Notas sobre las Epístolas Pastorales; Wm Rodgers (#536)

 

Notas sobre las Epístolas Pastorales

William Rodgers 1879-1951

Omagh, Reino Unido

 

Contenido

 

                        Primero: Las cartas y su lenguaje

1                      Epístolas pastorales

2                      Tito y Timoteo

3                      Espiritualidad versus habilidad

4                      Palabras clave en las cartas

Cuadro A: Referencias a la piedad

5                      Actividades de Pablo

6                      Contraste con epístolas anteriores

7                      Paralelos con 1 y 2 Pedro

8                      La asamblea de Éfeso

9                      La correspondencia para Éfeso

Cuadro B: La Palabra de Dios en “el grupo efesio”

Cuadro C: “En amor”

10                    Los fieles y los peligrosos

11                    La necesidad de hoy

                        Segundo: La doctrina y la piedad

12                    Las cosas saludables

13                    El lenguaje médico

14                    La enfermedad espiritual

15                    La sana doctrina

Cuadro D: El sermón del monte en 1 Timoteo 6

16                    La piedad

17                    El temor de Jehová

18                    La piedad en 1 Timoteo

Cuadro E: Citas sobre el temor de Jehová

19                    El misterio de la piedad

                        Tercero: La desviación y el fracaso

20                    “Fe” y “la fe”

Cuadro F: La expresión “la fe”

21                    Apartarse de la fe

22                    Descripciones del fracaso

23                    Amor, conciencia, fe

24                    Los motivos falsos

25                    La buena conciencia

26                    La mala conciencia

27                    La apostasía

28                    Matrimonio y comida

29                    La vida en el hogar

30                    Unas jóvenes fracasadas

31                    La riqueza

32                    La falsa sabiduría

                        Cuarto: Los creyentes y sus líderes

33                    El glorioso evangelio

Cuadro G: Los diez mandamientos en 1 Timoteo

34                    El papel de las mujeres

35                    Los obispos

36                    Quiénes son los ancianos

37                    Ancianos en Israel

38                    “Epískopos”

39                    Los diáconos

40                    Los pastores

41                    El líder que peca

42                    La santidad propia

43                    Recibir para dar

44                    El buen ministro

45                    La disciplina propia

                        Quinto: La salvación y las buenas obras en Tito

46                    La condición en Creta

47                    La salvación en Tito

48                    La sobriedad y las obras

49                    La vida cotidiana

                        Sexto: El varón de Dios en los días postreros

50                    El mensaje de 2 Timoteo

51                    Moisés y Josué

52                    Los encargos a Timoteo

53                    Ejemplos del varón de Dios

54                    Dificultades para el varón de Dios

55                    Estímulos para el varón de Dios

56                    El hijo y el siervo

57                    Las metas del creyente

58                    El creyente como soldado

59                    Los negocios de la vida

60                    El obrero y la Palabra

61                    El vaso limpio

62                    Algunos vasos sucios

63                    Profecías sobre los días postreros

64                    Perversidad y santidad

65                    El peligro del amor propio

66                    Pablo como ejemplo

67                    Las Escrituras en el hogar

68                    Guardar y predicar la Palabra

69                   La carrera de Pablo

 

 

Primero: Las cartas y su lenguaje

1       Epístolas pastorales

Quizás el término Epístolas Pastorales sea desconocido para algunos de los lectores, pero es uno que se usa a menudo al referirse al conjunto de las cartas a Timoteo y Tito.

De que si el título conviene no hay duda, ya que las tres cartas fueron escritas cuando ellos estaban ocupados en una gran obra pastoral entre los santos en Éfeso y Creta respectivamente. Las cartas —1 Timoteo, 2 Timoteo y Tito— tienen mucho para instruir y guiar en tal servicio, no sólo a Timoteo y Tito sino a todos los que quieren seguir en sus pisadas.

Esto no quiere decir que los dos hombres eran “pastores” en el sentido en que algunos emplean la palabra hoy día, como título de un individuo designado y remunerado por una congregación para que se encargue de la predicación y oración. Menos aun quiere decir que los dos eran los “obispos” sobre las iglesias en los lugares nombrados, como nos han dado a entender las notas agregadas en algunas ediciones de la Biblia.

Debemos reconocer siempre que las notas al pie de la página o en el margen no forman parte de la Palabra inspirada. Tomemos, por ejemplo, lo que dice la edición de Nacar-Colunga* en el sentido de que el apóstol “encargó a Timoteo el gobierno de la iglesia de Éfeso”. Es absurdo, ya que sabemos por Hechos 20.28 que antes de la llegada de Timoteo existía un grupo de hombres que el Espíritu Santo había designado como obispos de dicha asamblea. Casi tan absurda es la idea, expresada también en la Nacar-Colunga,* que la epístola para Tito fue escrita desde Nicópolis, cuando Pablo mismo nos muestra que él no había llegado aún al tal lugar. Dice en Tito 3.12, “allí [no acá] he determinado pasar el invierno”.

* El autor alude a versiones publicadas en inglés, pero hemos usado como ejemplo
una redactada en castellano.

2       Tito y Timoteo

Leyendo los primeros versículos de las cartas a Timoteo y Tito, vemos claramente que estos siervos del Señor no ocuparon puesto fijo en las iglesias de Éfeso y Creta. Se ve que Pablo, al terminar sus visitas a las respectivas asambleas, los dejó por el momento para que promoviesen algunos arreglos que vio necesarios para el bienestar de los santos, y también para frenar las actividades de algunos hombres quienes estaban adelantándose para dar enseñanzas dañinas al testimonio.

Pablo esperaba que Timoteo y Tito volverían a él cuando hubiesen realizado sus tareas en este sentido, y que otros hermanos podrían continuar con la obra en lugar de ellos. Específicamente, previó que Artemas y Tíquico podrían llevar una responsabilidad: “Cuando envíe a ti a Artemas o a Tíquico, apresúrate a venir …” Tito 3.12. “Procura venir pronto a verme … a Tíquico lo envié a Éfeso”, 2 Timoteo 4.9,12.

También es evidente que Pablo, antes de dejarles, había autorizado a Timoteo y Tito hacer cosas que normalmente corresponderían a un apóstol. Una de estas cosas era el nombramiento de ancianos en ciertas asambleas. En relación con esto es interesante notar las distintas maneras en que se menciona el asunto a cada siervo: (a) Tito tenía que corregir lo deficiente y establecer ancianos en cada ciudad, Tito 1.5. Esto da a entender que no existían sobreveedores reconocidos en Creta, cosa que no nos extraña en vista de que no leemos de una obra apostólica en dicha isla en alguna ocasión anterior. (b) A Timoteo, en cambio, se le dice que “si alguno anhela obispado …” 1 Timoteo 3.1, que concuerda con el hecho de que ya había sobreveedores o ancianos en Éfeso, y lo que faltaba por hacer era aumentar su número.

Sin duda era de gran consuelo a Pablo tener la ayuda de dos colaboradores jóvenes como eran Timoteo y Tito. Él sabía que su carrera estaba por terminarse pero que éstos tenían no sólo la habilidad sino también el ardiente deseo de ayudar a los santos en el camino del Señor.

Cuando Moisés supo que el tiempo de su partida había llegado y, como Pablo, sabía que se acercaban días malos para el pueblo de Dios, su oración fue: “Ponga Jehová Dios … un varón sobre la congregación que … lo saque y los introduzca para que la congregación de Jehová no sea como ovejas sin pastor”. Véanse Números 27.12 al 17 y Deuteronomio 31.29. Podemos estar seguros de que el apóstol tenía el mismo deseo y vio en estos dos hombres el carácter necesario.

Veamos las palabras que había dicho antes en cuanto a ellos: (a) De Tito en 2 Corintios 8.23: “Es mi compañero y colaborador para con vosotros”, y en el capítulo 7 de la misma Epístola habla de la consolación y gozo que Tito tenía al ver que los santos estaban deseosos de corregir lo malo entre ellos. (b) Para Timoteo encontramos la más fuerte expresión de aprobación jamás usada por Pablo en cuanto a un consiervo. En Filipenses 2.19 al 23 dice, “a ninguno tengo del mismo ánimo, y que tan sinceramente se interese por vosotros”.

Los dos habían estado mucho con Pablo y se habían manifestado dispuestos a aprender. Ahora que él se va, la gran experiencia que habían ganado les sería muy provechosa.

3       Espiritualidad versus habilidad

Está todavía con nosotros esta necesidad que Pablo y Moisés sintieron. Me refiero a la necesidad de que sean levantados hombres jóvenes para llevar el testimonio de nuestro Señor a medida que sean llamados para arriba los hombres principales de mayor edad, quienes en su tiempo fueron usados y bendecidos por Dios.

Casi pudiéramos desesperar a veces cuando pensamos en esta necesidad, dada la gran falta de espiritualidad y devoción tan evidente entre un número creciente de los jóvenes de algunas asambleas. No es que carezcan de cierta habilidad, pero su habilidad sin la espiritualidad cumple los fines de Satanás y no la obra de Dios. Por ejemplo:

  • Coré, Datán y Abiram eran hombres capaces a su manera, “príncipes de la congregación … varones de renombre”, y fueron capaces de ganar el apoyo de la mayoría del pueblo de Dios, Números 16.1,2,19. Sin embargo, el resultado fue desastroso.
  • Himeneo y Fileto también parecen haber sido jóvenes preparados, pero el efecto de sus enseñanzas maliciosas fue el trastorno de la fe de algunos, 2 Timoteo 2.16 al 19.

¡Que el Señor nos guarde de la habilidad mal adoptada de los tales, y que levante entre nosotros unos como Josué y Timoteo! Necesitamos hombres que eran alumnos antes de ser maestros, hombres que serán fieles en continuar el testimonio en vez de destruir lo que otros más santos han construido.

4       Palabras clave en las cartas

Pablo envió estas tres epístolas a sabiendas de que cada uno de estos dos amigos afrontaría grandes dificultades en el servicio que le había sido encomendado por tiempo limitado. Él quería guardarles y animarles.

Son las últimas entre las cartas de Pablo que tenemos ahora, y las tres fueron escritas poco antes de su muerte. En el caso de 2 Timoteo, esto se ve claramente en el 4.6 al 8. De ser cierto en cuanto a esa Epístola, tiene que ser para las otras dos también; existen muchas pruebas de un estrecho enlace entre las tres, además de que éstas se escribieron posteriormente a otras epístolas paulinas.

Veremos que en las tres se hace hincapié en los mismos aspectos de ciertas verdades. En ellas encontramos varias veces ciertas palabras y frases empleadas poco o nunca en otros libros de las Escrituras. Algunos ejemplos:

  • En el Nuevo Testamento hay dos palabras griegas traducidas al castellano como doctrina. Ambas vienen de la misma raíz pero las formas distintas que tienen les dan una pequeña diferencia en sentido. La una significa más el hecho de enseñar y la otra el contenido de la enseñanza. La primera se encuentra a menudo en los Evangelios, Hechos y otras partes; se la usa sólo dos veces en estas epístolas. La segunda palabra se encuentra aquí quince veces y en todas las demás partes del Nuevo Testamento sólo seis veces.
  • Otra ilustración es la palabra que quiere decir saludable o dando buena salud, traducida en estos libros como “sano”. Fuera de estas epístolas se la emplea sólo tres veces en Lucas y una vez en 3 Juan, y siempre con referencia a la salud del cuerpo. En cambio, está presente ocho veces en las cartas a Timoteo y Tito, y en cada caso se refiere a la salud espiritual, no a la corporal. Véase Cuadro A.

 

 

 

 

Cuadro A:   Referencias a la piedad

1 Timoteo           2.2       vivamos quieta y reposadamente en toda piedad

2.10     mujeres que profesan piedad

3.16     grande es el misterio de la piedad

4.7       Ejercítate para la piedad

4.8       la piedad para todo aprovecha

5.4       aprendan éstos primero a ser piadosos

6.3       la doctrina que es conforme a la piedad

6.5       la piedad como fuente de ganancia

6.6       gran ganancia es la piedad

6.11     sigue la justicia, la piedad

2 Timoteo           3.5       tendrán apariencia de piedad

3.12     que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús

Tito                    1.1       la verdad que es según la piedad

2.12     vivamos en este siglo piadosamente

 

  • Un ejemplo más es piedad. No la encontramos en otra carta de Pablo, pero en estas tres la vemos diez veces. Véase Cuadro B.

 

Notaremos otras cosas en cuanto a estas voces más adelante en estas Notas, y será todavía más evidente que las tres epístolas forman entre sí un solo grupo.

La ocasión de su preparación es después del último capítulo de Hechos, como es también el caso en cuanto a Efesios, Coloreases, Filmen y Filipenses. Es posterior a la terminación del encarcelamiento del escritor en Roma. Leemos en Hechos 28.16 de ese encarcelamiento, y en Filipenses 1.23 al 26 aprendemos que él fue puesto en libertad luego para servir al Señor y a los santos por un poco de tiempo más. Después de esto fue encarcelado nuevamente, y sabemos por 2 Timoteo 4 que de allí no salió hasta que terminó su carrera y cual mártir fue a estar con Cristo.

 

Cuadro B:  La Palabra de Dios en “el grupo efesio”

Hechos         19.20          prevalecía poderosamente la palabra del Señor

20.32           os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia

Efesios           5.26           el lavamiento del agua por la palabra

6.17           la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios

Colosenses     3.16           La palabra de Cristo more en abundancia

1 Timoteo      4.5            por la palabra de Dios es santificado

2 Timoteo      2.9            la palabra de Dios no está presa.

2.15           que usa bien la palabra de verdad

3.15 al 17 Toda la Escritura es inspirada por Dios

4.2            que prediques la palabra

1 Pedro          1.23 al 25 la palabra del Señor permanece para siempre

2.2            la leche espiritual no adulterada

2 Pedro          1.19 al 21 la palabra profética más segura

1 Juan            2.14           la palabra de Dios permanece en vosotros

Apocalipsis     3.8            has guardado mi palabra

5       Actividades de Pablo

Poco se nos ha revelado en cuanto a esta etapa en la vida del apóstol, excepto que entre sus dos reclusiones visitó a varios lugares y algunas de estas visitas se mencionan en las Epístolas Pastorales. No sabemos si logró visitar España (véase Romanos 15.24) pero la tradición corriente entre los santos de los primeros tiempos era que sí.

Sabemos a ciencia cierta que fue a Creta; Tito 1.5. Antes, el barco que le llevó preso a Roma había tocado esa isla y él aconsejó que esperasen allí hasta que pasase el mal tiempo. Desconocemos si se quedaron en el puerto suficiente tiempo para permitirle hacer una obra por su Maestro. Es dudoso que le hayan dado oportunidad, ya que rechazaron sus consejos en cuanto a la tempestad; la nave continuó su viaje y naufragó. De todos modos, vio la isla, sintió su necesidad, y volvió a Creta una vez suelto.

En el intervalo entre sus dos destierros visitó también a Éfeso, Mileto y quizás algunos otros pueblos del Asia (parte de lo que llamamos hoy día Turquía); véanse 1 Timoteo 1.3 y 2 Timoteo 4.20. Parece que fue en esta ocasión que sucedió el triste asunto al cual se refiere 2 Timoteo 1.15: “Me abandonaron todos los que están en Asia …”

Trófimo le acompañó a Mileto pero a causa de enfermedad se quedó allí mientras Pablo cruzó el Mar Egeo. Sin duda visitó a sus viejos amigos en Filipos, Tesalónica, etc. antes de llegar a Corinto. En ésa se quedó otro compañero, Erasto; parece que era oriundo de aquellas partes, ya que leemos en 2 Timoteo 4.20, “Erasto se quedó en Corinto”, y Romanos 16.23, “Os saluda Erasto, tesorero de la ciudad”.

A lo mejor Pablo escribió 1 Timoteo y Tito cuando estaba en Corinto. Quizás de allí siguió por la costa hacia Nicópolis; él quería invernar en ese puerto, y deseaba la compañía de Tito, según Tito 3.12. Aparentemente fue en Nicópolis o antes de llegar a ésa que el apóstol fue arrestado nuevamente, porque el próximo sitio donde le encontramos es la cárcel. Y, cuando escribió nuevamente (2 Timoteo), reconoció que su carrera estaba por terminarse.

6       Contraste con epístolas anteriores

Posiblemente algunos opinan que ha sido pérdida de tiempo trazar así los movimientos de Pablo e interesarnos en saber cuándo fue que escribió sus epístolas. Pues bien, este estudio nos ayudará grandemente en obtener una cabal comprensión de las tres cartas. Además, aumentará la importancia que ellas tienen para nosotros al reconocer el tipo de ministerio que el apóstol juzgó apropiado encomendar a Timoteo y Tito al final de su vida, para que ellos por su parte lo predicasen al pueblo de Dios.

Al comparar estos libros con sus escritos anteriores encontramos un cambio notable. No es un cambio en la enseñanza sino en el énfasis dado a lo que se expone. En las epístolas más viejas se destaca la doctrina: la doctrina del evangelio, la de la iglesia y su orden, de la venida de Cristo, etc. En todas, por supuesto, hay exhortaciones prácticas basadas en estas doctrinas, pero no constituyen el tema principal. En las epístolas a Timoteo y Tito el orden es lo opuesto. Hay poco nuevo en cuanto a la doctrina, pero mucho sobre el comportamiento, y muchísimas advertencias sobre los días malos por delante. Una y otra vez se subraya la idea de que la rectitud (o falta de ella) de una doctrina se comprueba por la vida que produce en sus seguidores.

No es difícil entender la razón por este cambio en el carácter del ministerio escrito del apóstol. Él dirigió sus primeras epístolas a nuevos convertidos y asambleas más o menos recién establecidas; por lo tanto, hacía falta una buena instrucción en la doctrina.

Pero, cuando Pablo se sentó a escribir estas tres últimas cartas, muchos factores nuevos habían empezado a manifestarse entre los santos. Algunos de los que habían confesado fe con mucho brillo no la habían puesto en evidencia en su vida posterior. Otros corrieron bien por un tiempo, pero ya quedaban postrados al lado de la pista. Y no pocos eran aquéllos de quienes se había esperado mejores cosas pero resultaron ser sembradores de problemas y desacuerdos en las asambleas. Pablo conoció a todos éstos cuando escribió, y es muy aparente que los tales estaban en sus pensamientos mientras redactaba las cartas.

7       Paralelos con 1 y 2 Pedro

Hemos venido estudiando el carácter del ministerio de Pablo en estas últimas cartas suyas, notando algunas diferencias entre ellas y las de fechas anteriores. Quizás sería interesante dirigir nuestros pensamientos ahora a las cartas de su coapóstol Pedro.

Es bastante probable que Pedro escribió sus cartas poco después que Pablo envió las suyas a Timoteo y Tito. Pedro también estaba pensando en su partida que se acercaba cuando escribió; 2 Pedro 1.13 al 15. Por con-siguiente podemos esperar ver en ellas cosas que ese gran siervo de Cristo consideró necesarias para despertar con exhortación el limpio entendimiento de los creyentes antes de irse él, 2 Pedro 3.1.

Una comparación de los últimos mensajes de Pablo muestra que los de Pedro son del mismo tono. Pedro hace hincapié en el comportamiento y advierte que habrá maestros falsos y otros peligros en los tiempos postreros; esto es también el caso en 1 y 2 Timoteo. Sin embargo, hay una diferencia notable. Pedro se refiere varias veces a la persecución feroz que comenzó en el intervalo; tanto Pablo como Pedro murieron en el curso de esta misma vejación.

