Una introducción a la profecía: Jack Hay (#114)

 

 

Una introducción a la profecía bíblica

 

Jack Hay, Escocia
John Ritchie Ltd.

 

 

1              Una visión general

2              El rapto

3              Los eventos en el cielo

4              La gran tribulación (1)

5              La gran tribulación (2)

6              La manifestación en gloria

7              El milenio

8              El gran trono blanco

 

 

Capítulo 1
Una visión general

 

El futuro     El futuro siempre ha intrigado al pueblo y aquella fascinación no se ha disminuido con la entrada de una edad secular científica. En los tiempos bíblicos, la parafernalia de lo culto fue manifestada en la búsqueda de dirección de parte de Nabocodonosor, Ezequiel 21.21, y también la adivinación estaba arraigada en la antigua Filipos, Hechos 16.16. La modalidad sigue vigente y hoy los horóscopos, los tableros ouija, las sesiones de espiritismo y la adivinación de fortuna figuran de manera significativa en la sociedad moderna. Las profecías de Nostradamus y el código bíblico de Miguel Drosnín gozan de mucha aceptación entre un público ingenuo.

Los creyentes están satisfechos de que la única fuente segura de información acerca del futuro es la inspirada Palabra de Dios. Sus declaraciones son claras y uno no precisa de computadora para interpretar un código escondido. Sus pronósticos se han mostrado ser confiables, con las profecías del Antiguo Testamento acerca del primer advenimiento del Señor Jesús cumplidas de maneras maravillosas y detalladas. Esto nos da confianza en sus predicciones de eventos en torno de su segunda venda.

Una diana   Sin caer en la trampa de interpretar la profecía bíblica en función de los sucesos del momento, hay un sentir general entre creyentes que los eventos mundiales están llegando a su clímax. En términos generales, la gente se asombra ante el acontecer político en la redondez del planeta y se preocupa por la aparentemente interminable secuencia de desastres naturales. Se oye decir: “No podemos seguir así”, “¿Adónde conduce todo esto?”, “Algo tiene que suceder”. No se les ocurre qué puede ser ese “algo”, pero el cristiano que confía en su Biblia puede llenar los espacios en blanco y señalar las Escrituras con sus avisos  de intervención divina, una serie de acontecimientos que culminará en el reinado del Señor Jesús en este mundo por mil años.

Federico Tatford cuenta de una niña que contaba los golpes del reloj en la plaza del pueblo. Un problema mecánico hizo que el reloj golpeara trece veces. Ella corrió a casa y exclamó: “¡Mamá, nunca ha sido tan tarde!” Las así llamadas señales del tiempo proclaman a todos que “nunca ha sido tan tarde”. Las condiciones en nuestro entorno deben ser una diana, un despertar, para un mundo durmiente, pero tristemente los escépticos de estos tiempos postreros dicen todavía: “¿Dónde está la promesa de su venida?” 2 Pedro 3.3,4

Eventos mundiales   Los creyentes del Nuevo Testamento  nunca fueron enseñados a buscar señales de eventos por venir; no estaban pendientes de señales, sino esperando al Hijo, 1 Tesalonicenses 1.10. No hay por qué rastrear los periódicos y los noticieros cada día para descubrir indicios de que su llegada es inminente. Habiendo dicho esto, reconocemos que observar lo que está sucediendo en el mundo entero es absorbente y refuerza la convicción de que “la venida del Señor se acerca”, Santiago 5.8.

Hay una marcha inexorable hacia el federalismo en Europa, cosa interesante a la luz de la profecía bíblica. La reaparición de Rusia como una potencia mundial y su simpatía por Irán parecen significantes ante el hecho de que serán parte de una confederación que invadirá Israel en un día futuro, Ezequiel 38 y 39. El surgimiento de naciones del Lejano Oriente como factores importantes en el comercio, junto con su capacidad militar, parece aportar a los preparativos para los eventos descritos en el libro de Apocalipsis.

Como siempre, la situación inestable en el Medio Oriente y las emergencias constantes que se presentan ponen a Israel en la mira perpetuamente, y es allí donde se representará el drama final.

Condiciones morales      Los primeros pocos versículos de 2 Timoteo 3 describen las características morales de los postreros días. Lo dicho allí es una evaluación de las condiciones presentes. Por cierto, muchas de las cosas mencionadas siempre han caracterizado la sociedad humana, pero hoy como nunca antes ellas han penetrado todo el orden social. No se intenta esconder lo que en un tiempo era una conducta inaceptable; el pecado que antes se practicaba a escondidas ahora es cosa a ser admirada y exhibida descaradamente. Habla Filipenses 3.19 de aquellos “cuya gloria es su vergüenza”.

Unos pocos comentarios sobre algunas cláusulas en aquellos versículos bastarán para mostrar que describen la era en curso. “Habrá hombres … avaros”. La avaricia es endémica en la sociedad, sea de aquel que engaña para recibir exagerados beneficios sociales del Estado por un extremo de la escala social, o el banquero astuto al otro, quien prostituye el sistema financiero con su avidez.

Se hace mención del problema de la juventud indisciplinada, una característica alarmante de la sociedad en que vivimos. “Impíos” es una descripción de la decadencia moral que echó raíces en los años 1960 y ha florecido espectacularmente en la promiscuidad y perversión de estos años en curso. “Sin afecto natural”, y por esto el auge en el divorcio y el abandono de menores. La desaparición de la religión a favor de “los deleites” recibe mención, y la religión que se queda es catalogada de ineficaz. Parece que hay una referencia a las tácticas de los cultos al introducirse en los hogares de sus contactos incautos.

Se podría objetar que estamos aplicando estos versículos a la sociedad occidental, que es un mero fragmento de la populación global. El hecho es que los medios de comunicación que hay ahora han dado lugar a una penetración universal para el estilo de vida de la sociedad occidental. En el mundo entero se proyectan imágenes en los hogares, y éstas tienen un efecto pernicioso sobre su modo de pensar y su moral. 2 Timoteo 3 describe condiciones universales y no parroquiales. Para el creyente la moraleja es esta: si la edad de la gracia está llegando a su fin con el regreso del Señor Jesús, ¿esto engendra algún sentido de urgencia en nuestro servicio para Él? “Negociad ─ ocúpense ─ hasta que yo venga”, Lucas 19.13.

Objeto   La meta de este librito es presentar una introducción al tema de la profecía bíblica. El enfoque será elemental, llevando en mente al nuevo creyente que posiblemente esté explorando estas verdades por primera vez. Para muchos lectores, entonces, será meramente un cursillo de repaso, una presentación repetida de hechos que han sabido por años. Con todo, se espera que aporte a despertar con exhortación su limpio entendimiento, como dice 2 Pedro 3.1.

Puede ser un tanto engañoso decir que vamos a tratar el tema de una manera sencilla, porque tenemos que reconocer que en sí tiene sus complicaciones. Dios no presentó toda la información al respecto en una sola página de la Escritura. En realidad, para captar el cuadro grande tenemos que valernos de detalles esparcidos entre Génesis y Apocalipsis, y pedirle a Dios que nos ayude a colocar en sus respectivos lugares todas las piezas del rompecabezas.

A lo largo de años los estudiantes de la Biblia han presentado diversos criterios de los eventos proféticos. La línea a ser seguida en esta publicación será enseñanza sobre un rapto de creyentes previo a la tribulación, seguido a la postre por mil años de reinado de Cristo sobre la tierra.

Cronología  Hay cuatro eventos principales que deben ser vistos en su debido orden cronológico, y las predicciones sobre otros asuntos caen en torno de estos cuatro acontecimientos sobresalientes. Más adelante vamos a ocuparnos de por qué vemos estos eventos en la secuencia presentada aquí.

  • Primeramente hay el rapto (que llamamos también el arrebatamiento). La enseñanza principal sobre esto se encuentra en 1 Tesalonicenses 4.13 a 18. Los oponentes a la verdad del rapto están en lo cierto al señalar que no se encuentra la palabra en la Biblia. En un diccionario secular se define rapto como posesionarse de algo y llevarlo consigo, de manera que la ausencia del término en la Escritura no resta de que el concepto se encuentre en la palabra arrebatados en 1 Tesalonicenses 4.17. El rapto no tiene que ver con el Señor descendiendo sino con los santos ascen-diendo, pero el descenso de Jesús señalará la remoción de su pueblo. “Maranata”, nuestro Señor viene, 1 Corintios 16.22.
  • Posterior al rapto habrá la gran tribulación, un término que encontramos en Mateo 24.21. Por un período de años el mundo experimentará adversidad hasta entonces desconocida. Si fuera permitida persistir, significaría la exterminación de la raza. Mucho del libro de Apocalipsis se ocupa de describir los horrores del período de esta tribulación.
  • El tercer evento mayor tendrá lugar al final de la tribulación. Es la manifestación en gloria. Empleamos esta frase para describir el regreso del Señor Jesús a la tierra misma. En el rapto Él descenderá al aire solamente, pero en su revelación, o manifestación en gloria, vendrá a la tierra y derrotará los ejércitos aliados del mundo, como describe Apocalipsis 19.11 a 21.
  • El cuarto evento significativo es el milenio, llamado así porque el reinado de Cristo en el mundo abarcará un lapso de mil años. Se emplea el vocablo seis veces en Apocalipsis 20.1 a 10. Posterior a su manifestación en gloria, Él establecerá su reino en este mundo y gobernará por este período de tiempo.

 

 

Capítulo 2
El rapto

 

El capítulo anterior explicó que el sentido preciso de la palabra rapto es el de caer sobre algo, o alguien, y llevarlo consigo. El concepto está consagrado en el arrebatamiento referido en 1 Tesalonicenses 4.17. Sin embargo, acostumbramos llamar “el rapto” todo el conjunto de eventos cuando el Señor viene al aire.

El rapto fue promulgado por el Señor Jesús en la víspera de sus sufrimientos: “Vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo”, Juan 14.3. Fue presentado en figura en el primer libro de la Biblia y en el último: “Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios”; Génesis 5.24. “Una puerta abierta en el cielo … Sube acá”, Apocalipsis 4.1. En el instante Juan vio eventos en derredor del trono.  El rapto fue predicho por el apóstol Pablo en 1 Tesalonicenses 4.13 a 18, el pasaje principal sobre el tema.

¿El rapto procederá la tribulación?   ¿Es concebible que creyentes de esta edad de la iglesia sufran los horrores de la gran tribulación, o ellos serán quitados antes de que amanezca ese día grande y terrible? En la Escritura hay varios indicios de que los miembros del cuerpo de Cristo van a estar en el cielo antes de que comience el destelle de ira.

  1. Inminencia Los creyentes del primer siglo fueron enseñados que su venida era inminente; es decir, que podría suceder en cualquier momento, sin aviso previo y sin señales de estar cerca. Escuchemos a algunos de sus destacados predicadores. Pablo: “La noche está avanzada, y se acerca el día”, Romanos 13.12. Pedro: “El fin de todas las cosas se acerca”, 1 Pedro 4.7. Santiago: “La venida del Señor se acerca”, Santiago 4.8. Juan: “Hijitos, ya es el último tiempo”, 1 Juan 2.18. Judas: esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna”, Judas 21. Anónimo: “El que ha de venir vendrá, y no tardará”, Hebreos 10.37.

Agréguese a esta lista la promesa del Señor Jesús: “Ciertamente vengo en breve”. Esta promesa final de la Biblia concuerda con la promesa que Él hizo en el aposento alto, y los tiempos de los verbos lo indican: “Voy, vengo”, Juan 14.3, Apocalipsis 22.20. Si bien hay repetidas advertencias a los creyentes a esperar tribulación de parte del hombre, en ninguna parte del Nuevo Testamento les instruye a esperar que se interponga aquel lapso espantoso de ira divina antes del rapto.

  1. La ira venidera Se alude  al Señor Jesús como Aquel “quien nos libra de la ira venidera”, 1 Tesalonicenses 1.10. “No nos ha puesto Dios para ira”, 5.9. En la Escritura, la palabra ira se identifica por lo regular ─ pero no siempre ─ con el juicio divino sobre la tierra, y no con el castigo eterno. Es un concepto asociado claramente con los días de la tribulación. “Copas de la ira de Dios” serán derramadas sobre la tierra, Apocalipsis 16.1.

La gran tribulación está incorporada en un período de tiempo llamado “el día del Señor”; será “día de iniquidad aquel día”, Sofonías 1.15. Se nos promete que seremos guardados de aquel lapso de ira divina. Cuando está pendiente, tendremos necesidad de Alguien que nos salve de él, y por esto estamos esperando al Salvador, Filipenses 3.20, cuya intervención oportuna nos arrebatará antes de que la tempestad se desate.

Una carta que se decía ser de Pablo había dado a los tesalonicenses a entender que la aflicción que estaban sufriendo era evidencia de que estaban ya en el día del Señor. En 2 Tesalonicenses 2 Pablo trata aquel malentendido. Les insta a descartar cualquier pensamiento de estar en la tribulación, y la base de su llamado es “la venida de nuestro Señor Jesucristo y nuestra reunión con él”, v. 1.

En otras palabras, de ninguna manera podrían estar ellos en el día del Señor, porque cuando amanece ese “día” habrá venido el Señor Jesucristo y nosotros ya estaremos arrebatados de esta escena. Él ofrece otros marcadores que constaban que ellos no estaban experimentando la ira de la tribulación, inclusive el hecho de que el hombre de pecado no había sido manifestado todavía.

  1. Guardados de aquella hora El Señor Jesús prometió a la asamblea de Filadelfia que les guardaría “de aquella hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero”, una referencia a la tribulación, Apocalipsis 3.10. Incluimos a todo creyente en aquella promesa, porque, en el contexto, el Espíritu estaba hablando a las iglesias.

Jeremías 30.7 describe la tribulación como “día de angustia para Jacob”, Jacob siendo sinónimo con Israel. Allá, la promesa es “de ella será librada”. Para ser liberado de ello, Israel tendría que estar en ello. Pero la terminología de Apocalipsis 3.10 es diferente; es de ser guardado de la prueba. Los creyentes de esta edad presente serán preservados íntegramente de entrar en la tribulación.

Es de notar que después de muchas alusiones a la iglesia en los primeros capítulos de Apocalipsis,  no hay ninguna referencia a ella en la sección central del libro, que trata el período de la tribulación. Ella aparece de nuevo en el capítulo 19 como la esposa del Cordero, y emerge del cielo con Él. ¿Cómo llegará la iglesia al cielo para salir luego de allí? Por el rapto. Todo el escenario requiere que el rapto preceda la gran tribulación. Los cuadros referidos ya concuerdan con esta doctrina. Enoc fue trasladado antes de llegar el diluvio y Juan estaba en el cielo aun antes de la primera fase de la ira de la tribulación.

La verdad del rapto es una gran fuente de consuelo para el creyente, 1 Tesalonicenses 4.18. La esperanza sería destruida si hubiera un sentir que tenemos que enfrentar los terrores de la gran tribulación antes de encontrarnos con nuestro amado Señor.

¿Qué sucederá en el rapto?   Como ya se ha dicho, 1 Tesalonicenses 4.13 a 18 es básico al tema y único en su trato de ciertos aspectos del evento. No hay referencias al rapto en el Antiguo Testamento o en el gran sermón profético que llamamos el discurso del monte de Olivos, Mateo 24 y 25. Es por esto que Pablo enfatizó que hablaba “en palabra del Señor”, v. 15. Su enseñanza fue nueva, pero él había recibido una revelación directa del Señor sobre la materia.

Los críticos de la enseñanza de un rapto pre-tribulación alegan que es tan nueva que data de los años 1800. Su argumento es, si es tan nueva así, ¡no puede ser cierta! Sin duda estaba oscurecida por siglos en la neblina de doctrinas romanas, pero también lo estaba la doctrina de la justificación por fe. Nunca se ha protestado en el mundo evangélico por la reaparición de aquella verdad gloriosa.

El descenso del Señor Jesús dará lugar a la resurrección de los santos dormidos. Al morir, sus cuerpos fueron consignados a la corrupción, pero Él recibió sus espíritus, Hechos 7.59; ellos estaban “presentes al Señor”, 2 Corintios 5.8. (La metáfora del sueño tiene que ver exclusivamente con el cuerpo y el pensamiento es que hay siempre un despertar del sueño. No hay tal cosa como un sueño para el alma). Aquel despertamiento, aquella resurrección, ocurrirá en el rapto. Será el primer evento antes de que los santos vivos sean arrebatados. 1 Corintios 15.35 a 58 explica la manera de aquella resurrección y la naturaleza del cuerpo resucitado.

El rapto de los santos vivos sigue a la resurrección de los santos que duermen,
1 Tesalonicenses 4.17. Vivos y creyendo en Cristo, nunca morirán, Juan 11.26. Sus cuerpos serán cambiados en un átomo de tiempo para ser hechos aptos para el ambiente nuevo al cual serán transportados,
1 Corintios 15.51,52.

Obviamente, todos los creyentes serán fascinados al ver por primera vez a su Salvador, pero el concepto de reunión está arraigado en los versículos, porque “seremos arrebatados juntamente con ellos”. El pensamiento de ser raptados juntos con los creyentes resucitados a quienes amábamos, y juntos encontrar al Señor en el aire para estar con Él para siempre, debe ser una tremenda fuente de consuelo en un mundo triste, v. 18.

¿Caos?    Es inevitable que se piense en realidades prácticas al contemplar la desaparición de millones de personas. ¿Vehículos sin chofer? ¿Aviones sin piloto? ¿Niños sin padres? ¿Lápidas en desorden? Y las preguntas continúan. ¿Habrá caos, o el evento pasará ordenadamente?

La Escritura guarda silencio, pero al tomar en cuenta que Dios no es el autor de confusión y que Él quiere que se hagan las cosas “decentemente y con orden”, 1 Corintios 14.33,40, uno supone que en su modo soberano Él orquestará el evento para evitar un desorden. Sin embargo, por mucho que la gente busque, los creyentes no serán encontrados, así como Enoc no fue, porque Dios los habrá trasladado, Hebreos 11.5.

 

Capítulo 3
Los eventos en el cielo

 

El rapto disparará todos los acontecimientos que conducirán a “un cielo nuevo y una tierra nueva”, Apocalipsis 21.1. En términos amplios, estos eventos se dividen en dos: los que tienen lugar en el cielo y los que suceden en la tierra. Las dos esferas están conectadas, porque Apocalipsis hace saber que decisiones tomadas en el cielo, e instrucciones giras allí, impactan sobre eventos en la tierra. Sin embargo, hay tres eventos mayores en el cielo que debemos considerar.

  1. La apertura del libro “Las (cosas) que han de ser después de estas”, Apocalipsis 1.19, aluden en buena medida a la sección de Apocalipsis que comienza con el capítulo 4. Antes de los horrores de la tribulación en el capítulo 6, se dedica espacio a una escena asombrosa en el cielo. El punto central es el trono de Dios, y en el curso de los eventos Dios, sentado sobre su trono, muestra un rollo que tiene en la mano, sellado con siete sellos, 5.1. Resuena el reto: “¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?”

¿Podemos identificar este libro con siete sellos? Los conocedores de costumbres de antaño explican que su descripción concuerda con el estilo de los antiguos títulos de propiedad, y la Escritura misma nos da esta pista. Cuando Jeremías compró un campo, 32.6 a 15, los trámites fueron hechos cuidadosamente. El documento correspondiente fue redactado y sellado en presencia de testigos, descrito como “la carta de venta”. Jeremías contaba con un certificado que daba fe a su derecho al campo.

Así, si identificamos el libro en la mano de Dios como sus títulos de propiedad, no tenemos que preguntar de qué propiedad se trata. La narrativa hace evidente que este es el título a la tierra. Con abrir cada sello se descubre una fase adicional de los eventos que preparan la tierra para el regreso de Cristo a la tierra para reclamarla. “Los reinos de este mundo han venido a ser ─ están siendo ─ de nuestro Señor y de su Cristo”, Apocalipsis 11.15.

Después de la oportunidad inicial de tomar el libro, nada sucedió y todo quedó en silencio. Solamente el llanto del apóstol Juan interrumpió aquel silencia celestial, v. 4. ¿El mal iba a imperar para siempre? ¿El paraíso nunca sería recuperado? ¿El diablo tendría dominio eterno? ¿Nada podía remediar la situación? Y Juan lloró.

¡Que se presente el Cordero! Alguien es digno de tomar el libro y abrir sus sellos, y al agarrar el rollo, las miríadas del cielo se prorrumpieron en adoración, exclamando: “¡Eres digno!”  Él había pagado el precio, v. 9, habiendo comprado el campo por el tesoro que en él había, Mateo 13.44.

Fue Él que “prevaleció”. Creacional, moral y redentoramente, Él había establecido su derecho a la tierra, y así, a medida que se desarrollan los eventos apocalípticos, rompe los sellos y da inicio a los procedimientos que conducen a su toma de posesión. “Pídame, y te daré por herencia las naciones”, Salmo 2.8.

  1. El tribunal de Cristo Un segundo evento mayor en el cielo será el tribunal de Cristo. No debemos confundir los varios juicios futuros. Los gentiles que sobreviven la gran tribulación serán juzgados en la tierra cuando el Señor se siente “en su trono de gloria”. Serán segregados como un pastor oriental separa las ovejas de los cabritos. Las “ovejas” entrarán en el reino milenario; los “cabritos” sufrirán castigo eterno. La información sobre este juicio se encuentra en Mateo 25.31 a 46, y lo conocemos como “el juicio de las naciones”.

El gran trono blanco es distinto de aquello. Los detalles están en Apocalipsis 20.11 a 15. Los procesados serán los impenitentes difuntos de todas las edades. Experimentarán la resurrección de condenación de Juan 5.29 y su destino final será el lago de fuego.

Otro juicio es aquel del tribunal de Cristo, mencionado en dos pasajes de la Escritura ─ 2 Corintios 5.10 y Romanos 14.10 ─ y aludido en otras partes.

El factor común a todos tres juicios es que el Señor Jesús será el juez, Juan 5.22. En los primeros dos mencionados Él se sentará sobre tronos, pero en el tercero no hay un trono. Hay una tarima como aquéllas usadas por los jueces en los juegos antiguos al observar las competencias, o lo que llamamos ahora el estrado de donde un juez como Poncio Pilato dicta sentencias, Juan 19.13. La palabra griega es bema, ¡un término favorito de algunos predicadores!

¿Quiénes serán evaluados?  Solamente los creyentes se presentarán en este juicio. “Todos nosotros” compareceremos, 2 Corintios 5.10. En el contexto, nosotros se refiere exclusivamente a los que tienen “las arras del Espíritu”, v. 5, andan por fe, v. 7, y van a estar presentes al Señor, v. 8. “Cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí”, Romanos 14.12. La referencia a este tribunal en Romanos 14 es para enfatizar que somos responsables cada cual por sí solo. Es importante cuidar nuestra propia condición, sin ocuparnos en las actividades de otros.

¿Cuándo sucederá?  Tendrá lugar inmediatamente después del rapto. “No juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor”, 1 Corintios 4.5. En ese pasaje Pablo señala que es prematuro evaluar el servicio de un creyente aquí y ahora. La ocasión para aquella evaluación será cuando el Señor venga. Por esto, cronológicamente, ubicamos el tribunal de Cristo posterior al rapto: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo”, Apocalipsis 22.12.

¿Dónde se realizará?  Si es posterior al rapto, su lugar será en el cielo. El evento nos verá reunidos a Él, cuando “estaremos siempre con el Señor”, 1 Tesalonicenses 4.17.

¿Con qué fin?  Claramente, este juicio no tiene nada que ver con castigo; es un juicio en el sentido de una evaluación. Los pecados del creyente fueron atendidos en el Calvario y nos regocijamos en esa verdad gloriosa. “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús”, Romanos 8.1. Vemos que el asunto no es el pecado, sino es cuestión de valorar el servicio y otorgar un galardón correspondiente: “entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios”, 1 Corintios 4.5.

Un pensamiento clave en relación con este juicio es que “cada uno recibe según lo que haya hecho”, 2 Corintios 5.10. No es sólo que nuestras labores sean revisadas sino que también los motivos que impulsaron nuestra actividad. El Señor “manifestará las intenciones de los corazones”, 1 Corintios 4.5. También el propio servicio será puesto al descubierto; la obra “por fuego será revelada”, 3.13.

Hay un lado solemne a todo esto. Debe incidir sobre nuestro compromiso a la obra de la asamblea, 3.10 a 15. Debe estimularnos a ver de cerca si nuestros motivos son puros, 1 Corintios 4.1 a 5. Debe refrenarnos de juzgar o despreciar a nuestros concreyentes; somos responsables por nosotros mismos, Romanos 14.10 a 13.

  1. Las bodas del Cordero Otro evento maravilloso en el cielo será las bodas del Cordero, Apocalipsis 19.7 a 9, la unión oficial de Cristo y su iglesia. Es interesante que la ocasión sea descrita, no como las bodas de Jesús, o de Cristo, o del Señor, sino las bodas del Cordero. La referencia al Cordero es para recordar el costo para que ella sea suya. Costó el Calvario hacer todo esto posible.

Se alude a “su esposa”, v. 7. Efesios 5.22 a 33 nos ayuda a identificarla a ella, donde la relación esposo/esposa ilustra la relación entre Cristo y su iglesia. La sujeción de la esposa a su esposo está usada como ejemplo de la sujeción de la iglesia a Cristo y el cuidado del esposo por su esposa debe ser al estilo del amor de Cristo por la iglesia, vv 24,25. De manera que, la esposa del Cordero es la iglesia, la suma total de todos los creyentes en Cristo desde el día de Pentecostés hasta el rapto.

Se dirige la atención a su vestido nupcial, “lino fino, limpio y resplandeciente”, v. 8. El versículo explica el significado del símbolo; “el lino fino es las acciones justas de los santos”. Es claro que aquí y ahora estamos tejiendo aquel vestido por conducta honesta, actos benignos e integridad de carácter.

Habrá una celebración de aquellas bodas, descrita como la cena de las bodas del Cordero, v. 9, y la opinión está dividida en cuanto adónde se la realizará. ¿En el cielo o en la tierra milenaria? Dondequiera que sea, los invitados serán una gente bendita, pero distinta de la esposa. Son creyentes, pero no de la edad de la iglesia, gente como Juan el Bautista quien se describió a sí mismo como “el amigo del esposo”, Juan 3.29. Juntos, celebrarán las bodas del Cordero.

 

 

Capítulo 4
La gran tribulación (1)

 

Ya hemos visto que el rapto precederá la gran tribulación; los creyentes de esta edad presente de la iglesia serán quitados antes de que estalle la tempestad de ira.

Descripciones     “El día del Señor” es un término usado para describir aquella edad. Para la gente del mundo, vendrá tan inesperadamente como un ladrón en la noche, tan inevitablemente como los dolores de parto de una futura madre, 1 Tesalonicenses 5.2,3.

El día del Señor será “día de angustia y de aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y de oscuridad, día nublado y de entenebrecimiento”, Sofonías 1.15. Es “el día grande y espantoso de Jehová”, Joel 2.31.

Es de notar que el día del Señor se extiende mucho más allá del período de la tribulación. Sus etapas finales abarcan la disolución de los cielos y de la tierra, 2 Pedro 3.10.

Otra frase que usamos para describir el período de la tribulación es “la semana 70 de Daniel”. Daniel 9.24 a 27 narra la importante profecía que trata del pueblo de Daniel ─ Israel ─ y su ciudad ─ Jerusalén. La palabra semana es literalmente un grupo de siete, y en retrospectiva entendemos que se trata de “semanas” o conjuntos de siete años, y no de días.

Las primeras 69 semanas (483 años) ya han transcurrido. Culminaron cuando se le quitó la vida del Mesías, al decir del v. 26, y casi en seguida Jerusalén y su templo fueron destruidos, v. 26. La semana 70 está en espera de su cumplimiento; nada en la historia corresponde a las predicciones acerca de ella.

Algunos opinan que es una interpretación incongruente sugerir que 69 semanas ya son historia pero hay un lapso mayor antes de la semana 70. Sin embargo, este no es un caso único en la Biblia. En Isaías 9.6,7 hay una profecía del nacimiento de Cristo, pero de una vez la profecía brinca sobre siglos para anticipar su reino sobre el trono de David. Isaías 61 prevé su ministerio sanador antes de hacer un gran salto al día de la venganza de nuestro Dios, vv 1,2. Miqueas predice su nacimiento en Belén y luego pasa por encima de generaciones para hablar del “Señor en Israel”, 5.2. En Zacarías 9, siglos separan los versículos 9 y 10; el 9 anticipa la entrada triunfal y el 10 la fundación de su reino universal.

El hecho es que, con el rechazamiento del Mesías, Dios dejó en suspenso su trato con Israel como nación e impuso ceguera sobre ellos, Romanos 11.7. El capítulo 11 habla de su “defección” en v. 12 y alude a su “exclusión” en v. 15. Emplea la figura de un olivo, vv 16 a 24. Sin embargo, el endurecimiento de Israel es “en parte”. De este modo, con la finalización de la edad de la iglesia, Dios reanudará su asociación con Israel como nación y pondrá en marcha la semana 70 de Daniel. La nación ha sido puesta a un lado temporalmente, y por esto la brecha entre las semanas 69 y 70.

El evento que dará inicio al período de siete años será la formalización de un tratado entre “el príncipe que ha de venir” (la bestia) y “muchos en Israel” (la clase gobernadora que rechaza a Cristo) y sus partidarios, v. 27 en Daniel 9. Parece que una parte del acuerdo es que el dictador garantizará la libertad de culto para los judíos. Esto permitirá la resurrección del sistema de sacrificios del Antiguo Testamento en el contexto de un templo.

“A la mitad de la semana” ─ es decir, después de 3 ½ años ─ la bestia faltará a su promesa, poniendo fin al “sacrificio y la ofrenda”. Prohibirá toda religión y exigirá homenaje universal a su persona, 2 Tesalonicenses 2.4. Él profanará el templo al entrar en él y hacerse pasar por Dios. Con esto, su imagen será erigida allí, Mateo 24.15. El rompimiento del tratado divide la semana 70 en dos períodos de 3 ½  años cada uno.

Con base en Mateo 24.21 y Apocalipsis 7.14, preferimos llamar todo el período “la gran tribulación”, pero con propiedad ese adjetivo “gran” aplica a solamente la segunda mitad de la “semana”. Subsiguiente a la presencia de “la abominación desolador” en el santuario, Mateo 24.15, habrá entonces gran tribulación, v. 21. Una etiqueta apropiada para los primeros 3 ½ años sería, “principio de dolores”, v. 8. Durante aquel tiempo habrá horrendos eventos en la tierra, pero el pleno horror será desatado en la segunda mitad de los siete años, y por esto la “gran” tribulación.

Singularidad    El Señor explicó que los años de la tribulación serían sin paralelo en la historia: “gran tribulación, cual no lo ha habido desde el principio del mundo hasta ahora; ni la habrá”, Mateo 24.21. Si fuera permitido continuar sin tregua, significaría la exterminación de vida sobre el planeta, v. 22. El mundo ha sufrido tiempos terribles en el pasado. La historia lo ha salpicado de calamidades naturales. Plagas que segaron millones de vidas han barrido continentes y dos guerras mundiales han diezmado la juventud de las naciones involucradas.

Todo esto parece un remedo en contraste con la oleada imparable de catástrofes que inundarán el globo en aquel día venidero. Los varios capítulos centrales de Apocalipsis están dedicados a describir estos eventos catastróficos.

Fuente   Dios mismo será el autor principal de los juicios que vendrán sobre la tierra. Es “él día grande y espantoso de Jehová”, Joel 2.31. Él personalmente iniciará varias fases de juicio, comenzando con la rotura de los sellos de parte del Señor Jesús, Apocalipsis 6. En la presencia de Dios se darán siete trompetas a sendos ángeles, 8.2, y el toque de cada trompeta señalará otro aluvión espantoso de ira sobre el planeta.

A partir de 16.1 los juicios de trompeta dan paso a los de copa y se instruyen a los ángeles: “Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios”. El enojo divino inundará el mundo y sus habitantes.

Para añadir a la miseria del mundo, el diablo dará rienda suelta a su furia contra los pobladores de la tierra, Apocalipsis 12.12. Su derrota en su conflicto en la esfera de los espíritus resultará en que los movimientos de Satanás sean limitados a la tierra. Es claro que esto tendrá lugar en el punto medio de la semana 70, porque en el capítulo hay mención de 1260 días (3 ½ años) y de “un tiempo (un año), y tiempos (dos años), y la mitad de un tiempo (seis meses)”.

El “poco tiempo” de Satanás será concurrente con el período de la gran tribulación, con consecuencias graves para el mundo en general. En particular, su malicia será dirigida a la nación de Israel. Frustrado en su propósito de exterminarla, él se enfocará al “resto de la descendencia de ella”, 12.17, aquellos que han abrazado al Mesías y obedecen sus mandamientos.

Algunos preguntan cómo es posible que Dios tenga un pueblo sobre la tierra en aquel período. Si todo creyente en Cristo será quitado en el rapto, ¿cómo podemos explicar la presencia de un pueblo de Dios sobre la tierra después de aquel evento?

Se ha notado ya que al presente Israel está ciego, pero esa ceguera no es permanente. Cuando Dios la quita, después del rapto, habrá aquellos que reconocen el gran error que la nación cometió al rechazar al Mesías, y le reconocerán. Son descritos como “los siervos de nuestro Dios” en Apocalipsis 7.3. Es de suponer que sean los siervos que predicarán el evangelio del reino “en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones”, Mateo 24.14. Multitudes lo creerán y para muchos les costará el martirio.

Aquellos que sobreviven hasta el fin de la tribulación son “las ovejas” de Mateo 25.31 a 46 que entrarán en el reino. Son llamados “los justos”. Es un principio general de la Escritura que la gente es adjudicada justa por fe solamente, y por esto su benignidad a los hermanos de Cristo, v. 40, es evidencia de su fe. Su salvación no es con base en obras.

