Los profetas menores (#783)

Mensajes de los profetas menores

D.R.A.

1 — Profetas menores y mayores

2 — Introducción a cada libro

3 — Versículos especialmente llamativos

4 —  Leyendo día a día en Oseas

 

1 – Profetas menores y mayores

Desde Moisés hasta la época apostólica el Espíritu de Dios empleaba a hombres llamados profetas, pero en un lapso de posiblemente cuatrocientos años Él mandó a dieciséis de ellos a poner sus mensajes por escrito para constituir la sección de nuestra Biblia que llamamos genéricamente los libros proféticos del Antiguo Testamento.

Este período comenzó aproximadamente ochocientos años antes de Cristo y terminó cuatrocientos años antes de que Él fuera manifestado en carne. Estos señores dirigieron sus mensajes al pueblo de Dios de su época pero encerrados en ellos hay muchísima profecía sobre acontecimientos posteriores, inclusive grandes eventos que están todavía en el futuro.

Además, dejaron lecciones para nuestros tiempos. Bien sabe el lector que santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo, aunque como antorcha que alumbraba en lugar oscuro. Tenemos en el Nuevo Testamento el lucero que esclarece lo que ellos inquirieron y diligentemente indagaron. 2 Pedro 1.19 al 21 y 1 Pedro 1.10,11. Cuando Cristo declaró en el camino a Emaús lo que todas las Escrituras del Antiguo Testamento decían acerca de Él, podemos estar seguros de que incluyó en su exposición a todos los así llamados libros proféticos.

Se acostumbra agrupar aquellos libros de tres maneras:

  • los profetas mayores y los menores
  • los profetas que predicaron a Judá y los que se dirigieron a Israel
  • los profetas que ministraron antes, durante y después del cautiverio

Llamamos mayores a Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel, simplemente porque sus escritos son relativamente extensos. Llamamos menores a los otros porque consisten en sólo uno hasta catorce capítulos a lo sumo. Esta es una distinción muy superficial. No hay grados de inspiración. Ninguna de estas revelaciones es de mayor o menor importancia que las otras.

Pero, probablemente muchos prestamos menos atención a los profetas “menores” que a otras partes de las Escrituras, y ahí la razón de ser de este repaso. Para nuestro reproche, hablamos a veces de “la parte nuevecita de nuestra Biblia”, porque poco vamos a estos libros. Haríamos bien en imitar a aquel señor inglés que estaba en las asambleas venezolanas por sesenta y tantos años. Cuando quería leer en una de las profecías menores, él susurraba a sí mismo:

Osjo amo, abjón y miq.
Nahab sof y hagzac mal.*

Por supuesto, con esa orientación que aprendió en la juventud, él estaba tierra adentro en la profecía que le interesaba cuando muchos de nosotros estábamos todavía buscando afanosamente en la tabla de contenido al frente de la Biblia.    [*A saber: “Oseas-Joel Amós, Abdías-Jonás y Miqueas. Nahum-Habacuc Sofonías y Hageo-Zacarías Malaquías” ]

Judá e Israel son términos que requieren explicación. Poco después de la muerte de Salomón la nación se dividió en dos, como se narra en 1 Reyes 12 y 1 Crónicas 10. Ocurrió durante el reinado de Roboam, nieto de David e hijo de Salomón, unos novecientos años antes de Cristo. Los dos pueblos en pugna no serán reunidos hasta que Dios los traiga a su tierra de nuevo para gozar del reino milenario del Señor. Roboam, hombre terco y cruel, se quedó con dos tribus, Judá  y Benjamín, en el sur del país.  Su reino sería conocido como Judá.  Los descendientes de este pueblo fueron llevados cautivos a Babilonia unos trescientos años después de la división, y sólo unos pocos volvieron más tarde con Zorobabel, Esdras y Nehemías.  De este grupo procedieron los judíos del Nuevo Testamento y de los tiempos modernos.

Jeroboam encabezó las diez tribus del norte del país y fue el líder visible de la rebelión.  Estas tribus serían conocidas de allí en adelante en el Antiguo Testamento como Israel.  (Adicionalmente, Oseas y algunos otros emplean Efraín como representativa de todas en el reino norte, siendo ella la tribu mayor). Doscientos años más tarde (o sea, antes del destierro mencionado en el párrafo anterior), este pueblo fue llevado cautivo a Asiria, y generalmente se considera que la gruesa parte de sus descendientes están mezclados entre las naciones hasta el tiempo presente.

Esto explica la tercera clasificación mencionada arriba:

  • Algunos profetas fueron levantados antes de las deportaciones. Ellos datan del largo período narrado en 2 Reyes capítulos 11 al 23.
  • Por lo menos tres de los otros predicaron cuando ellos y sus hermanos estaban en cautiverio.
  • Otros los llamamos “postexilio” porque ministraron al remanente de Judá que volvió de Babilonia. Hay tres libros proféticos y tres históricos que versan sobre este lapso al final del Testamento.

Grosso modo, el mensaje de estos profetas es uno de castigo por el pecado que se había apoderado del pueblo terrenal de Dios, un mayor castigo para sus opresores, y un futuro glorioso que Dios tiene guardado para Israel en su arrepentimiento y restauración nacional que todavía queda por suceder. Claro está, los anuncios de juicios tenían un cumplimiento relativamente inmediato en aquel entonces y tendrán un cumplimiento mayor en la tribulación en una dispensación que vendrá.

“Las condiciones en Israel también encuentran su contraparte en nuestros días. La gran parte del cristianismo ha dado la espalda a la adoración auténtica y ha rechazado la verdad, aun lo más sublime de lo que Dios ha dado, que es el evangelio de Cristo. Por consiguiente, ha caído en decadencia moral y apostasía. No tardará mucho un juicio peor que aquel que cayó sobre Israel”. Arno Gabelien

No queremos enfrascarnos en detalles, pero lo cierto es que uno capta mejor una parte del sentido de cada libro si está al tanto de su contexto. Podemos agrupar los libros proféticos de la manera siguiente, pero con la advertencia de que los expertos tienen dificultad en poner fecha a los escritos de Joel y Abdías. En varios casos los primeros versículos del libro nos orientan.

Dirigidos a Israel, el reino del norte, antes de su triste fin:

  • Jonás, Amós y Oseas. (Este último habla de una de las tribus, Efraín, para representar el conjunto de las diez).

