María del A. T. (#142)

 

María del Antiguo Testamento

 E. L. Moore

Su cuidado, Éxodo 2:4,7-8 —

 Desde su juventud, Miriam manifestó una actitud responsable, con diligencia y devoción. Se concluye que ella fue la hermana mencionada en la referencia dada arriba. (Ver también Números 26:59.)

 

Su canto, Éxodo 15:20-21 —

 La primera canción de la Biblia, un canto de redención del pueblo terrenal de Jehová, ocupa el primer lugar en cuanto al orden de los eventos después que los ejércitos del Faraón se ahogaran y que el pueblo escogido fuera liberado. Apenas terminado aquel canto de parte de toda la congregación, Miriam guió a todas las mujeres en un coro breve de exaltación a Jehová, recordando su gran triunfo sobre el enemigo. El mismo pasaje también la identifica como profetisa, siendo ella la primera mencionada en la Biblia.

 

 Su crítica,  Números 12:1-2 —

Poco tiempo antes de morir, a una edad avanzada, Miriam manifestó un desarrollo desafortunado y negativo en su carácter fuerte y cualidades de liderazgo, los cuales habían sido tan útiles en los años anteriores de su servicio a Jehová. Ella había dejado que la vanagloria la dominara, resultando en la sobreestimación de su importancia y en el olvido de su lugar. Siendo la hermana mayor de Moisés, ella pretendió tener el mismo nivel de autoridad.  Llevada por los celos, manifestó una actitud orgullosa y dominante, llegando a manipular a su dócil hermano Aarón, quien era tres años mayor que Moisés.

Unidos en sus críticas de su hermano menor, ellos comenzaron a minar la autoridad divinamente conferida a él y pusieron en peligro la unidad y el futuro del pueblo escogido por Dios.  De hecho, esta rebelión de parte de Miriam y Aarón

 

 

fue la primera de tres rebeliones que se encuentran progresivamente en el libro de Números. Primero, hubo una rebelión de parte de miembros de la familia en el capítulo 12; segundo, otra de parte de la congregación en el capítulo 14; y finalmente, una de parte de un pariente en el capítulo 16.

No es sorprendente que la controversia haya comenzado a raíz de un asunto doméstico, el matrimonio de Moisés con una etíope.

 

 Es muy probable que Miriam hubiera justificado su intromisión en los asuntos personales de su hermano menor, condenando el matrimonio al menos por cuatro razones:

1) La obra de Jehová en relación a su pueblo debería haber ocupado todo su tiempo e interés.

2) Si este fuera el segundo matrimonio de Moisés, como algunos creen, entonces, ¿por qué él tenía que casarse en segundas nupcias cuando ella no se había casado aún por primera vez?

3) Seguramente había muchas mujeres israelitas que hubieran estado muy contentas de casarse con él.

4) ¿Por qué él tuvo que casarse con una mujer de otra raza? A criterio de ella, él estaba dejando un ejemplo poco apropiado ante el pueblo que fue separado para Dios.

La reacción de Moisés en medio de esta crisis fue muy recomendable. El per-maneció tranquilo, pasivo y no dispuesto a defender sus derechos ni a sí mismo. En realidad, mostró exactamente lo que las Epístolas enseñan en cuanto a la conducta de las mujeres piadosas en 1 Pedro 3, 1 Timoteo 2, etc.

Algún tiempo después, Moisés recordó al pueblo de Israel este evento (Deu-teronomio 24:9).

 

Su castigo,   Números 12:4-10 —

Se aplicó de inmediato el castigo divino.

Es importante notar la estimación divina de la persona de Moisés. Él fue el líder indiscutido, escogido por Jehová con una posición mayor que la de cualquier profeta. Jehová le habló como a ningún otro, no por visiones ni por sueños, sino cara a cara como al amigo más fiel. Es significativo el hecho que esta estimación se repite en el Nuevo Testamento (Hebreos 3:2-5), donde Moisés es comparado con Cristo y sus cualidades superiores. En realidad, Moisés es figura del Mediador que había de venir. Por lo tanto, el deshonrarle significaba en efecto deshonrar al Mesías prometido.

¡Triste el estado en el cual se encontró Miriam, grandemente humillada, instantáneamente herida de lepra, esa horrible enfermedad que la afectó, debilitándola y degradándola!  Nunca más honrada como la profetisa y líder del coro, ella fue expulsada del campamento. En vez de cantar gloriosamente, ella tendría que gritar roncamente, «Inmunda, inmunda» (Levítico 13:45,46), si alquilen se acercara a su habitación aislada y abandonada.

 

 Su curación, Números 12:11-15 —

Aarón se identificó inmediatamente con Miriam en la culpa del pecado cometido. El no vaciló en llamar a Moisés, «mi señor». Sus palabras revelan su actitud humillada, su reconocimiento del llamamiento de Moisés y la confesión de su propio pecado, unido a su ruego desesperado a favor de su hermana. Sin embargo, a pesar de haber sido designado sumo sacerdote, él no pudo interceder por ella ante Jehová. Su complicidad con su hermana le había dejado incompetente pare este ministerio. Moisés debió interceder.

Es significativo que Moisés no reprendió a su hermana ni tampoco expresó opinión alguna respecto de la seriedad del castigo. Su sentencia fue reducida del aislamiento perpetuo a siete días fuera del campamento. Jehová enfatizó cuán solemne era su pecado, siendo tan vergonzoso y públicamente degradante como si su padre hubiera escupido en su rostro.

La historia de Miriam termina abruptamente. Hay una breve referencia a su muerte y sepultura en Números 20:1. Aparentemente no hubo período de luto después de su fallecimiento. Más adelante en Miqueas 6:4, se incluye el nombre de ella junto a los de sus hermanos. No se encuentra referencia alguna a ella en el Nuevo Testamento.


 

 

DRA  EMA

 


Esta es la primera de las María que encontramos en la Biblia; su nombre sería usado mucho en Israel en las generaciones posteriores. Leemos acerca de ella en Éxodo capítulos 2 y 15 y Números capítulos 12 y 20.

Era una joven responsable por la manera en que cuidó a Moisés cuando sus padres lo pusieron en la arquilla y lo ocultaron en el río Nilo. Ella mostró serenidad ante la princesa egipcia, preguntándole si no quería una nodriza para cuidar al niño. La próxima mención de María es cuando guiaba a las mujeres de Israel en el coro del himno de alabanza de Moisés cuando sus enemigos egipcios fueron cubiertos por las aguas del Mar Rojo. María tendría ya unos noventa años y nos maravillamos que a esa edad todavía tuviera tan buena voz. “Cantad a Jehová porque en extremo se ha engrandecido …” En esta ocasión la Biblia la llama profetisa y es la primera vez que se da este título a una dama. María no sólo guiaba el canto sino que Dios, hablando por medio del profeta Miqueas, siglos después, la pone casi a la par de sus hermanos: “… y envié delante de ti a Moisés, a Aarón y a María”.

Lamentablemente, María sintió celos de su hermano cuando éste se casó. Supuestamente uno de los motivos fue que la mujer era de otra raza, aunque no es de un todo seguro que era. Junto con Aarón, María murmuró contra Moisés. Este pecado fue tan grave en los ojos de Dios que El mismo reprendió a los dos, y María salió de la presencia de Dios blanca como la nieve y leprosa.

Este castigo duró siete días. Fue una semana de retraso en la marcha del pueblo (unos tres millones y medio de personas, o más) que marchaba hacia la tierra prometida. Aarón confesó, “locamente hemos pecado”. Moisés oró por María y al cabo de siete días ella se reunió de nuevo con el pueblo. Este pecado tuvo sus consecuencias graves. Cuando pecamos es siempre contra Dios que pecamos, pero a veces nuestros seres queridos y el pueblo del Señor sufren también. Véase el lenguaje de David en Salmo 51.4 en relación con su caída con Betsabé.

María no llegó a la tierra prometida sino que murió en Cades y fue sepultada allí.


 

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