La cruz moderna | Jesús y el mundo | ¿Y nosotros? (#717)

 

Vance Havner, Estados Unidos de América 

La cruz moderna

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Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente.  No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.  … ¿Trato de agradar a los hombres?  Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.                                                                                Gálatas 1.6 al 10

 

Sin anuncio, y casi sin que la gente se dé cuenta, en estos tiempos modernos una cruz nueva ha entrado en los círculos evangélicos. Es como la cruz antigua, pero diferente. Las semejanzas son superficiales, pero las diferencias fundamentales

Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia, 2 Corintios 11.14,15.

De esta cruz nueva emana una nueva filosofía de la vida cristiana, y de esa filosofía una nueva técnica evangélica, un nuevo estilo de reunión, un nuevo enfoque en la predicación. Este evangelismo nuevo emplea la misma terminología como el antiguo, pero su contenido no es el mismo; su énfasis no es como antes.

Tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella;  a éstos evita. Vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oir, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas, 2 Timoteo 3.5, 4.3,4.

La cruz antigua no quería saber nada del mundo. Significaba el fin del camino para la carne orgullosa de Adán. Aplicaba la sentencia dictada por la ley de Sinaí. La cruz nueva no se opone a la raza humana, sino es buen amiguito. La vida puede ser una gozadera si uno entiende bien esta cruz tan positiva. El viejo Adán puede vivir sin ser molestado. Su motivación ha cambiado; todavía busca su propio placer, pero ahora le gusta cantar coros y ver videos religiosos en vez de echar chistes sucios y beber licor. El énfasis está todavía en vivir la vida que a uno le agrada, pero ahora a un nivel superior en lo moral, si no en lo intelectual.

La amistad del mundo es enemistad contra Dios. Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios, Santiago 4.4.  No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo.  Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él, 1 Juan 2.15.

Habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios, Colosenses 3.3. Así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados, 1 Corintios 15.22.

Todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre, 1 Juan 2.16,17.

La cruz nueva da estímulo a un enfoque de evangelismo nuevo y marcadamente diferente. El evangelista no tiene que hablar de abandonar la vida vieja. No predica contrastes sino semejanzas. Busca estar en la onda social con mostrar que el cristianismo no exige nada desagradable, sino que ofrece lo mismo que el mundo pero en un plano superior. Sea lo que fuere que el mundo pecaminoso esté ofreciendo por el momento, esta cruz y su evangelio ofrecen lo mismo, pero el producto religioso es mejor que el mundano.

Si alguno está en Cristo, nueva criatura es;  las cosas viejas pasaron;  he aquí todas son hechas nuevas, 2 Corintios 5.17. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es, Juan 3.6,7.

La cruz nueva no le mata al pecador; le reorienta. Le acomoda en un estilo de vida más agradable y respetuoso. Al extrovertido dice: “Ven, gloríate en el Señor”. Al activista dice: “Ven y saboree la emoción de la comunión cristiana”. El mensaje moderno está al tono de las novedades; por esto apela al gusto y razonamiento de la gente moderna.

Yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo, Romanos 7.18. Somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne, Filipenses 3.3.

La filosofía detrás de este modo de pensar puede ser sincera, pero no por esto deja de ser falsa. Es falsa porque es ciega. Pierde de un todo el sentido de la cruz.

No queréis venir a mí para que tengáis vida. Gloria de los hombres no recibo, Juan 5.40,41.

La cruz antigua es un símbolo de muerte. Representa el fin repentino y violento de un ser humano. El hombre de tiempos romanos que tomaba su cruz y emprendió la caminata ya se había despedido de sus amistades. No volvería. Había tomado un rumbo nuevo, para acabar con la vida antigua. La cruz no admitía compromiso; no había nada que discutir; aquella cruz le mataba a uno del todo. Ni siquiera intentaba mantenerse en las buenas con su víctima. Pegaba veloz y acertadamente, y cuando aquella cruz había hecho lo suyo, el hombre ya no estaba más.

Es que la raza de Adán está bajo sentencia de muerte. No hay escape y la sentencia no será condonada. Dios no puede aprobar a ninguno de los frutos del pecado, por inocente o hermosa que parezca. El rescata al individuo por liquidarlo y luego levantarlo en novedad de vida.

[Cristo], estando en la condición de nombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz, Filipenses 2.8.

Lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios … porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado. Pero ahora … se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él.  Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, Romanos 3.19 al 23.

Somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva, Romanos 6.4.

El evangelismo que traza paralelos amistosos entre la manera de hacer de Dios y la de los hombres es traicionero a la Biblia y cruel a las almas de sus oyentes. La fe de Cristo no corre lado a lado con el mundo, sino lo atraviesa. Al acudir a Cristo nosotros no colocamos nuestra vida vieja en un plano superior, sino que la abandonamos al pie de la cruz antigua. El grano de trigo tiene que caer en la tierra y morir.

Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, Isaías 55.8. Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es caminos de muerte, Proverbios 14.12.

Lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo, Gálatas 6.14. Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto, Juan 12.24.

Nosotros que proclamamos el evangelio no debemos concebirnos como relacionistas enviados a establecer buena voluntad entre Cristo y el mundo. No debemos imaginar que hayamos sido comisionados a moldear a Cristo al gusto del empresario, el medio, el mundo deportivo o la comunidad docente. No somos diplomáticos sino profetas; nuestro mensaje no es un arbitraje sino un ultimátum.

¿Dónde está el sabio?  ¿Dónde está el disputador de este siglo?  ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación, 1 Corintios 1.18 al 21.

Somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros, 2 Corintios 5.20.

Dios ofrece vida, pero no una vida vieja recondicionada. La vida que Él ofrece emana de la muerte. Se yergue al otro lado de la cruz. Quien la quiera, debe pasar debajo de la vara. Debe repudiarse a sí mismo y concurrir con la sentencia que Dios ha dictado en su contra.

Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia, Juan 10.10. El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Es necesario nacer otra vez, Juan 3.3,7.

El publicano, estando lejos, no quería ni alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador, Lucas 18.13. Los fariseos y los intérpretes de la ley desecharon los designios de Dios respecto de sí mismos … Mas la sabiduría es justificada por todos sus hijos, Lucas 7.30,35.

¿Qué significa esto al individuo condenado que desea encontrar la vida en Cristo? ¿Qué vínculo hay entre esta teología y la vida? Sencillamente, que cada cual crea y se arrepienta. Que renuncie sus pecados y se dé por perdido. Que no encubra nada, no busque excusa para nada. No podemos negociar condiciones con Dios; tenemos que agachar la cabeza en reconocimiento de su desagrado.

 

Testificando a judíos y gentiles del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo, Hechos 20.21. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar, Isaías 55.7. Me aborrezco, y me arrepiento en polvo y cenizas, Job 42.6.

Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Si alguno viene a mí, y no aborrece … aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo, Lucas 9.23, 14.26,27,33.

Habiéndolo hecho esto, que el tal contemple con sencilla fe al Salvador resucitado; de él procede la vida, el nuevo nacimiento, el poder que limpia de todo pecado. Aquella antigua cruz que puso fin a la vida de Cristo, es la que ahora pone fin al pecador; el poder que resucitó a Cristo de entre los muertos es el que ahora resucita al que cree para darle una vida nueva juntamente con Cristo.

Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna, Juan 3.14 al 16. El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida, Juan 5.24.

Nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere;  la muerte no se enseñoreará más de él. Porque en cuanto murió, al pecado murió un vez por todas;  mas en cuanto vive, para Dios vive.

Así también vosotros consideraos muertos al pecado pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros;  pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia, Romanos 6.4 al 14.

Jesús  y  el  mundo

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EL SEÑOR JESÚS SIEMPRE TROPEZÓ CON LA OPOSICIÓN E INCREDULIDAD DEL MUNDO

 

Desde antes de su nacimiento hasta su resurrección, el Señor Jesucristo siempre tropezó con la oposición e incredulidad del mundo, manifestada de distintas maneras. El apóstol San Juan reconoce esta triste verdad cuando dice al principio de su evangelio: “En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.” Juan 1:10 y 11.

 

En Belén, a la llegada de José y María, “no había lugar para ellos en el mesón.” Lucas 2:1-11.

  • He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Apocalipsis 3:20.
  • Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones. Hebreos 3:7-8.
  • Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. Gálatas 2:20.

 

En Belén, Herodes procura matarle. “Porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo.” Mateo 2:13.

  • Maquina el impío contra el justo, y cruje contra él sus dientes; el Señor se reirá de él; porque ve que viene su día. Salmo 37:12-13.

En Nazaret, su propio pueblo, es rechazado. “Le echaron fuera de la ciudad (…) para despeñarle.” Lucas 4:29.

  • Esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que se manifestado que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:19-21.

 

En Gadara “toda la ciudad salió al encuentro de Jesús; y cuando le vieron, le rogaron que se fuera de sus contornos.” Mateo 8:34.

  • Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Lucas 16:13.

 

En Samaria, “no le recibieron, porque su aspecto era como de ir a Jerusalén.” Lucas 9:53.
· Respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos visto a uno que echa fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros. Jesús le dijo: … el que no es contra nosotros, por nosotros es. Lucas 9:49-50.
En Capernaum sus mismos parientes le tienen por loco: “Los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí.” Marcos 3:21.