Pedro dirigió sus epístolas a los santos del Asia entre otros, 1 Pedro 1.1. Esta era la provincia cuya capital fue Éfeso. Considerando que Timoteo estaba en Éfeso cuando Pablo le envió estas cartas, vemos otro eslabón que une las escrituras citadas.

8       La asamblea de Éfeso

Sin embargo, es solamente uno de los muchos enlaces de este orden que existen en el Nuevo Testamento; mucho del Testamento guarda una u otra relación con Éfeso y sus contornos. Uno puede entender la epístola a los efesios mucho mejor si al leerla guarda en mente su conexión con otras secciones de las Escrituras.

Para empezar, tenemos en Hechos una historia de la gran obra que Pablo realizó allí. En una ocasión, Hechos 16.6, “les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia”. Después, Pablo visitó la ciudad brevemente, 18.19 al 21, y luego volvió para llevar a cabo el servicio más largo, más difícil y más fructífero de toda su carrera. Durante su estadía en esta ocasión “todos los que habitaban en Asia … oyeron la palabra del Señor Jesús”, Hechos 19.10, porque le fue abierta una puerta “grande y eficaz”, 1 Corintios 16.9, no obstante los muchos adversarios. Las dificultades causadas por estos adversarios se narran en Hechos 19 desde el punto de vista exterior,   y en 2 Corintios 1.8 al 10 desde el punto de vista interior.

Pasamos ahora a Hechos 20.16 al 38 donde encontramos a Pablo reunido a propósito con los ancianos de la asamblea de Éfeso cuando iba de viaje a Jerusalén. Su discurso solemne en esta ocasión se reproduce ampliamente, incluyendo sus advertencias sobre los peligros externos e internos y también la remisión “a Dios y a la palabra de su gracia”. En ambos puntos su prédica a esos sobreveedores prefiguró el carácter del ministerio que escribiría años después en las Epístolas Pastorales.

9       La correspondencia para Éfeso

Vienen a la mente luego sus famosas cartas a los santos en Éfeso y el pueblo vecino de Colosas. En Efesios y Colosenses se alcanzan las alturas y profundidades máximas de toda la enseñanza en el Nuevo Testamento. De ellas pasamos a las epístolas a Timoteo; hemos dicho ya que Éfeso fue el destino de estas dos cartas. Siguiendo tras éstas hay las de Pedro, dirigidas a los santos en Asia y otras partes. Al final del Testamento leemos que el libro del Apocalipsis fue dirigido específicamente a las asambleas de Éfeso y los distritos vecinos.

Es dudoso que aun así hayamos completado la lista de las escrituras relacionadas con esta parte del mundo romano. Evidentemente Juan pasó sus últimos años en Éfeso; es probable que sus epístolas, y quizás su evangelio también, fueron escritas allí.

Cuando uno estudia estas escrituras en conjunto se ve que en ellas se destacan, se repiten y se desarrollan ciertas facetas de la verdad más ampliamente que en cualquier otra parte. Por ejemplo, la mayoría de los conocidos pasajes del Nuevo Testamento sobre la importancia de la Palabra de Dios en la vida del creyente se encuentra en el “grupo efesio”. Véase Cuadro B.

La mayoría de las referencias al amor también están en ese grupo. Las más llamativas son:

  • los seis en amor de Efesios; véase el Cuadro C
  • los varios amores ilícitos en 1 y 2 Timoteo
  • el amor a sí mismo, el amor al dinero, el amor para el mundo
  • el reto a la iglesia en Éfeso tocante a su primer amor, Apocalipsis 2.4
  • los muchos versículos en 1 Juan

 

Cuadro C:  “En  amor”  en  Efesios

                 Efesios          1.5        en amor habiéndonos predestinado

3.17       arraigados y cimentados en amor

4.2        soportándoos los unos a los otros en amor

4.15       siguiendo la verdad en amor

4.16       edificándose en amor

5.2        andad en amor

 

Al otro lado, se encuentran muchas referencias a las actividades de Satanás y sus espíritus obrando en contra del pueblo de Dios. En el relato en Hechos sobre los tres años en Éfeso se destaca la oposición diabólica, 19.13 al 16, como había también cuando nuestro Señor ministró en Galilea. Además, ¡los nuevos convertidos poseían y quemaron libros sobre la magia satánica valuados en unas 50.000 piezas de plata! Satanás nos está presentado también en Efesios 2.2, 4.27, 6.11,12, 1 Pedro 5.8 y más de todo en el Apocalipsis.

Tal vez las más interesantes referencias al diablo se encuentran en las epístolas a Timoteo:

  • entregué a Satanás para que aprendan a no blasfemar, 1 Timoteo 1.20
  • la condenación del diablo; el lazo del diablo; 1 Timoteo 3.6,7
  • escapen del lazo del diablo, 2 Timoteo 2.26
  • espíritus engañadores y doctrinas de demonios, 1 Timoteo 4.1.
  • han apartado en pos de Satanás, 1 Timoteo 5.15
  • la boca del león [Satanás, sin duda] 2 Timoteo 4.17

10     Los fieles y los peligros

Con todo esto, quizás los enlaces más importantes entre las escrituras que forman “el grupo efesio” son aquellos que exponen por un lado el valor de los hombres capacitados, sujetos al Señor y de corazón fiel, y por otro lado los hombres que son peligrosos por ser hábiles pero no consagrados al Señor. Mencionaremos cinco ejemplos:

(a) Hemos visto en el libro de Hechos la sujeción de Pablo en no ir a Éfeso hasta llegar el momento señalado por Dios. También se ve el carácter del buen Apolos y su disposición de aprender, 18.24 al 28. En contraste hay la advertencia a los ancianos, 20.30, sobre los peligros que pueden surgir de entre ellos mismos.

(b) En Efesios 4.7 al 16 aprendemos cuáles son los resultados del buen uso de los dones que Dios ha dado. (Por cierto, éste puede llamarse el pasaje fundamental sobre el porqué de los dones). En Colosenses 2.4 al 8 se presenta lo opuesto, a saber, los daños que pueden causar los maestros que no se sujetan a Cristo.

(c) En 1 Timoteo encontramos hombres dedicando a Dios su habilidad y don: los obispos en capítulo 3, el buen ministro en capítulo 4 y los ancianos en capítulo 5. En contraste, en 2 Timoteo 2.17,18 encontramos el caso de Himeneo y Fileto, hombres también dotados pero haciendo la obra de Satanás.

(d) Se nota la comparación que Pedro hace: En 1 Pedro 4.10,11 dice que, “Cada uno según el don que ha recibido, ministre a otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios … para que en todo Dios sea glorificado”. En un tono similar dice en 5.1 al 4: “Ruego a los ancianos que están entre vosotros … apacentad la grey de Dios, cuidando de ella … y cuando aparezca el príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona”. Pero, en 2 Pedro 2.1,2 él trata un tema muy diferente: “Hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros, falsos maestros que introducirán encubiertamente herejías destructoras, aun negando al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado”.

(e) Nótese también que las epístolas de Juan y las cartas del Apocalipsis están llenas de alertas en cuanto a los que enseñan lo malo.

11     La necesidad de hoy

Todo esto contiene lecciones para nuestros tiempos. Existen todavía los mismos peligros: el peligro de dejar el primer amor, el peligro de no dar el debido lugar a la Palabra y el peligro de hombres competentes que han perdido la comunión con Dios y se han convencido que son muy importantes. Muchos entre el pueblo de Dios han caído ya en estos peligros, y a los mismos todos nosotros estamos expuestos.

La condición actual de las cosas es muy parecida a la que se ve en las epístolas para Timoteo y Tito. Con confianza podemos buscar en ellas las advertencias y los alientos que nos hacen falta.

Las asambleas existentes en una época pasada recibieron mucho ministerio sobre la doctrina; era lo que más necesitaban. Algunas verdades en cuanto al carácter de la dispensación actual, la vocación celestial de la Iglesia, la unidad de la Iglesia, la segunda venida de Cristo, el futuro de Israel y otras doctrinas fueron sacadas a la luz después de siglos de olvido. Las tales verdades extrajeron los santos de las organizaciones eclesiásticas donde se encontraban y los unieron en su nueva separación. Era natural, pues, apreciar y ministrar estas verdades.

Todavía es necesario este ministerio doctrinal, y será necesario mientras hay la profesión de fe sin el cambio de vida, la condición tibia de algunos que daban gran promesa, el surgimiento de perturbadores, y más que todo una voluntad de conformarse al mundo. Siendo así, mucha es la falta que nos hace un ministerio de amonestación, subrayando a menudo las exigencias impuestas sobre la conducta particular por la verdad que profesamos como nuestra. Es en este sentido que las últimas epístolas escritas por Pablo tienen un gran valor hoy día.

 

 

 

Segundo: La doctrina y la piedad

12    Las cosas saludables

En capítulos anteriores nos referimos a ciertas pala-bras encontradas a menudo en las Epístolas Pastorales. Estudiemos ahora algunas de ellas. Dijimos que la palabra traducida sano significa “saludable” en el idioma griego, y cuando se la usa en Lucas y 3 Juan es en cuanto a la condición del cuerpo. En cambio, se emplea sano nada menos que ocho veces en estas epístolas, y siempre con referencia a lo espiritual en vez de lo corporal.

Cuatro veces está vinculada con la doctrina:

  • La ley no fue dada para el justo, sino … para cuanto se oponga a la sana doctrina. 1 Timoteo 1.10
  • Vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina. 2 Timoteo 4.3
  • Retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen. Tito 1.9
  • Tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina. Tito 2.1

Dos veces está vinculada con el modo de hablar:

  • Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad,
    está envanecido. 1 Timoteo 6.3
  • Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste. 2 Timoteo 1.13
  • Dos veces está vinculada con la fe:
  • Este testimonio es verdadero; por tanto, repréndeles duramente,
    para que sean sanos en la fe. Tito 1.13
  • Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia. Tito 2.2

Todas estas cosas se relacionan entre sí, ya que la doctrina sana produce creyentes sanos en la fe, y ellos a su vez tienen una conversación sana.

Antes de proceder, vamos a asegurarnos bien que entendemos correctamente qué quiere decir la frase la sana doctrina.

En nuestros días se emplea la expresión negligentemente, como igual en sentido a “doctrina correcta”. Para Pablo la sana doctrina era algo mayor. Uno puede guardar o profesar una doctrina correcta pero a la vez estar en una mala condición espiritual, y ésta es precisamente una de las debilidades evidentes en nuestra época, como fue también con los de Romanos 1.18, quienes detenían la verdad con injusticia. El sentido que Pablo da a la sana doctrina es la de la enseñanza sanadora; la tal produce creyentes sanos porque es “la doctrina que es conforme a la piedad”, 1 Timoteo 6.3, Tito 1.1.

13     El lenguaje médico

Nos interesa el lenguaje semimédico en estas epístolas. Con sólo dos salvedades (1 Timoteo 5.23 y 2 Timoteo 4.20) él también guarda relación con lo espiritual en vez de la salud corporal. Casi estamos dispuestos a sugerir que el modo de expresión de Pablo fue influenciado por la presencia con él de “Lucas el médico amado”, 2 Timoteo 4.11. Veamos algunos términos semimédicos:

  • Encontramos el antónimo de sano en 1 Timoteo 6.4 donde habla de uno que delira acerca de cuestiones y contiendas. [Nota del traductor: Quizás la cláusula se expresa más exactamente en la traducción de Pablo Besson: “… mas tiene la enfermedad de cuestiones y contiendas”.] En vista de que sólo aquí se usa esta palabra (que en griego quiere decir enfermo), parece que se desea hacer un contraste con las “sanas palabras” del 6.3. En el versículo 3 las palabras producen santos sanos y en el 4 producen santos enfermos.
  • En 2 Timoteo 4.3 leemos de una enfermedad que es lamentablemente común en nuestros tiempos modernos. Es la comezón de oir.
  • En 2 Timoteo 4.17 hay la palabra que carcome como gangrena, la cual se reproduce y se desparrama.

14     La enfermedad espiritual

Habiendo en el medio estas enfermedades, ¿no hará falta la doctrina sanadora? Los enfermos y enfermizos entre el pueblo del Señor son muchos. Sería provechoso para cualquiera de nosotros probar su propia condición, como hacemos con tanta prontitud si sospechamos la salud de nuestros cuerpos. Muchos de los síntomas son parecidos y por lo tanto no debe ser difícil descubrir algunas de las enfermedades espirituales.

Por ejemplo, la primera advertencia de una enfermedad es a veces un cansancio que nos quita las ganas de trabajar. Nos falta energía, y las tareas que antes eran placenteras se vuelven onerosas. Ahora, si administramos esta prueba a los creyentes, ¿no encontraremos muchos enfermos?

Descubriremos algunos con tan poca fuerza que casi no pueden reunirse con sus hermanos; ellos dicen que esto se debe a la condición de su cuerpo pero en realidad la causa es una enfermedad del corazón espiritual. Otros no se han debilitado tanto; ellos asisten regularmente pero les falta la fuerza para prestar una ayuda, bien sea en el evangelio o entre sus mismos hermanos. Los inconversos tendrán que ir al infierno sin aviso y otros hermanos tendrán que llevar a cabo las funciones de la asamblea, porque estos enfermizos no piensan levantar la mano.

Otro síntoma aplicable a la enfermedad corporal y a la espiritual es la falta de apetito para la comida buena. En ambos casos esto se manifiesta de varias maneras. A veces los enfermos quieren comer una sola cosa y otras veces buscan lo que no les conviene. Esto es parecido a la comezón de oir en 2 Timoteo 4.3. Más común es el caso de la persona que come pero no crece espiritualmente; por cierto, frecuentemente hay gran desperdicio, quizás debido a la gangrena, 2 Timoteo 2.17, o una conciencia cauterizada, 1 Timoteo 4.2.

También merece atención la señal de la disposición altercadora o de pugnacidad. Aunque uno suele tratar muy correctamente a sus prójimos cuando está de buena salud, muchas veces se pone bastante difícil con los que le cuidan de una enfermedad dolorosa. Si nos es difícil vivir con nuestros hermanos en la fe, y si poco o nada provoca un roce, ¿no debemos sospechar que nuestra salud espiritual se haya debilitado? Lamentable mente, los demás se dan cuenta de este síntoma más rápidamente que uno mismo.

La doctrina sanadora, o la sana doctrina que el apóstol enseña, es buena medicina para todas estas enfermedades. Mientras más de ésta se tome, mejor; quizás ella tendrá un sabor amargo al principio, pero si uno la toma regularmente verá que sí da gusto más adelante.

15     La sana doctrina

Su contenido no es ningún secreto, como es el caso con tantos remedios humanos. La receta no está en latín, como las mal escritas notas de tantos médicos. Si uno lee los pasajes ya citados, tomados de las tres epístolas que estamos estudiando, sabrá de qué se compone este remedio divino. Vamos a comentar sobre algunos de sus ingredientes.

Primeramente, esta doctrina robustecedora se compone en mayor parte del evangelio por el cual fuimos salvados al principio. Es “la sana doctrina según el glorioso evangelio del Dios bendito”, 1 Timoteo 1.10, 11. El remedio ha sido bien comprobado, porque una y otra vez se ha visto que el evangelio presentado en el poder del Espíritu no sólo toca a los pecadores sino también ayuda a los salvos. Una enfermedad espiritual que no responde en nada al evangelio es un caso extremadamente grave.

El mensaje sanador de 1 Timoteo 6.3 es “las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo”. Por supuesto, en un sentido el término abarca todas las Escrituras, pero el contexto da a entender que se refiere más específicamente a las palabras dichas por Cristo cuando estaba en el mundo. Compare los mandamientos en 1 Timoteo 6 con, por ejemplo, el Sermón del Monte; casi no se puede negar que mucho de lo que el Señor dijo en esa ocasión se repite en Timoteo y que Pablo lo considera como una parte de su medicina.

El capítulo comienza con una exhortación a los siervos y es un eco de lo dicho en Lucas 12.42 al 47; la razón dada en Timoteo es parecida a la de Mateo 5.16. (Véase el Cuadro D). Las referencias al sustento y abrigo y las amonestaciones a los ricos nos traen a la mente las palabras de Jesús sobre los mismos temas en Mateo 6.19 al 34, etc. “Dadivosos, generosos” en el 6.18 se conecta con varios dichos en el Sermón. Y hay, más que todo, “atesorando para sí buen fundamento para lo porvenir”. ¿No es esto una aplicación obvia de las dos ilustraciones al fin del Sermón del Monte? Todas estas exhortaciones componen las palabras sanas que el autor tenía en mente.

Hemos alargado mucho estos comentarios y por tanto diremos muy poco sobre dos componentes más de la medicina espiritual. En 2 Timoteo 1.13 dice, “las sanas palabras que de mí oíste”, y el versículo anterior insinúa que se refiere específicamente a la verdad que el autor asimiló en su propia experiencia. Cuando uno expone lo que ha experimentado, la cosa lleva mucho más peso que cuando habla de lo que no ha tenido que poner por obra. Recuerdo que algunos de los siervos de tiempos pasados solían pedir al Señor que fuesen “librados de traficar en verdades no vividas” y muchos de los que ministran en las reuniones ahora bien podrían orar de la misma manera.

 

Cuadro D: El Sermón del Monte en 1 Timoteo 6

1 Timoteo      6.1            tengan a sus amos por dignos de todo honor

Lucas 12.42 al 47 Bienaventurado aquel siervo

6.6            la piedad acompañada de contentamiento

Mateo 6.25 No os afanéis por vuestra vida

6.9            los que quieren enriquecerse

Mateo 6.19  No os hagáis tesoros en la tierra

6.18          que sean ricos en buenas obras

Mateo 5.42 Al que te pida, dale

6.19          atesorando para sí buen fundamento

Mateo 7.24 edificó su casa sobre la roca

 

En 2 Timoteo 4.2, 3 encontramos la sana doctrina vinculada con la reprensión. “Redarguye, reprende… porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina”. La causa de esta situación es la comezón de oir. La reprensión no es un componente agradable en la sana doctrina pero a veces es muy necesaria.

Lo demás tendremos que dejarlo para que el lector lo descubra por sí mismo al leer cuidadosamente estas epístolas bajo consideración.

16     La piedad

Entre las palabras y frases cuya repetición caracteriza las Epístolas Pastorales, una de las más importantes es la piedad. (Véase el Cuadro A). Se usa la palabra quince veces en el Nuevo Testamento y su empleo se distribuye así: diez veces en Timoteo y Tito; cuatro en 2 Pedro (una epístola escrita en circunstancias parecidas a las de éstas); y, en Hechos 3.12 donde el apóstol Pedro dice a la muchedumbre, “¿Por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste?”

Las ocasiones cuando se usa el término en 2 Pedro forman un grupo interesante. Como la palabra figura dos veces en una misma oración, son realmente tres las referencias a la piedad, y en cada una de ellas las circunstancias son distintas:

(a) En el 1.3 leemos que, “Todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder”. Esto nos hace pensar en el buen comienzo que recibimos en nuestra carrera cristiana; Dios nos concedió no sólo la vida en Cristo sino también lo necesario para la vida espiritual aquí. No tenemos por qué fracasar.

(b) En 1.5 al 7 se nos exige la piedad entre otras cualidades: “Añadid a vuestra fe virtud… a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal”. Esta es la experiencia actual. Las varias virtudes citadas en esta lista completan y corrigen la una a la otra; cada una será manifestada en alguna medida en todo creyente que está progresando de verdad.

(c) Por último, tenemos en el 3.11 un pasaje relacionado con el futuro, el cual contiene esta exhortación: “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir!” Este es el único caso en las Escrituras donde la piedad está en el plural (porque así es en el griego original). Hablando así de “vuestras santas conductas y piedades”, el Espíritu Santo quiere destacar que las enseñanzas del capítulo no dejarán de tocar ninguna parte de nuestras vidas si las ponemos por obra. [Nota del traductor: Parece que la Reina-Valera de 1909 se acerca a la idea que el autor quiere mostrar en cuanto a 2 Pedro 3.11: “… que tales conviene que vosotros seáis en santas y pías conversaciones”.]

17     El temor de Jehová

Volviendo ahora a las cartas de Pablo, encontramos que él habla de la piedad mayormente en 1 Timoteo. Encontramos el vocablo sólo una vez en 2 Timoteo y es la piedad falsa: “tendrán la apariencia de piedad”, 3.5. En Tito la vemos en el 1.1 donde se habla de “la verdad que es según la piedad”. Este tiene su paralelo en 1 Timoteo 6.3: “la doctrina que es conforme a la piedad”. Cualquiera de las dos expresiones bien podría ser el título de las tres epístolas, porque el tema fundamental de las tres es que la verdad divina, si se la enseña y guarda correctamente, producirá siempre un santo modo de vivir.

Conviene mencionar de paso que también encontramos la palabra en su forma adverbial: Los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución. 2 Timoteo 3.12; y: Vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente. Tito 2.12

Pero, como hemos afirmado ya, el término se nota especialmente en 1 Timoteo, donde figura las diez veces (incluyendo diferentes formas de la palabra) listadas en el Cuadro A. Hará falta que tengamos claro en nuestras mentes qué es la piedad. Se caracteriza por una actitud hacia Dios que resulta en hacer lo que le agrada a Él. Es la reverencia a su persona que le da su lugar en nuestro corazón y pensamientos.

La piedad en el Nuevo Testamento corresponde a esa magnífica frase que encontramos en Proverbios y otras partes del Antiguo Testamento: el temor de Jehová. Si leemos en 1 Timoteo las exhortaciones a la piedad, y las asociamos mentalmente con lo dicho acerca del temor de Jehová (Cuadro E), recibiremos ayuda para comprender una y otra expresión.

 

Cuadro E:  Citas sobre el temor de Jehová

En Samuel y Crónicas leemos del temor de Jehová cayendo sobre el pueblo.
En los salmos, es limpio y es el principio de la sabiduría.

Varias veces en Proverbios figura como el principio de la sabiduría. Es aborrecer el mal, es manantial de vida.  El temor de Jehová aumentará los días, en él está la fuerte confianza; mejor es lo poco con el temor de Jehová. Riquezas, honra y vida son su remuneración. Y finalmente, “No tenga tu corazón envidia de los pecadores, antes persevera en el temor de Jehová todo el tiempo”.

Profetiza Isaías que sobre el Vástago desposará espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. El temor de Jehová será su tesoro.

18     La piedad en 1 Timoteo

Veamos, entonces, los contextos en que se introduce la piedad en la Epístola, pero hagámoslo de manera breve porque ya hemos hablado de algunos pasajes y esperamos hablar luego de otros. Lo que más nos llama la atención es que la piedad es esencial en cada faceta de nuestras vidas. A saber:

En el 2.2 y el 6.3 se la menciona en relación con el testimonio público de los salvos en general: “… se hagan rogativas … para que vivamos … en toda piedad;” y, “la doctrina que es conforme a la piedad”. En el 2.10 está vinculada con el testimonio de las hermanas en su propia esfera. “… con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad”.

En el 3.16 se la ve a la raíz del testimonio de toda la asamblea: “grande es el misterio de la piedad”. En 4.7,8 es un requisito para un buen ministro: “Ejercitarse para la piedad … la piedad para todo aprovecha …”

En el 5.4 debemos tenerla aun en casa: “… aprendan éstos primero a ser piadosos para con su propia familia. “ En 5.6,11 se dice que es esencial en el mundo de negocios como un resguardo contra la avaricia: “hombres corruptos … toman la piedad como fuente de ganancia … gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento”. “… huye de estas cosas y sigue …la piedad …”

Es de esperar que estemos dispuestos a examinarnos honesta y completamente en cuanto a la piedad en cada uno de estos aspectos de nuestra vida. ¿Estamos gobernados por una conciencia en cuanto a lo que Dios debe recibir de nosotros?

¿Cómo estamos, por ejemplo, en cuanto a la vida pública? La política es el tema del primer párrafo del capítulo 2, enseñando qué debemos ser en este sentido; nada falta allí. Una participación activa de cualquier índole en el escogimiento o rechazo de los gobernantes de este mundo no es una tarea digna de un seguidor del Cristo rechazado. En cambio, sí le toca orar por los tales; de esta manera el cristiano puede recomendar el evangelio a sus conciudadanos.

¿Qué de la vida en el hogar? ¿En la asamblea? ¿Los negocios? Tenemos que asegurarnos que estamos manifestando en cada una de estas esferas el control del temor de Jehová, y que nuestra doctrina es “según la piedad”. Quizás, en cambio, nuestro testimonio está manchado por el egoísmo en el hogar, por querellas en la asamblea, o aun por trucos en los negocios.

19     El misterio de la piedad

Indiscutiblemente el empleo más notable del término, bien sea en 1 Timoteo o cualquier otra parte de las Escrituras, está en el 3.16. El apóstol resume allí una serie de dichos sobre la manifestación de Cristo y la llama “el misterio de la piedad”. Parece que nos dice: “Si quieres aprender qué es la piedad, debes estudiarle a Él; estudiar su encarnación y bautismo; estudiar sus pasos aquí en el mundo y la gloria de su resurrección y ascensión”.

Pero, aparentemente el pasaje nos lleva más allá de esto. El misterio de la piedad se menciona inmediatamente después del 3.15 donde la asamblea figura como la morada de Dios. Evidentemente da a entender que, como el Padre moró en Cristo y trabajó por medio de Él cuando estaba aquí, así hoy día Él mora en y trabaja por medio de la Iglesia.

1 Corintios 14.25 destaca como una persona que no sea miembro de la asamblea, al acercarse a ver cómo ella funciona, confiesa, “Verdaderamente Dios está entre vosotros”. (Esto, es por supuesto, cuando la asamblea marcha como debiera). Dice Filipenses 2.13, hablando del testimonio de los creyentes, “Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su voluntad”. Tenemos razón, hermanos, al decir que la mejor y más profunda definición de la piedad es la manifestación de Dios a través de su pueblo.

 

 

Tercero: La desviación y el fracaso

20     “Fe” y “la fe”

Ahora dirigiremos la atención al uso de una de las palabras más comunes en todo el Nuevo Testamento: fe. La encontramos en las tres epístolas que estamos estudiando, pero especialmente en 1 Timoteo. Por cierto, la fe se encuentra en todos los libros del Nuevo Testamento excepto 2 y 3 Juan y en el Evangelio según Juan. Quizás nos parezca raro que Juan emplee poco este término en su forma sustantiva, o sea, “la fe”. Sin embargo, como verbo, creer, él lo usa casi tantas veces como todos los demás escritores del Testamento entero.

La voz fe tiene ligeras diferencias de sentido, como las tienen tantas más. Debemos distinguir dos sentidos en los cuales se usa la palabra en el Nuevo Testamento. (i) Generalmente está empleada en su sentido subjetivo, y así quiere decir el hecho o la actitud de creer: nuestra fe. (ii) A veces se usa objetivamente, y así significa lo que se cree: la fe.

Tanto en el griego como en el castellano, este segundo modo de usar el término casi siempre exige el uso del artículo determinado, la. Cuando se usa la palabra en su primer sentido, el artículo puede estar presente, pero no necesariamente; esto depende del texto. Véase el Cuadro F.

En otras partes del Nuevo Testamento, no es común el segundo uso de la palabra [lo que se cree], pero en las Epístolas Pastorales este uso es corriente. Sin embargo, en ninguna parte se hace más claro su verdadero sentido que en la exhortación de Judas 3: “… que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos”. Es evidente que esto no puede referirse a nuestra particular confianza en el Señor, la cual no existía hasta que fuimos salvos.

Ahora, en vista de que “la fe” en este sentido significa aquello que se cree, de hecho está vinculada con otras dos palabras que se emplean a menudo en nuestras epístolas: la doctrina y la verdad. Los tres términos significan casi la misma cosa, pero hay diferencia:

  • la fe es aquello que se cree corrientemente entre el pueblo de Dios
  • la doctrina es aquello que se enseña entre ellos
  • la verdad es la cosa en sí y en relación con Dios

Este uso frecuente de la fe en las últimas epístolas es fácil de entender cuando tomamos en cuenta que en la época al escribirse las cartas ya se había hecho común entre todos los santos un cierto conjunto de enseñanzas. Así es que Tito 1.4 habla de “la común fe”. Esos creyentes podían hablar, como hace Lucas al principio de su Evangelio, de “las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas”. Por cierto, esta frase de Lucas nos da una definición de lo que quiere decir “la fe”.

21     Apartarse de la fe

Con esto en mente, mejor podremos considerar una serie de advertencias en 1 Timoteo en cuanto a maneras en que los hombres se apartan de la fe. Hagamos una lista:

  • algunos desecharon la fe y buena conciencia, y naufragaron en cuanto
    a la fe. 1.19,20
  • algunos escucharán a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios,
    y apostatarán de la fe. 4.1
  • algunos no proveen para los suyos, y niegan la fe. 5.8
  • algunas se comportaron livianamente y se apartaron en pos de Satanás, quebrantando así su fe. 5.11 al 15
  • algunos quisieron acumular dinero y se extraviaron de la fe. 6.9,10
  • algunos profesaron una ciencia falsa, que no es ciencia, y se desviaron de la fe. 6.2

Al leer estas citas, uno se queda impresionado de una vez por la triste repetición de “algunos”. Encontramos la misma palabra en 1.3,6 en un pasaje que puede ser considerado como una introducción a estos otros: “… para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina” … “de las cuales cosas desviándose algunos …” Ella figura también en 2 Timoteo 2.18, donde dice de ciertos hombres que ellos “trastornaron la fe de algunos”. En una de sus epístolas anteriores el apóstol había empleado el término de una manera similar con referencia a Israel durante sus peregrinaciones, diciendo:

  • algunos eran idólatras,
  • algunos cometieron fornicación,
  • algunos tentaron al Señor, y
  • algunos murmuraron. 1 Corintios 10.

En los pasajes que estamos estudiando, el uso de algunos implica que los peligros señalados eran auténticos y no cosa de la imaginación. Algunos habían caído ya a causa de la mayoría de los peligros mencionados, y otros caerían tarde o temprano. Cuando Pablo miró alrededor, encontró el mismo estado de cosas que afligió a Moisés siglos antes. Es decir, a lo largo de la trayectoria de la Iglesia se veía gente postrada a causa de un fracaso u otro, como en el desierto que los israelitas cruzaron.

Hoy día es así todavía más. Lo han visto todos los que tienen unos años de salvos y se han interesado en el bienestar del pueblo de Dios. Todos nosotros hemos conocido a varios que evidentemente empezaron bien pero han caído al lado del camino. Algunos fueron atrapados por los deseos de la carne, otros se entremetieron en las cosas de este mundo de maldades, algunos fueron desviados por enseñanzas malsanas, y otros se dejaron fracasar a causa de querellas con sus hermanos. Por esto, más que nunca nos conviene la advertencia agregada a los ejemplos de 1 Corintios 10: “El que piensa estar firme, mire que no caiga”.

22     Descripciones del fracaso

Otro rasgo llamativo en estas seis desviaciones de la fe es el hecho de que se emplea una palabra diferente en cada pasaje para expresar lo que sucedió o sucede. Tenemos a los que desecharon la fe, la apostataron, la negaron, se extraviaron de ella, y se desviaron de la misma. Algunas de ellas son muy figurativas; la primera nos trae a la mente la nave a punto de naufragar, y la última el flechero que pierde el blanco.

Palabras simbólicas como éstas caracterizan las últimas epístolas que Pablo escribió, y ellas estimulan el interés del lector. Otros ejemplos, tomados casi al azar, son: (a) Cuando se habla de personas envanecidas o infatuadas en 1 Timoteo 3.6, 6.4 y 2 Timoteo 3.4, la idea que el apóstol pone en nuestras mentes es la del globo de niño ya estremecido y por romperse. (b) En 1 Timoteo 6.4 y 2 Timoteo 2.14 se encuentran personas enfermas a causa del veneno de las palabras. (c) Tanto en 1 Timoteo 3.1 como en el 6.10 hay atletas estremeciendo todo músculo para alcanzar una meta. En un caso es el anciano con buenos propósitos y en otro es el codicioso buscando el dinero.

Hay otra diferencia entre estos seis pasajes que estamos considerando, y es muy importante. Los seis tratan de diversos aspectos de la vida particular y en esto ellos son como la piedad que consideramos en páginas anteriores.

  • La mención de la conciencia en el 1.9 sugiere que allí se trata principalmente de la vida del creyente. [Véanse las secciones 25 y 26]
  • El enlace directo entre el 4.1 y los versículos del capítulo 3 da a entender que se trata de la vida en la asamblea (al hablar de los que escuchan doctrina de demonios). [Véanse las secciones 27 y 28]
  • Es evidente que el 5.8 se refiere a la vida hogareña: “Si alguno no provee para los suyos …” [Sección 29]
  • Se puede decir que 5.11 al 15 se relaciona con la vida social, “impulsadas por sus deseos” [Sección 30]
  • En 6.9,10 se encuentra la vida de los negocios: “codiciando algunos …” [Sección 31]
  • Finalmente, 6.20,21 representa la vida intelectual: “la falsamente llamada ciencia”. [Sección 32]

23     Amor, conciencia, fe

“El propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y fe no fingida, de las cuales desviándose algunos, se apartaron a vana palabrería”, 1 Timoteo 1.5,6. Como ya dijimos, se puede considerar estos versículos como una introducción a la serie de advertencias que la Epístola da acerca de cómo los hombres se desvían de la fe. El apóstol asevera que la meta que debe estar delante de cada creyente, como emanando de la responsabilidad puesta delante de Timoteo y los demás, es el desarrollo en uno mismo y en sus hermanos del amor que procede de un corazón puro, una buena conciencia y una fe no fingida.

En Romanos 13.10 él había llamado este amor “el cumplimiento de la ley”. En Colosenses lo explicó como “el vínculo de la perfección” entre las gracias cristianas. En 1 Corintios 13 lo expuso como necesario para el empleo correcto de los dones, y a la vez superior a todos ellos. Parece aquí que él lo estima el blanco para ser perseguido y esperado en todo ministerio.

Ahora, si es cierto que el verdadero fin del ministerio es el amor de corazón puro, de buena conciencia y de fe no fingida, debe ser también que hay algo malo en todo ministerio que no lo produce. No sólo esto, sino hasta el estudio bíblico que no conduce a este fin debe haber sido realizado en una manera incorrecta.

La prueba es una de aplicación muy amplia, y el pueblo de Dios haría bien en usarla. Se pudiera haber evitado, por ejemplo, las disputas del 1.4, las contiendas del 6.4 y las divisiones que éstas trajeron. Aun cuando Pablo escribió esta carta, algunos ya se habían desviado de aquellas cosas en las cuales el amor tiene sus raíces y llegaron a ser, como consecuencia, raíces de amargura entre los santos.

24     Los maestros falsos

La palabra traducida desviada en el versículo 6 es uno de aquellos términos figurativos a los cuales nos referimos antes. La encontramos sólo en 1 Timoteo 6.21 y en 2 Timoteo 2.18 (“se desviaron de la verdad, diciendo que la resurrección ya se efectuó”). No es que las personas mencionadas en esos pasajes apenas perdieron el blanco. Uno que hace un intento honesto de apuntar correctamente, pero no puede, no va a recibir la amonestación que Pablo dirige a éstos. Ni es, como decía la vieja traducción Reina-Valera en el 6.21, que “algunos fueron descaminados de la fe”. La idea no es que ellos hubieran querido alcanzar la meta, sino que no querían intentar correctamente. [Otra vez el autor se refiere a una traducción usada por creyentes de habla inglesa, pero hacemos referencia aquí a lo conocido en el mundo hispano.]

Todo verdadero ministro de Dios conoce la experiencia de esforzarse en lo posible para ayudar a los santos y promover su amor para el Señor, pero ver que al fin de todo él no ha alcanzado lo que buscaba. Pero cuando el predicador tiene otro propósito en mente, como por ejemplo una exhibición de su propia habilidad, o un deseo de ganar el favor de cierto grupo en la asamblea, o llevar discípulos tras sí, no es de esperar que la tal persona dé en el blanco porque él apunta a otro.

Es evidente que estos hombres de 1.6,7 querían ser considerados maestros de la ley; los del 6.21 querían impresionar a los demás con sus propios conocimientos; Himeneo y Fileto en 2 Timoteo 2.18 intentaban atraer seguidores por las supuestas verdades nuevas que ellos decían haber descubierto. Todo esto hace contraste con la actitud propia de Pablo cuando decía, “Procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables”, 2 Corintios 5.9. Es poco probable que la persona que habla honestamente así deje que sus pies le lleven por cualquiera de las seis sendas que alejan a uno de la verdad.

25     La buena conciencia

Veamos por separado cada una de estas seis sendas.

“Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que conforme a las profecías que se hicieron antes en cuanto a ti, milites por ellas la buena milicia, manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos, de los cuales son Himeneo y Alejandro, a quienes entregué a Satanás para que aprendan a no blasfemar”, 1 Timoteo 1.18 al 20.

Es apropiado que este primer pasaje tenga que ver con lo que es el comienzo interno de quizás todos los fracasos. Se exhorta a Timoteo que, al proseguir la responsabilidad suya, guarde la fe y la buena conciencia. En el 1.16 Pablo ya ha destacado la importancia de éstas. Es muy imprudente el marinero que echa al mar su brújula; algunos creyentes habían echado de sí la buena conciencia y habían naufragado en cuanto a la fe.

En este asunto Pablo había tenido mucho cuidado. En Hechos 23.1 él dice, “Yo con toda buena conciencia he vivido delante de Dios hasta el día de hoy”. En Hechos 24.16 dice, “Por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres”.

El contexto que en esta última cita se presenta nos da una comparación interesante. Las primeras palabras, “por esto”, ligan la aseveración con lo que procede, “teniendo esperanza en Dios … que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos”. Es la fe que Pablo tiene en la resurrección a que se refiere él al decir “por esto procuro”. Se ve que su cuidado en mantener una buena conciencia estribaba, en parte por lo menos, en su fe. Esto nos hace pensar otra vez en 1 Timoteo 1.5 donde la buena conciencia viene ligada con la fe no fingida.

26     La mala conciencia

Al otro extremo encontramos a Himeneo. En 1 Timoteo 1.20 él desecha la fe y en 2 Timoteo 2.17,18 él enseña error tocante a la resurrección, cosa que Pablo defendió. Lo dicho en cuanto a Himeneo debe servir de advertencia de cómo se desarrolla el mal. Este hombre empezó descuidando su propia conciencia; luego, él perdió su propio testimonio; por fin, sus enseñanzas trastornaron la fe de otros.