Víctimas   Los que más sufrirán en el período serán el pueblo de Israel. Más que todo, es “el tiempo de angustia para Jacob”, Jeremías 30.7. El Señor Jesús dijo: “habrá gran calamidad en la tierra, e irá sobre este pueblo”, Lucas 21.23.

Pero si Israel es el epicentro de la tribulación, las ondas expansivas serán sentidas universalmente, porque es “la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero”, Apocalipsis 3.10. Aun una lectura somera del Apocalipsis deja ver que las plagas y catástrofes del período de la tribulación no serán locales sino afectarán todo el planeta, resultando en una disminución salvaje de su población.

 

 

 

Capítulo 5
La gran tribulación (2)

 

Hemos considerado la duración de la gran tribulación y varias catástrofes de ese período singular. Este capítulo concentra en los principales participantes en esos años horríficos de la historia humana que precederán el benéfico reinado universal del Señor Jesús.

Israel   Las profecías sobre los postreros días requieren que exista el Estado de Israel. Por ejemplo, en su discurso en el monte de Olivos el Señor Jesús habló del “lugar santo”, es decir el templo en Jerusalén, Mateo 24.15. Aludió a Judea y al sábado, otros indicios de que el pueblo judío estará en su tierra y practicando su religión.

Con la destrucción de Jerusalén en 70 dC, los judíos fueron esparcidos por el globo, pero asombrosamente, a lo largo de los siglos ellos preservaron su distintiva identidad racial. Hacia el final del siglo 19 el movimiento sionista aceleró sus pasos para demandar una patria judía en Palestina.

En 1917 el secretario de asuntos exteriores de Gran Bretaña formuló lo que sería conocido como la Declaración Balfour, que declaró que su gobierno haría todo posible para facilitar ese propósito. Al final de la primera guerra mundial Palestina fue reconocida como un protectorado británico, y cuando este mandato terminó, la Estrella de David fue izada; nació el Estado de Israel el 14 de mayo de 1948.

Ese mismo día Israel fue invadido por sus vecinos árabes, pero sobrevivió. En la guerra de seis días de junio 1967 Israel asumió el control de Jerusalén y otros territorios. Después de siglos, Israel estaba en su propia tierra. Su ocupación de estas áreas sigue siendo todavía una llaga purulenta en la política del Medio Oriente. La reunión final de ese pueblo, predicha en la Escritura, espera el advenimiento del Mesías. Es de trascendencia mayor que exista el Estado de Israel por ser un prerrequisito para la realización de la profecía bíblica.

Los estados del Medio Oriente   Daniel 11 es un pasaje sobresaliente de la Escritura y hoy la mayoría de sus predicciones son historia. Lo certero de esta historia, escrita antes de los hechos, ha provocado a los detractores de la Biblia a cuestionar cuándo fue escrito el libro de Daniel, ¡alegando que ha debido ser redactado una vez consumados los hechos!

Hay dos protagonistas principales en el drama, el rey del sur y el rey del norte. Han sido identificados* como los tolemeos de Egipto y los saléucidos de Siria/Palestina; es decir, los estados al sur y al norte de Israel, respectivamente.    * Malcolm C. Davies, Anticipating the End Times

En cierto punto, el capítulo salta de lo que es pasado ahora al “cabo del tiempo”, v. 40, claramente una referencia a los eventos en la segunda mitad de la semana 70 de Daniel. Figuran todavía el rey del norte y el rey del sur, pero en ese entonces serán aliados y no adversarios. Su enemigo común será uno cuya descripción se ajusta a la del hombre de pecado de 2 Tesalonicenses 2.

Estos últimos versículos de Daniel 11 parecen ser una descripción de la campaña militar que culminará en Armagedón, cuando los ejércitos de la bestia habrán barrido muchas tierras y estarán acampados en “la tierra gloriosa”. Las potencias del Medio Oriente resistirán sus ambiciones expansionistas. Las tierras al este del río Jordán escaparán su atención, v. 41, pero todo el Medio Oriente será un caldero, un teatro de guerra que será el escenario de hostilidades de una escala de las guerras mundiales. Los vecinos al norte y al sur de Israel serán obligados a participar en el conflicto.

Rusia   Ezequiel 38 y 39 predicen una invasión de Israel que parece ser aparte de la campaña de Armagedón, posiblemente a ser realizada durante la primera mitad de la semana 70 de Daniel. Esta conclusión se basa en las descripciones de la falta de vigilancia de Israel en esa coyuntura. El agresor describe a esa nación como “gentes tranquilas que habitan confiadamente … sin muros … cerrojos y puertas”, 38.11. No va a considerar necesaria un alto nivel de seguridad; el pueblo estará complaciente.

Tal vez sea conjura, pero es probable que el tratado de siete años acordado con la bestia, Daniel 9.27, incluirá la promesa de protección militar, dando lugar a reducir el presupuesto para defensa. Será cosa del pasado el alto grado de alerta perpetua que ese país tiene ahora, permitiendo que sea visto como presa fácil.

Los versículos al comienzo de Ezequiel 38 identifican a aquellos que se asociarán en la invasión, principalmente Gog, considerado por muchos ser un nombre antiguo por lo que son ahora los pueblos rusos. Su primera aliada se identifica como Persia, hoy Irán. Es de interés que, si bien Rusia parecía un fracaso después del desmembramiento de la Unión Soviética, ella se ha hecho valer y ha mostrado ser una potencia militar. Sin caer en la trampa de interpretar la profecía a la luz de las circunstancias del momento, parece significativo que Rusia tenga simpatías por Irán cuando la mayor parte del mundo está furiosa ante sus ambiciones nucleares.

El propósito de la invasión será el de saquear a Israel, despojándolo de sus principales bienes económicos, vv 12,13. Estos planes, y ciertamente toda la estrategia de invasión, serán frustrados por intervención desde el cielo. Una masacre espantosa tendrá lugar en las montañas de Israel sin que la defensa dispare una sola vez. Por iniciativa divina, querellas internas, epidemias y tormentas apocalípticas aniquilarán la confederación rusa, 38.21 a 39.8. Tal será la matanza que las aves de rapiña y las bestias devorarán los cadáveres y siete mesas serán requeridos para sepultar los restos, 39.11 a 16. Los deshechos de la guerra servirán de combustible por siete años, vv 9,10.

Las potencias del Lejano Oriente   Habrá un lapso entre la invasión abortiva desde el norte y otra desde el este, esta vez de parte de una alianza que Apocalipsis 16.12 describe como “los reyes del oriente”. Atraídos por fuerzas demoníacas, ellos marcharán hacia el oeste para reunirse con a la postre en Armagedón. El gran río Eufrates se secará para facilitar su progreso.

En la única otra mención en Apocalipsis del Eufrates, el contexto habla de una tropa de 200 millones, 9.13 a 21. Algunos entienden que se trata de una hueste de espíritus malignos, pero si uno acepta que son literalmente hombres guerrilleros, y los vincula con los reyes de oriente, entonces el ejército invasor será de proporciones masivas. El oriente es tal vez la única parte del mundo que podría aportar una fuerza tan enorme; tanto China como India cuentan con una población de más de mil millones y otras tierras orientales están densamente pobladas.

Hoy por hoy el Oriente podría reunir el ejército gigantesco del cual habla Apocalipsis. Sin embargo, comoquiera que uno interprete las huestes que el capítulo 9 menciona, su existencia y actividad resultarán en el deceso de la tercera parte de la población de la tierra.

La confederación de diez reinos    Resistimos la tentación de hablar de los Estados Unidos de Europa o el Imperio Romano reavivado, pero es claro que el principal bloque de poder de estos tiempos del fin será un ente de diez reinos encabezado por el hombre energizado satánicamente que llamamos la bestia, Apocalipsis 13.1. Daniel capítulos 2 y 7 lo sugieren, confirmados por la visión de la bestia en Apocalipsis 13.

Al inicio, este ente político será dominado por una organización religiosa descrita como Babilonia la Grande, Apocalipsis 17.5; la mujer montará la bestia, v. 3. Esta organización ha tenido siglos de experiencia involucrándose en la política, ejerciendo una influencia masiva sobre muchos de los gobiernos del mundo. Su hostilidad a los creyentes ha sido uniforme a lo largo de las generaciones.

Sin embrago, ya para Apocalipsis 17 sus días están contados y llegará el momento cuando los líderes de las diez naciones resentirán su intromisión, quitarán sus ataduras, eliminarán su influencia, rechazarán sus demandas y la destruirán de un todo. Su actividad religiosa será prohibida con todo lo demás que viene bajo la paraguas de “religión”, 2 Tesalonicenses 2.4. Estos líderes y su pueblo adorarán la bestia e ingerirán su encanto con la guerra y los armamentos; el poder y las armas serán su Dios, Daniel 11.37,38.

