Isaías (#814)

Capítulos  sobresalientes  en  la  profecía  de  Isaías

Tomado principalmente de escritos de D. J. Lawrence y T. E. Wilson en Day by day through the Old Testament,

Precious Seed Publications, Reino Unido

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Introducción

Capítulo 1                      Decaimiento espiritual

Capítulos 2 al 4               Andando en la luz del Señor

Capítulo 5                       La viña del amado

Capítulo 6                       La visión de Isaías

Capítulos 7 al 9               Emanuel

Capítulos 9 y 10              La ira de Dios

Capítulos 11 y 12            Bendición milenaria

Capítulos 13 al 23           El libro de las cargas

Capítulos 24 al 27           Cántico de alabanza

Capítulos 36 y 37            Salvación de los asirios

Capítulos 38 y 39            Ezequías, enfermedad y recuperación

Capítulo 40                     El Siervo de Jehová presentado

Capítulo 42                     El llamamiento y comisión del Siervo

Capítulo 45                     Liberación por el rey Ciro

Capítulo 49                     El Siervo es un soldado

Capítulo 50                     El estudiante en la escuela de Dios

Capítulo 53                     El Siervo sufrido

Capítulo 54                     Bendiciones del evangelio para Israel

Capítulo 55                     Bendiciones del evangelio para el gentil

Capítulo 60                     El Redentor viene a Sion

Capítulo 61                     Los dos advenimientos del Mesías

Capítulo 62                     Jerusalén el gozo de toda la tierra

Capítulo 63                     El día de venganza

Capítulos 64 al 66           Cielos nuevos y tierra nueva

 

 

Introducción

El libro de Isaías es una obra literaria que no admite comparación. Solamente el libro de Salmos se cita más en el Nuevo Testamento, pero se emplea varias veces el lenguaje de Isaías sin citarle directamente.

Es un solo conjunto, como las observaciones siguientes demuestran, pero los 66 capítulos se dividen en tres secciones principales. Los primeros 39 capítulos consisten en ministerio mayormente contemporáneo y de tono condenatorio. Los 27 capítulos restantes son mayormente proféticos y de tono consolatorio. El cambio de tono a partir del 40.1 es llamativo. Es de recordar que la Biblia consiste en 66 libros; los primeros 39 componen el Antiguo Testamento y tratan en gran parte de un régimen legal y en buena medida condenatorio, pero los 27 restantes componen el Nuevo Testamento, donde el régimen de la gracia es marcadamente positivo. Las tres grandes secciones de Isaías son: capítulos 1 al 36, ministerio contemporáneo sobre la liberación del yugo asirio; capítulos 37 al 39 —una especie de bisagra— el regreso de Babilonia; capítulos 40 al 66, tres subsecciones en las cuales el Siervo de Jehová se destaca.

El título ‘Santo de Israel’ figura veintitrés veces desde el capítulo 5 hasta el 49, y solamente seis veces en el resto del Antiguo Testamento. Adicionalmente, hay ocho pasajes en Isaías que le dan a Dios el título de ‘Santo’.

Isaías escribió proféticamente en términos generales y también términos específicos, refiriéndose al futuro cercano y también al futuro lejano. Gracias a la inspiración divina, él emplea las conquistas babilónicas al predecir el nacimiento del Mesías y también al predecir el milenio. El profetizó la caída de Babilonia aun antes de que fuese un gran poder político. Más de dos siglos antes del hecho, él nombró a Ciro como el instrumento escogido por Dios para derrumbar a Babilonia. Por medio de este profeta que vivió ocho siglos antes de Cristo, se anuncia la venida del Mesías.

El cumplimiento de éstas y muchas otras profecías es una gran prueba de la inspiración del libro. “Si dijeres en tu corazón: ¿Cómo conoceremos la palabra que Jehová no ha hablado?; si el profeta hablare en nombre de Jehová, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que Jehová no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de él”, Deuteronomio 18.21, 22.

Estamos ante una profecía altamente evangélica, tan así que algunos hablan metafóricamente de “el Evangelio según Isaías”. Los pasajes acerca de Cristo se concentran en los capítulos
7 al 11, 28 al 32, y a partir del capítulo 40. Seis veces en los primeros capítulos el profeta pronuncia un “¡Ay!” acerca de otros, pero en el capítulo 6 él recibe una visión del Cristo exaltado y exclama “¡Ay de mí!” Parece que su ministerio de allí en adelante es otro.

Capítulo 1; Decaimiento espiritual

En la bondad de Dios, el largo reinado de 52 años de Uzías fue caracterizado por prosperidad. Esto ha debido estimular al pueblo a la obediencia amorosa, a la justicia y la alabanza. Lamentablemente, a menudo el deterioro espiritual viene tras la prosperidad. La vida cómoda había socavado la moral de la nación y abrió el camino a su colapso posteriormente. En esta situación Isaías entra en el escenario para advertir de un gran peligro como el desastre que cayó sobre los vecinos al norte. Tomemos a pecho la advertencia práctica en todo esto, cuidándonos del decaimiento espiritual traído por el afán de las cosas materiales. “Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; no me des pobreza ni riquezas; manténme del pan necesario; no sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios”, Proverbios 30.8,9.

El capítulo describe la condición espiritual de Judá. El pueblo era culpable de rebelión contra su Guardador, de falta de reverencia para el Santo, y de haber retrocedido, 1.2 al 4. De Jerusalén dice que es una ciudad ramera, v. 1, y sus habitantes se consideran como los de Sodoma y Gomorra, habiendo escapado por poco la suerte que alcanzó al pueblo de la llanura, v 9,10. Jerusalén ya no era una ciudad de justicia, sino de violencia; las autoridades se entregaban al cohecho y corrupción, y dejaron de administrar justicia en bien del menesteroso e indefenso, vv 21 al 23. El pueblo estaba enfermo espiritualmente, una nación de leprosos espirituales. Pero, como la asamblea de Laodicea, Apocalipsis 3.17, ellos no lo sabían.

Solamente un auténtico arrepentimiento podría detener juicio sobre ellos. Jehová ruega con ellos a enfrentar la realidad. Si se arrepintieran, habría saneamiento; de otro modo, El les purgaría en juicio, vv 16 al 20. El persigue lo mejor para ellos, pero la bendición que proponía para los suyos podría ser una realidad solamente a la postre, cuando Jerusalén será llamada ‘Ciudad de justicia, ciudad fiel’, v. 26.

Es pertinente el trato de Dios con Israel. “Estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos”,
1 Corintios 10.11. El les disciplinó porque les amaba. Es así con nosotros, ya que “el Señor al que ama, disciplina”, Hebreos 12.6. Nuestra relación, cual hijos, es de mayor privilegio que la de Israel; nuestro Padre nos trata de manera correspondiente. Entonces, sujetémonos a El, acaso los beneficios de la bendición no surtan efecto en nosotros, y sus esfuerzos con nosotros sean en vano. En cuanto a Judá, más corrección parecía ser inútil, v. 5.

Capítulos 2 al 4; Andando en la luz del Señor

Continuando con el tema de la bendición futura, 1.25 al 27, Isaías dirige al pueblo más allá de su condición actual a la época gloriosa cuando Sion será el centro del favor y paz del mundo entero. La amenaza de guerra no existirá, porque las naciones habrán dejado de ser agresivas. Vivimos en una edad cuando se enseña el uso de armas convencionales, nucleares y biológicas. No será así en aquel entonces, “ni se adiestrarán más para la guerra”, v. 4.
La agricultura y la labranza serán oficios placenteros, como indican las referencias a los arados y hoces. Será la Revolución Industrial al revés. Hoy, la industria y el comercio requieren de fábricas cuyas chimeneas contaminan el aire que respiramos, pero en aquel entonces no será así. Bien podríamos exclamar, “¡Venga tu reino!”

Este estado de tranquilidad será realizado por Aquel a quien se refiere como ‘el Renuevo de Jehová’, 4.2. En aquel día Jerusalén contará no sólo con la presencia de Jehová con ella, simbolizada por la nube y el humo de día y la columna de fuego de noche, sino también su protección, como da a entender el pabellón de gloria, 4.5,6. Considerando esto, uno palpa el fervor con que el profeta invita, “Venid, oh casa de Jehová, y caminaremos a la luz de Jehová”, 2.5. Parece que no se hizo caso del llamado, y que el pueblo optó por seguir en la idolatría y placer al estilo de las naciones en derredor, vv 6 al 9. Cuán aplicable es a nuestros tiempos, cuando la gente rechaza la invitación del evangelio y se entrega a los deleites del pecado, amando más las tinieblas que la luz.

Otro mal queda expuesto en 3.16 al 26; a saber, la vanidad de las hijas de Sion. Las mujeres que agradan al Señor dedican más tiempo al adorno interior que al exterior, “con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad”, 1 Timoteo 2.9. “… el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios”, 1 Pedro 3.3,4.

La gloria de la majestad divina, particularmente en juicio, se ve en la sección 2.10 al 3.26. Aquellos que rehúsan andar en su luz procurarán un día huir atemorizados del esplendor de su poder, 2.19. Compárense Lucas 23.30 y Apocalipsis 6.16. Siendo nosotros hijos de luz, andemos en la luz del Señor, y disfrutemos de una luz que va en aumento. Dijo Jesús: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”, Juan 8.12.

Capítulo 5; La viña del amado

Aquí se compara a Israel a un viñedo. La cerca da a entender que Israel estaba protegido, ya también separado de los demás pueblos. “He aquí un pueblo que habitará confiado [solo], y no será contado entre las naciones”, Números 23.9. Las piedras recogidas nos recuerdan de los anteriores ocupantes de Canaán que fueron desalojados cuando Israel tomó posesión de la tierra. De que haya sido plantado de vides escogidos señala el primer amor de Israel y su santidad al Señor. “Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en tierra no sembrada. Santo era Israel a Jehová, primicias de sus nuevos frutos. Todos los que le devoraban eran culpables; mal venía sobre ellos, dice Jehová. Te planté de vid escogida, simiente verdadera toda ella; ¿cómo, pues, te me has vuelto sarmiento de vid extraña?” Jeremías 2.2,3,21. La construcción de la torre y el lagar hacen entender que el viñador esperaba que el viñedo fuera rentable. Sin embargó, arrojó sólo pérdidas por culpa propia, produciendo tan sólo uvas silvestres, v. 4.

Si el viñedo habla de Israel, es evidente que “mi amado”, v. 1, se refiere a nadie menos que Jehová. Es un título expresivo del amor suyo para con su pueblo, de lo cual no podría haber duda alguna. “Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia”, Jeremías 31.3.

Las uvas que el Señor esperaba, v. 2, eran la santidad y la justicia, v. 7, empero encontró todo lo opuesto: la opresión y otras impiedades que se denuncian en una serie de ¡Ay!, vv 8 al 25.

El primer ¡Ay! se dirige contra los especuladores en tierras, vv 8 al 10, quienes vivían en espléndida incomunicación y carecían de escrúpulos acerca de los campesinos pobres que habían echado de sus parcelas; compárese 3.14, “Habéis devorado la viña, y el despojo del pobre está en vuestras casas;” y Miqueas 2.1 al 5, “¡Ay! de los que en sus camas piensan iniquidad …”

El segundo ¡Ay! es contra los ebrios, vv 11,12. Encendidos por vino y cidra, ellos festejaban con canciones. Ofuscados mentalmente, dejan de apercibir las obras de la mano de Dios. El tercer ¡Ay! va contra los escépticos desafiantes, vv 18,19. Estos que tanto aman la iniquidad y el pecado se asemejan a un buey enjaezado a un carrete. En su incredulidad ellos retan al Santo a revelarse. El cuarto ¡Ay! es para el sabelotodo que se jacta de una nueva moralidad y pregona que los viejos valores son caducos, v.1. El sexto ¡Ay! se dirige a los moralmente cobardes, quienes aceptan el soborno y pervierten la justicia, vv 22,23.

El Señor Jesús es la vid verdadero y sus discípulos son los pámpanos. ¿Somos fructíferos? ¿Le defraudamos o le glorificamos?

Capítulo 6; La visión de Isaías

En el año que murió el rey Uzías, Isaías recibió la visión relatada en nuestro capítulo. Según Juan 12.41, fue la gloria de Cristo que el profeta vio: “Isaías dijo esto cuando vio mi gloria”. En contraste con el reinado de Uzías, el de Cristo no será tronchado por la muerte: “Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite”, 4.7; “Los reinos de este mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos”, Apocalipsis 11.15. El conocimiento de la venida del Mesías debe haber sido fuente de estímulo a la fe de los profetas, quienes anhelaban un reinado de santidad y paz. El afán de Isaías para tiempos mejores parece ser insinuado en v. 11, “Yo dije, ¿Hasta cuándo, Señor?”

El efecto de la visión sobre Isaías produjo un sentido de desprecio propio: “¡Ay de mí! que soy muerto … hombre inmundo de labios”, v. 5. Reacciones similares fueron producidas en otros que vieron la majestad y el poder divinos: “Me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza”, Job 42.5,6; “Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador”, Lucas 5.8.

La visión del rey, Jehová de los ejércitos, le hizo al profeta verse como un leproso a la par del pueblo entre quienes vivía, y como Uzías, quien murió un leproso, 2 Reyes 15.5. En el capítulo anterior observamos cómo el profeta denunciaba los pecados del pueblo con una serie de ¡Ay!; aquí él lamenta de la misma manera su propia inmundicia además de la del pueblo. Su “¡Ay de mí!” es un contraste con el “Santo, Jehová de los ejércitos”.

¡Cuánta necesidad hay de reverencia en nuestras vidas y nuestro servicio ante Dios! Si los serafines, cortesanos del trono divino desde la eternidad, todavía están en pie en reverente temor y temblor en la presencia de Dios, así debemos nosotros servirle “con temor y reverencia”, Hebreos 12.28. Tenemos libertad para entrar en el Santísimo, 10.19, pero no licencia para el descuido o la indiferencia.

Se puede comparar el ministerio de Isaías a aquel del Señor. Leemos en Salmo 40.7 una alusión a Cristo, “He aquí vengo”, y de Isaías, “Heme aquí, envíame a mí”, 6.8. De nuevo, a Isaías se le dijo que su ministerio no sería escuchado ni comprendido, vv 9,10, y Juan 12.40 cita el pasaje para aplicarlo a ministerio del Señor. Sin embargo, por otro lado hay contraste entre las dos personas. El Señor nuca tuvo que lamentar algún pecado propio, y la gracia se derramaba en su s labios, Salmo 45.2. Se compara sus labios a los lirios que destilan mirra fragante, Cantares 5.12.

Capítulos 7 al 9; Emanuel

El capítulo 7 nos trae a los tiempos cuando Acaz reinaba en Judá, “y no hizo lo recto ante los ojos de Jehová su Dios”, 2 Reyes 16.5. En vista de su idolatría, no nos sorprende que Dios haya permitido a Rezín y Peka, reyes de Damasco e Israel (el reino del norte), respec-tivamente, que se habían aliado, a declarar guerra contra él y contra Judá. Ellos hicieron gran daño en Judá, 2 Crónicas 28.6, y pánico se apoderó de la casa de David, Isaías 7.2. Parece que el propósito de esta alianza era el de poner un rey títere en Jerusalén, v. 6, y así fortalecer su posición frente a Asiria. Aparentemente había en Jerusalén quienes estaban dispuestos a apoyar este propósito, 8.6, 9 al 12. En cuanto a Acaz, él miraba a los sirios y se vendió a sí mismo en el proceso, 2 Reyes 16.7, 2 Crónicas 28.16.

Enfrentado con esta situación, Isaías insta que la confianza en Jehová es el camino que se debe tomar. “Si vosotros no creyereis, de cierto no permaneceréis”, 7.9. “A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo”, 8.13. Esto fue lo que hicieron el profeta y su familia, 8.17,8. De ninguna manera podría prosperar el intento del enemigo a reemplazar a Acaz con un rey que no fuera del linaje de David.

El hijo de Isaías, Sear-jasub, estaba al lado de su padre ante el rey. Su nombre quiere decir ‘un remanente volverá’, y era un aval para el rey que Judá iba a sobrevivir, 7.7. La descripción “tazón que humea”, 7.4, hace entender que Rezín y Peka estaban cerca de su fin.

Hipócritamente, Acaz desistió de pedir una señal, v.12. Él no quería creer a Dios y había decidido confiar en Asiria. Con todo, Dios le dio una señal, y fue la de Emanuel (‘con nosotros Dios’), v.14. Fue una confirmación adicional que Dios estaba con Judá, 8.10, “… porque Dios está con nosotros”. Esta aserción fue hecha con el fin de convencer a Acaz que Dios, y no Asiria, establecería el trono.

Una nueva referencia a Emanuel en 9.6,7 proporciona confianza adicional que el trono de David sería firme. No había sido ocupado en siglos, pero lo será por Aquel que es en verdad Hombre y el Dios Todopoderoso. El gobierno de este mundo reposará sobre el hombro de Aquel que llevó la cruz por nosotros.

El Dios que está con nosotros es también por nosotros, y “si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” Romanos 8.31.