El cuidado por parte de Pablo y el cuidado que exige a Timoteo nos recuerdan del cuidado que debe ser nuestro. Cualquiera que sea el éxito que hayamos tenido hasta ahora en mantener la buena conciencia sin ofensa, no estamos fuera de peligro. Por lo regular, aunque no siempre, problemas de esta índole surgen como consecuencia de haber tolerado pecados pequeños, teniendo temor sólo de los que parecen ser grandes. Si nos préstamos a ellos, crecen, y al crecer dejan la conciencia cada vez más cauterizada. El resultado es que mayor progreso en el mal es cosa fácil y por fin habrá naufragio.

Cuando la conciencia pierde su sensibilidad, o es cauterizada, ella no es una prueba fidedigna de nuestra condición espiritual. Cuando es tierna y bien instruida en las Escrituras, funciona de guía eficaz, pero al encontrarse adormecida, es peor que inútil. En 1 Corintios 4.4 Pablo escribe: “De nada tengo mala conciencia”. Dicho por labios como los suyos, esto vale mucho. En boca de uno cuya conciencia ha perdido su sensibilidad, no cuenta para nada. Pero aun el apóstol tenía que agregar, “No por esto soy justificado”.

Muchos creyentes pueden sentarse bajo el más penetrante ministerio y guardar un semblante agradable todo el tiempo, y es porque tienen una conciencia insensible. Los tales son los más difíciles para ser llevados al arrepentimiento excepto, como sucede a veces, Dios les castigue severamente. Esto es semejante a lo que Pablo parece haber tenido en mente en cuanto a los dos en el 1.20; él menciona que ellos habían sido entregados a Satanás para aprender a no blasfemar. Que su experiencia nos sirva de advertencia.

27     La apostasía

La segunda de estas desviaciones de la fe, las cuales reciben tanta atención en 1 Timoteo, se encuentra en 4.1 al 3: “El Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad”.

Posiblemente ésta sea la desviación más peligrosa, y sin duda es la más deliberada de todas. En este caso tenemos una advertencia específica que algunos apostatarán. En el 1.19 leímos de los que desecharon la fe, pero en el 4.2 los culpables no serán molestados por ella al apartarse.

El pasaje comienza con pero. Esto nos hace ver en seguida que el trozo se liga con la parte final del capítulo 3. Al final del 3 encontramos la doctrina de Dios tocante a su Hijo; al principio del 4 vemos la doctrina de demonios que trata de lo que el hombre mismo hace, su abstención de comer carne, su no casarse, etc.

En el capítulo 3 los santos forman “la columna y baluarte de la verdad” pero en el 4 la apostasía se presenta en “la hipocresía de los mentirosos”. En el 3.13 Dios se manifiesta en su Casa, como también había hecho su Hijo, 3.16. En el capítulo 4 Satanás se manifiesta en los hombres impíos, como también hará un día en el hombre de pecado.

Al final del 3 tenemos la obra del misterio de la piedad, pero en el 4 el misterio de la impiedad; 2 Tesalonicenses 2.7. Estos dos testimonios se enfrentan como si fuera cara a cara, dando a conocer qué es de Dios y qué es del diablo.

También son dignas de comentario las otras palabras al comienzo del 4.1: “El Espíritu dice claramente”. ¿Dónde es que el Espíritu habla claramente, como aquí se dice? Principalmente, sin duda, en las varias advertencias en los pasajes del Nuevo Testamento escritos antes de éste, y quizás más de todo en 2 Tesalonicenses 2, que Pablo mismo había escrito.

Allí, en 2 Tesalonicenses 2.3, se encuentra la apostasía, y aquí el apostatar. “Nadie os engaña de ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifiesta el hombre de pecado, el hijo de perdición”. Allí se habla en el versículo 9 de hombres engañados por prodigios mentirosos por obra de Satanás, y aquí en versículos 1 y 2 los hombres hablan mentiras hipócritas bajo el control de espíritus engañadores y doctrinas de demonios.

La semejanza entre los dos pasajes es llamativa y hace pensar que Pablo pudiera haber tenido en mente sus propias palabras, entre otras, al decir que el Espíritu habla claramente. Es probable a la vez que Pedro estaba pensando en 2 Tesalonicenses 2 cuando hizo referencia a las epístolas de Pablo al lado de “las otras Escrituras”, 2 Pedro 3.15,16. Se ve que fue en esos primeros tiempos que las cartas apostólicas se destacaron de entre las muchas como mensajes del Espíritu Santo.

28     Matrimonio y comida

A primera vista parece cosa rara que al advertirnos acerca de la doctrina de demonios, se presenten como ejemplos la prohibición contra el matrimonio y el rechazo de los alimentos que Dios creó. Pablo acostumbra a considerar estos dos temas —la unión conyugal y la comida— de una manera completamente diferente. Es decir, en otras partes de las Escrituras él los menciona sólo en relación con las cosas que convienen. En 1 Corintios 8 Pablo mismo sugiere que se abstenga de la comida que puede ofender al hermano débil, y en el capítulo anterior a ése sugiere que no se case si hacerlo presentaría un obstáculo en la obra del Señor. En cambio, en 1 Timoteo 5.14 él recomienda el matrimonio para ciertos jóvenes y en el 5.23 anima a Timoteo a usar un poco de vino. En ambos casos es porque las circunstancias indican que estos pasos serían convenientes.

Es evidente, pues, que en el 4.3 algo peor y más profundo está generando estas prohibiciones. No es asunto de un hermano débil o de libertad en el servicio del Señor, sino algo que mina la fe y trae la apostasía. La historia subsiguiente de la iglesia profesante ha registrado muchos casos de esta naturaleza. Ellos deben servir de advertencia para nosotros, enseñándonos que debemos tener cuidado con nuevas reglas y nuevas enseñanzas que aparentan ser de poca importancia. A veces Satanás las introduce a medias para lograr que se niegue la fe o por lo menos se produzca una división entre el pueblo del Señor.

29     La vida en el hogar

Al pasar a 5.7,8 encontramos un mal muy distinto al que hemos estado considerando. Encontramos unos que niegan la fe por su vida en el hogar, aunque siempre profesan guardarla. “Si uno no provee para los suyos … ha negado la fe”. En este caso no es tanto un asunto de dejar la fe nosotros mismos, sino provocar a otros que lo hagan a causa de nuestro mal testimonio.

Por cierto, el hogar es el punto débil de muchos. Hay padres que no pueden controlar a sus hijos porque no pueden controlarse a sí mismos, y sus vidas ponen a los familiares en contra del evangelio. Hay también los hijos que profesan ser de Cristo pero no honran a sus padres. Quizás no los ayudan, como es el caso aquí, o tal vez los deshonran de algún otro modo.

En 2 Timoteo 3.2,3 se presentan dos señas sobresalientes de los últimos días: (a) padres sin afecto natural, (b) hijos desobedientes a los padres. ¡Qué vergüenza encontrar a los tales entre los llamados cristianos! Cuan do personas de estas características toman el nombre de cristiano, ellas niegan la fe y son peores que un incrédulo, 5.8.

Primero, porque la humanidad en toda época ha reconocido la honra a los padres como una virtud, y el pagano cuyo código moral carecía de otros puntos de valor practicaba esta honra. Siempre había entre ellos las leyendas de como los dioses bendecían aquellos que manifestaban esta forma de piedad. Aun en nuestros tiempos, cuando las características de los últimos días están muy en evidencia, hay miles de hogares de personas no convertidas donde existe una rectitud y afecto en cuanto a los padres. Estos hogares dejan muy atrás a otros donde todos dicen ser santos pero se conducen en una manera muy diferente.

La segunda razón, y quizás la principal, por ser éstos peores que los incrédulos es que ningún ajeno, por mucho que procure, puede dañar el ministerio del evangelio tanto como lo hace el creyente de mal testimonio. Hemos mostrado en estas Notas que se trata aquí de un tipo de testimonio malo que todos condenan y por el cual no se admite excusa alguna.

30     Unas jóvenes fracasadas

En 1 Timoteo 5.11 al 15 llegamos a la cuarta de estas sendas malas. En ella se combinan el mal testimonio, 5.14, que caracterizó la tercera, y el mismo hecho de alejarse del Señor, 5.12, que caracteriza a las demás. Dice de ciertas jóvenes que habían quebrantado su primera fe. Ellas no estaban satisfechas con Cristo y el servicio suyo, y así buscaban satisfacción en otras partes. Aprendieron la lección fácil de ser ociosas, y en su ociosidad llegaron a ser chismosas y entremetidas, hablando lo que no han debido.

El comienzo del alejamiento de las jóvenes que van por esta senda es que se rebelan contra Cristo, y el final es que siguen en pos de Satanás, 5.11,15. Estas expresiones indican la gravedad con que Pablo juzgó el comportamiento de ellas. Esta gravedad quedará más evidente cuando observamos que impulsadas es una forma aun más fuerte que la palabra traducida como “ha vivido en deleites” en Apocalipsis 18.7. Allí se trata de la ramera de Babilonia quien, como estas mujeres, rehusó tomar el lugar de la viuda.

Dijimos que el mal en este cuarto caso pertenece a las relaciones sociales fuera del hogar más que a la vida en el mismo. El problema con estas viudas jóvenes es que no tienen por qué quedarse en la casa, donde se encuentra la más segura esfera de actividad de la mujer. Por esto, ellas adquieren la costumbre de meterse en casas ajenas y allí hacen estragos con la lengua. En nada nos sorprende el remedio que el apóstol da en el 5.4: “Que las viudas jóvenes se casen”.

31     La riqueza

El camino comercial viene a la vista en 6.5 al 11, y encierra aquellos negocios que alejan a uno de la fe. Su mal predominante es el afán por el enriquecimiento, la avaricia. “Los que quieren enriquecerse”, 6.9, es una descripción apropiada para muchos, y cada hermano del cual se puede decir esto está caminando con su espalda a la fe. Más adelante, en 6.17 al 19, se encuentra una exhortación para “los ricos de este siglo”. Esta se refiere a los que ya son ricos, y por cierto para ellos los peligros abundan.

Pero, en peores circunstancias están los que quieren ser ricos. El apóstol amontona una figura sobre otra para advertir a los tales. Ellos se extraviaron y fueron traspasados, como si se tratara de un suicidio. Caen en tentaciones, lazos y codicias necias. Y, como los que naufragaron en el 1.19, éstos se hunden, 6.9. Al leer este pasaje es bueno recordarse del triste fin de uno que anhelaba las riquezas: Judas Iscariote. Él quiso suicidarse con la horca pero cayó de cabeza, se reventó y fue a su propio lugar.

Es interesante observar que en el 6.9 el deseo de ser rico conduce al pecado (“codicias necias y dañosas”) pero en el versículo 10 conduce al error (“se extraviaron de la fe”). Por lo menos una parte de este error se ve en el versículo 5 donde dice que ellos suponen que la piedad sea fuente de ganancia. Así el mismo pasaje que enseña en el versículo 3 que la buena doctrina produce la piedad, enseña también que el mal vivir produce la mala doctrina.

Se ve otro contraste interesante al comparar los versículos 7 y 19 del capítulo 6. En el primero de ellos se le recuerda al rico que él no puede llevar nada de este mundo cuando lo deja. En el otro se le informa que tiene el privilegio de atesorar para sí un buen fundamento para los tiempos venideros. Es decir, puede enviar algo adelante. Paradójicamente, se logra esto por no acumular todo en el banco sino por ser generoso, según el 6.18.

Creo, como sugerí en un capítulo anterior, que Pablo tenía en mente lo que él llama en el 6.3 “las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo”. El Señor había dicho en Lucas 6.47,48 que el hombre echaba un buen fundamento si “oye mis palabras y las hace”. Las “sanas palabras” dichas inmediatamente antes de esas del fundamento rezan, “Dad … dad …”, Lucas 6.30,38.

32     La falsa sabiduría

Debemos proseguir hasta la sexta y última senda de las que llevan a uno lejos de la verdad. Podemos llamarla la senda científica. Es una que goza de muy buena acogida hoy día y profesa grandes cosas. Pero el Espíritu Santo la tilda de “profanas pláticas” y dice que falsamente la llaman ciencia; 6.20,21. En contraste con ella, se exhorta a Timoteo que guarde la verdad que le fue encomendada.

Este mandamiento al fin de 1 Timoteo es casi igual a aquel de Judas 3: “Contendáis ardientemente por la fe una vez dada los santos”. Algunos que tienen el conocimiento pero no la fe quisieron echarla a tierra, pero Pablo, pensando en cosa semejante, dijo, “El fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos”, 2 Timoteo 2.19. Ciertos hombres y sus enseñanzas pueden trastornar la fe de algunos, pero no pueden trastornar a Dios, su Palabra ni su obra.

Puede que se piense que se ha dado una prominencia indebida a estas desviaciones de la fe, tanto de doctrina como de conducta. Sin embargo, la Epístola misma les da mucha prominencia, y las alertas puestas delante de nosotros nunca han sido más necesarias que en estos tiempos. Que cada uno de nosotros, si doblamos a la derecha para el mal vivir o a la izquierda para la mala doctrina, esté presto a oir la voz detrás que nos dice, “Este es el camino, andad por él”, Isaías 30.21.

 

Cuarto: Los creyentes y sus líderes

33     El glorioso evangelio

Es notable cómo se introduce el evangelio en la primera parte de 1 Timoteo. En el 1.6 el apóstol menciona el caso de los que no apuntaron al blanco apropiado y dice que ellos anhelan ser maestros de la ley. Esto le conduce a hablar sobre el uso correcto de la ley, y luego anotar algunos de los pecados contra los cuales ella se dirige. Se observará que él apunta en un orden que trae a la mente los diez mandamientos de Éxodo 20. (Véase Cuadro G). Pero en vez de concluir su lista con una referencia al décimo mandamiento, Pablo cambia y dice: “y para cuanto que se oponga a la sana doctrina”. Esto equivale decir que lo que la ley condena también lo condena el evangelio.

 

Esta mención del glorioso evangelio del Dios bendito, 1.11, le trae a la mente la responsabilidad que Pablo tenía en cuanto al evangelio. Él se reconoce indigno del gran honor que le fue encomendado. Había sido blasfemo contra el Señor, perseguidor de su pueblo e injuriador de su obra. Con todo esto, y por dos razones distintas, el Señor tuvo misericordia de él. Primero, porque Saulo actuaba en ignorancia, 1.13, y segundo porque Dios quería usarle como ejemplo a otros de su compasión y longanimidad, 1.16.

 

                       Cuadro G:  Los diez mandamientos en 1 Timoteo

No tendrás dioses ajenos              para los transgresores y desobedientes

No te harás imagen.                     para los impíos y pecadores

No tomarás el nombre
de Dios en vano                         para los irreverentes y profanos

Acuérdate del día de reposo         —

Honra a tu padre y a tu madre     para los parricidas y matricidas

No matarás                                  para los homicidas

No cometerás adulterio                para los fornicarios

No hurtarás                                 para los secuestradores

No hablarás. falso testimonio       para los mentirosos y perjuros

No codiciarás                               para los sodomitas ¿?

34     El papel de las mujeres

Después de referirse de nuevo a los desviados, 1.19,20, Pablo dirige su atención en el principio del capítulo 2 a cuál debería ser la actitud de los santos en general hacia el testimonio del evangelio. Dice que deben orar por todos los hombres, porque Dios desea que todos los hombres sean salvos y el Señor Jesús se dio en rescate por todos. Su conducta debe ser tal que recomienda al evangelio, 2.2, y dé peso a sus oraciones, 2.8. Sus mujeres también deben participar en esta recomendación práctica, 2.9,10, aunque no en su presentación pública, 2.11,12.

Algunos opinan que la mujer sí puede participar en la predicación pública, apoyándose en que el 2.12 habla de enseñar. Dicen que ella está excluida sólo de la enseñanza. Pero, favor de notar que Pablo se refiere a sí mismo como un maestro de los gentiles, y en Hechos la palabra enseñar se usa repetidas veces con referencia a la predicación del evangelio. Él expone dos razones para excluir a la mujer de la predicación pública: primeramente, que el varón fue primero en la creación, 2.13; segundo, que la mujer fue primera en la transgresión, 2.14. Obviamente es la segunda de éstas que se refiere al “pero” que abre el versículo 15, donde dice claramente que ella se salvará engendrando si permaneciere en la fe, amor y santificación, con modestia.

Muchas han sido las opiniones expresadas sobre el sentido de este versículo 2.15, y algunas de ellas muy absurdas. Las más sanas no tienen que excluir la una a la otra porque es posible que el apóstol haya tenido más de un pensamiento en mente al decir que la mujer se salvaría. El contexto sugiere que él está pensando en la sentencia pronunciada sobre la mujer en Génesis 3.16. Esta sentencia fue, primeramente, que ella tendría dolor en sus partos, y segundo, que estaría sujeta al varón. La segunda de las dos está de acuerdo con el principio sobre el cual Pablo acaba de insistir. Tocante a la primera, él agrega algo en el 2.15, uniendo una advertencia con una exhortación. Es decir, la maldición pronunciada sobre la mujer fue asociada con su engendramiento de hijos; asimismo la provisión por su salvación en la Semilla prometida fue ligada con este engendramiento.

Por tanto, la senda apropiada para ella, y la senda en la cual será salva, es la que está de un todo opuesta a la participación pública y prominente que se prohíbe en 2.11,12. (Estamos usando el término salva en su sentido actual y amplio, tan común en estas últimas epístolas). Es la senda de la vida hogareña, en sujeción. Siguiendo en esta senda, la maldición de Génesis 3 se convierte en bendición.

Compare esto, por favor, con aquellas otras palabras del apóstol en 5.13 al 15. Allí se esbozan muy claramente los peligros que rodean a la mujer joven que carece de los deberes de un hogar. La manera de ser salva de aquello es la misma que encontramos aquí. En el 5.14 se habla de criar hijos y en el 2.15 de engendrarlos; es lenguaje que no se encuentra en otra parte del Nuevo Testamento. Obsérvese también por contraste cómo el varón joven, Timoteo, sería “salvo” en el 4.16. Es por proseguir diligentemente en el ministerio público de la Palabra.

35     Los obispos

Nos ocuparemos ahora con un tema algo distinto a los que hemos tenido por delante hasta aquí. Posiblemente no sea de tanto interés para algunos. Sin embargo, los líderes y ministros de las asambleas reciben tanta mención en estas epístolas que no se puede dejar de tratarlos si estas Notas van a ser un poco comprensivas.

Como observamos en nuestro primer capítulo, Pablo dejó a dos hombres, uno en Éfeso y otro en Creta. Para uno de ellos el trabajo por hacerse consistió en parte en silenciar a ciertos hombres que aspiraban ser dirigentes pero estaban obrando mal entre los santos. Para el otro su trabajo consistió en designar un número adecuado de líderes entre las asambleas.

Quizás algún lector protestará que él no es obispo, y por lo tanto el tema en nada le concierne. Pero, acuérdese que las Escrituras enseñan no sólo el carácter de los obispos mismos sino también las responsabilidades que otros en la asamblea tienen hacia ellos. Por ejemplo, en 1 Tesalonicenses 5.12,13 encontramos una exhortación a los santos en general en cuanto a su actitud hacia los que les presiden en el Señor. Enseguida, en el 5.14, encontramos una exhortación que parece ser para los dirigentes mayormente, diciéndoles cuál debería ser su actitud frente a los entre quienes trabajan: “Os rogamos … que amonestéis a los ociosos, alentéis a los de poco ánimo, sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos”. En la misma manera, 1 Timoteo 3 nos dice qué deben ser los ancianos y luego el capítulo 5 explica cómo nosotros debemos de comportarnos frente a ellos; 5.1,17, etc.

36     Quiénes son los ancianos

Nuestro tema se reviste de más importancia porque la mayor parte del pueblo del Señor guarda conceptos vagos o errados sobre él. Esto no es sorprendente en cuanto a los que están identificados aún con algún grupo sectario, tomando en cuenta las opiniones del grupo al cual pertenecen. Pero váyase al salón evangélico y busque a un hermano que ha sido miembro desde que la congregación se formó y ha tenido cuidado para con sus hermanos desde aquel entonces. Pregúntele, “¿Es usted obispo?” y a lo mejor le dirá, “No, yo no me atrevo ser obispo”. “Pero, ¿es usted un sobreveedor de la asamblea aquí?” Probablemente le dirá que sí. Pero si él es sobreveedor, es obispo, como Hechos 20.28 usa la palabra. Sobreveedor es la traducción más precisa de la palabra griega vertida como obispo.

Algunos alegan que no hay obispos o ancianos hoy día. Dicen que los tales fueron designados por los apóstoles o por los delegados apostólicos como Tito y Timoteo, pero no existen ahora. Bien, puede ser que todos los ancianos en las iglesias primitivas hayan sido designados así, aunque las Escrituras nunca lo dicen. Tampoco afirman que hace falta la aprobación apostólica en las listas de cualidades presentadas en 1 Timoteo 3 y Tito 1. De la mayoría de los ancianos de quienes leemos en las Escrituras, nada se dice de cómo fueron designados. Hubo ancianos en la iglesia de Jerusalén en la fecha temprana de Hechos 11.30; ellos vuelven a figurar, trabajando siempre al lado de los apóstoles, en Hechos 15.2,4. Cómo llegaron a ser ancianos, no se dice. También los hubo en la asamblea efesia en la ocasión de Hechos 20.17,28. La única información en cuanto a su origen es que habían sido puestos por el Espíritu Santo.

Es cierto que leemos en Hechos 14.23 que Pablo y Bernabé constituyeron ancianos en ciertas asambleas, pero éstas fueron las mismas iglesias que ellos dos habían plantado unos meses antes, y tal hecho era de esperar. ¿Quién mejor podría señalar aquéllos capaces de tomar las riendas, que los siervos del Señor que habían visto formados los testimonios como fruto de su propia labor? Si tal pasaje constituye evidencia que sólo un apóstol podría designar los ancianos, también sería fácil probar que ninguno sino los apóstoles podría establecer una asamblea nueva.

Aun más importancia se da a veces al hecho, ya mencionado en estas Notas, que fue Pablo quien mandó a Tito establecer ancianos en Creta, y que por lo tanto éste lo hizo como delegado apostólico. Que Pablo hizo así es cierto. Pero si hacemos mucho hincapié en esto, ¿por qué no designó luego Tito a otro, y éste a otro más, estableciendo así una orden de sucesión apostólica?

Debemos más bien observar la manera en que Pablo encomendó ciertas cosas a la responsabilidad de Timoteo en 1 Timoteo 1.18: “Este mandamiento … te encargo …” Luego, él exigió que a su vez él las pasara a otros: “Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar a otros”, 2 Timoteo 2.2. O, ¿sería correcto decir a la luz de Tito 1.5 que hoy día no se puede corregir lo deficiente en asamblea alguna porque no hay apóstol ni su delegado quien lo haga?

37     Ancianos en Israel

Un hecho interesante en la historia de Israel es que ese pueblo siempre contaba con “ancianos” entre su número desde el tiempo en que eran esclavos hasta los días apostólicos, pero nunca nos dicen las Escrituras cómo fueron escogidos. “Dijo Dios a Moisés … Vé y reúne los ancianos de Israel”, Éxodo 3.16. “Festo expuso al rey … se me presentaron los principales sacerdotes y los ancianos de los judíos …”, Hechos 25.15.

Alguien dirá que Moisés, por mandato de Dios mismo, designó setenta ancianos en el desierto. No, no hizo tal cosa. Lo que hizo fue escoger de entre los que ya eran ancianos setenta para repartir con él las responsabilidades mayores. “Entonces Jehová dijo a Moisés: Reúneme setenta varones de los ancianos de Israel, que tú sabes son ancianos del pueblo y sus principales: … y reunió a los setenta varones de los ancianos del pueblo, y los hizo estar alrededor del tabernáculo”, Números 11.16,24.

Compaginando todos los pasajes relativos al tema, uno observa dos puntos que casi no pueden ser negados:

  • Siempre ha sido el deseo de Dios que hubieran ancianos para ejercer el liderato entre su pueblo.
  • La manera como éstos sean reconocidos es comparativamente de menos importancia que el hecho de que ellos sean hombres idóneos en cuanto a su carácter, habilidad y celo en descargar sus deberes.

Por supuesto, es malo cualquier arreglo humano que excluya o impida la operación del Espíritu Santo en poner estos sobreveedores, como dice Hechos 20.28.

Un punto antes de continuar el tema: El obispo y el anciano son la misma persona cuando se usan estos términos en relación con la asamblea en el Nuevo Testamento. Esto queda más allá de la duda cuando se nota el intercambio entre las dos palabras en Hechos 20 y Tito 1. Pablo llamó a los ancianos de la iglesia en Hechos 20.17 y les dijo en el 20.28 que el Espíritu Santo les había puesto por obispos. A Tito le dijo en el 1.5 que le había dejado en Creta para establecer ancianos en cada ciudad, pero al hablar de los tales en el 1.7 dice que el obispo debe ser irreprensible, etc.

38     Epískopos

Si deseamos alcanzar un entendimiento sano del asunto de los obispos y diáconos que figuran en el Nuevo Testamento, tendremos que quitar primero de nuestras mentes todas las significaciones eclesiásticas que estas palabras llevan hoy día. Busquemos, pues, el uso primario de las palabras y su relación con otros términos parecidos que las Escrituras emplean.

Uno de nuestros primeros descubrimientos es que obispo y diácono son realmente expresiones en castellano de los sendos términos en griego. En ambos casos se ha tomado una palabra griega para verterlo al estilo español. Epískopos en griego llegó a ser “episcopus” en latín, y de allí el obispo en nuestro idioma. Por proceso similar el diákonos del griego se hizo “diaconus” en latín y diácono en castellano.

En la Reina-Valera se traduce la primera como obispo cuando sobreveedor da mejor el sentido en castellano. Dos formas de la palabra como verbo están presentes también. Una se traduce comúnmente como visitar, y esto sugiere por lo menos un aspecto de la labor del obispo, especialmente cuando la encontramos en Mateo 25.36, “enfermo y me visitasteis”, y en Hechos 15.36, “volvamos a visitar los hermanos”. Dice también en Santiago 1.27, “Visitar a los huérfanos …”

La otra forma del verbo ocurre sólo dos veces: en Hebreos 12.15 es, “mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios”, y en 1 Pedro 5.2, donde se habla de cuidar la grey de Dios. En este segundo caso el contexto muestra que el término puede incluir todo el cuidado que un subpastor puede mostrar hacia el rebaño a su cargo. El anterior parece ser dirigido hacia los santos en general, como dando a entender que todos debemos sentir una responsabilidad para los demás.

39     Los diáconos

Diákonos es una palabra que goza de más uso y en una variedad de contextos. La encontramos como “ministro”, “siervo” y a veces “diácono”. Quiere decir sencillamente uno que presta cualquier clase de servicio para un superior. Puede ser el servicio corriente del hogar, como en Juan 2.5,9 (los sirvientes en las bodas de Caná), para un rey como en Mateo 22.13 (la parábola de las bodas), o para el Señor como en la mayoría de los casos.

En este último sentido se usa la palabra diákonos de manera general con referencia a los que sirven al Señor (Juan 12.26: “Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviese, allí también estará mi servidor”). y de los que le sirven en el evangelio (Colosenses 1:23: “Se predica —el evangelio— en toda la creación que está debajo del cielo, del cual yo Pablo fui constituido ministro”).

También figura con referencia a los que prestan servicio entre el pueblo de Dios. Veamos ejemplos:

  • Pablo, Efesios 3.7: un ministro [diácono] de Jesucristo
  • Timoteo, 1 Tesalonicenses 3.2: nuestro hermano, servidor [diácono] de Dios
  • Tíquico, Efesios 6.21: hermano amado y fiel ministro [diácono] en el Señor
  • Febe, Romanos 16.1: la cual es diaconisa de la iglesia
  • el que gobierna, Romanos 13.4: es servidor [diácono] de Dios
    para tu bien
  • Cristo mismo, Romanos 15.8: vino a ser siervo [diácono] de la circuncisión

40     Los pastores

Como ya señalamos, las palabras obispo y anciano se refieren a la misma persona. La primera sugiere la naturaleza de su obra y la segunda alude a las calificaciones que ella exige. Sin embargo, se usan también otras formas de expresión para referirse a estos mismos. En 1 Tesalonicenses 5.12 se habla de “los que trabajan entre vosotros y os presiden en el Señor, y os amones-tan”. Esta descripción tripartita explica bien cuáles son las responsabilidades de estos hombres.

Y hay los pastores. En Hebreos 13.7,17,24 se habla de “vuestros pastores” y en Efesios 4.11 se dice que algunos hermanos son constituidos pastores. Este versículo no mira tanto a la persona o su oficio como al don que Dios le ha dado para cuidar al pueblo de Dios. Por esto la palabra no es coextensiva con los términos obispo y anciano.

Sin duda un obispo o anciano debe tener algún don para la obra pastoral; al no ser así él no sería idóneo para el lugar que ocupa. A la vez, uno puede poseer el don pero sin tener tanta responsabilidad en la asamblea. Hay aquellos, como Timoteo en Filipenses 2.20, que desde sus primeros días en Cristo han tenido una preocupación genuina por sus hermanos en la fe. Es un don que debe anhelarse, aunque poco visto aun en tiempos apostólicos, como se ve en la cita mencionada (“A ninguno tengo del mismo ánimo, que tan sinceramente se interese por vosotros”).

En 1 Timoteo 3.1 leemos del hombre que anhela el obispado. La palabra en griego que aquí se expresa en nuestra Biblia como anhelar figura en solamente dos versículos más. En el 6.10 se hablan de personas que codician el dinero, y en Hebreos 11.16 de algunos que anhelaban una ciudad celestial. Es evidente por estos ejemplos que la palabra puede ser empleada tanto en sentido bueno como malo, pero en cada caso es un deseo que se pone por obra.

En el 3.1 el apóstol no critica el deseo pero dibuja, para la consideración de todos, lo que el anhelo significa. Con señalar las normas que Dios exige se suele causar que los que no las cumplen dejan de adelantarse, y sin duda los versículos que siguen establecen la clase de obispo y diácono que Dios requiere.

Mucho se podría decir de las varias cualidades anotadas, pero aquí destacaremos un solo punto. La mayoría de éstas no se refieren a dones específicos sino a lo que se podría llamar las características generales de una vida espiritual. Bien podrían ser tomadas a pecho por creyentes en general, porque no sólo los ancianos deberían ser sin culpa. Es más bien que el que piensa “sobrever” debe sobresalir en estas características. Si va a guiar bien el pueblo de Dios, tiene que enderezar su propia senda. Si no, no puede esperar ni el respeto ni la obediencia de los demás.

41     El líder que peca

No perdamos de vista que en 1 Timoteo hay otro párrafo entero dedicado específicamente a los ancianos u obispos. Es la sección desde el 5.17 hasta el final del capítulo. Que es así no todos han entendido, y el resultado ha sido una dificultad innecesaria en dar el sentido a ciertos versículos.

“A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos para que los demás también teman”, 5.20. El versículo anterior a éste hace muy claro que esto se refiere primeramente a los ancianos que pecan. Hay una ilustración en la actitud de Pablo frente a Pedro en Gálatas 2.11 al 14.

“No impongas con ligereza las manos a ninguno”, 5.22, se refiere a reconocer ancianos o ponerlos en un lugar prominente de servicio. La idea no es, como algunos han pensado, la de ser cauteloso en buscar ofensores para llevarlos al castigo; tal idea necesitaría una palabra completamente diferente en el griego.

Los versículos que siguen, 5.24,25, sirven bien para expresar una verdad general, pero realmente son una explicación de por qué Timoteo no debe poner sus manos ligeramente sobre persona alguna. El carácter de algunos, sea bueno o malo, se discierne fácilmente y por lo tanto es conocido. Pero hay otros que requieren tiempo para manifestarse. Por esto, si Timoteo deseaba escapar la responsabilidad para los pecados de otros, 5.22, él debería seguir la práctica segura de no apresurarse en empujar otros a la prominencia. Esta es una exposición más amplia de la advertencia en el 3.10: “sean sometidos a prueba primero”.

Repetidas veces en la historia de las asambleas, y aun en estos días, se pudiera haber evitado muchos problemas al ceñirse a estos mandamientos.

42     La santidad propia

1 Timoteo fue escrita a un particular pero aun el que lee superficialmente puede darse cuenta de que la Epístola trata mayormente del estado de cosas entre los santos en general, y especialmente en cuestiones de la asamblea. Por cierto, es una epístola eclesiástica aun más que algunas de las otras que se dirigen expresamente a una u otra iglesia.

En esto 1 Timoteo difiere de 2 Timoteo. La segunda carta se ocupa del comportamiento y servicio de un hombre de Dios como Timoteo en tiempos difíciles y oscuros. Para luz en su camino como un siervo de Cristo, lea una y otra vez 2 Timoteo. Pero cuando quiere saber de sus responsabilidades como miembro de una congregación del pueblo de Dios, estudie la primera carta.

Sin embargo, hay en 1 Timoteo un trozo largo que es casi todo personal. Está en el medio del libro, rodeado de instrucciones sobre asuntos colectivos. No nos olvidamos de aquellos otros trozos de una o dos oraciones que también aluden a cosas particulares, pero queremos interesarnos en el capítulo 4 desde el versículo 6. Se puede dividir el mensaje en dos párrafos: en 4.6 al 10, una exhortación al ejercicio de la piedad; en 4.11 al 16, una exhortación al ejercicio de los dones.

Es muy apropiado que la Epístola contenga una porción de esta índole. No basta recordarle a Timoteo qué es y qué no es la sana doctrina. Tampoco basta sólo destacar aquellas facetas de la sana doctrina que sean apropiadas a la necesidad del momento. Hemos visto que todo esto está en la Epístola pero vemos también que algo más hace falta.

El que aspira ayudar a otros debe mantenerse bien en sí mismo. No sólo debe guardar sana su propia doctrina, sino también trabajar en forma sana y vivir una vida sana. Ya hemos tocado el punto, pero no podemos decir demasiado sobre el tema. Sea nuestro servicio para Dios en el evangelio o sea entre los santos, como fue el de Timoteo, nuestro primer interés debe ser mantener una condición digna de tal servicio. Siempre ha habido el peligro de poner el conocimiento y la oratoria antes de la piedad, y este peligro está presente hoy día.

La ignorancia no es una virtud. El que aspira servir al Señor de cualquier manera debe capacitarse para su servicio en la mejor forma que pueda. Es doloroso encontrar algunos que no parecen haber progresado nada durante muchos años de oportunidad y experiencia. A este punto volveremos más tarde.

43     Recibir para dar

Mientras tanto, guardemos en mente que muchas de las personas usadas sobremanera por Dios han sido dotadas con poca habilidad natural y escasos conocimientos adquiridos. Pero, ellos han suplido esta falta con poseer una buena medida de espiritualidad y celo de Dios.

Si realmente buscamos la gloria de Dios en nuestro servicio, el mismo hecho de prestarlo nos hará más cuidadosos con respecto a la condición de nuestra alma, y nos ayudará a progresar. Proverbios 11.25 dice que el alma generosa será prosperada y el que saciare, también será saciado. El versículo al final del pasaje, el 6.16, también dice, “Haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren”.

Hay en el mundo varios lagos que reciben sus aguas de distintos ríos pero no tienen salida alguna excepto por la evaporación. Dos ejemplos son el Mar Muerto en la Palestina y el Gran Lago de Sal en Estados Unidos. Estos están permanentemente estancados y sus aguas son tan saladas que no son potables. Y es triste que se encuentran en todas partes creyentes que son así. Mucho reciben pero nada dan, y el resultado es que se encuentran tan estancados como esos lagos salados. Ellos asisten a las reuniones y parecen prestar atención, pero ni pública ni privadamente se los encuentra dando ayuda espiritual a otros, ni haciendo su parte para evangelizar al inconverso. Uno se pone a veces a pensar cómo ellos rendirán cuenta ante el tribunal de Cristo.

44     El buen ministro

Vamos a considerar el pasaje mencionado: 1 Timoteo 4.6 al 16. Empieza con “un buen ministro de Jesucristo”, y esta frase podría ser su título. Podríamos dibujar un retrato hablado de este buen ministro al reflexionar en las muchas cosas “buenas” de las cuales habla la Epístola. Este buen ministro:

  • principió con una buena profesión, 6.12
  • guarda y predica una buena doctrina, 4.6
  • practica las buenas obras, 5.25
  • adquiere un buen testimonio de los que están afuera, 3.7
  • mantiene una buena conciencia, 1.5,19
  • se dedica mucho a aquella cosa buena que es la oración, 2.1 al 3
  • se dedica a otra cosa buena que es la piedad en la casa, 5.4
  • milita buena milicia, 1.18
  • gana un grado honroso y bueno, 3.13
  • atesora un buen fundamento para tiempo venidero, 6.19

Pero, ¿qué destaca este mismo versículo, el 4.6, como señal del buen ministro de Jesucristo? Dice que es uno que enseña a sus hermanos. ¿Les enseña qué? Pues, primero, acerca de los tiempos malos por delante, los cuales el apóstol menciona en los versículos anteriores. Un buen ministro o siervo de Jesucristo no titubeará en dar aviso, no obstante lo desagradable que sea. Dejar de hacerlo sería incurrir en la culpa del guardián infiel de Ezequiel 3.18.

Pero la mente va más para atrás y piensa en las cosas del capítulo 3, especialmente en el 3.14: “esto te escribo”. Nuestro ministro no debe tener un solo enfoque; un buen ministro tratará temas positivos y también negativos. Observe la frecuencia con que se hablan de “estas cosas” en los capítulos 4 al 6. En el 5.21 la frase se refiere a todo lo que el libro enseña: “Que guardes estas cosas sin prejuicios”.

45     La disciplina propia

En la primera de las dos partes del mensaje, 4.6 al 10, tres palabras se destacan. Son dibujos hablados o expresiones muy figurativas, como aquéllas de las cuales hablamos anteriormente en estas Notas. Son:

  • nutrido, 4.6
  • ejercítate, 4.7
  • sufrimos oprobios, 4.10

En vez de ejercítate, creo que el sentido más exacto en el 4.10 es “contendamos”. Uniendo las tres, encontramos una vez más la ilustración que Pablo usa con cierta frecuencia: el atleta y el luchador en los juegos deportivos tan conocidos en aquel entonces en Grecia y otras partes. A los tales hacían falta la buena nutrición y el entrenamiento para estar en condiciones de contender.