Dirigidos a Judá, el reino del sur, antes de las deportaciones:

  • Isaías, Joel, Miqueas, Nahum, Sofonías, Jeremías y Habacuc

Dirigidos a Judá durante el exilio:

  • Ezequiel, Daniel y Abdías

Dirigidos al remanente de Judá después del exilio:

  • Hageo, Zacarías y Malaquías. (Este último se dirigió a ambos reinos).

Estos profetas ejercieron su ministerio entre 800 a.C. y 400 a.C. El trasfondo histórico se encuentra mayormente en 2 Reyes, excepto por Hageo y Zacarías, que se ubican en Esdras 5 y 6, y Malaquías, que se ubica en Nehemías capítulo 13 o posiblemente un poco después.

Se nota que los libros no figuran en nuestra Biblia en esta secuencia, ni están ubicados entre los libros históricos que tratan del período cuando vivió el profeta respectivo. Es extenso  el tema de la secuencia de los libros en nuestro canon. El punto principal es que conviene leer cada profecía y su correspondiente sección histórica como un conjunto. (Lo mismo se puede decir, por cierto, de los Salmos, etc. y los libros históricos incluyendo los de Samuel).

Podemos mencionar de paso que los judíos desconocen la secuencia del Antiguo Testamento que nosotros usamos. Por ejemplo, algunos creen que hay un significado especial en la selección que Jesús hizo al mencionar “la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías”, Lucas 11.51. La sangre de Abel se refiere, desde luego, a una historia al comienzo del Antiguo Testamento y la sangre de Zacarías a una que figura al final de la segunda sección del Testamento hebreo, a saber, 2 Crónicas 24.21. (Las tres secciones eran la Ley, los Profetas y los Escritos, o salmos; Lucas 24.44).

 

2 — Introducción a cada libro

tomado mayormente de publicaciones
de la Precious Seed Committee

“Hay una diversidad interesante entre las varias profecías menores. Oseas abre con el mandamiento de Dios para una iniciativa simbólica que haría a Israel darse cuenta de su fornicación espiritual. Joel describe de una vez el juicio sobre la tierra por medio de langostas, y conduce sus oyentes de allí al Día del Señor. Amós comienza con el anuncio de un juicio sobre las naciones en derredor, mientras que Abdías se ocupa mayormente del juicio del vecino Edom”.

“Jonás se distingue de las demás profecías en el sentido que el profeta narra sus propias experiencias milagrosas. Nahum versa sobre un gran mensaje de juicio para Nínive y el correspondiente consuelo para el pueblo de Dios. Habacuc es otro que difiere de los otros libros. Él habla de cómo Dios despliega una gran diversidad en la naturaleza, y así su Espíritu emplea una diversidad de instrumentos a su manera y según su voluntad”.

Oseas

El ministerio de Oseas se extendió sobre un período largo. Él sirvió durante los reinados de cuatro reyes de Judá y uno de Israel. Por ciertos lapsos fue contemporáneo de Isaías, Amós y Miqueas. Los  días de Jeroboam II en Israel y Uzías en Judá eran tiempos de prosperidad económica, productividad agrícola y seguridad militar, 2 Reyes 14.23 al 29, 2 Crónicas capítulo 26.

Algunos opinan que hay aquí un cumplimiento cercano de Isaías 18: “¡Ay de la tierra que hace sombra con las alas, que está tras los ríos de Etiopía!”   Aprendemos más en 2 Reyes 15.8 al 20, donde uno y otro “hizo lo malo ante los ojos de Jehová”.

Pronto esta supuesta edad de oro perdió su brillo en el alejamiento espiritual y la decadencia moral de la nación. La beneficencia de Dios no condujo al arrepentimiento. Más bien, dejaron a Dios por ídolos y atribuyeron a Baal la bondad de la tierra, Oseas 2.5 al 8. Dios vio esto como idolatría espiritual con su inevitable distanciamiento y juicio.

Sin embargo, el amor sufrido y paciente de Jehová no le permitía abandonarles de un todo. Les atraería a sí, pero por medio de una larga experiencia lejos de Él. A la postre ellos van a volver a su primer amor, declarando abiertamente su nexo y lealtad al Dios verdadero a quien tanto habían ofendido.

Oseas tenía que llevar este mensaje a ese pueblo en la forma de la primera parábola viviente. Los primeros tres capítulos contienen la parábola y el resto del libro la expone. Si bien el mensaje es para Israel, hay en él principios que aplican a la cristiandad en estos tiempos.

 

 

Amos

Amós vivió en el mismo período que Oseas pero el mensaje suyo era otro. Él no ve a Israel como una esposa infiel, sino como una nación entre muchas, 9.7. Amós muestra que todas las naciones son responsables ante Dios y Él las juzgará, 1.3 al 2.16. Si Israel se regocija por este juicio de sus enemigos, su contentamiento sería por poco tiempo, porque el profeta asusta al pueblo al declarar que, por cuanto tenían privilegios especiales, ellos serían juzgados severamente, habiendo pecado contra la luz, 3.1 et seq.

Los pecados nacionales traen calamidades nacionales y no solamente juicios futuros. Estas aflicciones son “el rugido del león” para despertar la nación al castigo que les espera y llamar al pueblo al arrepentimiento. Aquel arrepentimiento tiene que ser genuino; los ritos huecos no lo pueden aplacar. Este es el mensaje de Amós, revelando la santidad inflexible de Jehová que se aplica universalmente. Pero no adolece de esperanza. A la postre, el Señor revertirá el cautiverio de Israel y ellos no se alejarán más nunca.

La imaginería es hermosa: trillos de hierro, 1.3; la altura de los cedros, y fuerte como una encina, 2.9; el león en la selva, 3.4; el ave en lazo, 3.5; dos piernas, una oreja, 3.12; anzuelos de pescador, 4.2; lluvia y sequía; viento solano y oruga, 4.9; labrador y lloro, 5.16.

Joel

El nombre Joel quiere decir  “Jehová es Dios”, y aporta cierto carácter a su profecía. No se especifica fecha, pero la evidencia interna sugiere que él es uno de los más tempranos de los doce profetas menores. Él ministraba a Judá, probablemente durante el reinado de Joás. Por las referencias que hace a la casa de Jehová, se desprende que estaba ubicado en Jerusalén.

El tema de su mensaje es “el día de Jehová”, [que es a su vez el Día del Señor] que para él era un período caracterizado por una plaga devastara de langostas. Jehová se presenta como un Dios de gobierno. Esto no es todo, sin embargo, porque el profeta prosigue con presentar a Jehová como el Dios de la gracia, restauración y provisión bondadosa en bien de su pueblo.

Es de marcado interés que él presenta también la época del Espíritu Santo. Pedro cita de su profecía en Hechos 2.16 al 21. Sin embargo, el profeta ve más allá del Día de Pentecostés y más allá de la época de la gracia, hasta la intervención final de Jehová a favor de su pueblo, cuando la hueste de tropas de sus enemigos será aplastada. Él mismo será su refugio y refrigerio. Su amada ciudad será santa; el Señor morará en Sion y ellos serán pueblo suyo para siempre.

La delusión del pentecostalismo moderno estribe en buena parte de una interpretación errónea de cómo se usó la profecía de Joel en el Día de Pentecostés. Elementos clave de lo que aquel profeta predijo no sucedieron en aquella ocasión ni han tenido lugar todavía.

Miqueas

Miqueas, así como Joel, era uno de los profetas tempranos. El período de su ministerio lo sabemos por el 1.1. Era contemporáneo de Isaías y Oseas, y ministró a tanto Israel como Judá. Con todo, dirigió su profecía específicamente a sus ciudades capitales, Samaria y Jerusalén, respectivamente. Estos centros influenciaban la nación entera, y deberían reconocer su responsabilidad.

Como se señala al comentar sobre Joel, la historia en 2 Reyes 15 puede ser el período en referencia. El profeta era oriundo de un pueblito a unos veintidós kilómetros al sureste de Jerusalén. Su nombre quiere decir “Quién es como Jehová”, y a lo largo de la profecía la singular gloria de Dios se destaca en su poder y autoridad, en su santidad y juicio.

La profecía asume la forma de tres discursos y cada uno comienza con Oíd, 1.2, 3.1 y 6.1. En cada uno hay una reprensión por el pecado, una advertencia de juicio por lo mismo, y la promesa de perdón del pecado con bendición futura. Miqueas vivía en una época de gobernantes arrogantes, de opresión de los pobres, de males sociales y de conducta inmoral.

Si bien el mensaje es para Israel y Judá, hay ciertas palabras proféticas que se relacionan con la apertura del día de la gracia por intermedio de la llegada en Belén del Prometido a la raza humana, quien será aún el regente en Israel, 5.2.

¿Acaso en otra parte del Antiguo Testamento se supera el lenguaje de 7.18,19? “¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados”.

Jonás y Nahum

Estos dos profetas fueron comisionados a ministrar acerca de los asirios (capital: Nínive), un pueblo gentil. Jonás es el único profeta enviado a un pueblo gentil. Un siglo separó a los dos; sus mensajes tratan de juicio, pero con objetivos diferentes.

El mensaje de Jonás produjo resultados que manifiestan el alcance de la gracia de Dios a pecadores arrepentidos. El mensaje de Nahum manifiesta la realización del juicio de Dios sobre los no arrepentidos. En Jonás vemos, entonces, la gracia de Dios y en Nahum el gobierno de Dios. El postrero es en efecto una ilustración de Romanos 12.19: “Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor”.

Para la Nínive de los tiempos de Jonás había espacio para el arrepentimiento. En los tiempos de Nahum era demasiado tarde, de manera que el profeta no fue enviado para advertir a Nínive, como fue Jonás, sino para consolar a Judá por medio de la proclama de la inevitable caída de su enemigo. En Jonás hay palabra de advertencia pero en Nahum palabra de calamidad. En Jonás Dios habla de consideración, pero en Nahum, de castigo.

Jehová habla a Jonás de la grandeza e influencia de Nínive, “aquella gran ciudad”, 1.2, pero a través de Nahum Él habla de su culpa e iniquidad, “ciudad sanguinaria”, 3.1.
En Jonás el Señor justifica su misericordia, pero en Nahum, su venganza.

En Jonás leemos mayormente del profeta y sus experiencias, y de la soberanía de Dios en poder y salvación. En Nahum leemos mayormente de la profecía, y de la soberanía del Señor en poder y condenación.

Jonás mismo se hace una profecía viviente, presentando típicamente a Israel como el vehículo del oráculo de Dios para el mundo entero. Fracasando en su misión debido a declarada desobediencia, ella está consumida en el lugar de muerte y llevada al mar de las naciones. Luego, por gracia y poder divinos, es liberada y recomisionada para realizar la voluntad de Dios, y al hacerlo descubre el corazón suyo.

Jonás es a una vez señal singular del Señor Jesús cual sustituto en su muerte, sepultura y resurrección, Mateo 12.39 et seq. Nahum (“consuelo”) no tiene consolación para los enemigos de Judá, pero su mensaje sería consolación para el pueblo de Dios. En la tipología bíblica Nínive representa los poderes mundiales en los postreros días, y su destrucción representa la destrucción de ellos.

Jonás experimentó el poder de Dios en la naturaleza, pero Nahum lo declaró. Jonás puede ser visto también como un reflejo del día de la gracia de Dios cuando se proclamará la palabra de Señor a todos, que Dios es presto a perdonar. Nahum puede ser visto como un reflejo del día del Señor cuando la ira de Dios caerá sobre todos sus enemigos a causa del trato que han dado a los suyos.

Habacuc

Habacuc  “el que abraza”  abrazó por fe lo que no podía entender. Era contemporáneo de Sofonías y Jeremías. Su mensaje toma la forma de un diálogo entre sí y el Señor acerca de sus hondas perplejidades.

La profecía se divide en dos partes. Los capítulos 1 y 2 registran el diálogo, y el capítulo 3 es una oración al estilo de un salmo. Es un documento de última hora, y puede infundir confianza aun en nuestros tiempos. Se cita tres veces en el Nuevo Testamento la proclama del 2.4: “El justo por su fe vivirá”.

Podemos aprender de Habacuc que detrás de aun las más desconcertantes circunstancias hay la mano de un Dios soberano. En este libro el Señor expone el gran principio que debe gobernar la vida, el cual se amplía en el Nuevo Testamento para nuestra instrucción. El hecho de abrazar este principio habilitó al profeta a cantar de nuevo, y cantar con palabras de confianza y triunfo.

Sofonías

Sofonías  “el que Dios esconde” vivía en aproximadamente los mismos años que Habacuc. Este último habla del proceder del Señor, pero Sofonías del Día del Señor. Él refiere a ese “día” más que cualquier otro escritor en el Antiguo Testamento. A veces es apocalíptico en su lenguaje. Sofonías era de sangre real, un descendiente del rey Ezequías.

En el capítulo 1 él habla de un juicio universal, cuando las fuerzas de la naturaleza serán afectadas. En el capítulo 2 habla de juicio sobre las naciones, cuando el pagano será afectado. En el capítulo 3 habla de un juicio sobre Jerusalén, cuando todo Judá será afectado.

No obstante, la nación será restaurada y Jehová tendrá gozo en ella de nuevo.

Abdías

Abdías  “el siervo de Jehová” escribió el libro más corto de la Biblia. Algunos opinan que él era contemporáneo de Eliseo y escribió después del saqueo de Iduema; otros de Jeremías y escribió después del saqueo de Jerusalén. Compárese Ezequiel 35, Jeremías 49 y Lamentaciones 4.21.

Abdías lleva un mensaje a Edom, vecino y enemigo de Israel. Cual descendientes de Esaú, ellos tenían vínculos con Israel, los descendientes de Jacob. Sentían enemistad hacia el pueblo de Dios, y se volvían más y más antagónicos. Al principio guardaban una indiferencia pasiva ante la necesidad urgente de los israelitas en el desierto, pero luego se regocijaban al observar su angustia. Los edomitas competían entre sí para los despojos de guerra, y a la postre intervinieron activamente para impedir que los israelitas se escaparan de su enemigo.

Este odio no pasó por desapercibido de parte de Dios, y Él les asegura que no se ha olvidado. Edom cosechará en dolor lo que sembró en arrogancia. El Señor frustrará su propósito malvado al recoger a Israel en su posesión a la postre.

Hageo, Zacarías y Malaquías

Cuando Ciro, rey de Persa, logró dominio sobre el imperio babilónico, él ha debido encontrarse muy ocupado en imponer gobierno. Con todo, en el primer año de su reinado Dios obró en él para permitir, y aun ayudar, que un remanente de judíos volviera a Jerusalén. Esto fue en cumplimento de palabras proféticas:

  • Cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación por su maldad, ha dicho Jehová, y a la tierra de los caldeos, Jeremías 25.12
  • Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar, Jeremías 29.10
  • Al primer año de Ciro …, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, Jehová despertó el espíritu de Ciro rey de los persas …, 2 Crónicas 36.22
  • Así dice Jehová a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha …, Isaías 45.1
  • En el primer año de Ciro …, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, despertó Jehová el espíritu de Ciro …, Esdras 1.1

¡Cuán poderoso y compasivo Dios para mover a un déspota pagano a favorecer un conjunto de cautivos! Desde luego, se podía estar seguros de que Él lograría sus propósitos.

Una vez que el remanente había regresado a su terruño, ellos levantaron un altar y echaron la base para el templo en Jerusalén, Esdras capítulo 3. La obra fue paralizada a causa de oposición, Esdras 4. Cosa muy relevante, en ese mismo tiempo el anciano Daniel en Babilonia sintió una gran necesidad a orar. Satanás estaba activo también para impedir esta iniciativa.

  • En aquellos días yo Daniel estuve afligido por espacio de tres semanas …, Daniel 10.2

Unos catorce años más tarde, los primeros profetas postcautiverio, Esdras y Nehemías, fueron enviados por Dios. Llegaron con “palabras buenas, palabras consoladoras” para incentivar a Zorobabel (de la casa de David) y a Josué (el sumo sacerdote), y reanudar la obra, Esdras 5. El templo fue terminado en a.C. 516, Esdras 5.

Aproximadamente un siglo más tarde, Malaquías entrega el mensaje del Señor. Su nombre significa “mi mensajero”. Su libro completa y finaliza el Antiguo Testamento, y no habría adiciones al canon bíblico hasta comenzar el Nuevo Testamento unos cuatrocientos de años más tarde.

Así como el Espíritu de inspiración había hablado a través de los escritos anteriores, Él prosigue en estos últimos tres libros. Se nos refiere el Mesías venidero, el Señor Jesús, bajo varios nombres y figuras:

  • Vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, Hageo 2.6,7
  • Tras la gloria me enviará él a las naciones, Zacarías 2.8,11
  • He aquí, yo traigo a mi siervo el Renuevo, Zacarías 3.8
  • He aquí aquella piedra que puse delante de Josué, Zacarías 3.9
  • He aquí el varón cuyo nombre es el Renuevo, el cual brotará de sus raíces, Zacarías 6.11
  • Él llevará gloria, y se sentará y dominará en su trono, Zacarías 6.13
  • Tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna, Zacarías 9.9
  • Su señorío será de mar a mar, y desde el río hasta los fines de la tierra, Zacarías 9.10
  • Se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, Zacarías 14.4
  • Yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, Malaquías 3.1
  • Nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación, Malaquías 4.2

Los cinco mensajes de Hageo fueron entregados en un lapso de pocos meses, aunque él ministró entre el pueblo a lo largo de cuatro años. El ministerio de Zacarías abarcó unos dos años, pero él ha podido entregar los capítulos 9 al 14 mucho más tarde.

Malaquías se destaca por su uso de “Ustedes afirman”  1.2,6,7, 2.14,17, 3.7,8,13.

 

3 – Versículos especialmente llamativos

Oseas

Muchos días estarán los hijos de Israel sin rey, sin príncipe, sin sacrificio, sin estatua, sin efod y sin terafines. Después volverán los hijos de Israel, y buscarán a Jehová su Dios, y a David su rey; y temerán a Jehová y a su bondad en el fin de los días, 3.4,5

Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos, 4.6.

Mi pueblo a su ídolo de madera pregunta, y el leño le responde, 4.12.

Andaré y volveré a mi lugar, hasta que reconozcan su pecado y busquen mi rostro. En su angustia me buscarán, 5.15.

Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará.
Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él, 6.1.

Conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida,
y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra, Oseas 6.2.

Misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos, 6.6.