La veda total de la religión a la mitad de la semana 70 afectará el judaísmo, 9.27, pero sin duda impactará sobre la predicación del evangelio del reino. Sin embargo, el Señor Jesús prometió que el mensaje de salvación penetraría en “todo el mundo”, Mateo 24.14, y no obstante lo obvio de los peligros que conlleva abrazar a Cristo y renunciar la Biblia, miríadas responderán a la predicación: “una gran multitud, la cual nadie podía contar”, Apocalipsis 7.9.

 

Cualesquiera que sean las intenciones de cada una de estas agrupaciones militares, a la postre ellas se unirán en oposición al Señor Jesús cuando Él aparece en poder y gran gloria, 19.19 a 21.

 

 

Capítulo 6
La manifestación en gloria

 

La segunda venida del Señor tendrá dos fases distintas. Describimos la primera como el rapto y la segunda la llamamos la manifestación en gloria, o la revelación. Un período de siete años al menos separará los dos.

  • El mundo no lo verá en el rapto, pero en su revelación sí.
  • En el rapto Él descenderá al aire y en la revelación a la tierra.
  • En el rapto vendrá por los santos como su Señor y en la revelación vendrá con los santos cual Hijo del Hombre para imponer su autoridad sobre el mundo.
  • El rapto será seguido del tribunal de Cristo para los creyentes y la revelación será seguida del juicio de las naciones.
  • El rapto precederá la tribulación y la revelación precederá su reino.

Vamos a considerar ahora esta segunda fase de su venida.

¿Cuándo vendrá?   La pregunta no presupone una fecha fija, porque “del día y de la hora nadie sabe”, Mateo 24.36. Más bien, es para establecer con base en la Escritura precisamente dónde el evento figura en el programa de Dios. Tendrá lugar como el clímax del período de la tribulación. “Después de aquella tribulación … entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria”, Marcos 13.24 a 26.

Su aparición es el precursor de su reino; “con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre … y le fue dado dominio, gloria y reino”, Daniel 7.13,14. En una descripción profética de su manifestación, dice: “él las regirá con vara de hierro”, Apocalipsis 19.15. Su revelación enlaza la era de la tribulación con el reino milenario.

¿Cómo vendrá?   Respondemos de varias maneras. Primero, Él vendrá inesperadamente. Para el mundo, su venida será tan dramática y sorprendente como lo fueron el diluvio de Noé o la lluvia de fuego y azufre sobre Sodoma, Lucas 17.26 a 30. No obstante el caos de los días de la tribulación, la gente estará haciendo todo lo posible para mantener la normalidad, sobrellevando la vida en el trabajo y ocupándose en las actividades sociales. Entonces, intervención del cielo.

Uno puede visualizarles intentando enfrentar los impedimentos de la tribulación y procurando estar al día con las noticias del conflicto global cuando un evento sin precedente sale en los titulares. Las noticias serán tan inesperadas y desagradables como el robo por un ladrón en la noche. ¡La espectacular intrusión sobrenatural sacudirá la complacencia de su mundo entenebrecido! El despreciado nazareno se presentará y reclamará su heredad; el mundo temblará. “Paz y seguridad” había sido su lema, 1 Tesalonicenses 5.3, pero ahora el sueño explota.

No sólo aparecerá inesperadamente, sino vendrá invisiblemente, tan obvio como un rayo que ilumina el cielo nocturno, Mateo 24.27. Muchos charlatanes profesando ser el Cristo se esconderán en áreas remotas o en “casas seguras”, vv 24 a 26, pero sus actividades clandestinas demostrarán su falsedad. El Mesías auténtico será visto viniendo “en las nubes con gran poder y gloria”, Marcos 13. 26. “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo lo verá”, Apocalipsis 1.7.

“Poder y gran gloria” será otra característica de su manifestación, Mateo 24.30. Es un contraste con su primer advenimiento cuando Él fue acostado en un pesebre; ¡qué debilidad aparente!, ¡qué humillación!” Pero su omnipotencia y esplendor será evidentes a todos cuando visita de nuevo la escena de su sufrimiento y reproche.

¿Quiénes le acompañarán?    Miríadas de ángeles le atenderán, Marcos 8.38; “sus santas decenas de millares”, Judas 14; “los ángeles de su poder”, 2 Tesalonicenses 1.7.

Estarán en su séquito también “los ejércitos celestiales” de Apocalipsis 19.14, y su vestido nos hace creer que estos “ejércitos” se identifican con la esposa del Cordero del contexto que precede, v. 8. En otras palabras, los creyentes le acompañarán al Señor Jesús en su manifestación. Colosenses 3.4 afirma sin ambigüedad: “Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados juntamente con él en gloria”.

Es agradable aprender de la Escritura que en aquella ocasión le será conferida gloria cuando se observa el fruto de la aflicción de su alma. Él será “glorificado en sus santos y … admirado en todos los que creyeron”, 2 Tesalonicenses 1.10.

¿Adónde llegará?   Hemos hablado en términos generales de su descenso a la tierra, y sin duda la campaña de Armagedón incluirá su presencia en diversos lugares, Edom y Bosra como ejemplos, Isaías 63.1 Sin embargo, en su descenso Él aterrizará en el monte de los Olivos. Jerusalén encontrándose sitiado, “se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos”, Zacarías 14.1 a 4. El lugar de donde ascendió, Hechos 1.6 a 12, será el punto al cual volverá.

La topografía de toda el área será modificada radicalmente por su descenso. La montaña se dividirá para crear un valle inmenso en sentido este-oeste. Presumimos que este valle será el canal para un nuevo acueducto entre el Mediterráneo y el Mar Muerto, v. 8. Sus aguas serán “sanadas” y la vida acuática del Mediterráneo pasará al Mar Muerto; prosperará lo que antes era una cuenca desprovista de vida, Ezequiel 47.1 a 12.

¿Por qué vendrá?    La razón primaria por su presentación será para guerrear “con justicia y pelea”, Apocalipsis 19.11. Nuestro capítulo anterior acotó que toda el área será un teatro de guerra, y ahora hemos observado de Zacarías 14 que Jerusalén estará sitiada. Él intervendrá justamente en esta coyuntura. Cualquiera la razón para que los varios ejércitos del mundo se encuentren en Israel, ellos cerrarán filas. Influenciados por la bestia, ¡tendrán la temeridad de suponer que pueden hacer frente al Jinete en el cabello blanco del cielo! Con su palabra, ilustrada por “una espada aguda” que sale de su boca, 19.15, Él se ocupa de ellos y su suerte será casi como un holocausto nuclear, Zacarías 14.12. Se celebrará “la gran cena de Dios”, Apocalipsis 19.17, y las aves de rapiña serán convocadas a hartarse de la carne de los caídos. Será de veras “el día de la venganza del Dios nuestro”, Isaías 61.2.

Dos personajes sobresalientes sobrevivirán la matanza: la bestia y el falso profeta. El lago de fuego abrirá su boca para recibir sus primeras víctimas, y estos archienemigos de Cristo serán “lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre”, Apocalipsis 19.20.

¿Qué sucederá?   La batalla terminada, el “Rey de gloria” avanzará sobre la ciudad asediada. El heraldo mandará que se abran las “cabezas” de los portones medialuna de la ciudad en honor de esta Dignidad. Ellos deben ser abiertos de par en par para que entre el Rey de gloria. Él es Jehová el poderoso en batalla; es Jehová de los ejércitos, Salmo 24.7 a 10.

Luego, “subirá al monte de Jehová”, Sion, el antiguo asiento de la dinastía de David, para asumir su autoridad, v. 3. Se ubicará en “su lugar santo”, el templo, porque este monarca unirá el sacerdocio y la monarquía; “se sentará y reinará en su trono, siendo Sacerdote sobre su trono”, Zacarías 6.13, Versión Moderna.

La unificación de Israel será una prioridad, y ángeles serán despachados por todo el globo para efectuarla, Mateo 24.31. Norte, sur, este y oeste serán mandados: “No te detengas; trae de lejos mis hijos, y mis hijas de los confines de la tierra”, Isaías 43.5,6. Sin embargo, no todo judío tendrá acceso a aquella tierra. Habrá un proceso de selección en sus linderos, y sólo los salvos de Israel serán admitidos; los que eran rebeldes sufrirán el juicio divino, Ezequiel 20.34 a 38. El arrepentimiento nacional de Israel se describe gráficamente en Zacarías 12.10 a 14, hablando de los que mirarán a quien traspasaron.

 

Otro evento de capital importancia entre su manifestación y la inauguración de su reino será el juicio de las naciones en el valle de Josafat, el “valle de decisión”, Joel 3.12 a14. Lo trata ampliamente Mateo 25.31 a 46 y lo hemos mencionado en un capítulo anterior. El juez es “el Rey”, sentado sobre su trono de gloria. En orden delante de Él habrá dos grupos, las ovejas y las cabritas. Las ovejas son “los justos” quienes por sus obras evidenciaron su posición. Ellos entrarán en el reino y experimentarán la vida eterna. Las cabritas son los “malditos”, v. 4, cuya falta de obras deja claro su rechazamiento de Cristo. La suerte suya será el “fuego eterno”, “el castigo eterno”.

Habrá un evento más, preliminar a que el Señor establezca su reino, y es la resurrección de los santos martirizados en la tribulación. “Vivirán y reinarán con Cristo mil años”, Apocalipsis 20.4. Con esto, el escenario está preparado para su reinado benéfico.

 

 

Capítulo 7

El milenio

 

Cuando el Señor haya puesto fin a la tribulación por su manifestación, Él establecerá su reino en este mundo por mil años. La frase “mil años” se emplea seis veces en Apocalipsis 20 y por esto llamamos aquel período el milenio. La Escritura ha declarado: “es preciso que él reine”, 1 Corintios 15.25.

Un reino literal   Daniel 2 contiene una profecía que abarca una era descrita por el Señor Jesús como “el tiempo de los gentiles”, Lucas 21.24. Durante aquel tiempo, los imperios gentiles dominarán el paisaje profético. “Será cumplido”, es decir, finalizado, como Daniel 2 describe gráficamente.

Una piedra no cortada con mano desmenuzará la imagen que representa estos grandes imperios y se tornará en “una gran montaña que llena toda la tierra”, vv 34,35.  La imagen representa cuatro reinos gentiles de Babilonia hasta Roma, pero la piedra y la montaña son explicadas en las palabras del v. 44: “el Dios del cielo levantará un reino que será jamás destruido”. Si los otros imperios son reinos literales que controlan su territorio por su temporada divinamente asignada, es solamente lógico interpretar el reino de Dios de la misma manera, una administración que gobernará el mundo literal y físicamente.

Por ahora el Señor Jesús no ejerce control sobre las vidas de su pueblo; su reino es de carácter espiritual. Fuimos incorporados en este reino en nuestra conversión, Colosenses 1.13, pero esto no quita del concepto de un literal gobierno divino en el futuro.

Las Escrituras no predicen en ninguna parte que la predicación del Evangelio hará ceder imperceptiblemente las fronteras del mal, ni efectuará paulatinamente una aceptación de Cristo hasta que Él sea reconocido universalmente. Al contrario, Él  impondrá su autoridad dramática e instantáneamente por lo que nosotros llamamos el poderío militar, Apocalipsis 19.11 a 21, y gobernará con “vara de hierro”. “El Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre”, una declaración que difícilmente se interpretaría de una manera que no sea literal, Lucas 1.32,33.

Satanás atado   Durante el milenio Satanás será atado y encarcelado en el abismo, Apocalipsis 20.1 a 3. Se le describe de cuatro maneras. El enfoque del v. 2 es sobre su crueldad y sutileza, su carácter calumnioso y su oposición incorregible a Dios y su pueblo. Estos han sido características permanentes en la historia humana, fomentadas y suplidas del maligno, pero durante la era dorada no existirán.

Algunos creen que el diablo está atado actualmente, y los mil años de la Biblia son un período de duración indefinida en lenguaje figurado. Los ven como la edad en curso, cuando se predica el evangelio y las almas son libertadas del domino  satánico. En toda la superficie, una objeción a este criterio es que sugerir  que Satanás está atado dista mucho de su actual libertad de movimiento y su beligerancia hacia los creyentes, 1 Pedro 5.8.

Rasgos morales   Melquisedec figura como un tipo mayor del Señor Jesús y su nombre mismo es de gran significado: “rey de justicia”, Hebreos 7.1,2. La justicia será un aspecto clave de la administración del Señor Jesús. “He aquí que para justicia reinará un rey”, Isaías 32.1 Las normas patas–arriba del mundo serán rectificadas, v. 5. “Será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura”, Isaías 11.5.

Nunca habrá abusos de poder, ni discriminación, v. 3. El régimen no será parcializado a los ricos y poderosos; los pobres y los mansos serán tratados equitativamente. Desde el inicio del gobierno humano, la corrupción, el dolo y el nepotismo han sido endémicos, pero la Escritura resume la integridad de Cristo con las palabras de Hebreos 1.8: “Centro de equidad es el cetro de tu reino”.

La paz será otro rasgo de este reino, ilustrada un vez mas en Melquisedec: “Rey de Salem, esto es, Rey de paz”, Hebreos 7.2. La primera agresión se remota a Génesis 4.8 y más tarde emergió una tendencia a la violencia sofisticada, v. 23. Ya para el capítulo 14 la guerra era más generalizada, y desde entonces las páginas de la historia humana han sido manchadas de sangre.

Esto llegará a su fin cuando Cristo venga. La Escritura predice: “volverán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en hoces, no alzará nación contra nación, ni se adiestrarán para la guerra”, Isaías 2.4, Miqueas 4.3. La tran-quilidad que existirá está tipificada por el cuadro de Miqueas 4.4: “Se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quién los amedrente”.

Él visualiza una idílica escena rural, ¿pero qué de la vida urbana, hoy un ambiente peligroso? Las calles de la ciudad no infundirán temor en los “ancianos y ancianas”. Los “muchachos y muchachas” jugarán felizmente en ellas. Los sectores vulnerables de la ciudad transitarán en entera comodidad en los ambientes urbanos, Zacarías 8.4,5.

La paz que reinará sobre el planeta se extenderá al reino animal. Los lobos, leones y osos co-existirán con los corderos, cabritos, terneros y vacas. Aun los niños podrán tomarlos, y el menor de los infantes no tendrá miedo de los reptiles que en un tiempo eran venenosos. No existirá cazador ni cazado, ya que los carnívoros serán vegetarianos, Isaías 11.6 a 9, 65.25. Se trata de una creación “libertada de la esclavitud de corrupción”, Romanos 8.21. Son “los tiempos de la restauración de todas las cosas”, Hechos 3.21.

Salud y prosperidad    Aparentemente la muerte y enfermedad no será irradicadas del todo durante el milenio, porque “el niño morirá de cien años”, Isaías 65.20. Sin embargo, la mortalidad infantil no existirá, y cualquiera que muera a los cien años será considerado haber fallecido cuando joven: la longevidad será la norma. La discapacidad será poco común, ya que “los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo”, Isaías 35.5,6.

La mención de los pobres y los mansos de la tierra en Isaías 11.4 parece dar a entender que durante el milenio perdurarán los conocidos estratos sociales en la sociedad. Sin embargo, la verdadera adversidad habrá pasado a la historia, gracias al elevado rendimiento del campo. “Será echado un puño de grano en la tierra, en las cumbres de los montes”, Salmo 72.16. “El que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleva la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se derretirán”, Amós 9.13.

Aun las grandes cuencas áridas del mundo se volverán fértiles, “porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad. El lugar seco se convertirá en estanque”, Isaías 35.6,7; véase también 41.18 a 20. No sólo habrá abundancia de fruto, sino fragancia también cuando “el yelmo se gozará y florecerá como la rosa”, Isaías 35.1.

Desde la caída hasta ahora, la humanidad ha tenido que batallar contra los efectos de la maldición para lograr una cosecha, pero esa lucha va a cesar: “En lugar de la zarza crecerá ciprés, y en lugar de la ortiga crecerá arrayán”, Isaías 55.13. A menudo el clima ha robado a los hombres de sus cosechas, sea por sequía, inundación, escarcha o viento. A veces una plaga o los saltamontes han diezmado la siega. En aquel día “plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas. No trabajarán en vano”, Isaías 65.21,23.

Sublevación   Todos los que entran en el reino milenario serán pueblo de Dios, pero subsiguientemente nacerán multitudes; la población explotará. La salvación nunca ha pasado de hecho de generación a generación, Juan 1.13, ni lo hará en el período del reino. Cada persona que nazca en aquel entonces tendrá que decidir personalmente acerca del Rey, y estar dispuesta a reconocerle. Son el “pueblo no nacido aún” que “anunciarán que él hizo esto”, Salmo 22.31.

En otras palabras, durante el milenio se predicará todavía el mensaje de la cruz, y aquellos nacidos durante ese tiempo aceptarán o rechazarán al rey. En sus corazones, grandes números le rechazarán. De mala gana reconocerán su autoridad en público, pero para ellos su administración justa y sus rígidas normas morales serán sobremanera irritantes.

Satanás suelto del abismo al final de los mil años, encontrará en estos corazones tierra fértil donde sembrar las semillas de rebelión. Esta gente será consumida por fuego del cielo, según leemos en Apocalipsis 20.9. Habrá pasado la edad de oro, el último capítulo habrá sido escrito. La tarima está preparada para el juicio final y la disolución de los cielos y la tierra.