Todo esto tiene su contrapartida en el caso del atleta cristiano. Él también debe cuidar su alimentación, nutriéndose con “las palabras de la fe y de la buena doctrina”, 4.6. Si se ha contentado con apenas saborear la comida a que se refieren los primeros versículos del capítulo, se encontrará con pocas fuerzas para el certamen. Si por disciplina propia y entrenamiento él no se ha despojado del peso superfluo, difícilmente ganará el premio.

La segunda sección, 4.11 al 16, principia con una exhortación que debe ser leída cuidadosamente y a la luz de los versículos que siguen. De otro modo no vamos a entender qué quiere decir el apóstol con, “Ninguno tenga en poco tu juventud”. Si arrancamos estas palabras de su contexto, algún joven de actitud malsana podría presentarlas como una excusa para oponerse a la sana dirección de los ancianos. Hay que recordar, sin embargo, que en el capítulo anterior el autor habló del neófito que bien podría envanecerse y caer en la condenación del diablo.

Entonces, ¿cómo quiere Pablo que se comporte Timoteo para que ninguno desprecie su juventud? No hay una sola contestación sino varias en los versículos que siguen. En la misma oración se agrega: “Sé ejemplo de los creyentes en

  • palabra
  • conducta
  • amor
  • espíritu
  • fe
  • pureza”.

O sea, “Compórtate de tal manera que nadie podrá criticar tu conducta”.
Y luego:

  • 13 ocúpate en servicio
  • 14 no te olvides que Dios te puso en la obra y que hombres mayores que éstos,
    y tan sabios como cualquiera de ellos, mostraron su aprobación
    al ponerte las manos
  • 15 déjalos ver tu aprovechamiento
  • 16 piensa en los frutos que tu trabajo tendrá, tanto en otros como
    en ti mismo.

Si se da la debida consideración a todo esto, no habrá mucha dificultad
en entender la exigencia que ninguno tenga en poco su juventud.

 

 

Quinto: La salvación y las buenas obras en Tito

46     La condición en Creta

Hasta aquí en nuestras Notas nos hemos ocupado principalmente con 1 Timoteo. No hemos agotado aquella porción del tema, pero de todos modos sería aconsejable pasar a las otras dos cartas.

La inclinación natural sería ver 2 Timoteo antes de Tito, porque en ese orden ellas figuran en nuestras biblias. Sin embargo, 1 Timoteo y Tito fueron escritas casi a la vez, y antes del último encarcelamiento de su autor. 2 Timoteo, en cambio, fue escrita poco antes del fin de su destierro, y es el último de sus escritos que tenemos. Nos parece mejor considerar las cartas en el orden en que su autor las preparó.

Hay otra razón para considerar a Tito antes. La epístola para Tito, como la primera carta a Timoteo, trata mayormente la condición y necesidades del pueblo del Señor entre el cual se encontraba el hermano a quien fue dirigida. Ya hemos observado, en cambio, que 2 Timoteo es de un carácter más personal y menos oficial. Siendo así, no tenemos que tardar mucho en Tito; una buena parte de lo que podríamos comentar sobre la Epístola se expresó en nuestras anotaciones sobre 1 Timoteo.

Timoteo había sido animado a quedarse en Éfeso, 1 Timoteo 1.3, y así Tito en Creta, Tito 1.5, para una tarea parecida. En ambos lugares se había manifestado un brote del mal sobre el cual Pablo advirtió a los ancianos de Éfeso años antes, Hechos 20.30. De dentro y de fuera de las asambleas hombres estaban presentándose para hablar perversidades y llevar discípulos tras sí.

Por lo tanto, había la misma necesidad para que hombres de reconocida espiritualidad y habilidad fuesen levantados para dar un sano liderato al pueblo de Dios. Sólo ellos podrían tapar las bocas de estos otros, Tito 1.11. Así en el primer capítulo Pablo pone delante de Tito las características de tanto los contumaces como aquellos que podrían hacerles frente.

Hemos comentado ya sobre dos expresiones paralelas: (i) “si alguno anhela obispado”, 1 Timoteo 3.1; y (ii) “para que establecieses ancianos”, Tito 1.5.

La diferencia entre las dos sugiere que las iglesias de Creta se distinguían de Éfeso en que Creta aún no había reconocido a sus ancianos, pero Éfeso sí. Se podría entender por esto que las de Creta era muy nuevas todavía, pero esto es dudoso en vista del desarrollo extensivo del mal que se describe en la parte final del primer capítulo.

La única referencia a Creta que se encuentra en Hechos está en el 2.11, donde dice que judíos cretenses estaban presentes en el Día de Pentecostés. (También dice el capítulo 27 que costeó Creta la nave en la cual viajaba Pablo). Es muy de suponer que algunos de estos judíos de Creta figuraron entre los tres mil que creyeron, y que llevaron el evangelio a sus paisanos. Caso tal, es posible que “lo deficiente” en el 1.5 se debía a la falta de dirección apostólica en la materia.

Los más molestosos eran “los de la circuncisión”, 1.10 al 14. En vista de esto, es interesante notar que el hombre puesto allí para corregir la situación era un gentil. Muchos años atrás Pablo había llevado consigo a Jerusalén este mismo gentil cuando hizo frente a la gente judaizante en su propio baluarte, Gálatas 2.1 al 5. En aquella ocasión ellos querían obligar a Tito que se circuncidara pero Pablo no accedió, ni por un momento, para que la verdad del evangelio permaneciese.

47     La salvación en Tito

Un detalle sobresaliente en esta pequeña epístola es la manera como presenta el evangelio cual cordón de tres dobleces. Es decir, el evangelio está en cada uno de los tres capítulos en su aspecto pasado, presente y futuro. En particular:

  • En 1.1 al 4 Pablo dice que su apostolado es conforme a la fe de los escogidos (pasado),
    el conocimiento de la verdad (presente) y la esperanza de la vida eterna (futuro).
  • En 2.11 al 14 él dice que la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres; nos enseña cómo vivir ahora; y, nos da la esperanza de la manifestación gloriosa del Señor Jesucristo.
  • Finalmente, en 3.4 al 7 encontramos que se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador; somos justificados por su misericordia y esto incide en nuestro modo de vivir ahora;
    y, somos herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.

Estos tres pasajes forman la columna vertebral de la Epístola entera. Ellos se destacan más aun cuando notamos que es en relación con ellos que se emplea la consigna sobresaliente de la carta, cual es Dios nuestro Salvador … Cristo nuestro Salvador. Ella figura en 1.3,4, 2.10,13 y 3.4,6.

48     La sobriedad y las obras

Otra característica que resalta en Tito es cómo la carta hace hincapié en la sobriedad o seriedad como parte esencial del creyente. El adjetivo sophron (“sobriedad”) y sus derivaciones figuran en las varias Epístolas dieciséis veces, y diez de éstas se encuentran en las cartas pastorales que estamos estudiando. Seis veces lo encontramos en Tito.

Tanto al joven como al maduro se le exhorta a la seriedad. En el 2.12 se ligan la seriedad, justicia y piedad, diciendo que estas tres virtudes son el resultado de haber sido instruido por la gracia de Dios.

El énfasis que se da a esta virtud no nos sorprenderá si consideramos el 3.3: “porque nosotros en otro tiempo éramos insensatos, rebeldes, extraviados”. Allí se encuentra una lista de todo lo opuesto que caracterizaba al pueblo de Dios antes de ser convertidos. Además, la sobriedad era cosa muy opuesta al carácter del pueblo de Creta según decía Epiménedes; Pablo confirmó su dicho en 1.12,13, “Los cretenses siempre mentirosos, malas bestias”.

Pero lo que algunos no ven tan prestamente es que estas exhortaciones a la sobriedad nunca han hecho tanta falta al joven y al maduro entre el pueblo de Dios como en estos tiempos. Es así, y si fueran cumplidas en nosotros, el testimonio entre los inconversos tendría más peso, ya que ellos se dejan influenciar mucho por lo que oyen de nosotros, sea esto para bien o para mal.

Esta instrucción práctica recibe todavía más énfasis en la Epístola por las repetidas referencias a las buenas obras. La piedad caracteriza a 1 Timoteo y las buenas obras (las manifestaciones exteriores de la piedad) reciben mayor atención en Tito.

Las encontramos seis veces, y en relación con:

  • el comportamiento de los falsos profesantes, 1.16
  • el comportamiento de Tito mismo, 2.7
  • el comportamiento de los salvos en general, 2.14, 3.8
  • el comportamiento de los creyentes de Creta en particular, 3.1,14

En cuanto a la primera de estas citas, haremos mención de paso de un punto: No nos expresamos de una manera estrictamente escrituraria al decir a los inconversos que sus buenas obras no los salvarán. Es bíblico decir que la salvación no es “por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho”, pero el Nuevo Testamento nunca habla de una persona inconversa haciendo buenas obras. Más bien se usa el término sólo para las personas salvas, y en cuanto a las que no son convertidas Tito 1.16 dice que son “reprobadas en cuanto a toda buena obra”.

Ahora, las “buenas obras” no deben ser el monopolio de unos pocos supersantos, sino la señal de todo creyente. Cada uno de los tales ha sido “creado en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”, Efesios 2.10. En el Nuevo Testamento la primera mención de ellas es la exhortación general de Mateo 5.16, “Alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. La última mención es parecida: “… manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles, para que en lo que murmuran de vosotros como malhechores, glorifiquen a Dios en el día de visitación, al considerar vuestras buenas obras”, 1 Pedro 2.12.

49     La vida cotidiana

Entonces, ¿qué son estas “buenas obras?” ¿El bautismo? ¿La celebración de la Cena? ¿La predicación del Evangelio? Estas son buenas obras sin duda, pero no es a ellas que las Escrituras se refieren al usar el término.

El primer hecho específico al cual se aplica la expresión es el ungimiento de Cristo por María de Betania, Mateo 26.10. Cristo dijo que había hecho con él una buena obra, y según Marcos, había hecho lo que podía. El próximo se encuentra en Hechos 9.36 al 39 donde se habla de la bondad de Dorcas para con los pobres. Juntando estos dos ejemplos, vemos que Dios llama buenas obras los hechos que emanan del amor hacia Cristo y hacia nuestro prójimo. Puede ser que al hacerlas seamos alabados cual Dorcas, o criticados cual María, pero sabremos que el Señor las aprueba.

Tito 3.14 dice: “Aprendan también los nuestros a ocuparse en buenas obras para los casos de necesidad, para que no sean sin fruto”. Algunas traducciones presentan el pensamiento como, “ocuparse en trabajos legítimos”. [Nota del traductor: En el castellano, la Versión Latinoamericana, por ejemplo, da en su margen: “ejercer profesiones honestas”.] No voy a decir que este sentido debería figurar en el texto, pero por lo menos sería una “buena obra”, si se la ejerce como para el Señor y con sus intereses en vista.

Pablo recordó a los ancianos efesios que con sus propias manos había ministrado no solamente a sus propias necesidades sino a las de sus consiervos también. Agregó: “Se debe ayudar a los necesitados”, Hechos 20.35. Y en Efesios 4.28 dice del ladrón convertido: “No hurte más sino trabaje, haciendo compartir con el que padece necesidad”.

Llegamos así a Tito 3.13,14, donde los dos versículos están muy ligados entre sí. Se puede entenderlos de esta manera: “Tito, ayude aquellos siervos del Señor, Zenas y Apolos, en su viaje, proveyendo para sus necesidades, de modo que nada les falte. No sólo usted debe comportarse así, Tito, sino también [griego: de kai] los demás de nuestros santos deberían aprender a ser prestos en buenas obras con miras a suplir [griego: eis tas] las necesidades normales que surgen de tiempo en tiempo en el servicio del Señor, para que de esta manera estos santos no queden sin fruto”.

Este pasaje y otros dejan en claro que el apóstol juzgaba que la labor común de la vida es cosa honrosa no sólo para los creyentes en general, sino, cuando factible, para los que se dedican al ministerio espiritual. Además, vio que esta labor podría contar como “buenas obras” en suplir lo que faltaba al pobre, al débil y en el servicio del Señor. Esto fue el punto de vista que él quiso enseñar a los santos, deseando que Tito les hiciera ver la misma cosa.

 

 

Sexto: El varón de Dios en los días postreros

50     El mensaje de 2 Timoteo

Vamos a pasar ahora hasta 2 Timoteo. Se escribió esta Epístola después de 1 Timoteo y Tito, y para por lo menos algunos de nosotros es la más interesante de las cartas pastorales.

Varias veces en las Escrituras encontramos palabras que pueden ser tomadas como las últimas de los santos que las pronunciaron, ya que ellos sabían que su carrera estaba por terminarse. Todos los pasajes de esta índole merecen atención especial.

En el caso de David, dice en 2 Samuel 23, “Estas son las últimas palabras de David”, y luego leemos algunos de los trozos más bellos que el salmista jamás expresó. Él toca la naturaleza de la inspiración, 23.2; el Rey-Mesías por venir, 23.3,4; las experiencias y anhelos de David mismo, 23.5; y la condición del impío, 23.6,7. Pensamos también en las palabras de Jacob en Génesis 49 cuando sus hijos rodearon su lecho de muerte. Hay las de José en Génesis 50.24 al 26, donde él toca la nota de confianza en el cumplimiento de la promesa de Dios. Viene a la mente el discurso de Moisés en Deuteronomio 33, especialmente los versículos 26 al 29 (“No hay como el Dios de Jesurún …”).

La Segunda Epístola de Pedro constituye el último mensaje de ese hombre, y es parecida a esta carta de Pablo que veremos ahora. Por cierto, hay una similitud en todas estas “palabras finales”. Todas hacen hincapié en la Palabra de Dios, en los tiempos malos por delante, en la venida del rey señalado por Dios y en la experiencia personal de quien habla.

51     Moisés y Josué

El que escribe estas Notas fue salvo cuando joven y uno de los primeros consejos que recibió fue que leyera 2 Timoteo. Lo hizo, y tiene sobrada razón para agradecer el consejo, y para darlo a otros que son jóvenes en la fe.

Vimos ya que 1 Timoteo y Tito tratan mayormente asuntos de la iglesia. 2 Timoteo, en cambio, es más bien personal en su enfoque. En toda ella Pablo parece tener en mente el testimonio y servicio de Timoteo mismo. Casi no se hace referencia a la asamblea. Podemos poner al libro el subtítulo de Ayudas y estorbos para el varón de Dios en tiempos difíciles. Si vemos la carta desde este punto de vista, será un verdadero baluarte de nuestra carrera cristiana, desde el recién convertido hasta el anciano en espera de su traslado al cielo.

La relación entre Pablo y Timoteo, como sugerimos en nuestro primer capítulo, fue muy parecida a la que había entre Moisés y Josué. Pablo fue el gran líder en el desarrollo inicial de la Iglesia, como Moisés lo fue en la nación de Israel. Cada uno de ellos tomó para sí un joven como compañero y consiervo.

Evidentemente Moisés tenía a Josué a su lado durante todos los cuarenta años. Le dio el mando del ejército temprano en la lucha con Amalec, Éxodo 17.9 al 14, y le llevó consigo al monte de Sinaí, Éxodo 24.13. En la misma manera Pablo llevó consigo a Timoteo y le encargó muchas diligencias, diciendo a los filipenses, “Ya conocéis los méritos de él, que como hijo a padre ha servido conmigo en el evangelio”, 2.22. Ambos varones jóvenes se aprovecharon gustosamente de la preparación que recibieron.

52     Los encargos a Timoteo

Los repetidos encargos del apóstol a Timoteo son una característica de las epístolas a éste, y se nota como él quería que éstos fuesen pasados a otros. Es interesante compararlos con Deuteronomio 31.14,23 donde dice que Moisés también le dio encargo a Josué antes de morir. Además, el encargo allí mencionado, y repetido luego en Josué 1.6,7, consistió mayormente en dos mandamientos: (i) “esfuérzate y sé valiente”, y (ii) “cuida de hacer conforme a toda la ley”. Ambos tienen su expresión correspondiente en 2 Timoteo, donde en cada capítulo Pablo exhorta su consiervo a ser valiente y estudiar las Escrituras. Le dice:

  • aviva el fuego del don en ti
  • no te avergüences de dar testimonio
  • soporta las aflicciones, sufre penalidades

La misma palabra esfuérzate que se encuentra varias veces en Josué, se ve también en 2 Timoteo 2.1. En cuanto a su actitud a la Palabra de Dios, vemos:

  • en capítulo 1, retén la forma de las sanas palabras
  • en capítulo 2, usa bien la palabra de verdad
  • en capítulo 3, toda la Escritura es útil
  • en capítulo 4, predica la palabra.

Por cierto, se podría trazar todavía más la comparación entre Josué y Timoteo. Cuando Josué siguió a Moisés, él en su turno fue seguido por “los ancianos que sobrevivieron a Josué”, Jueces 2.7. Como Timoteo sobrevivió a Pablo, vinieron tras él “hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros”, 2 Timoteo 2.2. En cada caso el pueblo de Dios se ciñó a sendas más o menos buenas mientras estos hombres vivían, pero después de sus respectivas partidas la decadencia se manifestó. Este suceso se ha repetido más de una vez en la historia subsiguiente del pueblo de Dios.

53     Ejemplos del varón de Dios

Dijimos que 2 Timoteo trata las cosas que pueden ayudar o estorbar al varón de Dios en su testimonio. Queremos hablar ahora de éstas, pero parece apropiado considerar primero qué es un “varón de Dios”. La frase en sí figura sólo dos veces en el Nuevo Testamento y en ambos casos con referencia a Timoteo. Sin embargo, se encuentra varias veces en el Antiguo Testamento y con referencia a una docena de personas cuando menos.

El contexto de cada mención del varón de Dios en el Nuevo Testamento nos puede sugerir algo de cómo se puede reconocer la tal persona. Sería un tanto interesante como provechoso poner al lado de las dos citas en el Nuevo Testamento las personas en el Antiguo a quienes se dan el título, para ver hasta qué punto ellos dieron la talla.

En 1 Timoteo 6.11,12 el varón de Dios huye, sigue y pelea:

  • Él huye del amor al dinero y los males que éste implica.
  • Él sigue la justicia, la santidad, la fe, el amor, la paciencia
    y la mansedumbre.
  • Él pelea la buena batalla de la fe.

En 2 Timoteo 3.16,17 él es uno que, al aprender la Palabra de Dios, se prepara para toda buena obra. Se conduce dentro del doble encargo dado, como ya observamos, a Josué y Timoteo cuando estaban por perder sus respectivos mentores. Este encargo consistía en ser valiente y estudiar las Escrituras a la vez.

El caso es que aquellos del Antiguo Testamento que fueron honrados con el título varón de Dios se vieron precisados de mucha valentía y también de amplios conocimientos de las Escrituras. Ellos se encontraron a menudo en situaciones difíciles o peligrosas cuando tenían que declararse por Dios sin que otros les acompañasen o aconsejasen. Moisés, llamado seis veces “Moisés varón de Dios”, fue el primero así titulado. La mayoría de los demás así llamados eran profetas y algunos de ellos no se identifican por nombre. Véanse por ejemplo 1 Samuel 2.27, 1 Reyes 20.28 y 2 Crónicas 25.7,9.

Elías y Eliseo son llamados varones de Dios, como uno bien podría esperar al considerar las circunstancias de ellos dos. Y, extraño que nos parezca, se usa el título diecisiete veces con referencia al profeta de Judá que profetizó en contra del altar de Jeroboam y luego dejó de guardar el mandamiento que Dios le había dado. El último varón de Dios en el primer Testamento es un tal Hanán hijo de Igdalías, Jeremías 35.4. De él se dice muy poco más, pero el solo hecho de llevar el título como nuestro es cosa de anhelar.

54     Dificultades para el varón de Dios

Volvamos a considerar qué dice el apóstol a Timoteo sobre los peligros y dificultades que puede esperar como varón de Dios. Son:

  • la debilidad de su propia carne, 1.6 al 8
  • la infidelidad entre el pueblo de Dios, 1.15
  • la introducción de enseñanzas falsas, 2.17,18
  • las impiedades de los días postreros, 3.1 al 9
  • las persecuciones, 3.11,12
  • los fracasos de consiervos, 4.10,16
  • la pérdida de su mentor, 4.6,7

Semejante lista bien ha podido bastar para desanimar a Timoteo o cualquier otro en circunstancias parecidas. El apóstol no procura minimizar las dificultades sino desea que su amigo joven haga frente varonilmente y de la manera más apropiada.

Comenzando en la periferia, encontramos lo que el capítulo 3 llama los tiempos peligrosos. Estos se ven mejor en nuestros días que en los tiempos antiguos, pero los versículos 5 y 6 muestran que Timoteo los conoció también. Había en ellos un peligro doble: la dificultad de testificar por Cristo entre tales personas podría quitar el ánimo del varón de Dios, o por otro lado él podría llegar a ser como ésas. Y, si lograba ceñirse fielmente a su encargo, a lo mejor tendría que enfrentar las persecuciones que Pablo señala en los versículos 11 y 12.

Sin embargo, es probable que los tropiezos más graves serían encontrados entre el mismo pueblo del Señor. Maestros como Himeneo y Fileto estaban propagando doctrinas falsas y muchos permitían que su fe fuese estorbada. Hombres del Asia, probablemente convertidos bajo la predicación de Pablo mismo, le habían dado la espalda resueltamente en alguna ocasión crítica. (El tiempo gramatical empleado en el griego para el verbo abandonaron en el 1.15 da a entender un hecho específico en un momento dado). Por amor al mundo, o por temer posibles peligros, ciertos predicadores que habían sido prominentes en la obra del Señor estaban abandonando sus deberes.

Peor aun, Pablo estaba por ser quitado después de haber sido guía y ayudante para Timoteo durante varios años. Nada nos sorprende, pues, que Timoteo haya mostrado señas de debilidad frente a las circunstancias en su alrededor. La exhortación en el 1.6 a “avivar” su don nos da a entender que éste fue el caso.

55     Estímulos para el varón de Dios

A estos tropiezos que le rodearon a Timoteo, debemos poner en contraste las ayudas que le alentaron, según las conocemos por 2 Timoteo.

En el capítulo 1 Pablo le hace recordar su conversión. Le hace pensar en los propósitos de Dios y su gracia que motivaron esa salvación, 1.9; la obra de Cristo que la hizo posible, 1.10; y la certidumbre de su resultado final, 1.12. En el capítulo 2 le exhorta recordar que en esos mismos momentos él gozaba de un Cristo resucitado y vivo en quien podría confiar, 2.8.

En el capítulo 3 el autor habla en cierto detalle del valor de la Palabra de Dios como guía y mentor en el servicio del Señor, 3.14 al 17. Y, en el 4 le recuerda del porvenir, la manifestación del Señor Jesucristo y sus galardones para aquellos que merecen los tales, 4.1,8,18.

Además, en toda la Epístola le pone por delante el ejemplo de otros que habían sido fieles:

  • su mamá y abuela, 1.5
  • Onesíforo, 1.16 al 18
  • Pablo mismo, desde que Timoteo le había conocido, 3.10,11, 4.6,7

Los que desean atar la bandera de Dios al asta en estos tiempos también pueden tomar aliento de estos estímulos. Aunque ellos se vean rodeados por hombres del tipo que encontramos en 3.2 al 5, sus corazones se alegrarán al pensar que Dios les salvó cuando eran “lo mismo que los demás”, y les dio a ellos también el llamamiento santo del 1.9. Al considerar la seguridad con que el Señor guarda su depósito “para aquel día”, como dice el 1.12, ellos serán más firmes en su propósito de guardar fielmente lo que han recibido.

Les abandonarán algunos que parecían merecer plena confianza, 1.15, 4.10 al 16. Morirán otros que eran baluartes durante años, 4.6. Por todo esto los fieles confiarán en su Señor, 2.8, quien ha prometido que no nos dejará. Dirán con Pablo en 4.17, “El Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas … fui librado de la boca del león”.

Confrontados por enseñanzas dañinas, 2.17,18, estos hombres fieles estarán “enteramente preparados” por la Palabra de Dios, la cual los mantendrá a ellos mismos y los permitirá corregir con mansedumbre a los que se opongan a la misma, 2.25. No obstante su debilidad propia según 1.6 al 8, serán fortalecidos por la anticipación del regreso del Señor, sabiendo que premiará a cada uno según sea su obra.

Es evidente que el mismo apóstol recibió mucho estímulo de estas fuentes. Notemos cuatro afirmaciones que hace confiadamente en su carta:

  • su salvación: Sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso
    para guardar mi depósito para aquel día, 1.12
  • la obra de Dios: El fundamento de Dios está firme, 2.19
  • la Palabra de Dios: Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil, 3.16
  • el futuro: El Señor me librará de toda obra mala y me preservará
    para su reino celestial, 4.18

Estas no son las lamentaciones de un viejo amargado o decepcionado. El que escribe tales líneas no siente que la obra de su vida se está reduciendo a nada. Vemos más bien la confianza de uno que aprendió bien la lección enseñada por su antiguo maestro Gamaliel: “Si este consejo o esta obra … es de Dios, no la podréis destruir”, Hechos 5.38,39. Que nosotros, en medio de las dificultades y problemas de nuestros días, no dejemos de tener esta clase de confianza.

56     El hijo y el siervo

Hemos venido comentando que 2 Timoteo habla de las dificultades que rodean al varón de Dios y también hace saber en cada capítulo las ayudas y estímulos a su disposición. Ahora vamos a considerar varias ilustraciones del mismo varón de Dios y sus deberes. Estas se encuentran en el capítulo 2 de la Epístola, donde se emplean por todas siete figuras, pero la primera y última son más bien títulos en vez de apenas ilustraciones. Nos referimos a hijo mío en 2.1 y siervo del Señor en 2.24.

Es de notar que figuran en su debido orden, ya que somos hijos antes de siervos, y el único servicio que el Señor acepta de nosotros es el de hijos. No es el servicio de esclavos, aunque hemos sido comprados y por lo tanto somos propiedad suya; 1 Corintios 6.20. El que intenta servir sin ser hijo encontrará molestoso el servicio y no podrá agradar al Señor; “los que viven según la carne no pueden agradar a Dios”, Romanos 8.8. Al otro extremo, si uno procura ser hijo sin servir, el tal tendrá que aprender una lección tan dura como fue el caso del hijo pródigo en Lucas 15.18,19.

Entre la mención del hijo y la del siervo encontramos cinco más que representan este hijo-siervo. En 2.3,4 es soldado, en 2.5 es atleta, en 2.6 es labrador, en el 15 un obrero y en 21 un vaso. Se introducen algunas de estas figuras nuevamente en 4.6 al 9, donde el apóstol presenta su servicio propio en cinco figuras:

  • un sacrificio: Estoy para ser sacrificado
  • un viajero: Mi partida está cercano
  • un luchador: He peleado la buena batalla
  • un atleta: He acabado la carrera
  • un mayordomo: He guardado la fe

De todos modos, las figuras del capítulo 2 que él no toma para sí en el 4 se usan con referencia a Pablo en otras escrituras. Él nunca exigió a otros lo que no se había cumplido en sí mismo.

57     Las metas del creyente

De las cinco ilustraciones, las primeras tres están ligadas entre sí como para formar un solo cuadro, mientras el cuarto y el quinto quedan aparte. Viéndolas así, podemos notar que se atribuye al siervo del Señor una meta parecida en los tres pasajes, aunque el lenguaje es diferente en cada caso.

  • En 2.4 su meta es agradar a aquel que le tomó por soldado.
  • En 2.15 es “presentarse a Dios aprobado”.
  • En 2.21, que sea “santificado, útil al Señor y dispuesto
    para toda buena obra”.

Todos éstos quieren decir casi la misma cosa y pueden ser comparados con la meta que Pablo había puesto para sí mismo: “Procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables”, 2 Corintios 5.9. También pueden ser puestos como contraste a lo que él pensaba de aquellos hombres de 1 Timoteo 1.6 que no apuntaron al blanco apropiado; de los tales hay varios en 2 Timoteo, siendo ejemplos Himeneo y Fileto.

Pero deseamos considerar más ampliamente el retrato tripartito que se esboza en 2.3 al 6. Este retrato se basa en el mandamiento del versículo 3: “Sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo”. En cada uno de los tres versículos que siguen se da a entender algo sobre cómo serán estas penalidades:

  • 4: Habrá que abstenerse de la indebida ocupación en asuntos ajenos.
  • 5: Habrá que obedecer cuidadosamente ciertas leyes.
  • 6: Habrá que trabajar sin cesar.

58     El creyente como soldado

El soldado que milita no debe tener muchos intereses extraños; el atleta debe ceñirse a las reglas que rigen el certamen; el granjero debe aplicarse a todo pulso. La persona deseosa de guardar su servicio aceptable en cada uno de estos aspectos debe estar dispuesta a sufrir penalidades, porque se encontrará opuesta a tres enemigos antiguos:

  • el mundo que quiere entremeterle en sus enredos
  • el diablo quien le seducirá con astucia, como hizo con Eva
  • la carne que le constreñirá a no esforzarse sobremanera

Nuestras biblias hablan de soldado tanto en versículo 3 como en el 4, pero las palabras no son las mismas en el griego. La del 2.3 es la palabra corriente para “soldado” en el Nuevo Testamento, pero en el 4 la idea es estrictamente el que milita, o sea, el que está en la lucha y no en el cuartel. La diferencia es importante porque se permite mucho al hombre asignado a la base militar que no se permite en la línea de batalla; se ha fusilado más de uno por haber hecho ante el enemigo cosas que hubieran recibido apenas un castigo ligero en tiempo de paz.

Nuestra posición es precisamente esta misma. Estamos en guerra, y no apenas ensayando por si acaso la guerra se presente. Aparentemente muchos entre el pueblo del Señor no entienden esto, y merecen la reprensión que Santiago da: “¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?” En lenguaje moderno, son de la quinta columna.

La expresión en el 2.4, “aquel que lo tomó por soldado”, nos presenta otro pensamiento interesante. El que milita no es el comandante en jefe, ni siquiera un general, sino un soldado raso. Algunos de nosotros nos imaginamos aptos para cosas muy superiores a las que nos son permitidas, y haríamos grandes cambios si nos tocara el arreglo de las fuerzas del Señor. No nos olvidemos de que el solo hecho de ser miembro del ejército es un gran honor. Si no fuera por la misericordia del Señor, nos encontraríamos aún en las filas de Satanás, conteniendo contra Dios. Así, mejor estar contentos con el puesto que nos ha sido asignado.

59     Los negocios de la vida

Otra palabra sugestiva en el 2.4 es enredarse. Literalmente, “entretejido”. La mayoría del pueblo de Dios tiene que ocuparse durante mucho tiempo en “los negocios de la vida” para ganar su pan diario. Por cierto, el apóstol les exhorta cumplir diligentemente con este deber. Con todo, ningún creyente debe permitirse estar “enredado” en las tales cosas, o, en otras palabras, dejar que su corazón se ocupe de ellas. Si nuestros corazones son fieles a Aquel a quien servimos, no nos encontraremos indebidamente interesados en otra cosa alguna. Ni tampoco trataremos con ligereza ninguna de sus reglas (versículo 5) ni malgastaremos el tiempo que es para su servicio (versículo 6).

Es lamentable oir a veces de creyentes que atribuyen a una “segunda bendición” la devoción que ellos tienen para el Señor, cuando a la vez los tales andan en desobediencia a uno y otro de sus mandamientos sencillos. Estos deben saber que jamás van a recibir corona si no contienden legítimamente. Triste también será el susto de esos granjeros que se limitan a ser sólo terratenientes, que no hacen otra cosa que criticar cuando otros tienen que hacer su propio trabajo y el del ocioso también.

Un punto final sobre este retrato en 2.4 al 6: Sabemos que el servicio es desenredado, obediente y constante, pero vemos que el galardón es tripartito también:

  • 2.4 Recibimos el alto honor de su aprobación personal; agradarle a Él debe ser galardón suficiente en sí, como si no hubiera otro alguno.
  • 2.5 Anticipamos la corona que será dada al fin de la carrera por servicio fiel; Pablo la esperaba también, 4.8.
  • 2.6 Es nuestro privilegio participar de los frutos de nuestra labor aun mientras trabajemos.

60     El obrero y la Palabra

Pasemos ahora a la figura del obrero que se utiliza en el 2.15. “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”. La meta aquí es como la del 2.4; es agradar al Señor. Sin embargo, la cosa que le agrada es diferente. En el versículo 15 el punto clave es la habilidad en el servicio; o, si quiere decirlo así, la mente recta para poder usar la Palabra.

La expresión que Pablo emplea aquí, traducida usa bien, ha dado origen a mucha especulación en cuanto a su sentido exacto. Es una de esas palabras figurativas a las cuales nos referimos en un capítulo anterior. El significado al pie de la letra es cortar rectamente pero varias son las interpretaciones dadas a lo que el escritor tenía en mente. Se ha pensado en el padre que divide el pan entre los miembros del hogar, en el sacerdote que dividía en partes el sacrificio levítico, en el labrador que ara en línea recta, y hasta en el marinero que dirige la barca sin desviar.

Algunas de estas figuras nos dan buenas sugerencias, pero el pasaje en sí no apoya la mayoría de ellas. No se trata del padre, del sacerdote o el marinero, sino del “obrero”. Por medio del estudio y la práctica, este obrero ha adquirido una habilidad en su trabajo que le permite presentarse ante su Maestro como uno que ha logrado, y puede lograr, hacer trabajos que no le dan vergüenza alguna.

Del servicio de Cristo mismo ninguno puede tener por qué avergonzarse —véanse 1.8,12,16— pero de nuestros propios esfuerzos tenemos a veces amplias razones por sentirnos avergonzados. No hemos dado lo mejor de nosotros mismos; si en verdad hemos dado lo mejor de lo nuestro, no es tan bueno como debería ser. No hemos progresado como pudiéramos haber progresado; Pablo animó a Timoteo, “Practica estas cosas. Ocúpate en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos”, 1 Timoteo 4.15.

Muchos de los que dicen haber emprendido el viaje al cielo desde hace tiempo no dan evidencia de haberse adelantado. Aun entre los que tienen años ministrando a los salvos y no salvos, hay quienes parecen no haber avanzado ni una tilde en su comprensión de las cosas de Dios.

El contexto de la exhortación de usar bien la Palabra de verdad sirve para hacer hincapié en la importancia de la misma. Timoteo estaba rodeado de hombres que contendían sobre palabras que nada aprovechaban, sino que eran para perdición de los oyentes.

Algunos de éstos, como Himeneo y Fileto, estaban diseminando doctrina errónea acerca de la resurrección, 2.18. Por supuesto, el siervo del Señor tendría que contender por la fe contra los tales. Eran, sin embargo, hombres capaces. No se puede decir que haría falta un hombre todavía más capaz para confrontar a éstos, porque ésta no es la manera cómo opera Dios. Pero no hay duda que haría falta un hombre que había estudiado la Palabra de Dios; además, haría falta uno, en palabras de Hebreos 5.14, con sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal. Equipado así, y guiado por el Espíritu Santo, él estaría en condiciones de llevar a cabo el mandato al final del capítulo: corregir a los que se oponen en contra de la verdad.

61     El vaso limpio

Nos queda por considerar todavía otro cuadro instructivo. Hay en 2 Timoteo 2.20,21 el ejemplo de un vaso en una casa grande que cuenta con muchos de ellos.

De tiempo en tiempo hay discusiones sobre qué representa la casa grande, y en las tales muchas veces se da expresión a explicaciones muy dudosas. Pero en verdad no es necesario que esta casa tenga algún significado en particular, ya que ella compone apenas el fondo del cuadro. No se compara el varón de Dios a la casa, sino al vaso en la casa. Se habla de una casa grande por la sencilla razón que una vivienda pequeña, o una choza humilde, no tendría la gran variedad de envases hechos de diferentes materiales, que la ilustración necesita. En una casita habría quizás vasos de barro o madera pero no de oro ni de plata.

Nuestro pasaje no es, por supuesto, el único en el cual se asemeja el creyente a un vaso; la comparación es común en las Escrituras. Pablo mismo fue llamado en su conversión “un vaso escogido”. Él mismo dijo de sí y de otros, “Tenemos este tesoro en vasos de barro”, 2 Corintios 4.7. Sin embargo, es notable que en este último pasaje se habla de todos los vasos como de barro; la razón es “para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros”. En cambio, en 2 Timoteo 2.20 encontramos vasos hechos de distintos materiales, cada cual según su propia función.

Hay, sin embargo, otra distinción trazada entre los varios vasos en el 2.20, además de la de su material. Algunos son para usos honrosos y otros no. Muchos comentarios escritos sobre este punto corren paralelos a la diferencia que ya tratamos; se dice que los vasos de oro y plata tienen usos honrosos y los de madera y barro tienen usos viles. Puede ser, pero el versículo no lo dice. Por cierto, la y (“y unos son para …”) da a entender que no es así, y la exhortación en el 2.21 (“si alguno de limpia de estas cosas …”) evidentemente se basa en sólo la segunda distinción. Es decir, limpiar un vaso de cualquier material puede hacerlo apto para usos más honroso; ningún esfuerzo para limpiar un vaso de madera lo convertirá en oro, ni cambiar uno de barro en vaso de plata. Pero, la suciedad podría corromper un vaso de oro o de plata, y así dejarlo no apto para uso, tanto como si fuera de madera o barro.

El Maestro de la casa grande es dueño de todos los vasos indistintamente, y cada uno de ellos tiene su propio uso. Quizás la mayoría de nosotros no lleguemos a ser en esta vida más que vasos de barro, pero es todavía nuestro privilegio y deber limpiarnos de todo lo que es vil. Un vaso hecho de barro, pero limpio, es más “útil al Señor” que uno que es de oro pero sucio.

62     Algunos vasos sucios

Ahora bien, en vista de que el punto aquí en 2.20,21 es la limpieza, vemos algo más en los versículos 4 al 6 y el versículo 15 que estábamos estudiando antes. Hemos dicho que 2.4 al 6 trata la cuestión de no enredarse, o de guardar el corazón recto, mientras el 2.15 trata la habilidad o mente recta. Bien; estos versículos, 2.20,21, tratan de nuestra conducta y nuestros compañeros; diremos que hablan de guardar los pies rectos.

Cuando unimos estos tres —el corazón, la mente y los pies— ellos nos hacen pensar en las palabras de Éxodo 12.9 en cuanto al cordero pascual; dice que los israelitas comerían “su cabeza con sus pies y sus entrañas”. Su gran antitipo, Cristo, fue perfecto en cada uno de los tres, e indiscutiblemente nuestro desarrollo en ellos será proporcional a nuestra participación en Él. En 2 Timoteo tenemos ejemplos de personas que fracasaron en cada uno:

  • El corazón de Demas estaba mal cuando amó este mundo; 4.10.
  • Las mentes de Himeneo y Fileto estaban mal, sin duda, cuando enseñaron
    que la resurrección ya se había realizado; 2.18.
  • Los pies de Figelo y Hermógenes se habían dirigido en rumbo equivocado cuando ellos, y otros, abandonaron a Pablo; 1.15.

Es de interés especial el caso de Himeneo y Fileto, 2.17,18, ya que el pasaje sobre los vasos que estamos considerando sigue la mención de estos hombres. Evidentemente ellos deseaban prominencia; apuntando este blanco tan errado, se desviaron de la senda y llevaron otros tras sí. Esto destaca la necesidad de la advertencia que Pablo había dado antes: “De vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos”. Debemos saber que siempre es más fácil ganar prominencia y notoriedad al dirigirse por una senda errada que al quedarse en la correcta.

Notemos también la conexión entre el 2.19 y el capítulo 16 de Números, donde se relata el caso de Coré, Datán y Abiram. 2 Timoteo 2.19 dice que el fundamento de Dios tiene un sello de dos impresiones: (i) Conoce el Señor a los que son suyos; y (ii) Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.

La primera impresión grabada en el sello es una cita de Números 16.5 en el griego (“Mostrará Jehová quién es suyo”). Es probable que la otra grabación sea de Números 16.26: “Apartaos ahora de las tiendas de estos hombres impíos”. Se puede ver el paralelo entre los rebeldes de Números 16 e Himeneo y Fileto. Estos del Antiguo Testamento se unieron para lograr sus fines malvados y llevar muchos tras sí, pero, como los dos del Nuevo Testamento, se encontraron incapaces para derribar el fundamento de Dios. Se puede decir que estaban celosos de esos dos “vasos de oro”, Moisés y Aarón (véanse Números 16), e insatisfechos con su posición propia. Probablemente éste fue el caso con Himeneo y Fileto también.

63     Profecías sobre los días postreros

Hemos visto que 2 Timoteo 2 presenta un retrato del varón de Dios, mostrándonos cómo es su carácter y cuáles sus actividades. Ahora en el 3.1 comenzamos a leer de los tiempos y el ambiente en los cuales él tiene que adoptar su defensa por Dios. Es del todo apropiado que la advertencia de este tercer capítulo sea grabada en nuestras mentes, porque nunca se han manifestado las características de los postreros días como ahora.

El capítulo nos da una profecía acerca de tiempos que quedaban todavía en el futuro cuando Pablo escribió. El mensaje es más claro que en muchas profecías, y trata más distintamente del futuro que Pablo mismo pensaba. Por regla general, en sus epístolas no habla como profeta sino como maestro. Sin embargo, en una y otra parte sí da unas profecías sobresalientes. Por ejemplo:

  • 1 Timoteo 4 describe qué sucederá en días después de los apostólicos.
  • 2 Timoteo 3 habla de los postreros días, o sea, el período inmediatamente
    antes de la venida de Cristo.
  • 1 Tesalonicenses 4 y 5 explican cómo será el traslado de los creyentes
    cuando Cristo venga.
  • 1 Corintios 15 enseña cómo serán resucitados los muertos.
  • 2 Tesalonicenses 1 y 2 dicen que el hombre de pecado se presentará
    y será destruido por Cristo.
  • Romanos 11 profetiza la restauración de la nación de Israel.

Así, aun al limitarse uno a los escritos paulinos, uno puede obtener un buen entendimiento de los acontecimientos proféticos.

Sin embargo, aunque sea claro para nosotros que la descripción que Pablo da de los postreros días es mucho más aplicable a nuestra época que cualquier otra, es evidente que él pensaba que esos días estaban a punto de comenzar en aquel entonces. Obsérvese qué dice en 3.5,6. Pablo exige a Timoteo rechazar a personas como las descritas, señalando el daño que ya habían hecho encubiertamente. Como los demás apóstoles, él consideraba que la venida del Señor estaba por acontecer y por lo tanto juzgaba lo mismo en cuanto a los postreros días.

Hay quienes piensan que esta esperanza en el regreso inmediato del Señor Jesucristo constituyó un disparate por parte de los autores del Nuevo Testamento, y que semejante error resta de la plena inspiración de los pasajes que ellos escribieron. En verdad no era equivocación alguna. Fue propio del plan de Dios que su pueblo estuviera en permanente expectativa del regreso de Cristo, tal como se esperaba su primera venida en los tiempos del Antiguo Testamento. Cristo no les reveló a ellos nada que necesariamente daba a entender que el intervalo sería tan prolongado como realmente ha sido el caso. En toda época los mejores y más espirituales de los santos han sido aquéllos bajo la influencia de esta expectativa.

64     Perversidad y santidad

Se puede considerar la segunda parte de 2 Timoteo 3 como extendiéndose hasta el 4.8; allí comienzan los saludos y noticias finales de la Epístola. Se puede dividir la sección en tres:

  • 1 al 9 las perversidades de los postreros días
  • 10 al 17 los salvaguardas al alcance del varón de Dios
  • 1 al 8 el testimonio del espiritual no obstante estos tiempos,
    y su galardón

En 3.2 al 5 se apuntan no menos de diecinueve características de los hombres de los postreros días. Es muy notable que sean tan parecidas a la lista en Romanos 1.29 al 31. La lista en Romanos nos indica a qué profundidades llegó el paganismo cuando el hombre dio su espalda a Dios; véase Romanos 1.21. En cambio, 2 Timoteo 3 señala hasta dónde bajó lo que comúnmente llamamos el cristianismo. Si el lector quiere poner las dos listas en columnas paralelas, verá que se dicen prácticamente las mismas cosas en ambas. Por cierto, ellas incluyen algunas palabras no encontradas en ninguna otra parte del Testamento, y cuando las palabras no son las mismas, la misma impiedad se sugiere por otro término. La única diferencia de importancia es que la lista en 2 Timoteo termina con las palabras, “tendrán la apariencia de piedad pero negarán la eficacia de ella”. Es esta apariencia que distingue el cristianismo moderno de los males pasados y actuales del paganismo.

Que los males de 2 Timoteo 3 están imperantes hoy día es algo que no admite duda. Al considerarlos cláusula por cláusula, el lector verá que ninguno falta. Se manifiestan en la vida privada, el hogar, el mundo de negocios, y últimamente en la política en manera especial.

Para el creyente, este ambiente se reviste de peligro de dos maneras. Él puede contaminarse en un grado u otro con los males mismos. El amor al dinero, a los deleites o a sí mismo, etc. pueden reemplazar en su corazón la devoción al Señor que caracteriza al varón de Dios, 2.4,15,21. Puede llegar a ser un Demas en su amor para con el mundo. O, en cambio, el creyente puede perder su ánimo y por temor dejar de testificar para Dios en medio de un pueblo duro, altivo y cruel que se burla de todo lo que ama el cristiano.

Como ya hemos dicho, en las dos partes finales de la sección encontraremos qué hay para guardar al hijo de Dios de estos peligros, y qué hay para animarle a mantener el testimonio hasta que el Señor venga.

65     El peligro del amor propio

La lista de impiedades que caracterizan los postreros días, dada en 2 Timoteo 3.2 al 5, no fue confeccionada al azar. Con razón se colocó en primer lugar el amor a sí mismo, porque de él surgen los demás. Conduce hacia el amor al dinero, y el dinero adquirido trae tras sí la jactancia y vanagloria. Luego se hace caso omiso de lo que el Señor exige de uno, y de los deberes para con los padres y las demás personas, hasta que nos queda sólo ese tan amado yo. Muchos de estos males son objeto de admoniciones en otras partes de 1 y 2 Timoteo. Muchos se incluyen entre las cosas de las cuales debe huir el varón de Dios que va a servir como sobreveedor; 1 Timoteo 3.

La mención en el 3.6 de los que se meten en casas, y de las mujercillas necias, nos hace pensar en la serpiente antigua que engañó a Eva. Véase también la referencia a ella en 1 Timoteo 2.14. Observe aquí en 3.6,7 que las expresiones “arrastradas por diversas concupiscencias” y “siempre … aprendiendo pero nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad” corresponden a Génesis 3.6, donde dice, “Vio la mujer que el árbol era codiciable para alcanzar la sabiduría”.

Luego en el 3.8 encontramos a los promotores de estas maldades ligados con Janes y Jambres, quienes resistieron a Moisés al imitar sus milagros. Es interesante recordar que Timoteo estaba en Éfeso cuando recibió esta carta, y fue allí que se realizó un intento parecido del cual leemos en Hechos 19.13 al 17. Ciertos judíos, “exorcistas ambulantes”, intentaron imitar los milagros de Pablo, pero, como en el caso citado del Antiguo Testamento, su insensatez fue manifiesta a todos.

Los hijos de Esceva en Hechos 19 fueron derrotados por un hombre poseído por demonios, mientras que Janes y Jambres en Éxodo 8 fueron incapaces de producir ni siquiera una de las más bajas formas de vida. Al imitar la obra de Dios ellos llegaron al punto donde no iban más adelante, 3.9, aunque todavía podrían ir de mal en peor, como dice el 3.13.

66     Pablo como ejemplo

Pero debemos proseguir a la segunda parte de nuestro tema, o sea las salvaguardas que Timoteo tenía a su alcance como varón de Dios. Eran:

  • El ejemplo de un gran y piadoso mentor, Pablo mismo, 3.10 al 14
  • La preparación de un buen hogar cristiano y las lecciones aprendidas
    en él, 3.14,15
  • Las Sagradas Escrituras, las cuales le podrían hacer sabio para la salvación en toda circunstancia, 3.15,17

Las características señaladas sobre la carrera de Pablo, hacen gran contraste con aquéllas de 3.2 al 5:

 

 

 

                                      Los hombres de 3.2 al 5         Pablo en 3.10

 

sólo la apariencia de piedad     doctrina y conducta

intemperantes                        propósito

crueles                                   longanimidad

amadores de sí mismos,
de los deleites
y del dinero                          amor

soberbios                               paciencia

 

Desde que Timoteo conoció a Pablo cuando predicó cerca de su hogar en Listra, él observó que manifestaba estas características frente a feroces persecuciones; sin embargo, el apóstol puede recordar a su joven amigo que “de todas me ha librado el Señor”, 3.11. Y no sólo esto; con el cuchillo del gladiador a la vista, dice en el 4.18: “El Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial”. En la mente de Pablo la muerte no constituyó un mal, como sería un fracaso en su testimonio.

67     Las Escrituras en el hogar

A partir del versículo 14 Pablo dirige la atención a otros cuya influencia había ayudado a Timoteo. “Persiste tú en lo que has aprendido … sabiendo de quién has aprendido”. Este quien debería figurar en el plural, o sea, quiénes. La expresión que sigue, “desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras”, nos da a entender que se refiere a la mamá y abuela de Timoteo, de quienes se hablan en el 1.5.

Esto queda confirmado por la palabra usada en el 3.15 al hablar de las Escrituras. No se usa la palabra corriente graphe (plural graphai), la cual se encuentra en el versículo siguiente, aunque este término se usa sólo en el sentido de la Biblia en todo el Nuevo Testamento. Se emplea más bien grámma. Esta grámma significa literalmente las letras del abecedario, como en Lucas 23.38 (“letras griegas, latinas y hebreas”), y en ninguna otra parte se la emplea para referirse a las Escrituras excepto en cuanto a los “escritos” de Moisés en Juan 5.47. El empleo del término aquí bien puede sugerir que la mamá de Timoteo usó “Las Sagradas Letras” para enseñar su hijo a leer. Al hacerlo, dejaría en su mente tierna impresiones que jamás serían borradas.

¡Qué contraste hay entre estas dos mujeres y las mujercillas de 3.6,7, quienes buscaron sus enseñanzas de una fuente errada! Y qué contraste sería también el hogar de Timoteo con el estado de cosas en 3.2,3, porque allí había una falta de afecto natural o paterno, y había hijos desobedientes a sus padres. Recuerdos de aquel hogar y de aquellos familiares serían para él un freno y un estímulo en toda la vida.

Estas referencias a lo que Timoteo había aprendido de su mamá, su abuela y de Pablo nos conducen a otra consideración. El salvaguarda más grande de todas son las Escrituras mismas. Ellas no sólo pueden preparar al varón de Dios con todo lo necesario para hacerle sabio para la salvación, 3.15,17; también proveen todo lo necesario para el mantenimiento de su testimonio y de “buenas obras”.

Que nosotros, viviendo en medio de los peligros y dificultades de los postreros días, busquemos en estas mismas Escrituras la dirección y el estímulo que tanta falta nos hacen.

68     Guardar y predicar la Palabra

Hemos notado los males de los postreros días y las dificultades que presentan para el varón de Dios; hemos visto también lo que hay para protegerle en estas circunstancias. Así, veamos el párrafo 4.1 al 8, que es el tercero en esta sección de 2 Timoteo. Allí encontramos las actividades y el testimonio que él realiza en estas circunstancias tan adversas.

Su asignación es de predicar la Palabra, y Pablo la pone delante de Timoteo como un solemne encargo. Es el último de tres encargos en estas epístolas, todos ellos expresados en lenguaje parecido. Veámoslos, para notar cómo se asemejan y cómo se distinguen:

  • 1 Timoteo 5.21 Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo,
    y de sus santos ángeles escogidos, que guardes estas cosas
  • 1 Timoteo 6.13,14 Te mando delante de Dios … y de Jesucristo que dio testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato, que guardes
    el mandamiento
  • 2 Timoteo 4.1,2 Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo,
    que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra.

En cada caso Pablo encarece o manda, y siempre delante de Dios y el Señor Jesucristo. Pero en cada caso se agrega una exigencia diferente:

  • En 5.21 pensamos en los ángeles escogidos, probablemente a causa
    de su interés actual en el testimonio del pueblo del Señor y en todo nuestro bienestar, 1 Corintios 11.10, Hebreos 1.14, 1 Pedro 1.12
  • En 6.13 pensamos en la escena antes del Calvario cuando Cristo mantuvo buen testimonio frente a Pilato
  • En 4.1 de la Segunda Epístola pensamos en el futuro, en la venida de Cristo cuando nuestro servicio será evaluado y premiado

Cada uno de éstos forma una buena base para la exhortación que sigue, llamando la atención nuestra además de la de Timoteo. Las exhortaciones son diferentes en sus referencias, y no sólo en sus palabras. Los tres mandamientos cubren casi toda la vida del siervo de Dios:

  • “que guardes estas cosas”, 5.21, forma parte de un pasaje sobre asuntos de la asamblea
  • “que guardes el mandamiento”, 6.14, se liga con los versículos 11 y 12
    de aquel capítulo en la Primera Epístola, los cuales se relacionan con la conducta de Timoteo personalmente
  • “que prediques la palabra”, 2 Timoteo 4.2, trata del testimonio público.

“Que prediques la palabra” culmina bien las referencias a la Biblia en esta la Segunda Epístola:

  • En el 1.13 Timoteo debe guardarla.
  • En el 2.15 la usa bien.
  • En 3.15 al 17 la toma por guía para sí mismo.
  • En el 4.2 la predica a otros.

69     La carrera de Pablo

Todo esto nos hace falta hoy, y bien podríamos prestar atención especial al hecho de que la última exhortación, la de predicar, está ligada con “los postreros días” y con el tiempo cuando muchos no sufrirán la sana doctrina, 4.3. Muchos predicadores modernos dan por supuesto que en estas condiciones actuales la Palabra de Dios debe ser revestida con dichos agudos, cantos, solos y sentimentalidades que algunos honran con el nombre de himnos. No. La Palabra debe ser anunciada desnuda, en toda su grandeza propia, la cual es apropiada en todo tiempo y circunstancia.

Siguiendo el mandamiento de predicar la Palabra, hay otro que reza, “Que instes a tiempo y fuera de tiempo”. El vocablo que figura aquí como instes es el que figura en el 4.6 como cercano (“el tiempo de mi partida está cercano”). Quiere decir “listo para acción”. La exhortación anterior es sobre cuál sería su obra; ésta dice cuál sería su actitud hacia esa obra. Él debe estar listo para apropiarse de cada oportunidad presentada, y para hacer oportunidades cuando éstas aparentemente faltan.

Este mandamiento a predicar, y hacerlo con celo, queda reforzado por dos consideraciones: (i) Se puede esperar que los tiempos sean aun peores y las oportunidades menos, 4.3,4; (ii) La carrera de Pablo está por terminarse, y la responsabilidad de llevar el peso del testimonio caerá todavía más sobre Timoteo, 4.5 al 8.

Cuando hablamos de las figuras del varón de Dios en 2 Timoteo 2, dijimos que Pablo no exigía a otros lo que él mismo no había hecho. Hicimos referencia a las figuras que hay también en 4.6,7 donde el apóstol exhorta a los demás a ser lo que él mismo era:

  • un sacrificio
  • un peregrino
  • un competidor
  • un atleta
  • un mayordomo.

Y ahora se cumplirá lo que expresó en Hechos 20.24: “Con tal que acabe mi carrera con gozo”, o sea, sin fracaso. Fijémonos en el contraste entre el fin de este Saulo benjamita del Nuevo Testamento y el fin del Saulo benjamita del Antiguo Testamento:

 

                                    El Saulo del                                         El Saulo del

                       Antiguo Testamento                           Nuevo Testamento

Jehová se ha apartado de ti      El Señor estuvo a mi lado

y es tu enemigo,                     y me dio fuerzas,

1 Samuel 28.16                      2 Timoteo 4.17

Quitado éste                           He acabado la carrera,

Hechos 13.22                         2 Timoteo 4.7

Suicidio, 1 Samuel 31.4,5        Martirio.

 

Ahora, en vista de que “la fe” en este sentido significa aquello que se cree, de hecho está vinculada con otras dos palabras que se emplean a menudo en nuestras epístolas: la doctrina y la verdad. Los tres términos significan casi la misma cosa, pero hay diferencia:

  • la fe es aquello que se cree corrientemente entre el pueblo de Dios
  • la doctrina es aquello que se enseña entre ellos
  • la verdad es la cosa en sí y en relación con Dios

Este uso frecuente de la fe en las últimas epístolas es fácil de entender cuando tomamos en cuenta que en la época al escribirse las cartas ya se había hecho común entre todos los santos un cierto conjunto de enseñanzas. Así es que Tito 1.4 habla de “la común fe”. Esos creyentes podían hablar, como hace Lucas al principio de su Evangelio, de “las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas”. Por cierto, esta frase de Lucas nos da una definición de lo que quiere decir “la fe”.

Cuadro F:  “La fe” y “fe”

“la fe”

1 Timoteo           1.2        verdadero hijo en la fe

1.14      la gracia fue más abundante con la fe

1.19      manteniendo la fe y buena conciencia

3.13      mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús.

4.1        algunos apostatarán de la fe

4.6        las palabras de la fe y de la buena doctrina

5.8        ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.

6.10      se extraviaron de la fe

6.12      la buena batalla de la fe

6.21      se desviaron de la fe

2 Timoteo          3.8        réprobos en cuanto a la fe.

4.7        he guardado la fe.

Tito                    1.1        apóstol … conforme a la fe de los escogidos

1.4        verdadero hijo en la común fe

1.13      para que sean sanos en la fe,

2.2        sanos en la fe

3.15      los que nos aman en la fe

“fe”

1 Timoteo           1.4        edificación de Dios que es por fe

1.5        el amor nacido … de fe no fingida,

2.15      se salvará … si permaneciere en fe

4.12      sé ejemplo en … fe

5.12      por haber quebrantado su primera fe

2 Timoteo           3.10      tú has seguido mi … fe

 

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