Capítulos 9 y 10; La ira de Dios

Escribió David: “Misericordioso y clemente es Jehová; lento para la ira”, Salmo 103.8. En contraste, encontramos cuatro veces en estos capítulos la declaración: “Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida”, 9.12,17,21, 10.4. No es la mano extendida en salvación, como en el 59.1, sino en juicio, como en Ezequiel 16.27: “Yo extendí contra ti mi mano, y disminuí tu provisión …” Judá había provocado a ira al Santo de Israel, 1.4. Por consiguiente, Dios levantó a la nación asiria para ser la vara de su furor contra su pueblo pecaminoso, 10.5. La nación en la cual Acaz confió llegó a ser el azote. El avance de los invasores hacia Jerusalén se describe gráficamente en 10.28 al 32. Dios es soberano sobre las naciones de los hombres, y las emplea para realizar sus propósitos, echándolas a un lado una vez que hayan servido para sus fines. Lleno de ambición pretensiosa, el asirio no sabía que era tan sólo un instrumento en la mano del Todopoderoso, 10.5 al 11, y que se había predicho su caída, 10.12 al 19.

Vivimos en un mundo impío de inestabilidad política, donde las naciones compiten entre sí por la supremacía global. Que el creyente esté en paz en la confianza de que Dios está sobre el trono todavía, y que gobierna aún en los reinos de los hombres, Daniel 4.25.

La pregunta de Salmo 79.5 es: “¿Hasta cuándo, oh Jehová? ¿Estarás airado para siempre?” En Isaías 10.25 se proporciona una respuesta, “De aquí a muy poco tiempo se acabará mi furor y mi enojo, para restauración de ellos”. Es desalojo del ejército de Senaquerib de Jerusalén en los días de Ezequías, capítulo 37, fue un cumplimiento parcial de 10.24,25. Sin embargo, la profecía anticipa una consumación definitiva de los propósitos de Dios para Israel. El alivio prometido aquí por la retirada de los asirios no fue permanente. Una suerte le tocó a Judá así como la que cayó sobre las diez tribus del reino del norte. Vino Nabucodonosor y llevó a Judá al cautiverio. La mano divina no será quitada de un todo hasta que Israel confiese su culpa al contemplar a Aquel a quien traspasaron.

Bendecimos a Dios porque la ira suya no pende ya sobre nuestras cabezas, y porque nunca vendremos a juicio. “El que en él cree no es condenado”, Juan 3.18. “No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados”, Salmo 103.10.

Capítulos 11 y 12; Bendición milenaria

El que es llamado Emanuel en el capítulo 7 es referido aquí como “una vara del tronco de Isaí”. Es Señor de David y también hijo de David. En Salmo 110, salmo de David, leemos: “Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra …” Y en Mateo 22.42 al 45: “David en el Espíritu le llama Señor”. Jesucristo mismo dijo: “Yo soy la raíz y el linaje de David”, Apocalipsis 22.16. Su idoneidad para tomar las riendas del gobierno universal se debe a que posee la plenitud séptupla del 11.1: Espíritu de Jehová, de sabiduría, inteligencia, consejo, poder, conocimiento y temor de Jehová. “El que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida”, Juan 3.34.

El capítulo 11 registra algunos efectos del reinado de Cristo. Primeramente, no habrá injusticia. Él no juzgará por la apariencia externa, sino en auténtica equidad. Sus decisiones serán justas, y el impío será castigado, 11.3 al 5. “El impío” en v. 4 puede referirse al hombre de pecado, a quien el Señor destruirá en su venida, 2 Tesalonicenses 2.8.

No habrá bestias salvajes. Adán perdió su dominio sobre los animales del campo a causa del pecado. Con base en su muerte, en el milenio Cristo restaurará aquel dominio perdido. “Todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas”, Hebreos 2.5 al 8. Las bestias peligrosas, su sed por sangre quitada ya, pacerán pacíficamente con el ganado doméstico. Los infantes no estarán expuestos a peligro, ya que el reino animal no será ninguna amenaza, vv 6 al 8. Esta escena de docilidad es el resultado de ser la tierra llena del conocimiento de Jehová, v. 9. El Señor tiene control sobre los animales; en su tentación Él estaba con las fieras, Marcos 1.13, y en cierta ocasión cabalgó sobre un asno que no había sido domado por otro, Lucas 19.30,35.

No habrá nacionalismo; Cristo será “pendón a los pueblos”, v. 10. A lo largo de los tiempos de los gentiles, ninguna de las naciones ha logrado el dominio mundial. Pero Cristo sí ejercerá supremacía absoluta. En aquel día Él alzará estandarte que flameará sobre todas las naciones gentiles, vv 10,12. “No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Silo; y a él se congregarán los pueblos”, Génesis 49.10.

No habrá judíos desplazados, vv 11,12. Los desechados de Israel y Judá volverán a la tierra, ya no en incredulidad, sino en reconocimiento de su Mesías quien les recoge.

No habrá división en Israel, vv 13 al 16. Judá y Efraín* serán reconciliados, toda envidia y contención pasada ahora. Más bien, ellos entonarán un cántico de alabanza a Aquel cuya ira ha sido quitada, capítulo 12. ¡Cuan bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos en armonía! Salmo 133.

* En las profecías que se refieren a las bendiciones futuras para Israel, se emplea ‘Efraín’ para referirse a las diez tribus que constituían el divisivo reino del norte.

Capítulos 13 al 23; El libro de las cargas

La versión Reina-Valera habla en estos capítulos de las “profecías”, p.ej. “profecía sobre Babilonia”. Otras traducciones de las Escrituras expresan la idea como “cargas”, p.ej, “carga sobre Moab. (O en un caso al menos, “palabra profética contra Babilonia”, etc.). Una carga en este contexto es un pronunciamiento divino, generalmente de juicio, que pesaba de manera especial sobre el mensajero. El oficio de profeta no era fácil ni bien recibido. La predicación sobre el juicio nunca debe ser placentera.

La carga sobre Babilonia, 13.1 al 14, 13.27: Babilonia era el primero de los cuatro grandes imperios destinados a dominar el la escena mundial durante los tiempos de los gentiles. Babilonia y su rey fueron representados por una cabeza de oro en la imagen que Nabucodonosor vio en su sueño, Daniel 2.38. Sus pecados sobresalientes eran la altivez, la ambición y el fausto, 13.11,19, 14.4, y por éstos se produjo su caída, 13.17 al 22. La mención de Lucero en 14.12 se refiere en parte al rey de Babilonia quien se jactaba de sus triunfos, Daniel 4.30. Sin embargo, la soberbia es un pecado especialmente propio de Satanás, quien es el verdadero poder detrás del rey. Se detecta la influencia satánica como el motivo para construir la torre de Babel, Génesis 11.4. Él orquestará la Babilonia del futuro, cuyo juicio se describe en Apocalipsis 18. ‘Lucero quiere decir ‘estrella de la mañana’, un título que por derecho le corresponde solamente a Cristo. Desde la primera hasta la última mención de Babilonia en las Escrituras, se la ve como representante del anticristo. “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu”, Proverbios 16.18.

La carga sobre Palestina (Filistea), 14.28 al 32: Israel no expulsó de un todo a los filisteos, y éstos eran foco constante de opresión. Uzías les infligió un golpe decisivo, 2 Crónicas 26.6,7, pero bajo el débil Acaz ellos recuperaron su prestigio y se regocijaban por esto: “No te alegres tú, Filistea, por haberse quebrado la vara del que te hería”, 14.29. El juicio les venía encima y ellos iban a aullar. “Cuando cayere tu enemigo, no te regocijes”, Proverbios 24.17.

La carga sobre Moab, 15.1 al 16.14: Moab era uno de los que nacieron como consecuencia de la relación incestuosa entre Lot y sus dos hijas. Las hijas de Moab provocaron a los israelitas a cometer fornicación, Números 5.1. En las calamidades que caerían sobre la nación dentro de tres años, 16.14, las hijas de Moab serían como aves espantadas, 16.2. Su soberbia y altivez eran pecados que provocaron su juicio, 16.6. “Revuélquese Moab sobre su vómito, y sea también él por motivo de escarnio. Hemos oído de la soberbia de Moab, que es muy soberbio, arrogante, orgulloso, altivo y altanero de corazón”, Jeremías 48.26,29.

La carga sobre Damasco, 17.1 al 14, incluye a Efraín (las diez tribus), aparentemente por la alianza entre los dos reyes, 7.4 al 9. Su gloria se desvanecerá, v. 3. Compárese 1 Samuel 4.21: “Traspasada es la gloria de Israel”. La adoración de Baal con sus lugares altos (bosquecillos que eran santuarios), 17.8, fue la ruina de Efraín. Siglos después, Saulo de Tarso vio en las afueras de Damasco una gloria mayor que la del sol.

La carga sobre Egipto, 18.1 al 20.6: Etiopía, aliada con Egipto, está incluida en esta profecía, 18.1. Egipto y Asiria eran poderes opuestos entre sí, con Israel metido por medio. En los días de Acaz, Judá miraba a Asiria por ayuda contra Siria e Israel. La esperanza de Judá fue frustrada, ya que en los días de Ezequías los asirios invadieron a Judá y Jerusalén. En esa oportunidad, y posteriormente, Judá quería ayuda de Egipto contra sus agresores del norte, y de nuevo fue frustrada su esperanza.

Egipto era una caña frágil, 36.6, y ella misma caería cautiva, 20.4. Por su acto simbólico —“Anduvo mi siervo desnudo y descalzo por tres años”, 20.3— Isaías demostró personalmente la necedad de confiar en Egipto. Mejor es confiar en el Señor que en el hombre y príncipes, Salmo 118.18,19. Egipto será convulsionada por contiendas internas, se entregará a la magia negra y será subyugada a un dictador cruel, 19.2 al 4. Las industrias en las cuales el país más dependía, la pesca y el tejido, no prosperarán, vv 5 al 10. Su consejo político será ineficaz, vv 11 al 14, y habrá a lo largo del país un desempleo masivo, v. 15. Sin duda estas cosas tienen un mensaje para nuestros tiempos. El pasaje señala a un día todavía futuro cuando Egipto buscará ayuda de Israel y los dos países serán bendecidos juntamente, vv 18 al 25.

La carga del desierto del mar, 21. 1 al 10, es otro oráculo contra Babilonia y anuncia su caída, v. 9, a mano de los medos y persas, v. 2. La carga contra Duma, se refiere a Edom. Se predice una noche larga para esta nación. Una noche eterna será la porción para aquellos que, como Esaú, el padre de Edom, venden su primogenitura espiritual por un guisado. La carga contra Arabia, 21.13 al 17, tiene que ver con los descendientes fieros y agresivos de Ismael, Génesis 16.12. (“Su mano será contra todos, y la mano de todos contra él”). Su fuerza y su gloria fallarán y disminuirán, 21.16,17. Entre aquellos que aborrecen la paz, debemos buscar vivir en paz. “¡Ay de mí, que moro en Mesec, y habito entre las tiendas de Cedar! Mucho tiempo ha morado mi alma Con los que aborrecen la paz. Yo soy pacífico; Mas ellos, así que hablo, me hacen guerra”, Salmo 120.5 al 7. “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres”, Romanos 12.7.

La carga contra el valle de la visión, 22.1 al 25, aplica a Jerusalén, como se ve claramente en vv 9 al 11. Bajo la amenaza de una invasión por parte de Asiria, el pueblo se esfuerza por defenderse. Demuelan casos para reparar brechas en los muros de la ciudad. Para resguardar el suministro de agua, cavan acueductos subterráneos, vv 8 al 11. Isaías hace ver el error del pueblo al no ver la invasión de los asirios como una visitación divina sobre Jerusalén, lo que les hubiera provocado a buscar a su Hacedor en vez de confiar en sus propios recursos. La crisis demandaba un verdadero arrepentimiento evidenciado por llanto y endecha, vv 11,12, pero se deleitaban, pensando en el presente. Su  parecer era el de 1 Corintios 15.32: “Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque mañana moriremos”. El profeta lloraba amargamente, 22.4, ya que fue revelado también que su gente iba a morir por sus pecados, v. 14. Isaías es como el Señor quien lloró sobre Jerusalén en su tiempo porque sus moradores no sabían el día de su visitación ni la suerte que les venía encima, Lucas 19.41 al 44.

Sebna ere el tesorero a cargo de la casa de David. Él empleó su cargo para beneficiarse a sí mismo, como un clavo hincado en lugar firme, al decir de v. 25. Fue quitado y reemplazado por Eliaquim, quien buscaba los mejores intereses del pueblo de Dios, v.21. Eliaquim es un tipo de Cristo, a quien también se presenta como un clavo en lugar firme, v. 23. A diferencia de Sebna, Él no será quitado, y todo el gobierno de la casa de David colgará de él, v. 24. “De él saldrá la piedra angular, de él la clavija …”, Zacarías 10.4. Cristo guarda las llaves de hades y de la muerte, Apocalipsis 1.18, y también las llaves de la casa de David, Isaías 22.22.

La carga contra Tiro, 23.1 al 18, finaliza el libro de estas profecías. Tiro era una nación mercantil cuyos empresarios eran destacados, v. 8. Ellos importaban oro, plata, cobre, etc. de Quitim (Chipre) y de tan lejos como Tarsis, v.1. Su perspectiva era materialista; su vanidad traería su caída, primeramente a manos de un asirio, y luego por un sitio caldeo, v. 13. Después de una visitación divina, ella no cambia, v.17. El 23.18 señala a un día todavía futuro cuando su perspectiva será diferente. “Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos”, Oseas 2.8. Estemos en alerta contra el materialismo; busquemos guardar acumular tesoro en el cielo, Mateo 6.20,21.

Capítulos 24 al 27; Cántico de alabanza

Hemos observado la realidad de la intervención divina en los asuntos de las naciones. En una crisis los hombres temen, pero una vez pasada, ellos se relajan y vuelven a la indulgencia propia. Por regla general la corrección divina no logra cambiar el proceder del ser humano. “Se mostrará piedad al malvado, y no aprenderá justicia; en tierra de rectitud hará iniquidad, y no mirará a la majestad de Jehová”, 26.10. Esto hace necesario un juicio mayor que sea efectivo en barrer la tierra. “Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos”, Hechos 17,30,31.

Isaías 24 dirige la atención a aquel período corto que precederá el reinado de Cristo en Sion: “La luna se avergonzará, y el sol se confundirá, cuando Jehová de los ejércitos reúne en el monte de Sion y en Jerusalén, y delante de sus ancianos sea glorioso”, v. 23. Los cielos serán saneados, así como la tierra. Él “castigará al ejército de los cielos en lo alto”, v. 21. Por consiguiente, el diablo y su hueste serán encerrados en el abismo, o de otro modo la tierra sería contaminada de nuevo. “Prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años”, Apocalipsis 20.2,3.

En el capítulo 25 el profeta proclama alabanza a Jehová por lo que Él ha hecho, vv 1 al 4, y por lo que hará, vv 6 al 10. Eliminará toda necesidad, quitará el velo de ceguera de todos los pueblos además de Israel, abolirá la muerte y removerá la tristeza, vv 6 al 8. Ocurre tres veces la frase “en este monte”, enfatizando que Sion será el centro la bendición global para todo pueblo. Sí, “éste es nuestro Dios, le hemos esperado”, 25.9.

El capítulo 26 habla de la restauración de Israel en su tierra y la canción que entonarán en ese entonces. La canción expresa su confianza en Jehová y la paz que será la porción de ellos, vv 1 al 4. Habiendo sido dominados por caudillos gentiles, a la postre ellos reconocerán a Jehová como su señor supremo. Así como Noé y su familia sobrevivieron el diluvio, también muchos en Israel saldrán sobrevivientes de la tribulación de aquellos días. Otros morirán en calidad de mártires, pero serán levantados de nuevo, vv 19 al 21. Nosotros, también, hemos sido librados de la servidumbre del pecado y Satanás. Reconozcamos, pues, a ningún otro señor que Aquel que murió por nosotros y resucitó de nuevo. “Jehová Dios nuestro, otros señores fuera de ti se han enseñoreado de nosotros; pero en ti solamente nos acordaremos de tu nombre”, v. 13. “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia … Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven”, Romanos 6.12 al 14, 14.9.

El capítulo 27, la canción de la viña restaurada, debe ser comparado con la viña del amado al comienzo del capítulo 5. Aquélla fue abandonada y se revirtió en maleza, pero ésta cuidada y atendida. Aquélla es un cuadro de la dispersión de Israel, pero ésta de su reunión, 27.12,13. “Aun cuando tus desterrados estuvieren en las partes más lejanas que hay debajo del cielo, de allí te recogerá Jehová tu dios, y de allá te tomará”, Deuteronomio 30.4. “Enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”, Mateo 24.31. Antes de ese día, la trompeta sonará para nosotros,
1 Tesalonicenses 4.16,17, y ¡qué reunión será aquella! Que vivamos día a día en expectativa de ese acontecimiento.

Capítulos 36 y 37; Salvación de los asirios

Ezequías “puso su esperanza en Jehová Dios de Israel”, de manera que no había ninguno como él antes o después entre los reyes de Judá, 2 Reyes 18.5. Era hijo bueno de padre malo. Su padre Acaz se vendió a sí mismo y a Judá a los asirios, y también abandonó la adoración de Jehová, 2 Reyes 16.10 al 18.

Ezequías restauró la adoración y se alzó contra el rey de Asiria, rehusando ser gobernante títere. Por consiguiente, el rey de Asiria invadió a Judá en dos ocasiones; fijémonos cuidadosamente en 2 Reyes 18, 2 Crónicas 32 e Isaías 36 y 37. La primera está informada en el 36.1 y la segunda en 36.2 al 37.13. Se sitió la ciudad en el primer encuentro. Aunque Ezequías tomó toda precaución para oponerse al enemigo, a la postre tuvo que reconocer que estaba derrotado y pagarle al rey un tributo grande. Parece que, con todo el conocimiento que Ezequías tenía del poder de Dios, él confiaba también en sus propias defensas, 2 Crónicas 32.1 al 8. Siempre hay el peligro de no confiar enteramente en el Señor, y este hombre tuvo que aprender esta lección.