  • Y los enemigos del hombre eran los de su casa. Mateo 10:36.
  • Le dijeron sus hermanos: Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces. Porque ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto. Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo. Porque ni aun sus hermanos creían en él. Juan 7:3-5.

 

En Capernaum, también, los fariseos atribuyen al demonio los milagros que hacía.

  • Mas los fariseos, al oírlo, decían: este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios. Mateo 12:24.
  • Pero algunos de ellos decían: Por Beelzebú, príncipe de los demonios, echa fuera los demonios. Lucas 11:15.
  • Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado. 2 Pedro 2:1-2

 

En Jerusalén, sabemos de dos veces que los judíos quieren apedrearle. “Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió el templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue.” Juan 8:59. “Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle.” Juan 10:31.

 

En Jerusalén un discípulo le traiciona. “Entró Satanás en Judas, por sobrenombre Iscariote, el cual era uno del número de los doce; y éste fue y habló con los principales sacerdotes, y con los jefes de la guardia, de cómo se lo entregaría.” Lucas 22:3-4.
· Mientras él aun hablaba, se presentó una turba; y el que se llamaba Judas, uno de los doce, iba al frente de ellos; y se acercó hasta Jesús para besarle.” Lucas 22:47.
· “Los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre.” 1 Timoteo 6:9-11.
Ante Pilato, el pueblo rechaza a su Mesías, y en cambio pide a un homicida. “Mas toda la multitud dio voces a una, diciendo: ¡Fuera con éste, y suéltanos a Barrabás!” Lucas 23:18.

  • Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis. Juan 5:43.

 

En la cruz   El sufre las injurias y escarnios de los príncipes de los sacerdotes y del populacho. “Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza, y diciendo: Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz. De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los ancianos, decían: A otro salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él. Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios. Lo mismo le injuriaban también los ladrones que estaban crucificados con él.” Mateo 27:39-44.

 

Después de su muerte, los mismos que durante su vida no le pudieron acusar de haber engañado a alguien, ahora le llaman “aquel engañador” Mateo 27:63.
· ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué no me creéis? Juan 8:46.

 

Resucitado Jesús, los príncipes de los sacerdotes, a fin de ocultar la verdad de la resurrección, levantan un falso testimonio. “Mientras ellas iban, he aquí unos de la guardia fueron a la ciudad, y dieron aviso a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido. Y reunidos con los ancianos, y habido consejo, dieron mucho dinero a los soldados, diciendo: Decid vosotros: Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron, estando nosotros dormidos. Y si esto lo oyere el gobernador, nosotros le persuadiremos, y os pondremos a salvo. Y ellos, tomando el dinero, hicieron como se les había instruido.” Mateo 28:11-15.

  • El que habla verdad declara justicia; mas el testigo mentiroso, engaño. Proverbios 12:17.

¿Qué aprende de esto el que es auténtico creyente en Cristo como su propio y único Salvador y Señor? Que conteste el mismo Señor:

  • El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor. Mateo 10:24.
  • Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes que yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra también guardarán la vuestra. Juan 15:18-21.

 

¿Y nosotros?

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La descripción siguiente fue escrita en el año 1250 por un inquisidor, o sea un agente de la iglesia romana asignado a la cruel persecución del pueblo de Dios.  Para facilitar las labores de otros enemigos de la cruz, el juez eclesiástico identificó a los creyentes en Cristo de la manera transcrita abajo.

Se refería a un gran grupo de evangélicos que existía en Suiza, Alemania y otras partes de Europa, el cual se llamaba comúnmente «los Hermanos.»

La cita es de un libro escrito por la señora Frances de Bevan, una piadosa y talentosa inglesa que se dedicaba al estudio de los nobles héroes de la fe de aquel entonces.  Al leer lo que ese impío juez escribió de esa gente, nos preguntamos cómo nos describiría a nosotros.

 

Se les conoce por su conducta y su manera de hablar.

Es decir, su comportamiento es sobrio y modesto.

En su rostro no se nota ni la soberbia ni el miedo.

Su vestimenta no es costosa pero tampoco desarrapada.

En los negocios ellos son fructíferos.

No blasfeman y nunca engañan.

No persiguen las riquezas sino que se conforman
con las necesidades básicas.

Son gente casta, y son moderados en comida y bebida.

No se encuentran en las tabernas, los bailes,
ni sitios de entretenimiento liviano.

Ellos se abstienen de la ira, y también se dedican a sus labores,
sea en enseñar o  aprender.

No asisten a las instrucciones ni a los rezos de nuestra iglesia.

Uno los identifica también por su conversación sencilla y modesta,
por la falta de palabras ociosas y conversación vana,
y porque no mienten ni blasfeman.

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