El portero perfecto (#862)

El portero perfecto: Algunas de sus cualidades

D.R.A.

 

La base para estas sugerencias:

 

Todas vuestras cosas sean hechas con amor, 1 Corintios 16.14

Hágase todo para edificación, 1 Corintios 14.26

Hágase todo decentemente y con orden, 1 Corintios 14.40

 

Antes de la reunión:

 

  • 1 El portero perfecto del local evangélico está en su puesto siempre que sea su turno, y no sólo cuando le conviene o se le ocurre.  Esto implica sacrificio propio, cosa que no objeta por cuanto realiza este ministerio como servicio a Dios.

 

  • 2 Llega temprano.  De esta manera, no tiene que enfrentar situaciones difíciles ya creadas en su ausencia.  Esto limita sus otras actividades, pero él sabe que cada cual tiene deberes específicos.

 

Cuando la gente llega:

 

  • 3 El mira hacia afuera, para saber quiénes están llegando y qué tendrá que hacer para atenderles bien.  Con otros ojos (él tiene cuatro, o seis) está mirando hacia el auditorio también.  Esto veremos más abajo.

 

  • 4 Es afable.  Hace saber a todos que nos agrada que ellos hayan venido a la reunión, y que estamos a la orden.

 

  • 5 Hace un gran esfuerzo para conocer a toda la gente, tanto los que no están en la comunión como los que sí están.  Pero tiene discernimiento con los desconocidos, especialmente los que vienen a la Cena.  Cuando no sabe, pregunta a otros hermanos.

 

  • 6 Conduce los visitantes a sus puestos;  no los persigue por los pasillos ni los bloquea.  Es como el buen pastor que va delante de las ovejas.

 

  • 7 Este portero perfecto mantiene disponibles los puestos cerca de la puerta, para darlos a las madres con bebés, los lisiados, los inconversos apenados, etc.  Así se reduce al mínimo cualquier estorbo e incomodidad personal.

 

  • 8 Sabe que el esposo quiere sentarse con su esposa, como es correcto, cualquiera que sea la reunión.  Ese portero tampoco separa los hijos de los padres en la predicación, etc., porque sabe que el padre y la madre van a cuidar a sus hijos menores durante la reunión.  Él separa los muchachos que hayan venido sin sus padres y a veces se ponen a conversar.  (Desde luego, no los coloca en las primeras filas, donde su potencial para estorbar sería mayor).

 

  • 9 Este hombre sabio ofrece himnario y Biblia al adulto extraño, para su uso durante la reunión.  A la vez, vela que los creyentes y sus hijos no se aprovechen de esos libros, porque deben tener los suyos propios;  si no tienen, deben favorecer al visitante.

 

Durante la reunión:

 

  • 10 El mismo se sienta tan pronto como sus deberes le permiten.  Por supuesto, con su segundo juego de ojos, sigue pendiente de la puerta.  El portero perfecto no está parado en la puerta innecesariamente, en la Cena en particular.  Tampoco pasea ni platica en la calle o el estacionamiento cuando no tiene por qué hacerlo.

 

  • 11 Este buen hombre prudente está pendiente de los estorbos, los susurros, etc. entre el auditorio.  Al encontrar el problema, actúa con prudencia y firmeza.  Por ejemplo, a veces sugiere a una hermana que se ofrezca para llevar afuera el chiquito que no deja que su mamá escuche el mensaje.

 

  • 12 Controla las salidas y entradas inoportunas, como por ejemplo el niño que quiere «pasear» al baño durante el culto.

 

  • 13 Busca más bancos y sillas cuando van a hacer falta, o pide que determinadas personas (generalmente varones en la comunión) desocupen sus puestos que serán requeridos por los adultos, especialmente los que no son de la congregación.

 

Al final de la reunión:

 

  • 14 Quita los bancos y sillas que estorbarían la salida.

 

  • 15 Recibe y recoge los himnarios y Biblias que había prestado, despidiendo cortésmente las personas que las usaron.

 

 

 

 

 

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