Acaz (#496)

Acaz

N. R. Thomson

 

Acaz se conoce como el rey de Judá que hizo cam-bios en los muebles del Templo en Jerusalén.

Peka, rey de Israel, se había confederado con Rezín, rey de Siria en Damasco, con el fin de atacar a Acaz. “Entonces Acaz envió embajadores a Tiglat‑Pileser, rey de Asiria, diciendo: Yo soy tu siervo y tu hijo; sube y defiéndeme de mano del rey de Siria y de la ma­no del rey de Israel” (2 Reyes 16:7). Resultó que el rey de Asiria atacó a Damasco, capital de Siria y la tomó; en esta forma libró a Judá del ataque extranjero. Pero la victoria militar era una derrota espiritual para Acaz. Habiendo hecho mal en amistarse con aquel rey idólatra de Asiria, Acaz fue conducido a peores cosas cuando fue a Damasco a agasajarle en su gran triunfo. Si cedemos al gusto mundano de acompañar a los impíos en sus fiestas, se hace difícil ofenderlos por no participar en sus actividades.

 

Acaz fue con aquel rey al Templo en Damasco donde vio un altar que le impresionó mucho. Sin duda era más lujoso, moderno y llamativo que el altar en Jerusalén. “Cuando vio el rey Acaz el altar que estaba en Damasco, envió al sacerdote Urías el diseño y la descripción del altar, conforme a su hechura … y luego que el vino de Damasco y vio el altar, acercó el rey a él y ofreció sacrificios en él … E hizo acercar el altar de bronce que estaba delante Jehová … lo puso a lado del atar hacia el norte. Y mandó el Acaz al sacerdote Urías, diciendo: En el gran altar encenderás el holocausto … y cortó el rey Acaz tableros de las basas, y les quitó las fuentes, y quitó también el de sobre los bueyes de bronce “.  (2 Reyes 16:10-17).

¡Qué cambios! ¡Qué innovaciones! Pero, ¿de quién era aquel Templo? Si el hombre tiene derecho de arreglar su casa particular según su propio gusto, igual te tiene el Señor derecho a dar en la Casa de Dios. Dios había dado instrucciones a David cuanto a aquel Templo, y David las enseñó a Salomón. “David a Salomón su hijo el plano del pórtico del Templo y sus casas … asimismo el plano … para los atrios de la casa de Jehová … también para toda la obra del ministerio de la casa de Jehová … Todas estas cosas, dijo David, me fueron trazadas por la mano de Jehová, que me hizo entender todas las obras del diseño” (1 Crónicas 28:11-19).

¿Qué derecho tenía Acaz de cambiar el orden e introducir otro gran altar? ¿Qué autoridad tenía de modificar la fuente provista para la santificación? “Acaz no hizo lo recto ante los ojos de Jehová”.

 

Tampoco hacemos bien cuando cambiamos el orden de la iglesia local. En los Hechos tenemos descrito el patrón para la evangelización. Se efectuaba por la predicación del evangelio en sencillez tanto en reuniones públicas como de casa en casa, siempre sin atractivos mundanos. Las asambleas se establecían en cada lugar sin tener un solo pastor. Un grupo de ancianos (pastores u obispos) guiaba cada iglesia local.

En la Epístola a los Corintios, el apóstol nos describe más acerca del diseño de la iglesia. Es templo de Dios donde conviene la santidad y no la mundanalidad. Él manda a ejecutar la excomulgación de los fornicarios, borrachos, ladrones, etcétera. Cristo es Cabeza de la Iglesia y ha escogido las señales físicas de su soberanía. Son el cabello no cortado, pero cubierto en la mujer, y la cabeza descubierta con pelo no crecido en el varón. Se describe la forma de la Cena del Señor. También se enseña la función pública del varón en el ejercicio de los dones en la iglesia, y el servicio más privado de la mujer.

Otras Epístolas demuestran las prácticas de la iglesia local y corrigen ciertos errores introducidos en el primer siglo. El Apocalipsis revela las innovaciones en algunas de las siete iglesias de Asia. Eran cosas parecidas al altar de Acaz. Las doctrinas de Balaam, de Jezabel y de los nicolaítas habían entrado, siguiendo errores antiguos.

 

Desde aquel entonces, se han introducido muchas otras ideas entre las iglesias. Parecen ser mejoras, según la sabiduría humana, pero son cambios no autorizados por Dios. Debemos exami-narnos para ver si se han añadido entre nosotros prácticas ajenas al diseño apostólico, o si falta el cumplimiento de alguna práctica enseñada en la Biblia. Hay gran peligro en asistir a las reuniones de los que no obedecen toda la Palabra de Dios, y donde no se hace todo decentemente y con orden según mandan las Escrituras. Se corre el riesgo de ver allí algo que apele al gusto humano, semejante al altar de Acaz. Luego sigue la tentación de introducir la cosa en la asamblea.

Debemos edificar nuestras iglesias según el patrón bíblico y resistir la introducción de cualquier otra cosa. El apóstol dijo: “Yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica”. Si tenemos ejemplo o mandamiento para todo lo que se hace en la asamblea, podemos tener la seguridad de edificar con “oro”. Pero si se practican cosas que no aparecen en el diseño apostólico, entonces hay la grave posibilidad de que sean quemadas como hojarasca en el Tribunal de Cristo (1 Corintios 3:10-15).

 

 

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