La Iglesia como la esposa (#872)

 

La  Iglesia como la Esposa

 Perth Gospel Hall

Presentación

La Iglesia en el contexto de esta lección es la suma total de todos los creyentes en el Señor Jesús desde Pentecostés hasta el rapto, “la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos”, Hebreos 12.23. Por otro lado, la iglesia local se describe como una virgen casta desposada con Cristo, 2 Corintios 22.2, y en su contexto el énfasis recae no tanto sobre la pureza moral de la asamblea sino sobre la necesidad de pureza doctrinal.

La Epístola a los Efesios presenta la Iglesia bajo tres figuras principales:

  • un cuerpo; por ejemplo el 1.23. “la iglesia, la cual es su cuerpo”. El énfasis está en la autoridad divina; “Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador”.
  • un edificio, “edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo”, 2.19 al 22. El énfasis está sobre la autoridad divina; Cristo es el constructor. “sobre esta roca edificaré mi iglesia”, Mateo 16.18.
  • una esposa, “el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia”.
    El énfasis está en el afecto divino; “Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella”, 5.25.

Es cierto que no se encuentra la Iglesia en el Antiguo Testamento, pero algunas
de las esposas de ese Testamento son figuras de ella, como hemos visto en nuestros estudios.

La compra de la esposa

La motivación de esto fue el amor: “Cristo amó a la iglesia”, Efesios 6.25. El costo involucrado fue que “se dio a sí mismo por ella”. El propósito fue “para santificarla”, etc.
v. 26.

En nuestras experiencias particulares esto tuvo lugar en el momento de la salvación. Fuimos santificados, puestos aparte, porque Él derramó su sangre (“Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta”, Hebreos 13.12), y cuando pusimos fe en Él (“para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados”, Hechos 26.18). La limpieza involucraba la aplicación de la Palabra, “el lava-miento de la regeneración”, Tito 3.5, la Palabra siendo el instrumento que Dios utiliza para efectuar el nuevo nacimiento: “siendo renacidos … por la palabra de Dios que vive y perma-nece para siempre”, 1 Pedro 1.23.

La presentación de la esposa

Él la presentará a sí mismo, Efesios 5.27. Tal es la eficacia de su obra que ella será sin mancha ni arruga, o sea, sin falta y sin fin. Será santa, como Él es. Poco nos sorprenda que Pablo la defina como una iglesia gloriosa.

Apocalipsis 19.7 describe las bodas del Cordero, donde la referencia al Cordero es otro recor-datorio de lo que costó hacernos la esposa. Posiblemente “su esposa se ha preparado” sea una alusión al tribunal de Cristo. Se menciona su traje de novia, de lino fino blanco, un símbolo de “las acciones justas de los santos”; o sea, figurativamente, nuestras iniciativas justas en la tierra están entretejidas en el traje de novia.

La cena de estas bodas celebrará la unión oficial de Cristo y su Iglesia. Los invitados (“los que son llamados”, v. 9.) serán santos que no pertenecen a la edad de la Iglesia. Por ejemplo, Juan el Bautista se describió a sí como un amigo del esposo, Juan 3.29.

La pureza de la esposa

Esto se ha sugerido ya con la mención de la Iglesia como gloriosa y de su traje  de lino. Ella está en contraste con la iglesia falsa de Satanás en Apocalipsis 17, la cual se perfila como una ramera, y no como una esposa sin mancha. Esta ramera no viste prenda de lino sino está adornada de escarlata y joyas vistosas. Tiene una copa de oro en la mano y está borracha.

Las características de esta Babilonia de tiempos modernos ya están en evidencia en derredor nuestro, pero por supuesto Apocalipsis 17 está por cumplirse aún. La imitación ha sido una táctica de Satanás desde los días de Babel cuando “les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla”, Génesis 11.3. El libro de Apocalipsis hace ver que su imitación de cordero se asemeja a un dragón, 13.11, y su imitación de iglesia está borracha, intoxicada por la sangre de los mártires. En contraste, la pureza caracteriza a la Iglesia verdadera, la esposa del Cordero.

 

 

 

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