Sembraron viento, y torbellino segarán; no tendrán mies, ni su espiga hará harina; y si la hiciere, extraños la comerán, 8.7.

Sembrad para vosotros en justicia, segad para vosotros en misericordia; haced para vosotros barbecho; porque es el tiempo de buscar a Jehová, hasta que venga y os enseñe justicia. Habéis arado impiedad, y segasteis iniquidad; comeréis fruto de mentira, porque confiaste en tu camino y en la multitud de tus valientes, 10.13,14.

Cuando Israel era muchacho, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo.
Cuanto más yo los llamaba, tanto más se alejaban de mí, 11.1,2

Yo con todo eso enseñaba a andar al mismo Efraín, tomándole de los brazos; y no conoció que yo le cuidaba, 11.3.

Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor, 11.4.

Dios soy, y no hombre, el Santo en medio de ti, 11.9.

Jehová es Dios de los ejércitos; Jehová es su nombre, 12.5.

Vuélvete a tu Dios; guarda misericordia y juicio, y en tu Dios confía siempre, 12.6.

Oh muerte, yo seré tu muerte; y seré tu destrucción, oh Seol; la compasión será escondida de mi vista, 13.14.

No montaremos en caballos, ni nunca más diremos a la obra de nuestras manos: Dioses nuestros; porque en ti el huérfano alcanzará misericordia, 14.3.

¿Qué más tendré ya con los ídolos? Yo lo oiré, y miraré; yo seré a él como la haya verde; de mí será hallado tu fruto. ¿Quién es sabio para que entienda esto, y prudente para que lo sepa? Porque los caminos de Jehová son rectos, y los justos andarán por ellos; mas los rebeldes caerán en ellos, 14.8,9

Joel

Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo, 2.13.

Perdona, oh Jehová, a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad, para que las naciones se enseñoreen de ella. ¿Por qué han de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios? 2.17

Os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros. Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre de Jehová vuestro Dios, el cual hizo maravillas con vosotros; y nunca jamás será mi pueblo avergonzado, 2.25,26.

Todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo, 2.32.

Amós

Os trastorné como cuando Dios trastornó a Sodoma y a Gomorra, y fuisteis como tizón escapado del fuego; mas no os volvisteis a mí, dice Jehová, 4.11.

Porque te he de hacer esto, prepárate para venir al encuentro de tu Dios, 4.12.

El que forma los montes, y crea el viento, y anuncia al hombre su pensamiento; el que hace de las tinieblas mañana, y pasa sobre las alturas de la tierra; Jehová Dios de los ejércitos es su nombre, 4.13.

He aquí vienen días, dice Jehová, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se derretirán, 9.13.

 

 

Abdías

La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada; que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra? Si te remontares como águila, y aunque entre las estrellas pusieres tu nido, de ahí te derribaré, dice Jehová, vv 3,4.

Jonás

Invoqué en mi angustia a Jehová, y él me oyó; desde el seno del Seol clamé, y mi voz oíste, 2.2.

Me echaste a lo profundo, en medio de los mares, y me rodeó la corriente; todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí, 2.3.

Desechado soy de delante de tus ojos; mas aún veré tu santo templo, 2.4.

Descendí a los cimientos de los montes; la tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre; mas tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Jehová Dios mío, 2.6.

Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová, y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo, 2.7.

Los que siguen vanidades ilusorias, su misericordia abandonan, 2.8.

Yo con voz de alabanza te ofreceré sacrificios; pagaré lo que prometí. La salvación es de Jehová, 2.9.

Jehová le dijo: ¿Haces tú bien en enojarte tanto? 4.4.

Miqueas

Oíd, pueblos todos; está atenta, tierra, y cuanto hay en ti; y Jehová el Señor, el Señor desde su santo templo, sea testigo contra vosotros, 1.2.

¡Ay de los que en sus camas piensan iniquidad y maquinan el mal, y cuando llega la mañana lo ejecutan, porque tienen en su mano el poder! 2.1

Venid, y subamos al monte de Jehová, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová, 4.2.

Él juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra, 4.3.

Se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente; porque la boca de Jehová de los ejércitos lo ha hablado, 4.4.

Aunque todos los pueblos anden cada uno en el nombre de su dios, nosotros con todo andaremos en el nombre de Jehová nuestro Dios eternamente y para siempre, 4.5.

Tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad, 5.2.

¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? 6.6.

¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? 6.7.

Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios. 6.8.

La ira de Jehová soportaré, porque pequé contra él, hasta que juzgue mi causa y haga mi justicia; él me sacará a luz; veré su justicia, 7.9.

Nahum

Jehová es tardo para la ira y grande en poder, y no tendrá por inocente al culpable, 1.3.

Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían, 1.7.

He aquí sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas, del que anuncia la paz, 1.15

Habacuc

Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio, 1.13.

La tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar, 2.14.

¿De qué sirve la escultura que esculpió el que la hizo? ¿la estatua de fundición que enseña mentira, para que haciendo imágenes mudas confíe el hacedor en su obra, 2.18.

Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados  no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación, 3.17,18.

Sofonías

Acontecerá en aquel tiempo que yo escudriñaré a Jerusalén con linterna, y castigaré a los hombres que reposan tranquilos como el vino asentado, los cuales dicen en su corazón: Jehová ni hará bien ni hará mal, 1.12.

Buscad a Jehová todos los humildes de la tierra, los que pusisteis por obra su juicio; buscad justicia, buscad mansedumbre; quizás seréis guardados en el día del enojo de Jehová, 2.3.

Jehová en medio de ella es justo, no hará iniquidad; de mañana sacará a luz su juicio, nunca faltará; pero el perverso no conoce la vergüenza, 3.5.

Dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre, el cual confiará en el nombre de Jehová, 3.12.

Hageo

Meditad bien sobre vuestros caminos. Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto, 1.5,6

De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca;
y haré temblar a todas las naciones,
y vendrá el Deseado de todas las naciones;
y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos, 2.6,7.

Zacarías

Volveos a mí, dice Jehová de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos, 1.3.

Vuestros padres, ¿dónde están? y los profetas, ¿han de vivir para siempre? 1.5.

Se unirán muchas naciones a Jehová en aquel día, y me serán por pueblo, y moraré en medio de ti; y entonces conocerás que Jehová de los ejércitos me ha enviado a ti, 2.11.

