Leyendo día a día en Judas (#753)

Leyendo  día  a  día  en  Judas

H. Barnes, Day by day through the New Testament,
Precious Seed Publications

La Introducción en el documento 778, 2 Pedro, incluye comentarios acerca de la Epístola de Judas.

vv 1 al 11
Defensores de la fe

Judas no habla de tener una relación especial con Jesucristo, aun siendo pariente suyo. Pero sí les recuerda a sus lectores creyentes que ellos tenían una relación especial; eran llamados, santificados y guardados. Con todo, tenían una gran necesidad de los dones divinos de misericordia, paz y amor para sobrellevar la crisis que enfrentaban.

Aun cuando Judas deseaba escribir acerca de la salvación que compartía con estos «amados», los eventos habían cambiado su temario; ahora no era lo que el Señor había hecho por ellos, sino lo que tenían que hacer por Él. Debían defender ardientemente la fe (el conjunto de lo que los cristianos creen) que el Señor había entregado una vez por todas a los santos (para su resguardo).

Falsos maestros habían logrado infiltrar desapercibidos, pero ahora se habían identificado. Aun cuando el pueblo estaba asustado, no han debido ser tomados por sorpresa porque hubieran estado preparados para esto al haber recordado las palabras del Antiguo Testamento y las de los apóstoles. Judas se vale del conocimiento que sus lectores tenían del Antiguo Testamento para dar ejemplos de pecados que en efecto entraron encubiertamente –

la incredulidad en Números 14
la desobediencia, posiblemente en Génesis 6
la vida desordenada (fornicación y homosexualidad) en Génesis 18 y 19
la insolencia a dignidades espirituales: Miguel ante el diablo,
versus Coré en Números 16
el beneficio propio por el engaño religioso; Balaam en Números 22 al 24

Estas eran características que provocaron juicio seguro, aun el fuego eterno. Consideren Mateo 18.8, 25.41: «Mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno. Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles».

Judas emplea el vocablo estos para describir los falsos maestros: vv 8, 10, 12, 16, 19. Este término impersonal contrasta marcadamente con amados en los vv 3, 17, 20. Podemos hablar así con propiedad de nosotros y ellos solamente en esta situación donde hay aquellos que no tienen al Espíritu, v. 19, y por lo tanto están en Romanos 8.9: «si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él».

Estos hombres querían derrumbar lo bueno y elevar lo malo; hablaban de la libertad y la tolerancia pero en realidad estaban motivados por los celos, la avaricia y el orgullo. Ejemplos: Caín, Balaam y Coré. Tengamos presente que disponemos de gracia para el servicio y el testimonio. Es provechoso observar el contraste entre el v. 4 y el hermoso pasaje en Romanos 12.3 al 8: «Digo, pues, por la gracia que me es dada … que no tenga más alto concepto de sí …»

vv 12 al 25
Acuérdense, edifíquense y oren

Falsos maestros, hombres sin credenciales espirituales, estaban infiltrados entre los santos e infundían miedo, pero Judas les describe con figuras que hacen pensar que no eran tan potentes como parecían ser:

se apacentaban de sí mismos, v. 12
eran nubes sin agua y árboles sin fruto, v. 12
eran estrellas errantes, v. 13
(Compárense con los hombres guiados por la estrella en Mateo 2)

Se habían vuelto incontrolables y sin vergüenza en su conducta, aunque aparentemente sin impedimento hasta ese momento. Con todo, Enoc había profetizado siglos antes que serían objeto de juicio divino. «Estos», como Judas les tilda, eran hombres jactanciosos de palabras impresionantes que cultivaban a ciertos individuos para dar a entender que habían sido aceptados, pero a poco tiempo negaban «a Dios el soberano, y a nuestro Señor Jesucristo». Blasfemaban a las potestades superiores y «de cuantas cosas no conocen». Eran mur-muradores, querellosos y burladores.

La carta de Judas ha debido llevar las cosas a un punto crítico. Una vez leída la carta y aceptada generalmente como auténtica, era predecible la reacción de los falsos maestros (si es que ya no habían hecho maletas). Ellos se separarían, maldiciendo a los ancianos, apóstoles y Judas, y posiblemente llevarían consigo algunas almas inconstantes que pensaban disfrutar de una supuesta libertad mayor.

Podemos imaginar cómo estaba la congregación después de esta crisis; los creyentes estarían agotados y en un shock espiritual, viendo que tenían que reconstruir su vida como iglesia. Y por esto Judas procede a darles instrucción. Aquellos que se marcharon eran destructivos y no tenían el Espíritu, mientras que los verdaderos creyentes debían edificarse sobre su santísima fe, orando en el Espíritu Santo (nótese: Santo) y mostrando misericordia a los dudosos. («Tened misericordia con algunos que vacilan», v. 22, Biblia Textual)

Era precisa dar oportunidad para reafirmar la preeminencia del Señor Dios, a quien solo sean dados gloria, majestad, dominio y poder

antes de todo tiempo (antes de caer ángeles por haber negado estas cualidades divinas)
ahora (cuando estos maestros falsos van rumbo a juicio repentino por su negación)
y por todas las edades (cuando serán juzgados todos los que niegan al Señor Jesús).

 

 

Comparte este artículo: