La supervisión por ancianos (#846)

La supervisión en una iglesia local

PASTOREO Y GOBIERNO EN LA ASAMBLEA

 

       Contenido

A.                     Las responsabilidades pastorales

B.                     El reto del liderazgo

C.                     Cualidades requeridas de los ancianos

D.                     La obra del anciano

 

A.           Las responsabilidades pastorales

 

Andrew Stenhouse, Santiago de Chile
Un capítulo del libro El pecado del sectarismo

El gobierno por ancianos

En ninguna parte del Nuevo Testamento leemos de “el pastor” de tal y tal iglesia local. En cambio, cuando Pablo y Bernabé terminaron su primer viaje misionero, habiendo establecido varias asambleas, ellos volvieron por el mismo camino y constituyeron ancianos en cada una de ellas, Hechos 14.23. En esto también nos llama la atención que había más de uno en cada caso.

Si preguntamos qué propósito había en designar a estos hombres, descubriremos que las Escrituras son suficientemente explícitas. Definitivamente no fue con el fin de establecer una especie de clero, aun cuando no dudamos de que algunos de esos ancianos se hayan dedicado a tiempo completo al cuidado de aquellas iglesias. Algunos participarían también en el ministerio de la palabra de Dios; véase 1 Timoteo 3.17: “Los ancianos que gobiernen bien … mayormente los que trabajan en predicar y enseñar.” Pero no por esto fueron reconocidos como ancianos.

El capítulo 20 de Hechos nos ayudará en esto. Leemos allí, en el 20.17, que Pablo convocó desde Mileto a los ancianos de la asamblea de Éfeso. Observamos que no dice que llamó a »los pastores.”  Reunidos los ancianos, les dio un discurso de despedida, y en su discurso insistió en la responsabilidad que ellos tenían de cuidar la asamblea, diciendo: “Mirad por vosotros mismos, y por todo el rebaño en que (no sobre que) el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor.”

Tomemos nota que en este maravilloso versículo la misma gente que fue llamada “ancianos” en el 20.17 (de presbúteros) es llamada ahora “obispos” (de espískopos), a veces traducida como “sobreveedores.” Su obra se describe como la de cuidar al rebaño. En otras palabras, los ancianos son los sobreveedores y pastores de la grey. Mal puede uno decir que hay diferencia de rango aquí.

Esta verdad elimina toda posibilidad de una jerarquía eclesiástica al estilo de la mayoría de los sistemas religiosos; un obispo en la Biblia es un anciano o un pastor, y de ellos hay varios en cada congregación. Es decir, el gobierno o cuidado de cada asamblea en particular estaba en manos de sus propios ancianos de la localidad, un grupo de hombres de quienes la Biblia dice que han sido asignados esta responsabilidad por el Espíritu Santo. Las Sagradas Escrituras no reconocen ninguna autoridad mayor en materia del gobierno de una asamblea que la de sus propios ancianos (excepto la de los apóstoles, cuyo oficio ya feneció, y al cual no hay sucesión).

El lector se acordará que el Señor tuvo ocasión de reprender a sus discípulos cuando surgió una disputa sobre quién sería el mayor. Les manifestó que era ajeno a todo su plan que hubiese diferencias de rango entre ellos; si alguno se destacaría, sería por motivo de sus cualidades espirituales, y no por un puesto asignado. Sus palabras fueron: “Sabéis que los gobernantes de las naciones enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y dar su vida en rescate por muchos,” Mateo 20.25 al 27.

De acuerdo con el espíritu de esta declaración importante, encontramos en los escritos subsiguientes del Nuevo Testamento que el lenguaje es empleado cuidadosamente para no insinuar ninguna idea de jerarquía o de algún clero. Así se dice en 1 Pedro 5.l, “los ancianos que están entre vosotros,” y no “sobre vosotros.” En Hebreos 13.17 leemos de “vuestros pastores” a quienes el creyente se sujeta –no “gobernantes”– y la sujeción es porque ellos son guías (de egéomai).

El reconocimiento de los ancianos

Si se pregunta qué provisión ha sido hecha para la selección o designación de los ancianos a lo largo de los siglos, tendremos que confesar que no hay soporte alguno para las prácticas que son comunes en el mundo eclesiástico. Lo que sí hay son dos secciones extensas en las últimas epístolas de Pablo –1 Timoteo 3 y Tito 1– que nos explican las características de los sobreveedores.

Además, somos exhortados a reconocerles y a tenerles en estima por causa de su obra,
1 Tesalonicenses 5.12, 13. Instrucciones en cuanto a un nombramiento oficial, no las hay. Pablo y Bernabé, como hemos comentado ya, designaron los primeros ancianos en las nuevas asambleas mencionadas en Hechos capítulo 14, y en una ocasión posterior Timoteo y Tito fueron comisionados por Pablo para hacer la misma cosa en sus respectivos campos de servicio. ¿Pero quién se atrevería a decir que cuenta con semejante autoridad hoy día? La autoridad apostólica fue necesaria en los primeros días de la Iglesia, antes de contar con todo el conjunto de las Sagradas Escrituras, pero estamos obligados a reconocer que no se hizo provisión alguna para la continuación de esta autoridad.

La autoridad está en la letra de las Escrituras

Sí tenemos instrucciones amplias sobre las calificaciones espirituales de aquellos que se ofrecen a participar en la obra que recae sobre los ancianos, pero ni una palabra en cuanto a su nombramiento. ¿No será, pues, que los que están calificados deben entregarse a llevar a cabo la labor, como llamados por el Espíritu Santo? A los tales les reconocemos por la labor que desempeñan y no por algún nombramiento. Semejante manera de proceder es la esencia del verdadero cristianismo.

 

 

B.  El reto del liderazgo

 

  1. D. Campbell, Terranova, Canadá

 

Fácilmente se discierne de la lectura de este escrito, tomado de uno más extenso, que el autor era evangelista pionero en una parte aislada (y severa) de Canadá. Él no expone doctrina, sino habla de una manera muy provechosa de realidades en la aplicación de la doctrina. El cáncer le segó la vida cuando hombre relativamente joven.

El Espíritu Santo hace a los líderes

Un liderazgo entre los propios creyentes de las comunidades empezó a desarrollarse muy poco después de que el Señor salvara a ese gran número entre las poblaciones del Labrador. Algunos hombres manifestaban un marcado interés en las vidas espirituales de sus prójimos, y esto nacía saber que el Espíritu Santo les había asignado el trabajo de ser sobreveedores en las pequeñas asambleas que se estaban formando.

Yo pedía consejo a menudo a cierto hermano entre éstos, ya que vi que podía llegar enseguida a la raíz de un asunto u otro que se presentaba. Había otro anciano que se caracterizaba por el calor de su corazón; era obvio que amaba a su gente y ellos a él. Estos hombres conocían a sus conciudadanos y era evidente que el Espíritu les estaba señalando como ancianos. Esto mismo se veía en tantas asambleas nuevas en Terranova y Labrador en esos años de gran crecimiento en la obra nueva.

Con el tiempo uno se da cuenta de que muchas veces hay hombres que asumen un puesto para el cual no han sido preparados.  Ellos buscan prestigio pero no quieren trabajo. Algunos tienen los años pero no la madurez. Otros tienen la habilidad pero no la humildad ni el toque personal. Hay otros que pueden explicar todo lo malo pero no promueven lo bueno.

A medida que una obra progresa más allá de la primera generación de creyentes, los líderes deben preocuparse por asignar tareas específicas a los que son menores en edad que ellos. He visto que los que son relativamente nuevos en la fe no pueden fingir por mucho tiempo; si están dispuestos y tienen entusiasmo por las cosas del Señor, esta condición de alma se hará manifiesta por la manera cómo responden a las necesidades que se presentan.

Puede haber ocasiones, especialmente en una asamblea nueva, cuando hace falta un cambio de líderes. Tal vez sea a causa de una falta de experiencia o crecimiento en aquellos que fueron primeros en la obra. Quizás sea porque los primeros ancianos realmente no comprenden la cultura de sus hermanos nuevos en la fe. Sucede a veces que en una comunidad hay un creyente exitoso en su negocio, o prominente en la vida social de los cristianos, pero nada apto para servir como anciano en la iglesia local. Es muy posible que su vida espiritual no le capacite para conducir a los creyentes en cuestiones espirituales. Un hombre puede ser pescador bueno o banquero exitoso pero comunicador deficiente.

Hay peligros en el liderazgo. Un peligro es que uno use su influencia como anciano para ejercer presión ilícita sobre otro. Es posible abusar de la responsabilidad, aun entre los creyentes. Uno se encandila por la autoridad que piensa que tiene. Es posible ser avispado sin ser espiritual.

Cualidades del liderazgo espiritual

Un líder debe saber comunicarse con el pueblo del Señor. Entre los varios ancianos tiene que haber algunos que pueden visitar en los hogares. Tiene que haber algunos que pueden ministrar sabiamente las finanzas. La gente necesita ayuda, y los líderes tienen que estar entre los cristianos para saber ayudarles.

Personalmente, creo que muchas veces hombres son incorporados en la obra de los ancianos de una manera que no sea bíblica. Puede ser por amistad, motivos políticos, o porque los ancianos mayores en edad quieren apoyo de alguien que piensa como ellos y no va a oponerse a ellos. Hermanos, debemos esperar en Dios. Debemos estudiar las Escrituras para ver qué dicen acerca de los hombres que van a conducir una asamblea.

En las congregaciones que están empezando no es nada desconocido que el Espíritu Santo indique la necesidad de no reconocer como ancianos a algunos que en un tiempo parecían serlo. En algunas ocasiones he tenido que señalar esta situación a mis hermanos. No fue nada fácil hacerlo, pero uno tenía que cumplir con el deber que sentía ante Dios, sabiendo que a la larga sería para el bien de la asamblea.

Ahora que estoy en las últimas semanas de mi vida, estoy del todo convencido de que nunca hay asamblea realmente buena donde no hay líderes realmente buenos. Puede que una asamblea puede llegar a ser grande sin que satisfaga las necesidades del pueblo. En cambio, si cuenta con ancianos que asumen responsabilidad en la oración por y con los creyentes, verá que el pueblo del Señor responderá a su liderazgo.

La disposición a relacionarse

No todos los ancianos son espirituales. Debemos ser honestos. Si uno finge como anciano pero no se interesa por la expansión de la obra, no tiene la mente de Dios. Si relega a segundo plano el mandato que el Señor le dio de apacentar las ovejas, entonces no es como Jesús.

La piedad con contentamiento es gran ganancia. Por mucho que uno sea llamado anciano, si está luchando siempre por obtener más de las cosas de este mundo, no es hombre espiritual.  Abundan los que quieren el mando, ser vistos y tomar las decisiones. Rara vez gozan éstos de comunión íntima con los demás en su iglesia local.

Los jóvenes que tienen problemas deben sentirse libres a conversar con los ancianos en su asamblea, y son éstos los responsables por crear este ambiente. No pocas veces los jóvenes acuden a algún activista juvenil, uno carente de las cualidades que el caso exige, porque perciben que está dispuesto a escucharles pero no así los sobreveedores de la asamblea. Hermano anciano: No se aleje de las realidades de los jóvenes en su congregación. Ellos tienen la necesidad de reunirse para cantar, trabajar juntos, estudiar a su manera y a su nivel la Palabra de Dios. Ellos necesitan el uno del otro y de usted.

Hay aquellos hermanos que se oponen a toda actividad que no sea la reunión convencional y tradicional. Pero, ¿acaso toda otra actividad sea mala? Si en cierta actividad o en determinado proyecto usted ve algo malo, explique amorosamente, Biblia en mano, dónde está el mal. Opóngase al mal, y no a la iniciativa o necesidad legítima de los que son diferentes a usted. Si el esquema va a causar dificultades por un tiempo, aconseje una mayor comunicación con los demás o tal vez un compás de espera.

No dejemos que las cosas triviales nos estorben en la obra de Dios. Algunas asambleas se atreven a actuar de una manera diferente de otras asambleas. Lo hacen en el temor de Dios, creyendo honrarle así dentro del marco de su Palabra y en respuesta a las circunstancias propias como sus líderes las perciben. Que Dios bendiga a esas asambleas. Que bendiga a sus ancianos que realmente se esfuerzan por conducir al pueblo en el temor del Señor.

 

C.                  Cualidades  requeridas  de  los  ancianos

 

  1. G. Clarke, China y Bermuda
    Este escrito y el siguiente son tomados
    del libro New Testament Church Principles

 

Las cualidades para un anciano se especifican mayormente en 1 Timoteo 3.1 al 7 y Tito 1.5 al 9; véase también 1 Pedro 5.2,3.

La habilidad natural, ingeniosidad en los negocios y posición social no califican ni descalifican a uno para el trabajo de sobreveedor en la asamblea. Es menester que los sobreveedores poseen cualidades morales y capacidad espiritual para este trabajo (no es un “cargo” ni un “puesto”). Deben ser “hombres de la Palabra,” hombres de fe y oración; en fin, tienen que ser sanos en la doctrina y consistentes en la vida.  Así los creyentes podrán acordarse de sus pastores que les hablaron la Palabra de Dios, considerando cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitar su fe, Hebreos 13.7. “… esto encarga a hombres fíeles, que sean idóneos para enseñar también a otros,” 2 Timoteo 2.2.

No menos de dieciocho palabras son usadas para indicar el carácter requerido por Dios en un verdadero anciano. También dos frases describen lo que deben ser sus capacidades y tres sus circunstancias.

