Onésimo (#458)

Onésimo

 

Héctor Alves

 

 

La Epístola de Pablo a Filemón es la más corta de sus cartas inspiradas, contando con sólo veinticinco versículos. Si bien no expone las doctrinas que encontramos en las así llamadas epístolas eclesiales, es parte de «toda la Escritura» inspirada por Dios y es útil para enseñar, para redargüir, para corregir y para instruir en justicia.

La carta es única en el Nuevo Testamento, echando cierta luz sobre la vida social en la Iglesia como estaba en aquel entonces. Tres personas se destacan: Pablo quien escribe cual prisionero de Jesucristo, Filemón quien recibe la carta y parece ser un caballero cristiano de cualidades excep-cionales, y Onésimo que era lo que llamaríamos un esclavo.

 

Es evidente que Onésimo le había hurtado de su amo Filemón, quizás dinero, y se había escapado. Por mar y por tierra llegó hasta Roma, distancia de unos mil seiscientos kilómetros. Al haberse quedado en Colosas y confesado la cosa a su maestro, posiblemente la historia hubiera terminado con esto. Pero, como Jonás y como el pródigo de Lucas 15, el ojo de Dios estaba sobre el cimarrón y de alguna manera que desconocemos la Providencia le puso frente a frente al apóstol en su encarcelamiento. Cuando Pablo habla de él como «mi hijo a quien engendré en mis prisiones», se ve que fue conducido a recibir a Cristo como Salvador por intermedio del testimonio de Pablo. Ciertamente Onésimo fue un trofeo de la gracia divina.

Pablo resuelve que Onésimo debería volver a su amo en el cuidado de Tíquico, Colosenses 4.8,9. Un fugitivo no podía ser recibido y hospedado legalmente. Filemón podría cuestionar por qué Pablo tomaría sobre sí esta responsabilidad, y qué clase de persona encontró en Onésimo. Así que el apóstol escribe: «… en otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti y a mí nos es útil». Ahora Onésimo es útil al uno y al otro por el cambio en su alma efectuado por la gracia de Dios. Pablo realiza hábilmente la obra difícil de reconciliación. Cuenta de la vida transformada en este hombre cuyo nombre significa provechoso.

 

W.E. Vine explica: «Onésimo, que significa provecho (de onesis, utilidad) era nombre común para esclavos. Posiblemente el prefijo eu ha debido ser vertido como ‘muy provechoso’ o ‘muy útil’, dando a entender que el prófugo había hecho un gran mal a Filemón. Ahora después de su conversión, en servicio devoto al apóstol en su reclusión, sería especialmente útil a Filemón mismo, tomando en cuenta que éste hubiera prestado servicio a Pablo de buena gana al haberle sido posible. Onésimo, quien había desdicho su nombre, ahora lo cumplía ante su amo del momento, y a la vez debía su conversión al apóstol».

 

Pablo da prioridad a los intereses de Filemón pero también reconoce los derechos de Onésimo. No quiere retener al esclavo sin que su amo estuviera al tanto, de manera que escribe: «nada quise hacer sin tu conocimiento». Además reconoce que Onésimo debía regresar, ahora que una obra de gracia ha sido efectuada en su alma, y que de alguna manera él debía restituir el agravio. Pablo alude a la ofensa tan cautelosamente como era posible, diciendo: «se apartó de ti por algún tiempo, para que le recibiese para siempre; no ya como esclavo, sino como más de esclavo, como hermano amado». El hombre debe ser admitido gustosamente y en una relación nueva. Pablo añade: «recibidle como a mí mismo».

 

En todo esto percibimos el cambio maravilloso que fue realizado en Onésimo. Conviene que nos demos cuenta de que en Colosenses 4.9 el apóstol le da a Onésimo la misma recomendación que a Tíquico. Tocante a este último, escribe: «amado hermano y fiel ministro y consiervo en el Señor», y tocante a Onésimo, «amado y fiel hermano, que es uno de vosotros». Esto hace entrever el calor del corazón del apóstol hace este esclavo inútil de antaño pero ahora útil en el Señor.

 

Nos agrada ver este carácter en los nuevos creyentes del tiempo presente: jóvenes que son provechosos en cosas espirituales. Adicionalmente el 4.9 hace ver que a Onésimo le fue dada la responsabilidad de ayudar a Tíquico al divulgar todo lo sucedido en Roma.

 

La gracia divina cambió al fugitivo en hermano amado, aun en una persona provechosa para la iglesia en Colosas. Pablo no dudaba de la recepción que Filemón le daría a Onésimo, aun sabiendo que este no podría restituir el dinero que le debía al otro. Era algo que debería hacer como cristiano, así que Pablo asumió responsabilidad para la pérdida sufrida.

Comparte este artículo: