Samaritana, la (#527)

El pozo de Sicar

 Perth Gospel Hall

 


Principios generales

 

Nada de competencia

El Señor Jesús no permitiría que los fariseos compararan su ministerio con el de Juan el Bautista en cuanto al número que cada cual había bautizado. Ante la primera insinuación de esto Él deja a Judea de una vez para radicar su ministerio en Galilea. Al decir del 3.30: “Es necesario que Él crezca, pero que yo mengüe”. Juan ya había dado a entender que comprendía que su propio ministerio estaba llegando a su fin por cuanto el Señor Jesús había comenzado a manifestarse públicamente.

Un espíritu de competitividad puede conducir a división entre el pueblo de Dios. Por ejemplo en 1 Samuel 18 las mujeres alababan el triunfo de David sobre Goliat al cantar: “Saúl hirió a sus miles, y David a sus diez miles”, y fue después de esto que Saúl buscaba matar a David. En Números 12  María y Aarón hablan contra Moisés: “¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros?” Esto dio lugar a que María fuera castigada con la lepra y el pueblo de Israel se quedara estancado. En 1 Corintios 3  Pablo escribe acerca del espíritu que prevalecía entre cristianos en Corinto: “Yo ciertamente soy de Pablo … Yo soy de Apolos”. Lo identifica como un espíritu carnal y dice que mientras prevalezca habrá contiendas y divisiones.

Nuestro servicio cristiano no es una rivalidad entre el pueblo de Dios, pero a la vez no debemos perder de vista de que se describe como una carrera. Declara Pablo: “Prosigo la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. Semejante carrera amerita lo mejor de nosotros.

Nada de vacilación

Él “salió”, “se fue” y “le era necesario pasar”. Nos hacer ver que el Salvador no demoró ni intentó movilizarse aparte de lo que el Padre había planeado. Es una gran lección para todos los que desean servir al Maestro. Abundan ejemplos en este Evangelio: En el capítulo 2, en una boda Él mandó a llenar las tinajas y fueron llenadas hasta el cuello. Mandó a sacar vino y presentarlo al maestresala, y fue hecho. En el capítulo 9, dice: “Ve a lavarte” y el hombre “regresó”. Sepamos responder con prontitud cuando Él manda.

Nada de discriminación

El Señor Jesús se encontrará en Samaria no obstante la hostilidad existente: “Judíos y samaritanos no se tratan entre sí”, v. 9. Entrará en conversación con “una mujer de Samaria”, v. 7.  En el Evangelio según Lucas leemos: “Este a los pecadores recibe, y con ellos come”, 15.2. En la obra del evangelio no hacemos distinción con base en los antecedentes de una persona. “Quiere que todos sean salvos”, 1 Timoteo 2.4. “Todo aquel que en él cree”, Juan 3.16. Lo mismo aplica en las reuniones de nuestra asamblea. Santiago advierte la posibilidad de un trato preferencial para el hombre “con ropa espléndida” en perjuicio de uno “con vestido andrajoso”, 2.2.

La mujer de Samaria

 

Encuentra al Salvador

Ella vino “a sacar agua”, v. 7. Se encontró con un desconocido pero pronto llegó a conocer y comprender su verdadera necesidad y la suficiencia que podía encontrar tan sólo en Él. Bueno es que nos acordemos del día que le conocimos a Él.

Aprende y sabe

Podemos trazar cómo esta mujer empezó a captar algo acerca de la persona que la encontró junto al pozo. “Judío”, v. 9; “mayor que nuestro padre Jacob”, v. 12; “el Cristo”, v. 29. Cuán bueno es crecer en “la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”, 2 Pedro 3.18. Ella no tan sólo aprendió de su persona, sino también de su provisión. Él le enseñó que al beber agua del pozo ella volvería a tener sed,
v. 13, pero que podría darle “agua viva”, v. 10, para “no tener sed jamás”, v. 14. Aprender y saber hoy día puede ser tan sólo por estudiar las Escrituras. Aconsejó Pablo: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado”, 2 Timoteo 2.15.

Deja

La mujer “dejó su cántaro”, v. 28. Podemos aprender la lección que lo que en un tiempo era tan necesario y parecía tan importante en la vida, es irrelevante ahora al compararse con la vida nueva en Cristo y la obra por la cual Él nos ha capacitado. “Cuantas cosas eran para mí ganancia”, escribió Pablo, “las he estimado pérdida por amor de Cristo”, Filipenses 3.7. Con derecho decían los discípulos antiguos: “Nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido”, Marcos 10.28.

Dice                                        

Su mensaje fue: “Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?” El Maestro tiene una obra para nosotros. Una vez salvo, se le dio al endemoniado una misión: “Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo”, Marcos 5.19. Antes de dejar la tierra para volver al cielo, el Señor pronunció la gran comisión: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”, Marcos 16.15. Tenemos todos una responsabilidad, sea a la familia, los amigos o la gente de tierras lejanas.

El Salvador

 

Soberanía

Este encuentro no fue por casualidad de parte del Señor: “Le era necesario pasar por Samaria”, v. 4. ¿Por qué? Porque allí estaban una mujer y otros que eran parte del gran plan divino para la salvación. La mujer no merecía ser salva ni recibir favor de Dios, ni nosotros tampoco. Como nosotros, fue escogida en Cristo antes de la fundación del mundo, Efesios 1.4.

Humanidad

Este y otros incidentes afirman la humanidad del Señor Jesús mientras vivía en el mundo “cansado del camino”, v. 6. El mismo Señor Jesús que durmió en la barca, Marcos 4, lloró frente a una tumba, Juan 11, tuvo hambre en el desierto, Mateo 4, se encuentra ahora cansado por la distancia que había viajado. Poco captamos nosotros de cuán cansado físicamente Él estaría al haber caminado en ese calor, pero el caso es que lo sintió al igual que otros hombres.

Deidad

El gran principio de la deidad del Señor Jesucristo está impreso en todos los incidentes que vamos a estudiar en esta serie. Al reconocer que estaba “cansado del camino”, nos maravillamos ante su comentario a la mujer: “cinco maridos has tenido”, v. 18. Solamente Dios sabría los detalles íntimos de la vida de esta mujer.

Decoro

Al tratar con una mujer el Salvador optó por encontrarla junto a un pozo, donde nadie pondría en duda sus motivos al contactar a esta alma necesitada. Nosotros precisamos de sabiduría en las cosas de Dios al tratar con niños y personas del sexo opuesto. Cuando los siervos de Dios hablaron con las mujeres de Filipos, fue “junto al río”, Hechos 16.18. Pablo enuncia un principio general en Romanos 14:16: “No sea, pues, vituperado vuestro bien”.

Simpatía

Aun sabiendo todo acerca de ella, Él “te daría agua viva”, v. 10. El Salvador no negaría la bendición que tanta falta hacía a la samaritana.

Autoridad

Él tiene el poder de exigir a dar, v. 7, y llamar, v. 16. Sea ante el pecador o al hijo de Dios, tiene autoridad sobre todo. Esta es la base de la salvación y del éxito en el servicio cristiano: “Jesús es el Señor”, Romanos 10.9.

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