Circunstancias

  1. No un neófito, o sea, un recién convertido; 1 Timoteo 3.6. La razón está en 5.22, “ni participes en pecados ajenos.” b. Marido de una sola mujer, Tito 1.6, 1 Timoteo 3.2. En un país donde era costumbre que un hombre quizás tuviese más de una mujer, el tal no podría ser anciano en la asamblea, aun si estuviese en comunión. c. Con buen testimonio en el mundo, 1 Timoteo 3.7. No es aceptable que un anciano sea desacreditado en los negocios, por ejemplo, “para que no caiga … en lazo del diablo.”

Capacidades

  1. En control efectivo de su propio hogar, 1 Timoteo 3.4, Tito 1.6. “El que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?” b. Apto para enseñar, 1 Timoteo 3.2. En griego esto es una sola palabra. El anciano no tiene que ser “un hombre de plataforma,” sino capaz de enseñar o impartir instrucción por lo menos privadamente a los creyentes nuevos.

Carácter

Hay un nivel de carácter a ser aplicado y seguido. Además de los principios generales ya mencionados, el anciano debe ser incensurable en conducta, sano e imparcial en juicio, controlado en su hablar y modo de actuar, razonable en actitud, no obstinado ni intratable y libre de avaricia. Debe ser dado a la hospitalidad.

 

D.           La obra del anciano

1.  Pastorear

Cristo mismo es el Príncipe de los pastores de su rebaño, 1 Pedro 5.2, Juan 10.16. Pedro dio un ejemplo; véase 5.1 con Juan 10.16. En Efesios 4.11 se menciona un doble don de gracia: pastores y maestros. Pastor denota la ocupación con las almas y maestro la ocupación con las Escrituras. El trabajo del pastor es especialmente el de las visitas y el del maestro es el de instrucción pública.

Entonces, el anciano apacienta el rebaño. Entre los creyentes es necesario instruir a los ignorantes, visitar a los enfermos como en Santiago 5.14, consolar a los afligidos, amonestar a los desordenados, animar a los de poco ánimo, soportar a los débiles, y restaurar a los caídos. A la vez, ¡debe ser paciente con todos! 1 Tesalonicenses 5.14, Gálatas 6.1. Él da ayuda material cuando sea necesaria, ya sea de su propia bolsa o de los fondos de la asamblea por arreglo mutuo, Hechos 20.34,35.

2.  Velar

Dice Hebreos 13.17 que ellos velan por las almas del pueblo del Señor. Esto se une con la oración, como en Efesios 6.18. Los perezosos y extraviados del rebaño están siempre en peligro; véanse escrituras como 1 Pedro 5.8, Hechos 20.29,31, 2 Corintios 11.13 al 15, Juan 10.12, Mateo 7.15 al 20. Lea lo que David dijo de su ministerio como pastor en 1 Samuel 17.34 al 36.

3.  Guiar

La palabra en griego significa estar adelante, especialmente como ejemplo. “… que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra,” 1 Tesalonicenses 5.12,13. “Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar,” 1 Timoteo 5.17. El que preside, dice Romanos 12.8, debe hacerlo con solicitud. La instrucción dada a los ancianos en 1 Pedro 5.2 es: “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros (no “debajo de vosotros”), cuidando de ella … no teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.”

4.  Gobernar

“Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e mitad su fe.” “Vuestros pastores … velan por vuestras almas,” Hebreos 13.7, 17 y 24. “El que quiere hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir …” Marcos 10.43 al 45. El verdadero anciano es un ejemplo, no un príncipe. Su autoridad es comisionada, no despótica.

5.  Dirigir

La idea es la del timonero, usándose la palabra en Hechos 27 con referencia al piloto de la nave. En 1 Corintios 12.28 son “los que administran.” Los sobreveedores guían la asamblea, conduciéndola fuera del peligro de las “rocas” que podrían naufragar su testimonio.

6.  Trabajar

En Lucas 5.5 Simón usó la palabra al decir que habían trabajado (arduamente) toda la noche en la pesca. En el punto 3 arriba hemos hecho referencia a 1 Tesalonicenses 5.12 y
1 Timoteo 5.17.  Pablo fue un ejemplo, Hechos 20.35: “En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados …” Dijo: “Estas manos me han servido.” No es meramente cuestión de asistir a las reuniones de ancianos para discutir los asuntos de la asamblea, sino trabajar entre los creyentes.

7.  Administrar

“Es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios,” Tito l.7. El anciano es como el mayordomo fiel de Lucas 12.43,44. “Téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, se requiere de los administradores que cada uno sea hallado fiel,” 1 Corintios 4.1,2.

8.  Enseñar

“Es necesario que el obispo sea … retenedor de la palabra fiel como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen,” Tito 1.9. “Es necesario que el obispo sea … apto para enseñar,” 1 Timoteo 3.1,2, “… no un neófito … “ “El siervo del Señor no debe ser contencioso sino … apto para enseñar …” 2 Timoteo 2.24,25.

 

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