorcismo
en los Hechos y las Epístolas

 

Joe Dennison hijo, Detroit, Estados Unidos
Truth & Tidings febrero 2012

 

La devoción de María Magdalena y el evangelismo del endemoniado, junto con el cambio radical en sus vidas, son evidencias del poder de Cristo para librar a uno poseído de un demonio. ¿Pero qué del tiempo presente? ¿Echar fuera a demonios es una parte del evangelio? ¿Cómo y cuándo se debe practicar el exorcismo?

Casos múltiples

 

Las experiencias demoníacas eran eventos inusuales en la era apostólica; no eran comunes. Los Hechos y las Epístolas registran solamente tres ocasiones cuando se ocurrieron en masa:

Donde                    Quienes                 Referencia            Apóstol

Jerusalén               judíos                    Hechos 5.16          Pedro

Samaria                  samaritanos           Hechos 8.7            Felipe

Éfeso                      gentiles                  Hechos 19.12       Pablo

Obsérvese que estos períodos cuando se echaban fuera demonios no se vinculan con una sola persona. Una de las señales de apóstol, 2 Corintio 12.12, fue la capacidad de realizar milagros. Al escribir Hechos de los Apóstoles, Lucas buscaba cuidadosamente un equilibrio sobre los milagros de Pedro y Pablo para equiparar simbólicamente su autoridad apostólica. De la misma manera, estos exorcismos validaron las credenciales apostólicas de Pedro, Felipe y Pablo.

En segundo lugar, estas tres ocasiones tuvieron lugar en el contexto de la evangelización en áreas nuevas: primeramente en Jerusalén entre judíos, luego en Samaria y finalmente en Éfeso entre gentiles. Cada una de estas localidades era un foco de actividad demoníaca. Durante el ministerio de Cristo se había aumentado dramáticamente este fenómeno en Judea. En Samaria, Felipe encontró a un hechicero llamado Simón, quien se valía de la magia para engañar a la gente, Hechos 8.9. En Éfeso los artes ocultos florecieron, pero los convertidos quemaron sus libros de magia al ser salvos.

Estos lapsos cortos de exorcismo fueron permitidos por Dios para validar el mensaje del evangelio cuando entraba en áreas nuevas, demostrando así la autoridad de los apóstoles sobre el poder de los demonios. Esto concuerda con el propósito del exorcismo ejercitado por Cristo mismo: “Si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros”, Lucas 11.20. El poder de Cristo sobre los demonios hizo ver que su mensaje era de Dios, y estos exorcismos también dieron fe al mensaje del evangelio.

Casos específicos

 

En Hechos 16.16 a 18 tenemos el único relato de un caso específico de echar fuera a un espíritu maligno. Pablo encontró una esclava que tenía espíritu de adivinación, y ella proclamaba que los evangelistas eran “siervos del Dios Altísimo” que anunciaban el camino de salvación. Esto se prolongó por varios días, hasta que Pablo hizo frente al espíritu que dominaba a la muchacha, con las palabras: “Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella”. Salió.

Pable parece haber sido cauteloso al realizar un exorcismo, dejando al espíritu  que actuara “por muchos días” antes de enfrentarlo. Se precisa de juicio espiritual para discernir la presencia de un espíritu malo en una persona. Es muy probable que Pablo requiera tiempo para asegurarse de que era un espíritu que hablaba, y no simplemente la muchacha misma.

Al demandar en el nombre de Cristo que el espíritu saliera, él reconoció que el poder para esto venía solamente de Cristo Jesús. Invocar el nombre de Cristo es aplicar su Persona y su poder. Solamente el poder divino es suficiente para soltar el apretón de la presencia demoníaca. No es una fórmula mágica para echar fuera los demonios, como aprendieron los hijos de Esceva en Hechos 19.13 a 20, sino invoca una autoridad a la cual los espíritus inmundos deben responder.

En Hechos 13 Pablo encuentra en la isla de Chipre a otro que está controlado por influencias demoníacas.  Él viaja evangelizando y halla a “un cierto mago, falso profeta, judío, llamado Barjesús”, quien se opone al evangelio. Pablo lo acusa de ser “hijo del diablo” y lo condena a la ceguera. Aquí Pablo, “lleno del Espíritu Santo”, reprende en vez de exorcizar al espíritu.

Entonces, de las experiencias de Pablo aprendemos la necesidad de discernimiento espiritual, dependencia del poder de Dios y control por el Espíritu Santo para ayudar al que está poseído de un demonio.

Enseñanza apostólica

 

Dirigiéndonos a las Epístolas, descubrimos una ausencia total de instrucción sobre cómo o cuándo echar fuera demonios. No hay exhortación que nos ocupemos de este ministerio.  La capacidad de hacerlo no figura en las listas de dones espirituales, ni hay ejemplos de asambleas involucradas en el exorcismo, aun cuando varias estaban ubicadas en zonas de actividad espiritista. Aun cuando Pablo escribe a los efesios acerca de poner “toda la armadura de Dios” él está escribiendo de resistir a los ataques personales y no de echar fuera espíritus inmundos.

¿Y qué de Marcos 16.17? Leemos: “Estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios”. No hay allí mandamiento a sacar demonios, sino a proclamar el evangelio en vez de producir señales. Es simplemente una afirmación de que existirán señales como ésta, como al efecto las hubo en los Hechos.

Si bien es cierto que los exorcismos pueden ocurrir hoy en día, parece que no se destacan en el cristianismo. La ausencia de instrucción apoya la conclusión que se trataba mayormente de señales en la iglesia primitiva para autenticar el mensaje apostólico.

La práctica actualmente

 

Poseer un demonio es algo real, y la actividad demoníaca florece en zonas donde abundan los cultos paganos. Con todo, en el Occidente muchos han abierto la puerta a ser poseídos de demonios por la influencia de drogas, sesiones espiritistas, la parapsicología y otros fenómenos ocultos. Reconocer las evidencias de dominio por un demonio demanda discernimiento. Muchas veces las personas poseídas de demonios están afligidas, Mateo 4.24, 8.16, por espíritus inmundos que imponen tormento mental. Muchas aflicciones admiten tratamiento médico y no se deben a influencias demoníacos. Las personas poseídas de espíritus malignos suelen exhibir una conducta auto destruyente, Lucas 8.27, 9.42. La presencia de personalidades múltiples, voces y fuerzas extra humanas, Lucas 8, pueden ser indicios de abrigar un demonio.

¿El exorcismo puede ocurrir hoy día? Claro que sí; nada en el Nuevo Testamento nos prohíbe creerlo. No se han disminuido la compasión de Cristo por los esclavos de Satanás y su poder sobre los servidores de éste. Sin embargo, el uso limitado del exorcismo y el silencio de las Epístolas nos llevan a demandar en  oración discernimiento espiritual y poder de Dios antes de intentar a hacer frente a los espíritus malignos.

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