No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos, 4.6.

He aquí el varón cuyo nombre es el Renuevo, el cual brotará de sus raíces, y edificará el templo de Jehová. El edificará el templo de Jehová, y él llevará gloria, y se sentará y dominará en su trono, y habrá sacerdote a su lado; y consejo de paz habrá entre ambos, 6.12,13

Juzgad conforme a la verdad, y haced misericordia y piedad cada cual con su hermano; no oprimáis a la viuda, al huérfano, al extranjero ni al pobre; ni ninguno piense mal en su corazón contra su hermano, 7.9,10

Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna, 9.9.

Les dije: Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata, 11.12.

Me dijo Jehová: Echalo al tesoro; ¡hermoso precio con que me han apreciado! Y tomé las treinta piezas de plata, y las eché en la casa de Jehová al tesoro, 11.13.

Derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito, 12.10.

En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia, 13.1.

Le preguntarán: ¿Qué heridas son estas en tus manos? Y él responderá: Con ellas fui herido en casa de mis amigos, 13.6.

Levántate, oh espada, contra el pastor, y contra el hombre compañero mío, dice Jehová de los ejércitos. Hiere al pastor, y serán dispersadas las ovejas; y haré volver mi mano contra los pequeñitos, 13.7.

Se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur, 14.4.

Saldrán de Jerusalén aguas vivas, la mitad de ellas hacia el mar oriental, y la otra mitad hacia el mar occidental, en verano y en invierno. Y Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre, 14.8.9

Malaquías

Desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi nombre entre las naciones; y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda limpia, porque grande es mi nombre entre las naciones, dice Jehová de los ejércitos, 1.11.

La ley de verdad estuvo en su boca, e iniquidad no fue hallada en sus labios; en paz y en justicia anduvo conmigo, y a muchos hizo apartar de la iniquidad, 2.6.

Los labios del sacerdote han de guardar la sabiduría, y de su boca el pueblo buscará la ley; porque mensajero es de Jehová de los ejércitos, 2.7.

¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios? ¿Por qué, pues, nos portamos deslealmente el uno contra el otro, profanando el pacto de nuestros padres? 2.10.

Yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos, 3.6.

Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde, 3.10.

Los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre, 3.16.

Serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve, 3.17.

Os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve, 3.18.

A vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada, 4.2.


Leyendo día a día en Oseas

 

  1. B. Nicholson, Precious Seed Publications

Introducción a Oseas y Amós

El ministerio de Oseas se extendió sobre un período largo. Él sirvió durante los reinados de cuatro reyes de Judá y uno de Israel. Por ciertos lapsos fue contemporáneo de Isaías, Amós y Miqueas. Los  días de Jeroboam II en Israel y Uzías en Judá eran tiempos de prosperidad económica, productividad agrícola y seguridad militar, 2 Reyes 14.23 al 29, 2 Crónicas capítulo 26.

Pronto esta supuesta edad de oro perdió su brillo en el alejamiento espiritual y la decadencia moral de la nación. La beneficencia de Dios no condujo al arrepentimiento. Más bien, dejaron a Dios por ídolos y atribuyeron a Baal la bondad de la tierra, Oseas 2.5 al 8. Dios vio esto como idolatría espiritual con su inevitable distanciamiento y juicio.

Sin embargo, el amor sufrido y paciente de Jehová no le permitía abandonarles de un todo. Él les atraería a sí, pero por medio de una larga experiencia a lo lejano. A la postre ellos van a volver a su primer amor, declarando abiertamente su nexo y lealtad al Dios verdadero a quien tanto habían ofendido.

Oseas tenía que llevar este mensaje a ese pueblo en la forma de la primera parábola viviente. Los primeros tres capítulos contienen la parábola y el resto del libro la expone. Si bien el mensaje es para Israel, hay en él principios que bien se puede aplicar a la cristiandad en estos tiempos.

Amós vivió en el mismo período que Oseas pero el mensaje suyo era otro. Él no ve a Israel como una esposa infiel, sino como una nación entre muchas, 9.7. Amós muestra que todas las naciones son responsables ante Dios y Él las juzgará, 1.3 al 2.16. Si Israel se regocija por este juicio de sus enemigos, su contentamiento sería por poco tiempo, porque el profeta asusta al pueblo al declarar que, por cuanto tenían privilegios especiales, ellos serían juzgados severamente , habiendo pecado contra la luz, 3.1 et seq.

Los pecados nacionales traen calamidades nacionales y no solamente juicios futuros. Estas aflicciones son “el rugido del león” para despertar la nación al castigo que les espera y llamar al pueblo al arrepentimiento. Aquel arrepentimiento tiene que ser genuino; los ritos huecos no lo pueden aplacar. Este es el mensaje de Amós, revelando la santidad inflexible de Jehová que se aplica universalmente. Pero no adolece de esperanza. A la postre, el Señor revertirá el cautiverio de Israel y ellos no se alejarán más nunca.

Capítulos 1 al 3 Una parábola dolorosa

Israel en su prosperidad violó su relación peculiar con Dios a tal extremo que atribuyó las bendiciones suyas a Baal y le adoraba a él, 2.5 al 13. Dios dice que se trata de adulterio espiritual y le manda a Oseas a presentar a la nación una parábola viviente de ello, 1.2. Fue un mensaje solemne para el pueblo, y para el profeta un reflejo de la tristeza del corazón de Dios. Aprendemos un principio aquí. El Señor no se quedará indiferente ante el alejamiento de su amado, sin intervenir.

Gomer, esposa de Oseas, le dio un hijo llamado Jezreel en vista del juicio por venir sobre el trono de Israel, 1.4. Esto haría recordar a Israel del celo severo de Jehú. Aun cuando él hizo lo correcto y fue premiado juntamente con su familia,  no lo hizo de corazón puro, 2 Reyes 10.29 al 31. Aquí hay otro principio: El Señor galardonará la obediencia, pero siempre juzgará los motivos. “Jezreel” hablaba prospectivamente de un futuro quebramiento del poderío militar de Israel.

Gomer dio a luz a dos hijos más, pero no eran hijos de Oseas, 1. 6 al 8. Eran evidencia de infidelidad, de manera que ella se hizo una parábola viva del alejamiento de Israel. Sus nombres expresan la disciplina divina, 1.6,9. Él quitaría su misericordia de Israel (preservando por un lapso a Judá, 1.6,7). Dejaría de identificarse como Dios de ellos.

