Epafrodito (#452)

Epafrodito

Héctor Alves

 

 

Todo lo que sabemos de Epafrodito viene de Pablo en su carta a los filipenses. Las dos referencias a este buen hombre ocupan una parte comparativamente amplia en la Epístola: capítulo 2 versículos 25 al 30 y capítulo 4 versículo 18.

Pablo habla de él como mi hermano, colaborador y compañero de milicia, pero vuestro mensajero, y también el que atendía a las necesidades de Pablo. Estas cinco descripciones habrán animado al pueblo del Señor y a la vez tienen instrucción para nosotros.

 

«Mi hermano». Este hecho se menciona en primer lugar. Es una expresión de cariño, queriendo decir, por supuesto, que Epafrodito era hermano en la fe. Él y Pablo estaban unidos. Si Pablo no tenía un hermano en la carne, ciertamente tenía uno en el Señor Jesús.

 

«Colaborador». Aquí hay sugerencia de igualdad. En el versículo 29 el apóstol habla de tener a los tales en estima. Pablo se animaba por tener a Epafrodito laborando a su lado, y habla en tono de aprecio de las labores de sus colegas en la obra del Señor.

«Compañero de milicia». Este hombre era buen soldado de Jesucristo; aparentemente se había arriesgado al extremo de perjudicar su salud. De manera que estos dos hombres eran hermanos, hijos del mismo Padre, participantes en la misma obra y soldados en la misma lucha espiritual.

 

«Vuestro mensajero». Él había sido despachado con una encomienda. Podemos entender que la iglesia en Filipos lo había enviado a Pablo, a la sazón un preso en Roma, y que él llevó consigo un donativo, o varios donativos, ya que el 4.18 habla de «lo que enviaste».

Una característica sobresaliente de este creyente filipense parece ser su disposición a sacrificarse. Por el bien del amado apóstol él estaba dispuesto a hacer ese viaje a pie y en medio de peligros. Pablo habla de él como el «ministrador de mis necesidades». No sólo llevó consigo a Roma la enco-mienda de Filipos, sino al llegar atendió a las necesidades de Pablo.

 

Se enfermó; leemos que estaba a punto de morir. Pero le incomodaba que los santos en Filipos hayan sabido de su quebranto. En esto vemos otro rasgo de su carácter. Algunos hubieran difundido en gran manera lo que estaban padeciendo, esperando con esto contar con la simpatía de otros. No así Epafrodito; su nombre significa «fascinante» o «hermoso» y así era. Nada sorprende que Pablo hable de él en su epístola.

Parece que su enfermedad se prolongó, ya que la noticia llegó a Filipos y vino de rebote a Roma. Y allí estaba él en Roma con profundo deseo de ver a los creyentes en su terruño. Pablo, entonces, le manda de regreso a Filipos, sabiendo que esto será de gran agrado para aquellos hermanos. Pablo mismo tendría satisfacción al saber del reencuentro, aunque él sentiría la falta de un hermano y colaborador de esta calidad.

 

Pablo exhorta a los santos a tener a Epafrodito en estima porque él había suplido lo que faltaba en el servicio de ellos para el apóstol. Esta gran recomendación pone responsabilidad sobre la asamblea. Las palabras no son una reprimenda; es que Epafrodito había prestado un servicio a Pablo en representación de otros, cosa que los filipenses no podían hacer por sí mismos a causa de la distancia que les separaba. Fue por la obra de Cristo que Epafrodito había estado al borde de la muerte, y Pablo estaba presto a dar honra a su mérito. Pablo era un gran hombre, pero sabía reconocer las virtudes de otros también.

Comparte este artículo: