Jocabed (#522)

 

Jocabed

E. L. Moore

 

Jocabed (Jehová es glorioso), esposa de Amram
y madre de Miriam, Aarón y Moisés.

 

 

Ella y su esposo, una pareja singular de la tribu de Leví, fueron los padres de tres hijos extraordinarios. Cada uno de los tres ocupó una posición estratégica en el liderazgo del pueblo de Israel en el Éxodo de Egipto y luego en la peregrinación en el desierto. Ambos demostraron una fe viva, la que les fortaleció para desafiar los decretos demoníacos del tirano Faraón. (Éxodo 2:2,3 )  El lector puede observar que el pasaje da énfasis a las acciones de ella, sin que su marido ocupe un lugar destacado. (Ver también Hebreos 11:23.)

Jocabed es recordada especialmente por su plan para salvar la vida de su hijo menor, quien más tarde llegaría a ser el legislador en Israel. Esto sucedió en un momento de crisis nacional en que su pueblo estaba siendo despreciado y maltratado por los egipcios. Con amor maternal y preocupación espiritual ella preparó la arquilla de juncos. Entonces puso a su bebé dentro de la arquilla e instruyó sabiamente a su hija para que lo vigilara desde una distancia prudente. Así lo encomendó en las manos cuidadosas de Dios.

Poco después, gracias a la sabiduría que demostró Miriam al acercarse a la princesa después que ésta descubriera al bebé, Jocabed recibió la custodia legal de su hijo. Desde aquel momento ella gozó de completa libertad para criarlo, habiendo sido levantada la condenación de muerte. Irónicamente, ella recibió recursos para su hijo desde el trono real de Egipto, proporcionados por el mismo Faraón quien había decretado la muerte del niño. Luego ella cumplió con su palabra al devolver el niño a la hija del Faraón, quien le dio el nombre de Moisés (Éxodo 2:10). Podemos estar seguros que Jocabed aprovechó aquellos pocos años para inculcar en la mente del niño el conocimiento del Dios viviente antes de entregarlo al palacio de Egipto y a la educación liberal que recibiría como príncipe.

 

 

 

Rhoda de Cumming

 

 

Jocabed era una destacada madre de fe. La historia está en Éxodo 2:1-10, Números 26:59, Hebreos 11:23-27.

En toda época de la historia humana ha habido mujeres que gozan de una libertad que el mundo no entiende, la libertad de ser y hacer lo que Dios propone para ellas. Jocabed fue una. Ella y su esposo Amram eran hebreos, esclavos de la cruel nación de Egipto. Su hijo Moisés nació cuando Faraón había mandado a su pueblo diciendo: “Echad al rio todo niño que nazca, y a toda hija preservad la vida”. Los padres de Moisés no temieron el decreto del rey. Su fe en Dios les dio coraje para no hacerle caso a Faraón, sino obedecer las órdenes de Dios. Parece que sabían que su hijito tenía un futuro importante para la nación de Israel.

“Moisés fue escondido por sus padres”, leemos en Hebreos 11:23, y esto indica que los dos estaban de acuerdo en la manera de actuar en circunstancias tan angustiosas. Tan difícil habría sido para Jocabed esconder a su bebé en aquella pequeña vivienda por tres meses. Ella tomó el iniciativo y preparo una cesta de papiro y la embadurnó con brea. Luego colocó a su chiquito en la cesta y lo puso a la orilla del Nilo, el río que daba muerte a otros niños hebreos.

La historia es bien conocida. María, su hermana, vigilaba al niño y cuando la princesa, la hija de Faraón, lo vio llorando ella le tuvo compasión y supo que era un bebé hebreo. María ofreció buscar una nodriza hebrea para criarlo y resultó que Jocabed pudo cuidar a su querido hijito. Crecido Moisés creció, ella lo trajo a la hija de Faraón.

“Lleva a este niño y criámelo, y yo te lo pagare”, dijo la princesa a aquella madre. Ciertamente, es el propósito de Dios que los niños sean criados por sus propias madres. Qué bueno es cuando la madre creyente puede criar a sus hijitos y enseñarlos la Palabra de Dios.

Notemos las bendiciones que Amram y Jocabed recibieron por haber puesto su fe en Dios: tuvieron el privilegio de criar a Moisés en su hogar por un tiempo; la madre recibió un salario; y su hijo nunca sufrió como un esclavo. Moisés aprendió que pertenecía a la nación de Israel y más tarde en el palacio del rey de Egipto él escogió  ser del pueblo de Dios, “teniendo por mayores riquezas  el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios” (Hebreos 11:26).

Jocabed fue madre de tres hijos – María, Aarón, y Moisés – y crió esa familia en medio de la cruel persecución de los egipcios. Cada uno de sus hijos prestó gran servicio a la nación de Israel: María fue profetiza, Aarón el primer sumo sacerdote, y Moisés el líder del pueblo de Dios por cuarenta años. Amram y Jocabed crearon un hogar para la gloria de Dios y dejaron un ejemplo intachable.

 

 

 

DRA  EMA

 

Es poco lo que la Biblia narra acerca de esta madre de líderes. La encontramos en Génesis capítulos 2 y 6, en Números 26.59 y en Hebreos 11.23. Su singularidad está en el hecho de que cada uno de sus hijos—María, Aarón y Moisés—fue grande en lo que a Dios se refiere. Su honor es que ella levantó esa familia en medio de la gran persecución de parte de los egipcios.

Moisés nació cuando Faraón era temido por la muchedumbre de los israelitas y mandó que fuese muerto todo hijo varón que naciere a las mujeres de ellos. Pero esta madre vio que su hijo era hermoso y agradable a Dios. Jocabed le escondió por tres meses. En Exodo 2 leemos de lo que ella hizo; en Hechos 7.20 dice que el nené estaba “en la casa de su padre;” y, Hebreos 11 dice que la fe fue de “los padres de Moisés”. Es hermoso observar, pues, que Amram y sus señora Jocabed tenían un ejercicio mutuo en cuanto a la crianza de sus hijos.

Ella hizo luego una arquilla impermeabilizada para poder esconder su criatura en el río Nilo. María, escondida, cuidaba a su hermanito. Cuando la princesa lo vio llorando ella tuvo compasión de él y mandó a María que buscase una nodriza de las hebreas. Fue así que su madre pudo criarle para la princesa.

Jocabed y su esposo aparecen en la lista de los héroes de la fe en Hebreos porque su fe salvó a Moisés. Son la única pareja que figura en esa lista como habiendo actuado juntos en un ejercicio espiritual. Amram (“una nación exaltada”) y Jocabed (“la gloria de Dios”) vivían en el peor de los tiempos pero su fe les permitió criar a los hijos para la gloria de Dios y la exaltación de su pueblo, Números 25.9. La fe de Moisés entró en juego cuando él estaba “hecho ya grande”. Sus padres no habían temido el decreto del rey, y él no temió la ira del rey; Hebreos 11.23,27. En esto Dios honró la fe de Amram y Jocabed.

Leemos a menudo, especialmente en 2 Reyes y 2 Crónicas, acerca de los reyes de Israel que “el nombre de su madre fue …” ¿Será para insinuar que ellas habían formado el carácter de sus respectivos hijos que “hicieron lo recto” o “no anduvieron en los caminos de Jehová?” De que la abuela y la madre de Timoteo formaron el carácter de aquél, no lo dudamos. Así Moisés, así Samuel.

Comparte este artículo: