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Salva tu alma
- J. Saword
En muchas poblaciones venezolanas se han levantado cruces de concreto que llevan el letrero SALVA TU ALMA.
Sería interesante saber hasta dónde este propósito de la salvación del alma de los transeúntes haya tenido éxito. Si por acaso algún feligrés de la iglesia romana haya sentido una preocupación por su salvación, ¿qué consejo pudiera darle su párroco?
Es probable que recibiría una recomendación de confesarse periódicamente con el cura, oir misa con devoción y ser comulgante cumplido con “la iglesia”. Además habría la necesidad de penitencias, de buenas obras, de limosnas y muchas otras cosas.
Si el tal feligrés tuviera interés en preguntar cuándo llegaría a tener seguridad de que su alma ya fuera salva, ese representante de las doctrinas romanas tendría que contestarle más o menos así: “De eso nadie puede saber hasta el juicio final».
La iglesia romana anima a una persona a salvar su alma, pero no tiene palabra positiva o de seguridad. En cambio, se destacan las palabras de Jesucristo y sus apóstoles. Dijo nuestro Señor: “Yo soy la puerta; el que por Mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá y hallará pastos», Juan 10.9.
Esta no es una salvación ofrecida por medio de buenas obras o por esfuerzos propios. Es el resultado de una acto de fe en una persona. Es el paso decisivo de la muerte a la vida.
Una iglesia no es la puerta de salvación. La puerta es Cristo, porque “no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos», Hechos 4.12. No es una salvación alcanzada al fin de la vida, porque incluye beneficios para la vida actual: entrará –protección; saldrá – para libertad; hallará pastos – provisión.
Cuando el carcelero de Filipos preguntó en su desespero al apóstol Pablo y a Silas, “Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?” él recibió la contesta clara y precisa: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa». Allí en su casa, a medianoche, él y su familia oyeron la palabra del Señor por boca de aquellos hombres y fueron salvos, porque creyeron en Cristo como su único Salvador.
Ahora, ¿qué significa ser salvo?
- Quiere decir ser salvados de la pena y culpa de nuestros pecados, porque Cristo “llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero»,
1 Pedro 2.24.
- Quiere decir salvado del poder del pecado y de la potestad de Satanás: “Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres», Juan 8.36.
- Quiere decir ser salvo para empezar una vida de paz y poder, porque “si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron: he aquí todas son hechas nuevas»,
2 Corintios 5.17. El que es salvo por la gracia de Dios ya no sigue el rumbo de su religión hueca, ni de sus vicios de concubinato o libertinaje, cosas que Dios abomina. - Quiere decir que cuando el Señor Jesús viene para llevar su iglesia a la gloria, estaremos salvados de la presencia del pecado, y nuestros cuerpos serán transformados en semejanza a Él; 1 Corintios 15.51
Todo esto es de pura gracia: “Por gracia sois salvos [tiempo presente] por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios, no por obras, para que nadie se gloríe», Efesios 2.8,9. Las obras siguen después de ser salvos; son los comprobantes de la nueva vida, y no antes como si fueran requisitos para ser salvo.
Tú no puedes salvar tu alma, pero Cristo sí puede y quiere salvare, y ahora mismo. ¿Quieres ser salvo?