El segundo encuentro tuvo lugar unos años más tarde, cuando Senaquerib mandó a Rebaces a Jerusalén. El discurso blasfemos de Rebaces a los ancianos, 36.4 al 10, y luego al pueblo, vv 13,20, no suscitó respuesta. Hay “tiempo de callar, y tiempo de hablar”, Eclesiastés 3.7. Ezequías aconsejó silencio; compárese con Jesucristo, quien nunca respondía con maldición, sino encomendaba su causa al Juez justo, 1 Pedro 2.21 al 23. Enfrentado con esta crisis, Ezequías se humilla y se echa de un todo sobre el Señor, 37.1 al 4, quien le asegura por medio de Isaías de ayuda de lo alto, vv 6,7. Posteriormente, al recibir la carta de Rebaces, él no hizo caso omiso en confianza propia. Aunque asegurado de liberación, él llevó la cuestión al Señor en oración. Esta oración está caracterizada por sinceridad y un deseo que Dios sea glorificado, 37.20. El Señor había escuchado todas las palabras del general asirio, y él responde con la misma irrisión. Senaquerib y sus tropas fueron desatendidos desdeñosamente como la nada. A diferencia del operativo anterior, no les sería permitido sitiar a Jerusalén, o aun arrojar una saeta en ella, vv 31 al 35.

Confiemos en la poderosa defensa de nuestro Dios. El celo del Todopoderoso es nuestra garantía segura que Él llevará a cabo sus promesas, v. 32.

Capítulos 38 y 39; La enfermedad y recuperación de Ezequías

Los eventos registrados en estos dos capítulos tuvieron lugar antes del cerco asirio de Jeru-salén. Dos detalles parecen confirmar esto. El primero es que se le promete a Ezequías libera-ción de los asirios, 38.6, y el segundo es que Ezequías les mostró a los babilonios los tesoros del palacio que posteriormente se entregaron en satisfacción del gran tributo impuesto cuando la ciudad fue sitiada, 2 Reyes 18.14 al 16.

La tristeza de Ezequías ante la perspectiva de la muerte es comprensible. Tenía solamente 39 años y no contaba con heredero al trono. Su escrito, una vez sanado, 38.9 al 20, manifiesta un desconocimiento del estado futuro. Sabemos nosotros que “nuestro Salvador Jesucristo … quitó la muerte y sacó a la luz la inmortalidad por el evangelio”, 2 Timoteo 1.10, transformando la muerte del creyente en sueño (‘los que durmieron en él”, 1 Tesalonicenses 4.14). En contraste con Ezequías, Pablo anhelaba estar con el Señor a quien amaba, Filipenses 1.23.

Se recetó una paca de higos para la recuperación de Ezequías, ciertamente un remedio sencillo. Dios puede obrar para que lo pequeño sea efectivo. “Lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia”, 1 Corintios 1.27 al 29. Sin embargo, para infundirle confianza en el rey, Dios hizo algo grande; hizo que el sol retrocediera 10 grados. Muchas veces hace falta más de parte de Dios para convencer a un hombre que para quitar su problema. La vida y la muerte están en las manos de Dios. “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría”, Salmo 90.12.

Dios respondió a la oración de Ezequías y prolongó su vida quince otros años. Pero una oración contestada no siempre es la bendición que uno pensaba. Al cabo de tres años nació Manasés, y éste en su madurez era hombre vil que deshizo todas las obras buenas de su padre. Nos hace recordar 1 Samuel 8.3, donde los hijos de Samuel “no anduvieron … por los caminos de su padre”.

Cuán fácil es olvidarnos de todo el bien que Dios ha hecho para con uno, como en Isaías 39. “bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios”, Salmo 103.2. En el asunto de los enviados de Babilonia, Ezequías fue culpable de la ingratitud y el orgullo,
2 Crónicas 32.35. ¿Por qué no quiso decirle al profeta lo que se había tratado? 39.3,4. ¿El pactó una alianza con Babilonia en contra de Asiria? Dios predijo que sus amigos del momento llegarían a ser enemigos de Judá.

 

Una conclusión apropiada a la primera parte de Isaías es lo dicho en Jeremías 9.23, 24: “No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová”.

Capítulo 40; El Siervo de Jehová presentado

En esta sección de Isaías predomina la Persona del “Siervo de Jehová”. El término se aplica a la nación de Israel en el 41.8 y luego al Mesías en el 42.1. Desde este punto en adelante, mucho del material trata de los sufrimientos y la gloria del Siervo de Dios. Hay una introducción impresionante. Se les manda al pueblo a guardar silencio, 41.1. ¡Habla Dios! Hay tres voces en 40.1 al 11:

  • la voz de Jehová, vv 1,2. Un mensaje de consuelo
  • la voz de Juan Bautista, vv 3 al 8. “Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino …”, Juan 1.23
  • la voz de Jerusalén, con el anuncio del Mesías, v. 9

La primera voz es la de consolación que viene del perdón de los pecados. Es el mensaje de un Dios perdonador. La segunda voz es la del precursor del Mesías. Él tiene un ministerio de aplanar y enderezar la senda para la revelación de la gloria. “Voz que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; enderezad sus sendas”, Marcos 1.3. Entonces hay un contraste entre la carne, la naturaleza del hombre que es como la hierba quemada, y la Palabra de Dios que permanece para siempre, vv 6 al 8. Es una vista previa del ministerio de arrepentimiento, redención y retribución que el Bautista iba a dar. Juan era una voz, pero Cristo es la Palabra, el Verbo, Juan 1.1,23.

La tercera voz es un llamado a Sion a clamar de la cumbre del monte a las ciudades de Judá: ‘¡Ved aquí al Dios vuestro!’ v. 9. El Siervo es el Mesías divino. Se hace mención de su mano y su brazo, v. 10, y luego se le revela como un Pastor con un ministerio cuádruplo. Cada uno de estos ministerios tiene una contraparte en el Nuevo Testamento. Él:—

(i)          apacentará su rebaño como un pastor. Es un ministerio de alimentar. “Vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos …”, Marcos 6.31 al 34. La comisión a apacentar el pueblo de Dios le fue dada a Simón Pedro, Juan 21.15 al 17, y él a su vez la pasó a los ancianos de las asambleas, 1 Pedro 5.1 al 4.

(ii)        llevará los corderos en su brazo. Es un ministerio de conducir. Los corderos representan a los nuevos en Cristo. “Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual”, 1 Pedro 2.2. “Juntadme mis santos, los que hicieron pacto conmigo con sacrificio”, Salmo 50.5.

(iii)       los llevará en su seno. Es un ministerio de consolar. “Hasta la vejez yo mismo, y hasta las canas os soportaré yo; yo hice, yo llevaré, yo soportaré y guardaré”, Isaías 46.4. Él es Padre de misericordias y Dios de toda consolación, 2 Corintios 1.3. “… a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza”, Romanos 15.4. “las iglesias … se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo”, Hechos 9.31.

(iv)       pastoreará suavemente a las recién paridas. Es un ministerio de aconsejar, especialmente animando a los que tienen la responsabilidad de trabajar entre los jóvenes.

 

Habiendo contemplado el ministerio del Siervo-Pastor, el profeta considera a partir del v. 12 al Dios de la creación. Hay una magnífica revelación del Dios trino, una verdad desconocida o negada por muchos hasta el día de hoy. Las Escrituras enseñan un solo Dios en tres Personas co-iguales: Padre, Hijo y Espíritu Santo. En v. 9 se les exhorta a los hombres: “¡Ved al Dios vuestro!” quien es el Pastor con su ministerio cuádruplo, v. 11, el Espíritu en su omnipotencia y omnipotencia, v.13, y el Dios eterno, el Señor, el Creador del cielo y la tierra, v. 28.

 

Hay cuatro verdades relacionadas con su poder en la creación:

(i)         La relación de la profundidad del océano a la altura de las montañas. Hay equilibrio entre las dos, v.12.

(ii)        El se siente sobre el círculo de la tierra, v.22. Este es el único lugar en las Escrituras donde encontramos esta expre-sión, aunque leemos en Job 2.14 que “las nubes lo rodearon … y por el círculo del cielo se pasean”, y en Proverbios 8.27 de cuando Dios “trazaba el círculo sobre la faz del abismo”. No se trata tan sólo del horizonte de la tierra. En tanto que la Biblia no es un texto de ciencia, ella está en conformidad con la ciencia auténtica.
(iii)       El extiende su mano sobre los cielos como una cortina, y los despliega como una tienda para morar. Es una descripción llamativa de la atmósfera y la estratosfera.

(iv)       Las huestes estelares, cada una con su número y nombre, v. 26, están en contraste con el hombre enclenque y la absoluta necedad de adorar a los ídolos de madera forrada en oro, vv 18 al 20.

Seguidamente se presenta al Israel desanimado. “¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel: Mi camino está escondido de Jehová, y de mi Dios pasó mi juicio?” v. 27. La respuesta es una galaxia de títulos del Dios Todopoderoso: es el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra, , y una promesa preciosa al cansado y fatigado. Abarca a los jóvenes y a los mayores también: “Los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”, v. 31.

El cuadro tripartito señala tres etapas de la vida. Levantar con alas sugiere el creyente joven; los años intermedios de correr sin cansarse traen a la mente los años de febril servicio para el Señor. Pero a la postre tenemos que reducir la velocidad y caminar no más. A los que tienen que adaptarse a caminar en vez de volar o correr, se les promete que no se fayita aran. Esperar a Jehová no es tiempo malgastado.

Capítulo 42, El llamamiento y comisión del Siervo

El primer párrafo de este capítulo, vv 1 al 12, es la primera de cuatro “canciones del Siervo” en esta sección de Isaías. Las otras son 49.1 al 13, 50.1 al 11 y 52.13 al 53.12. La primera esboza la presentación, la senda terrenal y el programa del Mesías. Consta de cuatro partes más una conclusión.

  1. Su venida, v. 1, cual “mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento”. Esto nos lleva al Jordán y su presentación a Israel, Mateo 3.13 al 17. Hay una manifestación de la Santa Trinidad: la voz del cielo, “Este es mi Hijo amado”, con el Espíritu descendiendo en forma de paloma. Isaías alude tres veces al Espíritu Santo y el Mesías: su encarnación, 11.2; aquí, su bautismo; y su ministerio público, 61.1.
  2. Su carácter, vv 2 al 4. Hay cuatro cualidades morales: su ternura, simpatía, éxito y firmeza. Ellas sugieren la oblación de harina en Levítico 2.1 al 3.

(a) Ternura, v.2. “No gritará, ni alzará su voz, ni la hará oir en las calles”. En él no había nada del agitador contencioso ni el revolucionario político. Era calmado e indiferente ante el trato hostil.

(b) Simpatía, v. 3. “No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare”. Cuidadosamente enderezará la caña astillada y soplará la llama de la mecha que se apaga.

(c) Éxito, v. 4. “No se cansará ni desmayará”. No obstante lo que parecía ser fracaso, su vida y muerte resultaron en rotundo triunfo.

(d) Firmeza, v. 4. Jacob, David, Elías y Jonás experimentaron lapsos de desánimo y derrota, pero este Siervo nunca. Afirmó su rostro resueltamente, Lucas 9.51.

  1. Su llamamiento, v. 6, a ser un pacto al pueblo de Israel y una luz a los gentiles.
    Se cumplirán en y por medio de él los pactos con Abraham, Génesis 15, y David, 2 Samuel 7, y el nuevo pacto, Jeremías 31, Hebreos 8.
  2. Su comisión, v. 7. Él es el Iluminador de Israel y el Libertador del pagano esposado.

La conclusión, vv 9 al 12, prevén un día nuevo, un cántico nuevo, cuando se realizarán en el Siervo todos los propósitos de Dios para el judío y el gentil.

 

Isaías 40 al 66 se dividen en tres secciones de nueve capítulos cada una. Las primeras dos, capítulos 40 al 48 y 49 al 57, terminan con palabras parecidas: “No hay paz para los malos, dice Jehová”. La sección intermedia, capítulos 49 al 57, es la más importante en varios aspectos. Presenta tres cuadros del Señor:

un soldado con sus armas: una espada bruñida y una saeta escondida en una aljaba, capítulo 49

un estudiante en la escuela de Dios, capítulo 50

un sufrido y un sacrificio por el pecado, capítulo 53

Entre los capítulos 40 y 53 se menciona el Siervo veinte veces. Se alude una y otra vez a su rechazamiento, padecimiento y ensalzamiento.

Capítulo 45; Liberación por el rey Ciro

Isaías 45 es una de las profecías más llamativas en las Sagradas Escrituras. El profeta vivió muchos años antes de los setenta años de destierro de los israelitas en Babilonia, pero le advirtió al rey Ezequías que esto iba a suceder: “Vendrán días en que serán llevados a Babilonia …”, 29.5 al 7. El reino del norte fue llevado cautivo primeramente: “El rey de Asiria invadió todo el país … y llevó Israel cautivo a Asiria …”, 2 Reyes 17.4 al 6. Luego el reino del sur, Judá, fue invadido por Nabucodonosor, el templo fue destruido y el pueblo deportado a Babilonia, 2 Reyes 25.

En la segunda parte de su profecía, capítulos 40 al 56, Isaías predice el regreso de su pueblo a su terruño, la reconstrucción del templo y la reanudación de la adoración en Jerusalén. Desde el punto de vista humano, la persona responsable fue un rey persa llamado Ciro, Esdras
1.1 al 4: “Jehová el Dios de los cielos … me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén”. ¡Lo asombroso es que Isaías, unos doscientos años antes de los hechos y bajo la inspiración del Espíritu Santo, da el nombre del rey Ciro y sorprendentes detalles de su carácter y conquistas! No es de extrañarse que esta profecía haya sido atacada por escépticos y críticos modernos.

Varios pasajes en esta sección de Isaías aluden a Ciro, aunque se le nombra solamente dos veces. En el 44.28 el Señor dice en cuanto a él: “Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero”. Luego al comienzo del capítulo 45: “Ciro, el cual tomé por su mano derecha, para sujetar naciones …” En 45.5: “Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste”. Todo esto conduce a lo que Daniel le dijo al rey Belsasar en Daniel 5.21: “El Altísimo Dios tiene dominio sobre el reino de los hombres, y … pone sobre él al que le place”. Los dos títulos llamativos que le fueron dados a Ciro, “mi pastor” y “su ungido”, son únicos, y aplicados en otras partes al Mesías. Pero aseguradamente la lección es que Dios, en su soberanía, puede valerse de un monarca pagano y utilizarlo para la realización de sus propósitos.

Habiendo relatado los triunfos de Ciro, Dios vuelve al tema de la salvación de Israel en
45.9 al 17. Hace énfasis en su soberanía al hablar del barro y el alfarero, 45.9 y Romanos 9.20,21. Es Dios justo y Salvador, v.21. Sigue la invitación emocionante del v.22: “Mirad a mí y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más”. Un día toda rodilla se doblegará a Él, y jurará toda lengua, 45.24 y Filipenses 2.10.

Capítulo 49; El Siervo es un soldado

El capítulo está dirigido a “islas”, o pueblos lejanos. Habla de éxito entre las naciones gentiles, v. 6, pero no así en cuanto a Israel, v. 5. Israel cual siervo está reemplazado por el Siervo ideal, el Mesías, vv 3,6.

El Soldado-Siervo está descrito en los primeros tres versículos, con su ministerio de conflicto cuando vino a los suyos: “¿Quién es este que viene de Edom … con vestidos rojos? … El día de la venganza está en mi corazón …”, 63:1 a 4. “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron …”, Juan 1.11,12. “El pisa el lagar del vino del furor, y de la ira del Dios Todopoderoso”, Apocalipsis 19.15. Los vv 4 al 6 expresan su desconcierto al ser rechazado por Israel: “En vano y sin provecho he consumido mis fuerzas; pero mi causa está delante de Jehová … Estimado seré en los ojos de Jehová, y el Dios mío será mi fuerza”. Como resultado, los gentiles entrarán en bendición: “Te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra”, v. 6. En 2 Corintios 6.2 Pablo cita el v. 8 y la aplica a su obra entre los gentiles: “En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación”.

Entonces Israel también será recogido, restaurado y bendecido, v. 12: “He aquí éstos vendrán de lejos … y éstos de la tierra de Sinim” (posiblemente China). En el intervalo Israel gime: “El Señor se olvidó de mí”, v. 14. Pero la respuesta en gracia es: “¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti. He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; delante de mí están siempre tus muros”, vv 15,16.

El resto del capítulo habla de la recuperación y reunión. Los acontecimientos en el Medio Oriente en tiempos recientes indican que se está preparando el escenario para ese gran evento.

Capítulo 50; el estudiante en la escuela de Dios

El capítulo comienza con Israel en la posición de una mujer que ha sido separada de su esposo por infidelidad. También está en bancarrota. Todo es de un solo lado; ella es la delincuente y contra ella fue la sentencia. Esta es la condición de Israel en el momento de la encarnación, v. 2.

Antes de hablar de su sumisión voluntaria a la voluntad de su Padre, el Siervo nos hace recordar su gran poder en la creación, vv 2,3. Si bien era Siervo en su humillación, a la vez era Hijo con todos los atributos de la Deidad.

El tiene “lengua de sabios”, v. 4, o de un discípulo o un instruido. Mañana tras mañana se despertaba con el oído dispuesto a oir la voz de su Padre. “Has abierto mis oídos”, Salmo 40.6. Nunca actuó independientemente, sino siempre en feliz comunión e intimidad con su Padre y con el Espíritu Santo. Él no aprendió con el fin de obedecer, ya que la voluntad suya era siempre la de entera conformidad con la de su Padre. Pero, “por lo que padeció aprendió la obediencia”, Hebreos 5.8. Este capítulo detalla algunos de aquellos padecimientos.

Primeramente había la lección de la simpatía, “para saber hablar palabras al cansado”, v. 4. “Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo”, Juan 4.6. Él experimentó el cansancio para estar en condiciones de compartir con el cansado, y ciertamente tuvo una palabra en sazón para la mujer junto al pozo.

Había también la lección de la sumisión. “Jehová el Señor me abrió el oído, y yo no fui rebelde”, v. 5. Vivió toda su vida con miras al Gólgota. En el huerto de Getsemaní Él podía decir: “No se haga mi voluntad, sino la tuya”, Lucas 22.42.

Esta lección está seguida por la del sufrimiento: “Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos”, v. 6. “Tomó Pilato a Jesús, y le azotó”, Juan 19.1. La lección enseñó la firmeza: “Puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado”, v. 7. “Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén. Mas no le recibieron, porque su aspecto era como de ir a Jerusalén”, Lucas 9.51,53.

El capítulo termina con un contraste entre la confianza en Dios en la oscuridad y el proceder en voluntad propia. Aquellos que encienden su propio fuego y andan a la luz de éste terminarán a la postre en la oscuridad y el dolor, vv. 10,11.

Capítulo 53; El Siervo sufrido

Este gran pasaje (que comienza en el 52:13) es la cumbre y clímax de la profecía en el Antiguo Testamento. Es un poema de cinco estrofas de tres versículos cada una. Excepto en la primera y la última, el locutor es diferente en cada estrofa. Jehová presenta el Siervo en 52.13 al 15 y también en las palabras de vindicación y triunfo de 53.10 al 12. En las tres estrofas intermedias, es la voz de Israel arrepentido en vv 1 al 3, de los creyentes judíos y gentiles en vv 4 al 6 y del profeta mismo, vv 7 al 9.

El capítulo incluye varias figuras, mencionadas específicamente o implícitas: una raíz y un retoñó, un cordero y una oveja, un preso y un guerrero, un progenitor y un sacerdote.

La primera estrofa, 52.13 al 15, presenta la Persona del Siervo. Es una introducción y a la vez un resumen del capítulo 53: su exaltación en v. 13, su humillación en v. 14 y su manifestación en v. 15. Las tres expresiones “engran-decido”, “exaltado” y “puesto muy en alto” pueden señalar tres gradas al trono: su resurrección, ascensión y asiento a la derecha de Dios. [En la Reina-Valera los pasos parecen ser cuatro. En la Versión Moderna de 1893, por ejemplo, y en la versión corriente en inglés que el escritor empleó, son estos tres. Por ejemplo: “Mi Siervo se portará sabiamente: será elevado, y puesto en alto, y muy elevado”].

Ante el valle tenebroso de padecimiento y muerte, se nos hace recordar la gloria. El profeta ya había contemplado esta gloria en 6.1 al 3: “Vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo … ‘Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria”. En su humillación, 52.14, su rostro y su forma fueron desfigurados más de cualquier hombre, a tal extremo que no se le reconocía como hombre. Pero cuando se manifieste en gloria, las naciones y los reyes se asustarán y serán obligados a guardar silencio, 52.15. “Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios … De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores”, Apocalipsis 19.11 al 16.

Isaías abunda sobre la apariencia del Señor. En tan sólo el capítulo 40 leemos de su brazo, mano, seno y dedos. Los primeros dos de estos miembros del cuerpo humano se usaban para las únicas medidas de longitud que hay en el Antiguo Testamento. El codo es la distancia entre el codo y el dedo más largo; la palma es el compás de la mano de un hombre. El brazo es símbolo de fuerza: “¿Tienes tú un brazo como el de Jehová?” Job 40.9. La mano se menciona a menudo como símbolo de la realización del propósito divino, como en 53.10: “La voluntad de Jehová será en su mano prosperada”. En el 50.6 leemos de su cuerpo, mejillas, barba y rostro. Aquí en 52.14 y 53.7 el profeta habla del parecer y la hermosura del Mesías y de su boca.

 

La segunda estrofa, vv 1 al 3, es la confesión de los arrepentidos de Israel cuando le ven en su regreso en gloria, conforme a Zacarías 12.10 al 13.1: “Derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito. La tierra lamentará, cada linaje aparte … En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia”.

Esta estrofa en Isaías describe la senda terrenal del Siervo, su nacimiento, niñez, presen-tación, y la reacción de Israel en aquel entonces, v. 2. “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron”, Juan 1.11. Fue rechazado, despreciado, desechado, v. 3. Esta profecía se cumplió al pie de la letra y encontró su plena manifestación en el Calvario.

El Señor sufrió de tres maneras, las cuales se encuentran en vv 3, 4 y 5. (i) Sufrió afrenta, “la contradicción de pecadores”, Hebreos 12.3. Fue despreciado y desechado entre los hombres. “Por amor de ti he sufrido afrenta; confusión ha cubierto mi rostro”, Salmo 69.7. (ii) Sufrió la tristeza y el dolor: “llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores”. Mateo habla de cómo El sanó a los afligidos y comenta: “El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias”, 8.17. (iii) Sufrió física e internamente por nuestros pecados, v. 5: “herido fue por nuestras rebeliones …” Pedro distingue entre estas diferentes formas de sufrimiento, usando las primeras dos como ejemplos para nosotros: (i) “Cuando le maldecían, no respondió con maldición”. (ii) Cuando padecía, no amenazaba”, 1 Pedro 2.23. Y, (iii), muy diferente, “llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero”. Cristo sufrió “sobre” la cruz, pero llevó nuestros pecados “en” su cuerpo.

 

La estrofa 53.4 al 6 será la confesión de los creyentes en Israel y las naciones en el milenio. La muerte vicaria y expiatoria del Salvador es el tema central de las Sagradas Escrituras y del auténtico cristianismo también. Será la eterna canción de los redimidos, tanto judíos como gentiles: “Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación …”, Apocalipsis 5.9 al 14.

Cuatro grandes palabras en v. 5 describen la pasión del Siervo de Dios, el Mesías. “Herido” y “molido” expresan de la manera más enfática una muerte de violencia y agonía. El “castigo” que trae paz fue el juicio de la santa ira de Dios sobre el alma impecable del Sufrido. La palabra vertida como “llaga” no lleva la idea de flagelo, sino de un golpe, el golpe del juicio divino.

 

En la estrofa que consiste en los vv 7 al 9 el Mesías es un cordero, una oveja y un preso. Las ovejas son figura del pecador en el v. 6 y la oveja es símbolo de Cristo en v. 7. Ciertamente allí se insinúa la sustitución. La oveja es una figurar apropiada de nosotros por su propensión de extraviarse, y es igualmente apropiada para el Mesías por su característica de no protestar al ser sacrificada. El v. 8 dice que “por cárcel y juicio fue quitado”, o “se le llevaron injustamente”. Una de las traducciones de la Septugenta expresa el trozo como: “En esta humillación su proceso legal le fue quitado. ¿Quién puede describir la generación de hombres entre quienes vivió?” Lucas —agudo observador del aspecto humano de los aconteci-mientos— resalta: “Prendiéndole, le llevaron, y le condujeron …”, 22.54; “le trajeron al concilio”, 22.66; “llevaron a Jesús”, 24.1; “llevándole, … le seguía una gran multitud”, 23.26.

Capítulo 54; Bendiciones del evangelio para Israel

Los capítulos que siguen al pasaje crucial sobre el Siervo sufrido se relacionan directamente con aquel capítulo. Hemos visto en el capítulo 53 cómo la gran obra de redención fue realizada, y ahora vamos a ver en el 54 sus resultados para Israel y en el 55 sus resultados para el gentil.

Hasta el final del capítulo 53 leemos del Siervo en el singular; de allí en adelante leemos de “siervos” en el plural. En las diez referencias a los siervos en lo que queda de esta profecía leemos de sus calificaciones y su responsabilidad de seguir el ejemplo del Siervo por excelencia, nuestro Señor Jesucristo.

El capítulo 54 abre con bendiciones para Israel como consecuencia de los padecimientos de su Mesías, y la primera palabra es “regocíjate”. Los sufrimientos de su Mesías no le han dado regocijo a Israel hoy en día, sino que está en la posición de “Lo-ammi”, Oseas 1.9, “no pueblo mío”. Pero viene día cuando se cumplirán las promesas gloriosas de Isaías 54. Pablo pregunta en Romanos 11.1, “¿Ha desechado Dios a su pueblo?”, y responde, “De ninguna manera”. “Aun en este tiempo”, 11.5, “ha quedado un remanente escogido por gracia”. Y: “Ha acontecido endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito, ‘Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad’”, 11.25,26.

Entonces se cumplirán los vv 2,3 de nuestro capítulo: “Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tu habitación; no seas escasa”. Lamentablemente, en estos tiempos se están arrancando las estacas, ¡pero no será así para siempre! Hay la promesa de un edificio permanente con fundamentos y estructura de piedras preciosas, vv 11,12, en vez de la tienda débil levantada sobre las arenas del desierto.

Jehová cimentará las piedras para las ventanas, puertas y murallas, no obstante los intentos a conspirar en su contra. “Ninguna arma forjada contra ti prosperará”, vv 15,17. El que promete todo esto es el redentor, vv 5,8, y lo hace con base en un pacto de paz, v. 10.

Capítulo 55; Bendiciones del evangelio para el gentil

Isaías 53 al 55 presentan un esbozo hermoso de las bendiciones del evangelio. El capítulo 53 es la base y fundamento en la muerte vicaria y expiatoria del Salvador. En el capítulo 54 la bendición fluye a Israel y en el 55 se extiende la gloriosa invitación al gentil. Nuestro capítulo abre con un llamado a todos los sedientos, v. 1. Nos recuerda de la conversa-ción del Señor con la samaritana junto al pozo.

Se presenta al Señor de una manera cuádruplo en Isaías 55. Primeramente es un comerciante que vende agua, vino y leche, Pero, asombro-samente, se venden a cero precio. La única condición es que el comprador tenga sed, vv 1,2. “Agua” es plural, aguas vivientes, símbolo de la vida eterna. “El que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”, Apocalipsis 22.17. El vino es figura del gozo de la salvación. “El vino alegra el corazón del hombre”, Salmo 104.15. La leche es para alimentar la vida nueva. “Desead, como niños recién nacidos, la lecha espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación”, 1 Pedro 2.2.

La oferta está sellada por un pacto eterno, aun “las misericordias firmes de David”, v. 3. El apóstol Pablo vincula estas palabras con la resurrección del Señor Jesús en Hechos 13.34.

En segundo lugar, El es un testigo. Es evidente que se trata de los gentiles, ya que se habla de “los pueblos”, “las naciones”, v. 4. Cual testigo, El revela a Dios. “Las obras que el Padre me dio para que cumpliese …”, Juan 5.31 al 37. Es “Jesucristo, el testigo fiel”, Apocalipsis 1.5.

Tercero, es el líder, v. 4, el jefe y maestro. “… habiendo de llevar muchos hijos a la gloria”, Hebreos 2.10. “… puestos los ojos en Jesús”, Hebreos 12.2. A Mateo, Felipe y Simón Pedro les dio la orden, “Sígueme”, y ellos se levantaron, dejaron todo y le siguieron, Mateo 9.9, Juan 1.43, 21.19. Esta es la senda del discípulo.

En cuarto lugar, El es el comandante del pueblo, v. 4. Varias veces El alude a sus manda-mientos, Juan 13 al 16. “Un mandamiento nuevo os doy: Que améis unos a otros”, 13.34.

Los vv 6 al 11 nos enseñan cómo se obtiene todas estas bendiciones del evangelio. Primeramente, buscando al Señor y llamando a tiempo, v. 6. Luego, dejando el mal y arrepintiéndose sinceramente, v. 7. Finalmente, por la operación de la Palabra de Dios, la cual desciende como la lluvia del cielo, v. 11.

Los vv 12,13 miran adelante al día cuando los gemidos de la creación se tornarán en gozo. “La creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios”, Romanos 8.21,22. “Y será a Jehová por nombre, por señal eterna que nunca será raída”.

Capítulo 60; El Redentor viene a Sion

La sección final del libro, capítulos 58 al 66, trata mayormente el futuro glorioso que Dios tiene guardado para Israel, cuando ella será el canal de bendición divina para el mundo. Los capítulos 58 y 59 repasan el pasado, recordándola de su pecado y decaimiento y las consecuencias: “Vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír”, 59.2.

Pero Dios toma la iniciativa en su misericordia soberana. “Vio que no había hombre, y se maravilló que no hubiese quien se interpusiese; y lo salvó su brazo, y le afirmó su misma justicia”, 59.16. “Vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él. Y vendrá el Redentor a Sion, y a los que se volvieren de la iniquidad de Jacob”, 59.19,20, Romanos 11.26. Este hermoso pasaje anticipa la manifestación de Cristo en gloria para tratar con sus enemigos y bendecir a una Israel verdaderamente arrepentida.

El capítulo 60 abre con la orden: “Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti”. Esto indica un avivamiento de la nación y un alumbramiento. Se quitará el velo que cubre su mente y corazón, e Israel será testigo de Dios ante las naciones. Ellas están destinadas a resplandecer en las densas tinieblas que cubren la tierra y los pueblos en aquel tiempo, v. 2. Es el imperio de “Babilonia la Grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra”, Apocalipsis 17.3 al 14.

Tres veces se menciona los gentiles (“las naciones”) en Isaías 60: vv 3,5,11, incluyendo los nombres Madián, Sabá, Cedar y Nebiot. Estos son hijos de Abraham en Cetura, Génesis 25.4,13. Isaías declara que ellos ayudarán en llevar a Israel a la tierra de nuevo, posiblemente por aire, v. 8, y por mar, v. 9. La reconstrucción del santuario se predice: “La gloria del Líbano vendrá a ti, cipreses, pinos y bojes juntamente, para decorar el lugar de mi santuario; y yo honraré el lugar de mis pies”, v. 13. La ciudad y el santuario serán llamados “Ciudad de Jehová, Sion del Santo de Israel”, v. 14. La seguridad que ofrece el Bienaventurado para realizar todo esto es: “Conocerán que soy el Salvador tuyo, el Fuerte de Jacob”, v. 16.

El día se acerca, como se percibe por las noticias mundiales.

Capítulo 61; Los dos advenimientos del Mesías

Los vv 1 al 3 constituyen una unidad en sí. Fue este pasaje que el Señor leyó en la sinagoga de Nazaret al comienzo de su ministerio público, Lucas 4.16 al 30. El terminó súbitamente a media oración con las palabras “el año de la buena voluntad de Jehová”. Entonces afirmó: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”. Todos estaban maravillados de las palabras de gracia que decía.

Pero cuando prosiguió hablando de la gracia de Dios a los gentiles —gente ajena como la viuda de Sarepta y Naamán el sirio— su sorpresa se tronó en ira, y dio por resultado el segundo atentado contra su vida. El primero fue por Herodes en Belén, Mateo 2.13 al 18, y el segundo en su pueblo natal de Nazaret. Así, temprano en su vida y ministerio El fue rechazado por hombre y nación, Juan 1.11. La verdadera razón fue su afirmación de ser el Mesías, el Siervo de Jehová de Isaías 61.1,2.

Lucas enfatiza la relación del Espíritu Santo a nuestro Señor. Estaba “lleno” del Espíritu Santo, 4.1, y el Espíritu del Señor estaba “sobre” él, porque le había “ungido” a predicar el evangelio a los pobres, v. 18. Como resultado “su palabra era con autoridad”, v. 32.

Su ministerio cual Siervo de Jehová era séxtuplo: dar buenas nuevas a los pobres, sanar a los quebrantados de corazón, pregonar libertad a los cautivos, dar vista a los ciegos, poner en libertad a los oprimidos, y predicar el año agradable del Señor. Este es un resumen del ministerio de nuestro Señor cómo está registrado en el Evangelio según Lucas. Mientras tanto, durante este período de la gracia, “el día de venganza del Dios nuestro”, está postergado. Es por esta razón que nuestro Señor no leyó estas palabras en Nazaret. Aquel día vendrá más tarde: “El día de la venganza está en mi corazón”, 63.4.

El tema de 61. 4 al 11, que continúa en el capítulo 62, es la restauración de Israel en la manifestación de Cristo en gloria. Las ciudades desoladas serán reconstruidas, 61.4. El pueblo será llamado “sacerdotes de Jehová” y “ministros de nuestro Dios”, v. 6. La nación de Israel será entonces un reino de sacerdotes, quienes entrarán en la presencia de Dios en bien de otros pueblos de la tierra. Ellos serán a la vez mensajeros a esos pueblos. Aquí también, todo está basado en un pacto eterno, v. 8.

Capítulo 62; Jerusalén, el gozo de toda la tierra

Hay dos ciudades en las Escrituras que están en marcado contraste: Babilonia y Jerusalén. Babilonia representa todo lo que es corrupto en religión, pero Jerusalén esta destinada a ser el centro terrenal de los propósitos de Dios en bendición para Israel, y para la humanidad.

El nombre Jerusalén quiere decir ‘Ciudad de Paz’. Simbólicamente la ciudad se llama también Salóm, ‘paz’ (“Rey de Salom, estos es, Rey de paz”, Hebreos 7.2) y Ariel, ‘el león de Dios’ (“todos los que pelean contra Ariel”, Isaías 29.1,7). Se menciona primeramente como la ciudad del rey-sacerdote Melquisedec, Génesis 14.18. Fue aquí en el monte Moriah que Abraham ofreció a su hijo Isaac sobre un altar, Génesis 22. David arrebató la ciudad de los jebuseos, 2 Samuel 5.7. Su hijo Salomón construyó el templo en el lugar que Dios había escogido para su nombre, Deuteronomio 12.5,11,14,18,21.

Siendo que el nombre de Jerusalén quiere decir ‘paz’, es irónico que ninguna otra ciudad en la historia hay visto más guerra y derramamiento de sangre. Ha sido sitiada más de treinta veces y ha sido saqueada y quemada por Babilonia, Persia y Roma. Fue aquí que nuestro Señor fue crucificado. Pero el mayor holocausto será una “piedra pesada” para todos los pueblos. “En aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella”, Zacarías 12.3,14. Pero Israel será salvada de todas sus aflicciones. ¡Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado”, Jeremías 30.7.

Isaías 62 se ocupa de la liberación y restauración de Israel al presentarse Cristo en gloria. “Por amor de Sion no callaré, y por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación se encienda como una antorcha”, v. 1. Aquella Salvación será la Persona de Cristo mismo. “Serás corona de gloria en la mano de Jehová,
y diadema de reino en la mano del Dios tuyo”, v. 3. Reedificarán las ruinas antiguas,
y restaurarán las ciudades arruinadas, v. 4.

No más se llamará el pueblo Desamparada, sino “Mi deleite está en ellos”, y su tierra no será desolada, sino Desposada, v. 4. La Jerusalén descrita aquí es muy diferente de la ‘Sodoma’ de Isaías 1.10; “la grande ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado”, Apocalipsis 11.8. Esta ciudad ha experimentado la mano de Dios en disciplina, pero santidad y paz saldrán a la luz. Las atalayas sobre los muros no callarán de día y de noche, 62.6. Será el poderoso brazo de Jehová que realizará todo esto, v. 8. El mensaje a Israel es: “Jamás daré tu trigo por comida a tus enemigos, ni beberán los extraños el vino que es fruto de tu trabajo”, v. 8.

Capítulo 63; El día de venganza

En el 61.1 al 3 leemos, en lenguaje por demás hermoso, de la misión de gracia y misericordia del Siervo de Jehová que El leyó en Nazaret según se relata en Lucas 4.18,19. En aquella ocasión El predicó las buenas nuevas del evangelio del amor y salvación de Dios. Pero queda en el futuro “el día de venganza del Dios nuestro”. Donde se rechaza el evangelio, cae el juicio. Este es el tema de Isaías 63.1 al 6. Es la “extraña obra” de Jehová, 28.21.

A menudo se interpreta el pasaje erróneamente, aplicándolo a la agonía de Cristo en el Getsemaní. Pero el lagar es el de la ira de Dios y la sangre en su vestidura es la de sus enemigos. “El ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios. Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos, por mil seiscientos estadios”, Apocalipsis 14.19,20.

Es un cuadro gráfico y terrible de lo que sucederá en la batalla de Armagedón, Apocalipsis 16.16. Israel será el punto céntrico, el caparazón con buitres listos para desplumarlo de un todo. “Dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas”, Mateo 24.28. Rodearán a Israel y a Jerusalén los ejércitos de las naciones, de occidente y oriente, de norte y sur, Apocalipsis 16.12 al 14, Daniel 11.40. Pero en el momento crítico los cielos se abrirán y el Jinete sobre el caballo blanco se manifestará, y tras él los ejércitos del cielo. Sus ojos serán como llama de fuego, y su nombre: El Verbo de Dios; y Rey de Reyes y Señor de Señores, Apocalipsis 19.14 al 16. Isaías y el apóstol Juan complementan el uno al otro en describir la espantosa escena y sus consecuencias. Daniel 11.40 al 45 y Zacarías 14.1 al 5 proporcionan detalles adicionales.

En Isaías 63.7 al 19 hay un reamen de parte de la historia de Israel. Se expresa el sentir de un remanente temeroso de Dios en la nación durante los terribles días de juicio y venganza sobre el mundo impío. Ese pueblo confiesa los pecados nacionales y el incumplimiento del pasado: “Ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su santo espíritu”, v. 10. Pero no esconden su propia debilidad y faltas del presente: “De las misericordias de Jehová haré memoria, de las alabanzas de Jehová, conforme a todo lo que Jehová nos ha dado, y de la grandeza de sus beneficios hacia la casa de Israel, que les ha hecho según sus misericordias, y según la multitud de sus piedades”, v. 7. Le confiesan como su Salvador: “Ciertamente mi pueblo son … y fue su Salvador”, v. 8. Invocan la liberación de Egipto en los días de Moisés como un paralelo a la salvación que están esperando, v. 9. Mezclado con su duda y temor hay el reconocimiento de su relación con Dios y de que El es su Padre y redentor, v. 16. Les será para ellos —como lo es para nosotros hoy en día— decir que sobre ellos es llamado su nombre, v. 19.

Capítulos 64 al 66; Cielos nuevos y tierra nueva

En los últimos capítulos de esta magnífica profecía hay una combinación del juicio de Dios por la infidelidad de su pueblo y su soberana gracia y salvación donde hay arrepentimiento genuino y confesión. En 64.6 hay la confesión: “Somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia”. Y 64.8: “Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros”. Más adelante, en 65.9, se presenta la simiente temerosa de Dios, el remanente: “Sacaré descendencia de Jacob, y de heredero de mis montes; y mis escogidos poseerán por heredad la tierra, y mis siervos habitarán allí”. Esta declaración trae a la mente una profecía que figura cerca del comienzo del libro: “Si quedare aún en ella la décima parte, ésta volverá a ser destruida; pero como el roble y la encina, que al ser cortados aún queda el tronco, así será el tronco, la simiente santa”.

Dos veces se menciona brevemente los cielos nuevos y la tierra nueva. Primeramente en 65.17: “Yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento”. También en 66.22: “Como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo hago permanecerán delante de mí, dice Jehová, así permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre”.

Esto se expone más ampliamente en el Nuevo Testamento. “Nosotros esperamos … cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia”, 2 Pedro 3.1.3. “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más”, Apocalipsis 21.1. Pero el énfasis en Isaías es la constitución del reino milenario. En lenguaje de lo más sublime, él se refiere a aquel período glorioso cuando Cristo estará sobre el trono y reinará por mil años: “Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones”, 2.2 al 5. “… No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar”, 11.6 al 9.

Esto se expone en Apocalipsis 20.1 al 6: “… Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años”.

El reino animal será restaurado: “El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey; y el polvo será el alimento de la serpiente. No afligirán, ni harán mal”, 65.25. Israel renacerá como nación: “Antes que estuviese de parto, dio a luz; antes que le viniesen dolores, dio a luz hijo. ¿Quién oyó cosa semejante? ¿Quién vio tal cosa? ¿Concebirá la tierra en un día? ¿Nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dio a luz sus hijos …”, 66.7 al 9.

Israel será recogido y de él saldrán mensajeros de Dios para declarar la gloria divina entre los gentiles. “Pondré entre ellos señal, y enviaré de los escapados de ellos a las naciones … a las costas lejanas que no oyeron de mí, ni vieron mi gloria; y publicarán mi gloria entre las naciones …”, 66.19,20. “No lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual profanasteis vosotros entre las naciones adonde habéis llegado. Y santificaré mi grande nombre, profanado entre las naciones … y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país”, Ezequiel 36.22 al 24.

El lapso de vida normal para el hombre será ampliado: “No habrá más allí niño que muera de pocos días, ni viejo que sus días no cumpla; porque el niño morirá de cien años”. Pero, no obstante el gobierno perfecto y las condiciones óptimas, habrá pecado y la muerte consecuente: “… el pecador de cien años será maldito”, 65.20.

Hay una exhortación deleitosa al ciudadano piadoso de aquel reino: “Miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra”, 66.2. En agudo contraste, la profecía termina con una referencia a los que habrán rechazado al Rey: “Su gusano nunca morirá, ni su fuego se apagará”, 66.24 y Mateo 25.46. Se ha puesto delante de nosotros solamente dos sendas: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida”, Deuteronomio 30.19.

Isaías capítulo 53

W.E.Vine (1873-1949),
Isaiah: Prophecies, promises, warnings;
Oliphants Limited, 1946

Ver

La división en capítulos requiere que lo que llamamos el capítulo 53 de Isaías debe comenzar con el 52.13. Los últimos tres versículos del capítulo 52 más los doce del capítulo 53 constituyen un gran tema acerca del sufrido, rechazado, expiatorio y exaltado Siervo de Jehová. Las palabras de apertura, “He aquí … mi Siervo” no se refieren a Israel, sino al Mesías.

Es significativo el nexo con lo que se dice inmediatamente antes. Se ha venido tratando la liberación del cautiverio en Babilonia y una liberación aún futura y definitiva. No se hizo mención de Babilonia como tal, ni será mencionada más en Isaías.

52.13 al 15

La liberación, sea de judío o de gentil, puede ser realizada solamente por el Siervo de Jehová, de manera que el Señor le señala a El, primeramente en cuanto a su trato fructífero y luego su exaltada posición en sí. Sigue una mención breve de su humillación como antecedente a la venidera manifestación de su poder y gloria. Todo esto es un resumen del tema que será desarrollado a lo largo del capítulo 53 propiamente dicho.

“He aquí que mi Siervo será prosperado”. Hay dos sentidos encerrados en esta afirmación: la sabiduría (de la cual la prudencia es un elemento) y la prosperidad. Se podría expresar el trozo como, “se comportará sabiamente, con la consecuente prosperidad”. Es llamativo que esto describe su vida sobre la tierra en todo lo que hizo y dijo, con sus resultados tan abundantes, y en guardar su testimonio sin entregar su vida hasta la hora señalada. Ninguna prosperidad mayor jamás ha resultado de algún acto que aquella de entregar esa vida en sacrificio voluntario y expiatorio.

Hay tres pasos en el 52.13 [así como los expresa la Versión Moderna de 1893]: “Mi Siervo se portará sabiamente: (i) será elevado, (ii) y puesto en alto, (iii) y muy ensalzado”. Se contempla su resurrección, ascensión y posición a la diestra de Dios. “Dios también lo exaltó a lo sumo”, Filipenses 2.9. “Habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas. Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies”, Hebreos 1.3,13.

“Como se asombraron de ti muchos”. Se cambia de la declaración de un hecho acerca de Él a una declaración dirigida a Él. “Así se asombrará él a muchas naciones”. Es lenguaje como en el 49.7: “Verán reyes, y se levantarán príncipes, y adorarán por Jehová; porque fiel es el Santo de Israel, el cual te escogió”. Muchos fueron asombrados en su desfiguración; en su manifestación y gloria Él va a asombrar a muchos en el sentido de hacerles brincar por susto. La realidad de haber sido “desfigurado de los hombres su parecer” fue la causa de este primer asombro. Los soldados le golpearon con vara que decían ser cetro, hasta que su rostro, frente y rasgos no admitían reconocimiento. Lo hicieron de tal manera que la carne fue quitada de su pecho además de su espaldar. Por esto la profecía de Salmo 22.7: “Contar puedo todos mi huesos; entre tanto, ellos me miran a me observan”.

En el día venidero le tocará a Él asombrar por su poder y gloria, de suerte que los poderes de este mundo estarán estupefactos ante lo que jamás se imaginaban. Más aun, serán obligados a comprender la realidad y el significado de esta estupenda manifestación; “entenderán lo que jamás habían oído”.

53.1 al 3

Sigue de inmediato la razón por nunca haber oído. Se debía a Israel. El locutor en los primeros dos versículos es el pueblo de Israel una vez arrepentido, y no el profeta. Ellos reconocen y lamentan su incredulidad. Como nación, habían rehusado creer el mensaje que les había sido proclamado. Este es el sentido de la pregunta retórica: “¿Quién ha creído nuestro anuncio?” No fue algo que pregonaron ellos, sino el mensaje que fue para ellos. La referencia es al evangelio predicado a partir del día de Pentecostés, que la nación rechazó persistentemente. Por ejemplo, Pablo protesta y lamenta: “… ojos con que no vean y oídos con que no oigan, hasta el día de hoy”. Hechos 13.46, 18.6, 28.28, Romanos 9.1, 11.7,8, 1 Tesalonicenses 2.14 al 18.

Así también con la manifestación del poder de Dios en Cristo: “¿Sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová?” Es una pregunta profética que expresa la confesión que se hará en arrepentimiento; Israel reconocerá que en su incredulidad no veía lo que Dios había realizado en resucitar a Cristo de entre los muertos. Todo lo que sigue es lo que van a reconocer acerca de El al restaurarse la nación.

Ellos no se dieron cuenta de que el Mesías subió delante de Jehová como un renuevo, o como una raíz que está echando retoños en tierra seca. Lo agradable de Cristo en los ojos de Jehová, en los años de niñez y mocedad, como una espiga tierna y un retoño verdoso, está presentado en contraste con la condición estéril y subyugada de la nación.

Ellos no vieron nada en su apariencia que les atraería; sus sentidos naturales no respondieron ante la gracia y hermosura. Al contrario, Él era “despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto”. El sentido especial de la palabra traducida como “quebrantado” es el de enfermedad. “Despreciado” señala su vida como una caracterizada por el dolor interno a causa del pecado y tristeza en derredor. “Experimentado en quebranto” le señala como singularmente capaz de comprender las distintas formas de enfermedad.

La última parte del versículo 3 expresa aun más fuertemente la actitud del pueblo como un conjunto. Manifiesta el carácter de su rechazamiento. Se escondieron de Él el rostro; fue menospreciado, tratado sin estima. Uno da la espalda a lo que no quiere ver. A éste, le tenían como nada. El lenguaje fuerte del 53.3 hace ver cuán profundo será el remordimiento de la nación en su arrepentimiento, dando cuenta de cómo era su actitud en los días de su carne.

53.4 al 6

Aquí ellos entran más adentro en el tema, confesando que los sufrimientos del Mesías fueron de una naturaleza diferente de lo que suponían. Están a la vista ahora los padecimientos de la cruz. El cambio en su percepción está marcado por la palabra de apertura: “Ciertamente”.

Sin embargo, la afirmación, “llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores”, expresa más ampliamente la idea del versículo anterior: el varón de dolores, experimentado en quebranto. Expresa cómo el Señor llevó en su propia persona los sufrimientos que eran peculiarmente suyos. Mateo 8.16,17 cita el pasaje en el contexto de sus obras de sanidad y liberación. La declaración no habla de una obra expiatoria en sustitución.

El versículo 4 nos conduce directamente a la cruz, ya que tan sólo allí aplica la confesión, “le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido”. En su ceguera ellos percibieron los sufrimientos de Cristo como castigo por sus propios pecados, y de veras habrán considerado que sus pecados eran sobremanera muchos.

Pero ahora, bajo el poder del despliegue de los grandes acontecimientos, su opinión cambia de un todo. Esto se percibe por la serie de pronombres personales enfáticos en el plural. “El herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él”. Las palabras traducidas como “herido” (perforado *) y “molido” son términos por demás fuertes para describir una muerte violenta y agonizante. [* La Vulgata de Sció lo traduce: “él fue llagado por nuestras iniquidades”.] El castigo que Dios le administró produjo nuestra paz. (El término ‘salóm’ es comprensivo y describe no sólo un estado pacífico, sino también un bienestar general).

“Y por su llaga fuimos nosotros curados”. No se trata del flagelo romano, sino el hecho de ser herido. [Una traducción es: “por su equimosis”, a saber, una mancha lívida de la piel o los órganos internos, que resulta de la sufusión de la sangre a consecuencia de un golpe.] Así lo expresa 1 Pedro 2.24: “… por cuya herida fuisteis sanados”. La expresión comunica de manera sucinta el golpe de juicio divino infligido sobre El. La sanidad espiritual que recibi-mos está presentada en relación directa a la embestida que El recibió a mano de Dios.

Ahora viene la admisión cumbre de la nación en su angustia. “Todos nosotros nos descarria-mos como ovejas, cada cual se apartó por su camino”, y con ella la agradecida realización y el grato reconocimiento de que “Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros”.

Lo que la nación va a reconocer es aplicable a toda la raza humana. El hombre ha sustituido su propia voluntad por la de Dios. Habiéndole sido concedido el libre albedrío —un rasgo entre varios que le señala como hecho en imagen de Dios— él ha empleado esa facultado para apartarse por su propio camino. La gracia de Dios ha intervenido en esta condición universal de culpabilidad y miseria. El envió a su propio Hijo en semejanza de nuestra carne pecaminosa, cual ofrenda por el pecado, Romanos 8.3. Dios le hizo caer sobre Cristo todo el peso de nuestra iniquidad y la santa ira que ésta merecía.

53.7 al 9

Este párrafo describe sus padecimientos, muerte y sepultura. Él fue angustiado, o sea, tratado implacablemente. Fue afligido; es decir, sufrió voluntariamente. [“El mismo se humilló”, Versión Moderna, etc.] No abrió su boca, “como cordero fue llevado al matadero, y como oveja delante de sus trasquiladores, y no abrió su boca”. Todo esto expresa su paciencia voluntaria, y parece que está puesto como antítesis al rechazo de parte de “todos nosotros” en el versículo 6.

La escena cambia a la del impío veredicto judicial que fue pronunciado en su contra, y de allí directamente al Calvario. “Por cárcel y juicio” —dos términos para expresar una misma idea, la de una sentencia judicial leonina— Él fue llevado. “¡Es reo de muerte! Después de haberle escarnecido, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos, y le llevaron para crucificarle”, Mateo 26.66, 27.22 al 31. En Hechos 8.33 se traduce la Versión de los Setenta: “En su humillación no se le hizo justicia”. Y en cuanto a su generación, ¿quién entre ellos consideraba que Él fue cortado de la tierra de los vivientes? [También la versión de 1893: “¿Quién entre ellos pensaba que fue cortado …?”]

La sección ha descrito el carácter de sus sufrimientos y la manera de su muerte, y termina con una referencia a su sepultura: “Se dispuso —a saber, su generación dispuso— con los impíos su sepultura, mas con los ricos —mejor, un hombre rico— fue en su muerte. Parece que la primera parte se refiere a la intención de los gobernantes, quienes le hubieran enterrado en ignominia con dos ladrones. Sin embargo, las autoridades romanas asignaron el cuerpo a José de Arimatea, el hombre rico de Mateo 27.57.

La palabra hebrea para “muerte” está en el plural, expresando el carácter violento, por no decir comprensivo, de su muerte. La cláusula que comienza “aunque” probablemente debería leerse “debido a que no hizo violencia”. El hecho de ser libre del pecado hacía exigía un entierro honorable en vez de ser echado Él en un foso común con criminales, como sus enemigos hubieron hecho.

53.10 al 12

La última sección del capítulo presenta un testimonio tripartito de las experiencias de su alma. Se nos lleva a lo más adentro de su ser. Los versículos 10 y 12 hablan de nuevo del trato de Jehová con Él en cuanto a su muerte y su galardón, respectivamente. El versículo 11 habla de las consecuencias de su sacrificio en su propia satisfacción y la justificación en gracia que Él administra a otros.

La afirmación que “Jehová quiso quebrantarlo” habla del determinado consejo de Dios en poner el pecado del hombre en sujeción a los efectos de su soberana gracia por medio del sufrimiento impuesto sobre su Siervo impecable en la cruz. “Sujetándole a padecimiento” se refiere a la aflicción extrema que esto involucró para el Mesías.

“Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado”, se alude al sacrificio por la culpa. El sacrificio por el pecado [Levítico 4] era presentado por el sacerdote con el ofensor en mente, pero el sacrificio por la culpa [Levítico 5] contempla especialmente las exigencias de la justicia divina. Es lo que se indica aquí. Esta es la primera de tres referencias a su alma.

Este acto voluntario de entregar su vida (una vida con la cual Dios estaba infinitamente satisfecho) para satisfacer las demandas justas ante la culpabilidad del hombre, se presenta aquí con varios resultados en relación con Cristo.

(i) “Verá linaje”. Se consideraba que un israelita era especialmente bendecido si tenía numeroso prole, y más aun si vivía para ver sus descendientes. “Bendígate Jehová … y veas a los hijos de tus hijos”, Salmo 128.6. Génesis 48.11. Aquí entonces tenemos un indicio del gran gozo de Cristo al ver como resultado de su sacrificio la multitud innumerable de su prole espiritual entre judíos y gentiles.

(ii) “Vivirá por largos días” es otra bendición altamente estimada en Israel. “Lo saciaré de larga vida, y le mostraré mi salvación”, Salmo 91.16. Véanse también Proverbios 3.2,16. Aquí, sin embargo, la referencia es a la vida sempiterna del Señor en resurrección, y al gozo que respira su declaración en Apocalipsis 1.18: “Estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos”.

(iii) “La voluntad de Jehová será en su mano prosperada”. [O, “el placer de Jehová prosperará en su mano”]. Los consejos predeterminados de Dios tendrán su jubilosa realización. La frase “en su mano” señala a su obra de Sumo Sacerdote y Mediador, como también al ejercicio de su autoridad y poder en su reino.

(iv) “Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho”. Esta es la segunda mención del alma de Cristo en este párrafo. Él verá como producto de sus sufrimientos expiatorios toda la gloria que fluye y fluirá de su muerte. Los tendrá siempre en mente como el medio necesario y suficiente para la satisfacción de su corazón en la redención de aquellos que han venido a se posesión suya. Esto es así tanto en cuanto a la obra progresiva de la gracia salvadora como en su plena realización cuando la Iglesia esté completa e Israel salvado.

(v) “Por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos”. El énfasis cae sobre la palabra “justo”. No podría haber justificación para otros —nadie podría ser visto como santo— si no fuera por la intachable santidad suya, estando sólo Él en condiciones de entregarse voluntariamente como sacrificio propiciatorio.

La frase traducida “por su conocimiento” puede ser entendida también como “por conocimiento de él”. [Como está en la Reina-Valera], conocerle a Él es la vida eterna, Juan 17.3, 1 Juan 5.20, 2 Pedro 1.3. Es el sentido objetivo. En la traducción alterna es subjetivo. En el 11.2 uno de los siete espíritus profetizados es “espíritu de conocimiento”. De nuevo, una de las calificaciones requeridas de un sacerdote es que sus labios guarden la sabiduría, Malaquías 2.7, para que el pueblo busque la ley a través de él. Además, en Mateo 11.27 el Señor dice que el conocimiento del Padre le pertenece sólo a Él y “aquel a quien el Hijo lo quiera revelar”. En todo el pasaje en Isaías se desarrolla la obra de Cristo tanto sacerdotal como mediadora, como también la perspectiva de su gloria real; véanse 52.15, 53.12.

Debido a lo que Él es en su propia persona, y también en este ministerio tripartito, y debido a su entero conocimiento como el Hijo de Dios, Él podría realizar la justificación de muchos. Es decir, podía hacer justos a todos los que vienen a Dios por Él. Pero esto solamente con base en su sacrificio vicario, y por esto leemos en seguida: “y llevará las iniquidades de ellos”. Por esto, es un sacerdote eterno, calificado para ministrar todo lo que emana de su ofrenda.

(vi) Queda otro efecto glorioso de su muerte como sacrificio. Jehová dice, “le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos”. La versión de los Setenta lo expresa como, “le daré a los poderosos por una porción”. [Vulgata de Sció: “le daré su porción à muchos”]. La idea no es de dividir en partes, sino de asignar. “Los grandes” y “los fuertes” son términos generales, y no se refieren a personas más prominentes o más fuertes que otras, sino a todos los que por fidelidad a su voluntad están autorizados a participar en su autoridad real cuando se establezca su reino.

El Padre y el Hijo colaboran, y el Hijo repartirá el despojo con los fuertes, o los poderosos. Estos últimos se mencionan en Salmo 110.3 como voluntarios en su día de su poder, participando con Él en los despojos de su triunfo. Los Setenta traduce esta segunda parte como, “Él repartirá los despojos de los poderosos”, dando a entender, como creen muchos, que se trata de su victoria sobre sus enemigos.

De nuevo se nos dirige a su sacrificio expiatorio como la base de todo. La misma imposición de su poder en la tierra reposará sobre esa obra terminada, la cual se presenta aquí en cuatro declaraciones. Toda la gloria del futuro, y todo lo que les correspondía a los fieles como galardón, es porque: (a) El derramó su vida hasta la muerte, (b) fue contado con los pecadores, (c) llevó el pecado de muchos, (d) oró por los transgresores. Los dos últimos puntos están puestos en marcado contraste al hecho que Él fue contado con los pecadores. La opinión de los que le pronunciaron sentencia fue que debería ser entregado a ser crucificado. Poco se dieron cuenta de que en lo que sufrió en la cruz, Él mismo era quien llevaba el pecado, y el cuarto de estos puntos se refiere específicamente a su oración intercesora mientras se le clavaban al madero. Fue entonces que El intercedió por los transgresores.

Por vez tercera se hace mención de su alma, y ahora en relación con haberla derramado El mismo hasta la muerte. En cuanto a esto, dijo: “Yo pongo mi vida”, Juan 10.15,17,18.

Los detalles de esta profecía en el capítulo 53 aumentan en su impacto y alcanzan un clímax en los últimos tres versículos.

El Evangelio según Isaías

D R A

Ver

La estructura del Libro de Isaías

                                                                                                            capítulos

39 capítulos    (su tono es parecido al tono de
los 39 libros del Antiguo Testamento)

          Primera sección; profética

              Primera parte                                                                                    1 al 12

Apostasía en Judá

Principales capítulos milenarios: 2, 4, 11, 12

Segunda parte                                                                                  13 al 27

Juicios que caerán sobre naciones gentiles

Principales capítulos milenarios: 25 al 27

Tercera parte                                                                                    28 al 35

                   Pecado entre el pueblo de Dios y los gentiles

Principal capítulo milenario: 35

          Segunda sección; histórica                                            36 al 39

                   Asiria amenaza y es destruida;

Babilonia en el horizonte

27 capítulos    (su tono es parecido al tono de
los 27 libros del Nuevo Testamento)

Tercera sección; mesiánica

Primera parte                                                                                    40 al 48

La majestad de Dios

Principal capítulo milenario: 42

Segunda parte                                                                                  49 al 57

El siervo y el Siervo

Principales capítulos milenarios: 55, 56

Tercera parte                                                                                    58 al 66

Piadosos e impíos

Principales capítulos milenarios: 60 al 62, 65, 66

DRA

I

 

La Profecía según Isaías amerita ser conocida como un Evangelio porque el nombre de su autor quiere decir “la salvación de Jehová” y él usa salvar, salvador y salvación unas sesenta veces. Al igual que los cuatro Evangelios en el Nuevo Testamento, el libro abunda en denunciar el pecado, exigir y ofrecer perdón, y prometer toda clase de bendición para el arrepentido – el salvado. En fin, expresa la severidad y la bondad de Dios.

Por supuesto Isaías es un Evangelio también, a nuestro modo de pensar, porque abunda en versículos que usamos al proclamar las buenas nuevas con base en la doctrina del Nuevo Testamento. ¿Quién no ha citado: “Él herido fue por nuestras rebeliones …”, “Si vuestros pecados fueren como la grana …” y “Mirad a mí y sed salvos …”?

Pero hemos debido decir antes que el Evangelio según Isaías se destaca por sus descripciones del Señor Jesucristo, y quizás por esta razón es precioso para algunos de nosotros. En medio de pasajes acusatorios o proféticos, donde tal vez no se esperaría encontrar estas joyas, leemos: “He aquí una virgen concebirá”, “He aquí mi siervo” y “Di mi cuerpo a los heridores”.

Ningún otro profeta alude tanto a nuestro Señor, y Él a su vez habla más de Isaías – generalmente “el profeta Isaías” – más que cualquier otro profeta. Por cierto, Isaías se cita en el Nuevo Testamento más que cualquier otro libro excepto los Salmos.

Si quiere que ofrezcamos otra razón para hablar del “Evangelio” según Isaías, es que incluye un caudal de profecías, así como hacen Mateo, Marcos, Lucas y Juan. El señor Vine, por ejemplo, observa que se presta a ser dividido en tres secciones: profético hasta el capítulo 35, histórico hasta el 39 y mesiánico hasta el 66. ¿Y acaso los cuatro Evangelios no tienen capítulos históricos, proféticos y mesiánicos (que hablan específicamente del Mesías, Cristo)?

Es que Isaías está estructurado como la Biblia misma. El Antiguo Testamento consta de 39 libros. Son mayormente históricos y condenatorios, con atisbos de promesas de mejores cosas por delante para el arrepentido y devoto. Así son los primeros 39 capítulos de Isaías. El Nuevo Testamento consta de 27 libros, mayormente esperanzadores y prospectivos, y así, grosso modo, son los 27 capítulos restantes de Isaías. El cambio de tono entre el capítulo 39 y el 40 es excitante. Después de tantas paginas donde hemos venido arrastrando en la mente la acusación de apertura, en el 1.2: “Crié hijos … y ellos se rebelaron contra mí”, saltamos de alegría al leer el 40.1: “Consolaos, consolaos, pueblo mío”. No nos sorprende, entonces, que la mayoría de los grandes trozos “evangélicos” están en estos 27 capítulos “novo-testamentarios”.

De los muchos títulos de la Deidad que el profeta emplea, llama la atención su frecuente mención del “Santo de Israel” y “el Santo”. ¿Será consecuencia de haber oído, temprano en su ministerio, la proclama: “Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos”? Encontramos el Dios eterno, el Fuerte y el Espíritu de Jehová. Si no nos acordamos de la lista de cinco títulos en el 9.6, sería mejor buscarla en vez de citarlos aquí. Isaías habla del Hacedor, Creador y Formador. Jesucristo está presentado como Emanuel, Redentor y Salvador. Está presentado en la figura de un tronco / vástago, una roca y un pastor.

El libro abre con una lección del buey y el asno, y a la vuelta de la página los topos y murciélagos consumen al altivo. El leviatán del 27.1 es algún monstruo acuático en el “veloz” río Tigres y el “tortuoso” río Éufrates. Hay todo un parque zoológico en los capítulos 34 y 35, desde los búfalos y toros hasta el pelícano, erizo, lechuzo y cuervo – y más, ¡pero encuéntrelos usted! No sería difícil para una maestra de escuela dominical interesar a sus alumnos en este libro por medio de una competencia basada en los animales.

Pero si su interés está en el reino vegetal, el muy descriptivo Isaías no le defraudará. Fíjese en cómo habla de la Jerusalén infiel: “enramada en viña, cabaña en melonar, ciudad asolada”. La caña figura seis veces y es usada para ilustrar varias ideas. El tamo es otro favorito en este libro; por ejemplo: “el tamo delante del viento y el polvo delante del torbellino”. De árboles tenemos, por supuesto, todo un bosque: el cedro, la acacia, el ciprés, y el pino por lo menos.

Y, son vívidos los cuadros que Isaías toma de la vida diaria: el tizón que humea, silbar a la mosca, entrañas que vibran como arpa, el clavo en la pared, la cama corta para estirarse, las cuerdas de la tienda aflojadas, la mujer a punto de parir, un garfio en la nariz, una masa de higos para sanar una herida, y “párese de contar”.

Es cierto que a veces este profeta presenta sus ideas en pares, como en los primeros versículos de su libro: cielos / tierra; crié / engrandecí. También es cierto que a veces emplea series de cuatro, como en el sobresaliente 53.5: herido / molido / castigado / llagado. Sin embargo, predominan los tripletes, y mencionaremos unos poquitos para estimular al lector a darse cuenta de este estilo interesante. En el capítulo 1, por ejemplo: dejaron / provocaron / se volvieron atrás; herida / hinchazón / llaga; enramada / cabaña / ciudad; bueyes / ovejas / machos cabríos. No podemos extender nuestra lista, pero tampoco podemos resistir el impulso a comentar que muchos entienden que en el gran versículo que es el 52.13 la secuencia no es de cuatro, sino de tres — el Siervo será prosperado en tres grados ascendientes: engrandecido / exaltado / puesto muy en alto.

El señor Gaebelein explica sucintamente el trasfondo del libro. “Doscientos cuarenta años antes de Isaías el reino de Israel se dividió en dos, después de la apostasía de Salomón. La gloria se había alejado de tanto el reino de Israel o Samaria (llamado también Efraín) y del reino de Judá. Ambos habían sido afligidos grandemente por guerras civiles y conflictos con otras naciones. El reino de Israel se hundió más y mas, gobernado por reyes perversos que llevaron el pueblo a la idolatría más grosera, de manera que el juicio de Dios cayó sobre ese reino primeramente, durante el ministerio de nuestro profeta. El hogar de Isaías estaba en Jerusalén, la capital del reino de Judá, y de allí él observó la suerte de las diez tribus”.

 

I I

 

Hablemos ahora de la primera gran sección, la profética, que se extiende hasta el capítulo 35. Los temas, tratados en secuencia, son tres:

  • La infidelidad del pueblo de Judá en aquel entonces, con amplia aplicación a su dureza de corazón hoy día y su apostasía después de la venida del Señor al aire por nosotros.
  • El castigo que Jehová verterá sobre las naciones vecinas de Israel por el trato que han dado y darán a ese pueblo. Estos juicios tendrán lugar, dice Isaías, “en aquel día”, la parte del Día del Señor, o el Día de Jehová, antes del milenio. “Escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la indignación. Porque he aquí Jehová sale de su lugar para castigar al morador de la tierra por su maldad … Jehová está airado contra todas las naciones, e indignado contra todo ejército de ellos”, 26.20, 34:1 al 3.
  • La bendición sobre Israel (el remanente arrepentido y restaurado) y las naciones convertidas “en aquel día” – el milenio, que es otra fase del Día del Señor. Israel es la niña del ojo de Dios. Lejos de abandonarla, la hará pasar por terrible fuego y luego favorecerá al remanente como casi no nos imaginamos, y con ella los pueblos gentiles que vendrán de año en año a adorar en Jerusalén. Tengamos presente que el evangelio cosechará a millones de todos los extremos de la tierra. Leemos del milenio en los capítulos 2, 4, 11, 12, 25, 26, 27 y 34 (y en la tercera sección en los capítulos 40, 55, 60 al 63 y 65, 66).

Isaías no se sentó a redactar un libro y continuar hasta terminarlo. Al contrario, profetizó a lo largo de setenta años bajo varios regímenes en Judá. De tiempo en tiempo escribió un mini libro. Da la impresión que estos comienzan con “En el año que murió el rey Uzías”, “aconteció en los días de Acaz”, “en el año que murió Acaz”, “en el año que vino Tartán”, etc.

Eso de la muerte de Uzías (Azarías) obviamente fue una coyuntura en la experiencia del profeta. Ese rey “hizo lo recto ante los ojos de Jehová”, “mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina … entrando en el templo de Jehová para quemar incienso en el altar del incienso”. Dios le castigó con la lepra. Juan dice que el profeta vio la gloria de Cristo, Juan 12.41. La dignidad que tenía Uzías en una larga parte de su vida no era de compararse con el “Santo, santo, santo” – no de un Dios tres veces santo, sino de una Trinidad en la cual cada Persona es santa.

Isaías comenzó su escrito con amplias críticas de la condición de su pueblo y llegó al capítulo 5 con “¡ay de este!” y “¡ay de aquel!”, pero, como tantas veces se nos han recordado en el ministerio de la Palabra, al morir Uzías Jehová le hizo al profeta pasar por la experiencia de los querubines del capítulo 6 que le causó exclamar, “¡ay de mí¡” Dios usó precisamente la quema de un carbón en el altar para comunicar su santidad a Isaías.

El capítulo siguiente (el 6) trata del intento fallido del profeta a corregir el rebelde rey Acaz tiempo después de lo que hemos comentado. Protestó Isaías: “¿Es poco el ser molestos a los hombres, sino que también lo seáis a mi Dios?” Y con esto, en medio de un relato acerca de cómo Dios mandó a paganos a castigar a su pueblo, Isaías da la primera de esas descripciones de Cristo que hemos llamado joyas: “He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”.

“Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de …”, comienza el capítulo 11. ¿Estoy debidamente versado en la descripción que se da aquí de la obra del Espíritu Santo en el Señor Jesús? Me gustó esta definición de sus virtudes: • sabiduría: el poder para discernir la naturaleza de las cosas; • inteligencia: la capacidad para discernir las diferencias; • consejo: el don de formar las conclusiones correctas; • poder: la capacidad de llevarlas a cabo con energía; • conocimiento: el pleno saber basado en una comunión de amor; • temor de Jehová: la reverencia en el gozo de agradar a Dios.

Las profecías contra el pueblo de Dios continúan hasta el final del capítulo 12. Son ricas en trozos aislados (pues, aislados para uno que no es muy apto para seguir la lógica del texto, versículo por versículo), que hacen brillar la profecía que estamos estudiando —

  • “Un niño nos es nacido, hijo nos es dado”. Todo lector tiene presente que el Hijo eterno fue dado; Él no nació. Quien nació en Belén fue el niño, el hijo de María.
  • Y esas líneas que citamos mucho acerca del milenio: “Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará”. Pero alguien protestará que no tenemos que limitar a la gente del milenio la promesa en el 12: “Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación”.

***

Con el capítulo 13 entramos en una docena de capítulos que profetizan juicios sobre las naciones gentiles que afligían a ese pueblo. Nuestra Reina-Valera comienza uno y otro mensaje con “profecía sobre …”, pero ese término es débil; mejor la Versión Moderna de 1893: “carga de Babilonia”, “carga de Moab”, etc. Una carga es una declaración de parte de Dios, generalmente una sentencia de juicio, que pesaba mucho sobre quien tenía que comunicarla. Pregonar la severidad de Dios no es fácil para quien la predica ni popular entre quienes le oyen.

Quizás nos atascamos al leer de Babilonia, Asiria, Filistea, Moab, Damasco, Etiopía, Egipto, Duma, Arabia, y Tiro. A lo largo de toda la primera sección de Isaías, se anuncia el deseo de Asiria de devorar a Jerusalén. “Asiria, vara y báculo de mi furor, en su mano he puesto mi ira”. Este enemigo, en particular, es un tipo profético de otro mucho mayor que caerá sobre esa ciudad santa cuando usted y yo ya estamos en la gloria. Al leer tantas veces, “en aquel tiempo”, sabemos que estamos en terreno netamente profético, y estos capítulos son esenciales para quien se interese por los avisos del futuro que el Espíritu ha tenido a bien incorporar en su Palabra.

O, como máximo, nos adjuntamos al debate sobre qué nación está retratada en el capítulo 18 sobre “la tierra que hace sombra con las alas, que está tras los ríos de Etiopía”. Dice: “Será traída ofrenda … del pueblo de elevada estatura y tez brillante, del pueblo temible desde su principio y después, gente fuerte y conquistadora, cuya tierra es surcada por ríos, al lugar del nombre de Jehová de los ejércitos, al monte de Sion”. De que sea literalmente Etiopía es muy dudoso. Muchos entendidos interpretan la Etiopía de la Biblia de una manera muy amplia. Algunos nos explican que se trata del Imperio Romano reconstruido, y si es así muchos de ellos dirían que Venezuela y todas las Américas están en el pasaje como un anexo de ese Imperio. Pero basta; este escrito no es para exponer profecía.

El capítulo 14 nos proporciona una de las principales descripciones de Satanás. “¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana!” David Oliver explica: “Este proverbio, combinado con el estilo poético de Isaías, emplea lenguaje figurativo: el amanecer, cortado por tierra, las estrellas de Dios, el monte de la congregación, los lados del norte, las alturas de las nubes. Está dirigido a Satanás por dos razones: Ÿ Así como Satanás, mayor él que el mayor de los reyes de la tierra y exaltado en orgullo sin paralelo, no podía ser un rival a Dios, tampoco podían prosperar aquellos reyes en su oposición a Dios y a su pueblo. Ÿ Este pasaje expone a Satanás como el instigador detrás de estos reyes y todo lo demás que se opone al pueblo de Dios”.

¿Le gusta esa descripción de Cristo al final del capítulo 22: “clavo hincado en lugar firme”? ¡Él no es la madera de la vid, que Ezequiel 15 dice que no sirve ni siquiera de estaca para colgar en ella alguna cosa! En cuanto a nuestro pasaje, podemos comentar que Cristo tiene las llaves del hades y la muerte, Apocalipsis 1.18, además de la llave de la casa de David, 22.22. Dio dos llaves del reino a Pedro.

La viña del capítulo 5 estaba abandonada y es un cuadro de Israel, seco y disperso en estos tiempos. Pero la viña del capítulo 27 es un cuadro de la futura reincorporación de Israel: “Trillará Jehová desde el río Éufrates hasta el torrente de Egipto, y vosotros, hijos de Israel, seréis reunidos uno a uno … se tocará con gran trompeta, y vendrán … y adorarán a Jehová en el monte santo, en Jerusalén”.

***

Los capítulos 28 en adelante tal vez parezcan algo similar, pero realmente son más generalizados en sus temas, aunque esos temas siguen siendo los juicios divinos y la salvación del pueblo de Dios. En 34 y 35 Isaías vuelve a hablar del futuro de las naciones. Con todo, es de esta sección que sacamos trozos como —

  • “He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; éste es Jehová a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación”.
  • “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos”. No seamos como los que rechazaron una promesa dada más adelante en esta sección: “En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza”.
  • Si sacamos un versículo de su contexto (¡cosa que el maestro no debe hacer!), encontramos en el capítulo 28 aquel dictado tan provechoso sobre cómo enseñar, especialmente en la clase bíblica: “mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá”.
  • Casi en seguida se nos ofrece esta belleza: “He aquí que yo he puesto en Sion por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se apresure”.
  • Querido cansado y respetado evangelista, tome aliento de los últimos versículos de este mismo capítulo: “El que ara para sembrar, ¿arará todo el día? ¿Romperá y quebrará los terrones de la tierra? Cuando ha igualado su superficie, ¿no … pone el trigo en hileras? … El grano se trilla; pero no lo trillará para siempre”. Usted ara, rompe terrones. Llega día cuando siembra entre sus oyentes que en un tiempo eran tan duros. Trilla, ¡pero no para siempre! “Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas”. O, para no ir tan lejos hasta los Salmos, aquí mismo en Isaías leemos: “Entonces dará el Señor lluvia a tu sementera, cuando siembres la tierra, y dará pan del fruto de la tierra, y será abundante y pingüe”.
  • Pero quizás hubiera sido mejor esperar hasta el capítulo 32, donde hay más para nuestros evangelistas, pastores y maestros: “Dichosos vosotros los que sembráis junto a todas las aguas, y dejáis libres al buey y al asno”. ¿Lo captó? En la obra del Señor hay el buey, el asno y el sembrador. Ministerios honrosos. El buey hace el trabajo duro, tedioso. Y, permítame citar a S. J. Saword: “El asno es indefenso si se encuentra solo en los campos, y está expuesto a los ataques nocturnos de bestias feroces. Pero, es idóneo para los senderos estrechos de las montañas, muchas veces muy pendientes y solitarios, donde el buey nunca podría servir. Es evidente, entonces, que el Amo tiene un ministerio para cada uno”. Por supuesto, el que les “dejáis libres” para esos labores es el que trabaja entre los ya evangelizados.
  • Ahora bien, ¿qué himno o himnos se basan en este versículo, usado tan a menudo en boca de poderosos predicadores del evangelio? — “Será aquel varón como escondedero contra el viento, y como refugio contra el turbión; como arroyos de aguas en tierra de sequedad, como sombra de gran peñasco en tierra calurosa”.
  • ¿Tenemos que dejar para el remanente restaurado de Israel el versículo tan bello con que terminan estas secciones, el 35.8? ¿No podemos tomarlo para nosotros los creyentes de hoy, o aun usarlo en la predicación del evangelio? Dice: “Habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de Santidad; no pasará inmundo por él, sino que él mismo estará con ellos; el que anduviere en este camino, por torpe que sea, no se extraviará”.

La verdad es que todas tres partes de esta primera sección de Isaías terminan hablando del futuro glorioso de comunión con Dios que le espera a Israel y a los gentiles convertidos en el milenio. Veamos el último versículo de cada parte:

  • canta, oh morador de Sion; porque grande es en medio de ti el Santo de Israel, 12.6
  • vendrán … y adorarán a Jehová en el monte santo, en Jerusalén, 27.13
  • vendrán a Sion con alegría; y gozo y paz será sobre su cabeza, 35.10

 

 

I I I

 

Vimos en la primera entrega de esta serie que “El Evangelio según Isaías” consta de una larga sección profética, una corta sección histórica y una larga sección mesiánica. Vamos ahora a la histórica, que consiste en los capítulos 36 al 39. Gira mayormente en torno de los problemas, aciertos y errores de uno de los personajes de las Escrituras, Ezequías rey de Judá. En cuanto a su provecho para nuestras almas, llevaremos en mente el adagio: “El que no aprende de la historia está condenado a repetirla”.

No vamos a encontrar en esta sección trozos descriptivos del Señor Jesucristo, como en las otras, pero sí vamos a ver “la salvación de Jehová” (el sentido del nombre Isaías) en la manera en que Dios salvó a su pueblo en un tiempo de gran angustia.

La historia de Ezequías está registrada en Isaías 36 al 39, 2 Reyes 18 al 20 y 2 Crónicas 29 al 33. El impío Acaz sofocó la adoración en Judá, pero Ezequías limpió el templo y convocó una gran fiesta de pascua. Todo iba bien, aun cuando él rehusó servir al rey de Asiria. Pero, una vez que el asirio Senaquerib había llevado cautivos a los judíos del reino del norte, “Israel”, Judá tuvo que enfrentar a este enemigo fuerte. Ezequías aceptó pagar un tributo leonino y por esto se vio obligado a arrancar el oro de los portones y las columnas del templo. El enemigo volvió el año siguiente y demandó la rendición de Judá.

Una vez que había leído las cartas de Senaquerib, Ezequías “subió a la casa de Jehová, y las extendió delante de Jehová”. ¡Qué buena iniciativa en ese tiempo de crisis! “A ti, Dios mío, en oración, confiando en tu fidelidad, elevaré mi petición, la voz de mi necesidad”. Este hombre rogó la salvación de su pueblo, “para que sepan todos los reinos de la tierra que sólo tú, Jehová, eres Dios”, 2 Reyes 19.19. De una vez Jehová respondió a través de su siervo Isaías y prometió que el enemigo tan confiado no lanzaría ni una flecha. “Contra mí airaste, y tu arrogancia ha subido a mis oídos”, proclama Dios a Senaquerib; “pondré, pues, mi garfio en tu nariz, y mi freno en tus labios”.

“Salió el ángel de Jehová y mató a 185 000 en el campamento de los asirios”. (Si un ángel puede matar a 185 000, ¿qué han podido hacer los 12 000 que estaban a la disposición del nuestro Señor en el Getsemaní?) Con esta sección de la profecía de Isaías se pone fin al temido asirio y se prepara el escenario para la sección mesiánica – la más “evangélica” – que sigue. Lamentablemente, la debilidad espiritual de parte del rey ante el enviado de Babilonia nos es un indicio de que la nación no había aprendido a obedecer y tendrá que caer cautiva, no de Asiria sino por setenta años en Babilonia.

Los eventos registrados en los capítulos 38 y 39 tuvieron lugar antes de los del 36 y 37 cuando Jerusalén fue asediada. Esto parece ser evidenciado por el hecho de que se le promete a Ezequías liberación de los asirios, 38.6, y Ezequías les mostró a los babilonios los tesoros del palacio que posteriormente se entregaron en satisfacción del gran tributo impuesto cuando la ciudad fue sitiada, 2 Reyes 18.14 al 16.

Ezequías no tenía 40 años de edad todavía, ni contaba con heredero al trono. Su escrito, una vez sanado, 38.9 al 20, manifiesta ignorancia del estado futuro del santo, así como la maravillosa declaración de Rut, por ejemplo, cuando iba rumbo a Belén. La resolución de esa mujer llegó a sólo: “tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo”. Así como este rey, tenía gran convicción en cuanto a verdades que estaban a la vista, pero ellos no sabían que Cristo iba a quitar la muerte y sacar a la luz “la inmortalidad por el evangelio”, 2 Timoteo 1.10. Nosotros sabemos que ir a estar con Cristo es mucho mejor; este hombre no lo sabía todavía.

 

 

Por muchos años la Profecía de Isaías era objeto de la así llamada “Crítica Superior” y se enseñaba en los seminarios, como si fuera un hecho, que el libro no era obra de un solo Isaías. Algunos decían que había dos y otros que los autores eran más, y cuando se señalaba que nuestro Señor y sus apóstoles reconocían uno solo, se afirmaba que ellos eran no más que niños y podían hablar solamente con base en los conocimientos de aquel entonces.

Pero en 1947 Dios, quien siempre ha tenido a bien usar las cosas débiles para confundir a los poderosos, se valió de un muchacho árabe para sacar a luz uno de los mayores descubrimientos de nuestros días. Cuando pastoreaba ovejas y chivos en un distrito llamado Qumran, en las riberas del Mar Muerto, no lejos de Jericó, él perdió uno de sus animales. Pensaba que posiblemente se había metido en una de las muchas cuevas en los cerros de la zona, y por esto lanzó una piedra en una de ellas. Oyó que había roto algún objeto y se fue corriendo.

Más tarde volvió con un amigo y juntos se atrevieron a entrar. Su piedra había partido una jarra de barro, un envase que medía 70 centímetros de alto y unos 30 de ancho, con una tapa. Un rollo de una sustancia que parecía cuero había caído afuera. El mozo lo llevó a Belén donde lo vendió a un zapatero que dijo que lo usaría para fabricar sandalias. Lo colocó en una repisa en su taller.

Tiempo después, un maestro de escuela visitó al zapatero, se fijó en el rollo y pidió permiso para examinarlo. Se dio cuenta de que parecía ser un pergamino y recibió permiso para llevárselo. En los meses siguientes el descubrimiento captó la atención de eruditos en el mundo entero, hasta que por fin quedó establecido que se trataba de un pergamino íntegro de la Profecía de Isaías; un ejemplar completo que databa de dos siglos antes de Cristo. El rollo reposa ahora en un museo en Jerusalén y es el manuscrito bíblico más antiguo que se conoce.

Tiene gran valor para nosotros por cuanto confirma lo que siempre creíamos, que varios siglos antes de nacer nuestro Señor se aceptaba la unidad del Libro de Isaías, y que al comparar el texto que conocemos se encuentra que no requiere alteraciones ni correcciones.

 

Jim Flanigan


El Señor Jesús asegura en el Nuevo Testamento que su sangre fue derramada para remisión de pecados. Pablo escribió a los colosenses que “tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados”. En el Antiguo Testamento los pecados no estaban remetidos; el pecador no estaba justificado de hecho, sino sus pecados estaban cubiertos en anticipación de la obra del Calvario. Podemos usar ciertos trozos hermosos del Antiguo Testamento que expresan esta realidad, pero reconociendo que no alcanzan la precisión que conocemos por versículos del Nuevo Testamento tales como los que hemos mencionado. Ezequías no conocía el evangelio pero dijo una gran verdad en el 38.17:

  • “echaste tras tus espaldas todos mis pecados”. Tenemos también:
  • Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados, Isaías 44.22
  • perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado, Jeremías 31.34
  • ¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? Miqueas 7.18

La sección termina con una noticia muy triste para Ezequías; sus hijos serán tomados presos. A diferencia de Elí al recibir una noticia parecida, este hombre responde: “La palabra de Jehová que has hablado es buena”.

Las historias de todos los personajes del Antiguo Testamento dejan ver que eran fallos, y no nos sorprende que Ezequías haya tenido sus faltas. A veces confiaba en riquezas para resolver su problema con Asiria, y su orgullo en mostrarlas al enviado babilónico no le favorece. Pero, admiramos su disposición de arrepentirse y su iniciativa en buscar a Dios en oración. El testimonio de 2 Reyes 18 acerca de este hombre es: “En Jehová Dios de Israel puso su esperanza; ni después ni antes de él hubo otro como él entre todos los reyes de Judá”. En una dispensación más favorecida Pablo elogió a los tesalonicences por su “esperanza en nuestro Señor Cristo”. ¿Y nosotros?

 

I V

 

Llegamos ahora a la tercera gran sección del Libro de Isaías, la que va del capítulo 40 al final, y llegamos con gusto, porque vamos a encontrar varios de los trozos sobresalientes de este “Evangelio”. La tercera sección es la que más habla proféticamente de Cristo, y por esto la llamamos en la primera entrega la sección mesiánica.

Así como la primera, esta sección se divide en tres partes

  • la majestad del Dios verdadero, y los ídolos de los hombres; hasta el capítulo 48
  • el sufrimiento y la gloria de Cristo; hasta el capítulo 57
  • el milenio, con repaso acerca de Israel, y la suerte de los rebeldes; hasta el capítulo 66

Dios habla en los primeros dos versículos. Juan el Bautista habla, en efecto, en 40.3 al 8 (“Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías, Juan 1.23). Y en el v. 9 se exhorta al pueblo de Dios a unirse a la proclama. Todo esto está acorde con el tema del siervo que vamos a comentar más adelante.

Fijémonos en el 40.11. El Pastor divino apacienta el rebaño en general, lleva a los corderos en particular y pastorea a las recién paridas – no dice “a las recién nacidas”, sino a las / los que tienen responsabilidad para los nuevos en la fe, porque necesitan sabiduría y dedicación especial. ¿Los pastores entre nosotros cumplen a su vez estos cuidados del Pastor divino?

A partir del 40.12 hay una exposición llamativa del poder de Dios en la creación. T. E. Wilson distingue cuatro hechos: “(i) La relación de la profundidad del océano a la altura de las montañas. Hay equilibrio entre las dos, v.12. (ii) Él se siente sobre el círculo de la tierra, v.22. Este es el único lugar en las Escrituras donde encontramos esta expresión, aunque leemos en Job 2.14 que las nubes lo rodearon y por el círculo del cielo se pasean, y en Proverbios 8.27 de cuando Dios ‘trazaba el círculo sobre la faz del abismo.’ No se trata tan sólo del horizonte de la tierra. En tanto que la Biblia no es un texto de ciencia, ella está en conformidad con la ciencia auténtica. (iii) Extiende su mano sobre los cielos como una cortina, y los despliega como una tienda para morar. Es una descripción llamativa de la atmósfera y la estratosfera. (iv)    Las huestes estelares, cada una con su número y nombre, v. 26, están en contraste con el hombre enclenque y la absoluta necedad de adorar a los ídolos de madera forrada en oro, vv 18 al 20”.

No sólo en el capítulo 40, sino a lo largo de la sección, es donde Dios más asigna títulos a sí mismo: el Santo y el Rey; Redentor y Salvador; Creador, Formador y Hacedor. “Yo Jehová”, proclama repetidas veces; “ningún otro hay fuera de mí”. En el 48 habla de “por amor de mi nombre” y “por amor de mí mismo”.

Los trozos que más citamos de la primera sección versan mayormente sobre el cuidado que nuestro Padre tiene para los suyos —

  • Los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
  • Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.
  • Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará.
  • ¡Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera entonces tu paz como un río, y tu justicia como las ondas del mar.

Hay también un par de versículos “evangélicos” —

  • Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas.
  • Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más.

Doscientos años antes del hecho, el Espíritu Santo mandó a Isaías a anunciar que Ciro, rey de Babilonia, sería usado de Dios para poner fin a los setenta años de cautiverio del pueblo de Judá. (Jeremías lo profetizó también). De esto se habla al final del capítulo 44 y el comienzo del 45, aunque también Ciro está entre bastidores en otros versículos vecinos.

Efectivamente, comienza el libro de Esdras con la asombrosa declaración: “Despertó Jehová el espíritu de Ciro”, y este impío anunció que Jehová le mandó a edificar casa en Jerusalén. Otro escribe: “Los dos títulos llamativos que le fueron dados a Ciro, ‘mi pastor’ y ‘su ungido’, son únicos, y aplicados en otras partes al Mesías. Pero aseguradamente la lección es que Dios, en su soberanía, puede valerse de un monarca pagano y utilizarlo para la realización de sus propósitos”.

***

 

Sigamos a la segunda parte, capítulos 49 al 57, donde usted más lee en el Evangelio de Isaías.

Se menciona un siervo quizás veinte veces en las primeras dos partes y “los siervos”, y después diez veces en el resto de la sección. En primera instancia el siervo es lo que Jehová quería que Israel fuera. “Mis siervos son los hijos de Israel; son siervos míos, a los cuales saqué de la tierra de Egipto”, Levítico 25.55. Por supuesto, podemos usar varios de esos versículos para medir nuestra propia fidelidad como siervos de Dios, porque así somos todos nosotros los salvos. “Ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación”, Romanos 6.22. “… como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios”, Efesios 6.6. “… hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos … como siervos de Dios”, 1 Pedro 2.16.

 

Pero hay cuatro “canciones” que presentan a Cristo como el Siervo perfecto:

  • 42.1 al 12 He aquí mi siervo, yo le sostendré
  • 49.1 al 13 Mi siervo eres … porque en ti me gloriaré
  • 50.1 al 11 ¿Quién hay entre vosotros que … oye la voz de su siervo?
  • 52.13 al 53.12 He aquí mi siervo será prosperado

Mateo 12 explica que el Siervo de Isaías 42 es Cristo, citando los primeros versículos de la profecía con ligeros cambios, como el Espíritu autoriza no pocas veces cuando se usa en el Nuevo Testamento un pasaje tomado del Antiguo. Isaías dice que “las costas esperan su ley”, pero Mateo dice: “en su nombre esperan los gentiles”. ¡Allí estamos nosotros! “Las costas” es un término técnico en la Biblia para referirse a las tierras lejanas. Por ejemplo, Jeremías 31.10: “Oíd palabra de Jehová, oh naciones, y hacedlo saber las costas que están lejos”.

Una manera de entender la canción de Isaías 42 es la de dividirla en tres tiempos, como hace E. W. Rogers —

  • vv 1 al 5, el pasado: Jesús cuando aquí en su ministerio público. Él no gritaba ni alzaba la voz en protesta de las condiciones sociales, y era compasivo ante las debilidades de aquellos que se acercaban a él. La “justicia” que vino a establecer no era política, sino buscar y salvar al que se había perdido.
  • vv 6 al 8, el presente: Jesús como Salvador de los que confían en el en el tiempo presente. Es “luz de las naciones”. “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”, Juan 8.12.
  • vv 12 al 14, el futuro: Cristo como Juez de los que le hayan rechazado; “gritará, voceará, se esforzará sobre su enemigos”. “… se manifieste el Señor Jesús … para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo”, 2 Tesalonicenses 1.8.

La canción al comienzo del capítulo 49 es un ejemplo de cómo un pasaje en las Escrituras dice más de lo que parece a primera vista. Dice claramente: “Mi siervo eres, oh Israel”, pero al leer los versículos otra vez percibimos que describen al profeta Isaías: “Por demás he trabajado … pero mi causa está delante de Jehová … para hacer volver a él a Jacob, y para que restaures el remanente de Israel”. Bien, pero leyendo el texto de nuevo, encontramos: “te di por luz a las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra”. De que Israel lo sea en el milenio, aceptamos, ¿pero no vemos aquí mucho más nítidamente una referencia al Señor Jesucristo? Pablo emplea este texto al decir que hoy es día de salvación: “En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido”, 2 Corintios 6.2.

Isaías 50 es bello, especialmente si aplicamos las primeras declaraciones a la vida terrenal de Cristo y el resto de nuestra cita al pretorio de Pilato: “Jehová el Señor me dio lengua de sabios [de discípulo, de los que están aprendiendo] … Jehová el Señor me abrió el oído, y yo no fui rebelde, ni me volví atrás. Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos … Jehová el Señor me ayudará, por tanto no me avergoncé; por eso puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado”.

Se ha llamado este pasaje: “Jesús el alumno en la escuela de Dios”. ¡Qué humildad! En su humanidad Él entró en una nueva experiencia: “aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia”, Hebreos 5.8. Tengamos claro que tuvo que conocer en carne propia qué es la obediencia.

Y ahora los quince versículos que van desde el 52.13 hasta el final del capítulo 53. Las estrofas son cinco, cada una de tres versículos:

  • vv 13 al 15: Lo que Dios pensaba de Cristo. Vemos al Siervo en su exaltación (¡nótese la secuencia!), su humillación y su indignación al volver en poder.
  • vv 1 al 3: Lo que los hombres pensaban de Cristo. Aquí está en su humanidad; vino a lo suyo (este mundo) pero los suyos (Israel en primera instancia, pero los gentiles también) no le recibieron.
  • vv 4 al 6: Lo que Dios hizo a Cristo. Hablando con propiedad, esta es la confesión futura de un Israel arrepentido, pero trae a la mente una multitud muy mayor en Apocalipsis 5: “Tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación …”
  • vv 7 al 9: Lo que los hombres hicieron a Cristo. El profeta habla aquí. “Por cárcel y por juicio …” – Anás, Caifás, Herodes, Pilato. ¿Pero quién puede numerar la prole que esta ignominia y muerte está generando? Se dispuso su sepultura con los impíos en un foso común, pero Dios tenía preparados a José y Nicodemo para llevarle a “un lugar limpio” por tres días y tres noches.
  • vv 10 al 12: La eterna consecuencia de todo esto. En esta estrofa concluyente no se habla de la ira de hombres, sino los padecimientos mucho más hondos a mano de Dios; “Jehová quiso quebrantarlo”. ¿Y ahora? “Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”, Hebreos 12.2.

Aparte de los párrafos del Siervo, es en esta sección que encontramos varios versículos famosos que usted enseña en la escuela dominical —

  • ¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti.
  • El que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios.
  • Mirad a la piedra de donde fuisteis cortados, y al hueco de la cantera de donde fuisteis arrancados.
  • ¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que es mortal, y del hijo de hombre, que es como heno?
  • ¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación!
  • No toquéis cosa inmunda; salid de en medio de ella; purificaos los que lleváis los utensilios de Jehová.
  • Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes misericordias.
  • Todos tus hijos serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la paz de tus hijos.
  • Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá.
  • Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.
  • Así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.
  • Los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo.

***

 

La tercera parte (de la tercera sección del Evangelio) va hasta el final del libro. Isaías ha escrito mucho acerca del milenio, pero le queda más por decir a partir del capítulo 60. Ha dicho mucho acerca de la severidad de Dios para con sus enemigos, pero le queda mucho por decir aquí también. “El que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”, Juan 3.36.

En cuanto a los versículos que nuestros predicadores más citan, esta sección incluye —

  • Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia.
  • No se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír.
  • El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas …
  • En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia
  • En toda angustia de ellos él fue angustiado, y el ángel de su faz los salvó; en su amor y en su clemencia los redimió, y los trajo, y los levantó todos los días de la antigüedad.
  • En los pecados hemos perseverado por largo tiempo; ¿podremos acaso ser salvos?
  • El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies; ¿dónde está la casa que me habréis de edificar, y dónde el lugar de mi reposo?

En Isaías hay tres referencias al Espíritu Santo en relación directa con el Mesías. Quizás el lector querrá vincularlas, como otros han sugerido, con la encarnación de Cristo, su bautismo y su ministerio al pueblo de Dios, respectivamente —

  • reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría, 11.2
  • He aquí mi siervo, yo le sostendré …, 42.1
  • El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, 61.1

El Señor Jesús es quien habla así al comienzo del capítulo 61, como sabemos por el uso que hizo de estas palabras en la sinagoga de Nazaret, especificando que “hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”, Lucas 4.17 al 21. Dice que el Espíritu Santo le impulsa en armonía con el Padre, “Jehová el Señor”, y que el Padre, “Jehová”, le ha ungido. Él usa seis verbos para definir la obra que el Espíritu le dio: predicar, vendar, publicar, proclamar, consolar y ordenar. Los beneficiarios son los abatidos, quebrantados, presos, enlutados y afligidos.

Su proclamación es por un lado la buena voluntad de Dios y por otro lado su venganza. Llama la atención que dice que la primera es por un “año” y la postrera por un “día”. Efectivamente, es paciente, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento, 2 Pedro 3.9. Por supuesto, en la sinagoga el Señor dijo que corría la buena voluntad (el evangelio) pero dejó de mencionar la venganza (de la tribulación en primer lugar, pero la condenación eterna en un sentido más amplio).

Quitémonos de la cabeza, hermanos, la idea que “he pisado yo solo al lagar” y la “sangre salpicó mis vestidos” – el primer párrafo del capítulo 63 – fue escrito con referencia al Calvario. Todo lo contrario; se refiere precisamente al “día de venganza de nuestro Dios” cuando Cristo destruirá a sus enemigos en la ocasión de su venida en poder y gloria para establecer su reino terrenal. Apocalipsis 14.20 abunda: “el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios. Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos, por mil seiscientos estadios”.

En seguida comienza en el capítulo 63 una de las oraciones sobresalientes de la Biblia: “De las misericordias de Jehová haré memoria …” Incluye todo el capítulo 64, y es la plegaria de judíos arrepentidos en los sufrimientos de la gran tribulación. “Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros. No te enojes sobremanera, Jehová, ni tengas perpetua memoria de la iniquidad; he aquí, mira ahora, pueblo tuyo somos todos nosotros”.

En el capítulo 65 Jehová se dirige al remanente fiel que disfrutará del milenio, gente que le buscó y le halló, al decir del v. 1. Cinco veces en tres versículos les llama “mis siervos”. A los infieles que Él quería bendecir, les advierte su perdición, y dice: “vosotros seréis avergonzados [pero] mis siervos se alegrarán”. “Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos”, Apocalipsis 7.14, 15.

“Hasta que el Señor venga para recibir su Iglesia a sí, la luz del evangelio brilla al corazón de un individuo a la vez mientras que las naciones yacen en tinieblas. Una vez quitada la Iglesia, el poder engañador del Diablo y el gobierno del Hombre de Pecado les inundará en oscuridad espesa. La Escritura no justifica la idea que el evangelio penetrará el mundo hasta que naciones enteras reciban la luz. Solamente una vez restaurado Israel, naciones enteras recibirán la luz del testimonio divino y reconocerán la verdad relativa al Dios vivo y su Cristo. Todo poderío terrenal cederá por obligación irresistible ante el Señor y su pueblo”. (W. E. Vine)

Ahora, posiblemente pensemos que Isaías está hablando solamente del estado eterno cuando hace mención de “los cielos nuevos y la tierra nueva” en los dos últimos capítulos de su profecía, porque “nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia”, 2 Pedro 3.13, y en su visión apocalíptica Juan vio “un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más”.

Ni tanto. En realidad este evangelista Isaías está discurriendo sobre el estado maravilloso de cosas en el milenio. Israel habrá nacido de nuevo, las naciones serán convertidas, la tierra será sobremanera fructífera, el reino animal vivirá en armonía y los hombres en paz. (¿Usted ha leído el capítulo 11 últimamente, o el Salmo 72, por ejemplo?) Por esto Dios dice: “yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero [la aflicción de la gran tribulación, por ejemplo] no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento … os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado; porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría, y a su pueblo gozo”.

Pero no haríamos bien en dejar la cosa de este tamaño. El 66.22 dice que estos cielos y esta tierra permanecerán, y el uso en el Nuevo Testamento de esta fraseología de Isaías nos conduce a la eternidad (¡aunque no vaya a dudar que los afligidos en la tribulación van a leer toda 2 Pedro con un futuro terrenal en mente!). Invertimos tres párrafos acerca de este punto con el fin de comentar que a menudo las Escrituras emplean el milenio como una figura – una miniatura terrenal, si se permite hablar así – del estado eterno para los redimidos. No podemos concebir cómo será la gloria eterna, y muy pocos son los pasajes bíblicos que la explican, de manera que el Espíritu ha dado abundante información sobre el milenio para permitirnos formar algún concepto de cómo será la casa del Padre.

Al cerrar nuestros breves comentarios sobre la primera de las tres secciones de Isaías, mencionamos que cada una termina hablando del futuro glorioso de comunión con Dios que le espera a Israel y a los gentiles convertidos en el milenio. También, cada una de las tres partes de esta tercera sección del libro termina de una misma manera, pero una manera muy diferente a como en la primera sección. El último versículo en cada caso es:

 

  • No hay paz para los malos, 48.22
  • No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos, 57.21
  • Su gusano nunca morirá, ni su fuego apagará, 66.24
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