Juan 5: Betesda (#529)

El estanque de Betesda

 Perth Gospel Hall

 

Lectura y moraleja                 Juan 5.18, Jesucristo igual con Dios

Introducción                Los primeros dos milagros en Juan fueron relativamente privados. Este no es solamente público sino también fue efectuado un día sábado y por lo tanto provocó enojo de parte de los líderes religiosos. Es una lección para nosotros de cómo “la religión” intenta tomar el lugar del “cristianismo”.

5.1    fiesta de los judíos       Juan no aclara de qué fiesta se trata y en esto nos guarda de recordar el día de una manera especial. Lo importante es tener cierta comprensión de la persona de Cristo. Probablemente la fiesta fue la de la pascua.

5.2 al 9                                “Hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos”.

El lugar                                   Hay directa evidencia arqueológica de este sitio. Las excavaciones han revelado dos estanques adyacentes con cinco pórticos, en el rincón noreste de la antigua Jerusalén, cerca de la Puerta de las Ovejas.

Los mejores manuscritos omiten del v. 3 las palabras “que esperaban el movimiento de las aguas”, y también el v. 4. (La Biblia Textual, entre otras, los omite). Pero es evidente que de tiempo en tiempo sucedía algo que atraía a muchos enfermos.

Entre aquella humanidad sufrida, el Señor Jesús se fija en uno en particular. El hombre tiene 38 años paralizado, no necesariamente al lado del estanque todo ese tiempo, aunque había estado allí largo tiempo. Los sacerdotes de Israel no le habían ayudado, ni podía él esperar algo de esos hombres que se ocupaban de sus funciones religiosas. Nos acordamos de que Israel vagó 38 años en el desierto, Deuteronomio 2.14, paralizado espiritualmente y en espera del Mesías. El sitio en Betesda no hubiera cumplido con los reglamentos de hoy día en materia de la sanidad y sus instalaciones para los discapacitados.

La bondad de Dios                  El Señor Jesús se acerca a este hombre y pregunta: “¿Quiere ser sano?” Posiblemente parezca una pregunta innecesaria, pero Jesús estaba despertando en él el deseo de estar sano, cosa que se desarrollaría en el paso de la fe que el Señor iba a requerirle. El paralítico relata su deseo de ser sanado y cómo no lograba ningún progreso.

Entonces el Señor Jesús le dice al hombre: “Levántate, toma tu lecho, y anda.” La orden de levantarse era una invitación a ejercer fe, y el hecho de andar (a saber, circular) sería una prueba indubitable para todos que el sujeto había sido curado de veras. En Mateo 9 el Señor primeramente perdona a un discapacitado por su pecado, y cuando los escribas cuestionan su autoridad, ¡en el acto Él sanó al hombre y le mandó a tomar su lecho y andar! El hombre en Betesda aceptó la invitación y de una vez echó su cama a cuestas y circuló entre la gente.

5.9 al 18  la confrontación; “era día de reposo”

Es significativo que haya sido en un día sábado, porque explica lo que sigue. Los mandamientos del Antiguo Testamento prohibían trabajar en ese día, pero no prohibían lo que era requerido para sanar. Los líderes religiosos entre los judíos ya habían ampliado aquellas leyes con sus propias tradiciones y prohibiciones, de suerte que ahora las reglas constituían una verdadera carga para el pueblo. En este milagro, y en la sanidad del ciego en día sábado que se relata en 9.1 al 14, ¡el Señor Jesús les estaba retando de frente!

Los judíos religiosos estaban escandalizados; alguien había tenido la osadía de desobedecer sus tradiciones. “No es lícito llevar tu lecho”, protestaron, “es día de reposo”. Ante este desafío el hombre sanado declaró: “El que me sanó, el mismo me dijo: Toma tu lecho y anda”. “¿Quién” demandan, “es el que te dijo: Toma tu lecho y anda?” Y así también el mundo critica y se escandaliza cuando un cristiano procura vivir conforme a las enseñanzas del Señor Jesús en vez de las tradiciones mundanas.

El Señor Jesús encontró al hombre, sanado ya, en el templo y le mandó: “Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peorEl Señor le habló de su pecado como ningún otro había hecho; la luz brilló: el hombre que le había sanado era Jesús. Salió y confesó que era Jesús que había hecho esto.

Los líderes religiosos de los judíos no persiguieron al hombre que había sido sanado. Cierto que había incumplido sus tradiciones, pero su reclamo era con el Señor Jesús. Al ser enfrentado el Señor, respondió sencillamente: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo”. De inmediato los líderes judíos entendieron su afirmación de ser igual con Dios, ¡y cambiaron su acusación a la de blasfemia! Fue aquí que comenzó la persecución oficial del Señor Jesús, la que terminaría a la postre en la muerte en la cruz del Calvario. Los líderes religiosos de los judíos hacían caso omiso de sus buenas obras y poderosos milagros; ellos estaban empeñados en salvaguardar sus tradiciones religiosas.

Jesús se hizo igual con Dios ¡porque es Dios! ¡Este es el tema del Evangelio según Juan!

Hoy en día hay muchos que están desesperadamente necesitados de un remedio por su pecado. La religión no tiene ni el remedio ni el deseo de que usted sea atendido como Dios manda, sino procura ceñirse a y proteger sus propios intereses. El Señor le dice, como dijo a aquel hombre: “¿Quiere ser sano?” ¿Acudirá usted al Señor Jesús, reconociendo que es el Hijo de Dios y que murió en la cruz del Calvario para ser el Salvador suyo?

Los milagros de hoy

A lo largo de la Biblia, por regla general, los milagros están limitados a períodos específicos y fueron usados por Dios para presentarnos verdades nuevas. Tanto la entrega de los Mandamientos como la venida de Cristo fueron acompañadas de poderosos milagros. Estos se harán evidentes de nuevo cuando vuelva el Señor Jesús. Es cierto que Dios puede sanar, y sana, pero “los sanadores” no gozan del aval de la Palabra de Dios.

 

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