Con todo, no iban a estar sin la protección y la presencia continua de Dios, 1.9,10. Serían multiplicados, unificados e identificados de nuevo con su Dios, 1.10,11. En su aflicción todas le abandonan, pero Dios habla todavía, 2.1 al 7. Él busca ganarla por medio de su experiencia en el desierto, 2.14, pero luego en el valle de perturbación, Acor, ella aprenderá que hay esperanza, porque la disciplina de Jehová no es para destrucción sino instrucción, 2.14,15. Él habla todavía a nuestros corazones, 2.14.

Israel cantará de nuevo la canción del Señor, 2.15. Proclamará su parentesco con Él por pacto, 2.16 al 23. Con todo, hasta aquel día ella está apartada, aislada, sin Soberano, Salvador, Sacrificio y sin un legítimo Servicio para Dios, 3.1 al 5.

Todo esto es hasta el glorioso “después” cuando el fruto apacible de justicia florecerá. El pueblo volverá a Jehová y a Aquel a quien ha traspasado, Zacarías 12.10. Ella andará en pos de Él, en el temor suyo y el disfrute del favor divino “en el fin de los días”. Él nunca abandonará a los suyos.

 

Capítulos 4 y 5 El fruto de la necedad

Comienza aquí la declaración del mensaje, 4.1. Veamos la controversia, la causa, el cargo, el crimen, la consecuencia y el cierre con su esperanza.

En cuanto a la controversia, ellos habían violado la verdad y la misericordia de su carácter. Por esto, habían violado la confianza y la moralidad de su pueblo, 4.2. Esto les condujo a violar los tesoros y la munificencia de la provisión suya en la naturaleza, 4.3. El pecado nunca es estático; es un proceso de degeneración progresiva, Santiago 1.14,15.

La causa de su separación de Dios fue la ignorancia espiritual  no la ausencia de conocimiento sino el rechazamiento del mismo. Era el deliberado olvido de la ley que conocían bien, 4.6. Antes de pecar por hechos en la vida humana hay siempre el hecho del pecado en la voluntad. Por ejemplo, “Cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón,” Mateo 5.28.

El cargo en su contra cayó en su mayor peso sobre los líderes espirituales. Los profetas no traían luz de Dios; los sacerdotes no conducían en las sendas divinas, sino se conformaban a los pecados del pueblo, 4.7 al 11. El siervo de Dios nunca es neutral. Él conduce hacia Dios, o aleja de Dios. “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama,” Mateo 12.30.

El crimen en su máxima expresión se hizo adulterio espiritual. Su idolatría puso a descubierto su adulterio, y esta unión impía fue un insulto en la presencia del Dios que les amaba, 4.12 al 16. La palabra solemne de Dios en cuanto a Efraín, la tribu representativa, fue, “déjalo.” En una época grabado y fijado él sobre el pecho del sumo sacerdote en el santuario, ahora él merodea en las sombras de altares maloreados, abrazando ídolos en su corazón, 4.13 al 17. ¡Qué retroceso, cual cordero en lugar espacioso! 4.16. ¡Qué amargura! 4.18. ¡Qué culpa! 4.18. El alejamiento permitido y sin confesión puede llevar al pueblo de Dios de la dicha del santuario a los designios de Satanás. “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podías estar firmes contra las asechanzas del diablo,” Efesios 6.11.

 

 

Las consecuencias fueron:

Un mal espiritual en vez de contar con el Señor en medio, 5.4.

Desconocimiento de Dios, 5.4b.

Un colapso inevitable, 5.5.

La presencia de Dios quitada, 5.6.

Desolación, 5.9.

El silencio de Dios, 5.15

He aquí la ley de la retribución en operación. De lo que sembramos, de este mismo tipo cosechamos, salvo que Dios en misericordia retiene la cosecha, Gálatas 6.7 al 9.

La esperanza al cierre brilla en el 5.15. Israel va a buscar al Señor, pero a costo de mucha aflicción. Dios está en su lugar, esperando aquel día feliz. Se cumplirán los propósitos soberanos, 3.5, como leemos en Romanos 11.26,27.

 

Capítulos 6 al 9 Sembrar y cosechar

El 6.1 al 3 es el lamento del pueblo en su regreso. Roto y afligido, el mundo ha sido su cementerio. Con todo, los huesos secos revivirán, Ezequiel capítulo 37.

Dos veces clama Jehová en el 6.4, “¿Qué haré a ti?” Ni su bondad ni su gloria les habían conducido al arrepentimiento, 6.4,5. La bondad de ellos era apenas una filantropía pasajera y una formalidad falsa, carente de compasión y el conocimiento de Dios, 6.4 al 6.

En el capítulo 7 se presenta cuatro cuadros del pueblo como eran en el ojo de Dios:

  • un horno encendido, 7.4,6,7. No había sido encendido para proveer pan, Isaías 58.7, sino calentado por concupiscencia y apetitos ilícitos.
  • una torta no volteada, 7.8. Por un lado estaba horneada de más y por el otro faltaba; o sea, quemada y cruda. Su credo era correcto pero su conducta corrupta.
  • una paloma incauta, sin entendimiento, 7.11. Deficientes en amor y lealtad, ellos revolteaban de una alianza a otra. Dios mismo les ata las alas, acaso vuelan aun más lejos de Él, 7.12. ¡Qué de lección para todos aquellos que desean huir de sus circunstancias pero no pueden! Los impedimentos son simplemente la red de Dios para preservar e instruir.
  • un arco engañoso, 7.16. Había una deflexión inherente, una torcedura moral, que les hacía siempre perder el blanco y ser tema de burla entre sus enemigos, 7.16; compárese Romanos capítulo 3.

El capítulo 8 comienza con la advertencia de una condenación pública. El enemigo, cual águila, viene sorpresivamente como azote de Dios por su trasgresión. Cuando en apuro ellos claman a Dios, al estilo de muchos, pero en hipocresía, 8.2. Dejaron la fe en un Soberano invisible y abrazaron la pompa terrenal de gobernantes humanos. La confianza en una Majestad invisible fue canjeada por las baratijas de dioses caseros, 8.4 al 6. En esto traían sobre sí una ley que no podían controlar 8.7.

El capítulo 8 termina con una acusación solemne, “Olvidó Israel a su Hacedor.”

La consecuencias lamentables en el capítulo 9 delinean los resultados tristes de su infidelidad:

días tristes, 9.1

almacenes vacíos, 9.2

población disminuida, 9.11 al 14

De esta manera Israel cosecha los frutos amargos de sus pecados nacionales mientras anda vagando entre los pueblos de la tierra, odiado y diezmado, 9.17. Aseguradamente hay una lección solemne para nosotros en todo esto. La ley de Dios no puede ser trasgredida con impunidad, y la ley del pecado no puede ser activada sin responsabilidad.

 

Capítulos 10 al 12 Amor no correspondido

La viña degenerada, 10.1: Dios había plantado a Israel como una viña para llevar fruto a Él y en bien de las naciones, Salmo 80.8 al 12. Israel pervirtió este propósito por su indulgencia y se valió de la bondad divina para fomentar su idolatría. Un día la Vid Verdadera se presentaría para llevar a cabo el propósito de Dios, Juan 15.1. ¡El intento de Dios a la postre no puede ser frustrado!

Devociones divididas, 10.2: Israel había intentado un compromiso, adorando ídolos y profesando conocer a Dios, 8.2. ¡Pero Dios y el mal son mutuamente excluyentes! “No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios …,” 1 Corintios 10.21.

Deidades y desolación, 10.5,8: Ellos buscaron a dioses que no eran dioses, ¡pero en la hora de necesidad temieron por la seguridad de sus supuestos protectores! El asirio vendría y les dejaría desolados. El desespero sería suyo y buscarían la muerte súbita antes de sufrir un cautiverio prolongado. Compárese Apocalipsis 6.15 al 17.

Pero había una esperanza firme, 10.12: ¡Todo no está perdido! El profeta invoca el arado del juicio propio para abrir la conciencia, para que entrara la Palabra de Dios mientras hubiera tiempo. “Oraré a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado,” Salmo 32.6. El juicio de Dios puede ser evitado por el juicio propio. “Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados,” 1 Corintios 11.31.

El día de la batalla se trata en 10.14,15. Se oye el trueno de la hueste asiria que se acerca. La misericordia de Dios ofrece tiempo para arrepentirse, pero si no se hace, las consecuencias del pecado son inevitables.

La oferta divina que Dios ofrece figura en 11.1 al 4. Jehová habla ahora como un padre amante pero no amado. Él les había sostenido tiernamente cual nación en su infancia mientras tomaban sus primeros pasos tambaleantes, 11.3, pero con todo ellos persistían en echarse para atrás.

Amor divino, 11.8: La justicia de Dios exige juicio, ¡pero su amor anhela salvarles! Les iba a purgar, pero no aniquilarles como a las ciudades de la llanura. Iba a disciplinar, no destruir, 11.9.

Intervención divina, 11.10,11: Todavía está por ser oído el llamado del Señor. Les va a librar de sus enemigos y su exilio. ¡Dios no abandonará de un todo a los suyos!

Su engaño, 11.12 al 14: Caracterizado por deshonestidad, futilidad y deslealtad, 11.12, 12.1, ellos adaptaron el proceder de Canaán, 11.7. El trato de Dios con Jacob es la base del llamado a volver, 11.2 al 13. No obstante este ejemplo, ellos provocaban a Jehová perversamente, aun culpándose de sangre, 11.14. Por esto Él dejaría la culpabilidad sobre ellos. He aquí otra lección: ¡Dios no dejará de tratar con el no arrepentido!

 

Capítulos 13 y 14 Trasgresión y restauración

En el 13.1 leemos de una triste transición, del lugar de distinción al lugar de muerte, cuando Efráin como líder se entregó a la adoración de Baal. Así como sus dioses eran apenas la obra transitoria de sus propias manos, 13.2, la tribu representativa que era Efraín iba a desaparecer también. ¡Los hombres llegan a ser parecidos a sus objetos de adoración! Nosotros, los creyentes, “mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen,” 2 Corintios 3.18.

Se les da una advertencia solemne en 13.4,5. Apenas entraron en la beneficencia de Dios, se olvidaron de Él, 13.6. Por lo tanto trajeron juicio sobre sí mismos. Silenciosa, repentina e inadvertidamente vendría, 13.7,8. Ellos tenían que aprender que rechazar a Dios conlleva tribulación de parte de Dios.

Este juicio es en realidad la autodestrucción, 13.9. Pero hay ayuda y esperanza en Jehová, si tan sólo se someten a su voluntad soberna, 13.10. Se ha formulado la acusación, la evidencia ha sido evaluada, el caso está resuelto y el crimen ha sido registrado, 13.12.

Las lamentaciones de la muerte son tan seguras como los clamores de una mujer encinta que no puede realizar el parto, 13.13. Cae una destrucción repentina de parte de Jehová, ya no como juez sino como libertador. A la muerte se quitará su presa; el Señor librará a la nación como a una criatura recién nacida, aun del lugar de la muerte, y de este propósito Él no se desviará, 13.14; compárese Isaías 25.8, 1 Corintios 15.55.

Se predice la desolación salvaje de Israel y Samaria como por suceder pronto, consecuencia de su rebelión contra Dios, 13.15,16. Cuando regresaba Jacob, renombrado Israel, el sol se levantó sobre él, Génesis 32.31, y así la nación en su regreso a Dios andará en la luz de su amor.

Si vuelven, arrepentidos y constantes en honestidad, pronunciando palabras aceptables de confesión, compromiso y confianza, 14.2,3,8, entonces el Señor responderá en sanidad, amor y bendición abundante, 14.4 al 7.

Efraín (“doble fruto”) conocerá la raíz de la estabilidad, 14.5, la proliferación de la fertilidad, 14.6, el la abundancia de la hermosura, 14.6, y el regocijo de la fragante aceptación entre las naciones, 14.6b, 7b.

El último versículo proporciona un resumen de toda la profecía. Las sendas del Señor son sendas correctas. El justo anda obedientemente en ellas con prudencia, y es bendecido, creciendo en el conocimiento de ellas. El trasgresor encontrar severa la senda y pesada la retribución de parte de Dios. Huyamos de lo malo y amemos al Dios verdadero.

 

 

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