 

 

Capítulo 8
El gran trono blanco

 

La historia humana terminará donde comenzó, con rebelión contra Dios. En Edén, Satanás le incitó a Eva a desobedecerle a Él, Génesis 3.1 a 6, y al final del milenio éste formulará la última rebelión contra autoridad divina, Apocalipsis 20.7 a 10. Sea en el paraíso de Edén, en la tierra milenaria, o en toda fase entre los dos, el corazón humano es fijo en su oposición a Él, Romanos 8.7. La última insurgencia resultará en la destrucción de los rebeldes, y su engañador será lanzado en el lago de fuego, Apocalipsis 20.10.

El versículo explica que es allí “donde estaban la bestia y el falso profeta”, un indicio claro de la realidad de un castigo eterno; ellos habían sido consignados a ese lugar de angustia mil años antes, 19.20. Con mil años ya transcurridos, la eternidad yergue por delante, porque ellos “serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos”, 20.10. Semejante horror no admite exposición.

Destrucción   La rebelión final de la humanidad aplastada y el archienemigo sufriendo ya la llamas del juicio eterno, resta que los cielos y la tierra sean disueltos para abrir paso a “un cielo nuevo y una tierra nueva”, 21.1, una condición que describimos como el estado eterno. La disolución de los cielos y la tierra concluirá con la última gran sesión solemne, el juicio de los impíos difuntos, El Señor Jesús será el juez, Juan 5.22, y la Escritura reza: “del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos”, 20.11. Pedro también asocia la destrucción de los cielos y la tierra con “el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos”, 2 Pedro 3.7.

Contamos con más detalles en 2 Pedro 3.10 a 13. La disolución de los cielos y la quema entera de la tierra concluirán el día del Señor. Aquella era comenzará después del rapto y sus fases iniciales coincidirán con el período de la tribulación, 1 Tesalonicenses 5.1 a 11. Su último episodio será la destrucción del universo material.

El fenecimiento del viejo orden de cosas será un necesario paso previo a la introducción del día de Dios, el estado eterno. 2 Pedro 3.12 versa sobre esto: “… el advenimiento del día de Dios, con ocasión del cual los cielos, estando encendidos, serán disueltos”, Versión Moderna. En otras palabras, antes de que pueda amanecer ese día eterno, será necesario obliterar el cosmos viejo.

Ruido y calor serán parte de la destrucción del universo. La gente afirma que todo comenzó con un “big bang”, millones de años ya, cuando en realidad el único sonido que acompañó su nacimiento fue la voz de Dios: “Y dijo Dios”, Génesis 1.3. “Él dijo, y fue hecho”, Salmo 33.9. Sin embargo, un gran “bang” señalará su fin: “los cielos pasarán con gran estruendo”, 2 Pedro 3.10.

Pedro emplea los términos ardiendo, deshecho (dos veces), quemados (dos veces), encendiéndose y se fundirán. Dan una idea de la descarga asombrosa de energía que habrá. Durante el siglo 20 la humanidad descubrió los efectos de la tremenda descarga de energía que resulta de partir el átomo. ¿Qué es que mantiene estable todos los átomos en el universo, con sus electrones “orbitando” los núcleos? “Todas las cosas se mantienen unidas en él”, Colosenses 1.17, Nueva Versión International.

Algún día Él soltará su apretón; el poder divino que guarda cada átomo en su lugar será suspendido y la consecuencia será una dispersión de energía que destruirá el universo material enteramente.

Los hombres hablan de la indestructibledad de la materia. O sea, aunque la forma de la materia puede ser cambiada o modificada, nunca puede ser destruida. Sin embargo, el Dios que creó la materia de la nada, Hebreos 11.3, la consignará a la nada de nuevo. El Dios que echó el fundamento de la tierra y creó los cuerpos celestiales, presidirá sobre su destrucción. “Ellos perecerán, mas tú permaneces; y todos ellos se envejecerán como una vestidura, y como un vestido los envolverás, y serán mudados, pero tú eres el mismo”, Hebreos 1.11,12.

Cuando decimos que vamos a cambiar la ropa, no queremos decir remodelarla; quitamos y descartamos una prenda de vestir y ponemos otra. De la misma manera, los cielos nuevos y la tierra nueva sustituirán lo viejo; “esperamos … cielos nuevos y tierra nueva”, 2 Pedro 3.13.

El trono    El trono de Salomón con su ornamentación está descrito en gran detalle en la Escritura, 1 Reyes 10.18 a 20, pero solamente dos adjetivos describen este trono de juicio: es grande y es blanco, Apocalipsis 20.11. El primero indica la supremacía de esta sesión solemne; no hay un tribunal superior y no habrá apelación. El segundo indica la pureza de la justicia que será administrada; no habrá sentencias erradas en este tribunal.

Si bien no se identifica el ocupante del trono, es sin duda el Señor Jesucristo, porque “el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo”, Juan 5.22. Sus propias palabras dan mucho que pensar: “El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzga; la palabra que le he hablado, ella le juzgará en el día postrero”, Juan 12.48.

El acusado    En capítulos anteriores se notó que los creyentes serán juzgados, en el sentido de evaluados, en el tribunal de Cristo. Al congregarse Israel de nuevo en uno, será juzgado en los linderos de la tierra. Los gentiles sobrevivientes de la tribulación serán juzgados cuando el Señor separa las ovejas de las cabritas.

Los procesados en este juicio serán los impenitentes de todas las edades, “los muertos, grandes y pequeños”, v. 12. Apocalipsis 20.5 les describe como “los otros muertos”, los que han quedado en sus sepulcros después de que los santos de todas las edades hayan sido levantados en las fases de “la primera resurrección”. Los cuerpos de estos otros muertos serán reunidos con sus almas del hades, cuando “la muerte y el hades” sueltan sus cautivos, v. 13. Esta es la resurrección de condenación, Juan 5.29.

Aquellos que fueron perdidos en el mar no escaparán la cita fatal, v. 13. Los “grandes y pequeños”, los de influencia y los marginados, van a estar en su debido lugar delante del trono. Es por esto que nosotros, como Pablo, tenemos que testificar a “pequeños y grandes”, Hechos 26.22. Están todos en grave peligro de juicio.

Los libros   “Los libros fueron abiertos”, Apocalipsis 20.12. El contenido de estos libros formará la base del juicio a ser ejecutado, por cuanto “fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras”. En otras palabras, los libros contienen el registro de las vidas de los inconversos, la evidencia de su pecado y rebelión, los hechos que los dejan expuestos a condenación.

La apertura del “libro de la vida” demostrará que rechazaron la oferta mientras tenían la oportunidad de perdón y salvación. Los nombres de los creyentes están en el libro de la vida, Filipenses 4.3, y ellos pueden regocijarse “de que (sus) nombres están escritos en los cielos”, Lucas 10.20.

En el día del juicio va a estar presentes ante el trono una hueste de aquellos cuyos nombres nunca fueron incorporados en aquel registro celestial. El contenido de los libros, y la ausencia de nombres, se combinarán para ver a estos seres desdichados “lanzados al lago de fuego”, v. 15. “Sabe el Señor … reservar a los injustos”, 2 Pedro 2.9. Aquellos culpables de toda categoría de crimen van a estar allí, pero a la cabeza de la lista están “los cobardes e incrédulos”, Apocalipsis 21.2.  Esto hace ver que el temor de ser ridiculizado o ser perseguido impide que algunos crean, para su ruina eterna.

El contraste    La dicha eterna de los salvados contrasta con el tormento eterno de los perdidos. La dulzura de la presencia de Dios será disfrutada eternamente, Apocalipsis 21.8. Los pesares terrenales, particularmente aquellos debidos a la muerte, habrán pasado, v. 4. El dolor es otro factor desagradable en nuestra experiencia ahora, pero pasará a la historia cuando el que está sentado en el trono declarará: “Yo hago nuevas todas las cosas”, 21.4,5.

El refrigerio será abundante y perpetuo, como también una plétora de bendiciones, resumida por la frase: “El que venciere heredará todas las cosas”, v. 7. El mayor de nuestros privilegios será el gozo de estar con Él para contemplar su gloria, Juan 17.24. ¡Lo mejor está delante!

 

Conclusión   Como fue explicado en el primer capítulo, el intento ha sido de presentar sólo una introducción a la profecía básica para los creyentes nuevos. Grandes áreas quedan sin ser tocadas, pero los eventos sobresalientes del futuro han sido tratados sencillamente en su cronología correspondiente:

  • el rapto,
  • la tribulación,
  • la manifestación
  • el milenio.

 

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